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Escritos de la infancia - Volumen 8 ar Pre para ea Pee TEMPRANA >. Nimero dedicado ala ESTIMULACION TEMPRANA, Sumario CLINICADE LOS PROBLEMAS DEL DESARROLLO {Cuéntos terapeutas para cada nifto? ‘Atedo Jerusalinsky Esstimulacién Temprana: la construccién de una discipina en el campo de los problemas de! desarrollo infant Haydée Lilana Coriat ‘A qué jugamos con os bebés precursores del Fort-Da Sivia Peaguda Un caso clinico de Estimulacién Temprana Graciela Cortinas de Ruiz REEDICION DE ARTICULOS DE “CUADERNOS DEL DESARROLLO INFANTIL” editados por el Centro Dra. Lycia Carat en 1883 CLINICADE LOS PROBLEMAS... (continuacién) Jugando el jugar de Sofia Juego e inlerveneién clinica Patricia Enright Los niffos sordos Consideraciones acerca de les efectos de ia intervencién en las primeras etapas dela vida Stola M, Cafza de Péez / Fernando R. Baraio Células nerviosas, sinapsis y plasticidad Diana Alicia Jerusainsky En las incubadoras de la Necnatologia Aportes y preguntas desde la psicomaticidad Laura Manghi Editorial Un editorial iene un estatuio diferente 2 las notas y articuis, tiene una ubicacién privlegiada, No va en cualquier parte, no esta ‘entremezciado con el resto, esté siempre ai comienzo 0 al fina, es la puesta en texto del criterio de la publicacién. Siempre tiene el mismo titulo: “Edteria, aunque nunca se diga lo mismo, E\ presente editorial fue redactado entre todos aquellos que conformamas el equipo estable de trabajo de Escritos de fa Infancia No somos los dnicos que hacemos posible que ella continde apareciendo, Si somos los que hacemos que, dei conjunto de articulos ‘que recibimos, se vaya moldeando una revista que diga algo mas que lo que cada uno ya dice por si mismo, que ela no sea un mero copia Nuestra trabajo clinic interdisciplinario nos orienta en la seleccién de escrites que trasmiten los conceptos de diversas discipinas alrededor de un eje tematic. Este numero esté dedicado a una discipina joven: la Estimulacion Temprana, Recorriendo los textos publicades, el lector encontrara un apartade dedicado a algunos articulos que fueron escritos hace ya mas de ‘quince afios, cuyo valor principal no reside en su cardcter de reliquia, sino que, por ser histéricos podemos ubicarlos como puntos simb6licos que permiten construr una linea teérica que continua sustentando el trabajo cinico en Estimulacién Temprana. Elles nos sefaian la importancia de los aportes de las cistintas disciplinas, tales como neurapediatria, psicomatrcidad, kinesiologl, fonoauticloga, psicopedagogia, psicoiogés genética, psicoanslisis y otras. Estas dsciplinas le hacen borde y de esta forma que Ppermiten el surgmiento de una nueva, dedicada especficamente a la clinica con bebes que presentan problemas en su desarrollo, Asi tambén aparecen las primeras afirmaciones sobre la necesariedad de un trabajo en equipo interdscipfinario, Publicamos también en este nimero una serie de articulos que marcan el punto actual, desde el cual se puede trazar esa linea, que si hace diferencia can el resto y correspande @ una forma de connotar algunas conceptos fundamentales, tales como el concepta de ‘erapeuta Gico en un equipo interdisciplinaro, definiendo una praxis en referencia a los bebés. Staff dela Revista CLINICADE LOS PROBLEMAS DEL DESARROLLO Escrtos de la Infancia es una publicacién abierta Los textos que aparecen publicados han sido seleccionados en base al reconacimiento de la trayectoria de sus distintos autores en el trabajo cinco y teérco, pero no necesariamente por una coincidencia con los eniteries desplegados, {Cuantos terapeutas para cada nifio? ‘Alfredo Jerusalinsky Los terapeutas son desplazados, ubicados y distbuidos de acuerdo a cada versién histérca, y su multipicacién actual responde a las tendencias reduecionistas de cada especialdad. El enfoque inter y tansdis-ciplinaro, utizando herramientas psicoanalticas, permite reformula-ciones clinicas decisivas en la practica con nifos afectados por graves trastornos, ‘Aredo Jerusalinsky: Psicoanalista, Director de FEPI, Director del Centro Dra, Lydia Coriat de Buenos Aires y de Porte Alegre, Brasil One Rte, two ite, three ite indians, Four lito, five lite, sx ite indians, ‘Seven lite, eight litle, nine litle indians. Ten itl indian boys. Un poco de historia Con su fameso gesta, en los albores de ia Revolucion Francesa, Phillpe Pinel no solamente ibera a los locos de sus cadenas. Ese ‘acto, por su valor de referencia para toda Ia psicopatologia moderna y contempordnea, consttuye el momento mito de inroduccion de la enfermedad mental ala perspectva de la racionaiidad? Sus efectos se verifican en el Traile des Maladies Mentales de Jean Etienne Esquirol (1772-1844), aparecido en 1838, donde el modelo ‘descrptivo atiende ya no solamente jos comportamientes extrafios sino, principalment, ‘os desvios del pensamiento del Ambito de la razén, El ee racionaidad-irracionalidad leimpone asi una determinada acepcién interpretatva a las consideraciones relativas al “dentro ‘fuera de ia realidad’. Hacia la segunda mitad de! siglo XIX la psiqualra, mfuenciada por los avances del conacimianto de la anatomia reuromuscular (Wundt, en sus Estudios sobre la conduccién nervosa) y neurosensoral (von Helmholtz, con su Tratado de éptica) adopta el modelo de’ las pardisis nerviosas en sus investigaciones psicopatolégicas. Charcot primero (con sus famosas ‘consideraciones sobre “ia precisposicién consiitucional” en la etiologia de | histeria) y Duprés después (con suPathologe de Tinuiginaton et de Témotivit) representan alterativas de esta vertiente® En ella, las ideas de funciona o na funciona, fexbildad o figidez., modulado o paroxistico, y, en dltima instancia, adaptade o inadaptado, constituyen los criterios rectores del diagnéstico. Pueden considerarse como tributarias de esta linea de andisis las discipinas que se criginan en los estudios neurofuncionales preducidos en nuestro siglo. Asi, por ejemplo, lafonoauciologia, Ia Kinesiciogla. También las que se originan en los estudios europsicolégices. come la psicologia de la percepcin, de tas habiidades, y del comportamiento en su sentido madurativ. En estas lias se enrazan varias especialidades rehablitadoras y diversas técnicas terapéuticas -algunas més especiicas y otras mas ‘generales- que apuntan a la adaplacién. Todas llas responden en mayor 0 menor grado al principio emptico-positvista de ia comrespondencia enire el sujeto y e! cbjelo como el criterio fundamental de lo correcto y lo verdadero. ¥ también, todas elas seleccionan sus operaciones clinicas orientadas por el espirtu pragmatico que inspira nuestra época. Una articulacién entre ciencia moderna, utiidad y sentido comin, que obtiene algunos resuitados précticos, pero con efectos subjetvos completamente inciertos. Esta amalgama psicopatoldgica y clnica que se articula en 'os cien afios que van desde mediados del siglo pasado hasta la mitad de! ‘actual, se origina fundamentalmente en la practica con adultos. Ello tienda a generar un cierta aduttomorfsmocuanco sus categorias, son apicadas al campo de la infancia, Sin embargo, esta tendencia queda parcialmerte contratalanceada por el surgimienio, en ‘general dentro de los mismos moldes, de una neuropsiquatria especifcamente peciatrica (Ajuriaguerra, Kanner, Koupemik, Coriat, Le- ‘evre, Ponces-Verges, entre otros) fundamentalmente a partir de la década del 40, Nos adelantamos a sefialar que, entre tos autores ciltados, cabe a la Dra, Lydia F de Coriat el mérto de haber quebrado esos moldes, ya que, si bien partié del modeto de la pardisis y ‘del a7¢0 reflejo en la concepcién psicopatciégica, realiz6, en la practica, una criica de ello al introducr una clinica interdiscipinara, Esta clinica abrié camino para que las concepciones neuropsiquiaricas imperantes fuesen atravesadas por una psicopatologia y una préctica psiccanaiticas. Un lobo que cambié la historia de los nifios Retomando la cuestién histérica desde el énguio de la infancia, tal vez podriames situar como acto equivalente al de Pino! la tentativa el Dr. tard, en 1799, de reeducar cientficamente al joven “lobo” lamado Victor, que fuera encontrado en los bosques de L’Aveyron. Es importante recordar que este hecho surge en el marco del nacimiento de la pedagogia modema que, a esas alturas, ya contaba un siglo de despliegue. La propuesta de Lasalle (fn del siglo XVII ¢ incias del XV'11) de estendarizar la educacién, al establocer un rendimianto supuesto como necesaro, determina un eje con respecto al cual todos jos nifios quedan comparades. Ello permite @| surgimiento de un criterio de “normaidad” de cuyo contraste emerge tanto una psicopatologia de los aprendizajes como una psicopatoiogia de la adaptacidn escolar, habida cuenta que esta uitima acaba transforméndose en un paradgma de la adaptacion Social. Este origen -parcial- de la psicopatologia espectica de la infancia encadena a los nifios @ una posicin cblgatoria, cuyo desvio solo se expicaba durante el sigio XVIll como simple rebeldia, mala indole 0, lo que es lo mismo, una natufaleza inferior o indigna (relerida esto ultimo, por supuesto, a los estamentes sociales), Un siglo después, e! intento del Dr. tard quiebra ese encadenamiento y € pesar de sus errores, propone que un acio clinico racionalmente orientado puede hacer funcionar -teeducar- Io que no funciona, Nace ahiuna clinica de los aprendizajes que, es claro, tiene por abjeto la apreximacion del nino al estandara, La idea rectora del estandard articulada a la funcién, se asocia a la demanda, formulada por la gnoseologia positvista, de una Psicologia que se ocupe de medir la correspondencia entre percipiens. perceptuum y objeto, Medida supuesta de la verdad de los ‘conocimientos producides (0 adquirides), que vendria a verifcar la eficacia de los aprendizajes efectuados. Surge asi la “bateria de tests", instrumentos Ge una psicolagia supuesta clinica porque, al medr la distancia dei sujeto a la media (representacién estadistca ol estandard), medira el grado de su normaidad 0 ancrmalidad. En este punto resuita inevitable que lamemos ia atencién sobre e| hecho de que lo que se esta miciendo es, en reaidad, la distancia que tal sujeto manifesta con respecto a una meda que ha sido construida a partir de una poblacién formada por sujetes educados segin el ideal cognitive de una sociedad industial. Debemos reconocer en ello que una cinica de tal especie hace agua... por el desvio estandard. La psicopedagogia clinica -aunque actuaimente pueda estar tomada en otros principios- se origina en esa psicopatclogia racionalista (que tiene come sustrato la necesidad industrial"? de una fuerza de trabajo humaro uniformizada en sus conocimientos) y se contamina séio secundariamente con el modelo de la pardiisis nervosa. Esta “contaminacién’ se verifica en el supuesto de las “dsfunciones cerebrales" (minimas, perceptivas, alencionales, préxicas, de lateralizacion, etc.) como causa de los trastornes de aprendizele y -ivéase e biés que las cosas pueden tomer'- también del “mal comportamiento’(\éase indsscipina escolar) Andando, andando, retoriames al mismo lugar: la mala naturateza" Siempre falta algo La serie historica de los ejes psicopatolégicos-mala indole, racionalidad-rracionalidad, paralsis orgénicas- se proionga, a partr de os ais ’50, en un nuevo giro: la neuroquimica y su expresién complementara, la neuro-genética. Antes faltaba bondad. después razén, més tarde funcién, ahora falta sustancia."! Ello da nacimiento a la psiquiatra bioldgica. También a una importante rama de la Psicopatoiogia situada més del lado de la biogendtica, Y se agrega una neurologia mas diagnéstca y menos clinica, en el sentido Clasico del termino (aunque, es claro, ambas operaciones no estén completamente disociadas). De un mado que estictamente no podiamos considerarparalelo, surge, a fines del siglo pasado, otra psicopatotogia que intersecta de forma criica esta trayectora, tansformando una sustancal parte de sus concepciones v colocando el esto de elas en jaque. Es la psicopatologia psicoznaiitca, que al mismo tiempo que reaiza fa cri diferencial de las paras'sorgénicas respecto de las pardisis histércas (que hoy en dia podriamos amar subjetivas"2), introduce dos conceptos fundamentals para cualquier consideracién acerca ela patologia mental y SU cura, a saber, transferenciay lo irfantl. ambos ariculados al descubrmiento de inconscient. La psicopatologia es entonces concebida no 2 través de recursos comparatives (en nuestra épcca deberiamos decirestadisticos), tampoco por la fata de bonda, razén, funcién 0 sustancia -aunque todo eso por fata 0 exceso tenga su inducable incidencia. sino que lo que organiza la patoiogia mental es el retorno de lo infanti, en tanto reprimido, o sea en su condicion de inconsciente,o bien por la imposiblidad de mantener dsociado lo inconsciente en cuanto tal. Ello se da por una fala en la estructuracién del sujeto, articulado por lf lenguaje que, a través de sus inscripciones, determina su funcionamiento mental. E! cerebro humano, sin lenguaje, no articula automaticamente nada de lo que caracteriza al humaro.'? Por ello, de eso sélo se puede saber escuchando al sujeto, o sea en la relacign que se sostiene con él en la transferencia. Dicho de otra manera, el que suite, sostiene y manifesta la psicopatologia, es uno, ‘en el doble sentido de la singuiaridad -que resiste cualquier uniformizacién o referencia a una normaidad estandard: y del suelo que se ‘enuncia a simismo, aunque al hacerlo a través del uno encumbra ese si mismo bajo una forma impersonal. Es aqui que surge la posibiidad de una psicopatologia especiicamente infant. Porque ya no se trata de comparar al nifio con los, ideales propuestos por el aduito -y por lo tanto, tampoco de situarlo en las categorias psico-patoldgicas establecidas de acuerdo can los sistemas adaptativos defiridos para la vida aduita-, sino de escuchario en su singular modo de confrontarse con lo que otro le demanda, a partir de lo que en él se articulé coma inscripcién. Esa inscripcién que le permite situar su posicion frente a los otros, y diferencia la significacion de las cosas del mundo. Es, enionces, ese punto, ede las inscripciones primordiales, el lugar y momento en que Se producen las condiciones de su particular psicopatologia, Alien fos momentos inicales de su vida, momentos de la mayor disponibitdad, porque nada ha sido atin marcado cualquier operacién clinica, de cualquier especie, adquiere el caracter de una marca estructurante y, posibiemente, defintva, Por ello resuita fundamental, cuando una amenaza esta en ciernes, la decision de quén, cuéntos y cémo irdn a intervenir Notese que se abre con esta concepcin Ia posiblidad de considerar las consecuencias que acarrearian, para el pequefo sujeto, el ser ‘capturado precozmente por un modelo psicopatolégico que, por la fuerza misma del discurso que se coloque en juego -el de la bondad, ‘el de fa razén, el de la funcién 0 el de la sustancia-acabe reduciéndoto a giraren tomo de una marca manique'sta, légica, utara o cosificante Notese también que no estamos hablando de neuropatoiogia ni de patologia genética, sino de psicopatotogia. Y aunque hoy en dia sea ‘evidente la conexién que hay entre estos tres campos, sobre todo para aquellos que nos dedicamos a las patologias graves de la Infancia, continda teniendo tode su peso de verdad aquela frase que J, Ajuraguerra gustaba tanto de enunciar: "No se trata de curar rreuronas, sina de curar nifios”. ‘Espejo, espejo mio!: ,cul es 'a disciplina més linda? |A| mismo ritmo en que surge ia diferenciacién de funciones afectadas y se investigan causas, se van sumando las especialidades y discipinas que se proponen para la cura. Asi se multipican las intervenciones, en el Supuesto de que su adicién sistematica contribuiria ‘a compietar el tablero de la normaldad. Tal el origen de la multd'scipinariedad en la cinica, Por ello, en las décadas del '60 y del 70 era comin encontramos con niffos que recibian simulténeamente cinco, seis, y -hemos twopezado con eso- hasta catorce tratamientos, Los terapeutas hacian, honestamente, cada uno su parte. EI nfo, ¢8 ciaro, raramente lograba juntarias todas; 0, dicho de otro modo, poco podia hacer por su parte, Lo que se observaba por entonces, era que esa ftagmentacion imaginaria solla tener consecuencias simbdlcas. Lo que equivale a decir que el nio, en tanto sujeto, sé vela Confrontads a tantos discursos presentados en equivaiencia, que no se constitu en él una ‘opcién para determinar su sistema de signficaciones. Habida cuenta, @s claro, que ante la gravedad y diversidad de los trastornos Imanifestados, los padres ya habian ciaudicado previamente’ a ejercer cualquier saber sobre el nfo; mucho mas ante el cuadro de inndmeros “saberes' ofertados como competentes para hacer frente, uno a uno, alos males en cuestin. Nada ofrecfa una apariencia més racional que esa propuesta de resolver un problema por vez y de acuerdo con la naturaleza de cada problema, pero todos al mismo tiempo, debide ala urgenciade la situacion, No se presentaba entonces la difcultad de tener que elegir tuna terapia entre otras. Todas podian actuar simuiténeamente | Restaban para el nifio los electos de esa frag me ntac ion discursi v a. Un primer paso para enjugar esc derrame de competencias (en ambos sentidos), de saberes, fue la propuesta que, conjuntamente con la Dra. Lydia Coriat, formulamos a partir de 1973, de trabejaren forma interdiscipinana para deckir acerca de las estrategias, Terapéuticas. Pera esta proposicién nos confronts inmediatamente con dos cuestiones perentorias. La primera, que era imposibe conservar la equivalencia absoluta y la independencia reciproca de los discursos técnico-clentitcos (crterios propies de la mu ltd scip| |ina), porque ello impedia efectivzar una estrategia terapéutica que redujese el cuadro de los operadores. La segunda, que la ampila proporeién de bebés y nifies pequefios que acudia a nusstras consullas se mostraba especialmente sensible a las consecuencias latrogénicas de la metodoiagia muttciscipinaria. Con respecto a la primera cuestién, era necesario establecer aigtin modo de defini la prevalencia cantingente de uno u otro discurso frente a cada situacién clinica concreta, También surgi all, como una cuestion ética elemental, la necesara criica de la costumbre - por entonces de praxe- de que ©! paciente quedase reterido en las manos del terapeuta que iniialmente habla recibido su demanda. E! primer erterio que emergié fue pragmatic: la conduccién clinica se vectorizaba por la o las afecciones mas notorias presentadas por ‘al paciente. Asi la elaccién del o de los pocos (en general no mas de tres, nos parecia una cifa limite intulivamente razonable) ‘erapeutas intervnientes quedaba indicada por las funciones mds afectadas, siendo que los otros colegas de! equipo aportaban sus ‘conocimientos especificos en otras reas, para que fuesen puestos en pracica por los operadores efectivs. Sin embargo, rapidamente comprobamos que raramente las afecciones mas notorias consttulan os abstaculcs mas relevantes para el desarrollo de los pequefos. Percibimos -porque nuestros pacientes se hicieron oir en fa medida en que los escuchamos, a se hicieron entender en la ‘medida en que los interpretamos- que la proporcién en que un sintoma, producido por una enfermedad orgnica, se constituye en un ‘obstacuio para el desarrolo, depende de que se consttuya como sintoma psiquico. Fue féci, a partir de all, veriicar en nuestra Préctica clinica que cuando un problema orgiinico se conserva en e! piano puramente orgénico y no adquiere dmensidn subjetiva para ‘21 no, e8e problema, por mas aparente y espectacuiar que sea, no se constityye como obstacuo. Porque, paraddjicamenta, en la ‘medida en que no hay una voluntad subjetva para atravesar e| limite que tal problema impone, el mite mismo no cobra existencia para ‘1 sujeto en cuestién. Y aunque en sus pardmetros y pautas, en sus patrones y estadisticas, médicos y técnicos comprueben distanciamiento de ese niio respecto de fa normalidad, el nifo mismo estd tan ajeno a tales cuadrantes, que bien puede estar tomado or una “insignificante” lucha por eiferenciar a su madre del resto de los mortales en la oscurdad que, por ejemplo, su ceguera puede haberie impuesio. Las tentatvas orthopticas, las ensefianzas sonoras y tactiles, aunque guarden relacion con su problema, estén tan lejos de su preocupacicn, come puede estario una estadistica demografica de un poeta japonés (aunque, en vitma instancia, es claro - ‘como todo en este mundo-tengan alguna relacién), Apattr de esa verifcacién, quedé resimensionada esa perspectiva pragmatca, bajo la Gptica de la posicién subjetiva desde la cual e! rio soportaba sus sintomas. Fue entonces que el psicoandlisis se revel6 como habil para ia practica de ese desciramiento, Yano se tral6, entonces, de la prevalencia de uno u otro discurso, sino de laimplementacién de una clave que tornase legibie la stuacién clinica «1 estatuto psiguico del sintoma orgarico. La interpelacion reciproca de las discursos -propia de la interdiscip! ina— contnuaba, pero ‘ahora contabamos con un modo de leer ios efectcs de esa interpelacion, en términos del destinatario de ela: nuestro pequefio paciente. A partir de ese momento pasé a decidirse la eleccién terapéutica en funcién de tales efectos subjetves, 0 sea, en funcion de esp cardcter psiquico del sintoma real. Coma hasta entonces, ios otros integrantes del equipa interciscipinario continuaron aportando sus técnicas y perspect\vas especiicas a este biés, ahora transdiscipinario, de i intervencicn. Lo que los bebés nos ensefian La segunda confrontaci6n que nos exigié perentoria decisidn fue la préctica con bebés. Clertamente ellos mostraban ser los mas Periudicadas por esa multpicacién de especialistas a su alrededor Alli se manifestaba un forcele0 que no dejaba de tener sus buenas Fazones de los dos lados: de un lado los pediatras intentaban retener al paciente bajo Su tutela que, desde el ngulo de "médico de amiia tenia a mantener una coherencia en las orientaciones de Ia crianza de! rifo, De otro lado, los especialistas esgrimian sus Ccompetencias especficas para tratar los problemas, dversificades en sus concenciones, del desarralo de los pequefics. En ese tironeo se perdian aportes preciosos y necesarics para las conductas terapéuticas, que los conocimientos mas recientes podian ofrecer a través de los especiaistas;y, al mismo tempo, se perdia ia criterosa experiencia de quien intervenia guiado, no solamente por el saber técnico, sino por el conocimiento (aunque intutivo) de las condiciones “emocicnales” (lease “a interpretacién que darn’) ‘en que una famila recibe un diagnéstico o una indicacién terapéutica, Pero lo que répidamente pudimos percibit, tue que en ese tioneo quedaba estampaca la dsputa para determinar quién detantaria, en defrtva, la autoridad para ‘a cranza del nifo. Y en esas dos untas, ciertamente, io que se evdenciaba como ausente era cualquier apelacién aun saber de los padres. Frente a stuaciones ‘graves, los padres quedaban afuera. Como las situaciones graves de las que tratabamos eran crénicas, los padres. y su saber, tendian a quedar crénicamente excividos. Tratandose de bebés, 0 sea de nifios que estén atravesando ese mamento en que se inscriben las formulaciones fantasmaticas Prmordiales que van 2 instaiar y oftecer ei cédigo de todo descitramienta posterior, que e! nfo podra realizar del mundo en que vive, a preservacién de la unicidad (en el sentido de unico, singular, y no de unido) de ese cédigo se revelaba como esencial. Traténdose de bobés, eniones, se resistraba que, al mismo tiempo, el cécigo de la lengua quedaba fragmentado en tantos pedazos cuantos ‘erapeutas inlervenian, y que en su instalacién los padres poco © nada particpaban. Se generaban ast las condiciones mas propicias para los fenémencs de extraiamiento propios de la psicosis. En efecto, la exclusion parental y latecnificacién de ia lengua de referencia para el nifio, la seleccién de las operaciones y procedimientes a efectuar con el niio segun e) principio de la mayor dedicacion a las Conductas de mayor eficacia rehabiltatoria inmediata, colocaban en riesgo la estructuracién de ia fllacion, la sexuacién y las Identifcaciones en el plano simbdico, lanzéndolas’ al plano de la tragmentacion imagnariaode laindierenciacion real. Y. lopeor,esqueesto se verficaba en la cirica y en los fendmenos psicopatolégicos, desde los més tempranos a los mas tardios, Teniendo en cuenta que ios bebés que acudian a nosotros estaban ya en condiciones probiematicas por padecer de trastomes ‘genéticos yfo necrolégeos en una signifcatva proporcién, tal fragmentacién y tal dversiicacién de su imagen especuiar en i Otro provecaban con terrbie faciidad un retvaimiento del cicuito pulsional sobre Su propo cuerpo. Habida cuenta que la preocupacion parentainevtablemente giraba de modo inmediato en torno del cuerpo dafiado: capturados. como solian estar, os padres, en la Neurosis traumdtica desencadenada por 'o inesperado e inaceptable del acontecimiento que habia destrozaco el ideal en el que se habia constituide su deseo de ese hijo. La repetcién incontrolable e incesante de ese desgarramiento ante ia presencia del hijo en ‘cuestién, empujaba a fos padres (como aun hoy en dia suelen hacerlo) en los periodos inciaes de la vida de! nto (05 primeos afi), a desconfar de su propia condicién para orientar la vida del pequefio a quien, de todos modos, ansiaban proteger. Por ello, facimente Terunciaban a su saber sobre la infancia (tomado, indudablemente, de los resios inconscientes de su propia infancia y de su ‘experiencia con otros nos), a ese saber que, ejercido, colocaria al nif en las vias de su propia estipe, en cs vectores de sus ideaies, y desecs, en jos conirastes de sus modos de usuttuctuar de la vida y de confroniarse con la ley social. Ese saber, capac de relatwizar fa imitacién fisico-tuncional bao e! domino de les valores simbdlicos de la vida, quedaba asi sumergido por el trauma y cedia su lugar con tragica faciidad al saber técrico-cientfico, La ausencia de un Otro confiable que encarnase e! cdtigo de Ia lengua de un modo descifrable, en un momento en que todavia no se ha constituido para el nifo la dferenciacién de la letra, para onentarse en la selva signifcante, y Su sustitucion por innlmeres y extrafios personajes que le habian en nombre de un saber que nada tiene que ver con su deseo, lanzaban a esos pequefios a un encierro en SU rarcisismo primario, oa un “bricolage" precazmente esquizofrérico, cuando no a una depresién que los pasivizaba transformandolos ‘en “buenos pacientas”. Nos referimas, bajo este uiime rubro, a esos carfiases o tranquil nines tan obedientes a los designios terapéuticos, que, en realidad, se muestran tan dociles porque estén totalmente ajenas a cualquier confrantacion faicay que, mas tarde, en los primordos de su adolescencia, vendran a revetar su imposibildad de hacer frente a las mas minimas exigencias de su posicién social y sexual, Sera entonces que la crisis nos mostrard lo poco que hicimos cuando ain era posible arrancarlos de la Torclusion de la referencia paterma, y cuanto fumos cémplices de una maquini/acién que ahora toma cuenta por entero de su pensamiento, bajo ia forma de una logica sin objetivos, o de un desvarlo sin ley 0, lo que es peor, de un acto cuye Gnico principio &s Ia repeticion infinita de su ritmo, Era necesario devolver a estos niffos su chance de entrar en el lenguaje, mas allé de recuperar sus diversos handicaps. O sea, de ‘entrar en io humano, a pesar de sus inkabidades. Es asi que surge la idea del terapeuta Unico: frente a los efectos autisticos y psicolzantes provocados por la intervencién multdiscipinaria con bebés ‘Terapeuta iinico y funcién materna La madre, en lo que se refiere ala funcién, no es necesariamente ia que biolégicamente lo procrea, sing laque sostione para el nifo la posiblidad de su reconocimiento a pesar de las variaciones semanticas en que el pequerio bebé €s incluido. Al ser levado por ella a atravesar esas variaciones, el nfo es lanzade a comprender que el ser reconocido no depende de Ia repeticién mimica de su acto, sino e la repeticiin de una significacién a pesar de la variacién de la imagen, y que aun repiiéndose la imiagen, sila signifcacién 110 se repite, el efecto del reconocimienta na tendra lugar. Asi él se reencuentra mas alfa de ia imagen que se ve, y, al misma tempo, en una posicién inversa a la proyeccién real de su autoimagen. Pero que su inermidad real se invierta como potencia, y que pueda Teconocerse mas alld de la vacuidad de la mascara que contempla, depende de que la madre le devuelva, desde el otro lado del ‘espejo, no precisamente lo real sino lo que él simbolza. Es entonces que el bebé podra reconocerse mas en e! ideal que lo representa ‘ene! Otro, que en el real que io limita a la impotencia, SSibien no es la imagen por si misma la que opera este praceso, es scbra ella que se soporta este trémite. De ahi que su constancia Constituya un reaseguro frente al mar de variantes de la sere en que ela aparece. Por eso J. Lacan nos recuerda que el Otro para e! nifio no puede ser anérimo. En eso reside ia impartancia de la madre, y ese enredo -en el sentido teatral-constituye a pregnancia de su fantasma en ia via de todo sujeto. ‘Se comprende, entonces, que sea desde un tercero-a Funcién Patema-que ese enredo se transforme en cuarto término, a saber, en enigma. Que esa interragacicn se enderece al Oracule de Delfos, a Dios y a Maria Santisima, na expresa mas que la intuicion deque se requiere un saber superiar asimisma (o sea al saber yoo) para descifara, EI nino concebide en su inermided, ta madre en su funcién imaginaria, la Funcién Paterna que devuelve un simbolo de reconacimiento, desde mas alé de! espejo, y ol enigma que en ello se consttuye, establecen los cuatro términos que permiten que se opere la sseparacién (del sujeto respecto del fantasma matemo) y la alienacin (del nifo en tanto sujeto de un Oro). Pracesos necesarios para que la pulsién desarrole un recerrido que na quede achalado sobre lo real del cuerpo de! bebé, sino que recorra lo qua el deseo del Otro Primordial le marca como destino. ‘A pattr de esta tensién -o distensién- en que ta puisién es capturada, es que lo real del cuerpo encuentra su destino simbdiico. Loque hemos llamado en otro lugar “estiramiento de la cuerda de la pulsir’, punto seflaiado por nasotras como crucial en la diroccién de la cura de los problemas graves de la infancia, Ese estramianto tan bien caracterizado por esos momentos perfectamente cbservablos ‘en e! niffo pequefio, en los que primeramente él simplemente hace, después hace lo que los otros le hacen, mas tarde hace para hacerse hacer ‘Ahora bien, el terapeuta Gnico no es alguien que pueda susttuir esa funcién cuando ausente, yaque tal personae seria o bien una madre adoptive o bien una madre sustituia. Su deseo es teraputico y no matemno y por ello, si pretendiese realizar una susiitucién de ‘esa funcién especuar, lo Unico que lograria seria confundir al nifia aun mas con su impostura. Pero si ese terapeuta, como decimos, no es una made, si es alguien que esié en condiciones de sustentar, en aquellos que rodean ‘*fectivamenie a nito en su vda habitual, las operaciones necesarias para el desplegue de este proceso. O ben, segun los casos, providenciar las sustituciones necesarias. El terapeuta unico no esta solo Como en general se trata de nities con afecciones especificas que tenden a retenerlo, tanto psiquca como orgénicamente, en el achatamiento sobre lo real de su cuerpo, es necesario que el terapeuta esté munido de las técricas y habiidades especificas para ireccionar la recuperacién de las funciones afectadas. Pero, después de todas estas corsideraciones, resulta claro que se trata tambien y fundamentaimente de situar al nito como sujeto en el deseo del Otro para que 6! mismo pueda constitu & deseo que lo conduzca en su desarrollo, aun a través de los obstacules que su organicidad puoda plantearle. Constituide este deseo, la ayuda specifica del terapeuta vendra en auxilo de [a obtencién de! objetivo que e rif se propone. Habida cuenta de que tal deseo opera ‘generaimente de modo inconsciente, lo que, en este caso, significa que el rife opera en su rehabiltacion porque lo que se propore, sin Sabero, esta mas ald de Ia pauta de habilidad a la que se apunta, Dicho de mode mas directo: 6 no se centra en que su piema se ueva, 6 desea obtener ia prestancia de su padre al caminar, © una hablidad “maradénica’ al patear. Como el reconocimienta no se ‘opera en la mimesis sino en la simboiizacién, e| movimiento no precisa ser idéntico al otro imaginaro, basta que el gesto del nino signiigue, en la mirada del Otro, una inclusion en la serie patemna o en ia serie de fantasma ‘maradenico”. Esto nos plantea un problema. Visto que generalmente las funciones afectadas suelen ser varias al mismo tiempo, y que el terapevta ‘cuya funcién sea encarads como ke proponemos (y venimos reaizando) se veria en la necesidad de dominar varios campos del saber simulténeamente, ya que deberia atender a la familia y @ los aspectos psiquicos del nifo también, ademas de las técnicas especiicas la extensién de los conocimientos necesarios excederia la formacién de cualquiera. Unc de los malentendides a los que esta propuesta ha llevado mas reciertomente, es que se trataria de un terapevta con una formacién universal. Nada mas distante de nuestra concepcién, hasta por el hecho mismo de su iiTeaizabilidad y, sobre todo, por una tal pretension confrontaria al nifo portador de una limitacién, precisamente con un ideal encamado: el de un saber total. Esto equivaldria @ producir Una interpelacién fica, o sea al mandato irrecusable de identiicarse con un imposibie, Nada mas enloquecedor que esto, Nada mas a ccontramano de cualquier posibildad ce elaborar ia castracién. ‘Se trata, muy por el contrario, de que un terapeuta, en tanto Unico agente cperatvo frente al nifo, traductor en unicidad de la lengua habiada en la dversidad de los discursos técnicas y cientifcos, se revele portador de loque los otros proponen e informan. E's decir que se revele apoyado en saberes que no le perienecen pero, a mismo tiempo, preocupade incesantemente en traducir los recursos y pasos necesarios ala lengua que e'nifio es capaz de comprender yen les términos que la transferencia en juego le permite registrar. Como se ve, se trata de un terapeuta Unico trabajando en un equipo interdiscipinario, quiado por una transdiscipina especiicamente Clinica que le permite, primerc, colecar su saber especifico al servicio de la situacién psiquica en la que el nino se encuentra, y, Segundo, reconociendo a cada paso los limitas de su saber, tanto del lado del saber clnico como det lade de ia subjetvidad en juego. De esto tltmo, é! s6l0 podra ofrecer los lugares vacios de una escucha, que nicamente los padres y e! nic podrén llenar con sus propias letras.

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