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Scpunisedconeningin’ 1386 i KARL MANNHEIM Primera cdkcwn on xj, 194 Sequn edt, tr Primera reimpresisn, ma Ideologia y Utopia Introduccién a la sociologia del conocimiento Estudio Preliminar ee 7 ey : ao : Louis Wirth F cn PME ee Traduccién : ' de . : SALVADOR ECHAVARRA D.R. © 1941, Fonvo ne GucTuna Econéaca DR. © 1987; Fowoo ne Cucrur Eeonouten S.A oe GV. Carter Pachonjne 7 1420 Mec, BF FONDO DE CULTURA ECONOMICA - MEXICO ISBN 9681624718, Impresoen México 168 UNA POLITICA cuENTIFICA netrable y de ocultarse entre los velos del destino; por el contrario, algunas interrelaciones sociales son previsibles, cuando menos poten- cialmente. En este punto, el principio ético de responsabilidad empieza 4 vislumbrarse. Sus principales imperativos son, en primer lugar, que Ja accién no sélo deberta estar de acuerdo con los dictados de la con- sino que deberia tomar en consideracién las posibles conse- cuencias de la accién, en cuanto son calculables; en segundo lugar ~y esto puede servir de base a nuestras anteriores discusiones—, que la propia conciencia deberia quedar sujeta a un examen critico, a fin de ‘liminar todos los factores que actian a ciegas y fatalmente. Max Weber ha expresado por primera vez de un modo aceptable ‘este concepto de la politica. Sus ideas y sus investigaciones reflejan la etapa de la ética y de la politica en que el ciego destino parece en vias de desaparecer, cuando menos en parte, en el proceso social, y el cono- cimiento de todo cuanto es cognoscible se wuelve la obligacién de eual- quier hombre de accién. En este punto, mejor que en cualquier otro, la politica se convierte en ciencia, ya que, por una parte, la estructura del campo histérico, que se debe controlar, se habré vuelto transparente, Y¥ que, por la otra, de las éticas nuevas surge un punto de vista que ‘considera el conocimiento no como una contemplacién pasiva, sino ‘como un examen critico, y, en este sentido, allana el camino a la accién politica, Iv. LA MENTALIDAD UTOPICA 1. Utopia, Ideologia y el Problema de la Realided Un estado de espiritu es utépico cuando resulta incongruente con cl estado real dentro del cual ocurre. La incongruencia es siempre evidente por el hecho de que seme- jante estado de espiritu, en la experiencia, en el pensamiento y en la Préctica, se orienta hacia objetos que no existen en tna situacién real. Sin embargo, no deberiamos considerar como utépico cualquier estado de espiritu que es incongruente con la inmediata situacién y la tras- ciende (y, en este sentido, se “aparta de la realidad”) S6lo se designarin con el nombre de utopias, aquellas orientaciones que trascienden la realidad cuando, al pasar al plano de la prictica, tiendan a destruir, ya sea parcial o completamente, el orden de cosas existente en determinada epoca. Al limitar el significado del vocablo “utopia” a ese tipo de orien- tacién que trasciende la realidad y que, al mismo tiempo, rompe los lazos del orden prevalente, se establece una distincién entre los estados de espiritu utépicos y los espirituales. Puede uno orientarse hacia objetos ajenos a la realidad, que trascienden Ia existencia real —y, sin embargo, soguir siendo capaz de realizar 0 conservar el orden de cosas existente, En el curso de la historia, el hombre se ha ocupado con mis frecuencia de los objetos que trascendian el aleance de su existencia que de los que eran inmanentes a ésta, y, a pesar de esto, las formas reales y concretas de Ia vida social se han edificado sobre Ia base de estados de espiritu “ideolégicos", ineongruentes con la realidad. Seme- jante orientacién incongruente se volvié utépica s6lo cuando tendié, por aiiadidura, a destruir el orden prevalente. Por tanto, los represen- tantes de cierto orden, no han asumido en todos Jos casos una actitud hostil hacia las orientaciones que trascendian el orden existente, Mas bien se han esforzado en controlar las ideas y los intereses trascendentales dentro de una situacidn dada, intereses ¢ ideas que no era posible rea- lizar dentro del orden prevalente, y en redlucirlos @ Ia impotencia, de tal suerte que se coneretaran al mundo que se halla més alla de la historia y de la sociedad, donde no podrfan afectar el status quo. Cualquier periodo histérico ha contenido ideas que trascendian el orden existente, pero no funcionaban propiamente como utopias: eran ee Oo ee set ey os oe, 170 LA MENTALIDAD UTOPICA mis bien ideologias adecuadas a aquella etapa de la existencia, ya que s¢ integraban armoniosa y orgénicamente en la concepeién del mundo caracteristica de ese periodo (es decir, que no ofrecian posibilidades re- volucionarias). Mientras el orden medieval, clerical y feudalmente orga- nizado, pudo colocar el paraiso fuera de la sociedad, en una esfera situada en el mas allé que trascendia Ja historia y cortaba las garras a los impetus revolucionarios, la idea de paraiso siguié siendo parte integrante de la sociedad medieval. Sélo hasta que ciertos grupos socia- les dieron cuerpo a esas imagenes de anhelo en su conducta real, y trataron de realizarlas, esas ideologias se volvieron utépicas. Si adop- tamos por un momento la terminologia de Landauer' y, contradiciendo deliberadamente la definicién usual, damos a cualquier orden social existente y que perdura atin, el nombre de “topia” (del griego véx0; } entonces esas imagenes de anhelo asumirén una funcién revolucionaria Y $e convertirén en utopias. Es claro que una concepeién definida de la “existencia” y una concepeién correlativa de la trascendencia de la existencia sirven de base a la anterior distincién, Es preciso examinar esa presuposicién antes de ir mas lejos. La naturaleza de la “realidad” o “la existencia en cuanto tal” es un problema que corresponde a la filosofia, y no nos ocuparemos de él aqui. Sin embargo, lo que se considera como real histérica 0 social- ‘mente en determinada época, es importante para nosotros y afortuna. damente es posible definirlo con certeza. En cuanto el hombre es una criatura que vive primordialmente en Ia historia y en la sociedad, la “existencia” que le rodea nunca es “la existencia en sf", sino una forma concreta ¢ histériea de la existencia social. Para el sociélogo, la “exis- tencia” es aquello que es “concretamente eficaz”, es decir, el orden social prevalente, que no s6lo existe en la imaginacién de ciertos individuos, sino conforme al cual actian realmente las gentes Cualquier “orden de vida actuante” concretamente, debers conce- birse y caracterizarse lo més claramente por medio de la estructura particular, social y econémica sobre la cual esth basado. Pero abarca también las formas de convivencia humana (formas especificas de amor, de sociabilidad, de conflicto, ete.) que la estructura hace posibles 0 requiere; y también las formas de experiencia y de pensamiento que ccaracterizan su sistema social y que, por tanto, son congruentes con A. (Para el planteo actual del problema, esto resultaré lo bastante pie- ciso. No se puede negar que, si el punto de vista desde el cual se hace ol aniliss, se estudiara con més profundidad, habria otras muchas cosas | Landaver, G., Die Resolution, vol. 18 de ls serie, Die Gesellichaft, ed. por Marin Buber (Francfort del Melo, 1923.) UTOPIA, IDEOLOGIA Y MEALIDAD im que explicar. El concepto nunca puede explicar algo en un grado ab- soluto; sicmpre corre parejo con lx amplitud y el abondamiento de nues- tra mirada cn la estructura social.) Pero en cualquier orden de vida que “aetie realmente”, se mezclan al mismo tiempo concepciones que se deben designar con el nombre de “trascendentes” 0 de “isreales”, porque munca se puede realizar su contenido en las sociedades en las cuales existen, y porque no se puede vivir y actuar eonforme a ellos dentro de los limites del orden social existente. En una palabra, todas aquellas ideas que no encajan en el orden corriente, concreto y de facto se designan como “irreales” o trascendentes, 4 la situacién. Sélo un estado de espiritu que se ha logrado aclarar debidaiente, desde el punto de vista sociolégieo, actia confcrme a ideas y motives congeuentes a la situacién que son relativamente raros. En. coutraste con esas ideas congruentes y adecuadas, hay dos clases prin: ‘ipales de ideas que trascienden la situaeién: las ideologias y las utopias. Las ideologias son las ideas que trascienden Ja situacién y que nnanca lograron, de hecho, realizar su contenido virtual. Aunque @ me- nado se convierten en los motivos bien intencionados de la conducta del individuo, cuando se las aplica en la prietica, se suele deformar su sentido, La idea cristiana del amor fraternal, por ejemplo, sigue siendo, en una sociedad basada sobre la servidumbre, una idea irtealizable, y, ef ese sentido, ideolégica, aun cuando se reconozea que puede actuar como motive en la conducta del individuo, Vivir en forma coherente, a la luz del cristiano amor al projimo, en una sociedad que no este organizada segin el mismo principio, resulta imposible. El individuo, fen su conducta personal, se ve siempre obligado ~en cuanto no se propone trastornar el orden social vigente~ a renuneiar a sus més nobles principios. El hecho de que esta conducta ideolégicamente determinada nunca realice plenamente el sentido que pretende tener, puede presentarse cen muchas formas, y, en relacién con éstas, hay toda una serie de tipos posibles de mentalidad ideol6gica. El primero de esa serie es el caso en que el sujeto que piensa y concibe no acierta a advertir la incon- ‘gmuencia de sus ideas con la realidad, porque se lo impide todo el cuerpo de axiomas que entrafia el pensamiento social ¢ histéricamente deter minado, El segundo tipo de la mentalidad ideolégica, al que podriamos Mamar la “mentalidad hipéerita” 0 farisaica se caracteriza por el hecho de que, histéricamente, tiene la posibilidad de descubrir Ia incongruen cia entre las ideas y su condueta, pero, en vez de hacerlo, oculta ese concepto en aras de ciertos intereses vitales y emocionales. En fin, existe cl tipo de mentalidad ieolégica basada en un engafio deliberado, en

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