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Nicolopoulou, A.

La invención de la escritura y el desarrollo de los conceptos numéricos en Sumeria: algunas


2002 implicaciones para la psicología del desarrollo. En: Mente, cultura y actividad. Cole, Engeström
y Vásquez. Oxford, México, pp.167-182

La invención de la escritura y el desarrollo


de los conceptos numéricos en Sumeria:
algunas implicaciones para la
psicología del desarrollo

Introducción
En este artículo examinaré con algún detalle el trabajo del psicólogo alemán Peter Damerow, referente al uso de los
materiales históricos para dedicarse a las preguntas psicológicas concernientes al desarrollo del concepto de número.
Este trabajo, hasta ahora poco conocido, es un ejemplo significativo del interés que ha surgido recientemente en el
análisis sistemático de la relación entre el desarrollo psicológico individual y el contexto sociocultural dentro del que se
desarrolla el individuo, incluida la consideración de los procesos históricos y evolutivos gracias a los cuales se
desarrolla el contexto social mismo.
Si bien el esfuerzo por situar el desarrollo individual de manera más autorreflexiva en un marco socio histórico tiene un
buen número de fuentes, un impulso intelectual de gran importancia ha estado constituido por la conciencia y
apreciación renovadas hacia el trabajo de L. S. Vygotsky y la escuela sociohistórica de la que él fue precursor.
Vygotsky propone entender la formación de la naturaleza humana, que es, después de todo, la misión central de la
psicología, por medio de estudios sobre el origen y desarrollo de las funciones psicológicas superiores como tales.
Este desarrollo es, según él, un proceso individual lo mismo que social; más específicamente, se puede comprender
sólo mediante la aprehensión de la interpretación sistemática de los procesos sociales e individuales (Vygotsky,
1978,1981;véase también Bakhurst, 1988y Wertsch, 1985).Como dice Scribner en un iluminador análisis sobre el
proyecto teórico de Vygotsky (1985), éste "toma como su objeto conceptual [el desarrollo de] 'los sistemas
psicológicos superiores' y lo separa del objeto natural [el desarrollo de] el niño" (Scribner, 1985,p. 133). Por otro lado,
Vygotsky sostiene que estos "sistemas psicológicos" están plasmados no sólo en la mente individual, sino también en
la cultura; de hecho, las estructuras cognitivas que componen los "sistemas psicológicos superiores" están modeladas
culturalmente y se desarrollan históricamente (Vygotsky, 1978,1981).
De la manera en que Scribner reconstruye lógicamente los pasos de Vygotsky en la construcción de un método para
estudiar la formación de las estructuras cognitivas, este último empezaría con observaciones de "primitivos" adultos,
documentadas en registros etnopsicológicos y, después, sirviéndose de experimentos, procedería a las observaciones
de niños de su propio tiempo. En otras palabras, la historia cultural se utilizó para generar hipótesis acerca de los
orígenes y las transformaciones de los sistemas psicológicos superiores; pero, a pesar de las percepciones tempranas
de Vygotsky, la historia cultural no llegó a ser un dominio de la psicología propiamente dicha. Ha habido pocos
estudios psicológicos que hayan examinado de manera sistemática el desarrollo histórico de los "sistemas
psicológicos superiores" per se y que después hayan regresado para consagrarse a las cuestiones suscitadas por las
teorías psicológicas del desarrollo. Hay diversas razones de por qué ha sido éste el caso, pero una de las razones
prácticas es que dicho trabajo requiere un sólido dominio de, por lo menos, dos disciplinas, que Damerow y sus
adjuntos son capaces de lograr por medio de su esfuerzo de colaboración. Hans Nissen y Robert Englund, los
profesores adjuntos principales en el trabajo que examinaré, son ambos arqueólogos ~ la Free University de Berlín, en
tanto que Peter Damerow es un psicólogo del desarrollo en el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano y la
Educación en Berlín. Su trabajo parece tener una conexión muy cercana con la obra de Vygotsky; sea como fuere,
encarna de una forma fructífera el tipo de método anticipado por éste para la investigación psicológica. La falta de
todamención de Vygotsky, o de la escuela sociohistórica que representa, no deja en claro si existe algún tipo de
filiación directa entre su trabajo y el de él. El punto más importante, sin embargo, es que su trabajo se dedica a
algunos de los temas que, según Vygotsky había indicado, eran de importancia crucial para la psicología del
desarrollo.

La significación teórica de la investigación

La investigación encabezada por Damerow examina el desarrollo de los conceptos numéricos en la cultura babilónica
por medio del estudio sistemático de textos antiguos. Este estudio forma el núcleo de un conjunto de investigaciones
que prosiguen con la cuestión de la mediación cultural de las estructuras cognitivas fundamentales. En particular, se
ocupan de la cuestión de si existen ciertas estructuras fundamentales del pensamiento, que sean independientes de
las influencias culturales específicas, o incluso si las estructuras más fundamentales son dependientes de los
sistemas disponibles de representación simbólica o del contenido de la experiencia" de tal manera que, a pesar de su
universalidad, puedan considerarse mediadas culturalmente.
Específicamente, este estudio histórico discrepa con la concepción epigenética del constructivismo cognoscitivo de
Piaget1 al explicar el desarrollo del concepto de número en los niños. Este desarrollo, de acuerdo con Piaget, es el
resultado de la construcción de una estructura cognitiva basada en la experiencia y la abstracción; por tanto, no se
trata de un esquema intelectual heredado (realizado o recibido de manera innata) ni una propiedad abstraída
directamente de los objetos reales; más bien, es el resultado de la "abstracción reflexiva" a partir de las acciones
llevadas a cabo con los objetos. En particular, Piaget explica el concepto de número como el resultado de la
coordinación de acciones tales como la construcción de una correspondencia parte por parte entre grupos de objetos
o entre relaciones cualitativas, la adición o sustracción de objetos o grupos de ellos, etc. En las estructuras cognitivas
completamente desarrolladas, estas acciones están representadas mentalmente por operaciones reversibles que
constituyen un sistema cerrado de inferencias posibles; no obstante, el sustrato estructurado aritméticamente del
concepto de número es un sustrato ideal. Los números son objetos ideales del pensamiento, cuya existencia no se
encuentra supeditada a la existencia de los objetos materiales a los que se aplican. Son independientes de sus
representaciones particulares por los diversos sistemas de signos numéricos que pueden diferir de una cultura a otra
(Piaget y Szeminska, 1965).
En suma, de acuerdo con Piaget, el concepto de número que, aunque no se hereda sino que se adquiere con la
experiencia de los objetos, no se ve influido en su sustancia por el contenido de dichas experiencias. Interpreta la
coordinación de las acciones como el resultado de un desenvolvimiento endógeno de las posibilidades
predeterminadas biológicamente en interacción con el ambiente, por lo que considera que las estructuras
fundamentales de la cognición son una forma especial de adaptación biológica: no obstante, su desarrollo endógeno
es un proceso epigenético gobernado por una necesidad interna (Piaget, 1971, 1972).
Esta concepción excluye, no obstante, la posibilidad de que las transformaciones estructurales de las estructuras
cognitivas estén influidas por las representaciones materiales de dichas estructuras -en acciones, dibujos o símbolos-
o por las formas de interacción social mediadas por dichas representaciones. En contraste, Damerow propone que las
representaciones particulares de las estructuras cognitivas tienen la función de delimitar el horizonte de
probabilidades para la realización ontogenética de las estructuras cognitivas (Damerow, 1988). De este modo, el
cambio conceptual podría ser no solamente endógeno respecto de un sistema cognitivo; los cambios cualitativos
iniciales podrían serIe exógenos y determinados tanto histórica como culturalmente. Parte del desarrollo individual
constaría entonces del esfuerzo por apropiarse de estructuras cognitivas desarrolladas culturalmente.
En las secciones siguientes presentaré primero los hallazgos históricos del estudio, lo que requerirá la reconstrucción
del contexto sociohistórico con algo de detalle; a continuación analizaré la significación de estos resultados para las
cuestiones teóricas en la psicología del desarrollo.

El estudio histórico

Los textos arcaicos de Uruk. Los sujetos del estudio son los sistemas de signos numéricos en los textos arcaicos de
Uruk, una ciudad-estado sumeria en la antigua civilización de Mesopotamia, ubicada en la parte sur del actual lrak.
Este grupo de textos consta de unas 4000 tablillas y fragmentos de tablillas de arcilla, la mayor parte de las cuales no
se han analizado todavía. Con muy pocas excepciones, estas tablillas se encontraron en el distrito de Eanna, que
desde una época temprana fue un (quizá el) distrito central de la ciudad. Más tarde, este distrito alojó los grandes
complejos culturales para lnanna, la diosa patrona de Uruk.
Estas tablillas se escribieron hacia el final del cuarto milenio y principios del tercero a.c., y son los documentos más
antiguos que sobreviven de esta parte del antiguo Oriente Medio, si no es que los más antiguos en la historia de la
humanidad. Cerca del 3100 a.c., los funcionarios de centros administrativos como Uruk habían desarrollado un
sistema para el registro de numerales, pictogramas e ideogramas sobre tablillas de barro especialmente preparadas
para ello. Estos textos son de una gran importancia para el estudio de la relación entre la cultura y la cognición,
porque documentan el cambio originado por la escritura en el sistema numérico existente.
La mayoría de estos textos (85%) son registros económicos, en tanto que 15% constituyen las llamadas listas de
vocabulario. Estas últimas se usaban presumiblemente para capacitar a los escribas y constaban de listas de las
palabras semánticamente relacionadas cuyo orden, de enumeración todavía no se ha descifrado (Nissen, 1985,
1986). Los "textos económicos", por otro lado, eran parte de un sistema de contaduría que registraba cuestiones como
las transacciones de negocios; por ejemplo, parecen ser recibos y listas de gastos, de animales, de todo tipo de
bienes, o de materias primas. Dada la abrumadora preponderancia de los textos económicos, se ha atribuido la
invención de la escritura a la creación de los centros de administración de las ciudades, ellos mismos resultado de la
urbanización, y la necesidad de coordinar y ampliar la unidad económica. Este grupo de condiciones impulsó la
introducción de mecanismos económicos de coordinación que cuadraban mejor para hacerse cargo de mayores
cantidades de información que la que habían tenido disponible con anterioridad.
1
Piaget toma prestado este término de la biología, en la que indica el surgimiento de la estructura a partir de la
interacción entre el organismo y su ambiente, como opuesto a la idea de una estructura heredada y preformada por
completo.
2
Los sistemas de registro en Mesopotamia: orígenes de los textos económicos. Los arqueólogos han identificado un
sistema de registro utilizado en el Cercano Oriente aún más antiguo, el cual se basaba en el uso de guijarros o
pedazos de barro ("cuentas"), acumuladas en montones o en recipientes, como un registro temporal de números
(Goody, 1986; Schmandt-Besserat, 1978, 1983).Este sistema es de particular interés como un precursor más o menos
directo de la escritura, puesto que muchos de los signos escritos (numerales e ideogramas) parecen ser
representaciones bidimensionales de las cuentas de barro. Las del periodo anterior a la escritura son pequeños
objetos de forma geométrica (por ejemplo, esferas, perdigones, conos, tetraedros, cilindros, ovoides), que en sus
formas más tardías están aún más especificados con marcas incisas. Estas cuentas aparecen con una amplia
distribución en el Cercano Oriente alrededor del 8500 a.c., y son en general contemporáneas de un cambio profundo
en la sociedad humana. Un antiguo patrón de subsistencia basado en la caza y la recolección se transformó por el
efecto de la domesticación de plantas y animales y el desarrollo de un modo de vida agrícola. Esta nueva economía, a
pesar de que incrementó la producción de comida, introdujo probablemente nuevos problemas que proporcionaron el
ímpetu necesario para la creación de los mecanismos de registro (como sería el almacenamiento y la distribución de
los alimentos y los textiles).
Las cuentas de barro representaban objetos naturales particulares, como los diferentes bienes, animales o productos;
las que se utilizaban en un contexto particular expresan en su forma la clase, y por su número la cantidad, de los
bienes representados. En la contabilidad de animales, por ejemplo, una cuenta de cada clase particular representa
cada uno de los animales de las manadas. Cuando nacían otros animales, se añadía el número pertinente de cuentas;
cuando se perdían o sacrificaban, se sustraía el número apropiado de ellas. Asimismo, probablemente se movían las
cuentas de un estante a otro para indicar otros cambios, como cuando los animales se trasladaban de uno a otro
pastizal.
Muy pronto, en la Edad del Bronce, entre 3500 y 3100 a.c., se suscitaron cambios significativos en el sistema de
registro. En algún momento entre 3900 y 3400a.C. -etapa que los arqueólogos conocen como el periodo Antiguo a
Medio de Uruk- se dio un cambio en los patrones de población. De acuerdo con Adams (1981), alrededor de la mitad
de los habitantes del sur de Mesopotamia ahora vivían en asentamientos de por lo menos 10 hectáreas con una
población de poco más de 1000. Estos nuevos desarrollos dieron como resultado el surgimiento de ciudades con una
economía urbana, con raíces en el comercio. Posteriormente, la nueva economía debe de haber multiplicado las
exigencias que se hacían al sistema tradicional de registro. No sólo la producción, sino también los inventarios, los
embarques y los pagos de los salarios debían anotarse, y los mercaderes necesitaban conservar registros de sus
transacciones.
Cerca de 3500 a.c., las cuentas mismas sufrieron un cambio radical que se nota en la proliferación de marcas en sus
superficies; entre 3500 y 3200 a.C., también encontramos los primeros sobres de barro, objetos huecos y redondos
más o menos del tamaño de una pelota de tenis, que se usaban como recipientes para las cuentas. Anteriormente,
éstas se guardaban en lugares inseguros, ya fuera en pilas o en recipientes abiertos. Este periodo empieza a marcar
el deseo de los usuarios de separar las cuentas que representan transacciones diferentes. Tales cuentas estaban
guardadas en un pedazo de arcilla, en cuya superficie se rodaban uno o dos sellos cilíndricos para sellar el documento
y salvaguardar el contenido para su transportación. Tal como lo examinó Schmandt-Besserat (1978), Amiet indicó que
estas bulas de barro pueden haber servido como documentos de carga que, por ejemplo, acompañaban embarques
de mercancía de los centros de producción, en el campo, a los centros administrativos, en las ciudades.
En caso de disputas, el sobre podía romperse, aunque roto ya no había posibilidad de volver a utilizarlo, en virtud de
que no era posible seguir validando la transacción. Así que una nueva fase consistía en el marcado de los contenidos
del sobre en su superficie, ya fuera imprimiendo la forma de las cuentas mismas en el barro o mediante una copia
inscrita. Ya no era necesario abrir el sobre. En efecto, las cuentas en sí, como eran parte de un mecanismo de doble
registro, se volvieron superfluas en este contexto; se prescindió de ellas, y lo que habían sido sobres se aplanaron (si
bien seguían siendo un poco curvos) y se convirtieron en lo que los arqueólogos llaman textos económicos. Es de
importancia teórica observar, sin embargo, que en otro contexto las cuentas no fueron totalmente reemplazadas, de
manera que aún hoy en día los pastores en Irak utilizan guijarros para contar los animales en sus rebaños (Schmandt-
Besserat, 1978, 1982).

Los signos numéricos de los textos económicos. Los textos económicos estaban marcados tanto con caracteres
ideográficos como con signos numéricos; éstos se imprimían en el barro con tres tipos diferentes de estilos. Para los
caracteres ideográficos se utilizaba un estilo con una punta afilada. En los textos más antiguos, los caracteres se
inscribían con un estilo puntiagudo; éste fue reemplazado posteriormente por un estilo oblicuo, que imprimía las
"cabezas" de las líneas con más profundidad que las "colas", con lo que dejaban impresiones en forma de cuña (=
cuneÍ, de donde tenemos escritura cuneiforme). En contraste con esto, el dibujo de los signos numéricos comprendía
el uso de la serie completa de los diferentes tipos de estilos. Los signos numéricos se imprimían por regla general en
el barro con estilos redondos que venían en tamaños grandes y pequeños. De ordinario, las cantidades o unidades
menores de un sistema particular se imprimían con los estilos redondos más pequeños, en tanto que las cantidades o
unidades mayores se imprimían con el estilo redondo más grande. Además, los escribas utilizaban un estilo afilado (el

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mismo que se usaba para los caracteres) para dibujar trazos horizontales o verticales, o incluso puntos que algunos
signos numéricos requerían.
Contrariamente a la información numérica contenida en los textos económicos, que siempre se da de manera
completa, la información no numérica es sumamente breve. La escritura no era usada en toda su capacidad, sino más
bien como un medio para producir pies para alguien que estaba más o menos familiarizado con el contexto y sólo
necesitaba que se le recordaran los detalles particulares. Así que no hay ningún rastro de un sistema verbal en los
textos y ni siquiera una insinuación de relaciones sintácticas. Esta situación significa que actualmente la interpretación
de la información numérica es aún tentativa e incompleta; en particular, las indicaciones de los arqueó lagos sobre
cuáles objetos se cuentan, y sobre el contexto en el que se aplican diferentes expresiones numéricas, se han
restringido a categorías aproximadas, basadas en los caracteres más prominentes de las tablillas.
El sistema total de los signos numéricos y su uso son extremadamente complejos. Actualmente se ha identificado un
total de 60 signos numéricos diferentes. Al igual que las cuentas del periodo anterior a la escritura, estos signos son
tanto unidades de cuenta como de medida. Con cantidades pequeñas, el número de objetos se indica directamente
mediante la repetición del signo adecuado durante el mismo número de veces que el número de objetos naturales que
haya que representar. No obstante, y contrariamente a las cuentas de barro, los signos están sistemáticamente
subsumidos debajo de otros con un valor más alto cada vez que se alcanza una cantidad en particular; incluso en este
caso, empero, el patrón no es uniforme como explicaré.
Este juego de signos se usa de manera más o menos intercambiable en un total de (por lo menos) 10 sistemas de
signos numéricos que están organizados de una manera muy diferente entre sí; los arqueó lagos han identificado
cinco sistemas fundamentales y cinco derivados. Cada uno de estos sistemas es dependiente de su contexto en
cuanto que cada uno se usa para medir diferentes tipos de objetos; por ejemplo, uno mide objetos discretos, otro
objetos de consumo en masa, otro grano, etc. Además, cada uno de los sistemas fundamentales está organizado de
una manera diferente, en el sentido de que cada uno trabaja con un valor base diferente. Esta última característica
hace que los diversos sistemas no sean automáticamente conmensurables uno con el otro.
De los 60 signos numéricos identificados, por lo menos 52 se utilizaban en más de uno de los cinco sistemas
fundamentales de numeración (y de los otros cinco derivados). Por consiguiente, los signos numerales no tienen un
significado independiente del contexto; el valor de cada signo y la relación entre ellos difiere según sea el sistema en
que se utilicen. Por ejemplo, el significado de los dos signos más frecuentes, que a menudo se interpretan
erróneamente como uno y 10, depende del asunto al que se apliquen. Se hallan en una relación de uno a 10 cuando
miden objetos distintos, pero en una relación de uno a seis, cuando se trata del grano, y de uno a 10 cuando se miden
las áreas de superficie de tierra.
Para hacer las cosas todavía más complicadas, dentro de cada sistema fundamental de signos no existe
necesariamente el mismo valor base entre cualquiera de los dos signos numéricos consecutivos de ese sistema. No
obstante, en algunos sistemas la relación de tamaño entre signos consecutivos, aunque no es uniforme, puede
describrirse fácilmente con una regla; en algunos de los otros sistemas de signos, empero, es difícil abstraer dicha
regla (para mayores detalles acerca de estos sistemas numéricos, véase Damerow, 1988;
Damerow y Englund, 1986; Englund, en prensa).
Resumiendo, los cinco sistemas numéricos fundamentales identificados en los textos son: el sexagesimal, el
bisexagesimal, el SE, el GAN2y el EN.
El sistema sexagesimal se usó para objetos distintos de varios tipos; este sistema corresponde a la serie de palabras
para números del idioma sumerio, el cual, según se cree, debe de haber sido el idioma de los pueblos del sur de
Mesopotamia en la época de la invención de la escritura. Sin embargo, es difícil descifrar la relación exacta entre el
sistema numérico y las palabras número y, en particular, la dirección de la interpretación.
El sistema bisexagesimal es un segundo sistema de signos numéricos para los objetos distintos y concuerda con el
sistema sexagesimal hasta el signo con valor de 60. Ambos sistemas se usaron de forma completamente separada y,
después de unos cientos de años, el sistema bisexagesimal desapareció por completo de los textos económicos en
favor del sistema sexagesimal. Se cree que este sistema se usó para medir objetos particulares distintos, tales como
productos alimenticios de consumo masivo: pan (posiblemente), queso y cierto tipo de pescado.
El sistema SE designa medidas de grano. Las unidades más pequeñas de este sistema se forman como fracciones e
indican los tipos de pan de acuerdo con la cantidad de grano contenida en ellos. Este sistema se encuentra
únicamente en los textos más antiguos; en los más recientes, lo reemplaza otro sistema con una función muy similar,
cuya estructura aritmética se modificó, sin embargo, con cada una de las reformas en la medida del grano.
El sistema GAN2 designa las mediciones de campos; al igual que el sistema sexagesimal, éste se continuó utilizando
durante largo tiempo sin ningún cambio en su estructura aritmética. El sistema EN es el menos conocido de los
sistemas, y hasta ahora no se ha descifrado el significado de la clave secreta que designa su contexto de aplicación.

Implicaciones para la teoría psicológica:


desarrollo individual y cultural

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La interpretación de los datos por Damerow. Este estudio histórico ha sacado a la luz al parecer dos estadios distintos
en el desarrollo cultural del concepto de número entre los babilonios: el primero comprende las operaciones
aritméticas del periodo anterior a la escritura, como se demostró con las cuentas de barro; y el segundo abarca las
operaciones aritméticas descubiertas gracias al descifre de los textos económicos arcaicos. Tiene cierto interés teórico
intentar comparar estos estadios con los descubiertos hasta ahora en el desarrollo del número en otras culturas, o en
los niños, y también destacar los factores que deben de haber dado origen a este cambio conceptual.
Como observa Damerow, la representación anterior a la escritura de las cantidades mediante un número
correspondiente de cuentas manifiesta características asociadas con el concepto de número en culturas "primitivas"
contemporáneas. "[Ello] muestra los mismos lazos con los contextos concretos particulares de la aplicación y la
acción..., especialmente por medio de la representación simultánea de la cantidad y la calidad" (Damerow, 1988,p.
148). En particular, está vinculado al uso concreto de cuentas de barro como medios auxiliares, y todas las
operaciones aritméticas se conducen exclusivamente por medio de las mismas. El resultado es que pueden aplicarse
únicamente a cantidades limitadas, así como a una parte restringida de la vida humana, como se evidencia con el
conjunto de cuentas de barro del que disponemos.
De acuerdo con la teoría constructivista epigenética de Piaget, Damerow sostiene que la génesis de la representación
de cantidades mediante una correspondencia parte por parte no requiere como requisito previo ninguna habilidad
cognitiva de naturaleza específicamente aritmética; sólo requiere el manejo adecuado de la función del símbolo (es
decir, de la capacidad para adscribir un significado simbólico a un objeto, como hacer que una cuenta de barro
represente a una "oveja"), que se desarrolla en los primeros años de la vida de un niño y se encuentra asimismo en
las culturas más tempranas. Afirma también que el requisito previo esencial para el concepto de número debe de
haber surgido en el proceso de emplear por extenso una técnica de correspondencia parte por parte. Para decirlo en
sus propias palabras: "apenas se puede evitar la apremiante conclusión de que una técnica tal de la construcción
intelectual de correspondencia debe haber producido, como resultado de la reflexión, un equivalente a la conservación
de la cantidad definida ontogenéticamente por Piaget" (Damerow, 1988, p. 149).
No obstante, su concordancia con la teoría de Piaget termina aquí. Según Piaget, la consecución de esta abstracción
(la comprensión de la conservación de la cantidad) lleva consigo el logro más o menos simultáneo de una gama
completa de otros elementos estructurales que se asocian necesariamente con un concepto abstracto de número.
Damerow sostiene que aun después de que se ha llevado a cabo esta abstracción inicial, no existe ninguna razón
para asumir la presencia de todos los demás elementos estructurales que, en suma, constituirían un concepto de
número completamente desarrollado. Como prueba, presenta el hecho de que el segundo estadio en la evolución
cultural que ahora examinamos, y que se estabiliza con el uso de los textos económicos arcaicos, parece ser un
estadio intermedio entre la ausencia y la presencia completa del concepto de número.
Como vimos con anterioridad, los signos numéricos de los textos arcaicos están organizados en sistemas
extremadamente complejos que pueden usarse para medir grandes cantidades. No obstante, estos signos no poseen
ningún significado independiente del contexto. El contexto concreto de aplicación determina cómo habrán de
interpretarse los signos, lo mismo que determina la cantidad de operaciones aritméticas que se les pueden aplicar
antes de cambiarlos a un signo de un valor mayor o menor. Así, por una parte, el sistema aritmético que los textos han
dado a conocer parece haber avanzado más allá del nivel de un sistema numérico primitivo. Por otra parte, todavía no
posee el concepto abstracto de número, sin el que no se puede hablar de un concepto numérico completamente
desarrollado en el sentido piagetiano del término. Este sistema, razona Damerow, se encuentra en un estadio en
algún punto entre los dos y "representa un eslabón perdido en la evolución cultural desde la protoaritmética al
concepto de número, a la vez que proporciona [pruebas] de que este proceso no muestra el carácter sincrónico del
surgimiento de los diversos elementos estructurales del concepto de número, que podemos observar en el desarrollo
ontogenético y en el que C. fundó Piaget su concepción epigenética" (Damerow,1988, p. 150).
Además, Damerow afirma que el ímpetu real para la transición a un sistema semiabstracto de signos numéricos en los
textos arcaicos lo dio el cambio en el medio de representación. Éste, que consta de inscripciones en las superficies de
tablillas de barro parcialmente aplanadas, fue un producto derivado de la invención de la escritura. Esto llevó a
cambios relativamente rápidos e importantes en el sistema original de registro, que han permanecido inalterados a lo
largo de varios milenios. Por tanto, no existe ninguna razón para pensar que esta transición estuvo precedida por un
cambio en la estructura cognitiva o por una mayor técnica aritmética. Más bien, fue causada, o por lo menos facilitada,
por el surgimiento de un medio de representación más rico y más flexible; y tal cambio cultural se dio, a su vez, dentro
de un cambio global en la organización social, en particular la organización socioeconómica, que marcó una
modificación a partir de una forma de vida agrícola a una urbana. Este viraje en el medio de representación no puede
ser percibido, entonces, como algo secundario o derivado, ni como algo que solamente refleja una expansión de las
capacidades cognitivas; más bien, desencadenó efectos cognitivos de larga duración, que se reflejan en las
complejidades de los sistemas de signos numéricos que contribuyó a generar.

Algunas reflexiones críticas. Encuentro muy convincente la extensa caracterización de Damerow de la transición a
partir del uso de cuentas de barro a los textos arcaicos como algo mediado culturalmente; sin embargo, sus
caracterizaciones más detalladas sobre la significación cognitiva de cada estadio me convencen mucho menos. Una

5
tensión subyacente importante en su artículo proviene del hecho de que utiliza una aproximación fundada en
cuestiones culturales para llevar a cabo una ruptura parcial con ciertos argumentos de Piaget. Con todo, no está
dispuesto a romper de manera completa con el marco de Piaget, tal como la lógica de su propia posición debió
haberlo llevado a hacer. Siguiendo a Piaget, Damerow afirma que el surgimiento del uso de cuentas de barro podría
haberse dado sin que existiera ningún concepto numérico específico, y que en lugar de esto requería nada más una
capacidad "simbólica". Por otro lado, indica que el desarrollo clave dentro de este primer estadio (la etapa marcada
por el uso de cuentas de barro) es el desarrollo del concepto de conservación de la cantidad (o "un equivalente del
concepto de cantidad"). Estas dos afirmaciones, supuestos en realidad, me parecen gratuitas y nada convincentes.
Me parece más plausible desde el punto de vista teórico, y por lo menos tan bien apoyado por las pruebas empíricas,
asumir que el uso de las cuentas de barro requirió desde el principio la presencia de por lo menos algunos conceptos
numéricos amorfos, y que éstos se refinaron posteriormente y cristalizaron en el curso del desarrollo posterior. Por
otra parte, el uso de las cuentas de barro como tal parece indicar la presencia, por lo menos en forma limitada, de un
concepto de conservación de la cantidad.2 Aquí debemos proceder con cautela, en virtud de que Damerow no deja
perfectamente en claro a qué se refiere cuando habla de "un equivalente de la conservación de la cantidad". La
estructura general de su argumento, sin embargo, implica una forma un tanto menos exigente de concebir este
concepto que la definición estándar de Piaget, que requiere que los niños hayan obtenido una idea abstracta e
invariable de número, como se manifiesta en el hecho de que han aprehendido que no son pertinentes las
transformaciones perceptuales-espaciales (por ejemplo, la longitud o la densidad). Lo que Damerow parece tener en
mente cuando hace referencia a "un equivalente del [concepto de] conservación de la cantidad", cuando menos ésta
es la única interpretación inteligible para mí, es una comprensión de los elementos rudimentarios del concepto mismo
de cantidad, que incluye un reconocimiento de la estabilidad de las cantidades en el tiempo o cuando los ítemes
individuales se mueven o transfieren.
Suponiendo que éste sea el caso, podemos seguir a Damerow en ese punto más lejos de lo que él querría seguir. Yo
diría que el primer uso de las cuentas de barro debe de haber implicado la presencia de un concepto limitado de la
cantidad y, en el sentido débil denotado por Damerow, de "la conservación de la cantidad". En efecto, el uso del
esquema de las cuentas de barro por adultos en conexión con sus preocupaciones concretas cotidianas es
incomprensible de otra manera; concedido esto, tendríamos aquí lo que he llamado una versión limitada del concepto
de cantidad; y lo que la hace limitada (o, se podría decir, primitiva o sin desarrollar) es en realidad que se relaciona tan
íntimamente con la función simbólica. Así, una cuenta de barro reemplaza de una manera estable no sólo un único
tipo de objeto sino, en particular, un único objeto de dicha clase. Por eso, parecería que la unidad de cantidad que
representa una cuenta está en el lugar de la unidad "natural" (más pequeña), en la que ese objeto existe en el mundo.
La idea de cantidad que supongo para este estadio implicaría por consiguiente aceptar un objeto natural como algo
"dado" cuantitativo. (Incidentalmente, si esto es correcto, se deduciría quizá que, por lo menos en el inicio de este
estadio, las cuentas de barro representarían únicamente objetos distintos pero no continuos.) No obstante, el uso de
las cuentas permite la representación de colecciones de objetos "naturales", lo que parece ser su punto principal. La
representación de una multitud de objetos se logra acumulando tantos objetos simbólicos como objetos "naturales"
existan para ser contados; las cuentas pueden retener su valor en forma independiente del movimiento o transferencia
de los objetos "naturales". La fijeza de los montones de cuentas, pese a los cambios que carecen de pertinencia
cuantitativa en los elementos que representan, y la capacidad para transferir las cuentas sin inconvenientes de un
montón a otro, indicarían los primeros estadios de un concepto de conservación de la cantidad.
Ahora podemos llevar un paso más adelante otro aspecto del argumento de Damerow: después de haber puesto de
relieve la significación de los medios disponibles de representación para el desarrollo cognitivo, Damerow podría
haber llevado las implicaciones de esta perspectiva mucho más allá. Por ejemplo, yo adelantaría la idea de que lo que
2
En este caso lo que aquí indico proviene de un asunto más amplio, que es demasiado complejo como para
desarrollarlo en detalle en este artículo. Las teorías sobre el desarrollo cognitivo tienden a menudo a dar por sentado
de manera explícita o implícita que el desarrollo de la cognición sigue una especie de modelo de piezas para armar,
en el que cada pieza se añade a la precedente. Así; el desarrollo parece comprender la acumulación gradual de
diferentes capacidades cognitivas. Esta fantasía teórica me parece bastante errónea, entre otras cosas porque
oscurece el hecho de que, como ha insistido constantemente Piaget, una estructura cognitiva siempre comprende un
sistema integrado de relaciones cognitivas. Esto indica que una capacidad cognitiva, en vez de surgir de la nada, está
presente, de inicio, de una manera amaría, que tiene después que cristalizarse y refinarse por medio (del aprendizaje
y) del desarrollo. Sin embargo, a pesar de que la lógica de la posición de Piaget apunta más allá de la propuesta de
piezas para armar, aun él no siempre se ha librado completamente de la misma (y esto es aún más cierto en muchos
de sus seguidores), en parte porque hace hincapié en la naturaleza necesariamente sistémica de una capacidad
cognitiva, una vez que se ha conseguido; pero no siempre habla del proceso de su consecución como si implicara una
estructura sistémica en desarrollo. En este contexto, deberíamos ser más consistentemente piagetianos que Piaget.
(He estado tratando de resolver este asunto de manera más exhaustiva, empezando por mi tesis; véase, por ejemplo,
Nicolopoulou, 1984.) Cuando nos ocupamos del problema de la mediación cultural, por otra parte, necesitamos ir más
allá de Piaget.

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se encuentra detrás del surgimiento del primer estadio, lo mismo que del segundo, es el descubrimiento de un medio
de representación más rico y poderoso. En el caso de las cuentas de barro, el impulso decisivo parece haber sido el
descubrimiento de la posibilidad de usar una correspondencia simbólica parte por parte entre un objeto en miniatura y
un objeto "natural"; con base en esto, se podría crear un conjunto de objetos en miniatura con los que se podría
maniobrar para simbolizar diferentes operaciones aritméticas haciendo representaciones y, en particular, para tratar
con los problemas prácticos relativos a la cantidad. Como he afirmado más arriba, esto no requiere que se suponga
que una idea de cantidad se abstrajo sólo después, a partir de las aplicaciones repetidas de la técnica de
correspondencia parte por parte. Más bien, al parecer es probable que la aparición de las cuentas de barro, que marca
el comienzo de este estadio cultural, debe de haber estado dirigido a la solución de problemas prácticos relativos a la
cantidad que ya habían sido oscuramente aprehendidos. No obstante, la disponibilidad de un medio nuevo habría
permitido que el concepto de número y las operaciones aritméticas que aquél puede respaldar se cristalizaran en un
grado anteriormente imposible; ello abriría todo un nuevo campo de posibilidades.
Aun así, me gustaría mencionar que la caracterización de Piaget del desarrollo de la conservación de la cantidad en
los niños a partir de las aplicaciones repetidas de la correspondencia parte por parte podría ser todavía una forma
apropiada de describir el desarrollo individual en la cultura occidental contemporánea, por ejemplo. No obstante, me
apresuraría a añadir que esta pauta de desarrollo probablemente atestigua la formación del pensamiento del niño
hacia un concepto de número abstracto propio del adulto. Desafortunadamente, Piaget pasa por alto los conceptos de
mediación que provienen de la cultura de los adultos, y que transmiten padres, maestros y hasta los
experimentadores, e interpreta erróneamente todo el desarrollo como epigenético. Sin embargo, el niño individual no
se encuentra en la posición de crear un mundo conceptual a partir de la nada; el niño no interacciona únicamente con
su ambiente físico, sino que también trata en parte de apropiarse de los recursos conceptuales de un mundo cultural
preexistente. Sin embargo, en la evolución cultural el cambio que intentamos explicar es el de la creación y no el de
apropiación de un concepto (véase Scribner, 1985, para algún comentario sobre esta distinción). De este modo, quizá
paradójicamente, surge el proceso del desarrollo cognitivo en una forma "más pura" en el contexto del desarrollo
histórico que en el caso del desarrollo individual.

Otras direcciones posibles. Por último, quisiera indicar, un tanto especulativamente, otras direcciones posibles en las
que se podrían desarrollar las líneas de la tesis iniciada por Damerow. Así, para regresar a una de sus opiniones
centrales, uno de los fenómenos que la consideración del desarrollo histórico manifiesta con particular claridad es el
efecto de los diferentes medios de representación sobre las estructuras cognitivas. Permítaseme asumir por el
momento que la reinterpretación del primer estadio que he señalado es correcta. A partir de tal idea, ahora
consideraré brevemente cómo los medios utilizados en los diferentes estadios de la representación numérica podrían
haber ofrecido diferentes conjuntos de posibilidades e impuesto diferentes grupos de restricciones sobre las
estructuras cognitivas que ayudaron a generar y dar forma.
Al caracterizar estos estadios, Damerow adapta la distinción de Aebli entre la representación primaria y secundaria
(Damerow, 1988, pp. 129-130). El empleo de cuentas de barro para representar números y llevar a cabo operaciones
aritméticas comprende el uso de representaciones primarias, que coordinan la acción y la cognición de manera
directa. Los símbolos utilizados acentúan el aspecto cuantitativo de los objetos, al tiempo que retienen algunas
características cualitativas mínimas, puesto que representan objetos específicos en el mundo concreto. Podríamos
decir que dicha esquematización de los objetos ayuda a producir un mundo en miniatura, un microcosmos, que crea
su propio espacio de operación permitiendo la realización de acciones concretas de significado aritmético
directamente sobre los objetos simbólicos; manejar los símbolos es más fácil que manejar objetos naturales, y su
propósito primordiales mantener un registro en un microcosmos de los cambios que ocurren en el macrocosmos (es
decir, el "mundo real").
El hecho de que este sistema de representación esté unido tan cercanamente con la reproducción simbólica directa de
los objetos "naturales" tiene una implicación cuya importancia potencial en la limitación del desarrollo de la abstracción
vale la pena considerar, a saber, que cualesquiera cambios efectuados en la distribución o la disposición de las
cuentas de barro eliminaría todo el registro del estado previo. Es decir, el medio en el que se registraron tales cambios
no fomentaría la abstracción a partir del carácter fugaz y cambiante de las cantidades concretas, en virtud de que los
estados previos no reciben el tipo de representación estable que dejaría un margen para la reflexión simultánea sobre
los estados previos y los estados finales. Ahora bien, la adición y la sustracción son operaciones que pueden ser
comprendidas en un nivel relativamente concreto, al que dicho medio puede, por consiguiente, representar
medianamente bien. Sin embargo, la comprensión de la multiplicación y la división requiere un mayor grado de
yuxtaposición consciente de dos estados temporalmente separados, lo que se hace difícil por las limitaciones del
medio de representación. Por este motivo, yo esperaría que el uso de las cuentas de barro acrecentó la realidad
psicológica de las operaciones de adición y sustracción, pero que no fomentó un entendimiento de la multiplicación y
la división más allá de un nivel rudimentario. Vale la pena echar un vistazo a esta posibilidad.
También vale la pena mencionar que el aspecto de este modelo de representación que he puesto de relieve (su
debilidad para "fijar" o estabilizar diferentes estados de manera que puedan compararse conveniente y precisamente)
es también un elemento decisivo que distingue un modo de comunicación oral de uno escrito. Sospecho que sería útil

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relacionar las investigaciones de Damerow con el cuerpo de trabajo que ha examinado las implicaciones cognitivas de
las culturas orales y el impacto transformador del alfabetismo (cf. Goody, 1977, 1987).
Entre paréntesis, algunas de las indicaciones de Goody podrían arrojar luz sobre la cuestión de la impresionante
continuidad histórica de cada uno de estos sistemas de representación, en especial del que se basa en las cuentas de
barro. El sistema de las cuentas de barro, se recordará, permaneció esencialmente sin cambios por al menos cinco
milenios, y es posible que incluso más (véase Schmandt-Besserat, 1978,pp. 6-9). Una vez que el sistema de los textos
arcaicos surgió, quizá permaneció relativamente estable durante alrededor de un milenio (esto es lo que deduzco a
partir de Damerow, 1988,p. 151). Las pruebas disponibles no nos permiten estar completamente ciertos acerca de las
fechas, pero revelan que: 1.la longevidad del sistema de los textos arcaicos fue impresionante; pero 2. mostró, de
manera considerable, menos estabilidad que el sistema de las cuentas de barro, y 3. mientras el sistema fundamental
de los textos arcaicos permaneció estable durante un largo periodo, mostró un desarrollo interno mayor en sus
detalles que el sistema de las cuentas de barro. Goody afirma que existe una tendencia sistemática en las culturas
orales hacia la homeostasis (Goody, 1977); si ello es así, entonces la similitud estructural entre el sistema de
representación de las cuentas de barro y la comunicación oral podría hacer que su tendencia hacia la continuidad
fuera parte de esta tendencia más general. Por lo menos, este paralelismo podría indicar algunas pistas con miras a
una explicación. Al mismo tiempo, por supuesto, este factor sería, cuando más, uno entre muchos. También
necesitaríamos reconstruir, por ejemplo, el papel sociopolítico que pudieron haber tenido las prácticas que implicaban
el uso de cada medio, y la posición e intereses de los estratos que se sirvieron de ellas y las controlaron
(consideraciones que, por cierto, también fueron destacadas por Goody (1986) y que además nos llevarían de regreso
a argumentos más fundamentales como los de Weber, 1978). Sin embargo, actualmente estas especulaciones
señalan, antes que nada, que no sabemos, y necesitamos investigar, más de lo que ellas esbozan, las líneas
específicas que deberían seguir nuestras indagaciones. A pesar del más bien glacial ritmo de cambio, empero, la
narración histórica sigue siendo, una historia de desarrollo lo mismo que de estabilidad, y las cuestiones clave
apuntadas por Damerow se interesan en la manera en que deberíamos entender dicho proceso de desarrollo. Aquí,
como ha implicado la línea completa de análisis de este artículo, el reto es la aprehensión de la conexión entre dos
fenómenos distintos, si bien presumiblemente interconectados: los cambios cognitivos generados por un cambio en el
medio de representación; y los cambios cognitivos que podríamos esperar que surgieran con el paso del tiempo a
partir del uso de un medio determinado. Empecemos con la segunda cuestión.
Debatí con anterioridad contra la indicación de Darrerow de que el avance cognitivo clave producido por el uso de las
cuentas de barro habría sido el surgimiento de un concepto "equivalente" al de la conservación de la cantidad. Sin
embargo, al hacer eso, no trataré de traer a colación el punto más general de que el uso del medio durante un largo
periodo podría de igual forma haber generado alguna presión para el avance cognitivo, particularmente en la
capacidad de abstracción; esto me parece plausible. La cuestión es de qué tipo de avance cognitivo se trataba. Aparte
de las objeciones específicas que presenté contra la formulación de Damerow, propuse, y quisiera recalcarlo aquí, un
criterio interpretativo más general: el tipo de cambio cognitivo que yo esperaría que descubriéramos dentro de este
estadio comprendería muy probablemente, no la consecución de conceptos genuinamente nuevos, sino más bien el
refinamiento y cristalización de conceptos ya presentes en un estado amorfo. O, para replantear este punto en
términos más generales, dentro de un marco más amplio: cada "estadio" numérico, como hemos visto, está definido
por su sistema específico de representación numérica, que a su vez se halla unido a un medio particular de
representación. Yo propondría que, una vez que un estadio determinado se inicia por la invención de un nuevo medio
de representación, el desarrollo de las estructuras cognitivas dentro de dicho estadio es al parecer fundamentalmente
"continuo"; implicaría en un grado considerable la manifestación de las posibilidades estructurales ya inherentes en el
medio. No obstante, la discontinuidad en las estructuras cognitivas que comprendieran por ejemplo la consecución de
conceptos genuinamente nuevos, requeriría el efecto de una interrupción exterior, o, más crucialmente, de un cambio
en el medio de representación (véase Luria, 1977, para un estudio análogo en el plano individual).
Al mismo tiempo, sería necesario que los desarrollos más "continuos" dentro de un estadio dado prepararan el camino
para las interrupciones más discontinuas asociadas con el surgimiento de un nuevo medio de representación.
Permítaseme hacer una indicación acerca de la forma como esto podría ser el caso con los sistemas numéricos
babilonios.
En mi caracterización tentativa de la etapa de las cuentas de barro llegué a la conclusión de que probablemente
implicó un refinamiento y una cristalización gradual del concepto amorfo de cantidad que originalmente estaba
presente. Esta tendencia iría acompañada, de modo que se reforzaran mutuamente, de un esfuerzo por abarcar una
mayor variedad de situaciones en las diferentes operaciones aritméticas. Tal esfuerzo parece haber incluido la
extensión de la técnica de representación con cuentas de barro a más objetos de la vida económica (cf. Schmandt-
Besserat, 1978). Hasta ahora, lo que parece estar implicado es principalmente la extensión cuantitativa de una técnica
existente; no obstante, hay razones para pensar que podría haber comprendido una forma de diferenciación
cualitativa. Afirmo esto con base en la situación informada por Goody (1977) entre el LoDagaa y el norte de Ghana.
Utilizaron diferentes procedimientos para contar diversos tipos de objetos; en particular, agruparon objetos distintos en
conjuntos de tamaños diferentes y les pareció entretenido cuando él intentó contarlos uno por uno de manera
laboriosa. Así pues, es posible que el uso extensivo de la técnica de correspondencia parte por parte en la antigua

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Sumeria pudiera también haber originado una tendencia para ir más allá de la unidad "natural" de un objeto dado y
agrupar los objetos en unidades múltiples. De cualquier manera, un movimiento tal significaría solamente un grado de
abstracción limitado, ya que los agrupamientos de operaciones de este tipo no son independientes del contenido ni del
contexto; además, se requirió un nuevo medio de representación antes que estas operaciones pudieran expresarse en
el sistema representacional.
El surgimiento de los textos arcaicos significó un avance enorme en la complejidad y flexibilidad del sistema de
representación numérica. Un cambio importante fue la aparición de signos de orden superior que estaban ausentes
desde luego del sistema de las cuentas de barro. Las bases para los diferentes signos de valor superior nos parecen
arbitrarios en esta fase de la investigación; sin embargo, es posible que expresen los diversos procedimientos para
contar que habían comenzado a desarrollarse durante el estadio de las cuentas de barro para tratar con distintos tipos
de objetos. Esto podría explicar las complicadas variaciones de base que encontramos entre los diferentes sistemas
de signos y en el seno de los mismos. De ser así, esto podría concordar con la aproximación general que esbocé más
arriba para la interpretación de la estructura cognitiva del primer estadio. Si la idea de cantidad estaba ligada
originalmente de manera directa a objetos naturales concretos, de manera que la unidad "natural" fuera la "base"
original del sistema, entonces el siguiente nivel de generalidad comprendería la agrupación de los objetos de maneras
que estaban todavía intensamente relacionadas con los contextos de la actividad práctica. Lo que se desarrollaría
durante el primer estadio sería una creciente necesidad cognitiva, por así decirlo, de un sistema de representación
que pudiera encarnar dichos agrupamientos. (Esto podría implicar, por supuesto, no sólo un proceso de "aprendizaje"
inducido por el uso del sistema numérico mismo, sino también nuevas necesidades generadas por los cambios en la
economía y la estructura social, etc.) No obstante, se requería un cambio en el medio de representación para el
significativo avance hacia el nuevo sistema. Este último estaba, así, en un nivel de generalidad intermedio: más
abstraído de la unidad "natural" que el sistema de las cuentas de barro, pero no completamente libre de éste, en vista
de que estaba todavía fuertemente unido a los objetos concretos y al uso de los mismos, aunque en un nivel más
completo.
El nuevo sistema era, no obstante, no sólo más poderoso cognitivamente, sino también potencialmente más dinámico,
aunque hay que recordar que seguimos hablando en términos relativos. Esto se debió en parte al cambio, en la
terminología de Aebli y Damerow, hacia un sistema de representaciones secundarias, que coordina la acción y la
cognición de manera indirecta, lo que permite un considerable incremento en la abstracción. Por otro lado, otra
implicación fundamental de la introducción de la escritura, y del sistema de los textos arcaicos en particular, fue que
ahora era posible estabilizar los registros de las cantidades en momentos diferentes y representar los sucesos físicos
y económicos que los afectan. Ya he indicado por qué los cambios de este tipo debieron haber tenido un impacto en la
comprensión aritmética. Además, la posibilidad de representar y comparar los estados secuenciales finales producidos
por cambios cuantitativos debió haber hecho más visibles los procesos implicados en las operaciones aritméticas; y
esto, a su vez, habría facilitado por lo menos el esfuerzo para reflexionar sobre estas operaciones como procesos
recurrentes y para formalizar las reglas implícitas en ellos. La facultad para formalizar las reglas de transformación y
para considerarlas explícitamente es, por supuesto, el primer paso hacia pensar en cambiarlas de modo deliberado.
Actualmente, sin embargo, las demostraciones sobre las tendencias del desarrollo cognitivo durante el estadio de los
textos arcaicos son por fuerza especulativas; el refinamiento de nuestras propias preguntas dependerá de la
información producida por el examen posterior de los textos mismos.
Para finalizar, vale la pena destacar la aseveración de Damerow de que los estudios históricos de las estructuras
cognitivas son necesarios para la psicología del desarrollo a fin de evaluar sus diversas teorías. Éste es el caso
porque la psicología del desarrollo trata de explicar el cambio, el cual requiere una perspectiva que comprenda tanto el
desarrollo individual como el histórico. Si nos limitamos al estudio del desarrollo individual, no podremos nunca
capturar de manera convincente la forma en que los resultabas finales del desarrollo individual no están moldeados de
manera universal, sino culturalmente, hecho que los estudios históricos colocan de inmediato en el centro de atención
adecuado. A este respecto, el trabajo de Damerow extiende el uso que hace Vygotsky de los estudios
etnopsicológicos y de manera bastante afortunada convierte el desarrollo de las estructuras cognitivas en su objeto de
estudio apropiado. Mediante el contraste, este marco resalta las limitaciones del trabajo que se restringe tan sólo al
estudio del desarrollo individual; los temas que se dedican al desarrollo cognitivo del individuo necesitan integrarse
eficazmente con los que se ocupan de las cuestiones que surgen en el plano del cambio histórico. Damerow y sus
colegas han llevado a cabo un noble esfuerzo por ensanchar los horizontes de la investigación psicológica y por
demostrar cuán indispensable es aproximarse de una forma histórica y comparativa al realizar indagaciones
psicológicas.

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