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La lesi6n subjetiva: Aspectos sustanciales y procesales a la luz del actual Cédigo Civil y Comercial. Segunda parte. on 11 julio 2018 Autor: Martinez Paz, Facundo Fecha: 19-dic-2017 Cita: MJ-DOC-12330-AR | MJD12330 |. Legitimacién. II. Prueba. Ill. Acciones que origina el acto lesivo. IV. Conclusién ‘Sumario’ Doctrina: Por Facundo Martinez Paz (*) |. LEGITIMACION En referencia a los legitimados activos para interponer la accién, la ley es clara y contundente: el parr. 5.° del referido art. 332 establece que «solo el lesionado o sus herederos pueden ejercer la accién». Se recepta la solucién de la Ley 17.711 La inclusién del término «solo» y el hincapié que el legislador ha puesto en tal punto, dan cuenta tanto de la imposibilidad de transmisién de esta accién por actos entre vivos -aspecto sobre el cual hay practicamente consenso doctrinal-, como de la inviabilidad de su ejercicio por parte de los acreedores del lesionado mediante la accién subrogatoria del art. 739 del CCivCom, cuestién que ha generado mayores controversias en la doctrina. Respecto del primer supuesto, Vitolo sustenta la solucién adoptada por el codificador afirmando que las acciones que surgen de la lesién tienen cardcter «intuitu personae», por lo que no se encuentran en el comercio ni son pasibles de negociacién alguna (1). No compartimos tal afirmacién.Sin embargo, si creemos acertada la medida, pero no por tales fundamentos, sino por los aportados por Borda, cuando prociama que el cesionario de derechos del lesionado no puede ser legitimado activo de esta accién, puesto que si lo que respalda la procedencia de la reparacién de aquel que ha sufrido una explotacién son razones de indole moral, seria contrario a la idea misma de justicia que el cesionario de derechos - un tercero- se beneficie de dicha explotacién (2). En esta logica, el punto dificilmente pueda refutarse. Resulta discutible, en cambio, la medida que ha adoptado el legislador, de impedir implicitamente la posibilidad de que la lesién sea objeto de la accién subrogatoria de los acreedores del afectado, Coincidimos plenamente con Stiglitz y Pizarro cuando, tomando los lineamientos expuestos por Moisset de Espanés (3), aclaran que dicha solucién solo serfa admisible cuando el lesionado deudor fuese solvente para afrontar su deuda, pues el ejercicio o no de la accién de lesién en nada afectaria el derecho de sus acreedores, lo que no justificaria que se les conceda el derecho a interponer la acci6n por la via oblicua (4) En cambio, cuando el afectado por el acto lesivo fuera un insolvente y ello resultara innegablemente Perjudicial para sus acreedores, no parece justo que se les impida a estos ejercitar la accién mediante el mecanismo del art. 739, puesto que el fundamento de la accién subrogatoria es, justamente, evitar que la desidia, el desinterés 0 el propio dolo del deudor, al no reclamar sus legitimos créditos, afecten los, derechos patrimoniales de sus acreedores. A nuestro entender, hubiera sido esta la solucién que deberia haber seguido el codificador, atendiendo a las criticas de calificados autores que se habian expedido en tal sentido. Interesante punto, a su vez, el que se plantea en relacién con la posibilidad de ejercicio de esta accién por parte del sindico de la quiebra, en el supuesto de un lesionado fallido.Se advierte una marcada incoherencia entre lo establecido en el art. 332 y lo dispuesto por la Ley 24.522 de Concursos y Quiebras. Dicha ley establece de manera expresa que, declarada la quiebra, el fallido queda desapoderado de pleno derecho de sus bienes existentes a la fecha de declaracién (art. 107 ) -con excepcién de los mencionados en el art. 108 -, y pierde legitimacion procesal en todo litigio referido a los bienes desapoderados, debiendo actuar en ellos el sindico de la quiebra (art. 110 ). Consecuentemente, es el sindico y no el fallido, quien deberia interponer las acciones de nulidad o reajuste por lesién, y por los, dafios y perjuicios sufridos, en su caso, Se advierte asi, la palmaria contradiccién entre la tajante redaccién del art. 332 y la referida ley (5). Finalmente, cabe referirse a la legitimacién activa de determinados sujetos, que por su propia naturaleza, profesién o caracteristicas, generan legitimas dudas respecto a si deberia concederles, 0 no, esta accién. Hablamos tanto de personas humanas de ciertas profesiones o condiciones socioeconémicas (V. gr., comerciantes, abogados, contadores, empresarios, entre otros), como de las personas juridicas en general (sobre todo empresas o sociedades con fines de lucro, multinacionales o de importante estructura y caudal econémico, o el Estado nacional, provincial o municipal) Se evidencia que se trata de sujetos que, «prima facie», dificilmente podrian caer en las situaciones de inferioridad previstas por el legislador. Sin embargo, el art. 332 no hace ningtin tipo de diferenciacién respecto de la persona del lesionado o del accionante, y tampoco existe un fundamento real para impedirles a dichas personas ejercer esta accién so pretexto de la dificultad aparente de la configuracién de los elementos constitutivos de la lesién.Aun. cuando ello pareciera dificil, nada obstaria a que uno de estos sujetos se encuadre en una situacién de necesidad o inexperiencia, o de debilidad psiquica en el caso de las personas humanas, y que ello sea aprovechado por un tercero para obtener una ventaja patrimonial desproporcionada y sin justificacion. En este sentido, se pronunciaron las XVII Jomadas de Derecho Civil (Santa Fe, 1999), En sintesis, somos de la partida de que el ropaje, naturaleza o profesién de una persona no puede o no debe constituir un impedimento al ejercicio legitimo de un derecho. No obstante ello, entendemos que la exigencia probatoria respecto de la existencia de situacién de inferioridad que da lugar a la lesion debe ser considerablemente mayor en estos sujetos Finalmente, en lo que respecta a los legitimados pasivos, si bien el Cédigo nada dice a propésito de ello, la accion puede ser incoada tanto en contra del lesionante como de sus herederos, en caso de fallecimiento, por los propios principios y reglas del derecho sucesorio (6). Il. PRUEBA Es fundamental analizar sobre quién recae la carga de la prueba de cada uno de los elementos configurantes de la lesién, puesto que ella hace a la operatividad de la figura y pragmatismo de la ley. Se divide el andlisis de la prueba de los elementos objetivos y subjetivos, para su mejor abordaje. 1. Prueba del elemento objetivo Respecto del elemento objetivo, la notable desproporcién de las prestaciones, no cabe duda de que es el actor quien debe acreditarla fehacientemente. La prueba de este elemento, en la amplia mayoria de los casos, no deberia ser demasiado compleja. Bastaré que el actor acompajie el documento o instrumento que constate el monto abonado 0 recibido, y el bien entregado o que le fue concedido, o la prestacién realizada, para luego compararlo con el valor real de mercado de dicho bien o servicio. El legistador, siguiendo la linea del anterior art. 954 del CCiv, establece dos exigencias para la procedencia de la accién: A.En primer lugar, requiere que, al contrastar la cuantia de las prestaciones de cada una de las partes para corroborar si ha mediado el desequilibrio alegado, los valores que se van a utilizar sean los vigentes al momento del acto cuya nulidad se persigue. Se trata de una exigencia -por de mas- ldgica y acertada. En un pais azotado por galopantes procesos inflacionarios desde antafio -los que esporddicamente han desaparecido, pero luego han vuelto siempre con gran vigor-, careceria de toda eficacia y pragmatismo una norma que no contemple el simple, pero fundamental hecho de que, no posible, sino probablemente, los valores de mercado de las prestaciones analizadas, al momento en que el juzgador resuelva el fondo de la cuestién, no serén idénticos a los vigentes al momento en que el acto se origin Silo que funda la accién es el estado de inferioridad del lesionado al tiempo de celebrar el negocio, y el aprovechamiento que, en ese entonces, hizo de él el lesionante, nunca podria determinarse si existid 0 no la desproporcién alegada meritando los valores de las prestaciones al momento de sentenciar, puesto que ellos -ya sea por la referida inflacién o incluso por factores completamente ajenos a las partes (v. gf. el aumento inesperado de la soja con posterioridad a la venta de un campo sojero, el cual no era esperable al momento de celebrar el negocio), podrian no reflejar la ecuacién econémica analizada por cada una de las partes al celebrar el acto o negocio, y el valor real de las prestaciones a la fecha en que el mismo tuvo lugar, que en ese entonces quizas si eran equilibradas, 0 viceversa B. En segundo lugar, se exige expresamente que la desproporcién alegada subsista al tiempo de interponer la demanda. A diferencia de la disposicidn anterior, esta es quizas més criticable Su fundamento principal radica en la economia procesal, basado en la maxima «el interés es la medida de la accién», entendiendo que si el transcurso del tiempo y otras circunstancias de hecho han eliminado la desproporcién de las prestaciones, no habria necesidad de alterar la seguridad en las transacciones, acarreando, ademas, el desgaste jurisdiccional que importa todo proceso judicial (7). Sibien pareciera ser suficientemente sdlida la plataforma sobre la que tal argumento se erige, no puede desconocerse que el mismo podria dar lugar a situaciones injustas: piénsese, por ejemplo, en supuestos en los que la desaparicién del desequilibrio al entablar la demanda, se ha debido puntualmente a la negligencia 0 impericia del lesionante; o al enorme esfuerzo de la victima lesionada, quien con sus propio trabajo y emperio ha logrado revertir la situacién y retornar al equilibrio que el acto lesivo habia generado. En estos supuestos, la mera volatilizacién de la desproporcién al momento de la demanda no ha logrado el saneamiento del desequilibrio lesionante (8) y, mucho menos, del aprovechamiento de mala fe del dafiador, destruyendo la base del argumento que funda dicha exigencia La regla tiene un fund amento légico, y la entendemos necesaria a tenor del abarrotamiento de juicios que padecen los Tribunales de todo el pais, pero ello no quita que pueda dar lugar a situaciones injustas, como las mencionadas, que deberian ser quizas contempladas como excepciones a tal exigencia. En este sentido, se aprobaron las recomendaciones de las V Jomadas de Derecho Civil (Rosario, 1971). 2. Prueba de los elementos subjetivos Probado el elemento objetivo, la prueba debera consecuentemente versar sobre los elementos subjetivos, y fundamentalmente sobre el primero de ellos, el estado de inferioridad del lesionado, puesto que, como se desarrollaré en parrafos siguientes, la ley establece una presuncién acerca del acaecimiento de! segundo elemento subjetivo. La prueba fundamental y quizés mas compleja, entonces, girard en torno a la acreditacién del estado de inferioridad del lesionado.E! accionante debera probar que el lesionado se encontraba en uno de los tres supuestos delimitados por el legislador, con las especificaciones expuestas supra, al analizar los elementos de la figura. Respecto del segundo elemento subjetivo, se han generado interesantes debates doctrinarios, que versan sobre el alcance que el legislador ha concedido a la presuncién «iuris tantum» del parrafo 3.° del anterior art. 954 del CCiv, hoy receptada en el parr. 2.° del art. 332 del CCivCom. En una primera posicién, autorizada doctrina se ha inclinado por afirmar que tal presuncién se extiende no solo a la explotacién, sino también a la situacién de inferioridad de la victima del acto lesivo (9). Entienden que se trata de dos elementos inescindibles, puesto que para que haya explotacion debe haber una situacién 0 estado que sea susceptible de ser explotado. Explotacién e inferioridad no pueden concebirse como dos elementos disociados, por lo que la presuncién de uno de ellos -explotacién- necesariamente conlleva la presuncién del otro; estado de inferioridad. Consideramos que tal posicién es errada, por otorgar, a la presuncién legal que se analiza, una amplitud mucho mayor que la que surge de la letra -e incluso, del espiritu- de la norma. Tal interpretacién conlleva implicita la afirmacién de que son dos los elementos que configuran la lesién: uno objetivo (evidente desproporcién de las prestaciones), y uno subjetivo (explotacién por parte del lesionante del estado de inferioridad del lesionado). Y ello, como hemos analizado anteriormente, es desacertado. Si bien no puede haber aprovechamiento sin inferioridad, si puede darse lo inverso: perfectamente puede mediar un estado de inferioridad sin que exista un aprovechamiento del mismo, y por ello, son tres -y no dos- los elementos configurantes de la lesién.Podemos concluir, entonces, que ambos estan ligados en un sentido, pero no en otro. ‘Ademés, afirmar que el legislador nacional ha establecido que probada la desproporcién, se presume el estado de inferioridad y su explotacién por parte del lesionante, importaria, en los hechos, volver ala «lesién enorme» del derecho romano, cuyas criticas son facilmente advertibles. Por otro lado, calificada doctrina afirma que la presuncién solamente alcanza a la explotacién 0 aprovechamiento, y no al estado de inferioridad del lesionado (10). Compartimos esta postura. No puede soslayarse, tal como hemos analizado supra, que son dos los elementos subjetivos que configuran la lesién. La presuncién «iuris tantum» que prevé la ley, genera sus efectos inicamente respecto de uno de estos, la explotacién o aprovechamiento, mas no del otro; es decir, la necesidad, debilidad psiquica o inexperiencia La letra de la ley es clara, cuando establece que «se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal «explotacién», en caso de notable desproporcién de las prestaciones» (el entrecomillado interno nos Pertenece). Nada dice respecto de la necesidad, debilidad ¢ inexperiencia, por lo que entendemos que ello queda fuera del ambito de la presuncién El fundamento u objetivo de la misma, no ha sido despojar de toda responsabilidad probatoria al lesionado y cargar al supuesto lesionante con el deber de probar ambos extremos subjetivos; que implicaria ya encallar en el otro extremo del péndulo al que hicimos referencia al comenzar este trabajo. El egistador ha buscado, simplemente, relevar a quien alega la lesién, de la diabélica prueba del aprovechamiento de su estado de inferioridad por parte del demandado, que por su propia naturaleza, seria de muy dificil -si no, imposible- acreditacion.En consecuencia, ha establecido la presuncin analizada, de cardcter «iuris tantum», que importa una inversién de la carga probatoria en cabeza del demandado, quien se encuentra claramente en una mejor posicién para probar que tal explotacién no tuvo lugar, o que la desproporcidn se encuentra justificada en virtud del «animus donandi» del supuesto lesionado, Por lo tanto, aun cuando la desproporcién de las prestaciones fuera evidente, incumbe al lesionado probar no solo tal elemento objetivo, sino también la necesidad, debilidad psiquica o inexperiencia que el accionado habria explotado Paralelamente, han surgido autores que han buscado encontrar una diferencia entre la «ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada», a la que refiere el primer parrafo del articulo, y la «notable desproporcién» que daria lugar a la presuncién «iuris tantum» del parr. 2.°. Quienes han presentado esta interpretacién, plantean que cuando la ley habla de «notable desproporcién» exige un grado mayor de desequilibrio que en la primera parte del articulo, en la que la misma es solo «evidente», y basan sus argumentos en criterios y ejemplos puramente matematicos, de los que pretenden hacer surgir una diferencia entre ambos.En esta ldgica, afirman que la presuncién operara tinicamente cuando la desproporcién sea «notable», y no meramente «evidente» (11) Mas alld de la sutil diferencia que puede mediar entre ambos vocablos, entendemos que se trata de interpretaciones excesivamente rebuscadas, sin un fundamento real y que, ademas, generarian grandes dificultades en la practica, pues el lesionado deberia probar no solamente la desproporcién, sino que deberia justificar que la misma es «notable» y no »evidenten, lo que dependerfa, en gran parte, del criterio del juzgador. Las presunciones, para generar su efecto, deben partir de paulas objetivas, que no dependan de criterios, 0 interpretaciones judiciales, ya que si no se tornan ilusorias e inutiles, pues nadie podria descansar en tal presuncién y dejar de probar lo que la misma daria por acreditado, de no conocer con exactitud si luego, al fallar, el Juez va a interprelar si se dan 0 no, los elementos configurativos de tal presuncién. En este entendimiento, si lo que ha buscado el legislador es liberar al accionante de una prueba diabélica, nunca podria interpretarse que la norma repara en una interpretacién tan sutil como la que pretenden los aludidos autores. A mayor abundamiento, pensamos que dificilmente pueda encontrarse un sinénimo de la voz «evidente» tan acertado como «notable». Se observa que, mas alld de ligeras diferencias que puede mediar entre los mismos, ambos términos refieren a algo que resulta manifiesto, ostensible, advertible a simple vista; y que, a nuestro entender, el legislador los ha utilizado indistintamente, no para sefialar y referirse a diferentes supuestos facticos, sino simplemente, buscando evitar ser reiterativo con el uso de una misma palabra; o para otorgarle al juzgador una herramienta més util, como es la opcién de utilizar uno u otro, de acuerdo con las circunstancias del caso. En virlud de todo lo expuesto, concluimos que recae en cabeza del accionante la prueba de la evidente desproporcién de las prestaciones que surge del acto o negocio que se repudia lesivo, y el estado de inferioridad quese alegue. Probado ello, se presume que ha mediado aprovechamiento, por parte del demandado, de tal estado, mediante el cual él ha obtenido la ventaja patrimonial notablemente desproporcionada. Por el otro lado, aun cuando el actor hubiere logrado probar el acaecimiento del elemento objetivo y del estado de inferioridad que activa la presuncién, el demandado puede acreditar que verdaderamente no hubo aprovechamiento (y. gr., desconocia tal estado 0 que medio un «animus donandi» por parte del supuesto afectado), y en tal caso no se configuraria la lesién. Ill, ACCIONES QUE ORIGINA EL ACTO LESIVO Resulta fundamental referirse a las diferentes acciones judiciales que surgen a favor del afectado por un negocio o acto lesivo. Elart. 332, en su parr. 4.°, reza: «El afectado tiene opcién para demandar la nulidad 0 un reajuste equitativo del convenio, pero la primera de estas acciones se debe transformar en accién de reajuste si este es ofrecido por el demandado al contestar la demanda», Se observa que, en principio, son dos las acciones que derivan de la letra de la norma: la accién de nulidad, y la accién de reajuste. A continuacién, se analizan ambas: 1. Accién de nulidad No puede dejar de sefialarse que autores de la talla de Moisset de Espanés entienden que, mas alla de ‘su denominacion, se trata, en realidad, de una accion rescisoria (12). Coincidimos, sin embargo, con la vasta mayoria de la doctrina nacional, en que se trata de una accién de nulidad, y no de rescisién, no solo por ser aquella que surge de la letra de la ley, sino, sobre todo, porque en la lesién, el vicio que afecta el negocio o acto juridico es concomitante a la génesis del mismo (13), por lo que se trata de un vicio que genera la nulidad del mismo, y no la mera rescisién facultativa del negocio. ‘Ademés, es la que mayor correspondencia tiene con la naturaleza de la figura, y la que mas eficazmente protege los derechos del afectado.Ello, por cuanto la nulidad no solo tiene por principal efecto retrotraer las cosas al estado inmediato anterior al acto -a diferencia del efecto no retroactivo de la rescisién-, sino que, a su v ez, permite accionar persiguiendo la reparacién de los dafios y perjuicios sufridos a raiz del mismo. En efecto, el referido art, 332 comienza estableciendo que el acto lesivo da lugar a demandar la declaracién de nulidad del mismo, siendo esta la accién caracteristica del instituto de la lesidn. Le son aplicables todas las disposiciones que rigen la materia. La accién puede ejercerse tanto por via de accién como de excepcién, no siendo necesario que se interponga como reconvencidn, sino simplemente como excepcién o defensa al contestar la demanda de cumplimiento del acto 0 negocio juridico, a tenor de lo establecido en el art. 383 del CCicCom. Buscando superar las controversias que la redaccién del anterior art. 1058 bis del CCiv habia generado, el referido art. 383 establece expresamente que, ya Sea que se intente como accién 0 excepcidn, en todos los casos debe sustanciarse. Consecuentemente, en caso de que el demandado por cumplimiento contractual oponga la accién de nulidad por lesién como excepcién, el actor originario, al contestar el traslado de dicho planteo, podra ofrecer la modificacién de la accién en la de reajuste, lo que, a nuestro entender, implicaria un tacito desistimiento de la accién incoada originariamente, y una modificacién del objeto del itigio. Asimismo, consideramos que, teniendo en cuenta la naturaleza y complejidad del planteo, la accién de nulidad o de reajuste deberia ser considerada y resuelta por el juzgador luego de un proceso de conocimiento amplio.Consecuentemente, el trémite no debera ser el incidental, puesto que ello afectaria notablemente el derecho de defensa del accionante (14) En cuanto a los efectos de la procedencia de esta accién, son plenamente aplicables los principios que rigen la materia, cuyo andlisis excede las fronteras de este trabajo. Nos limitaremos simplemente a destacar que la declaracién de nulidad vuelve las cosas al mismo estado en que se hallaban antes del acto nulo, y en caso de tratarse de un acto ya cumplido, obliga a las partes a restituirse mutuamente lo que han recibido en virtud de é! (art. 390 del CCivCom). El lesionante debe, naturalmente, ser considerado como poseedor de mala fe. Respecto de los terceros, en defecto de una solucién legal expresa aportada por el legislador, la doctrina ampliamente mayoritaria afirma que la nulidad o modificacién del acto 0 negocio lesivo no es oponible a terceros de buena fe (15). 2. Accién de reajuste o modificacion Moisset de Espanés critica la utilizacién de la voz «reajuste» para referirse a esta accidn, puesto que «reajuste» significaria ‘acomodar de nuevo’ algo que anteriormente fue justo, lo que hace inaplicable este vocablo a la accién que se concede a la victima del acto lesivo, porque en estas hipétesis las prestaciones nunca fueron justas» (16). A raiz de ello, han surgido otras expresiones para aludir a esta accién (v.gr., «de reduccién», «de revision», entre otros). No obstante ello, y aun coincidiendo con lo que remarca el destacado autor cordobés, por cuestiones de practicidad, utilizaremos esta denominacién, en virtud de ser la que surge de la letra de la ley. Se trata de una accién de enorme utilidad, puesto que permite eliminar la desproporcién obligacional y el consecuente perjuicio causado al lesionado, pero conservando la validez del acto,De alli la preponderancia que el legisiador le ha otorgado por sobre la de nulidad, en virtud del principio de conservacién del negocio juridico, por cuanto el demandado por una accién de nulidad puede forzar el cambio de la accién por la de reajuste, pero no a la inversa Se ha cuestionado si dicha solucién es justa o no. La mayoria de la doctrina se inclina por la afirmativa, entendiendo que al modificar las prestaciones que surgen del negocio, el lesionante redimiria su falta y se cumpliria con la finalidad perseguida tanto por las partes como por la ley, que es la subsistencia del negocio juridico Por su parte, autores de la talla de Stiglitz y Pizarro, en posicién minoritaria, reputan disvalioso que se le otorgue al demandado la posibilidad de enervar la accién de nulidad mediante el ofrecimiento de este reajuste equitativo. Afirman que ello puede conducir a un lucro indebido a favor del explotador lesionante (17). \Verdaderamente, encontramos fundamentos para respaldar ambas posiciones, a saber: En primer lugar, podriamos afirmar que la preponderancia concedida por el legislador a esta accién es plenamente valida, pues ha tenido en miras no solo el principio de conservacién de los actos juridicos, sino la propia finalidad de la figura, que no es enmendar y eliminar un mal negocio, sino impedir un lucro desmedido ¢ injustificado de quien se aproveché de la situacién de inferioridad de un tercero. Consecuentemente, si mediante el reajuste equitativo del negocio, dicho lucro se neutraliza, no habria fundamento para declarar nulo el acto. Justamente, los referidos autores Stiglitz y Pizarro, cuya autoridad en la materia es indiscutible, para respaldar su posicién, aportan un ejemplo que, a nuestro humilde entender, podria llegar a reforzar la tesis contraria. Refieren al supuesto de la venta un campo sojero -a un precio lesivo- que luego de celebrado el acto -y debido a un contexto favorable de los cultivos agropecuarios- aumenta notablemente su valor.En tal caso, aducen, impedir que se declare la nulidad por lesién seria injusto, puesto que aun en caso de que se modificaran las prestaciones atendiendo a su valor al momento del negocio, como marea la ley, el lesionado podria obtener una compensacién mucho menor al valor de! campo al momento de la demanda (18) Adviértase, que el aumento del valor de! campo no solo ha sido posterior a la celebracién del negocio tachado de lesivo, sino que, a su vez, se ha debido a causas externas a las partes y desconocidas por las mismas al celebrar el negocio. Aun si el precio que el comprador hubiera pagado originalmente no hubiese sido lesivo, el adquirente se hubiese beneficiado de tal aumento. En consecuencia, no puede cumplirse con la caprichosa voluntad del accionante lesionado quien, advirtiendo que atin si se modificara la obligacién original a su cargo, el negocio seguiria siendo malo o poco rentable, pretende anular el acto, puesto que ello traeria aparejado un perjuicio injustificado para el lesionante, que no existiria si se modificaran las prestaciones del contrato atendiendo a su valor al momento de su celebracién. En esta linea de razonamiento, si se ofrece modificar las prestaciones del negocio y neutralizar el notable desequilibrio que surgia del mismo, no habria razén valedera para cumplir la antojadiza y especulativa voluntad del actor que alega la lesién, de anular completamente el acto. No obstante lo expuesto, desde otra perspectiva, resulta injusto que sea el lesionante quien tenga la decisién final de enervar la accién de nulidad de la victima de su accionar, con un simple ofrecimiento de reajustar el acto.Pareciera que no hay ni castigo ni peligro alguno para el lesionante de mala fe, quien perfectamente podria arriesgarse a celebrar negocios lesivos constantemente, a sabiendas de que, en el peor de los casos, si el afectado advierte la lesién (antes de que fenezca el plazo de prescripcién) y, ademas, justo tiene los medios y recursos para iniciar una accién judicial, él podria neutralizar su pretension en un sencillo escrito, en el cual solicite, simplemente, que se ajusten las prestaciones que surgen del negocio. Desde esta mirada, nada tiene para perder. En esta légica, coincidimos plenamente con los referidos autores, en que «el principio de conservacion del negocio juridico, razonablemente entendido, debe ser edificado en derredor de la victima del acto lesivo, del contratante inocente y no de quien se aproveché de su situacién de inferioridad para obtener un rédito indebido» (19). Nos limitamos a exponer nuestras percepciones sobre el t6pico, en el entendimiento de que existen argumentos validos para ambas posiciones. En cuanto a la oportunidad de su ejercicio, la norma establece que puede ser interpuesta por el lesionado o sus herederos de manera directa, u «ofrecida» por el demandado de una accién de nulidad por lesién. No deja de sorprendemos la utilizacién de este verbo por parte del codificador, puesto que en el léxico juridico las acciones en general no se «ofrecen». Entendemos, consecuentemente, que el empleo del mismo responde a que la accién, en este supuesto, importa un implicito reconocimiento del caracter lesivo del acto, por parte del demandado, quien admitiendo esto, «ofrece» eliminar el vicio mediante el reajuste de las prestaciones que surgen del acto 0 negacio.Sin embargo, autores de renombre se han expedido en sentido contrario, afirmando que la propuesta de reajuste de las prestaciones que surgen del negocio no importa reconocer que el acto es lesivo, y la Unica finalidad es modificar el objeto de la pretensién del actor, pero igualmente deben ser acreditados los elementos que conforman la lesién (20). En realidad, mas alla de la terminologia empleada por el codificador, no se trata de un ofrecimiento propiamente dicho, puesto que el accionante no puede negarse y perseguir linealmente la declaracién de nulidad del acto, sino que la accién directamente se transformara en la de reajuste. Es por ello que, aun cuando el reajuste 0 modificacién del acto ha sido previsto como una accién, en caso de ser planteada por el demandado al contestar la demanda, no constituye una reconvencién, Es mas bien una transformacién que opera de manera automatica, sin necesidad de ser aceptada por el accionante (21). De alli que la ley hable de «ofrecer» y no «interponer». A nuestro entender, pueden darse dos supuestos diferentes: — Si el demandado, al contestar la demanda, niega categéricamente el cardcter de lesivo del negocio y, subsidiariamente, plantea que, en caso de que se acredite que verdaderamente el acto es lesivo, se ofrece el reajuste o modificacién de las prestaciones, el accionante debera acreditar todos los elementos de la lesién, y sobre ello versaré el litigio. Luego, de ser acreditado el cardcter lesivo del negocio, e| juzgador, atendiendo al ofrecimiento de reajuste subsidiario, en lugar de declarar su nulidad, debera modificar las prestaciones de cada una de las partes, en la medida de las pruebas acompafiadas al proceso.Ello, debido a la preponderancia que el codificador ha concedido al reajuste por sobre la nulidad -En cambio, si el demandado, al contestar la demanda, ofrece lisa y llanamente el reajuste equitativo del negocio, el objeto de la accién ya no versaré sobre la acreditacién de los elementos configurativos de la lesién (porque ello ya ha sido asumido implicitamente por el accionado), sino simplemente en la determinacién del valor real de las prestaciones de ambas partes, para luego establecer equitativamente un reajuste de aquellas que surgian del acto o negocio original, No importa un allanamiento propiamente dicho (puesto que ello implicaria aceptar la nulidad del negocio, que ha sido el objeto de la demanda incoada a la que se estaria allanando), pero si reconocer la lesién y modificar el objeto del juicio. Si el demandado no considera y admite que el acto es lesivo, por qué ofrece su reajuste o modificacién? Obviamente, asumir una u otra actitud tendria implicancias desde el punto de vista de las costas. Descartamos la postura de aquellos autores que afirman que el accionado, al contestar la demanda, no puede solicitar el reajuste en forma subsidiaria al pedido de rechazo total de la accién de nulidad interpuesta por el accionante, por sostener que ello atentaria contra el principio de buena fe, ya que los derechos del actor quedarian en una tolal incertidumbre a lo largo de todo el ltigio (22). En primer lugar, no surge ello de la ley, siquiera de manera implicita, Pero, ademas, tal «incertidumbre» es la misma que tiene cualquier litigante que se embarca en un proceso judicial, puesto que de no existir la misma, no habria pleito alguno. Ahora bien, en tal caso no se da la transformacién de la accién mencionada anteriormente, sino que la misma continia siendo de nulidad, y recién en la sentencia el Juez podrd tener por acreditados los elementos de la lesion, y ajustar las prestaciones originadas por el acto lesivo, a tenor del reajuste ofrecido por el accionado. Coincidimos con aquellos autores que advierten las injusticias que pueden derivar de tal solucién (23), pero ella es la que, desde nuestra perspectiva, surge de la letra de la ley, derivada de la (acertada 0 no, pero cierta) preponderancia que el codificador ha concedido a la modificacién del acto por sobre su declaracién de nulidad. Por otra parte, se discute si el accionado que pretende el reajuste debe ofrecer una suma puntual o no. Consideramos que basta con que el demandado ofrezca modificar el acto 0 negocio y dejarlo librado a lo que surja de las pruebas a rendirse en el proceso y el criterio del juzgador. Puede, no obstante ello, realizar un ofrecimiento puntual, pero a modo de estimacién, porque en realidad lo que se ofrece no es una suma de dinero determinada, sino la modificacién del acto en si. Finalmente, es dable destacar, que una interpretacién congruente con el objeto y espiritu de la figura en cuestién, conduce a afirmar que, aun cuando no surja ello de la letra de la ley, las acciones derivadas de la lesi6n no pueden ser renunciadas anticipadamente, y que las clausulas contractuales que asi lo establezcan son claramente abusivas. Ademas, de ser declarado nulo el negocio lesivo, la clausula referida a la renuncia de la accién, también seguird dicha suerte. En caso de tratarse de contratos de adhesién, se tendra, lisa y llanamente, por no escrita, a tenor de lo dispuesto por el art. 988 del CCivCom, 3. Accién de dafios y perjuicios Si bien no ha sido expresamente previsto por el referido art.332, es innegable que, a mas de las dos acciones analizadas, el lesionado puede demandar los dafios y perjuicios derivados del acto o negocio lesivo, y del accionar del lesionante. Aun si el negocio lesivo fuera declarado nulo y las partes se restituyeran lo que hubiesen recibido a raiz del mismo, o si se reajustara o modificara el negocio, nada obstaria a que el lesionado sufra o haya sufrido otros perjuicios a raiz del mismo, tanto de indole patrimonial como extrapatrimonial, los cuales deben ser necesariamente resarcidos. La garantia constitucional de la plena e integral reparacién, sobre la cual se estructura todo el ordenamiento juridico en materia de responsabilidad civil (24), conduce indefectiblemente a dicha solucién. Adviértase, que el plazo de prescripcién de esta accién es de 3 afios (art. 2561 del CCivCom), a diferencia del plazo de 2 afios previsto para la accién de nulidad y de reajuste. Por lo tanto, pasados los dos afios desde que la obligacién a cargo del lesionado debié ser cumplida, este atin puede reclamar los dafios y perjuicios derivados de! negocio tachado de lesivo, para lo cual debera acreditar no solo los elementos de la responsabilidad civil y el dafio resarcible, sino también los que configuran la lesién. IV. CONCLUSION Como se ha insinuado a lo largo de todo este trabajo, entendemos que la carga ideolégica que subyace a la lesion es verdaderamente importante, y si se pretende realizar un adecuado abordaje de la figura, tal elemento no puede ser soslayado.Ello, por cuanto muchas de las soluciones o interpretaciones aportadas respecto a la misma no parten de una base puramente juridica, sino también ideolégica, dejando traslucir las més intimas convicciones de su autor. No puede desconocerse que el comercio internacional muestra una marcada tendencia por ajustarse a las normas y jurisdiccién de naciones propias del «Common Law», donde la autonomia de la voluntad tiene una exacerbada preeminencia en pos de la seguridad juridica y la lesién siquiera tiene una recepcién legal expresa. No obstante ello, en paises como el nuestro, donde las brechas socioeconémicas son innegables, y la alegada «igualdad entre las partes» muchas veces parece no existir en la realidad, la lesién - adecuadamente utiizada e interpretada- constituye un arma fundamental en la defensa de la equidad y de la mas minima nocién de justicia, El ordenamiento juridico no pretende un obrar altruista de los ciudadanos, pero nunca podrdé respaldar ni dejar de repudiar el accionar de aquel que ha actuado de mala fe, maxime si se ha aprovechado de la situaci6n de inferioridad de un tercero y ha obtenido una ventaja de ello. Condluimos, que defender la figura de la lesién no importa negar la fuerza obligatoria del contrato y de la voluntad de las partes, sino, justamente, resaltarla y protegerla, evitando que se desnaturalice y transforme en un instrumento de explotacién y de lucro injustificado. (4) VITOLO, Daniel R.: Cédigo Civil y Comercial de la Nacién comentado y concordado. Buenos Aires, Erreius, 2016, t. 1, p. 376 (2) BORDA, Guillermo A.: «La reforma del Cédigo civil. Lesién», en El Derecho, 29-737, p. 733. (3) MOISSET de ESPANES, Luis: «Algunos problemas vinculados a la aplicacién del art. 954», en JA, 21-550, punto IV. (4) STIGLITZ, Rubén S., y PIZARRO, Ramén D.: op. cit., p. 13. (6) STIGLITZ, Rubén S., y PIZARRO, Ramén D.: op. cit., p. 13. (6) Conf. LLAMBIAS, Jorge J: op cit. p. 112 (7) Conf.MOLINA, Juan C.: «Abuso del Derecho, lesién e imprevision», Buenos Aires, Astrea, 1969, p. 156. (8) Conf, RODRIGUEZ VILLAFANE, Miguel Julio: op. cit., p. 219. (9) SPOTA, Alberto G.: Sobre las reformas al Cédigo Civil. Buenos Aires, Depalma, 1969, p. 10; BORDA, Guillermo A.: «Lesién», en ED, 29-727, p. 729 y ss.; LLAMBIAS, Jorge Joaquin: «Estudio de la reforma del Cédigo Civil. Ley 17.711», en Jurisprudencia Argentina. Buenos Aires, 1969, p. 62. (10) MOISSET de ESPANES, Luis: «Los elementos de la lesién subjetiva y la presuncin de aprovechamiento», op. cit., p. 727; ALTERINI, Atilio A.: op. cit., p. 383. (11) Conf. BREBBIA, Roberto H.: op. cit., p. 608. (12) MOISSET de ESPANES, Luis: «La lesién en los...», op. cit., p. 247. En igual sentido, BUTELER CACERES, José A.: «Manual de Derecho Civil — Parte General», Buenos Aires, Abaco, 1975, p. 347 y ss, (13) ZANNONI, Eduardo: «Cédigo Civil y leyes complementarias», (BELLUSCIO (dir.), y ZANNONI (coord.), Buenos Aires, Astrea, 1982, t. 4, p. 379. (14) Conf. STIGLITZ Rubén S., y PIZARRO, Ramén D.: op. cit., p. 14. (15) MOISSET de ESPANES, Luis: «La lesién en...», op. cit., p. 198. (16) MOISSET de ESPANES, Luis: «La lesion y el nuevo articulo 954 del Cédigo Civil», Imp. Direccion General de publicaciones, Universidad Nacional de Cordoba, 1976, p. 185. (17) STIGLITZ, Rubén S., y PIZARRO, Ramén D.: op. cit., p. 15. (18) Idem anterior. (19) STIGLITZ, Rubén S., y PIZARRO, Ramén D.: op. cit., p. 15. (20) ZANNONI, Eduardo: Ineficacia y nulidad de los actos juridicos. Buenos Aires, Astrea, 2000, p. 346. (21) Conf. BREBBIA, Roberto H.: op. cit., p. 616. ( 10: La reforma de 1968 al Cédigo Civil. Buenos Aires, Perrot, 1971, p. 148; MOSSET ITTURRASPE, Jorge: en el marco de las «V Jornadas de Derecho Civil», en Rosario, 1971. (23) STIGLITZ, Rubén S., y PIZARRO, Ramén D.: op. cit., p. 17. (24) CSJN: 10/8/2017, «Ontiveros Stella Maris o/ Prevencin ART S. A. y otros s/ accidente, Rec. de hecho» (*) Abogado, UNC (Diploma al Egresado Sobresaliente). Adscripto de la catedra de Derecho Privado Vil (Derecho de Dafios), UNC.

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