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La bruja Aguja y otros cuentos Ana Maria Gijiraldes La bruja Aguja y otros cuentos ‘Ana Maria Giliraldes sradones @ Delia de Color Isa om 95619 29752, 1 ede mar 203, nds Oia oga ISBN: reso 3769 2 esa e212. isa stn oer Dien eri: Mat Za, ict deft Mane New Dime di rd: Pane Gero. ©1995 per Ane Marl Gals Come Iscpua N0D4 Sng de Ce Dee eed fr nd as Deis esd sin sen or “inges r ZiZag SA dao pr Engi Elio Zap. ‘es Congas 70-Pa 0 Proven Telfin 10, Px HONS wovigmgel Emu apna ‘Siig eC pre vo m ps rep so sen pete mwa tw perningin ma mein, lei de pci, {Cer ftp actin ar forma deen sin traci de a i, pre eR Doe. Asis ctr Wa $90 Ceilos. indice Pf labrija Agua '® El 0s0 Mafioso va al colegio 1 Pop! w Dota ila Lavaza ' Patomalo y Malapata eon Barbetta Manodura eA conejo Remigio = Elsolyla gala Paulina = Lalora piloto «= FanttoTrompeta "= Navidad en ajuguetria B a v 37 B 7 n n La bruja Aguja EEnctpustio de os brujs vvia Aguja, una bruja comtin y corriente. Usaba escoba para viajar, un gato negro en el hombro y sabia dos palabras magicas que siempre Ie daban resultado. Pero también tenia un problema: su nariz. Era tan larga que podia ler lo que cocinaban los topos en el fondo de la tierra, Por eso un dia decidi6 hacerse la cirugia estética. Buscé en la guia de te- léfonos la direccién del doctor Bello, y le pidié hora. na Maracas -Majiana a las doce del dia le dijo la secretaria La bruja Aguja casi no pudo dormir.Y al otto dia, a las doce en punto, estaba sen- tada en la sala de espera del consultorio del doctor Bello. ‘Que pase la sefiorita bruja Aguja ~ la voz del doctor Bello por el citéfono. Un minuto después, Aguja estaba tendida en una camilla y tapada entera con una sdbana blanca, que tenfa un agujero por donde asomaba su nariz de diez.centimetros. zCémo la quiere? ~pregunts el doctor Bello. =La quiero como asf y como asd, como que sf y como que no ~dijo la bruja por debajo de la sdbana Perfecto —dijo el doctor Bello. Y iplim!, la bruja sintié un pinchazo y la nariz se le qued6 dormida. Luego escuché ‘unos ruidos, iplaf, crash!, de serruchos y martillos. No habian pasado diez minutos, ‘cuando sintié que la destapaban. ijo —Listo. Vuelva en dos semanas para sacarle las vendas ~dijo el doctor Bello, mientras guardaba el serrucho y el martillo. La bruja se fue a su casa con un kilo de vendas en la nariz y tan mareada, que tuvo que poner piloto automatico a su escoba para no chocar contra los érboles. Y se encerré en su casa para que nadie la viera, Allos quince dias, la bruja Aguja regresé a la consulta. El médico le pas6 un espejo ycomenzé a sacarle las vendas. Pam, pam, pam, latia el corazén de la bruja mientras esperaba con el espejo frente a su cara. Hasta que...jooohl... vio su nueva nariz. Era como asi y como asé, como que si y como que no. Era coquetona y simpaticona, era respingada y arremangada, era fanta- bulovillosa Apenas llegé a su casa y se bajé de la escoba, con Ia frente en alto para que todos lavieran, algo extrafio sucedié: el gato salié disparado, maullando de terror; los vecinos © Labrgja Agujy tros vemos brujos cerraron sus ventanas y comenzaron a salir por las chimeneas humos negros, mientras se escuchaban unos conjuros terribles. La bruja gritaba: {Qué pasa? {Qué estén haciendo? ~iNo queremos hadas en nuestro pueblo! jFuera de aqui! -ordenaban los vecinos. -iNo soy hada, soy la bruja Aguja! sistia ella. : (Solo las hadas tienen esas narices ridi- culas! jLa bruja Aguja tiene una hermosa nariz de diez centimetros de largo! -respondian los vecinos en coro. Pero si soy yo! -lloraba la bruja, tocéndose con la punta de un dedo su nariz respingada. —Andate al pais de las hadas, tu no eres, nuestra querida bruja Aguja, aunque te vistas como ella! ~respondieron los vecinos a través de las ventanas. =jNo soy hada! —insistié la bruja Aguja. —jFres un hada! ~declararon los vecinos. Y jzuun!, lanzaron més humo negro por las chimeneas. La bruja Aguja, llorando, se subié de nuevo a la escoba y vol6 hacia el consultorio. Se tendié en la camilla y le dijo al doctor Bello: —Quiero una nariz como asf y como asa, como que sf y como que no ~dijo. —Perfecto ~respondié el doctor. iPlim, la anestesia! ;Plaf, crunch!, el martillo y el serrucho! ;Y listo! La bruja regres6 callada a la casa, entré por la ventana y se qued6 quince dias en cama, tapada con las frazadas para que no la viera ni el gato. Yuna tarde se escuché en el pueblo: ~iRegres6 la bruja Aguy ~iAguja, tanto tiempo! -iMiau, miau, miau! La bruja Aguja sonri6, feliz. Y nunca se vio tan hermosa con su nariz de diez centi- metros, esa que podia oler el carifio de sus amigos aunque estuviera a mil kilémetros de distancia, 2 El oso Mafioso vaal colegio KE, mafana ta sefioraosa desperté muy temprano porque su hijo, el os0 Mafioso, iba por primera vez al colegio. jQué emoci6n ver al hijo vestide con uniforme marchando en fila hacia la sala de clases! : Laosa suspiré llena de orgulloyse levant6. ‘Como era muy hacendosa, la noche anterior habia dejado listos los zapatos y el pan- talon, la camisa y el cinturén. El pantalén bien planchado, el cinturén en la silla, los zapatos en el suelo y la camisa amarilla. ‘na Maria uraldes -Arriba, hijo mio, que el colegio te espera ~cant6 la osa, amarrando la bata de levan- tarse a su cintura gorda, gorda. Y sin fijarse en que su hijo se daba media vuelta en la camay se hacia el dormido, corié alacocinaa prepararle un desayuno sencill jugo de naranjas, huevos con jamén, pan con mermelada, helado y turrén. jArriba, hijo mio, que el desayuno te espera! ~canté la mamé oa, corriendo al bario a ducharse con jabén de pino. ‘Aa aria Gubales Pero el osito se refa en la cama haciéndose el que sofiaba. ~jArriba, hijo mio, que el bafio te espera! ~canté la mamé osa, mientras corria a su dormitorio a ponerse el vestido més lindo para que las otras mamas la encontraran elegante. Yel osito se tapaba los ofdos para seguir durmiendo. ~jArriba, hijo mio, tu uniforme te espe- ra! ~canté la mamé osa mientras se hacia ‘unos rulos preciosos en la frente. Y el osito no escuché, porque se habia tapado la cabeza con la almohada. —iVamos al colegio, que la profesora te espera! ~canté la mamé osa, saliendo de la casa. Caminé ligero, le sontié alas flores, aspiré profundo, se llené de olores. —gAdénde va tan apurada, sefiora osa? =pregunté el lechero. ~iLlevo a mi hijo al colegio! -respondié Ja osa muy orgullosa. ‘abe Agua yrs cents El lechero miré y miré pero al osito no vio. ‘Y la osa se apuré porque ya escuchaba la ‘campana que llamaba a los alunos. =jAdénde va tan apurada, sefiora osa? —pregunté el panadero. ~{Llevo a mi hijo al colegio! -respondié Ia osa muy orgullosa. El panadero miré y miré pero al osito no vio. El colegio estaba a la vuelta de la esquina y alld se veian los alunos tomados de la mano de sus mamés.Y la sefiorita avestruz los contaba con un dedo. —iSoy la mamé del 0s0 Mafioso! ~cant6 la sefiora osa, contenta de que las otras sefioras le miraran el vestido y los rulos sobre su frente. —Mucho gusto. ZY dénde esta su hijo? -pregunt6 la sefiorita avestruz, observan- dola por encima de sus anteojos. —jAqui! ~respondi6, orgullosa la osa. Y miré y miré pero a su hijo no vio. wv ‘an Maria aes ~iEstaba con zapatos, estaba con panta- 16n, estaba con camisa y con un cinturdn! ~exclamé, espantada la osa. ~iPero no esta! dijo la avestruz, frun- ciendo las cejas. ~iLe preparé un desayuno sencillo: jugo de naranjas, huevos con jamén, pan con mermelada, helado y turrén! ~se desesperé la osa, mirando para todos lados. ~iPero el osito no esta! ~insisti6 la aves- truz, enojada. ~iEs que... no entiendo! ~gimié la pobre sa, buscando a su hijo entre todos esos animalitos tan peinados y acicalados. ~iLo espero mafiana sin falta, sefiora osal iA la clase, nifios! ;Un, dos, un dos! -dijo la seforita avestruz, moviendo las plumas de su cola para llevar el compés. Lasefiora osa regres6 corriendo a la casa. Y alli encontré a su oso Mafioso, tapado ensu cama. ~GPor qué no fuiste al colegio? ~pregunts la osa, furiosa, Labo gnyotrscenos Pero Mafioso no respondi6 porque se estaba haciendo el dormido: la boca redon- da, los ojos cerrados, las manitos gordas, el cuello doblado. —Pobrecito, debe estar sofiando lindos suefios -se dijo la osa enternecida.Y se fue cantando a hacer el aseo. Al otro dia, Mafioso dormia mientras lo vestia, dormia cuando lo lavaba, dormia mientras comia, dormia cuando caminaba. Esta vez la sefiora osa Ilegé la primera de todas al colegio. Y se vefa tan orgullosa junto a su hijo que dormia parado, que las otras mamas ni se dieron cuenta de que estaba con bata de levantarse y no se habia hecho rulos en la frente. ” jPlop! E. hipopétamo Hipélito iba muy pen- sativo por el bosque. Ni siquiera se fijaba en las mariposas que jugaban con las rosas nien las lombrices que asomaban sus na- tices. No miraba a dofia rana que cantaba en la mafiana ni al gorrién que tocaba el acordesn.Y todo porque habia visto a su amigo mono comer muy concentrado algo increible llamado chicle y después, hacer unos enormes globos color verde menta que sonaban jplop!, cuando reventaban. a Mara Grades iQué ganas de comer alguna vez un chicle con sabor a frutilla! -pensaba, moviendo a boca lena de puro aire. Y va por alld, escuchando a las ranas saltar en el agua con sonidos jplop, plop, plop! Y por acé, mirando las nubes gordas y blancas como chicles de merengue. Y sigue més all4, con la cabeza levan- tada mirando el cielo... mirando el cielo... iY de repente vio que descendfa una cosa redonda, grande e inflada! -iUn chicle gigante! ~grité. Plaf, plaf, plaf, corrié aplastando flores Y Pastos a recibir eso tan maravilloso y chicloso, antes que lo vieran las mariposas que olfan las rosas 0 las lombrices que se sonaban las narices. Su chicle gigante descendia desde el cielo hacia la tierra: lento, redondo y chiclondo. El hipopétamo corrié a buscarlo mientras pensaba que era el dia més feliz de su vida, ‘Tomé su chicle gigante como pudo con sus dos manos, Ileno de impaciencia. Trat6 de a brsa Age yrs ueatos arrugarlo. Tat6 de estrujarlo, Trat6 de con- vertirlo en una polotita, igual como hacia el ‘mono. Traté, trat6... uf... até de metérselo ena boca Y al fin se senté a masticarlo para Juego hacer un globito que sonara jchiplop! {Qué raro! No era tan rico como crefa. No tenia sabor nia menta, nia merengue nia frambuesa. No olfa nia guinda, nia limén ni a cereza. Solo tenia sabor a camisa 0 a pantalén, a pafiuelo 0 chaquetén.¥ lo peor, jni siquiera podfa hacer ni medio globito! Tirone6, mastic6. Molié y tritur6. Hasta que se lo trag6. ~Ay...dijo primero el hipopétamo cuando sintié que ese bulto pasaba por su garganta. Y esperé un poco. ~Ay...dijo después cuando sintié el bulto en su panza. 'Y esperé otro Beco: | _jAy! ~grit6 el hipopétamo. los auejides legé el doctor Leo Pardo con su maletin. : ~Célllate para examinarte, hijo “le pid ‘a Mari iar ELhipopétamo Hipélito se quedé callado y dijo ay con el puro pensamiento. Eldoctor Leo Pardo le miré la lengua, los. ojos, los colmillos. Las costillas, la nariz y los tobillos. Luego se paseé, meditando y hablando solo, hasta que dijo con voz muy seria: ~Grave, grave, grave. Tienes Para-Caidi- Tismo. O sea, indigestién por comer pa- racaidas. Y le receté cuarenta y siete litros de pur- ‘gante de lirios con bellotas, mezclados con uré de hortigas y dulce de alcayotas. ~Ay...-dijo el hipopétamo con cara de asco. Desde ese dia a todos los hipopétamos les da pénico ver caer un paracaidas. Tam- bién les cargan las nubes gordas y blancas como merengues y siempre se tapan los ofdos cada vez que las ranas saltan al agua y suena algo asf como jplop! ~¢Por qué sera? -se preguntan los cien- tificos, pensativos ante ese fendmeno tan raro. {aaa Agia tron coetos Solo lo saben tres personas: el doctor Leo Pardo, que lo curé de la indigestién; tii que leiste su historia; y yo, que iba en el avin cuando lanzaron el paracaidas. Dofia Zoila Lavaza HMhace mucno tiempo, en el reino de ‘Tipititén, vivia una lavandera llamada Zoila Lavaza. Todas las mafianas, apenas se desper- taba, se ponta el delantal blanco y salfa a la puerta de su casa a buscar la ropa que le ddejaban.Volvia al patio con un atado muy, muy pequefio,y se instalaba juntoa su lavadero. Entonces preparaba el jabon y a escobilla y comenzaba a remojar, restregar, enjuagar y almidonat. ‘a Mara Grades iZip-zap!, sonaba la escobilla en el cuello y en los pufios de las camisas y iblup, blup!, las burbujas volaban por el patio y reventaban en las flores. E503 eran los momentos més felices de dofia Zoila, Si embargo, habfa un problema: los tipititones eran demasiado limpios. Tan limpios eran que los nifios no ensucia- ban nilas servilletas cuando comian.Y cada vez el atado de ropa sucia era mas pequeno. Hasta que sucedié que una mafiana dofia Zoila no recibié ni siquiera un calcetin {Qué dia tan triste! No habfa pufios ni cuellos para escobillar ni burbujas que re ventaran en las flores. Para pasar la pena, se metis ella misma en el agua y se dejé remojando una hora. Sobre el lavadero comenzé a aburritse la escobilla ya derretirse el jabsn, a enfriarse mucho el agua y a secarse el almidén. Un dia la noticia de la tristeza de la lavan- dera lleg6 a ofdos del rey Pitico de Tipititén. Este era un rey tan alegre que no le gustaba abr guy tos cunts que alguien estuviera triste en su reino. Asi es que después de pensar un buen rato, se puso su corona, tomé un balde y una pala de juguete y partis al pueblo en su carroza. ‘Apenas llegé a la plaza, caminé hacia la efiorme fuente de piedra que tenia un angelito desde cuya boca saltaba el agua, y llen6 su balde. Los tipititones que andaban por ahi se inclinaron a saludar a su rey, pero él no les respondié, porque en esos momentos vaciaba el agua en la tierra. Ex- trafiados, se acercaron un poco y vieron que el rey estaba haciendo barro sin importarle ensuciar los purios de encaje de su camisa. Se acecaron otro poco y se dieron cuenta de que habia empezado a jugar. El rey esta modelando un perro ~dijo un hombre de impecables pantalones blancos. =No, es un caballo dijo una sefiora que vestia una falda de popelina azul almidonada. ‘Todos querian mirar. Los nifios, para ver ‘mejor, se metieron entre las piernas de los mayores. a Su majestad Pitico de Pitipitén no sabe modelar! -se burl6 una nifiita de calcetines blancos al ver que el rey dejaba el caballo torcido, —jHazlo ti si lo sabes hacer mejor! -se enojé el rey. —iNo, se puede ensuciar! ~exclam6 su made. ~iElbarro no es sucio porque tiene agua! declaré el rey, arrodillado en la tierra mojada, 2 Blof, blof, blof, sonaban los dedos de Su Majestad mientras modelaba un cerro con un ttinel. )Y qué entretenido se vefa! jLlegaba a sacar la lengua mientras se concentraba en hacer bien finitas las orillas de los cerros! —Su Majestad, le queds torcido el tine! -dijo de repente un nifio que usaba una camisa celeste de mangas largas. Y se in- cliné para meter sus dos manos en el hoyo de barro. na Mara alder ~iGracias! ;Qué bien modelas! ~exclamé el rey, sonriéndole con la cara embarrada. La madre del nifio miré orgullosa para todos lados. Entonces, otra mujer empujé a su hija y Ie susurr ~Arréglale tii la cabeza del caballo, pero no teensucies... Laniiia obedeci6. Hundié un dedo en el hocico de barro y lo dejé perfecto. jMaravilloso! jQué bien modela esta tipititona! ~grité Su Majestad. La madre de la nifia se puso roja de orgull. Entonces un abuelo pidié permiso, enderezé la chimenea de una casita y miré a surrey, iFabuloso, tipitit6n! -exclamé el rey Pitico, déndole la mano y dejando al abuelo embarrado hasta el puto. Entonces viejos, j6venes y nifios se aba- lanzaron al barro a ayudar a Su Majestad Ya los pocos minutos, el pueblo completo modelaba figuritas y esperaba las felicita- ciones del rey. abr aun eto contos ~iSon unos verdaderos artistas! ;Mafiana seguimos jugando! -dijo el rey, limpiéndose la cara con su pafiuelo. Los tipititones observaron sus obras: animales, paisajes y frutas de barro que se habian endurecido al sol. Ala mahana siguiente dofa Zoila Lavaza no podfa creerlo: ante su puerta habia bolsas ybolsas de ropa sucia y, lo més importante... jun pafiuelo de Su Majestad! Zip, zap, zip, zap, comenz6 a lavat. Blup, blup, sonaron las burbujas. Dicen que Tipititén se transforms en un pueblo de artesanos. También aseguran que Jos tutistas llegan en patines, carretas, aviones y motonetas y se sientan en la plaza para verlos trabajar. Mientras tanto dofia Zoila Lavaza lava camisas, delantales, pantalones y chales, con la escobilla, con el jabén, con el agiita y el almidén. Pero, ténganlo por seguro: siempre, siempre comienza con el pafiuelo embarrado que le deja Su Majestad. Lo remoja respetuosamente con su jabén is fino, lo restriega carifiosamente con sus més delicados zip zap, y llega a jblup! explotar de felicidad junto a sus burbujas. Patomalo y Malapata KE,a 11 icntue todos arrancaben del pato Patomalo.Y era légico, porque a nadie le gusta que le salpiquen con barro los zapatos recién lustrados o les digan feas a las sefioritas que se creen bonitas. Es que ese pato era realmente malo. Tan malo que nunca llevaba regalo para los cumpleafios. y tan requete malo que apagaba las velas de los festejados y pedia tres deseos para Asolo. ” Ana Maria Gales -jAhi viene Patomalo! ~gritaba a veces la ora, corriendo a esconderse para que no Ie rompiera sus medias nuevas. Y venia el pato antipatico y no solo le rompia las medias, sino que mas encima se refa de sus piernas flacas. —jArranquen! ~gritaba otro dia el sapo cantor con su guitarra bajo el brazo, ‘Y llegaba el pato y le desafinaba la guitarra. Pero la que més sufria era a pata Malapata. No porque el pato le dijera pesadeces 0 le rompiera el sombrero, ni porque le quitara sus dulces o le rompiera el florero, sino porque la pobrecita estaba enamorada del pato como el sol se enamora del alhelf o como el gordo del cuchuflt.Y aunque ella se tostara al sol para verse morenita y se pusiera sus tacos para verse espigadita, o caminara como cuncuna y sonriera como ninguna, Patomalo no la tomaba en cuenta ni para reitse de ella. Qué pata con tan mala pata! Una tarde, mientras el sol tefifa el cielo de un color rosado enamorado y todos ‘haar alder miraban furiosos a Patomalo, que pin- chaba céscaras de frutas en el cuerpo de Martina la puercoespina, llegé al bosque un extranjero con cara de boxeador. Tenia una cola corta y unas orejas puntudas, las ‘cuatro patas torcidas y una mirada de perro. ‘Todos retrocedieron cuando el extranjero camin6, balanceando su cuerpo y diciendo algo que nadie entendia pero que sonaba como gruff... grufe. 4X saben a quién se acere6? A la pata Malapata, que se vefa muy bonita con una flor en la cabeza y no se habja dado cuenta de nada, porque trataba de llamar la aten- cién de Patomalo cantando una pera con voz muy alta y los ojos cerrados. El extranjero se detuvo frente a la pata que seguia cantando muy concentrada y Ie dijo algo que tampoco nadie entendics —jGuauuu! —Cuaaac! ~grité de susto Malapata. —jGuauuuu! ;Guauuu! -le respondié el extranjero,con voz més ronca que la del sapo. {abr guy rs centes ‘uaaac! {Cuaaac! ~chillé la pata con voz de pito. Yentonces, sucedié que Patomalo, que se habia quedado inmévil con una céscara de platano en la mano, sintié un vuelco en el corazén y en la espalda un tiritén; después un latido en su cabeza y dos en cada oreja ‘Y de inmediato avanzé tratando de imitar la ‘caminata del extranjero y se planto frente a él ~Fuera ~dijo el pato, con la boca chueca y la mirada seca. Guau le dijo el extranjero, con las pier- nas torcidas y las orejas erguidas. ~Fuera ~repitié el pato, con los ojos fijos ylavoz fiera. Guau -respondié el extranjero, con la boca abierta y la lengua afuera. Yentonces, Patomalo le metis la cascara de platano en la boca y le dio tres bofetones. Elextranjero dijo jglup!, se tragé la céscara Y partié gritando y sobandose la nariz. Hola, nena -dijo el pato Patomalo a la pata Malapata, que lo miraba fascinada. na ara Gialdes -Cuaaac... cuaaaac -respondié ella con vor de gorgorito y el corazén a saltitos Y se fueron a mirar la puesta de sol. Y parece que siguen alli, porque en el bos. que todos viven muy tranquilos: ya nadi le tira los bigotes al gato ni le rompe las medias a la lora, no hay quien le esconda al cartero los zapatos ni le saque la peluca ala profesora. _Don Barbetta Manodura PW ies seis se a mafana, las nubes golpearon para que el cielo abriera luego Sus ojos azules; entonces la luna, rendida, se acosté en su cama sin sacarse el vestido blanco. Aparecié el sol con un bostezo que lanz6 un aliento tibio sobre los arboles, y las sombras se escondieron debajo de las Piedras. Al poco rato, los pdjaros se movieron entre las ramas y las flores levantaron la cabezaY comenzé un nuevo dia de trabajo en el mundo. En el dormitorio de don Barbetta Mano- dura los ronquidos inflaban las paredes y Jas desinflaban. Inflaban las cortinas y las desinflaban. Sus mejillas redondas se infla- ban y se desinflaban Y el reloj despertador, nerviosisimo, se preparaba en el velador. Faltaban diez segundos para que su campanilla comenzara a sonar. Faltaban nueve segundos para despertar a Barbetta Manodura. Faltaban ocho segundos para que... aya yay... pobre vida. ‘Tres segundos, dos segundos, un segun- do... y.. -Riiiiinggg ~aull6 el reloj, con los minu- teros tiritones. El sefior Barbetta dio un salto, Sacé su mano dura de entre las sabanas, la levant6 y, como todas las mafianas, ;paf!, le envis un puiete al pobre reloj en la cabeza. ~Abusador-se que}é el teloj, medio aturdido. Pero esta vez el pufietazo resulté tan fuerte que el reloj quedé fonolésico, ry age yrs cues Fonolésico? Es decir le vino la enfermedad de los relojes llamada fonolesia. O sea, quedan lesos. zCémo quedan lesos los relojes? Primero, los minuteros comienzan a dar vueltas en su barriga para todos lados; en lugar de decir tic-tac comienzan a decir tiquitiquiti, y en lugar de dar la hora, dan peras. Por eso, cuando don Barbetta regresé del trabajo, encontré un montén de peras desparramadas en su cama. Pensé que al- guien se las habia lanzado desde el patio y se las comié porque venia con hambre. Y, como todas las noches, tomé su reloj del velador para darle cuerda. ~Tiquitiquiti! -cants el reloj, de lo més entonado, ~jHuifa! -respondié don Barbetta Mano- dura, creyendo que alguien cantaba una cueca. Y se quedé dormido. Alauna dela mafiana, el reloj lanzé una pera, a las dos, lanzé dos, alas tres lanz6 aba Agia ots tres...y cuando el cielo abria sus ojos azules, a Tuna se quedaba dormida y el sol bostezaba muy tibio sobre el jardin, tiquitiquiti, chill6 el reloj y lanz6 siete peras a la cabeza del dormido, El sefior Barbetta dio un salto en su cama, se sobé la cabeza, se comié una pera y mir6 el reloj. No funciona bien la campanilla! ~dijo, asustado, Entonces lo llev6 al relojero. ~Vaya, vaya -dijo el hombre, mientras lo examinaba con una lupa pegada a un ojo y se rascaba la barba. Qué tiene mi relojito? -balbuces don Barbetta —Tiene fonolesia, Debe descansar a lo ‘menos un par de afios—respondié el relojero, ~(Tiquitiquiti! ~dijo el reloj,con los minu- teros dando vueltas como carrusel ~g¥ quién me va a despertar en las mafa- nas? ~se asust6 don Barbetta —Mmmm dijo el relojero. a soa Maria araldes O sea, no tenfa idea Total, don Barbetta Manodura regresé a su casa. Dejé el reloj como adomo en el velador y se compré un gallo. Desde ese dia, cuando el cielo abre sus ojos azules, la luna de acuesta con su vestido blanco y el sol bosteza sobre los drboles, el gallo de don Barbetta Manodura abre un ojo y lanza un tembloroso jkikiriki! Entonces, como todas las mafianas, don Barbetta saca su mano dura, le lanza. un za~ pato ala cabeza al gallo y el reloj le dispara siete peras. Y tiquitiquitf..huifal, el mundo comienza de nuevo a trabajar. El conejo Remigio prepardndose para ir a la primera reunién de Padres y Apoderados. Se lavé los dien- tes, se eché colonia de eucalipto detras de las orejas, se colgé la cartera al hombro y habl6 a su hijo: —Remigio, voy a llegar un poco tarde: termina luego tu tarea de Plaplepli. El conejito Remigio respondié con cara de bueno: ~Vaya tranquila, mamé, y déle saludos de mi parte a la sefiorita Lora. na Marais La seforita Lora era la profesora que cantaba en inglés y ensefiaba la hora, ‘Apenas se fue la coneja haciendo sonar sus tacones en el suelo, Remigio sacé su cuademo y comenz6 a hacer su tarea de Plaplepli. Plaplepli son unos ejercicios de mate~ matica que les ensefian a los animales, y parece que son bastante dificiles, porque ‘el conejo sacaba la lengua, contaba con los dedos y se le encrespaban las orejas. Estaba borrando por quinta vez unos nimeros, cuando escuché desde la ventana: ~iRemigio! ;Ven a jugar conmigo al Quita y Combo! Era su amigo, el mono Cachirulo. ‘Ay, qué problema para el pobre Remi- gio. ;A él le cargaba hacer ejercicios de Plapleplf y le encantaba jugar al Quita y Combo! {ata Agla yoo cents Estaba cerrando su cuaderno para salir, cuando escuché una voz que le hablaba en su ofdo izquierdo: «Si no haces la tarea de Plaplepli, es peor para ti. Abri6 de nuevo el cuaderno, El conejo entonces escuché otra voz que le hablaba en el oido derecho: lugar al Quita y Combo es mejor que tocar el bombo». Muy decidido, cerré de nuevo el cuaderno y-se acercé a la ventana mientras el mono Cachirulo le hacia sefias para que se apurara. Y se fueron a jugar mientras la luna alum- braba detrés de una nube negra. El mono sacaba una hoja de un drbol, y el conejo se la quitaba y le daba un combo.* Después el conejo recogia una piedra, y el mono se la quitaba y le daba un combo. Qué entretenido era ese juego! —«jSi no haces la tarea de Plaplepli, es peor para ti» —insistié la voz en su ofdo izquierdo. ‘Darn combo: dar un bofetn un Reto ramay fuer. (N del) —«jJugar al Quita y Combo es ms entre: tenido que tocar el bombo!» —repitié la otra voz en el ofdo derecho. Remigio se metié un dedo en el oido izquierdo y jugé al Quita y Combo con tanta felicidad que se reia hasta no dar més.Y asi se fueron alejando y alejando. Mientras tanto, en el colegio ya terminaba lareunién de Padres y Apoderados, porque... La sefiorita Lora que era la profesora ya habfa cantado en inglés y dicho la hora. La luna alumbraba detrés de dos nubes negras cuando la sefiora coneja regres6 a su casa y llamé a su hijo. Pero nadie le contest6. Muy asustada, le buscé detras de la cama y arriba del azucarero, debajo de la alfombra y dentro del florero. Pero noe encontré. Entonces salié taconeando al bosque. Le buscé entre matorrales y a bra Aga yrs uenes arriba de las flores, debajo de un sombrero y detras de los melones. Pero no le encontré. Y la luna alumbraba detrés de tres nubes negras cuando escuché: ~Ma... nun... buaaa. —{Remigio? -grit6 la coneja, palida. ~|Maméaaaaa! -respondié el conejo, saltando de arriba de un drbol con el mono agarrado a sus orejas. La sefiora coneja no se murié de la impresin porque las conejas tienen el corazén muy fuerte, pero le legaron a tiritar los dientes al sentir que algo le caia encima. ~jTeniamos susto, mami! ~decia Remigio, lorando, —jTenfamos susto, tia! ~decfa el mono, lorando mas todavia. La sefiora coneja no dijo nada, pero apreté la boca. Cuando las conejas aprietan la boca, es que estén enojadas y también porque les duele la cabeza. aa Mara Gales No se sabe si la sefiora coneja castigé a su hijo, pero lo que sf se sabe es que el conejo se tuvo que quedar haciendo su tarea de Plaplepli hasta las doce de la noche, porque si no la terminaba luego. La sefiorita Lora, que era su profesora, no le cantaria en inglés ni le diria la hora. Elsol y la gallina Paulina EE. cator habia tegado al bosque con més fuerza que nunca. Imaginense: cuando el conejo se acostaba debajo de un drbol a descansar, jplim!, egaba un rayo a moles- tarlo. Sila chinita preparaba una limonada helada, jplim!, el jugo hervia. Sila margarita buscaba un poco de viento para refrescar- se... jplitiplim!, el sol calentaba al viento Y la que més sufria era la gallina Paulina porque usaba faldas largas a la moda y eso le daba més calor. Por eso, allf andaba el conejo con las orejas transpiradas y por aca andaba la gallina con las faldas levantadas. Por alld se desmayaba la margarita y mas acd suspiraba la chinita.* “Hay que hacer algo -dijo a gallina Pau- lina echandose aire con las faldas. Tengo las orejas hirviendo ~susurré el conejo 5 eta ce eins pis sim rmarigta d) ‘earn Gales Ay, Dios ~suspiré la margarita. —Poble de mi -resop!é la chinita. La gallina dio un aletazo impaciente: Se la vamos a ganar al sol! ~cacareé, furiosa. ZY c6mo, y cémo, y cémo? taron los tres. La gallina hizo como que no escuchaba porque no tenfa idea y partié a su casa. Se senté en el suelo con unas revistas y comenzé a hojearlas, a ver si se le ocurria algo. En la primera péigina de la revista habia unas recetas de cocina, pero a ella eso no le interesaba, porque estaba muy gorda. En la segunda pagina habfa unos vestidos de moda, pero tampoco le interesaban, porque a ella le bastaba con su falda. En la tercera pagina habia una seforita ratona con trajebafio azul, en medio de una piscina azul, llena de agua azul, peto eso a ella no le interesaba porque... {Una piscina! -exclamé la gallina Paulina. Salié a toda velocidad hacia el bosque. pregun- Lata Agua ots caeton ~iAtencién, amigos! ~cacare6-.Tengo la solucién: jfabricaremos una piscina! ~i¥ cémo, y cémo y cémo? ~preguntaron los tres. La gallina hizo como que no escuchaba Porque no tenia idea. Parti6 a su casa con la falda arremangada a mirar de nuevo la revista. Ahi, en la pa- gina tres, decfa que para hacer una piscina solo habia que cavar un hoyo hasta que saliera agua. Puf, puf, puf, regres6 la gallina, con una gota de transpiraci6n en un ojo, mientras el sol se refa y le mandaba un litro de calor amarillo, {Hay que hacer un hoyo hasta que salga agua! —cacareé agitada. El conejo susurré jpor mis orejas! La margarita dijo jay, Dios! La chinita dijo jpoble de mit La gallina los miré enojada, asf es que los tres agacharon la cabeza y se pusieron a trabajar, ‘natara Grades laf, plaf, plaf, sonaba la tierra levantando polvo reseco a cada palada. El conejo se estrujaba las orejas, la margarita se doblaba entera y la chinita ni se veia debajo de su pala. Cuando habfan hecho un hoyo tan grande que se vefan las raices del mundo... um hilo de agua aparecié en el fondo. Era un hilito tan delgado que parecia un cabello de angel. Era un hilito tan cristalino que parecia una lagrima de luna. Era un hilito tan delgado que no servia para nada. ~|Fuerza al misculo! |A cavar més! ~cacare6 la gallina Paulina, con la falda amarrada a la cintura Levanté la pala, la dejé caer en la tierra, le puso la pata encima, y... glug... glug... glug... soné un gorgorito. Giug... glug...glug...son6 otro. Glug...... jSplach!, salt6 un chorro de agua frfa_y azul como helado de mar. La gallina Paulina salié disparada encima del chorro con el conejo agarrado de su abosa hain tos ents falda, la margarita agarrada de las orejas del conejo y la chinita agarrada de los pétalos de la margarita. Cayeron jsplaaach! de cabeza al hoyo que se llenaba de agua azulita y helada, ‘Y mientras el sol, muerto de rabia, trataba de mandarles, ;plim, plim, plim! sus rayos calientes, ellos no se daban ni cuenta porque estaban muy entretenidos nadando de espalda, nadando de pecho, nadando al revés y nadando al derecho. La lora piloto EE avis deta Linea Aérea Lora Flora estaba a punto de despegar. La nave daba vueltas por la cancha para tomar posicién y los pasajeros, amarrados hasta el cogote con sus cinturones de seguridad, miraban por las ventanillas para disimular el susto. La piloto lora Flora, instalada en su cabina, sacé un micréfono y hablé a los pasajeros: Buenas tardes, les habla la lora piloto. ‘Nuestro destino es el Bosque de los Patos. Nuestra velocidad sera més o menos répida. Nuestra altura lo suficiente alta para marearse. La azafata les repartira un chupete helado. Y no me molesten porque se puede caer el avin. Gracias. Los pasajeros se miraron, asustados. Se escucharon los ruidos de los motores. Cuando el avién se movi6, los pasajeros se aferraron a sus asientos. Cuando el aviGn comenzé a tomar velocidad, todos se af rraron més. Y cuando el avién se elevé, cerraron los ojos. El avién subfa y subia. En la cabina, la lora Flora, con su gorra de piloto metida hasta las cejas, examinaba muy seria las nubes que se arremolinaban frente al avin y que se deshacian cuando pasaba entre ellas. Momentos més tarde miré la hora y dejé el avién con piloto automatico. Se sacé la gorra de piloto, se puso un sombrerito verde, ensayé una pose para verse bonita y sonrié. Abrié la cortina y, Sacando las bandejas del almuerzo, re- parti6 un helado y una galleta por pasajero mientras cantaba: o na aria Gas Linea Aérea Lora Flora Ia linea aérea mejor sino les gusta este vuelo bajese ahora, por favor. Un ratén de pésimo genio hizo un desprecio al helado y ala galleta, y le dijo: {Quiero una limonada caliente! ;Y sino me la trae, voy a hablar con el piloto! La lora Flora partié corriendo ala cabina, se sacé el sombrerito verde, se planté la gorra de piloto, abrié la cortina y se pard junto al asiento del ratén viejo: “Habla con la lora piloto -dijo, muy seria. La sefiorita azafata no me quiere dar una limonada caliente ~dijo el rat6n. =La Linea Aérea Lora Flora no admite reclamos, y sino esté conforme, puede bajarse ahora mismo ~dijo la lora piloto, muy seria. El ratén, furioso, se levanté y grité: =iNo pienso bajarme! Pero la lora piloto lo tomé de una pata, AabeojeAgieyotrscuentos abrié la puerta del avién y lo lanz6 para abajo. Los pasajeros dieron un brinco en sus asientos. La lora piloto se metié a la cabina, se pitso la gorrita verde de azafata y sonriendo salié a cantar: Linea Aérea Lora Flora la linea aérea mejor tiene su paracaidista por si alguien se cay6. Se escondié tras la cortina, se sacé el sombrerito verde, se puso un paracaidas, ‘miré con cara de valiente a los pasajeros, abrié la puerta del avin, y se lanz6. Tomé al ratén, que iba pataleando en el aire, y siguié cayendo con él en brazos. Y cuando el piloto automatico hizo aterrizar al avién en el Bosque de los Patos, la lora cay6 con su paracaidas un poco después. Corrié hacia el avién, senté al asustado na Mara Gaies rat6n en su asiento, se metié tras la cortina y dijo por el micréfono: ~Sefiores pasajeros, les habla la lora pi- loto. Hemos aterrizado en el Bosque de los Patos. El viaje ha sido perfecto. El piloto, la azafata y el paracaidista los felicitan por haber viajado en la mejor linea aérea.Y si no estan conformes, pueden bajarse. Los pasajeros salieron, uno a uno, muy callados. Mientras tanto, la lora se ponia su som- brerito verde de azafata y muy sonriente ayudaba a pararse de su asiento al ratén que, verde de susto, todavia no entendia qué le habia pasado. Fantito Trompeta Fanito ‘Trompeta era un elefante tan timido que no iba a las fiestas porque le daba vergiienza saludar. Tan timido era que se escondfa cuando pasaban lista para ho tener que decir «presente». Tan, pero tan timido que no se miraba en el espejo porque se ponia colorado. Una mafiana que Fantito estaba detrés de un érbol mirando jugar a sus amigos, escuché los gritos de la sefiora osa: ~jBomberos, se quema mi casa! Ana Mars alder Pero nadie se movi6, porque en el bosque no existian los bomberos. ~iSocorro, traigan agua, que se quema mi casa! —grité entonces la sefiora osa. ‘Ahora sf que los animales corrieron. Iban de un lado para otro, chocaban con sus regaderas y sus vasos de dientes llenos de agua y cuando llegaban a la casa incendiada, no tenfan, ni una gota que lanzar al fuego. ~jRépido, agua! —insistia la pobre osa, viendo cémo las llamas bajaban por el techo ytesbalaban por las paredes de troncos de su casa ~iOrganizarse! ~rugié entonces el rey de Ja selva, apareciendo con su corona enca- ramada en la melena. ~;Qué hacemos, Majestad? ~preguntaron Jos animales, muy nerviosos. Traigan baldes y una manguera —rugié el leén. -S{, Majestad ~obedecieron los animales. Y corrieron a buscar los baldes de la sefiora lechera, abraa Aginy to cunts {Traigan la manguera para conectarla al rio! ~rugié el leén, al ver que el fuego entraba por las ventanas de la casa de la sefiora osa, que ya se habia desmayado de susto. No hay manguera! ~dijo el jaguar, transpirando. ~2Y eso qué es? -pregunté el rey, mos- trando algo que asomaba detras de un drbol. ~iUna manguera! -respondié el jaguar. Y corrié a buscarla, Pero no era una manguera. Era parecido a una manguera, pero no era una manguera Podria haber sido una manguera, pero realmente no lo era. Era, tan solo, la trompa de FantitoTrompeta que, colorado de vergtienza, no se atrevié a decir nada y dej6 que lo arrastraran hasta el rio, Eljaguar le toms la trompa y el elefante, por costumbre, aspiré y la llené de agua El jaguar arrastré a Fantito hasta la casa en llamas, le apret6 la trompa y... splach... el elefante lanz6 un chorro de agua que hizo humear las llamas. El jaguar volvié al rfo. Fantito, sin darse ni cuenta, no espera que le tomaran la trompa y aspiré el doble de agua que la vez anterior y regres6 corriendo alacasa en llamas. jFff!, soplé el elefante y jsplach!, el agua soné al caer al fuego. asi, dos, cuatro, diez veces, hasta que Fantito ‘Trompeta apagé el fuego él solo. -|Mi héroe! ~dijo la sefiora osa, y le dio un beso en la mejilla, ~;Bravo, bravo, bravo! ~gritaron los ani- males. Recién se dio cuenta FantitoTrompeta de lo que habfa hecho y se puso tan colorado que casi exploté. Pero no alcanzé, porque en esos momentos el propio rey de la selva decia un discurso: En este dia solemne nombro a Fantito ‘Trompeta el Primer Bombero del Bosque. Y por su valor, le condecoro con la Orden del Casco Colorado. Y le puso un casco rojo en la cabeza {bra gears cxemos Fantito ahora era un bombero. Un bombero timido y vergonzoso, pero ‘un bombero. Un bombero que se escondia cuando los otros jugaban, pero un bombero. Un bombero que miraba detrés de los Arboles, pero un bombero. Un bombero que apenas alguien gritaba jincendio! corrfa sujetando su casco hacia elrio y, solo después que apagaba el fuego, solo entonces, se ponia colorado. Navidad en la jugueteria KE ta tienda ce don Emilio estaba todo dispuesto para Navidad. Cuando se abria la inmensa puerta de vidrio, las cien ‘campanitas de bronce tintineaban como si todo el mundo estuviera aplaudiendo. La gente se apresuraba en elegir peluches y ‘muiiecas, patines y bicicletas.Y don Emilio abria y cerraba su caja registradora con los grandes bigotes crespos de alegria. Entre los robots, las mufiecas, bailarinas y payasos, habfa un osito de color blanco ‘oa des que hacia tiempo habia perdido uno de sus ojos de vidrio. Don Emilio, que estaba enfermo de la espalda, no se habia dado el trabajo de agacharse para buscar el oji- to verde debajo de los mesones, y con un suspiro lo habia dejado asi només: tuerto y triste. Y el osito ya llevaba como cinco navidades sobre el estante a la espera de que algiin nifio lo eligiera. jAdiés, amigos, y buena suerte! ~cantu- re6 en ese momento una mufieca vestida de hada mientras se la levaba una nifiita de blusa almidonada. ~iHuuuuiii! ;Ahora me toca a mil! -silbé tun payaso de gorro dorado cuando un nifiito con la boca sucia de chocolate lo indicé. -Hora de irse... clic, clac ~anuncié un robot de cara cuadrada y partié moviendo sus piernas y brazos tras un nifio muy sero. El osito qued6 solo en la repisa. Pensd que ahora que no lo podrfan comparar con juguetes hermosos, quizés tendria mas suerte. Se corrié al medio del estante. Trat ‘ma Marais de que sus orejas se lucieran lo més posi- ble y que su hocico puntiagudo pareciera lanzar besos al aire. Y se qued6 quieto y esperanzado, de perfil y adormilado. Pero aparecié don Emilio, sobéndose la espalda con una mano y llevando en la otra un canasto Ileno de juguetes. A un lado, osito, a un lado -murmuré el viejo, acomodéndolo en una esquina, mientras ponia mas muftecos de colores brillantes y ojos radiantes, En esos momentos las cien campanitas de la puerta sonaron como si muchas manos timidas estuvieran aplaudiendo. -iClientes! -sonrié don Emilio y se enderez6 para atenderlos. Ahf habfa una nifiita que estrujaba un pafiuelo entre sus manos. —Mmmmm, zen qué la puedo atender, sefiorita? —pregunté don Emilio, desilusio- nado al ver que la compradora no llevaba alcancfa ni billetera ni una bolsita para monedas. {abr Aol yotrscueatos La niftita no contest6, pero comenzé a recorrer con sus ojos la repisa de juguetes. Miré a la mujieca reina, mir6 al principe heredero, miré a la brujita en su escoba, miré al duende zapatero. ~jMmmm? (Te decides? -bostezé don Emilio, apoyado en el mostrador. -No ~dijo la nifiita Y buscé entre caperucitas y bailarinas, lobos feroces y hadas madrinas. El osito, que estaba arrinconado, movié su cabeza para mirar a esa clienta indecisa, Y la nifita lo vio. =Lo quiero a él -respondié ella de inmediato-Y la mano con el pafiuelo inclicé al osito. ~zEh? ¢Estas segura? ~pregunté incré- dulo el viejo Si, porque él me esté guifiando un ojo la ninita, cerréndole también un ojo al peluche tuerto. Don Emilio se quedé pensativo. ~2Y tienes dinero para pagar? ~quiso saber. ‘oa Mara Giles Entonces ella abrié su pafiuelo y adentro brill6 una moneda. Don Emilio se dio cuenta de que con eso no alcanzaba ni para pagar el ojo que le faltaba al osito. Pero por primera vez en su vida, hizo como que no se daba cuenta. Sacé al osito del estante y dejé que la nifia Jo tomara entre sus brazos, Don Emilio sintié que le entraba un ai- recito dulce por la espalda. —Toma, el vuelto —dijo entonces. Sacé dos monedas de su caja registradora y el airecito le hizo un masaje de arriba abajo en sus huesos viejos. ~Gracias y feliz Navidad -dijo la nif. Feliz. Navidad -respondi6 don Emilio, muy derecho. Y al cerrarse la puerta, las campanitas sonaron como si cien manos de angeles estuvieran aplaudiendo. “diegs Dein verde Coleccién Delfin de Color (Serie Verde) CR ane mae) Cee on Cee Cr enc Gree ee eee ec ares Renee coat ras eset aed ‘cuentos y novelas. Su novela El embru: ee ee ee Dem a ey De ee) Premio Municipal de Literatura (Chile). Cee eee ty er en a oe) ee een) Cee ed Cree eet eats ee a a cs eae hen ee dy eo eee) Cee a Tee enemy peel aaresen252 sm

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