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Hadot llama la concien importancia del instante presente tiempo y Oni- co lugar sobre el que tenemos influencia en la inmensi- de vida dad de los tiempos y de los espacios de los que forme- fan Pierre Hadot La filosofia como forma de vida Conyersaciones con ‘mos parte- es vivir cada hora como si fuera la dltima, pero también la primera, como si mirasemos este mun- do «ingenuamente» por primera vez. Y la conciencia de pertenecer al mundo es también la inseripcién en la comunidad de los hombres, con todos los deberes que de ello se derivan, 4Se dira que Pierre Hadot ha cedido a su vez a la tentacién de constrir un sistema impeco- ble? De ningin modo. Estén ausentes del presente volu- men toda metafisica, e incluso toda ontologia. Antaiio Platén intenté probarnos racionalmente que la virlud es ROE RCN) més ventajosa que el vicio, que tenemos que hacer el bien por nuestro propio interés. No hay nada de todo aqui, No-se nos prueba nada. No se nos promete la felicidad. Se nos dice solamente que tanto hoy como en tiempos de Sécrates, o de Marco Aurelio, algun principios qué guioron la vida cotidiana de estos fil6so- fos podrian producir también para nosotros una vida ie! més consciente, més racional, més abierta a los otros Jeannie Carlier y y ala inmensided del mundo» JEANNIE CARLIER Arnold I. Davidson ISBN: 978-24. ‘ yu 6r IX room 788493'6540 LA FILOSOFIA COMO FORMA DE VIDA CONVERSACIONES GON JEANNIE CARLIER Y ARNOLD I. DAVIDSON ALPHA, BET & GIMMEL 1s PIERRE HADOT LA FILOSOFIA COMO FORMA DE VIDA CONVERSACIONES CON JEANNIE CARLIER YY ARNOLD TF. DAVIDSON, ‘Traduceién de Maria Cucurella Miquel TAX (OQ ALPHA DECAY Introduccion _ueerere oe , De Sderates a Foucault. Una tna tradicién INDICE En las faldas de la Iglesia Investigador, docente, filésofo El discurso filosdfico -...... Interpretacion, objetividad y contrasentido Experiencia unitiva y vida filosdfiea .. El discurso filoséfico como ejercicio espiritual . La filosofia como vida y como biisqueda de la sabiduria élnaceptable? : ‘Tan sélo el presente es nuestra felicidad - 19 59 89 101 121 137 11 . 183 . 215 239 INTRODUCCION Cambiar la vida, Cambiar, por lo menos, una vida. Po- cos libros tienen este efecto. Eso es, sin embargo, lo qui cribié a Pierre Hadot un joven americano, historiador y de ningiin modo fildsofo, después de haber leido la traduc- cidn inglesa de : «..fui invadido por una angustia a la vez terrorifica y deliciosa, provocada por el sentimiento de Ja presencia del mundo, o del Todo, y de yo mismo en este mundo» (p. 25). «Creo que soy filésofo desde entonces>, dice Pierre Hadot unos sesenta afios mas tarde. Asi pues, no esperd a encontrarse con los fildsofos antiguos (prime- ro conocid el tomismo, filosofia sistematica donde las haya) para aprender que la filosofia no es una construccién de sistema, sino una experiencia vivida. Hoy, Pierre Hadot identifica el «sentimiento oceanico» de Romain Rolland con la «mistica salvaje» de Michel Hulin, de la que habla varias veces aquis,y, ala mistica de la negacion, de la supre- sién, que tanto le habia fascinado de Plotino en su edad madura (aphele panta, , ejer- Cicios de «cémo pensar». Para los antiguos, la filosofia es ante todo una manera de vivir; por es0 llamaron fildsofos a los cinieos, que no tenian ningiin discurso teérico, 0 in- cluso a personajes de todo tipo, a mujeres, ciudadanos de apie, hombres politicos, que no eseribieron ni enseiiaban La filosofa como forma de vida 13 nada, pero que vivian como filosofos: y los antiguos admi- raban a Sécrates por su vida y por su muerte, més que por su doctrina, no eserita y enseguida acaparada y modifica- da por aquellos que se sirvieron de su nombre. Pierre Ha- dot da aqu{ algunas indicaciones breves sobre los resurgi- mientos de aquel tema mis alli de la Edad Media cristiana, Subraya también la tentacién, para todo filéso- fo, de creer que filosofar es construir un discurso tebrico impecable y preferiblemente nuevo. «La construccién. ms 0 menos habil de un edificio conceptual se converti- ren un fin en si mismo» (p. 94), «el fildsofo siempre tiende a contentarse eon su discurso» (p. 196). Este decli- ve es singularmente acuciante en un pais donde la diser- taci6n filoséfica es para muchos oficios honorables un primer sésamo. La interpretacién que Pierre Hadot da del texto de Platén sobre el ejercicio de la muerte, actualmente lastra- da por una larga frecuentacién de los textos antiguos, ya sean de tradicién platénica o estoica, se aparta radical- mente de toda fascinacién por la muerte, tanto del meraen- 10 mori cristiano como de cualquier exégesis que dijera que la muerte es preferible a la vida, Ejercitarse en morir, dice Pierre Hadot, es ejercitarse en vivir verdaderamente, es decir, en superar «el yo parcial y una «visién desde lo alto», a una «perspectiva univ ional», el Este triple tema, que en el fondo no es sino un tinico tema, es como un /eitmoric que retomdin cesar en el curso de estas conversaciones, ya que encuentra aplicacién a todos los niveles, en todas ja situaciones de la vida, para todos Jos hermanos humanos. Superar el yo «parcial y pasional» es, ante todo, tomar conciencia de nuestra pertenencia a la comunidad humana y de la necesidad para nosotros de te- ner siempre a la vista, en nuestra accién, el bien'de esta koinonia. Pierre Hadot no tiene ninguna dificultad en mostrar, después de otros, la importancia de este tema no s6lo en el discurso de la filosofia antigua, sino también.en 4 Pierre Hadot la practica de los filésofos, de Sdcrates a Plotino, y de to- dos aquellos que, sin ser filésofos «profesionales», se ins- piraron entonces en sus preceptos. éSabiamos que los Es- cévola, adeptos del estoicismo, se mostraron magistrados, integros, y que Mucio Bseévola, gobernador de provincia, no s6lo no se llené los bolsillos segiin el uso, sino que se pagaba los viajes con su dinero y exigia la misma integri- dad a sus subordinados? EQue Marco Aurelio, emperador estoico, responsable de millones de sujetos, habiéndose enterado de la muerte de unos nits trapecistas, se tomé la molestia de orcenar que aquellos ejercicios fueran prote- gidos con redes a partir de entonces? 2Que, defendiendo Jas fronteras romanas contra los sérmatas, en alguna parte en los Baleanes, se pregunté por la legitimidad de aquella guerra? Estos principios y estos ejemplos serian atiles en Ja democracia de hoy sin necesidad de someterlos a «ac- tualizacién» alguna. Para Pierre Hadot, siguiendo a los antiguos, y particu- larmente a Arisiételes, aquella regla, la superacién del «yo parcial y pasional>, la «mirada desde lo alto», la «perspecti- va universal>, se impone también al sabio: «Quien estudia un texto 0 mierobios o las estrellas ha de deshacerse de su subjetividad> (p, 108), Panto en la préctica de la democra- cia como en el abajo cientifico, chay que deshacerse de la parcialidad del yo individual y apasionado para elevarse a Ja universalidad del yo racional», En esta ocasién, Pierre Hadot arremete contra la idea, tan de moda, de que todos los discursos son validos, de que todas las exégesis son igualmente subjetivas, y de que es imposible no sélo al- canzar la objetividad, sino siquiera esforzarse por alean- zarla, Pero no ros equivoquemos. Tratandose de un histo- riador, particularmente de un historiador de la filosofia, situarse en una perspectiva universal no significa en modo alguno que se interpreten los textos como si escapasen al tiempo, al lugar, ala sociedad en la que han sido produci- dos: Pierre Hadot explica el camino que le hizo pasar de La filosofia como forma de vida 1s una concepcién intemporal y at6pica del discurso filos6fi- co, que l considera demasiado extendida, a una pereep- cin precisa de su inscripcién en la historia (pp. 200-202), Para los antiguos, esta superacién de si mismo, esta perspectiva universal no solamente concierne al sabio y al politico, sino a todo el género humano: los griegos fueron los primeros en concebir la unidad de la comunidad hu- ‘mana, incluidos los eselavos, en proclamarse «ciudadanos del mundo». Al ser interrogado sobre el sentido de aque- Ila eperspectiva universal» y sobre la relacién con la «ley sal» de Kant (pp. 204-206), Pierre Hadot subraya las similitudes: en Kant, «la moralidad se crea ella misma enel salto inesperado y en cierto sentido heroico que nos hace pasar de una perspectiva limitada a una perspectiva universal o incluso «del yo que no ve mas que su propio interés al yo que se abre a los otros hombres y al univer- so», Esta es la herencia de Sécrates, que decia a los ate- nienses: «Quién, aparte de mi, ha olvidado su interés personal para preocuparse por vosotros?» Hay otros tres temas que se enlazan con los que aca- bamos de evocar. y se encuentran admirablemente expre- sados, mucho mejor de lo que podriamos hacerlo aqui en algunas lineas, en el pequeito recopilatorio de textos que cierra este volumen, Pierre Hadot se topé por vez primera con el primer tema durante el bachillerato, al hacer una disertacién sobre un texto de Bergson que definia la filo- sofia como «la decis bn tomada una vez de mnirar ingenua- mente en si y en torno a si». Encontrd esta percepcién in- genua en los antiguos, por ejemplo en el texto de Séneca «que cita, pero también en pintores o poetas mas proximos a nuestro tiempo. A ella esta ligado el sentimiento de ta importancia del instante, expresado constantemente por los estoicos y los epicireos (es el verdadero sentido del carpe diem del epicireo Horacio), pero también por algu- TOs Modernos como Montaigne y Goethe —tan sdlo el presente es la felicidad: esta riqueza del instante esta us piezs Het ligada lo que Pierre Hadot Hama «la pura felicidad de existir», admiracidn, pero también, entre los modernos, angustia ¢ incluso terror ante el enigma de la existencia. Como vemos, todos estos temas se entrelazan: asf, el «sentimiento ocednico» es la cumbre de lo que Pierre Ha- dot llama la corciencia eésmica; experimentar la impor- tancia del instante presente —tinico tiempo y dinico lugar sobre el que tenemos influencia en la inmensidad de los tiempos y de los espacios de los que formamos parte— es vivir cada hora como si fuera la Ultima, pero también la primera (p. 254), como si mirisemos este mundo dinge- nuamente» por primera vez. ¥ la conciencia de pertenecer al mundo es también la inscripcidn en la comunidad de Jos hombres, con todos los deberes que de ello se deri- van, Se dir que Pierre Hadot ha cedido a su vez a la ten- tacion de construir un sistema impecable? De ningiin modo. Estin ausentes del presente volumen toda metafi- sica, ¢ incluso toda ontologia. Antafio Platon intent6 pro- bamnos racionalmente que la virtud es més ventajosa que el vicio, que tenemos que hacer el bien por nuestro pro- pio interés, Ne hay nada de todo esto aqui. No se nos prueba nada, No se nos promete la felicidad/Se nos dice solamente que tanto hoy como en tiempos de Socrates, 0 de Marco Aurelio, algunos principios que guiaron la vida cotidiana de estos filosofos podrian producir también para nosotros una vida «mas consciente, mas racional, mas abierta a los otros y a la inmensidad del mundo». (p. 170) Es éste, pues, un libro escrito para todo el mundo. éSignifica eso entonces qne no tiene ningiin interés para las personas cvyo oficio es el de enseiiar filosofia? No lo creo. Una mezdla de easualidades y de consecuencias pre- visibles ha llevado a que este libro se hiciera a tres voces, tunidas por la amistad. Arnold I. Davidson es profesor de filosofia en la Universidad de Chicago; ha sido sobre todo él quien ha dado a conocer y ha hecho traducir la obra de Pierre Hadot en Estados Unidos. Desde hacia al- La filosofia como forma devida Ww gin tiempo tenfa el proyecto de realizar con él unas Con- versaciones. Por eso. cuando Hélene Monsacré, nuestra editora, conociendo la muy larga amistad que me unia a Pierre Hadot y a su mujer, le pidié que aceptara respon- der a mis preguntas, decidimos entre los cuatro que Ar- nold I. Davidson y yo misma compartiriamos la tarea. Sa- biamos muy bien que nuestras preguntas, nuestros intereses, nuestras competencias no eran los mismos: Ar- nold I. Davidson es verdaderamente fildsofo y est muy al corriente de todos los problemas filoséficos contempor’- neos, Por mi parte, en mi seminario de Ja Eeole des Hau- tes Etudes en Sciences Sociales, evoqué algunos temas que no eran mas que marginalmente filos6ficos, como la critica de la astrologia, de la oracién, del determinismo estoico. Bl resultado es que -como los discursos filos61 cos antiguos~ este libro contiene, si no contradicciones, al menos repeticiones, temas abordados desde diferentes puntos de vista, casi podrlamos decir, respuestas adapta- das al auditor, fildsofo ?, Lo que es capital es la impresién de inmer- sién, de dilatacién del yo en Otro al que el yo no es extra- fio, ya que es tna parte de él El sentimiento de la naturaleza existe en el Evange~ lio. Jesiis habla del esplendor del lis de los campos. Pero ya he dicho que el sentimiento oceanico, tal y como lo experimenté, que es diferente del sentimiento de la natu- raleza, es extrafio al cristianismo porque no hace interve- nir ni a Dios ni a Gristo. Es algo que se sitia en el nivel del puro sentimiento de existir. No estoy seguro de que los griegos lo conocieran. Tienes razén al decir que tu- vieron, en un grado elevado, un sentimiento de la na- turaleza, pero no hablan sino en muy raras ocasiones de inmersién en el Todo. Encontramos, en efeeto, este frag- mento de frase en Sénecas! sat se inserens munda, «sumer- giéndose en la totalidad del mundo», a propésito del alma perfecta, de la que no puede afirmarse, de hecho, que se corresponda con la experiencia de la que habla- ‘mos. Quizé haya también una alusién a esta experiencia, cuando Lucrecio (III, 29) habla del estremecimiento y de la voluptuosidad divinas que le embargan al pensar en espacios infinitos. La rios no significa la ausen condenados a ignorarlo. En cualquier caso, aquella experiencia no tiene nada de excepcional. Los escritores mis diversos aluden a ella, por ejemplo Julien Green en su Journal Arthur Koestler en El cero y el infinite, Michel Polac en su Journal, Jaccuue- line de Romilly en su libro Sur les chemins de Sainte-Victoire, Dostoiewski en Las hermanos Karamazov, quizh Rousseau ia de testimonios litera cperiencia, pero estamos de en Las ensoRaciones de un paseante solitario(5.° Paseo), por no citar mas que algunos nombres de una lista muy larga. 2. M.Halin, La misicasafeaj, Madrid, Siruela, 2007, pig. 48, 3. Cartas a Luci, 66 6 Pierre Hadot ‘Volvemos a encontrarla en otras culturas, como la hind (en Ramakrishna por ejemplo) o incluso la china: se adi- vina en algunos aspectos del pensamiento o de la pintura chinos. J.C: A los quince aitos entras en el Grand Séminaire. eCudles fueron entonces tus impresiones? éCémo era un senni- rnarin a finales de los aitos treinta? Después de la primera parte del bachillerato, que comportaba una disertacién en francés, entré en el Grand Séminaire de Reims, en 1937. Me alegré mucho de ello. Tenfamos una habitacién para cada uno, un Injo que no habia tenido nunca hasta entonces. Al caer la noche, se cortaba Ia elecricidad. A menudo, antes de dormirme, miraba la inmensidad del cielo estrellado. Trabajabamos intelectualmente en un marco agradable. Cada mafiana habia una meditacién, después asistiamos a dos misas. El dia se dividia entonces entre los cursos, el estudio y la lee- tura de las obras de espiritualidad. Fl curso de filosofia duraba dos afios. Alli se estudiaba la filosofia tomista, pero también a Bergson, quien, después de haber sido condenado por la Iglesia por haber escrito La evolucién creadora, casi sc habia convertido ahora en un Padre de la Tiglesia, desde que escribiera La das fuentes de la moral y de Ja religién. Bergson tavo una influencia considerable en la evolucién de mi pensamiento, en la medida en que toda su filosofia se centra en la experiencia de un surgimiento de la existencis, de la vida, que experimentamos en nos- otros en el querer y en la duracion y que vemos, en la prictica, en el impulso que produce la evolucién viva. Terminé el bachillerato de filosofia en 1939 y la disert cién tenfa por tema el comentario de esta frase de Berg- son; «La filosofia no es una construccién de sistema, sino 4, Véase M. lin, op. cit, pi 25. La filosofia como forma de vida 31 Ja resolucién tomada una vez de mirar ingenuamente en siy en tomo a si» He explicado a menudo, quiz’ dema- ado a menudo, el entusiasmo que experimenté al tratar este tema, Pero esto da testimonio del hecho de que aquél fue un acontecimiento considerable para mi. Esto mues- tra también que, en 1939, los profesores de filosofia ya se planteaban el problema de la esencia de la filosofia. J.C: La guerra estallaréa aguel mismo aiio, éCémo la vi- wviste? Después del periodo que llamamos «la guerra bobax, hubo la ofensiva de mayo de 1940. Todos los habitantes de Reims tuvieron que ser evacuados. El Grand Séminaire se refugié en Lugon, en Vendée. Esto me dio la oportuni- dad de descubrir la mentalidad increiblemente reaccio- naria del clero vandeano, Durante la misa mayor (0 misa cantada) del domingo en Ja catedral de Lugon, no se can- taba la oracién para la Repiiblica (en latin en aquella épo- ca: Domine salvam fac rempublicam). Como era yo quien tocaba el érgano durante los oficios,Ilegado el momento to- gué las primeras notas y mis condiscipulos armaron un escindalo al entonar aquella oracién... podrfamos decir revolucionaria. Vuelvo a pensar en el com profesor del Seminario de Lugon al anun ticio de junio de 1940 y la formacién del gobierno Pétain: «iPor fin tenemos un ministro catdlico de la Educacibn nacional!» Millones de franceses se habian lanzado a las calles, centenares de miles de soldados habfan sido pre- sos, Francia habfa sido vencida, humillada, iy eso era todo Jo que se les ocurria decirnos! Poco tiempo después, me reuni con mis padres, refu- de La Rochelle. Nos quedamos en el pueblo hapeau hasta el mes de octubre, durante el cual egresar a Reims. Entonces retomé el Grand Sé~ pudimos 32 Pierre Hadot_ I. C:€Te quedaste durante toda la Ocupacin? No, solamente de 1940 a 1942. En nuestra torre de marfil la vida continuaba como hasta entonces. El tnico problema era Iz alimentacién, pero los curas encargados de esta tarea se mostraban muy hdbiles para transportar a escondidas came y patatas, y los campesinos eran muy generosos. Un dia, un aviador aleman que hacia acroba cias justo por encima del colegio para alardear de su habi- lidad se estrello en Ia capilla del Grand Séminaire, ipero afortunadamente no sobre el refectorio, que estaba muy cerca, donde estabamos a la mesa! Los alemanes acudie ron ¢ invadieron el Seminario, Apenas tuvimos tiempo de cesconder las ovejas y las terneras en un aula donde hicie- ron copiosamente sus necesidades. Protegidos de este modo de la hambruna, podfamos, leer las obras de eseritores misticos. Estaba especialmente interesado en la monumental Histoire lictéraire du senti~ ‘ment religieux del abad Brémond. Pero estaba sobre todo san Juan de la Cruz y sus admirables poemas. ¥ también ‘Teresa de Avila y Teresa de Lisieux. Entonces experimen- té ardientemente el deseo de la unién mistica. La idea de tun contacto directo con Dios me fascinaba, Desde enton- ces me planteo la siguiente pregunta: «Si consideramos a Dios como lo Absoluto, écémo puede haber un contacto y sobre todo uns identificacién entre lo relativo y lo Abso- luto% En los libros de mistica que lefamos, el director de conciencia jugaba un papel importante: guiaba a sus dis- cipulos en la via purgativa o en la via iluminativa o en la vvia unitiva, tres etapas que de hecho habjan sido hereda- das del neoplatonismo. Asi pues, me Hlevé una gran de- cepcidn al constatar que mis directores de conciencia no parecian interesarse mucho por esto; cambié incluso de director de conciencia, imaginandome que el nuevo esta~ ria un poco més dispuesto a ocuparse de estas cuestiones, pero eran todos muy reservados. La filosofia come forma de vida 33 J. Cs Tuviste la impresién de que las reservas de la Igle- sia con respecto al misticismo eran bastante sisteméticas? A pe- ssar de que hay mistioscristianos tan grandes, no se veka con cierta desconfianza el misticismo, no se instigaba, del mismo modo en que hoy, cuando hay apariciones o milagros, la Igle- sia se compromete lo menos posible? Hay aqui, creo, un problema histérico. Me parece que en los siglos xvry xvi, en tiempos de san Juan de la Cruz, © después de Fénelon, se le daba mucha mis importancia alos fenémenos misticos y al recorrido clasico, heredado del neoplatonismo: via purgativa, via iluminativa, via uni- tiva, La mentalidad cambi6, pero no conocemos las raz0- nes de ello. Sea como fuere, no se nos alentaba en modo alguno a alcanzar la experiencia mistica porque, en el fon- do, se pensaba que se trataba de fenémenos totalmente ‘excepcionales. Lo que contaba era cumplir con el propio deber. De todas formas, la experiencia mistica cristiana ‘era una gracia divina y, al no poder alcanzarse sélo por las, fiuerzas humanas, se pensaba que Dios mismo se encarga- ria de conceder esta gracia segtin su gusto. Sea como fuere, nunca tave una experiencia mistica en el sentido cristiano, lo que no tiene nada de extraiio, pero tenia una piedad muy sentimental, Durante la Sema- na Santa, participaba del sufrimiento de Cristo de una manera muy intensa, aunque cuando llegaba el Sibado Santo 0 el Domingo de Pascua, tenia la impresién de una verdadera liberacién, Durante la noche del Jueves al Viernes Santo, nos turnabamos toda la noche para rezar, ¢ intentaba participar de la agonia de Cristo. Habia leido justamente en Pascal que Cristo estaria en agonia hasta el fin del mundo y que no se debia dormir durante ese pe- riodo. J.C: éQué més retwviste de tu formacién teolégica? 34 Pierre Hadot Los estudios de teologia, que acababa de comenzar, comportaban toda una parte consagrada a la exégesis bi- blica. Tenfamos un profesor de exégesis que era la pru- dencia personificada, Pero se entreveia, al menos, espe- cialmente en la exégesis del Nuevo Testamento, pero también del Antiguo Testamento, que habia mucho de humano en aquel texto inspirado. Fue entonces cuando Ici cl admirable libro de Jean Guitton, Portrait de Monsieur Pouget, consagrado a la via y a las ideas de un lazarista cie- {go que parecia haber sido una personalidad extraordina- ria. Sus supericres le habian prohibido hacer su curso de ‘exégesis porque utilizaba un método critico e histérico, 0 digamos cientifico, para estudiar los libros de la Biblia. Decia que habfa que tener en cuenta, en aquel estudio, las mentalidades colectivas que habjan influenciado a los au- tores de los libros sagrados. Esto fue para mi una primera etapa en mi formacién en la tarea de interpretacion de los textos, al que he consagrado una gran parte de mi vida. El padre superior del Grand Séminaire habia decidido, para el aiio escolar 1941-1942, que debia interrumpir mis studios teoldgicos a causa de mi temprana edad (corria el riesgo de ser ordenado a los veintitin aiios), y que seria vi- gilante en ef Petit Séminaire durante un afto. Al mismo tiempo debfa comenzar mi licenciatura de filosofia (sin po- der, de hecho, ira Paris para seguir los cursos). Vigilando de dia el estudio de los grandes» y de noche el dormitorio de los epequetios», aquel afio, en junio y julio de 1942, lo- gré el certificado de estudios literarios clasicos (lo que me obligé a leer tcdas las novelas de Balzac, las novelas de la Mesa Redonda y las obras de Chénier) y el certificado de historia de la flosofia (la disertacibn trataba del cogito en Descartes y en Kant, y la version latina comentada de un texto de Séneca). Volvi al Grand Séminaire en octubre de 1942 y pasé alli el afio escolar de 1942-1943. Pero aquel afio fue decretado el Servicio de Trabajo Obligatorio (S.T.0,).y después de un examen médico me asignaron La filosofia como forma de vida 35 aquel servicio en Alemania, Debfa partir hacia alli en julio de 1943. Ese fue el caso de muchos de nosotros y el padre superior tuvo que darnos, a toda prisa y una tiniea vez para que no tuvigramos un aire demasiado estipido, los cursos de iniciaci6n a las realidades de la vida sexual, que habi- tualmente estaban reservadas a los didiconos (se las lama- ba diaconales). Todo aquel mundo que me era totalmente desconocido se me revelé aquella noche; y la verdad es que estaba totalmente estupefacto, Uno de mis hermanos mayores, que era profesor en el Grand Séminaire de Versalles, conocia un procedimiento {que permitia hacer el S. T, O en Francia, Estaba destinado alos alumnos de las grandes escuelas (Gentral, etc.). Se trataba oficialmente de especialistas en metales, que esta- ban dispensados de ir a Alemania porque eran indispen- sables para la industria francesa. Vine a Paris para hacer ‘unas gestiones administrativas de cuyos detalles ya no me acuerdo, pero que tuvieron como resultado asignarme a la SNCF Entonces me encontré en la fabrica de repara- cidn de las locomotoras de Vitry-sur-Seine, no lejos de la fabrica de Rhéne-Poulene, que infestaba entonces ¢ infes- tard siempre (oda la ciudad de un fuerte olor a cloro. Fui colocado, por el director de la fabrica, en el taller mis pe- noso, donde se efectuaba el desarme de las locomotoras, por haber hecho una reflexibn ingenua durante nuestra acogida que habia hecho reir a todos mis compaiieros pseudoespecialistas en metales. Trabajabamos debajo de Jas maquinas para desmontar las diferentes piezas, terni- blemente pesadas, recibiendo todo el barro en la cabeza. Hacia lo que podia, pero era una carga para mi equipo, al que mi torpeza hacia perder las primas de rendimiento. Los obreros no me lo reprochaban, Aunque al mismo tiempo me iniciaron en el aprendizaje para el diploma de 5. Societé Nationale des Chemins de Fer Francais (Sociedad Na- ional de Ferrocariles Franceses) /N, de la T] 36 Pierre Hadot ajustador, que me concedieron a pesar de que tuve que ajus- tar mis piezas a golpes de martillo, porque lo habia serra- do todo al revés J. C.No eres el primer filésofo que ha trabajado con sus ‘mans: Cleanto era mozo de cuerda, reo. Pero ajustador, iqué simbélico! Al menos aprendi una cosa importante. Hasta enton- ces, en mis disertaciones literarias, filoséficas o teoldgi- cas, habia ajus:ado no metal, sino ideas. En aquel caso, siempre, de una manera u otra, nos acababa saliendo. Los conceptos son fécilmente maleables. Pero, con la materia, las cosas se volvian serias. No habia juego, no habia apro- ximacién, slo babfa arreglos més 0 menos artificiales. Lo que no quiere decir que no sea posible el rigor en las obras del espiritu. Pero es muy raro, y es muy facil caer en la ilusién, tanto respecto a uno mismo como a los demés. J. Cz Asi pues, cestabas en Parts lejos de Reims y lejos del medio eclesidsioo? ‘Muerto de fatiga cada noche, me levantaba todos los dias alrededor de las cinco de la maftana para ir a la misa de las seis, en la congregacién de los padres del Espiritu Santo, calle Lhomond. A continuacidn, tomaba el tren ha- cia Vitry. El demingo también me levantaba pronto para ir a pasar el dia en el Grand Séminaire de Versalles, don- de se encontraba mi hermano. Intenté refugiarme todo lo que pude en las faldas de la Iglesia. En septiembre, me cambiaron de fabrica, Ahora traba- jaba en la estacién Masséna, en la reparacién de fuelles de vagon. Era menos penoso. En octubre, un nuevo cambio, Como consecuencia de las acciones de la Resistencia, los tenes descarriaban a menudo, Para levantarlos habia una grtia muy poderosa, supuestamente la mas grande de Eu- La filsofia come forma de vida 37 ropa, que también estaba estacionada, creo, en la estacién de Masséna, Evidentemente, habria podido ser un objetivo a destruir para los resistentes, Los alemanes habian exigido que fuera vigilada dia y noche. Esta guardia consistia en permanecer cerca de ella, de manera que saltaria por los ai- res con ella si era destruida. En suma, me convertia en re~ hén. Cuando se iba, acompaiiada de obreros, para levantar una locomotora habia que partir con ella e incluso, en prin- ipio, permanecer dentro. Sélo una vez.un contramaestre me oblig6 a permanecer asi durante el transporte, incluso por la noche, entre el estruendo y las trepidaciones de aquel artefacto, Pero todos los otros desplazamientos fue- ron por lo general bastante agradables. Durante el viaje, que duraba varios dias, dormiamos en el vagén, cocindba- ‘mos: patatas fritas, por ejemplo, que era un plato extrema- damente raro en aquella época de restriecién. ‘Aquella situacién de rehén tenia sus ventajas. A menu- do, en la inaecién de la guardia, podia leer. Me acuerdo de haber descubierto por vez primera cl Fedro de Platon, Cuando estaba de servicio porla noche, durante el dia po- dia frecuentar bibliotecas parisinas, la del museo Guimet, por ejemplo: entonces me interesaba por la mistica hind. Hacia final de afio quedé claro que, finalmente, seria necesario ir a Alemania. Las excepciones ya no se acept ban. Una vez mas intervino el Grand Séminaire de Versa- Iles, Ya no me acuerdo de los detalles, pero me convoca- ron para que fuera a ver a un inspector de trabajo, que —segiin he descubierto después era un resistence. Me envio a pasar una visita médica, El médico descubrié un soplo en el coraz6n que era muy real, Fue el principio de los problemas cardiacos que me han perseguido durante toda mi vida. Entonces fui «destinado al Crand Séminai- re», mencién que figuraba en mi tarjeta de trabajo. La experiencia que acababa de vivir, y que vivieron muchos seminaristas, fue, ereo, una de las causas que pro- vocaron en aquella época el desarrollo del movimiento de 38 Pierre Hadot Jos euras-obreros. Habjan podido constatar que habia un abismo casi infranqueable entre el mundo obrero y el mundo eclesidstico, estando este tiltimo demasiado liga- do a los prejuicios y alos valores de la burguesia. F.C €Ta tiltimo asio en el Seminario transcurre en Ver- ssalles en 1944? Si,y esto conduciri, en otofio, a mi ordenacién sacer- dotal en Reims, en un Seminario completamente ocupado por los soldados americanos. Entonces tenia veintidés afios y normalmente habria tenido que obtener de Roma exencién de edad. Pero era imposible comunicarse con Roma. Si me ordenaban tan ripido era porque tenian ne- cesidad, para el curso 1944-1945, de un profesor de filo- sofia en el Grand Séminaire de Reims. J.C: €Fuiste a ta ordenacién sin vacilacién y sin reparos? Hay que sitar este acontecimiento en el marco de mi infancia y de mi juventud, Como ya he dicho, mi madre queria que sus tres hijos fuesen curas. No me imaginaba que pudiera hacer otra cosa. Hubo presién, no por parte de mi padre, sino por parte de mi madre. Cuando esta- ba en el Grand Séminaire senti que, ciertamente, no estaba hecho para ser cura de parroquia ~como méximo, profe- sor=; en aquel momento, era demasiado intelectual para ocuparme de los hijos del patronato, hacer el eatecis- ‘mo, ete. Entonees me dije que lo mejor serfa ser religioso, mis bien dominico, Pensé también en los carmelitas, por san Juan de la Cruz, No pensé en hacerme jesuita porque cestébamos bajo la impresién de la negra imagen que da Pascal de los jesuitas en Las provinciales: «No hay nada como los jesuitas!» Pero cuando se lo dije a mi madre, ella exclamé: «Es absolutamente imposible, tu padre se mori- 4 (mi padre era ciego y estaba muy apegado a mi). En La filosofia como forma de vida 39 realidad, queria tenemos absolutamente a su disposicién, No podia admitir que estuviera encerrado en un conyen- o, que ya no pudiese ir a verle. ‘Mi porvenir estaba ast programado desde mi més tier- na infancia, No me imaginaba otra cosa. Se podria decir que todo lo que no era eclesidstico me era totalmente ex- traiio y mis seis meses de 8. T. O. no me habian hecho ver el mundo» bajo una luz seductora. Pero también es cier- to que estaba extremadamente molesto por prestar el ju- ramento antimodernista, No me habian prevenido de esta formalidad y me hicieron leer un texto del que cada linea, © casi, me repelia, Creo que ahora ya no se habla dle aquel juramento. Habia sido instaurado por una directiva de Pio X fechada el 1 de septiembre de 1910. Tenia que de- clarar, entre otras cosas, que consideraba que la doctrina de la fe transmitida por los apéstoles y por los padres ha- bia permanecido absolutamente inmutable desde los or- genes y que la idea de una evolucién de los dogmas era herética; también tenfa que declarar que una exégesis pu- ramente cientifica de las Santas Escrituras y de los padres, cera inadmisible y que la libertad del juicio en aquel domi nio estaba prohibida. Recuerdo que, en aquella situacion inesperada, estaba terriblemente perplejo, pero que final- mente me dije: everemos eémno sigue, actitud de la que ahora puedo decir, con la mirada de la vejez, que, como la piedad, es desastrosa y genera muchos dramas. Finalmen- te, aparte de esta duda en el momento del juramento mo- dernista, no vacilé, simplemente no tenia idea de lo que implicaba mi compromiso. No tomé mi decision con co- nocimiento de causa, No fue sino poco a poco como fui descubriendo las realidades de la vida. J.C: Hete aguispues, en otoria de 1944, recién ordenado cura y encargado de ersefiar filasofia antes de haber acabado tu licenciatura, cEn qué condiciones levaste esta doble vida, de docente y de estudiante? 40. Pierre Hadot Pasé el alto escolar 1944-1945 enseftando filosofia, no solamente en el Grand Séminaire, sino también en un internado de chicas jévenes (era solamente un poco ma- yor que algunas de ellas), dirigido por religiosas. En el fondo de la clase, en el internado, una hermana vigilaba la ortodoxia y la decencia de mis propésitos. Elarzobispo de Reims me envid, a finales de aquel aito de ens et, » Corminar uni liceuciatura en Paris, Tenia «que seguir a la vez los cursos del Institut catholique y los de la Sorbonne. Asi es como lego a Paris en octubre de 1945; vivia en la calle Cassette, en una casa destinada a re- cibir a los curas que estudiaban en el Institut catholique. Aquella casa comunicaba con el Seminario de los carmeli- tas, que a su vez daba al Institut catholique y donde se puede ver todaria la puerta en la que tuvieron lugar, du- rante la Revolucion, las masacres de septiembre. Enel Institut catholique, seguia especialmente los cur- sos del padre Lallemand, un ultratomista de Verneaux, buen conocedor de Kant y de Simeterre, especialista en Platén. En la Sorbonne, Poirier’ enseaba logica moderna (Fuimos iniciados en Iogiea formal en el Institnt eatholi- que). Estaba escrito en las estrellas que nunca llegaria a dominar la légica moderna. Poirier hablaba de todo ex- cepto de ldgica, y cuando se dignaba a hablar de ello, era sin pedagogia alguna. Esto no me impidié obtener mi cer- tificado de légica en febrero de 1946, durante una sesién especial reservada a los resistentes y a los refractarios al 6. René Poirier (1900-1995, miembro del Insticu (1956), elegido profesor de la Sorkonne en 1937, enviado como misionero a Brasil de 1939 2 1945, volvib ala Sorbonne después de 1945, Es antor de dos ‘obras importantes: Remarguessula probable des inductions (1931), Es- si sur quelques cargcres des motions espace ede emps (1932). De una ‘manera general, sus trabajos se remitin al epistemologia: se esforzaba endefinirima antiopologia intelectual» Era un esprit de una agilidad prodigiosa que, durante sus cursos, exponta tanto teorias lbgias de las «que yono entendi nada como andlisis psicolégicos sutiles, sobre los ce- Jos yas ereencias, or ejemplo, La filosfia como forma de vida a S. T. O. Sin haberlo pedido habia recibido, aunque parez- ca imposible, un papel en relacidn con mi visita al inspec- tor de trabajo de Versalles a finales de 1943, atestiguando que tenia derecho a la cualidad de refractario al Servicio de ‘Trabajo. Se hacia reponsable la asociacién de resisten- tes cLes Négriers», 14 calle Vergniaud, Paris, Era, eviden- temente, completamente falso. En mi vida he utilizado esta fasificacién, que no habia pedido, mas que para pasar aquel examen de logica répida y facilmente, Facilmente ya que Poirier, a quien algunos, no sé por qué, acusaban de colaboracionista (circulaban octavillas durante sus cla- ses), habja decidido que en el programa de aquella sesion no habria mas que logica formal. De este modo fui castiga- do por aquella debilidad con un grave defecto en mi for- macién. Intenté desde entonces colmar aquella laguna, pero de una manera muy imperfecta. Estaba también Albert Bayet,? que daba clases de mo- ral, Hablaba en un tono un poco guasén, Creia mucho en el progreso y nos predeeia que veriamos al hombre ira la Luna. René Le Senne daba cursos admirables, redacta- dos como una disertacién, con una introduccidn, un desa- rrollo y una conclusién. De hecho, aprendi mucho en su Traité de Morale générale. Georges Davy? nos ensefiaba so- 7. Aotor de una Histoire de la morale en France (1930-1931), de L lie de bien (1908) y de La Science des fats moraux(1925), Albert Ba- yet era el campeén de la moral laica,y dudaba entre la ciencia de la mo- ral (la cienca de los hechos morales) y la moral dela cienea (es deci, 1a moral fundada en la ciencia). 8. René Le Senne (1888-1954), profesor de la Sorbonne, era au- torsentre otras de las obra siguientes: Trait de morelegenérale(1942), Traité de caractervogie (1948), Obstacle er valew(s. )- Su pensamiento se inscribe en la tradicibn espiritualistae dealista. De su enseftanza re- tuve sobre todo la idea de sconiictos de deberes 9. Socidlogo de la eseuela de Durkheim. En su libro Le Fai jure (1922), para explicarl formaciin del vineulo contractual, G.Davy aribuia ‘una gran imporancia ala costumbre india del poate (don que consiuia lreto de hacer un don equvalente.La palabra diverta alos estudiantes 2 Pierre Hadot ciologia, Raymend Bayer," estética, con proyecciones de obras de arte. Por una cuestién de horario no pude se- guir, desgraciadamente, los cursos de Jean Wahl" sobre Heidegger. El periodo entre 1945 y 1946 fue de intensa actividad intelectual, en la efervescencia de la posguerra y del exis- tencialismo, No solamente seguia los dos cursos, el del Institut catholique y el de la Sorbonne, no solamente aca~ baba las dos licenciaturas correspondientes, sino que también escuckaba muchas conferencias, especialmente de Henri-Irénée Marrou, de Berdiaey,!? de Albert Camus. Frecuentaba cada viernes por la noche el circulo que se reunia en torno a Gabriel Marcel. Habia lefdo varios de sus libros en e] Grand Séminaire ¢ incluso su pieza de 10, R. Bayer taba casado con la hija de F.Bréhier, que se ocupé ‘con la mayor solicitad de los skomnos desu mario, entre las que yo es taba, cuando aquél. después de un derrame cerebral sobrevenido en Es- tados Unidos fe sectado por una pailisis. Bra, especialmente, autor de dos obras immportantes: Traitéd'ecthitiquey Bethetigue dela gre 11 J. Wahl (1888-1974), profesor de la Sorbonne desde 1936; dlespués de as persecuciones contra los judis se ex a Los Estados Unidos en 1942, Retoma su citedra en la Sorbonne en 1945, dirige la Revue de Mitaphysique ce de Moraley funda el College pbilosophique. Enere cus obras, se pueden citar Le Rede id distant dans la philo- ede Desares;La Phileophieplralse d? Anglaere eed’ Amérique; ‘ude sur le sParmenide» de Plator, Le Mathew dela conscience dans la ‘philsophie de Hegei(1930); Kruder hirkagaartiennes, Trait de métaphy- ‘sigue. Contibayé a dar a conocer en Francia la flosofa anglo-sajona y «el pensamiento de Heidegeer. 12. N, Berdiaev (1874-1948), nacido en Kiev, intenta, después de la revolucion de 1917 ala que no es host, preservar la cultura espit= uals. Vicepresidente de Ia Sociedad de los Esertores, en 1920 seo vierte en profesoren la Universidad de Mose, pero es expulsado en 1922. Despues pasar un tiempo en Alemania, donde compone Un now- ecw Mayen dg, seestablece en 1924 en Franca, en Clamar, donde es- caibe sus libros mas importantes: Exai diautobiggraphie spirituclle (1938), asf como sa tradveriin del bro de Jacob Boekme: Hysterizon ragrum. A laver nisticay nevolucionaria, su obra es un legato a favor ea libertad de expire, La filasofia como forma de vida 43 teatro: El mundo roto, y habia aprendido mucho. Habia sido admitido, ya no sé por qué intermediario, a asistir a las diseusiones que animaba todos los viernes a tiltima hora de la tarde. Las frecuenté durante un aio, pero el personaje visto de cerca, asi como la gente que lo envol- via, me desagradaron por su verborrea artificial. J.C: €Tu primer contacto con el existencialismo se hizo, pues, a través del existencialismo cristiano? Me esforzaba en conciliar tomismo y existencialismo. Pensaba seguir asf el ejemplo de Jacques Maritain que, en sus Siete leociones sobre el ser, decia que para tener una no- in del ser, objeto de la metafisica, no bastaba con espe- calar, habia que «sentir viva y profandamente las cosas»; pensaba seguir, sobre todo, el ejemplo de Etienne Wil- son, que proponia una version de la doctrina de Tomas de Aquino fuertemente tintada de la filosofia de! momen- to. El verdadero existencialismo residia a sus ojos en la distincién tomista entre la esencia y la existencia. De he- cho, rendfa homenaje insistentemente a la filosofia de Sartre y de Merleau-Ponty: «Por primera vez desde hace tiempo, la filosofia se decide a hablar de cosas serias.» Y evocaba con este propésito una experiencia de todo el ser en la que «el cuerpo mismo esté vitalmente interesado». Para él, la filosofia consistia en conocer, y no en construir y producir un sistema. No me arrepiento, de hecho, de haber comenzado por el tomismo: al menos era una filo- sofia que se esforzaba en hablar «formalmente», y siem- pre me decepcioné Ia vaguedad de los conceptos de la fi- Josofia moderna. Entonces me encontré con el padre Paul Henry. je- suita y editor de Plotino que jugaria un papel may impor- 13. P. Henry, de nacionalidad belga, profesor de tologia en el Ins- ‘itut catholique, autor con TLR. Schwyzer de una edicion notable de las 4 Pierre Hadot tante en la eleccién de mi tema de tesis para el Institut ca- tholique y para la Sorbonne, pero sobre todo en la orien- tacidn general de mis métodos de trabajo y quiza incluso en mi evolucién espiritual Esto se hizo a través de la mediacién de una religiosa que preparaba, también ella, su licenciatura en el Institut catholique y a quien vela a menudo. Senta por ella un amor tan platérico como apasionado. El padre Henry, al darse cuenta, nos pidié que no nos vigramos mas. Pero, de hecho, seguimos manteniendo correspondencia y siendo amigos, J. Cs €Te sugirié Paul Henry un tema de tesis que no res- pondia verdaderamente a tus deseos y que, seguramente, no es- taba hecho para aseguraros grandes tiradas ni una carrera mantenida por el interés de un piblico vasto? En efecto: dudaba entre una tesis sobre Rilke y Hei- degger, bajo la direceidn de Jean Wahl, y una tesis sobre un escritor neoplaténico cristiano del siglo rv de nuestra cera, muy enigmatico, que esté lejos de haber entregado todos sus secretos, Mario Victorino, oficialmente bajo la direccién de Raymond Bayer, pero, en realidad, bajo la de Paul Henry; finalmente me decidi por Victorino. Desde mi juventud sentia una atraccién muy fuerte por la misti- a bajo todas sus formas, que me parecia que tenia que abrirme a la in¢ecible experiencia de Dios. San Juan de la Cruz, pero también Plotino, formaban parte de mis lectu- ras favoritas. Entonces pensé en unir mi trabajo universi- tario y mi interés por la mistica. Cuando fui a ver al padre Paul Henry, esperaba que me propusiese un trabajo sobre Plotino, Para mi gran sorpresa me aconsejé estudiar un Fnéadas de Plotino, ensefiaba una tcologia muy alumbrada, Mostraba ‘simpatia por las investigaciones de Teilhard de Chardin. En su Pltinoy Occident (1934), reveé la influencia de Plotino en el mundo latino. La filosofia como forma de vida 45 oscuro autor latino, Mario Victorino, pensando que des- cubriria en el latin de aquel escritor tomado casi por in- comprensible fragmentos traducidos de Plotina. Asi tra- bajé durante mas de veinte afios sobre este autor, hasta la aparicién de mi tesis doctoral. No encontré alli ni la misti- ca ni a Plotino sino, me pareefa, huellas de su discfpulo Porfirio. El arzobispo de Reims me habia dado un aio suple- mentario (1946-1947) para empezar aquel trabajo. Pero al principio del afio escolar, me llamé urgentemente. Habla que remplazaral cura que ejercia como profesor de filosofia, enel colegio Saint-Rémmy, en Charleville, que se habia mar- chado con una joven. Entonces me encontré en las fas Ar- denas. ensefiando en un colegio de chicos y en un internado de chicas, La biblioteca de la ciudad posefa traducciones an- tiguas del siglo xix de Proclo y de Damascio, que me podian ser titiles para la redaccién de mitesis. Todavia recuerdo ha- ber leido a estos dos neoplaténicos durante la pausa de me- diodfa, en la cumbre del monte Olympe, a orillas del Mosa, El aio siguiente (1947-1948), senti que era necesario ir a Paris para trabajar seriamente en mi tesis. Realicé asi cada semana idas y venidas en tren entre Paris y Charlevil- le, Durante mis estancias parisinas, me hospedaba en An- tony, donde, para pagar mis viajes y mi alojamiento, daba cursos en un internado de chicas. Pero no resisti mucho tiempo esta rutina y tuve que interrumpir mi ensefianza a causa de una extrema fatiga. Tras haber reposado en los Vosgos. y después en Suiza, fui acogido aquel aio y el aito siguiente en Saint-Germain-en-Laye por las hermanas que se encargaban del servicio de enfermeria del hospital de aquella ciudad. Fue a partir del curso 1949-1950 cuando empecé a seguir las clases de Henri-Charles Puech", en la V sec- 14, H-Ch, Puech (1902-1986), director de estudios en la Ecole Pratique des Hautes Etudes (Geccin de Ciencias de la ReligiGn), dex 46 Pierre Hadot cién, y de Pierre Courcelle"’, en la IV seccién de la Ecole Pratique des Hautes Etudes, Fue también en 1949 cuan- do Raymond Bayer hizo que me admitieran en el Centre National de la Recherche Scientifique, para trabajar alli al mismo tiempo en una tesis de doctorado de Estado, siem- pre sobre Victorino, y en el archivo del yocabulario filo- séfico de la Edd Media que él dirigia, Aquel mismo afio, pasé mi tesis al Institut catholique. Se trataba de un estu- dio sobre la novién de Dios causa sui en Mario Victorino. Mi director de tesis era un personaje muy misterioso: el abad Cadiou:!*en el jurado se encontraban Paul Henry y, creo, Dominique Dubarle. Di una leccién doctoral sobre ‘un tema eminentemente tomista, pero tratado con un es- piritu existencialista: la distineién real entre la esencia ‘pads titular en la citedra de Historia de las religiones en el Gollege de France (1952-1972), especialista en el gnostiismo y en el manique mo, editor y tacuctor de varios textos gndsticos deseabiertos en Nag- Hammadi 15, P. Coureelle (1912-1980), director de estudios en la Ecole Pratique des Hautes Biudes (Seecién de Ciencias Historias y Filolbg- cas), después titular de la eiteera de Literatura latina en el College de France (1952-1980), autor ele obras muy imporcantes, entre otras: Les Lettres greoquesen Decident, de Macrobe tCassiodore (1948); Recherches sur les Gontessionss de saint Augustin (1968): Les Confessions de sine “Augustin dant la ration linérire (1963). Se considetaba alumno de Paul Henry y de sv método de las ctas Iiterales en la identificaciin de las influenciasliteraias. 16. R Cadlior, profesor en l Institut catholique, autor de intere- santes trabajos sobre Origenes, dirigié mi esis del Institut catholique ‘con mucha slicitud. Digo que era misterioso porque yo me preguutaba cual era su posicidn eon respecto ala Iglesia. Cnando le anuncié por carta que dejaba el estado edlesistico, me respondid: . El americanismo era un movimiento que correspondia a ciertas caracteristicas propias del catolicismo americano de finales del siglo x1x: poner atencién en los problemas morales y sociales mas que en los dogmas y en las devociones, respetar la liber- tad y responsabilidad individuales de los laicos. Tradu ciendo las obras de un obispo americano, monseiior Ire- land (1894), y prologando una traduccién de la Viedel padre Hecker (1897), considerado con raz6n o sin ella el inspirador de las tendencias propias del catolicismo ame- ricano, el abad Klein habia provocado en Francia toda tuna disputa, a le que el papa Leén XIII creyé poder poner fin en 1899 dirigiendo al cardenal Gibbons, obispo de Baltimore, la carta Testem benevolentiae, que condenaba el americanismo. Segiin aquella carta, los «americanistas» sostenian, entre otras cosas, que es oportuno, en vistas a atraer mejor a los disidentes, dejar en la sombra o atenuar algunos elementos de la doctrina como si fueran de me- nor importancia; sostenfan también la necesidad de aflo- jar el azo que los fieles tenjan con la autoridad eclesidsti- ca con el fin de asegurar la libertad de pensamiento a los Taicos y de dejerlos mas libres para seguir la inspiracién del Espiritu Santo, Recordaré que la oposicién entre la La filosofia como forma de vida 57 dominacién clerical y la iniciativa de los laicos siempre fue un problema dentro de la Iglesia, como puede verse, por ejemplo, en el libro de Ruedi Imbach, Dance, a philo- sophie et le laies. En fin, los «americanistas» consideraban que las virtudes naturales y activas son mas apropiadas para Jos tiempos presentes que las virtudes sobrenatura- les y pasivas, Aquella desconfianza romana con respecto al enaturalismo» todavia sigue viva hoy, un siglo més tar- de. ¥ creo que los eclesidsticos estin descuidando dema- siado a menudo la moral natural. J.C: Has evocado brevemente el juramento antimodernis- ta que te fue impuesto con motivo de ta ordenacién y también el principio del movimiento de los curas-obreros. éCimo sentiste (a actitud de la Iglesia ance estos dos temas? Acabo de evocar las condenas romanas. Creo que hay que deplorar la brutalidad de estas eondenas, Esto empe- z6 sobre todo con el modernismo, a finales del siglo xix y principios del xx. Loisy, acusado de modernismo, fue vie- tima de una excomunién mayor. Lo que signified, por ejemplo, que un profesor en el Collége de France no pu- diera asistir al entierro religioso del administrador, por- {que su sola presencia habria obligado al oficiante a inte- rrumpir la ceremonia religiosa. Después de la Segunda Cuerra Mundial, bajo el pontificado de Pio XT los curas- obreros fueron condenados. A propésito de esto evocaré ellibro, tan destacable, de Frangois Leprieur, Quand Rome condamne: dominicains et prétres ouvriers,!" que muestra cémo los dominicanos, vinculados al movimiento de los curas-obreros, fueron condenados de una manera que es

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