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La salida de Ia crisis Durante 2002, cuando la percepcién social de la cr sis era mas aguda, comenz6 a advertirse una reversion de la tendencia negativa que, con algunas treguas, habia caracte- rizado la situacién econ6mica y social desde 1975. Un aio después, los cambios ya eran contundentes. Como escribio Hugo del Campo en un hicido anilisis de la Argentina con- temporanea, el pais resurgi6 “como el Ave Fénix”. En lo inmediato, se manifestaron los previsibles efectos de rebote que una crisis genera. El go del ciclo trienal de stop and go. Las drasticas medidas tomadas por Duhalde, que pa- saron casi inadvertidas en medio de las encendidas protestas, produjeron, como los clasicos ajustes, una fuerte caida de los salarios y las jubilaciones, y una mejora de las finanzas fiscales y la rentabilidad empresaria. La reducci6n de las importacio- nes alenté la recuperacin para la produccién de la capaci” dad instalada ociosa, lo que mejoré la ocupacién y activé el mercado interno. Pero, simultineamente, hubo algo nuevo: un cambio notable en la demanda mundial de alimentos, y en particular de soja, alentada por las grandes compras de China yla India. Los precios comenzaron a subir en forma sostenida y la produccién se expandié a pasos parejos, aprovechando la gran aa cion productiva de los afios noventa. Flu- yeron las divisas, y el estac 6c 2 16 de elas motiaaisfelendone 1s exparna a s portacién, Del mismo modo, hubo un buen clima para el resto de las exportaciones 100 La aga css argentina agrarias, asf como para el petréleo, el acero o los automoto- | res, beneficiados por la devaluacién y también por las nota. bles mejoras en su eficiencia y productividad que se habian introducido en la década precedente. La tendencia se consolidé y se mantiene hasta el presen. te. Combinando algunos aspectos de la gran transformacién | de los noventa y un cambio en los precios internacionales, la Argentina encontré una salida para una crisis que parecfa ter minal. También obtuvo algo més: una segunda oportunida Lassalida de la crisis fue conducida por el presidente Duhal- de y su ministro de Economia Roberto Lavagna. El final ex | toso proporcioné un sentido unitario a muchas medidas de emergencia, a menudo contradictorias. Dubalde soport6 el embate de una cuestionada Corte Suprema, que en funcién su propia supervivencia varias veces amenaz6 con derrum- bar el precario equilibrio econémico. Logré transformar las reticencias de los gobernadores en apoyo franco cuando se excluyé de la carrera presidencial y se convirtié en el gran ar Ia crisis, elector de su sucesor. También consiguié apa Jefes y Jefas de Hogar, que en un afio ya in de familias de desocupados. Entre otros beneficios, el plan contribuy6 a encauzar la accién de as otganizaciones piqueteras, que, sin disminuir su presen ia cotidiana en las calles, se concentraron en participar de su distribucién. La protesta perdi su dimensién disruptivay, no amplié su margen de negociacién. 1n ese estrecho espacio construido por Duhalde, Lavagna nenz6 a desactivar la bomba de tiempo surgida de la sali da traumética de la Convertibilidad, Continué desarrollan- do su tarea en los atios iniciales de la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007), hasta finales de 2005. Los conflictos, les eran muchos y muy trabados, y Jas soluciones tran- que eligi6 Lavagna no conformaron plenamente cuestién principal no estaba en el frente n Ia discusi6n con el FMI, reacio a renegociar £1 nvo silo: os aes de oe Kéchner 101 . Lavagna fue ducho en economia y en politica. En 2002, respaldado por el presidente Duhalde y eludiendo las soluciones drésticas, fue desarmando la bomba de tiempo creada por la devaluacin, la pesiicacion asimética y el cdefauit. Negocio con los acreedores extemos, ordend las cuentas fscales y senté bases edlidas para el crecimiento ‘entonces ee inciaba. Ya como ministro de N. ner, negocis la deuda externa y gestions la salida det ut, Su renuncia, a fines de 2008, marcé el comienzo de una pola econdmica menos preacupada por el orden y ol eculioro fis 102 Lag css aoe su deuda, a menos que el gobierno tomara una serie de me- didas drasticas que Lavagna habia decidido evitar. En enero de 2003, después de muchas zozobras, se Hegé a un acuer~ do provisorio. Sobre esa base el Ministro, ahora junto con Kirchner, emprendié la gran negociacién con los acreedo- res privados, afectados por el default. A principios de 2005, hhabian legado a un acuerdo con la mayoria, sobre la base de una quita sustancial y una refinanciacién que permitis, salir del default y recuperar la normalidad financiera. Que- aron algunas deudas chicas, quizés olvidadas sin querer, que de momento no perturbaron. Allo largo de esos cuatro afios Lavagna dejé establecidas las bases de un modelo econdmico fundado en los beneticios de Jas exportaciones. Sus columnas fueron los “superavits geme- Jos": el externo, sustentado en las exportaciones, y el fiscal, fruto del saneamiento y de un manejo mesurado del gasto pilblico. El tipo de cambio se mantuvo alto ~un délar caro, en beneficio de las exportaciones y también del mercado in- terno reactivado. Esas fueron las bases -simples pero dificiles de establecer- de un “modelo” que se tradujo, hasta 2006, en, tasas de crecimiento cercanas al 9% anual. Kirchner agreg6 algunos toques personales. Aumentaron las obras piblicas, de fuerte impacto en el empleo, y Ios subsidios sociales direc- tos € indirectos, a través de las tarifas de los servicios pabli- cos, Se restablecieron las negociaciones paritarias, los salarios subieron en forma moderada y las organizaciones sindicales recuperaron su fortaleza, Sindicatos y organizaciones pique- teras amigas fueron el sustento social mas importante de su gobierno, La legada de Néstor Kirchner a la presidencia no habia sido sencilla. En la segunda mitad de 2002, el llamado a elec- ciones presidenciales refloté a los politicos, aunque no a los partidos existentes antes de la crisis. La regeneraci6n insti- tucional qued6 postergada por la cuestién de las candida- turas. El gobierno modifieé sobre la marcha Ia ley electoral, ‘que preveia elecciones internas abiertas, porque no habia acuerdo en el seno del justicialismo, que finalment rig con tres candidatos. Uno de ellos fue el goberns Santa Cruz, Néstor Kirchner, elegido por Duhalde luego descartar otras alternativas que le eran més afines. Otro fue lex presidente Menem, que conservaba un fuerte arraigo en. el peronismo y se impuso en la primera vuelta, seguido por Kirchner. Hubo dos candidatos, que se habjan separado del radicalismo y que encarnaron alguna de las dimensiones de la crisis de representatividad: Ricardo Lopez Murphy aport6 ‘una combinacién de ética republicana y ortodoxia econémi ca; Elisa Carrid expres6 la vertiente regeneracionista. En lasegundavuelta habrian de competir MenemyKirchner. Un amplio arco politico, hasta entonces desarticulado, en- contré en Menem un referente negativo contra quien unirse. ‘Aunque su retirada final impidi6 que la historia se consuma- rade manera plena, Menem ayud6 a dar forma a la clésica figura democritica en la que el pueblo se une para derrotar al enemigo del pueblo. Ungido presidente en mayo de 2003 on pocos votos reales pero muchos potenciales, Kirchner -a fin de cuentas, un miembro de la clase politica repudiada en 2002-logré extraer de ese mandato constitucional una fuer- za impensable para quienes, apenas seis meses antes, pronos- ticaban que las elecciones simplemente acelerarfan Ia disgre- {gacin del régimen politico y del estado mismo. Sin embargo, lalegitimidad de Kirchner no era plena: s6lo podia exhibir un magro 22% de los votos, aportados en sti mayoria por Duhalde, de modo que su tarea inicial fue cons- truir una base propia. El camino que sigui6 puso en eviden- cia cuanto habian cambiado las practicas democraticas desde 1983. Para liberarse de la tutela de Duhalde, de la liga de gobernadores peronistas y del Partido Justicialista, Kirchner buscé apoyos fuera del peronismo, en el campo det lama- do progresismo. Los encontré en una corriente de opinién hhuérfana de referentes desde la crisis de Ia Alianza y en un conjunto de organizaciones civles y sociales ajenas a a drbita peronista. = ———S== 104 La larga crs argertina fe 2002, por la muerte Policia ne los movimientos piquet expane tas, fueron reprimi 2ces, pero lograron la atencién de un estado olspuesto cociar. Progresivamente, las organizaciones piqueleras insttuctonaizaran y desarolaron mecanismos para Pero ol nsagrado como método no Dera reclemar cuando los pagos corte de call I de protesta quedé 1 muevo sie: os afos de los Kerner 105. Sus primeras medidas conmovieron al progresismo, més alld de algunas imperfecciones formales que, aunque anun- ciaban el giro decisionista de su gobierno, fueron poco signi- ficativas por entonces, La Corte Suprema fue renovada, for- zando la renuncia de los jueces més desprestigiados mediante el poco republicano expediente de la intimidacién. Sus reem plazantes fueron figuras independientes, muy prestigiosas y designadas nego de un novedoso método de escrutinio pi Dlico. Se derogaron las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida ~con un discutible efecto retroactivo-y fueron enc: sados todos los denunciados por participar en la represién clandestina. Ambas medidas tuvieron amplio respaldo en el Congreso yen la opinién, Kirchner convocé a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo-las organizaciones emblematicas de los derechos humanos~y les asigné ~junto con diversos beneficios~ un lugar preferencial en la representaci6n pablica del gobierno. También convocs a las mayores organizaciones piqueteras, que ocuparon algu- nas posiciones de gestin y de administracién de los fondos puiblicos, y ala GTA, la central sindical alternativa de la CGT. Se sums al grupo la mayoria de los dirigentes del antiguo Frepaso y numerosos dirigentes de otras fuerzas politicas, El conglomerado se llamé “transversal”, para indicar su inde pendencia del PJ. Lo articulé un discurso que combinaba el progresismo radical posdictatorial con apelaciones a la mil tancia de los aiios setenta, Por otra parte, Kirchner afirmé su poder sobre bases mis, tradicionales, que también eludfan a los partidos politicos: los poderes administrativos tertitoriales, de los goberna- dores provinciales e intendentes del conurbano. Se ape 16 a todos, justicialistas 0 no, con el mismo método: una combinacién de premios y castigos presupnestarios, vitales para administraciones crénicamente defictarias, que incluia también la realizacién de obras piiblicas manejadas directa- mente por el gobierno nacional. No era un recurso nuevo =Menem ya lo habia empleado-, pero en cambio era nueva 106 La aga cis argentina Ja dureza del interlocutor presidencial y la firme disciplina que imponia, Quedaba un escollo: Eduardo Duhalde, el antiguo jefe, {que alin conservaba fuerza en la provincia de Buenos Aires. Aunque Duhalde no era hostil a Kirchner, la coexistencia era imposible en un movimiento de lider como el peronismo. La ocasi6n para Ia ruptura legé en 2005, en las elecciones de renovacién parlamentaria. Kirchner present6 sus propias listas y derrot6 a Dubalde en la provincia de Buenos Aires misma, donde Cristina Fernandez, su esposa, gané la banca de senadora que también disputaba Hilda *Chiche" Duhalde, csposa del ex presidente. La victoria mostré con claridad que la dirigencia territorial bonaerense se habia subordinado al presidente. Kirchner obtuvo en esas elecciones el 40% de los votos, una cifra ajustada pero suficiente para vencer con amplitud sus competidores. Su liderazgo qued6 claramente ratifica- do. Poco después, le pidié la renuncia a Lavagna y comen- 26 a gobernar solo. Se cerraba la crisis y comenzaba la era kirchnerista ‘La economia: una nueva oportunidad En 2005 la locomotora sojera ya traccionaba plenamente al conjunto de Ia economia, que creci6 a tasas del 8 0 9% anual. La produccién cerealera respondié al aumento de los precios yla demand, ylegé en 2010.2 100 millones de tone- Jadas, el doble que en 2005. Las exportaciones industriales, les aportaron lo suyo, y en otra scala, también la mineria del oro, que se desarrollé en la zona andina. Varios encadenamientos funcionaron de ma- nera virtuosa, Toda la regiGn pampeana, extendida al norte hhasta Salta, particip6 del derrame de la soja, y el mercado interno se expandi6 beneficiado por las politicas estatales de subsidios. El empleo y los salarios en aumento impulsa- =acero, aluminio, automé ron la produccién local de bienes y servicios, y lait recuperé su capacidad productiva, aunque sugestivam hnubo muy pocas inversiones nuevas. Un gran go prolongaba la recuperacién de 2002, pero esta vez sin perspectivas de un miento y lo gast6, a veces de manera desconcertante y dificil de inscribir en el amado “modelo de crecimiento de ma- ttiz diversificada con inclusi6n”. Subsidi6 generosamente a Jos transportes y las empresas dle combustible, manteniendo bajas las tarifas, sobre todo en beneficio de los consumidores ddel Gran Buenos Aires, ricos y pobres. También subsidi a las industrias agroalimentarias —en su mayoria grandes grupos corporativos— para abaratar los consumos populares, pero ex- tendi6 esos beneficios promocionales a Techint o Aluar a fin de estimular sus exportaciones. Muchos recursos se destina- ron a obras pablicas, de fuerte incidencia en el empleo. Las campatias “para todos" promovieron el consumo de rubros variados, de los cuales el més costoso fue el del iitbol televisa- do. También subsidi6 a empresas reestatizadas, como Aerol- neas Argentinas, fuertemente deficitaria, asi como a muchos artistas populares, periodistas, cineastas y hasta historiadores, ‘Cada grupo pudo mojar su pan en la salsa de un estado supe- ravitario y dadivoso, Estas politicas tuvieron efectos contradictorios. Expandie- ron el mercado intemo pero no alentaron la inversi6n, algo que se constaté con la fuerte emigracién de délares, Desde 2006 reaparecié el problema de la inflacién, que el gobierno enfrent6 con intervenciones tan fuertes como poco efectivas, desde los acuerdos de precios hasta la eliminacién de la infor. ‘macién que suministraba el Indec. El desaliento a la inversién se advirtié en las empresas del rea de la energia, con precios internos congelados. Con pocos estimulos y escasa vigilanci estatal, las empresas redujeron su expansién y comenz6 a cre- cer el déficit energético, que obligé a onerosas importaciones de petréleo y gas, de fuerte incidencia en la balanza de pagos. 7. EEE Gem } 108 La erga css agertina Finalmente, la expansi6n del gasto puso en riesgo el révt fiscal El gobierno, que habia avaneado en eldesendees damiento, decidi6 prescindir del crédito extemo. En busca sore extaordinarios para cubri el. deficit, en 2008 apel6 2 un aumento en las retenciones a la soja. La medi- dh, con grandes errorer tec, deancadené norm: ble conflicto, y el gobierno recibié una dura derrota politica, Pero poco después la estatizaci6n de las empresas privadas de jubilaci6n, las AFJP, establecidas en los noventa, le suminis- tr6 una importante masa de recursos de caja; como muchas veces en el pasado, el dinero de los jubilados solucionaba el déficit corriente. Los problemas se postergaban, sin resolver- se, mientras se achicaban el superavit fiscal y el de la cuenta externa, que eran las bases del modelo econdmico. Estado y gobierno: la “caja” y los subsidios Lo que la logica econémica no permite comprender lo expli- ca la politica: el kirchnerismo utilizé el superdvit fiscal para acumular poder. Entre la “caja” y el poder se produjo una relacién interactiva. Fue similar a la que habia establecido Menem en los noventa ~ejemplarmente aplicada por Kirchner en Santa Cruz~ pero, gracias a la nueva abundancia, tuvo otra dimensi6n. Los superpoderes concedidos por las leyes de emergencia de los noventa, ampliados durante la crisis de 2002, fueron renovados durante estos afios de bonanza por un Congreso de mayoria disciplinada, El Ejecutivo pudo usar con liber- tad el presupuesto. Las agencias del estado encargadas del control la Sindicatura General de la Nacién, la Fiscalfa de Investigaciones y hasta la Auditoria General, encabezada por un opositor- fueron puestas bajo control, al igual que buena parte de los jueces. Ese amplio dominio permitié el manejo discrecional de las relaciones financieras con las provincias, crénicamente 1 nvve silos fos doles Kirchner 109 ‘endeudadas y deficitarias. Afect6 los recursos fiscales no st Jjetos a coparticipacién, que inclufan las retenciones a las ex- pportaciones, y aun los coparticipables, pues las transferencias fueron irregulares y dependientes de negociaciones especifi- ‘cas, También fue discrecional el manejo de las obras paiblicas @jecutadas en todo el pais, asignadas segtin criterios politicos y contratadas por el gobierno central. Todos los caminos con- dujeron a la dependencia financiera directa, cotidiana, de los jgobiernos provinciales y municipales. Oficialistas y opositores debieron negociar con el gobierno nacional y alinearse con €1ssi querian sobrevivir. Los precedentes en los afios noven- ta son evidentes, pero en esta etapa se singularizaron por la prictica desembozada. Desde el punto de vista politico, la “caja negra” ~integrada por aportes al gobierno no registrados-fue atin mds signifi- cativa. Con esta se retribuyé a cada uno de los participantes cen el proceso de construcci6n del poder, desde los militan- tes de base hasta los grandes actores de la cima; sus benefi- Giarios podian operar en politica y a la vez labrarse una po- sicién personal. Por cierto, no fue un “invento argentino”. ‘Tampoco del kirchnerismo. Pero su magnitud le dio una nueva entidad. El gasto puiblico aliment6 la “caja negra” por la via de comi- siones, coimas o retornos, cuya base era el 15%. mecanismo funcioné a pleno en la obra piblica, los subsidios al transpor- te, el juego o los negocios con Venezuela, aunque tambiéri Inubo otras, especificos u ocasionales. Muchos dependian del poderoso ministro de Infraestructura, Julio de Vido, o del se- cretario de Transporte Ricardo Jaime. Los beneficiarios de las oncesiones simplemente sumaban a sus ¢ostos el valor de la contribuci6n, que era pagada por el estado. Fueron empresas de obras piiblicas, concesiones de ferrocarriles -un negocio {que involucré alos sindicatos-, explotaciones petroleraso del juego, rubros en los que sobresalieron dos empresarios de tala patagénica: Lazaro Béez y CristObal Loper. Los benef dios 4e extendieron hasta organizaciones ajenas al mundo de s Ja que monté en Jujuy Milagro Sala o Ia Fundacién Madres de Plaza de Mayo, devenida en construc 3s, hubo muchos “capitalistas amigos” de rique nnte, como Bi 1e2 0 los duefios de Electroinge le Cérdoba, c agrupo. La familia rete de i6n de YPF, que luego perdi6 tras la expr Mayor perfil tenfan lectricidad, las telec ades empresas s al gobierno por | pleja normativa fiscal. Con la salvedad de los empresarios agropecuarios, nadie quedé afuera de ese de reciproc- Jades, en el que los funcionarios del estado eran los agentes jores de su sistematica depredacin. La pobreza organizada ntraprestaciones labor snte como empleos. Sin embargo, entre el 20 y el la poblacién -8 0 10 millone nos siguid vi iendo en condiciones de pobreza. Las politicas de inclusién, nstitufan una parte importante del “mod n part ppésitos, mas coyunturales que plazo, y en parte por las deficiencias en la gestidn, anto de los subsidios gubernamentales representé el jin embargo, los aro si esto fue deliberado o simplemente el > de un mal manejo imagenes mas patéticas desesperados, indignados y piqueteros demandantes, testimoniaron el desborde de la des la pobreza. Al atardecer los cart ciudad, concentrados en upacion y de ioundaban fa su tarea, como un eército de marginalad era relativa, pu onvirieron en eslabones de empre: reciclado de residuos las sombra M12 Later css axgonina Parecidas inconsistencias entre recursos destinados y 1o- ros obtenidos se observan en el terreno de la educacién, al que por ley se asigné un significativo 6% del PBL. Los magros resultados pueden apreciarse en el crecimiento de la matr cula en las escuelas de gesti6n privada y la caida equivalente cen las estatales, que fueron circunscribigndose a quienes no podian pagar una cuota, en muchos casos minima. Similares problemas de gestién se manifestaron en el drea de la seguri- dad, que se convirtié en una de las principales preocupacio- nes de los argentinos, tanto por la mayor visibilidad de los de- litos -que el gobierno atribuyé a una mera sensacién— cuanto por los ambiguos y cambiantes criterias que sostuvieron las fuerzas de seguridad y ls jueces. En los grandes conurbanos, los problemas fueron mis especificos: los pobres debieron coexistir con fuerzas policiales que con frecuencia eran ellas mismas parte de las actividades ilegales y clandestinas Los planes sociales se propusieron atender las situacio- nes mas urgentes. El emprendimiento més singular fue la Asignacién Universal por Hijo, establecida en 2009. Luego de seis aitos, el gobierno modificé parcialmente su politica de subsidios. Estos se entregaban a los padres de familias de desempleados 0 con empleos precarios de ingresos mi nimos y requerian como contraprestaci6n la escolaridad y vacunacién de los hijos. Fue una politica de intencién uni- versal al viejo estilo del estado potente-, que se ejecuts de manera no discriminada a través de una eficiente agencia estatal, la Anses (Administracién Nacional de la Seguridad Social). Hasta entonces los diversos subsidios s6lo habfan re- tomado y ampliado el modelo de los noventa -recomendado por el Banco Mundial- altamente focalizado en la atencién de necesidades especificas. La base fue el programa Jefes y JJefas de Hogar, que incluia una contraprestacidn laboral de ‘definicién imprecisa. Este fue reemplazado por otras varian- tes, como Argentina Trabaja, destinado a promover coope- rativas de trabajo. Los beneficios eran otorgados a través de dos vias: los intendentes -en particular los del conurbano Exnuevo sig os aos dels Kichner 119 bonaerense~ 0 las organizaciones de desocupados, muchas de las cuales se alinearon con el gobierno y recibieron un trato preferencial, En el mundo de la pobreza, los planes sociales tuvieron un, impacto profundo, pues reorganizaron la convivencia y fue- ron la base de nuevas redes de sociabilidad y de poder. Julieta Quirds lo mostré de manera convincente. Obtener un plan y ‘mantenerlo requeria el apoyo de alguna de las redes que lo distribufan, y los aspirantes debian optar entre unas y otras, ‘evaluando su eficiencia, entre otro tipo de afinidades. En el ‘caso de las organizaciones sociales, estas percibian una parte, {que servia para sostener la estructura de gestion y moviliz- Ellas controlaban la ejecucién de la contraprestacion y evaluaban si el beneficio merecia ser conservado. Como la ‘concesién del plan por parte del estado era precaria, una de sus tareas consistia en presionario regularmente para que la ‘mantuviera, o bien para recordar la existencia, magnitud y fidelidad de Ia organizacién beneficiaria. Todo ello supuso una gimnasia cotidiana de movilizaciones y negociaciones, que se transform6 en el eje de la existencia de quienes vivian bajo planes. Quienes vivian en ef mundo de la pobreza fueron trans formados por el sistema politico kirchnerista en una fuente de votos de enorme importancia. Jorge Ossona mostré la complejidad de este fendmeno. Los ciudadanos carecientes, producto de la crisis, tenfan grandes diferencias respecto de los obreros sindicalizados de antafio, cuya identidad social y politica se organizaba en el mundo del trabajo. Sobre una sgenérica y cada vez més imprecisa identidad peronista,eljus- ticialismo desplegé una ted de agentes electorales. Su titimo eslabén, el puntero, se conectaba con alguno de los referen- tes surgidos de la trama de asociaciones, mais 0 menos forma- les, que organizaron la sociabilidad de los pobres. Entre unos y ottos se operaba un intercambio entre bienes y servicios variados ~desde un “plan” hasta un bols6n de comida-y con- traprestaciones politicas igualmente diversas, que incluian ~ 114 Lataga fs argntina desde “acompafiar” en una movilizaci6n hasta sumar su voto aun conjunto el “paquete”- negociado por el referente. Los ‘Gudadanos carenciados no actuaban en forma individual y su ‘comportamiento se atuvo a una logica que colocaba, natural- ‘mente, la supervivencia como primera prioridad. La politica: los votos y el discurso EL Kirchnerismo no invent6 este procedimiento -sobre esa base se habfa construido la estructura del duhaldismo~ pero lo potenci6 mediante el sistema de subsidios. De manera pa- recida funcioné en las provincias cuyos gobiernos dependian de laasistencia financiera del estado, donde los gobernadores © los intendentes repitieron los mecanismos de produccién el sufragio y aceptaron las imposiciones de candidaturas por parte del gobierno central. Fuera de esta légica quedaron al gunas provincias mas complejas, como Santa Fe o Cérdoba, y los grandes centros urbanos ~Rosario, Buenos Aires~ don- de el oficialismo no pudo imponer esta modalidad, En suma, el gobierno organizé un sistema de produccién del sufragio, canalizado a través de formas politicas variadas que expresa- ban la diversidad de situaciones politicas de cada provincia, pero que en definitiva le aportaban gobernantes y legislado- res adictos. El principal partido opositor, la UCR, no pudo sobreponerse al golpe a la confianza de 2002, y ademas sufri6 Ja sangria de gobernadores e intendentes cooptados desde el gobierno. En el resto del arco politico aparecieron alternati- vas con dificultades para consolidarse en el ambito nacional, mientras adquirian vitalidad las fuerzas politicas provinciales. Con todo, el sufragio fue lo que mas perduré de la demo- cracia institucional construida en 1983. Durante los afios de Kirchner, la concentracién de poder en el Ejecutivo siguié avanzando, las instituciones republicanas retrocedieron y se consolidé el gobierno decisionista. Hugo Quiroga analiz6 con agudeza la relacién entre la “emergencia permanente” a el decisionismo presidencial. A los mecanismos marcha por Menem, justificados en la emergencia ecor ca, se agregaron otros fundados en la legitimidad plebiscit ria, Una sélida mayoria en el Congreso aseguré la renovacién continua de facultades extraordinarias para el manejo del presupuesto. Los integrantes del Poder Judicial fueron pre- sionados y condicionados con més fuerza luego del cambio en Ia conformacién del Consejo de la Magistratura, que in- crement6 el peso del sector politico. Desde alli se presioné a los jueces, y la independencia de la Corte Suprema peso poco. Los fallos judiciales adversos fueron ignorados sin que hubiera consecuencias, En el ambito de la opini6n, el kirchnerismo disciplin6 a la mayoria de los medios de comunicacién y organiz6 un bata- én de periodistas militantes, dedicados como los sacerdotes a recitar cotidianamente la verdad revelada. Fuera de su 6 bita quedaron algunas radios, el diario La Nacién y el Grupo contra el que el gobierno inicié en 2008 un asedio sistemtico. En forma gradual se incorporaron otros mecanis- mos de control de la opini6n, como la vigilancia de la agencia de informaciones del estado, la SIDE, o las selectivas inspec- ciones de la agencia recaudadora, la AFIP, La lucha por Ia opinién fue un aspecto central en el dispo- sitivo kirchnerista, Se clabord una interpretacién de la reali- dad “conocida como “el relato"~ que sirvié para separarse de a tradicién menemista, capturar a buena parte de la opiniéi + rogresista, justificar Ia primacfa asignada a la politica y fun- damentar las virtudes de la jefatura. _De acuerdo con este relato, en la Argentina se libra coti- dianamente una batalla entre dos polos antagénicos e irre- conciliables: el pueblo y sus enemigos, presentados como “las corporaciones”. Esa lucha habria tenido en el pasado dos mo- ‘mentos culminantes: los ios setenta y la dictadura, El gobier- no transformé la reapertura de los juicios a los represores en. luna gesta en defensa de los derechos humanos que no habia tenido precedentes. Con ella capitalizé ta fuerte insatisfac- 116 Lalarga crisis argentina cién que, después de los logros del Juicio a las Juntas de 1985, habfan dejado la Ley de Obediencia Debida de 1987 y la am. nistfa de Menem, y sumé el prestigioso aporte de las organi- zaciones de derechos humanos. En la misma Ifnea, aunque de modo més esporidico, se hizo cargo del derecho genético de las minorfas en particular de algunas de ellas, como la de homosexuales- y de la lucha contra la discriminacion. Otra reivindicaci6n, menos explicita, fue la de Ia experien- cia montonera. Comenz6 con el elogio.del idealismo juvenil de la época, siguié con la valoracién del compromiso, la ac ci6n heroica y Ia voluntad politica, y culmin6 con la reivindi- caci6n explicita del “montonero”. La figura del “hijo de de- saparecido”, convertido en militante kirchnerista, sirvié para unir ambas tradiciones. A estos dos elementos provenientes del “pasado que duele” agregé fragmentos del relato del pasa- do proveniente del revisionismo hist6rico; sus enunciadores principales lo hicieron de manera ocasional, mientras que en Ja periferia hubo un desarrollo mas sistemitico, La parte principal del relato se concentré en el presente y en el futuro inmediato, que estaba construyéndose por obra del gobierno. A diferencia de los tradicionales relatos revo- ucionarios, no hubo precisiones sobre un futuro de mayor perspectiva. Expresado en términos de 1978, se tratarfa de la “reconstrucci6n”, sin referencias a una ‘liberacién”. Cada acto del gobierno se incluy6 en ese relato como parte de una epopeya, una lucha dramatica contra las corporaciones, po- dderosas, siempre vencidas pero, como la hidra, siempre con una cabeza nueva. Fl relato dividié al progresismo, constituido en 1983 en. torno de la democracia y la equidad social, y consolidado en Jos noventa como oposicién a las reformas menemistas. Una parte del progresismo siguié privilegiando Ia dimensién insti- tucional y el pluralismo de la democracia, mientras que otra aprecié el estilo radical del decisionismo, la valoraci6n de la ‘experiencia de los setenta y la recuperaci6n de la moviliza- in politica, Esta era una prioridad sensible para quienes ha- £lmuoio sgo: os alos de os Kiehner 117 bian participado en ella y también para los més jévenes, que hubieran querido hacerlo, Descartaron los temas propios de la democracia institucional, se plegaron a la version plebisci- taria de la democracia y aceptaron una jefatura que reivindi- caba la autonomfa de la politica. La fuerza de este relato es llamativa, Instal6 como principio rector el conflicto antagénico entre el pueblo y sus enemigos y excluyé en forma tajante el pluralismo y la discusién, una ‘manera de concebir la politica que en 1983 parecia arraiga- da, Cotidianamente, el relato logré minimizar las contradic- ciones y explicar cuestiones complicadas de entender, como por ejemplo la diferencia entre Telefénica, una corporacién amiga del gobierno y perteneciente al campo del pueblo, y Garin, otra muy similar pero ubfcada en el campo adverso. Su funcién de velo ideolégico se robustecié cuando debi6 _justficar, dia a dia, la distancia entre el relato y hechos dif , et estilo de Cristina se hizo ms intransigente y ativo. [Fotografa: Pesidencia de la Nacién.) 122 atrga cts argentina tor, contentos por el festival consumista y confiados en. que Cristina, més carismatica que su marido, seguiria multiplican- do los panes. En la elecci6n presidencial obtuvo el 54% de Jos votos, una cifra muy importante, pero adems le sac6 una enorme ventaja al segundo, el socialista Hermes Binner, que ‘apenas reunié el 17%, aventajando al candidato radical Ricar- do Alfonsin. En poco tiempo, la presidenta reelecta alcanz6 tuna imagen positva del 72%. ‘Esa imagen comenz6 a deteriorarse de manera leve pero. sostenida apenas pasadas las elecciones. Se anunci6 una “sin~ tonia fina” para volver a equilibrar las distintas variables del modelo y ajustarlas a las nuevas posibilidades, No obstante, la revisi6n de los subsidios a los servicios debié suspenderse, recién iniciada, no s6lo por las reacciones que despert6 sino por la incapacidad técnica para modificarlos en forma selec va. La mala gestiOn del gobierno, hasta entonces disimulada por la prosperidad y la ejecutividad, y potenciada por la co- Trupei6n, salié ala luz con el cruento accidente en la estacion ferroviaria de Once. Quedaron allt expuestas las relaciones colusivas entre funcionarios del gobierno de altisimo nivel, tmpresarios del transporte subvencionado y los sindicatos fe ‘Sroviarios. Estas conexiones ya habjan quedado en evidencia, mnuy poco antes de Ia muerte de Kirchner, con el asesinato del joven militante Mariano Ferreyra. Poco después de ese hecho, estallé otro escindalo, mas doloroso aiin, cuando se descubrié que Madres de Plaza de Mayo, la institucin insig- thin de los derechos humanos, habfa participado de un feno- tnenal negocio de construccién de viviendas en el que habia desaparecido un par de millones de délares. Temnbién estallé el problema del deficit energético, que implicaba tener que imporiar gas y petrdleo por unos 10 millones de délares al aiio. El déficit de la cuenta externa se profundi2s y, pese al superdvt comercial, el gobierno deb ¥ establecer un inconfesado con al en toda la gestion de los ticos y arbitrarios, cortando racionar la venta de délares trol de cambios. Como fue habit Kirchner, los criterios fueron er Ei uevo silo: os aos ‘alavezo superfluo y Io imprescindible. Finalmente, el fecal lev6 a acentuar la presiGn impositiva, mediante el sim: ple recurso de ignorar a inflacién al establecer los niveles de Maposicion Hl impuesto als gananelasterminé por afecara trabjadores de salarios medios y origin6 un malestar gremial creciente. Tin suma, los desequilibrios del modelo, que se habfan acu- tmuhdo, safieron a la luz, La manera de enfrentarlos, autor taria poco eficiente, desnud6 las falencias que en materia {de gesudn exhibia cl kirchnerismo, Sin embargo también en fsteaspecto, como en otros campos, los hechos fueron per- Gibidos de manera diferente segsin la fe que se tuviera en el relato oficial. En este marco, Cristina Kirchner, ya sola, aporté un esti Jo de conduccién algo diferente del que haba compartido ‘on su marido, Las alianzas que este habfa establecido fueron SGhandonadas en forma gradual. Varios empresarios amigos fayeron en una zona oscura, asf como Tos Funcionarios que habian oficiado de puente, y hasta Hugo Moyano, el eamio- nero jefe de la CGT, se colocé en la vereda opositora. En cam- bio, Cristina Kirchner concedié un enorme poder a La Gim- pora, una organizacién ee cuadros profesionales jvenes, con ‘ocacién politica, que cultivaron la retérica épica del nuevo ‘istinismo”, la disciplina intema y la subordinacin plena al jefe al estilo de la antigua Guardia de Hierro. La presidenta Tes asigné fumciones de responsabilidad en los ministerios, lis legistatuas, la justiciay las empresas estatals, y en cualquier ligar donde deseaba que se sintiera la presencia de su larga mano, Los alent6 a avanzar sobre las posiciones de poder. ‘También les encomend6 la organizacién de una militancia jjuvenil, que parecis cobrar impulso como reaccion a la muer- te de Néstor Kirchner. Los resultados fueron magros, pese & que el estado los provey6 de abundantes recursos. ‘Los jvenes de La Cimpora fueron el instrumento de una conduccién personalista més declarada que efectiva, pues la presidenta no dedicé mucho tiempo a la administracién ni ee nnn ss 126 La larga criss argentina ee ie eS La gestion gubernamental se a que en vida de su esposo; la pardlisis general zada se combin6 con brotes de agudo decisionismo y mucha Publicidad dedicada a resaltar un ejerccio presidencial que, mirado con distancia, present6 deficiencias crecientes, En cambio, Cristina results més diestra que su esposo en el terreno de los discursos, que comenz6 a cultivar con asi Guidad a través de la cadena nacional y la videoconterenci, para potenciar su presencia en todos los rincones del pats, En Sus discursos, rodeada de un auditorio aplaudidor de funcio- narios ¢ invitados, intent6 explicar de manera sencilla y cam. pechana, aunque muchas veces equivocada, los problemas de gobierno, ridiculiz6 a sus adversarios, amonest6 a sus fin cionarios y, en las videoconferencias, entablé didlogos con la gente comtin, A muchos les atrajo su presencia casi cotidiana y su estilo cada vez més popular y descontracturado; a otros, por el contrario, les resulté detestable e intolerable. La sci si6n politica se concent, asf, en su figura Et hilo conductor de sus discursos y de as manifestaciones de su compacto grupo fntimo fue que la eleeci6n de 2011 los habilitaba a “ir por todo’, La frase aludia a descartar los imi- tes de la institucionalidad republicana y aun los de la demo- cracia misma. La batalla en contra de Clarin ~convertida en 1 objetivo central en 2012- debia no s6lo reducir al principal medio opositor sino, sobre todo, demostrar que el poder pre- sidencial no tenia limites, A tal fin la Justicia, que debia resol- ver sobre el caso, fue presionada, manipulada y fuertemente descalificada en términos que bordeaban la negacin de las instituciones de la Constitucién. El decisionismo democratico del modelo se fue convirtiendo, paso a paso, en algo que ex- cedfa cualquier definicién de democracia Cristina debié asumir el mayor problema generado por la muerte de Kirchner: ya no habria tindem eterno, y postularse a una nueva reeleccién requeria Ia modificaci6n de la Cons- n. Desde el *cristinismo” se lanz6 la consigna radical ,y los encargados de la justificacion discirsi- vita “Cristina eterna Etnuevo silo: los aos de os Krcner 125 va trabajaron sobre la idea de que era necesaria una reforma constitucional para actualizarla, independientemente de la cuestién de la reeleccién. Las dificultades para llevar adelante ese proyecto son mu- chas, sobre todo por las crecientes manifestaciones de dex content. Los fantasmas de 2002 reaparecen aqui y alla, con semejanzas y diferencias. Los cartoneros de otrora ya forman parte de la vida normal de las grandes ciudades, las organi zaciones piqueteras se han adecuado al modelo de organi- zacién comunitaria subsidiada por el estado, y los cortes de calles y rutas se han generalizado como forma de protesta. Pero, al igual que a fines de los noventa, la protesta estalla sorpresivamente en sitios lejanos, como Famatina, Caleta Oli via 0 Bariloche, o amaga en las cercanias, con sorpresivos sa- queos. El movimiento sindical, sensible al comienzo del ajus- te, comienza a actuar de manera independiente, dividido por diferencias ticticas y politicas. La ciudadania independiente y rho encuadrada, la de los cacerolazos y las asambleas barriales, emerge en frecuentes protestas y en grandes movilizaciones espontineas de alcance nacional, para expresar un descon- tento impreciso pero extendido. En respuesta, el gobierno afirmé su imperio y acentué la embestida contra las voluntades independientes, Al ataque a CClarin sumé una campatia en contra del Poder Judicial debi- do a que un conjunto de jueces no actuaba con la celeridad y iplina esperadas, Semana tras semana se suscitan nuevas , situaciones tensas, cuya interpretaci6n refleja la escisin poli tica: Ia militancia oficalista cree estar luchando en contra de los “grandes poderes’, y los opositores sufren previendo los daiios a reparar cuando concluya este ciclo politico. El kirchnerismo nunca ha dado por perdida una batalla, y probablemente insistira con la reelecci6n, Las elecciones de 2018 serin decisvas. Pero la posibilidad de que no alcance €l éxito modified por si sola el campo politico. La oposicién encontré en la defensa de la Constitucion y el rechazo a la reeleccién indefinida un punto de convergencia sencillo y un 128 La larga criss argentina gencia de 2001 puso a los pobres en el centro de la escena, Es la parte mas visible y dramatica de la crisis argentina, y el mejor indicador de la eficacia de los gobiernos. El proble- ma es extremadamente complejo pues, aunqu el desempleo, ha decantado en un mundo donde el trabajo, la ley, la educacién y has un significado nuevo, dificil de modificar y oorganizado, la vida tiene -on una gran ca- pacidad para recrearse. Desde 2002, un estado sin capacidad para emprendimientos de magnitud y alcances universales ido en los noventa, consistente en retomé el camino inici acciones focalizadas, en particular en los subsidios. En tiem- pos de Menem, un estado empobrecido yen default no podia hacer otra cosa. Pero desde 2003 la situacién cambi6, hubo jes, que se recursos y para el estado existian otras posibili dese: La “inclusién” ~el camino kirchnerista para salir de la po- breza~ tuvo logros innegables pero limitados, por una com: binacion de estrechez de miras y mala gestién. Sélo una par- te de los subsidios Hlegé a los pobres y, con excepci6n de la Asignacién Universal por Hijo ejemplo de lo que deberia ser una politica de estado para la pobre trat6 de subsidios jones de emergencia. Muchos fe inyeccién de fondos focalizados para paliar sit logros dependen de una permanet esiatales, que hoy empiezan a escasear tanto de las onganizaciones piqueteras como de I que recuperé su fuerza. Nia uno nia Jos reclarm nto sindical ny el gobierno ofrecerles mucho. se tun componente importante de Ta Desde los aioe sete : jesmantelamiento del pobreza mn y seguridad, estatales -en stado, Las con- go d esta que prolonga el largo iblemente en el ‘empeoraron visib 26 el de zasté mucho y sin embargo se profundiz6 el fe eeuela estatal, La inseguridad ha llegado a la cima de los ‘ada caso se advierte que las dif nes sporte -corazén sn educacion, donde de la “patria concesionar ios aoe delos La pobreza crecié con el aumento de la dese 2s cas son ciscutides,Incluye a arededor de a eo y cuarta parte de la poblacién, Las mejores e” el ros subsidios guberamentale, generalmente focatzados ro alcanzaron para ¥ exiministrados con erteros potions, tmoaifcar un mundo con una densa rama social y cut Por otra part, muchos enconrren la manera de obtener agin beneio de le pabres, sobre todo cs dgentss polticos. La pobreza es el testmonio mis elocuente de i ais argentina y el mayor cesafo para los digs [Fotografia Gracisla Garcia Romero 190 Lalaige eis argentina ccultades no se solucionan con sélo volear recursos, y ni siquie- ra gestionando efectiva y honestamente politicas focalizadas, Desde el punto de vista politico ¢ institucional, Néstor Kirchner two un comienzo' promisorio, La emergencia po- Iitiea quedo atris pronto. La autoridad se recuperé, con el respaldo de la opinion; la reforma de la Corte Suprema solu-

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