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COMUNICADO 53

Tribunal para la Paz de la JEP ratifica imputación por esclavitud


y secuestros al exsecretariado de las Farc-EP

• Luego de evaluar la correspondencia de la Resolución de Conclusiones del Caso


01, el Tribunal para la Paz determinó que existen méritos para considerar que los
miembros del antiguo secretariado de las Farc-EP, seleccionados como máximos
responsables, incurrieron en la comisión de crímenes de lesa humanidad de
tortura y otros actos inhumanos, violencia sexual, desplazamiento forzado y
esclavitud.
• La Sección de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad ratificó la
imputación hecha por la Sala de Reconocimiento en cuanto estableció que el
crimen de esclavitud fue un ataque generalizado y sistemático contra la
población civil.
• El Tribunal también consideró que el antiguo secretariado de las Farc-EP es
responsable por la comisión de crímenes de guerra de torturas, tratos crueles,
atentados a la dignidad personal, violencia sexual y desplazamiento forzado.
• En su evaluación de correspondencia, el Tribunal consideró que la actuación
cumplida por la Sala de Reconocimiento es apta para que la Sección con
Reconocimiento prosiga con la etapa de juicio.
• Próximamente será convocada una Audiencia de Verificación y posteriormente
el Tribunal para la Paz proferirá las primeras sanciones de la JEP.

Bogotá, 29 de abril de 2024. El Tribunal para la Paz de la JEP avanza en el juicio contra el
antiguo secretariado de las Farc-EP por haber cometido crímenes de guerra de toma de
rehenes, y de lesa humanidad de graves privaciones de la libertad, tortura y otros actos
inhumanos, violencia sexual, desplazamiento forzado y esclavitud, entre otros.

La Sección de Primera Instancia para Casos de Reconocimiento de Verdad y


Responsabilidad llegó a esta etapa procesal luego de realizar la evaluación de la
correspondencia referida en el artículo 29 de la Ley 1922 de 2018 dentro del Caso 01
denominado: «Toma de rehenes, graves privaciones de la libertad y otros crímenes
concurrentes cometidos por las Farc-EP».

La Sección determinó la correspondencia entre los hechos, las conductas reconocidas, las
pruebas allegadas, las calificaciones jurídicas realizadas, los responsables y las
propuestas de sanción, luego de haber analizado las contribuciones a la verdad, la
aceptación de responsabilidad y las propuestas restaurativas.

El Tribunal para la Paz adoptó esta decisión con aplicación de las diferentes fuentes de
derecho que se imponen a esta jurisdicción, facultad que se conoce como calificación
jurídica propia, armonizando de manera adecuada el Derecho Penal Nacional y el
Derecho Penal Internacional. De esta manera garantizó y respetó los principios de
legalidad y favorabilidad.

La esclavitud como crimen de lesa humanidad

La Sección concluyó en su análisis de correspondencia que quienes integraron el


exsecretariado de las Farc-EP “son responsables por mando de las conductas
constitutivas del crimen de lesa humanidad de esclavitud derivadas de la política general
de secuestros que adelantó la organización”, pues ellos tuvieron conocimiento de que los
trabajos forzados impuestos fueron cometidos como parte de un ataque generalizado y
sistemático.

Es decir, en el marco de su estrategia de secuestro se cumplieron tres elementos


contextuales que, a la luz del artículo 7 del Estatuto de Roma, configuran un crimen de
lesa humanidad tales como: que se trató de (i) un ataque dirigido contra la población
civil; (ii) que dicho ataque fue generalizado o sistemático; y (iii) que el ataque fue
cometido de conformidad con o en cumplimiento de una política de un Estado o de una
organización.

Lo anterior también se sustenta en que los trabajos forzados impuestos por los miembros
de las antiguas Farc-EP se caracterizaron por la imposibilidad de las víctimas de cambiar
su condición por la coerción, el temor, las amenazas y las restricciones físicas a su libertad
individual que anularon su personalidad jurídica como individuos.
Tras analizar la correspondencia, la Sección de Reconocimiento ratificó que en esos casos
las víctimas fueron forzadas a realizar trabajos en contra de su voluntad ya sea como
castigo, control territorial o para favorecer a la organización.

Además, detalla la Sección, que los hechos ilustrativos de los trabajos forzados impuestos
a las víctimas no fueron consentidos y se caracterizaron por el control y abuso como
medio para el desarrollo de los trabajos, las amenazas de muerte o peligro para la
integridad en el caso de no realizar los trabajos e, incluso, como consecuencia de la falta
de capacidad de pago de las víctimas.

Los daños a las víctimas

Tras decretar la correspondencia, la Sección encontró que la antigua guerrilla de las Farc-
EP adoptó unas políticas de privación de la libertad cuyos propósitos eran: financiación;
forzar el canje por guerrilleros presos; y controlar territorios y poblaciones, las cuales
derivaron en profundas afectaciones a la sociedad colombiana, pero, particularmente, a
niñas, niños, adultos mayores, mujeres embarazadas y otras personas vulnerables.

Las víctimas directas e indirectas de los referidos patrones criminales documentados por
la Sala de Reconocimiento de Verdad y de Responsabilidad padecieron menoscabo de
sus derechos en una dimensión material e inmaterial. Esto quiere decir que hubo pérdida
de bienes y proyectos de vida, así como de relaciones humanas. Además, las víctimas
sufrieron serias consecuencias a su integridad física, psicológica, psíquica y moral, como
consecuencia de los malos tratos y de los crímenes concurrentes sufridos durante el
secuestro.

Los vejámenes no terminaron ahí, también padecieron de la estigmatización durante y


después de su privación de la libertad, en asociación al secuestro como una forma de
castigo.

La correspondencia

Durante el análisis de correspondencia, un paso más en el proceso judicial que imparte


la Jurisdicción, la Sección de Reconocimiento ejerció un control de legalidad (formal-
material) a lo expresado y dispuesto por la Sala de Reconocimiento en la Resolución de
Conclusiones No. 2 de la JEP.
En tal virtud, se trató de un examen de la suficiencia probatoria sobre los patrones de
macrocriminalidad, al tiempo que el juez transicional veló porque la secuencia lógica,
progresiva y conceptual sobre los hechos, las conductas reconocidas, la calificación
jurídica, los máximos responsables y las propuestas de sanción giraran sobre un mismo
eje conceptual y en un marco de legalidad que le pueda permitir al Tribunal arribar a una
sentencia congruente conforme a sus competencias.

Es decir, todo ese análisis le permitirá al Tribunal para la Paz llegar a esta etapa procesal
con una sentencia congruente. La presente decisión representa un paso significativo para
la búsqueda de justicia que han reclamado las víctimas, sus familias y la sociedad,
además de contribuir a la construcción del camino para la reparación y la restauración.

En cuanto a la reparación, la Sección consideró que esta debe realizarse de forma colectiva
con el fin de hacer viable los mecanismos de reparación que garanticen la restauración
del tejido social.

El Tribunal, pese a reconocer que la Sala adelantó valiosos esfuerzos en procurar una
identificación de las afectaciones principales de las víctimas acreditadas en el Caso 01,
consideró que es necesario ampliar y detallar las afectaciones colectivas y complementar
la actuación surtida por la Sala, cuestión que será asumida por el Tribunal con el fin de
garantizar el componente restaurador de las sanciones propias, en todo caso, antes de
proferir la sentencia de mérito que ponga fin al Caso 01.

Los comparecientes

Rodrigo Londoño Echeverri, conocido durante el conflicto armado como Timochenko:


Fue el último comandante en jefe de las Farc-EP, desde la muerte de ‘Alfonso Cano’ en
2011, hasta la firma del Acuerdo Final de Paz en 2016. Su periodo de comandancia se
caracterizó por las negociaciones de paz realizadas con el gobierno de Juan Manuel
Santos (2010-2018). Durante toda su trayectoria en las Farc-EP su responsabilidad más
prominente fue de coordinador, es decir de representante del secretariado y máximo jefe
del Bloque Magdalena Medio y miembro del Secretariado de las Farc-EP desde la década
de los ochenta del siglo pasado.

La Sala le imputó, y el compareciente reconoció, su responsabilidad por crímenes de


guerra de toma de rehenes, de lesa humanidad de graves privaciones de la libertad, y
otros crímenes cometidos de manera concurrente.
Pastor Lisandro Alape Lascarro, conocido durante el conflicto armado como Pastor
Alape: Fue comandante del Bloque Magdalena Medio de las Farc-EP desde su creación
en 1993, hasta la firma del Acuerdo Final de Paz en 2016.

La Sala le imputó, y el compareciente reconoció, su responsabilidad por crímenes de


guerra de toma de rehenes, de lesa humanidad de graves privaciones de la libertad, y
otros crímenes cometidos de manera concurrente por las unidades militares a su cargo.

Milton de Jesús Toncel Redondo, conocido durante el conflicto armado como Joaquín
Gómez: Fue comandante del Bloque Sur de las Farc-EP desde 1993, al asumir ese rol
desde la formación de esa estructura en la VIII Conferencia Nacional Guerrillera, hasta
su reincorporación a la vida civil. Fue miembro del Secretariado desde 2008 y del Estado
Mayor Central desde 2005.

La Sala le imputó, y el compareciente reconoció, su responsabilidad por crímenes de


guerra de toma de rehenes, de lesa humanidad de graves privaciones de la libertad, y
otros crímenes cometidos de manera concurrente por las unidades militares a su cargo.

Jaime Alberto Parra Rodríguez, conocido durante el conflicto armado como Mauricio
Jaramillo o el Médico: Fue el último comandante del Bloque Oriental de las Farc-EP
desde 2010 hasta 2016. Desde 1993 era miembro del Estado Mayor del Bloque Oriental, y
de 2003 a 2006 fue el segundo comandante del Bloque Oriental por debajo de ‘El Mono
Jojoy’.

La Sala le imputó, y el compareciente reconoció, su responsabilidad por crímenes de


guerra de toma de rehenes, de lesa humanidad de graves privaciones de la libertad, y
otros crímenes cometidos de manera concurrente por las unidades militares a su cargo.

Julián Gallo Cubillos, conocido durante el conflicto armado como Carlos Antonio
Losada: Desde 1984 y hasta 2007 tuvo como responsabilidad la organización clandestina
de las redes urbanas de las antiguas Farc-EP en Bogotá, donde residió hasta el año 2000,
cuando se trasladó a San Vicente del Caguán. Desde entonces y hasta 2007, según su
propia versión, continuó desde zona rural de Cundinamarca y Meta bordeando el
páramo de Sumapaz.
La Sala le imputó, y el compareciente reconoció, su responsabilidad por crímenes de
guerra de toma de rehenes, de lesa humanidad de graves privaciones de la libertad, y
otros crímenes cometidos de manera concurrente.

Pablo Catatumbo Torres Victoria, conocido durante el conflicto armado como Pablo
Catatumbo: Fue comandante de la Columna Móvil Alirio Torres y miembro del Estado
Mayor del Bloque Móvil ‘Arturo Ruiz’ desde 1997. Su trayectoria se desarrolló
principalmente en el Occidente del país. Fue designado como titular del Estado Mayor
Central de las Farc-EP en 2000 y en 2002 como comandante de la Columna Móvil Arturo
Ruiz.

La Sala le imputó, y el compareciente reconoció, su responsabilidad por crímenes de


guerra de toma de rehenes, de lesa humanidad de graves privaciones de la libertad, y
otros crímenes cometidos de manera concurrente por las unidades militares a su cargo.

Rodrigo Granda Escobar conocido durante el conflicto armado como Ricardo Téllez:
fue designado integrante del Estado Mayor Central en la VIII Conferencia Nacional
Guerrillera en 1993. En 2004 fue nombrado en el Estado Mayor del Bloque Caribe. En
2011 fue nombrado suplente del secretariado.

La Sala de Reconocimiento le imputó, y el compareciente reconoció, responsabilidad por


crímenes de guerra de toma de rehenes y de lesa humanidad de privaciones de la libertad
por haber participado con otros comandantes en la adopción de la política de privar de
la libertad a civiles, con el fin de cobrar dinero por su libertad.

Lo que viene, la sanción

La JEP abrió el caso 01 el 4 de julio de 2018 y en su proceso investigativo ha logrado


identificar a 21.396 víctimas de secuestro. El 26 de enero de 2021, la Sala de
Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad de la JEP imputó al antiguo secretariado
de las Farc-EP por el crimen de lesa humanidad de privaciones graves de la libertad y el
crimen de guerra de toma de rehenes, entre otros. A partir de allí, el macrocaso pasó a
llamarse: “Toma de rehenes y otras privaciones graves de la libertad.”

En junio de 2022, en la audiencia de reconocimiento realizada en Bogotá por siete


integrantes del secretariado de las extintas Farc-EP, asumieron de manera individual y
colectiva su responsabilidad como coautores de toma de rehenes, graves privaciones de
la libertad, y homicidios, así como la responsabilidad de mando de cada uno, según su
trayectoria de mando ante las víctimas, la Jurisdicción y el país.

El 24 de noviembre de 2022, la Sala de Reconocimiento expidió la Resolución de


Conclusiones sobre el Caso 01. Dos meses después, en enero de 2023, el Tribunal para la
paz asumió competencia para conocer e iniciar la fase de juicio de la JEP.

Ahora, luego de que la Sección de Reconocimiento hubiese determinado la


correspondencia respecto de los hechos, las conductas reconocidas, las pruebas allegadas,
las calificaciones jurídicas realizadas, los responsables, las propuestas de sanción, y de
haber analizado las contribuciones a la verdad y la reparación, el Tribunal para la Paz
ordenará una audiencia de verificación.

En esta audiencia participarán las víctimas acreditadas del Caso 01, los comparecientes y
el Ministerio Público. Será un espacio judicial para que la Sección verifique que se
cumplen la contribución a la verdad y la forma de reparación, en el marco del Sistema
Integral para la Paz; con base a esto se determinará la duración de la sanción propia que
la conforma el componente de restricción de derechos, libertades y el restaurativo. Estas
oscilarán entre los 5 y 8 años y serán verificadas y monitoreadas por la Sección con la
participación de Naciones Unidas.

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