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= 73) é ae ar +e pe CoC Proyecto yerecen eitoria: eras deat Rall A. Gonasiez fora bemramerto ars Directors de ediciones: Directors de colecs6n Correceén: Diogo Kochmann Diagramacién: Laura Mart, Eugenia Son Marta Vives Tratamiento de Imigones, archivo y prelmpresién: Liana Agacar | ‘Secretaria etoial Lia Chico Producelén Indust ica Chico, Leticia Gotan indice Terminal y primera parade: Merc ‘Segurt paeda: Venus Elgotem de venus Tarcera para Tra. El tautsts de Demo. (Quinta para: cnt de asterides, Solamanea Sexta para: Jiptr. roy yothalean ‘Séptima paras: Saturn {hermano avait bara ikon ctava parade: rane. Dracurane Novena parad: Neptuno... (aatajesaimpossie nal espaci ntrplonetai. Sa pared: Paton. Erlabernto dal Minotaur, Estos hechosy personajes inspraron ls relatos que cconocers cuando te stbas al bond + 81 fale de Praga os una antigua leven ucla + Rip Van Wee os un cuento popular holands, + 8 fatsta de Hameln es un cuenta stemnrecopl {door los hermanos Grimm + La sslaninoa do ls brijas 2s una creencahispano- ‘americana, vigente en muchos lugares de nuestro pats. *# 1 rey y el halos es un cuento popular de Mongotia, * El hermano ayariento, ol hermano comin y el hermano ‘bueno 3 un cuento tradicional argentino, + €1 vanpiro del Pantesn de Belén 68 una leyencla + Nicky Salapu fue el arquero de la seleccién de ftbol ‘de Samoa Americana en 2001, + €1 Molandés: Errante es una antigua leyenda de fos ‘marinos holandeses, + £1 Minctauro de Creta es un mito griego, Guillermo Barrantes Nacié en Buenos Aires, en 1974,Terminada laeseusla ‘secundaria, als 17 aftos empezs a estudiar la carrera de Astronomia en la Universidad Necionsl de La Pita i bien mas adelante cambiaralaciencia por la escritura, nunca se ale} de los misterios del universo, Dehecho, Cosmos, de Carl Sagan, sigue siendo uno de sus libros favorite. Entre sus obras publicads se encuentran las novelas £1 temponauta, Enrique Enriquez y el secreto de. San Martin Encatlados, los tras de cuentes Grits kjanos y Las wueltas dea Muerte, elensayo Crénicas munca, ‘Ademés, escrbis junto con Victor Covillo la saga Buenos Aires es leyenda ylandvela Las madlias de Dos, También es autor del guion dela pelicula Ecuacion, digi por el argentina Sergio Mazurek EI bond espacial: Textos ReCreados en la Ciencia Fic, que aqu’ presenta, une dos'de sus pasiones: le astronomia ya mitologta, Terminal y primera parada: jercurio Cualquiera que hubiera visto a Palmiro avan zar con tanta firmeza y precisién, habria dicho {que se trataba de uno de los hombres mas se- guros y decididos del Sistema Solar: Le sacaba todo el provecho posible ala escasa gravedad de Mercurio, dando unos saltos formidables que lo llevaban cuatro metros hacia arriba y diez hacia adelante. A ese paso, llegaria al hangar de colec: tivos en menos de diez minutos. ‘Sin embargo. si en aquel mismo instante, a Palmiro se lo observara a través de uno de los, captadares de auras construidos en Amaltea, tuna de las lunas de Jupiter, aparecerfa envuelto en.una tonalidad rojiza, lo que indicarfa que, en realidad, estaba muerto de miedo, ‘Su temor no pasaba por encontrarse en la su perficie de un mundo host vestido solamente con unas zapatillas, un jean algo gastado en las rodillas, yla clasica camisa celeste de los conduc- tores de transporte ptiblico, Hacia siglos que los ‘aparatosos ¢ incémodos trajes espaciales habjan Gola parsnes La tonal ge atmagan nc sl sujeto observao ‘irene ear desonnaaele (RSI A. delado de usarse. En aquel afio de 4287, con solo tomarse cada veinticuatro horas una oximenta2, los humanos podlan respirar cualquier tipo de aire extraterrestre y soportarno solo la diferente presi6n de todas las atmésferas planetarias, sino ‘también unrango muy amplio de temperaturas. Y Palmiro nunca olvidaba tomar su oximentadiaria. Lo que en realidad tenia aterrado a Palmiro se relacionaba con lo que estaba a punto de hacer: su primer viaje como chofer de la linea 60, una de las empresas mas importantes de colectivos espaciales. Ademés de los nervios por su debut ‘como conductor, le preocupaba terriblemente el amal que le habjan asignadlo: el ramal Z. El 60 Z funcioné solo un tiempo, pero su re- Corrido era tan peligroso que los pocos choferes, que se animaban a manejarioo morian del susto © renunciaban’, decian algunos. "EI 60 Z es un ‘cuento inventado por los padres para asustar a sus hijos cuando no quieren irse a dormir", op naban otros. En fin, aquel ramal era una leyenda contada en cada planeta, en cada luna. Por eso, cuando Palmira le dijeron que su primer viaje serfa con- duciendo el 60, ramal Z, pens6 que se trataba de Un chiste para navatos... perola expresion de su jefe indicaba que hablaba muy en serio. 2.Pastila que mesa cxigene conn to de ment gus cose aa rmonteon,Upter(Xdel A), Sus ultimas esperanzas de que todo aquello fuera una broma se desintegraron cuando entré fen el hangar que la empresa tenfa en Mercurio, al ver cémo terminaban de revisar los conduc tos positrdnicos y los hipertubos de escape de Luncolectivo con el numero 60 brillando sobre la luneta delantera, justo sobre la tiltima letra del abecedario, pintada en negro sobre fondo blan- 0. E160 Z era real, ylo estaba esperando. A simple vista, Palmiro naté que aquel bondi era un modelo antiguo, muy antiguo, de fos pri- ‘meros que surcaran el espacio. Subié al vehicula sin demostrar sus temores. Lo primero que hizo fue colgar en la cabina el dado de peluche que lo acompariaba desde sus épo- cas de rernisero® en Marte, Luego, manualmen- te, tuvo que acomodar la posicién de su asiento,, direccionar los espejos laterales e incluso limpiar ‘con una franela el cristal sobre los mandos. Defi- nitivamente, ese colectivo era una pleza de mu- ‘seo. Por tiltimo activ6 el GPS galdctico y salié del ‘hangar, rumbo a la primera parada del recorrido: ‘Solaris’ el nico bar de Mercurio. Bueno, en rea~ lidad en aquel pequetio planeta, el més cercano al Sol, habia poca cosa més que la terminal de la linea 60, ese bar de mala muerte, un supermerca- dochino y una docena de pequefias casas. 8. Condit de uta pac (em) can capaci pra haste trespass Fos asia. a | 10 + Guterme Barater Eran contados con los dedos de las manos quienes llegaban hasta "Solaris" por un trago. Y se trataba de personas extrafias, decian, muy ‘extrafias. —éMe deja cerca de los anillos de Urano? ‘Aquel hombre era el nico que esperaba en la insignificante parada junto al bar. Su apariencia no eraextrafia, hastallevaba una camisa celeste ‘como la de él, aunque de un tono més claro. Se lo vefa bastante corpulento. En un planeta como ta Tierra hubiera pesado unos 100 kilos, pero al ‘enMercuriono llegarfa alos 40. La que resultaba extrafia era su pregunta, Cerca de los anillos de Saturno, querré decir —corrigié Palmiro. No, no. Yasé que son menos famosos y mu- cho més débiles y oscuros que los de Saturno, pero, mi amigo, Urano también tiene sus anillos, sobre ellos flota una estacion espacial abando- ‘nada, que restauraron para convertirla en conf terfa, INo se da una idea de [os waffles que pre- paran enese lugar! —Por la érbita de Urano tengo que pasar —co- ‘menté Palmiro, mientras consultaba el recorrido. completo en el visor de la cabina~, ast que no ‘me cuesta nada arrimario hasta ahi, Gracias, buen hombre, Me llamo Boris ~se presenté el flamante pasajaro mientras subta al colectivo~. ¥ mejor no le digo mi apellido por- ‘que su lengua tendria que bailar y retorcerse para poder pronunciarlo bien. Mis antepasados rnacieron en Croacia, que era un pals de la Tierra. Boris se senté en el primer asiento doble, cer- ano al cub{culo del chofer. —Hay muchos descendientes de croatas vi- viendo en Fobos, una de las lunas de Marte —Pal- ‘miro aprovech6 para seguir con la conversacién. ‘Si habia algo que podia calmar un poco sus ner Vios, era sentirse més acompatiado en aquel via- je—. Llevé a muchos en mi remis, tanto de Marte aa Fobos, como de Fobos a Marte, Minombre es Palmiro, y mi apellido Namuncurd, Mis antepasa- dos son de Argentina. Otro viejo pats de la Tierra, Argentina, si..—dljo Boris pensativo, mientras celbondi dejabala parada yalzaba vuelo hacia eles- ppacio~. El pueblo argentino fue uno des titimos €en irse del planeta. Eran muy arraigados. No que- rfan abandonar sus costumbres, sus comidas. Los argentinos comian un dulce... éeémo le dectari? ___—Dulce de leche, —IEsel Varios cocineros del Sistema Solar qui- sieron fabricarlo con productos sintéticos pero, —Imposible —replicé Palmiro—. Elingredien- te principal del dulce era, justamente, la leche de vaca. Y las vacas ya no existen, Yo probé ese dulce del que me habla, ese que esta hecho con leche sintética, y también probé el verdadero. iNada que ver! —ZProbé dulce de leche verdadero? écémo hizo? ; Mi tatarabuelo consiguié un pote megacon- gelado, original dela Tierra, ena Feria Marciana. Claro, conozco esa Feria, En esas tiencas se cconsigue cualquier cosa. Un amigo mio comprd una pelota de tufbol =De fatbol, debe ser. —Es0, de ftbol, unjuego medio rarodonde se le pegaba ala pelota con el pie. Los descendientes de argentinos sabemos bastante de futbol. Yo, incluso, guardo videos familiares heredados de generaciones pasadas. Grabaciones histéricas de partidos jugados en la Tierra, donde un tal Macaya Marquez narra hazafias gestadas por un tal Messi y un tal Ma- radona, pero parecen exageradas, me suenan alleyenda. Escuché que en algunas de las lunas de Neptuno estaban armando un campeonato: para rescatar el deporte. Palmiro prendié las luces de giro. Se disponta a dejar la Grbita de Mercurio, y las luces adver- ‘fan la maniobra a cualquier aeronave que pasa: acerca... aunque bien sabia que aquelia rutano latransitaba practicamente nadie, Cuando los nervios comenzarona incorodar- lodenuevo, el chofer reanudé la conversacién, —Y digame, Boris, équé hacla una persona ‘como usted enun bar como ese? Me Imagino que ‘no vino solo porque “Solaris” rima con sunombre, No hay mucho misterio: la limonada que sit ven en “Solaris” es fantastica I as onesies —ELimonada? —se asombré Palmiro—. Yo pen ssaba que en ese bar solo servian cosas fuertes, —Es que le ponen hielo cle Mercurio. —ZHay hielo en Mercurio? Estoy muy desin- formado, perdéneme. Claro. A pesar de su cercanfa al Sol, el pla- neta tiene crateres cerca del Polo Norte que son tan, pero tan hondos. que a sus profundidades jamas lleg6 luz o calor. Alli abajo se encuentra este hielo, puro y antiguo como ninguno, que le dda.un sabor increfble alla limonada, Le creo. Me dieron ganas de probarla. Mercurio se achicaba a espaldas del colectivo, ‘Aquel mundo parecia una de esas pelotas de ft: bol flotando en el espacio. = ahora digame... ZCeciliome dijo que se lla- ‘maba, no? —Palmiro, Palmiro Namuncura. Bien, don Paimiro, digame entonces... Qué hace un hombre como usted manejando un o- lectivo como este? —Es mi trabajo —contesté el chofer, tratando de aparentar suficiencia—. Es un honor para mf pertenecer ala prestigiosa linea 60 de... Lindo discurso —lo interrumpié Boris—, pero seams sinceros: usted sabe que el Zno es ‘cualquier ramal, Hay que ser muy valiente para sentarse en esa cabina. “—Sé que esta seccién no tiene buena fama, pero. —Esto no tiene que ver con la fama —Boris volvié a interrumpirio—. El ramal Z recorre una ruta que ya nadie usa, se detiene donde ningdin ‘otro vehiculo para... y suele ser tomado por los pasajeros mas aterradores, raros y misteriosos del Sistema Solar. ‘APalmiro comenzaron a temblarie las manos ‘mientras trataba de controlar los mandos. —2 usted, Boris, a cual de esos tres grupos pertenecerla? —se animé a preguntar. Mire... no soy muy aterrador que digamos, Algo misterioso, tal vez. ¢Pero no le parece raro ue alguien se venga hasta este rincén perdido Por un poco de limonada? ~Y...sf,bastante raro. —Bueno, ahf estd. Soy bien raro, porque eso fue lo que hice: recorri una distancia enorme Por una simple bebida. Y como no tengo ganas de esperar dos dias a que pase el 278 ramal S, ‘me sub{a su colectivo, porque es el tnico que ‘me acerca la contiterfa de los anillos de Urano. ECémo es que se lama? ZEI zafiro?.. ZEl padri- 1no?... Me acordé! Confiteria “El vampiro”. Lindo nombre —comenté Palmiro, Sien ese momento se lo observara por me- dio del captador de auras de Amaltea, el aparato ‘marcarfa una intensidad erftica de rojo. ——— 4 —_ bone spel 5 —— Segunda parada: Venus El sacud6n al entrar en érbita venusina hizo pendular con fuerza el dado de peluche. Por suerte, a charla con Boris habla derivado hacia un par de hechos muy graciosos ocurridos nel bar "Solaris", y eso le sirvié a Palmiro para olvidarse de buena parte de sus miedos... hasta ‘que divisé la parada obligada en el espacio per- teneciente a ese planeta. El tubo-ascensor que comunicaba la superti- cle de Venus con aquella parada de colectivos ‘espaciales pareciaestar en buenas condiciones; pero se notaba la falta de mantenimiento de la equefia estacién que flotaba sobre un manto de nubes marrones y amarillas. La estructura ‘estaba vencida y el escudo antimeteoritos mos- traba varias abolladuras. Ast y todo, alguien es- peraba de pie, junto al poste. Cuando Palmiro terminé de arrimar el colec- tivo a la parada y descubrié el aspecto de ese Zhombre?, se arrepintié de haberse detenido. A pesar de su figura humanoide, aquel sujeto pparecia mas una estatua que algo vivo. Su piel, ‘su pelo, su vestimenta... todo-en él era gris. Parecla una figura tallada en piedra, Y sin em- ‘bargo, cuando el 60 Z estaciond, eso, fuera lo a que fuese... ise movi6! Aquel ser subié lenta- mente cada escalén del colectivo, haciendo eru- jir el chasis del vehiculo con cada paso. Deberla de pesar una tonelada, Una vez arriba, sus labios grises se separaron y con una voz que parecia rocas que se desli- zaban unas sobre otras, pronuncié una Unica palabra: =Lelos. Luego camind hasta la mitad del pasillo y se dejé caer sobre una de las butacas. Todo el co lectivo se sacudié. El que ahora parecia una estatua o, mejor di- ‘cho, un verdadero monumento al colectivero si- eral, era Palmiro. Habla pasado del temblor de los nervios a a quietud del horror. Agradecté no tener que pedirle a aquella “cosa” que pagara el ppasaje, porque ese ramal ra el unico subsidiado dela nea 60, —éQué le pasa, estimado? —le pregunt6 Bo- ris—. Ya puede arrancar. £0 ve a alguien ms en laparada? A Palmiro le costé unos segundos articular palabra, EY a eso que acaba de subir usted lo lama “alguien? Si, Es un golem, cn que? —Leles —insistié desde su asiento el nuevo pasajero, —Ungolem —repitié Boris—. Y parece que tie- ne prisa por irse lejos de este planeta. Asi que yo le aconsejarfa que vaya arrancando. Y mientras tanto, para que pueda relajarse, le voy a contar una historia, co El golem de Venuseo cen la época de la colonizacién del Sistema So- lar, los juclos buscaron instalarse todos juntos enalgtin sitio. Y eligieron Venus. Pero como ni siquiera las pastillas de oximenta podian contra los 480 °C ala sombra reinantes en aquel planeta, se les ocurrié una idea, Bueno, en reaidad se le ocurié al rabino Yos! Sucedié que Yosi, hurgando en los anales secretos, de surreligion, hallé unos antiguos escrites dejados por otro legendario rabino llamado Judah Loew ben Beza: lel: y en ellos descubrié la manera de animar lo ina- nimado, Asf que moldes un hombre mezclando barro yareila, al que le dio vida introdluciéndole por la boca Un papel con la palabra eet, que significa “verdad! enidioma hebreo. Una vez creado, lamé a este ser “golem”, pues so- naba parecido a gélem, que en hebreo quiere decir ‘materia’, y se dio cuenta de que, aunque era mudo, oda obedecer todo tipo de érdenes. Entonces Yos! supo que esa era la solucién para que los sulyos se asentaran en Venus: crear legiones de golems, las cuales viajarian al planeta elegido y construirian ciu- dades resistentes al calor, para que luego los judios las habitaran, Sin embargo habfa un detalle bastante ineémodo. Sucedia que una de las tradiclones mas respetadas A ligual que la mayorfa de los pueblos terrestres de este pueblo es el Shabat, que consiste en no ha- ‘cer ningtin tipo de trabajo desde la puesta de Sol del dia viernes hasta la puesta de Sol del sabado. Y eso inclufa alos golems. éQuién irfa todos los viernes des: de la Tierra a Venus para borrar la primera letra de la inscripclén magica de cada golem, para transformar ‘emet en met (“muerte” en hebreo), y asf desactivar- los? £Quign volverfa a activarios todos los sbados al atardecer? Aquel fue un gran problema... hasta que se dieron cuenta de que el dia venuisino era muuuuuy lar ‘20: iequivale a 243 dias terrestres! Eso es lo que tarda elplaneta en dar una vuelta sobre s{ mismo. Es decir que, silos golems comenzaban a trabajar un lunes en la superficie de Venus, cuando llegara el sdbado ha- brian pasado... i215 dias terrestres! iLo que equivalla amés de tres aos en la Tierral Tiempo mas que sufi- ciente para que tuvieran la ciudad hecha. Y asf ue. El plan de Yosi funcioné maravillosamen- te, Los Judos poblaron Venus, y todos fueron felices. Incluso consiguieron perfeccionar alos golems, ha- cerlos un poco més inteligentes con el agregado de un cerebro robético. Ast, aquellos homtinculos hasta llegaron a articular algunas palabras. ‘Sin embargo, eso que parecta un adelanto serfa el comienzo del fin Huo un Shabat en el que los judios se olvidaron. de desactivar a los golems. Estos, entonces, se sin- tieron ofendidos, sus cerebros se recalentaron... y enloquecieron. Fue un desastre. Los ahora cyborg-hu- ‘manoides arrasaron con lo que se les ponia adelante, 29 ¢ culo sarantes destruyendo todo lo que habfen construido. Por eso los judios debieron escapar, huyeronde Venus y se es- parcieron por todo el Sistema Solar. El segundo planeta a partir del Sol se convirtié en. un mundo en ruinas, un infierno de calor habitado por golems que, ya sin nada que destruir, hacfan es ‘combros de los escombros. Y sucedié que con el paso del tiempo, los cerebros robéticos normalizaron su funcionamiento, a los golems se les fue apagando la locura y, mas por aburrimiento cue porque lo nece- sitaran, decidieron reconstrui las ciudades. Y no les parecié nada mat tener ayudantes. Asf que moldea- Fon nuevos humanoides a partir de lava volcdnica y cenizas, a quienes llamaron “fgneos”, que resultaron, ser muy serviciales, siempre y cuando mantuvieran su temperatura par debajo de los 203 °C. Pero lleg6 tuna jornada fatidica en la que los golems se olvidaron del mantenimiento de sus ardientes ayudantes, estos pasaron el limite de su temperatura corporal y.enton- ces, enloquecieron. Los (gneos incendiaron todo lo re- construldo, y los pocos golems que no sucumbieron erretidos comenzaron a hui de Venus. | — 3 ~Yo crefa que ya no quedaban golems en Venus —comenté Boris—. Pero me equivoqué. Este que acaba de subir debe de ser uno de los Lltimos, sino es el titimo. =Y todo por meterse con asuntos prohibidos —teflexioné Palmira, mas relajado—. Hay cosas con las que no se debe jugar. —As{es, estimado. Pero permitame decirle ‘que esta historia nos sefiala algo mds profundo. Nos habla de la responsabilidad que conlleva toda creacién; Un artista, un hacedor, no solo tiene que ser inteligente y apasionado, sino tam- bién responsable, “Lejos —volvié a pronunciar el golem desde suasiento, =Yo que usted apretaria a fondo el acelerador aconsejé Boris. Y con otra fuerte sacudida, dejaron la érbita de Venus, — eo 1 |: Tercera parada: la Tierra La Tierra estaba deshabitada, La humanidad habla contaminado su propio hogar en el espa: clo y produje un cambio climatice lento, pero im placable. Cuando la temperatura invernal mas baja del globo terrdqueo no descendié de los 40 °6, las naves comenzaron a despegar hacia los demas mundos del Sistema Solar. De estohacla ‘yamucho, mucho tiempo, Por eso, ninguna linea de colectivos espaciales pasaba por las cerca- rnfas de ese mundo casi olvidado... salvo el 60, ramal Z Sila parada de Venus estaba en malas cond ciones, la que pertenecfaal planeta Tierra casi no existia, La butaca de espera y el escudo antime- teoritos hablan desaparecido. Solo quedaba una plataforma rectangular carcomida y rajada en di ferentes lugares a causa de los continuos golpes propinados por la chatarra y todo tipo de basura {que flotaba en la érbita terrestre. Del poste ind ccador, lo inico que permanecia era su base asti- llada. Y el tubo-ascensor que llevaba hastaella se vela oxidado y retorcido en varios tramos, Por eso. al ver que habia una persona sobre las escasas ruinas cle aquella plataforma, Palmni- ro se asombré ain mas que cuando vio ai golem. —Dios mio —susurr6 Boris, igual de asombra- do que él—, esta dormido, Era verdad. Cuando el bondi estacioné junto a la parada, se escucharon los ronquidos, Incluso Palmiro tuvo que bajar para despertar al anciano. Si, ethombre acurrucado en el piso dela platator ‘ma era un vielito, canoso por donde se lo mirarat ccejas tupidas, pelo largo y revuelto, barba frondo- sa... todo formado por pelos y més pelos blancos. Elanciano recién se despert6 cuando Palmiro, al esquivar una tuerca que viajaba a gran veloci- dad, se cay6 sobre él —Perdéneme... ~se disculpé el chofer. Elvielto se puso de pie, se corrié algunos pe- los de la cara, se restregé los ojos con|as manos y-se quedé observando el colectivo, que flotaba enel espacio junto alaparada —iAI fin! ~dijo—. 2Sabe hace cuénto que es- pero que pase alguien? —No —respondié Palmiro, Elhombre permanecié pensativo, Yo tampoco —comenté luego, perole ase- guro que es mas tiempo del que pueda imaginar. Palmiro lo ayuda subir, aunque se lo notaba bastante agil para su edad... era la que fuese. Lejeal—bramé el golem al verlos. Parece que los 42 millones de kilémetros que separaban a Ve- ‘nus dela Tierrano le eran suficientes. Elanciano se acercé al humanoide de arclla, —Encantado, seftor Lejos —le dijo. Rip Van Winkle, para servile, —Esun golem —le aclaré Palmiro mientras se acomodaba detrés de los mandos nuevamen- te—. Un golem de pocas palabras y mucha prisa. ‘Alanciano se le adivin6 una sonrisa detrés de todos los pelos de su rostro, levanté la mano a ‘modo de saludo general y se senté en el peniltimo de los asientos indivicueles. Rip Van Winkle —pens6 Boris en vor alta—. Se trataré del viejo Rip? Lo conoce? —le pregunté Palmiro. —Existe una historia, que cuentan en “Sola- ris", de cuando los humanos todavia habitaban la Tierra, acerea de un sujeto que un dia desapa- recié y jamas fue encontrado, Dejaron la orbita terrestre antes de que algun pedazo de chatarra dafara el colectivo. Tenian un largo tramo hasta la préxima parada en Marte. —Segun dicen, el viejo Rip descendia de holandeses. En qué afio estamos? —pregunté de pronto Rip, desde et fondo. 4287 —respondi6 Palmiro—. Pensabamos que, a esta altura, la Tierra estaba completa: mente deshabitada. —4287... —repitié el anclano—, Debo haber batido todas las marcas iA qué se refiere? Les voy a contar mi historia, —— 3 —_— oo Rip Van Winkleeo 0 va cone fai alos pos dos montes Yasin ata eater rs colonoshoanaoses on Nrterren, Pera deciles ie taros econ nustos do pase Danenia més placenta tata df tidson sl nofuorapraus safle, oa tan aula ern cuetradas uy crave orl aos deionised oc, emada spo Demat do tardy ob noche, Vreamoochabaen caralaharaginqvocrayeurnetebalas rose ce sine eraniresperecad Ysola encepsme de hombre, aria aay aver alo Aso vont in nevacatrata de eprecies dome Y coroialengucscincohstaneta ceo men tremolo coneloerardelosafo os ptos eV crocan enreaty sabe aca on wun ean Wiel Uhl sare apt verbo enverdo peste strana des ralonesy en Veede manostenrsrarnas yen caera ard nt doslos persis te orertasonun bolero Sernp ues lapmoascurmendoon era meet “Th Van Winn alas mates paps eco seotaranat pes secansaran domo radias eo. ica tvern tant ton preci tbrel quae remover de oa as cco Pores, abtaineno per ctar no de casa, ytominabcarinadlngashoraspor ls sondores del bosque, con la tinica y suficiente compatiia de mi fiel perro Lobo. En.uno de esos paseos, durante un precioso dia de ‘toric (porque aunque la mayorfa de los mortales pre- fierala primavera y el verano, yo. amo el otofo),legué, sin darme cuenta, a una de las mds altas regiones de los Catskill, conde las rocas se hacfan més grandes y sus formas recordaban los perfiles de legendarios ca- ciques, donde los senderos carrfan mas empinados, ms peligrosos. Ya estaba a punto de emprender la ‘wuelta, cuando of una voz que me llamaba. Rip Van Winkel ;Pip Van Wiel Lo primero que me atacé fue el miedo alo conocido, pues pensé que, de algtin mado, Vilrna me habla segui doy me gritaba de aquella manera, como preludio del sermén que deberla escuchar de regreso a casa {Rip Van Wintel (Rip Van Winkel Pero al ver mejor, lo que me generé un nuevo esca- lofrio fue el miedo a lo desconocido. Se trataba de una cextrafa figura, que subfa el monte gritando mi nombre. ‘Cuando distinguf mas detalles de aquel sujeto, ern pecéa trangullzarme. Eraun hombre de baja estatura, algo viejo, con pelo hirsuto y barba griscea. Lucia ro pas tipicas de la antigua Holanda, y catgaba sobre los, hombros un pesado barril. Una de sus manos haefa di tujos en elaire, pidiendo que me acercaraa ayudarlo, De m/podran decir que era haragan o algo descuida do, pero nunca dirén que no les daba una mano a mis vecinos cuandome la pedian.Y tal vez aquel fuera un ve- cino que yo no recordaba. Cuando me acerqué, segula sin recordarlo y Lobo le ladraba, pero, iqué demonios!, _aquel hombre necesitaba miayucla. Porlotanto, tomé el pesado barr, leno, seguro, de algtin cor espirituoso, y ‘segu(tras los pasos del hombrecillo. Mi extrafio gua me terminé conduciendo aun paraje particular, una especie de anfiteatro natural, rodeado Por las altas paredes montafiosas, en cuyo fondo podta divisar aun grupo de personas que ugaban al bowling’ ‘Tanto la bola como los pequefios pinos a derribar pare- ‘fan hechos de piedra. Y aquellos sujetos, que dejaron de jugar y se pusieron muy contentos al vernos llegar, estaban vestidos tan rara y anticuadamente como aquel primer hombrecillo, aunque sus caras eran bien diferentes, Uno tenfa cabeza larga, cara ancha y ojos ‘comolos de un cerdo; habfa otro con unanariz enorme yun largo sombrero cénico, adornade con una pluma roja en la punta. Todos llevaban barbas de las més versas formas y colores, Incluso uno de ellos me dijosu nombre, un nombre intrigante... 2Cémo era?... Termit, ‘no, Terfasta...no, tampoco. Bueno, ya me acordaré. I que parecia el jefe me sacé ol barril de los hom- bros y vertié su contenido en grandes copas de piedra. Luego me hizo sefias para que las repartiera entre los 4. Deportetacete en elque se deben deri ez pies de mader, lemades nos lnesndodnabelapesads( dstA). onl eepcll# Rip an Wha « 29 presentes. Yo obedect, algo asustado... Los extrafios personajes bebleron y después continuaron su juego. De a poco, fui perciendo el miedo, pues se los vela disfrutando tanto de la bebida como del bowling. Has- ta Lobo habia cejado de ladrar, por lo que, cuando me fi que nadie me estuviera mirando, me atrev'a pro- bar aquel brebaje, que encontré bastante similar a una buena ginebra, Y quien dice un trago dice dos, y luego saben que no hay dos sin tres... Sucedié que tome tan: tas copas de eselicor que, de pronto, sent querme ma- reaba, me apoyé sobre una roca y me quedé dormido. Profundamente dormido. Cuando desperté, segufa en el anfiteatro, aunque las paredes montafiosas me parecieron algo més ba- jas, como més gastadas. Me hallaba solo, Nirastro de aquellos hombres vestidos como antiguos holandeses. Nisiquiera Lobo estaba conmigo. ¥e30 sfque me pare- ‘iéraro, porque siempre que me quedaba dormio ena ‘mecedlora al despertar, estaba bostezando amilado, Habla otra cosa rara: el calor. No recordaba un ca- for como aquel en ningtin otofo vivido en la villa. Era inaguantable Era de dia, Pensé que, seguramente, aquelicor me habia relajacdo de tal manera que dorm’ alftoda la no che. £Qué explicacién le daria ahora. Vilma? Pero noizo falta expicar nada, porque cuando bajé del monte, cescubr’ que no solo ya no habia esposa ‘queme increpase...ino habia vila Las ruinas que que ddaban sugertan que, mientras yo dormia, el pueblo ha- Bla crecido muchisimo, y luego lo habfan abandonadbo. bon expt 31 Ng eee —Dios mio, Rip ~me dije~. Vilma tenfa razén. Eres cl peor de los haraganes. 2Durante cudnto tiempo dormiste? Cuarta parada: Haba perdido todo, Micase, mifamia, misamigos, Marte mi perro. iEI mundo entero era otro! Luego de andar mucho tiempo. siempre solo, en contré el tubo ese que subla al cielo y me trajo hasta aqufarriba. ‘Ahora lo sé, Me quedé dormido durante 2.500 afos. Nt Palmiro miré a Boris y descubrié que estaba tanasombrade como aPalmo, elasombre Iohabla ayudado a dstenderse Yahablan reco. rTido a ited de la dstancia Tierra-Marto, Has- taal golem se le notaban los mtisculos de barro algo més reljados, “Evaclrse do ls problemas, evtaros..no es una soludién ~refleoné Bors sobre fabule sahistoria que acababan de escuchar~. Inch 0 no hacor absolutamente nada tree soveras consecuoncias, Tena raz, Rip coments ol chofer. Us- tedha ote todoslosréeor, Pair ne obtuvo respuesta Rip van Wink se habla quedado dormido, Marte era el planeta més habitado del Sistema Solar debido a sus enormes reservas de agua, congelacla en los casquetes polares; como tam- bién a su temperatura, que si bien era, en pro- ‘medio, mucho menor ala de la Tierra, no resul- taba tan extrema como en la mayor parte de los demas mundos. ‘Su anteriar trabajo como remisero habla con- vertido a Palmiro en un experto en esa zona del ‘espacio. Se conoefa de memoria las rutas mar- clanas, incluidos sectores peligrasos y atajos, ast ‘como los eaminos que unfan Marte con su luna Fobos. Pero Fobos no era el tinico satélite natural marclano. Marte tenia una segunda luna, lama- da Deimos. Pero las rutas que lievaban a ella se encontraban, practicamente, en desuso. Deimos era mas pequefia y mas oscura que Fobos, Palmiro sabia que en aquel diminuto mundo se habian instalado, hacia mucho tiempo xya, descendientes de otro pals de la vieja Tierra ‘Alemania, aunque eran pacos. La poblacién per- manente de Deimos rondaba tan solo los 400 habitantes. ¥ es que, en realidad, no podian en trarmuchos mas, La superficie de laluna era tan reducida que, més que esférica, la forma que te- niaera lade una papa, de esas diffelles de peter. —iPulgalandial ~exclamé de pronto Boris, por encima de los ronquidos de Rip Van Winkle. A través de su ventanilla ya podla adivinarse Deimos. —£Cémo dijo? ~pregunts Palmiro, mientras sus manos bailaban sobre los controles de la cabina. Bajo el colectivo flotaba Marte, el planeta rojo, Incluso era posible divisar algunas de las zonas més urbanizadas, como Villa Olympus, la ciu dad que se alzaba a los pies del monte Olimpo, el mayor volcén-montafia del Sistema Solar, tres ‘veces més alto que et histérico monte Everest® Palmiro maniobraba para no quedar atrapado ena 6rbita marciana. Manejar un remis era una cosa, y dominar aquel colectivo espacial, con sus conductos positrénicos y sus hipertubos de escape, era otra muy distinta. Le tomé tres mi- rnutos mas enderezar el vehiculo hacia aquella luna tan mindscula como misteriosa. Practicamente nadie visitaba Deimos: ni re mises, ni colectivos, ni siquiera los delivery mar- cianos. Nadie... salvo el esporédico 60, ramal Z, claro, Por eso, aquellos descendientes de ale: anes que la habitaban supieron conservar su $5 Montana lta del planeta Terr, con 8848 mito sore evel dt mardi, Even eacil «35 antigua parada de autobuses espaciales, la cual no estaba conectada ala superficie con un tubo- ascensor, porque la gravedad de la lunita era tan ‘débil que, con un salto fuerte y medido, se podta llegar sin escalas a la plataforma. Hasta se decla ‘que, sil brinco era demasiado apasionado, uno corrfa el riesgo de pasarse de largo y quedar flo- tando en el espacio, ala espera de los bomberos ‘c6smicos responsables del sector. —Pulgalandia —repitié Boris. Asfle dicen en "Solaris a Deimos. LNo sabia? La verdad que no. —Bueno, estimado, ahora lo sabe. Escuche. Los deimonenses, o como se les diga alos habi- tantes de Deimos, aman a sus mascotas —con- t6 Boris—. Sus antepasados huyeron de la Tierra ‘con sus perrosy sus gatos, y desde aquel enton- ces, tanto las generaciones de humanos como las de estos animales se fueron sucediendo en la pequena luna hasta el dia de hoy. Sin embargo, hubo un habitante inesperado en Deimos, un ser al que nadie tuvo en cuenta, —Las pulgas —arriesg6 Palmiro—. Por eso lo de Pulgalandia, Claro, pero no es solo un chiste. Es un ver- dadero drama, Nadie sabe bien qué lo caus6, si cierto componente invisible en el escaso aire de Delmos, el polvo gris que cubre casi toda su su perficie o el fulgor anaranjado con el que Marte lo envuelve una ver al afto, pero la cuestién fue ue, al tiempo de instalarse en esa miserable luna, ipum!, las pulgas de las mascotas comen: Zaron a crecer y a crecer, hasta tomar un tama flo considerable. Podrfan pasar, tranquilamente, por ratas, como esas que, de seguro, alguna vez vio en los hangares de colectivos. —Recién entré en la empresa. En el hangar que més estuve fue en el de Mercurio, yno tuve tiempo ni ganas de andar buscando roedores. Pronto ellos lo van a buscar a usted —Boris lanz6 una, dos carcajadas. Luego continué—. El asunto fue que las pulgas-ratas se hicieron plaga en Deimos en menos de lo que uno tarda en de- cir “paralelepipedo” Acababan de llegar ala parada que flotaba en el espacio sobre la luna. A diferencia de las ante- riores, esta ucla en buenas condiciones. Val igual queen as anteriores, habla una persona esperan: do. Esta vez, era una mujer de unos 40 artos. —=No quiero Irme —dijo la dama apenas se abrié la puerta del bondi—. IVique se acercaban yy subi para pedirles ayudal —éAyude? 3, seffor! IDéjeme subir un momento, solo para explicarle todo! Me entenderdn cuando es- ‘cuchen mi historia NE ov El flautista de Deimosco las piratias de la vieja Tierra, pero fuera del agua yssaltarinas. Un dia, la salvacién pareci6 legar del cielo, 15 revoluciones marcianas atrés, una nave alarga- dda, como una gran flauta, aterri26 sobre nuestro peque- fomundo,y de uno de sus agujeros superiores salié él Bunting dijo lamarse y, casi de inmediato, nos ofre cié sus servicios de exterminador de plagas, sin vene- no alguno que pudiera contaminar el medio ambiente, a cambio del pago de 1.000 solares. Las ganas de librarnas cle esos ralditos bichos eran tan grandes que nuestro presidente no dudé en aceptar las condiciones del visitante, Entonces, ante la vista de todos, Bunting desenfund6 una flauta que parecfa una réplica en miniatura de su nave, y comenzé a caminar por las calles de Deimos tocando una melodia extratta, ‘que provoes que todas las pulgas gigantes salieran de ‘sus escondites y siguleran al flautista en una fila tan lar ‘ga que casi daba la wuetaa toda luna, Bunting condujo a aquellos pardsitos superdesarro- liados hasta una cépsula ubicada en el interior de su nave, la sell6 herméticamente y luego la lanz6 al es- pacio. Asi, las insoportables puigas se perdiieron para siempre en las profundidades det cosmos. El problema estuvo cuando nuestro presidente re- considers el precio acordado con el lautista y decidié pagarle solo 469 solares. | as pulgas gigantes nos tenfan hartos. Eran como 35. cuits Barts eer —Si casi no ha gastado energlas —fue su excusa—. Ese dinero basta y sobra para cubrir el aire que ha inver- tido tocando la fautita esa, Que se considere satisfecho, Bunting, naturaimente, no solo no se consideré sa- tisfecho, sino que se sintié ofendido, Muy ofendido, Dijo algo que nadie entendié, que soné como “papay uré", guard6 su flauta, subié a su nave y se fue, Guando nos habfamos olvidado de él, volvié, Pero atertizé on el interior del crdter Voltaire parano ser vis to. Desde all, comenzé a hacer sonar su flauta. Pero los que ahora salieron de sus casas, hipnotizados, si- ulendo la melodia en fila hasta el crater, fueron los ni- fhos de Deimos, inuestrosnitios!, 130 en total. Cuando los adultosnos dimos cuenta, ya era demasiado tarde, El fautista habfa encerrado a los niffos en su nave. Se habla cobrado la deuda, — 9 —éY cémo ayudamos? ~pregunté Palmiro, En ese mismo instante, una nave alargada, ‘con forma de cigarro, despegaba dela superficie de Deimos, desde el interior de un gran crater. Y ‘quien dice cigarro dice... itautal Sin dudas, aquelia era la nave del flautista, —iAgarrense fuerte! ~advirtié Palmiro, y ace- leré hasta ponerseen el camino de aquella nave, que tuvo que detenerse para evitar la colisi. {enone Ambos vehiculos espaciales quedaron giran- do, uno alrededor del otro, Una voz aflautada bramé de pronto por el in- tercomunicador del colectivo: —¢Estén locos? Casi me chocan, El loco es usted, si piensa llevarse a todos es0s nifios de aqui —replicé Palmiro, también hablando por el intorcomunicador, —2Y usted quién es? Qué se mete? Yo solo. estoy cobrando lo que as mio, —éPara qué quiere a esos nifios? éSolo para ‘que escarmienten sus padres? Para eso, y para que me ayuden con las mu cchas tareas que tiene un exterminador de plagas. El conductor del 60 Z estuvo a punto de res* onder una vez més, pero prefirié pensar. Ob- servé a sus pasajeros a través del espejo de la cabina. Boris lo miraba, atento. Rip Van Winkle segula durmiendo. Yel golem. Entonces se le ocurrié algo, —Usted es un ser inteligente, Bunting —dijo Paimiro—. éSabe lo que es.tener de ayudantes a més de un centenar de niffos, crfas de humanos? Tiene que darles de comer, vestitios, sonaries los ‘mocos, yun millén de cosas mas, Ademés, cuan- do sees vaya el efecto de la melodta, me imagino que no van a parar de hablar, cilar, lorar. El aparato se quedé en silencio. ZI flautista pensando? Palmiro jugé su carta —2Y sile digo que a bordo de micolectivo viaja su nuevo ayudante? —=No le creo. Y vaya corrienda esa carcacha del medio, que sino, ahora si, se la parto en dos, —Tengo un golem, Un nuevo silencio. “Tengo un golem, como escuché, Un ser crea- do para ayudar. Fuerte, servicial. No come, no le pide ropa, no tiene mocos. Vale mucho mas que 100... qué digo 100? Vale mas que 200 nittos. —Quiero verlo, ‘Ambas naves se amarraron ala parada de au- tobuses. A la plataforma, bajaron el flautista y Palmiro con el golem. —iEs espectacular! —se asombré el miisico al ver al humanoide de arcilla—. 2Querrd viajar lejos, muy lejos conmigo? Lejos —dio el golem, y el negocio se corré. Bunting liberé a los nifiosy se llevé su pago en arcilla animada. —La codicia es mala companera —reflexioné Boris. Nos muestra una cara brillante, dorada, pero detras de su sonrisa de diamantes se es- conde siempre algo sombrro, algo que puede ha: cer que perdamos lo més querido para nosotros, eso que no tiene precio, Mientras la nave del flautista se alejaba en di reccién al centro galéctico, Palmiro creyé escu: cchar una vez mas la voz del golem: "Lj." Ng Quinta parada: cinturén de asteroides Enel cinturén de asteroides entre Marte y JU- piter, ni siquiera la linea 60 ramal Z tenfa para: a, Aquella zona estaba compuesta por miles y miles de mundos como Deimos: oscuros y trios, todos girando en érbitas muy cercanas. EI Sol ya quedaba algo lejos. Su luz y su calor eran devoradlos por las sombras del espacio rel- nante entre aquellas rocas enormes. Rip Van Winkle roncaba. En cambio, Boris mi- raba aqul y alld por su ventanilla, Se lo notaba inquieto, como si algo no le gustara. —<éOcurte algo, compafiero? —le pregunts Palmiro, mientras llevaba el bondizigzagueando entre ios asteroides. =Por ahora, no. —is para preocuparse? El valor de Palmiro habia ido creciendo con el correr del viaje. Su intervencién en la titima pa- rada con el extrafo flautista habla terminado de sacudir varios de sus miedos iniciales. Pero aqual sitio tenebroso y la actitud de Boris amenazaban con hacer tambalear sureconstruida confianza, —Escuché algo interesante —comenté el cho fer, buscando distraerse—: que todos estos as- teroides estarfan formando un gran planeta, de no ser porate fuerza de gravedadd. ip ter queios separa constantoete Anise venen ~sijo Boris sin dor do mirar porta ventana resgrage, ~sSevtenen? Joutznes? Enese preciso instante clectivo sa sacu di. Algo lo habia golpeado. ce seeact Transtaban por la zona con mas pero de colin do tod el istema Solar pero, te3 dela cabin inieaban quo storie side cereanosstaboa varios ismetos ce stone, Nopodiannaberchorado.n sigur estos ak inodocles ‘Sn embargo. igo glpes por segundavezuno dees costados del venta. onizoconnds fuerza, Yluego oro gol, en liao opusstoch chase Palio penséen una repentna tia de me: teores, © quse pensar en eso. Hasta qs ese chara, na carajedaosaiotnants “tacts ~mrmure Sore ~2Qus esta pasando? hala welt a sero che’ miodoso~= ZOutnos son? ~Agérrese fuerte, Paimito, espero que me den tempo pracontareahsior co» Salamancaseo. ta Tierra mucho antes de que aparecioran los humanos. En aquellos tiempos remotes, sus vi- das eran tan extensas como aburridias, Sus poderes, sin nadie contra quien usarlos, no tentan mucha gracia. Por eso, cuando hombres y mujeres, simples mortales, ‘comenzaron a pobiar aquel, el tercer mundo. parti del Sol, estos seres odiosos se relamieron los labios grises, se rascaron ansiosos sus verrugas peludas, Estaban contentos. Alfin tenian a su merced a toda una raza de débiles, estipidas criaturas. Lo bueno para ellos fue que dejaron de aburrirse. Lo malo, que esas criaturas ‘demostraron no ser tan débilesnitan estupidas. Hechizos pronunciados bajo la luna llena, calderos rebosantes de brebajes infernales, maldiciones ins- criptas en los objetos més diversos... brujas y brujos se valieron de todas sus astucias para oscurecer la vida de los humanos. Los lugares que elegian para reunirse entreellos,y ast ‘contar sus infamias, idear nuevos conjuros, bailar como locos y hasta compartir un banguete con el Seftor de las Tinieblas, eran las salamancas, Por afuera, las salarnan- ‘cas eran cuevas cuyas bocas se aban en fos sitios mas inaccesibles de montes y montafias. Pero por dentro, eran galerfas que conducian al mismo infierno. ‘Como sucede en todo enfrentamiento,enestaguerra hhubo treguas, intersecciones donde ambos mundas, el B rujas y brujos, cuentan, volaron sobre el plane= 42 Guero tarantes de los hechiceros yelde los hurmanos, se tocaron. Ylos. Linicos humanos que supieron caminar por esas inter, Secciones, fueron los lamados "salamanqueros". Elios ¥ Solo ellos pudieron entrar en una salamanca, pasar todas las pruebas y pactar con el Diablo, Uno de los salamanqueros mas famosos fue Berna- é Lucero, quien alléen la vieja Tierra, en un lugar dela Argentina llamado Rio Negro, entré en una de las peo res salamancas registradas: la cel Bajo del Gualicho, Guiado por un cuerv, entre ldmparas de aceite hu ‘mano, don Bernabé tuvo que soportar fos desatlos ue se le impusieron. Pasé entre medio de dos to- Fos que luchaban a muerte. Bes6 la boca de un sapo. Aguanté el abrazo de una vibora enorme y negra, Evi. {61a mirada fatal de un basilisco, Sorted una legion de ‘muertos, Y entonces enfrenté a Satands, con quien pacté solo una cosa: tener el don de la mtisica, tocar la guitarra como nadie... a cambio de su alma, claro, ¥ fue asi que, allf donde Bernabé se pusiera a ras- ar las cuerdas de su instrumento, la gente quedaba como embrujacda. No lo segutan en fila, como ocurrié con el flautista de Deimos, sino que le pedian, e roga- ban otra cancién, y otra, y otra... Y Bernabé podia to- car durante tres dias enteros sin dormir, porque siem- re tenia “otra”, Lastima que no tuviera otra alma, Eldia que el Diablo vino a cobrarse, tocé su dikima

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