Como es bien sabido por la opinión pública, recientemente la Procuraduría General de la Nación, a través de la Procuradora Coordinadora Delegada ante Justicia y Paz, Dra. Diana Niño, interpuso una acción de tutela ante la Sección de Apelaciones de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). En esta acción, la Dra. Niño argumentó que las decisiones de la Sección de Apelaciones vulneran los derechos fundamentales al debido proceso, el acceso a la administración de justicia, y el acceso a la verdad. Esta acción surge en el contexto de los procedimientos relacionados con la aceptación de Salvatore Mancuso como compareciente forzoso, su petición de libertad condicional y su juicio ante dicha jurisdicción. En tal sentido y luego de analizar esta inapropiada acción presentada por la Dra. Niño, hemos ejercido nuestro derecho de intervención para refutar categóricamente los argumentos presentados por la procuraduría, que carecen de cualquier base jurídica, constitucional o legal sólida. La Procuradora Niño ha cometido múltiples y graves errores, tanto formales como sustanciales, exhibiendo notables debilidades en su razonamiento. Más aún, resulta pertinente destacar que ya existía un pronunciamiento de fondo y contundente de un procurador delegado ante la JEP que respaldaba las decisiones de la JEP en este caso. Esta situación demuestra claramente la innecesaria y cuestionable naturaleza de esta intervención y sugiere un uso deliberado y manipulativo de los recursos judiciales para favorecer intereses ocultos que trascienden los legítimos intereses de la justicia, lo que plantea serias dudas sobre las verdaderas intenciones detrás de estas maniobras, que ponen en riesgo la integridad del proceso judicial, los intereses de las víctimas y erosionan y comprometen la integridad y la confianza en nuestro sistema de justicia. Llama la atención y resulta imperativo recordar que quien lidera el equipo de la Procuraduría ante la JEP es Alonso Pio Fernández, quien fue asesor jurídico del exministro Holguín Sardi, de quien he expuesto su relación con las AUC en múltiples instancias judiciales, y nombrado posteriormente en 2008 como gobernador encargado de Córdoba por Holguín y Uribe Velez. La participación de Alonso Pio Fernández como procurador ante la JEP bajo estas circunstancias resulta cómo mínimo cuestionable y en mi caso concreto un detrimento que compromete gravemente mis garantías procesales. Estos procuradores delegados, tanto Niño como Fernandez, tienen la misión espuria encomendada por Margarita Cabello de impedir de cualquier manera que yo pueda acceder a la JEP y a mis derechos, todos recuperados a partir de mi participación seria y honesta en la justicia transicional colombiana. Quiero hacer un llamado directo a la procuradora Margarita Cabello y preguntarle: ¿Por qué existe tal angustia y preocupación por parte de usted o de sus amigos políticos porque yo comparezca ante la JEP o que obtenga mi libertad como corresponde por derecho? No existe otra interpretación plausible para sus repetidas, espurias y tendenciosas injerencias e intervenciones, salvo el miedo a la verdad y un intento desmedido por impedir la restitución de mis derechos fundamentales. Es profundamente perturbador y revelador el tenor de las declaraciones de la procuradora Diana Niño, que destilan una animadversión palpable. Un ejemplo flagrante fue su intervención ante el magistrado de control de garantías de Justicia y Paz en Barranquilla, donde comparó mi designación como gestor de paz con la admisión de reincidencia y vinculación con organizaciones rearmadas post-AUC. Tales acusaciones delirantes no solo carecen de fundamento y rozan lo absurdo, sino que son peligrosamente irresponsables, poniendo en entredicho la credibilidad de la Procuraduría. Este comportamiento socava directamente los esfuerzos de paz del Gobierno Nacional, de la Justicia Transicional y traiciona los derechos e intereses de las víctimas del prolongado conflicto armado colombiano. Además, debo destacar que, a pesar de haber cumplido rigurosamente con los requisitos y obligaciones de la Ley 975 de 2005, mi situación permanece como un claro ejemplo de negligencia sistemática y un ataque flagrante al espíritu de la Ley de Justicia y Paz. A pesar de haber satisfecho los criterios para recibir los beneficios bajo esta ley, las medidas de aseguramiento y órdenes de arresto se mantienen, lo que representa una violación evidente de mis derechos fundamentales, lo que no solo me afecta profundamente, sino que también socava los cimientos de la paz y la reconciliación nacional. Finalmente, ante las colisiones de competencia entre distintas jurisdicciones, es imperativo subrayar que estos conflictos no deben jamás comprometer el derecho inalienable a la libertad. La jurisprudencia y las normativas vigentes establecen que las controversias interjurisdiccionales no deben, bajo ninguna circunstancia, vulnerar o demorar derechos fundamentales como la libertad, evitando cualquier extensión ilegítima de la privación ilegal de la libertad.Además, es fundamental destacar que cualquier decisión de la Corte Constitucional en este caso concreto no comprometerá ni disminuirá el derecho a la libertad de Salvatore Mancuso Gómez, ganado tanto en el marco de Justicia y Paz como en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Por lo tanto, nada impide que, mientras se resuelve el conflicto de competencias, Salvatore Mancuso permanezca en libertad esperando la resolución definitiva del mismo.
Santiago Martínez Hernández - Cartas de Amor y Amor en Cartas en La Corte de Felipe II. El Epistolario Inédito de Don Fadrique de Toledo Con Doña Magdalena de Guzmán, CA. 1565-1566