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Capitulo IV LA MOTIVACION. CONCEPTOS FUNDAMENTALES SUMARIO: 1. La interpretacion. Recapituiacion y *saltos” 2. Aigunas categorias centrales de la motivaci6n judicial. 2.7 Hablemos de argu- mentos y no de personas: contexto de descubrimiento y contexto de justificacion. 2.2. Concepto y clases de justificacién. 2.2.1 Justifica- cién intema y justificacién externa, 2.2.1.1 Jusliicacién intema/externa come justificacién légico-deductiva 0 no, 2.2.1.1.4 Los juristas frente @ [a légica: ef Derecho no tiene que ver con la logica. 2.2.1.1.2 Los iogicos frente a a Derecho: la fégica mo tiene que ver con el Derecho. 2.2.1.2 Justificacién intemafexterna como justificacién sobre normas sisteméticas 0 extrasistematicas, 3. El papel de les premisas facticas Remision. 4. ¢n qué medida estas distinciones diferencian a le TAd actual respecto 2 sus precursoras? 6. La TAJ esténdar. 5.1 Justiicacién intema 0 de primer orden. 5.1.1. Problemas de relevencia. 5.1.2, Pro- blemas de interpretacién. 6.1.3. El problema de la prueba. 5.1.4 Problemas de calificacién. 6. Algunas pistes para ergumentar. 6.1 Con- sistencia y coherencia, 6.2 Universalizabitidad. 6.3 Consecueneialismo, Saint gee LA INTERPRETACION: RECAPITULAGION Y “SALTOS” nn el capitulo III, la profesora Marina Gascon se ha re- ferido ala cuestidn de la interpretacién del Derecho y alos problemas que ésta plantea, Hemos visto que la interpre- tacion consiste en la atribucién de un significado a un enunciado y que, por tanto, la interpretacién jurfdica hace referencia ala iado juridico. El término ‘interpretacién” evoca etimolégicamente la idea de mediacién atribucién de significado a un enuni Alfonso J. Garefa Figueroa entre dos extremos y se trata de una connotacién que podemos advertir reiteradamente en la vida diaria: el intérprete traduce jo que una persona quiere comunicar a otra que se expresa en una lengua distinta; el pianista interpreca una pieza ante un au. ditorio y se erige en mediador entre el compositor de le ob Li tarot y pone asi en contacto a su cliente con una realidad tas o; el cartomante interpreta el significado de las car sapuestamente sobrenatural, etc. Cada uno de estos intérpretes (traductor, pianista, cartomante) deja sentir en mayor o menor medida su impronta en su actividad hermenéutica y todos tene- mos la sensacién de que esta actividad no es puramente técnica ni mecanica, no se agota en asociar unos signos a otros de ma- nera automatica. Por eso hay buenos y malos intérpretes, hay pianistas més distinguidos que otros y hay cartomantes con mas éxito que sus colegas. En el mundo de} Derecho, las valoraciones que adminis- tra el propio intérprete en el (por asi decir) transito desde una disposici6n juridica genérica hacia una norma concreta en for- ma de sentencia judicial presentan una indudable trascendencia. Esto no significa que se la pueda considerar una actividad pura- mente arbitraria. En esta asignacién de significado debe existir una cierta racionalidad. No puede tener lugar de una manera arbitraria sino que debe ser fundamentada, razonada, motivada. Una de las misiones de la TAJ consiste en analizar la racionalidad que inspira el razonamiento juridico, la racionalidad que debe presidir el trénsito desde una disposicién legal a la interpreta- cin resultante en un caso concreto por parte de un juez. Veamos un ejemplo bien conocido y poco original‘. En una estacién de tren nos encontramos con un rétulo bien v 1. RADBRUCH recoge un caso real al parecer citado por PETRASYSKI (Cir. RECA- Stns, L., Thatado general de filosofia del Derecho, cit., pp. 645 y ss.) 3B La motivacién, Conceptos fundamentales: ble que prohfbe la entrada de perros allf. Un dia un campesino se presenta en el lugar acomnpafiado de un oso, lo que provoca la natural confusién. El enunciado a ser interpretado reza asf: r: “prohib' Existen al menos dos posibilidades en este caso. Por un lado, se puede insistir en la literalidad de la prohibicién, lo que no impediria la entrada del oso en la estacién, porque un oso no es un perro. Esto es, favoreciende una argumentacién a conira~ rio (infra tema V), podemos interpretar el enunciado r como el enunciado r’ 1’: “prohibida la entrada de perros y sélo de perros” 0 bien se puede ensayar una segunda interpretacién que atiendaal “espiritu” que lo inspira, favoreciendo una argurmen- tacién a simili, en el sentido de r: “prohibida la entrada de perros y de otros animales que puedan causar problemas semejantes a los que pro- vocan los perros en una estacién de tren”. {Cuél de las dos interpretaciones mostradas aqui es me- jor? Todo depende del razonamiento que se aporte para apoyar la adopeién de una u otra opcién. Supongamos que en el caso que nos ocupa la interpretacién de r en el sentido de r” fue la clegida. Se puede representar el resultado de la actividad inter- pretativa del siguiente modo, siguiendo a Aleksander PEczerk: re sr" 130 Alfonso J. Garcia Figueroa Donde “I” significa interpretacién y “w" el conjunto de las reglas aplicadas para fundamentar el transito desde r ar”. Por tanto la interpretacién de r de acuerdo con las reglas w nos conduce 4 Este transito ha sido denominado por Prczenn ormacién” o “salto”, porque et paso derar” no tiene un caracter (abiertamente} légico. En sintesis, segtin Peczenix, nos allamnos ante una “transformacion” o “salto” desde el enunci dor al enunciado r’, cuando se verifican las dos siguientes condiciones. 1) r" se deriva der 2) r" no constituye una consecuencia Idgica de r Pues bien, el esclarecimiento de la naturaleza de estos sa/- fos, es decir, de las razones en las que se apoyan (w) son parte fundamental det objeto de la TAJ. Sin embargo, la realidad nos dice que estos saltos a veces son més grandes y en otras menos. Esto significa, correlativamente, que el volumen de w, asi como ‘el recurso ala TAJ, es mayor y més necesario en unas ocasiones que en otras. Existe, pues, una cierta gradacién entre casos f4- ciles y casos dificiles. Hay quien ha planteado que en realidad todos los casos son dificiles, porque todos los casos son al menos teéricamente capaces de dar lugar @ controversia. Todos los casos son pro- blematizables tedricamente. Sin embargo, ia realidad es queen la prdctica del Derecho todos tenemos ia sensacién de que hay casos que provocan discrepancias serias, mientras que otros se, resuelven de forma rutinaria, como si no hubiera ni la menor sombra de duda acerca de cémo habria que decidir. De Io di- cho, cabria inferir que teéricamente todos los casos son diffciles, pero en la practica cabe distinguir casos faciles y casos dificiles. én. Conceptos furdamentales 1 En otras palabras, la distincién entre casos fAciles y dificiles se antendrfa en un nivel pragmético” Ahore bien, des posibie que existan casos tan faciles come ‘etacion re ment = su inte: P Segtin un conocido brocardo ¥ ‘in claris non fit interpretatio”) la respuesta seria afirmativa: en los casos claros no seria necesario interpretar. Sin embarg! cierta interpretacién tie bem mnecesar a citado en ta leccién anterior siempre, porque siempre de~ s asignar un signifi plicarla. Cuestién diver es si esta interpretacién es més o menos compleja, si suscita mayor o menor adhesién. La cues- tién se resuelve si distinguimos entre interpretacién sensu Jango y sensu stricto. En sentido armplio, imterpretar es atribuir un significado a una disposicién normativa. En sentido estricto, in terpretar significa atribuir un significado a una disposicién normativa en el caso de que exista controversia en torno a su significado. Por tanto, siempre es necesaria la interpretacién sensu langoy en cambio sélo a veces la sensu stricto. Asi que el brocardo in claris non fit interpretatio (o clara non sunt inter- pretanda, etc.) podria precisarse diciendo simplemente: in claris non fit interpretatio sensu stricto, Nuevamente, la cuestién se resuelve distinguiendo entre lo que sucede teéricamente y lo que acontece en la practica de los juristas. En la lecci6n precedente hemos visto las circunstancias que ponen de manifiesto la insuficiencia del formalismo para explicar los problemas interpretativos y argumentativos de la 2. Vid. por ejemplo, BeNcoerxea, J., N. MacCoricr y L. Moran Soriano, “integration and Integrity in the Legal Reasoning of the European Court of justice”, en Dr BOxca, G. y JH.H. Wener, The European Court of Justice, O.U.P, Oxford, pp. 4 85, aqui p. 5! Alfonso J. Garcia Figueroa actividad jurisdiccional y en el tema IT tuvimos la oportunidad le ver algunas teorias que ya apuntaban algunas posibles res- puestas. A continuacié desearia oouparme de la respuesta aus en la actualidad a los problemas que plantea Ia inter. ia argumentacion juridic "pare ello comaré come S que constituyen quizé las dog obras fundacionaies de la moderna TAJ. Me refiero @ Theorie der jun cher Argu- “entation de Robert Azxy y Legal Reasoning and Lega! Theory de Neil MacCormick, Ambos libros fueron publicados en ol afio 1978 y representan, en palabras de Manuel ATtENzA, la tenis estdndar de la argumentacién juridica ALGUNAS CATEGORIAS CENTRALES DE LA MOTIVA- CION JUDICIAL En contraste con sus precursoras surgidas desde los aios cincuenta, las modernas teorias de ia argumentacidn jurfdica pretenden reforzar el papel de la razén en sentido fuerte en el campo de le angumentacién juridica. La TAJ actual es una apues- ta por la racionalidad en el discurso juridico frente a las corrientes irracionalistas. Las circunstancias que han favoreci- do el auge de la TAJ moderna son diversas. A juicio de Sumacns el racionalismo de la TAJ se alza frente a los siguientes plantea- mientos y sus lemas asociados: “() Mayoritarismo cinico (“ios votos son io decisive"), (2) Nbertarismo inadecuado (“un hombre es fibre de adoptar cualquier posicién”); (3) relativismo ético (“lo que es bueno aqui y ahora es bueno sélo aqui y ahora"); (4) pseudo-frendia- hismo (“no conocemos nuestras razones reales, entonces épor qué preocuparse?”); (5) deductivismo inapropiado (“solo los argumentos deductivamente concluyentes pueden tener oh La motivacién. Conceptos fundamentales fuerza”); (6) determinismo ideoldégico ("nuestras razones es- tan todas socialmente condicionadas por la ideologfa, de fuerza”); (7} cientificismo (“sélo el untos de hecho es verdaderamente mods qu tienen po: razonamiento sobre repetable")* Ahora bien, écuéies sor las claves de Ja actual TAJ? Las teorias de ALexy y MacCormick guardan una considerable semejanza que se ve matizada por el diverso métode empleado por cada uno de ellos. ATIENZA afirma que “(a)mbos han reco- rrido la misma via, pero en sentidos opuestos”*, pues ALEXY parte de la generalidad del discurso practico para introducirse posteriormente en e] mundo del Derecho, mientras que el plan- teamiento de MacCormicx® hunde sus rafces en la realidad de las decisiones judiciales para construir desde su anilisis una teorfa de ja argumentacién. Seguramente son muchos los rasgos qu la argumentaci6n juridica singularizan a la teorfa estandar respecto de las antiguas teorias de la argumentacién juridica a vido. Sin embargo cabria insistir en dos as- las que me he ref pectos fundamentales en los que la teoria actual pretende superar los planteamientos previos a fin de reforzar la racionalidad de ia argumentaci6n juridica. El primer aspecto relevante lo constituye la asuncién por parte de ia teoria estandar de la distincién entre contexto de SumMERs, R.S., “Comments on “The Foundation of Legal Reasoning”, en Krawierz, Wy R. ALEXY, Metathedrie juvistischer Argumentation, Duncker & Humblot, Berlin, 1983, pp. 145-157, aqui 146, ATIENZA. M., Las razones del Derecho, Teorlas de la argumentacién juridica, cit 5. Vid. MacCorMick, D.N., Legal Reasoning and Legal Theory, Clarendon, Oxford, 1978 S ad Alfonso J. Garcta Figueroa descubrimiento y contexto de justificacién. El segundo elemen- to @ resaltar aqui viene representado por ia delimitacién de ta justificacion interna y la justificacién externa 1. Hablemos de argumentos y node personas: contexto de descubrimiente y contexto de justificacién® Como hemos visto, la motivacién de las decisionas judi- clales constituye uno de los elementos fundarnentales del Estado de derecho como conquista frente a las athitrariedades de los Procesos durante el Antiguo Régimen. La motivacién garantiza que los jueces y magistrados se someten al principio de legali- dad y permite a los justiciables conocer las razones que fundamentan las decisiones, abriendo la posibilidad de los re- cursos correspondientes, Asi el articulo 120.3 dela Constitucién espafola de 1978 reza asf: “Las sentencias seran siempre moti- vadas y se pronunciarén en audiencia pitblica’”. De entre los primeros textos legales en que se sanciona el deber de los jueces de metivar sus sentencias, destaca la prag- miatica de 27 de septiembre de 1774 del Reino de Napoles, que decia asi. “Para despojar de todo pretexto a la malignidad y el fraude, ¥ asegurar en la opinién del puiblico el rigor y la religiosidad Ge los magistrados, quiere Su Majestad, también para ejem- plo y uso de los tribunales més renombrados, que on toda eee HEE PEEL 6 Sigo aquf la argumentacion del epigrafe segundo de mi trabajo “Palabras, Palabras, palabras. Sobre lo que el Derecho les dice a lot jucces”, en jucee para la Democracia, N° 36 (noviembre 1999), PP. 58-66. Reeditado en Dere- che y Sociedad, Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Catch, ° 15 (2000), pp. 267-279. 7 La Constitacién peruana mantiene un texto similar en su artfculo 139 ine. 5, | Frrenmmseceerseeme La motivacién. Conceptos fundamentales 135 decisién que conozca o la causa principal o les incidentes, cha por cuaiquier tribunal de Napoles, o colegio, o jdnta, itad de h u otro juez de la misma capital, que tenga la fact a razdn de ta decisién, 0 decidir, se explique | cuales ia de Sin embargo, parece que, a pesar de su fortuna, e] térmi- no “motivacién” adolece de una ambigiiedad que puede resultar contundente si advertimos, como cabe hacerlo ya en este anti- guo texto, que la motivacién parece referirse indistintamente a la “razén para decidir” y los “ motivos sobre los que se apoya la decision”. Esta forma de expresar la exigencia de motivacion, permite pensar que probablemente e! propio términe “moti cin” no sea el més idéneo para designar la fundamentacién de una sentencia®. Motivar es expresar los motivos y los motivos no son necesariamente razones justificatorias. Un motivo pare- 8. Texto legal citado por EVANGELISTA, 8., voz “motivazione della sentenza civite”, en Enciclopedia del diritto, Vol. XXVIL, Giufie, Varese, 1977, pp. 154- 181, aqui p. 154, nota |, subrayado mio. 2 Por ejemplo, en el Novissimo Digesto Italiano se define “motivazione”, guiendo a CRISAFULLI, como “la enunciacién explicita o implicita contextual © no, de fos motives que precedieron o determinaron la emanaci6n de un acto juridico” (G. LOMBARDI, voz “motivazione en diritto costituzionale”, Novissimo Digesto Italiano, Vol. X, UVETT, Turin, 1982 (reimp.), pp. 954- 958, aqut p. 954), pero poco més adelante podemos Jeer en la voz “motivi a delinquere”: “El término ‘motivo’ parece poder referirse ya sea al momento afectivo, al impulso incluso inconsciente, que caracteriza al ‘mévil’, ya sea al momento en que el afecto ve ¢! objetivo a conseguir y resuelve la decision de realizarlo y, as{ se transforma en un ‘fin'...” (Matinvernt, A., fd., pp. 961- 970, aqui p. 963) y aun més tarde encontramos la consideracién de un motivo como “representactén psfquica que interesa fa voluntad y ta induce al negocio...” en GUZZI, R., voz “motivo del negozio giuridico”, fd., pp. 970- 973, aqué p. 970. Confluyen asf en el término “motivo” acepciones diversas, Sn justificatoria y en otras ocasiones a un A veces se hace referencia a una razs estimulo psicolégico. BS R Alfonso J. Garcta Figueroa © Ser, ent principio, la causa psicolégica por la que una accién Hene lugar, Por ejemplo, cabe decir que Otelo maté a Desdé- mona motivado (es decir, movido) por los celos, pero resulta vida a Desdémor la accin asesina 4 ustifican. Del mismo modo, en rigor, al & he decir que Otelo quité te Los celos expt sado fy a ‘tandar de la argumentacié: Juridica) no le interesan tanto los motivos del juez para dictar una sentencia condenato- ria (u ideologia, sus problemas personales, sus filias 0 sue fobias), cuanto las razones junidlicas que fundamentan esa sen. tencia condenatoria Se puede replicar que simplemente nos hallamos ante una estipulacion conceptual, mediante ja cual se ha de ignado con @i termino “motivacién” lo que es la justificacién juridica di una sentencia. De lo contrario, la obligacién de motivar se va_ slaria de contenido. éQué sentido tendria exponer el inevitable ner voluniatis del juez, si no fuera por su virtualidad justifica- toria? CDe qué servirfa poner de manifiesto la existencia de ‘notivos? En realidad, estos siempre existen salvo en el supues- to, harto impensable segtin creo, de una sentencia dictada como consecuencia de un acto involuntario causado por impulsos o¢- rebrales fuera de nuestro control. éAcaso seria posible dictar una Sentencia como se mueve involuntariamente la pierna al Impacto de un pequefio martilio con el que e! médico prueba los reflejos? Sin embargo, admitide todo esto, cabe a su vex pregun- tarse si esta estipulacién es meramente casual o encubre alguna significacin. Me parece que se vislumbra en la denominacion de “motivacién” un cierto realismo jurfdico inconsciente en al- gunos juristas. Probablemente, la inconsciencia sea el sintoma mas claro del vigor de un prejuicio. Veamos en qué sentido existe cierto realismo en nuestra cultura juridica a 1s fundamentales 1 La motivacién. C El realismo juridico basé buena parte de su anélisis del Derecho en la concepcién de! razonamiento judicial como un proceso psicologico. La argurnentacién realista llegé a ese plan- cién de la capacidad partir de una devalu cién basada en une del sistema jurfdice, depr damente contraria @ la idea positivista de sistema smo, La idea de sistema juri juridico sestenida por el posit co presupone [a existencia de tn conjunto de normas vinculadas algun tipo de relacién, singularmente por relacio- realisrno es esoéptico ante las normas”®, entre si por nes lagicas. Pues bien, pues considera gue no son sino “puro papel hasta que no se demuestre lo contrario”"!, una serie de enunciados susceptibles de las mds insospechadas interpretaciones, y se muestra escép- tico frente a la légica, pues “la vida del Derecho no ha sido logica, la vida del Derecho ha sido experiencia”. Sin normas y sin légica que las relacione, el resultado es la disolucién de la nocién de sistema juridico. De este mocio, el tinico Derecho es el que emana de los érganos jurisdiccionales, el Derecho vivo, el Derecho en accién: una serie de decisiones fruto de una vo- -juntad humana y no de una fundamentacién racional a partir de las normas preexistentes de un sistema juridico. Derecho es, entonces, lo que los jueces dicen que es De- recho y el origen de tal Derecho se halla en el proceso psicoldgico que da lugar a la sentencia, Dado que no existe ex ‘ante un sistema juridico de justificacién que preceda a la dec 10. Vid. Hart, HALA. El concepto de Derecho (1961), trad, de Genaro R Carrié, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1992, cap. vii LiEweLtyn, K., “Una teoria del Derecho realista: cl siguiente paso”, trad. de Pompeu Casanovas, en CASANOVAS, P y J.J. Moneso (comps), Bl dmbito de Jo jurtdico, Critica, Barcelona, 19%, pp. 244-293, aqué p. 267. 12. Hoimes, OW, The Common Lau, Boston, 1881, p. 1 138 Alfonso J. Garcfa Figueroa sion judicial y sobre la que ésta pueda apoyarse, el estudio del Derecho se traslada casi naturalmente al andlisis de la explica- cidn de los motivos de ese proceso psicolégico del aplicador del Derecho. En su versién més frivoia trata de la Hamada stion": las decisiones juridicas dependen dei ror generado por algtin refrigerio en el operador juridic ~as consecusncias de este planteamiento derivan hacia una con- cepcién irracionalista del razonamiento juridico en una primera instancia que después se extiende sobre el fendmeno juridico @n su totalidad. No existe un sistema normativo que limite al aplicador del Derecho y, por tanto, no puede existir justifica- vion de la decisién judicial, sino s6lo la exposicién del proceso Psicoldgico que lo ha provocado. Casi inexorablemente se llega ala conclusién de que el Derecho es una cuestion de corazona- das (Aunches) y no de fundamentaciones racionaies. En ultima instancia, se produce la disolucién de la propia nocién de justi- ficacion juridica porque, si cualquier justificacién es posible, entonces la justificacién pierde todo su sentido. En otras pala- bras, si cualquier justificacién es posible, entonces ninguna justificacién es valida En el fondo, la situacién que plantea el realismo es pro- bleméatica en relacién con el caracter vinculante del Derecho para el juez de manera andloga a la que refiere PLatén en Euti- 4rd, cuando SécRatEs dice: “Pero Teflexiona sobre esto: dacaso lo piadoso es amado por los dioses porque es piadoso o es pia- doso porque los dioses lo aman?”!, Nosotros habriamos de decirle a un realista extremo: “Pero reflexiona sobre esto: éaca- 13, PLATON, Eutifren, 10 a, cito por ol texto traducido, seleccionado y comenta- do por Gancla MAvnez, E., Teoria sobre la juticia en los didloges de Plasdn, Vol. UNAM, México, 1981, pp. 55,y ss., y 211 La motivacién. Conceptos fundamentales 139 so Jas normas son juridicas porque las aplican los jueces o las aplican los jueces porque son jurfdicas?” umbién recuerda ( en ej tema If) ala dispute octrina iusnaturalista on- entablade en ef tenlogic tre voluntaristas y racionalistas. Las diferencias metaéticas entre as escuelas residfan en que mientras los voluntaristas afir- maban que lo bueno e ordenado por Dios, ios racionalistas afirmaban por el contraric que lo ordenado por Dios es bueno. Esta segunda opinién se justificaba porque, si consideréramos, con la primera, que todo lo ordenado por la divinidad fuera bueno, entonces no seria posible considerar buena a la divini~ dad. Esta seria una simple mdguina de producir normas que adquirirfan por su origen correccién moral, lo cual no parece compatible con la propia nocién de bondad moral’. Las cosas no son moralmente buenas 0 malas porgue alguien las ordene o las sostenga, sino que mas bien nos parecen buenas 0 malas con independencia (o incluso a pesar) de quien las ordene 0 las sos- tenga. Anélogamente, una norma no se puede transformar en Derecho simplemente porque un juez la incorpore @ los funda- mentos de su decisién. Mas bien el juez incorpora una norma a jos fundamentos de su Sentencia porque forma parte del Dere- cho. Insisto, si todo lo que el juez dictara fuera Derecho, entonces no seria posible hablar de sometimiento del juez al ordenamiento juridico. Entre otras cosas, porque, de nuevo, no serfa posible hablar siquiera de justificacién, desde el momento en que cual- am guier justificacién fuera admisible. 14. Nuno, CS. hace referencia a esta disputs teolégica entre Guillermo De Oc- camy S. sen un contexto diverso: para elucidar algunas cuestiones de metaética 0 ética analitica (NINO, C.S., Introducci6n al andlisis del Dere- cho, Ariel, Barcelona, 1991, p. 361) 140 Alfonso }. Garcia Figuero mpone, pues, disting 2 descu a texto di miento 6 Sti tificacién, que bajo esta expresién debemos a uno de los contexto de justificacién. Histéricamente, ia cién entre contexto de descubrimiento y contexto de jus- miembros del Circulo de Viena, Reicuenpacu, H.", rescata en cierto modo aquelia otra contraposi sién entre inventio y iudi- otum que ofreciera Cicerén'®, Como hemos visto, en el contexto de descubrimiento aparecen las motivaciones de orden psico- logico © sociolégico que han condicionado un conocimiento cientifico 0, en nuestro caso. una determinada resoluci6n judi- cial o argumentacién juridica. Desde el contexto de justificacion se prescinde del proceso mental que ha conducido a la decisién. Dicho de otro modo, en el contexto de descubrimiento halla- mos causes, en tanto que en el contexto de justificacion encontramos razones'’. Lo esencial desde el contexto de justi- ficacion es, en sede de argumentacién jurfdica, el conjunto de zones que se aportan para apoyar la decisién resultante. Esta disociacién entre el proceso de elaboracién (Herstellung) y su justificacién, su representacién (Darsteliung)* conduce a la “eli minacién del psicolegismo""*, esto es, permite restringir el Cf. REICHENBACH, H. es Le filasofta cientéfica, trad. de Horacio Flores Sén- chez, Fondo de Cultura Econémica, México DP, (967, | 16. Cfr. ATIENZA. M., Las razones del Derecho. Teortas de fa argumentacién urtdica, cit, p. 53; Ganola AMADO, J.A., Teorfas de la t6pica juridica, cit, p 39, 17 Sobre las nociones de causa y razén, cfr. TOULMIN, S., “Razones y causas", en AAW, La explicacién en las ciencias de la conducta, trad. de |. Daniel Que- Madrid, 1982, p. 43. 18. NEUMANN, U,, Juristische Argumentationslebre, cit, p. 17. 18. Popper, K., La légica de la investigacién cientifica (1934), trad. de Victor Sanchez de Zavala, Madrid, 1982, p. 30. La motivacién. Conceptos fundamentales 141 ic estudio de la teoria de ta argumentaci6n en torno e! contexto de justificacién, dejando la investigacién de los pro sos psicolégicos que condicionan la argumentacién juridica en ciologia manos de la psicologia y la s Sin embargo, este psicologismo, esa manera de pensar que confunde razones y causas, parece muy interiorizado entre ciertos juristas, que replican al andlisis racional de la justifica~ clén del razonamiento juridico con la constatacién del proceso psicolégice del operador juridico, Es decir, cuando se habla de 1a posibilidad de un control racional de la justificacion de las decisiones judiciales, se responde que !a realidad es que el juez, ante un caso concreto, primero decide la solucién y posterior- mente la reviste con un ropaje jurfdico. Puede que, en efecto, eso sea asi, pero se esta respondiendo a una pregunta diversa de la que se formula. La cuestién no es cOmo se llega a una decision juridica, sino sdlo si esa decisién es justificable juridicamente Se trata, pues, de cuestiones distintas que conviene aislar. Por atfpico que nos parezca, no existen razones conceptuales que impidan que un juez de personalidad agresiva y vinculado al Ku Klux Klan dicte una sentencia justa para un caso en el que inter- viene un ciudadano de raza negra o que un magistrade arcangélico y simpatizante de Amn: istia Internacional condene sin fundamento jurfdico a un martir de los derechos bumanos completamente inocente La existencia de mecanismos como la recusaci6n y la abs- tencién responde a una cuestidn no conceptual, sino empirica, a saber: que normaimente la presencia de algtin interés propio en un pleito puede alterar Ja imparcialidad del juez ala hora de decidir ei caso y que, dado que la interpretacién puede incorpo- rar infinidad de valoraciones, conviene prevenir la posibilidad de una isién sesgada en ese margen valorativo. Existen, en ~onsacuencia, 7azones prudenciales que aconsejan el estableci- & 8 Alfonso J. Garefa Figueroa miento de estas garantias de imparcialidad, pero esto no signi- fica que la personalidad 0 la ideologfa del juez deban convertirse en él objeto de discusién central de una controversia juridica, como parecen promover particularmente los medios de comu- nicacion y ios partidos politicos. A veces la cultura juridica popular parece, en este sentido, exageradamente realista. Esto no es dificil de explicar: para cuestionar la fundamentacién ju- ridica de una decision judicial se requieren ciertos conocimientos sobre Derecho; por el contrario, para opinar scbre los motivos personales de un juez, no se necesita ninguna cualificacién es- Pecial ni un esfuerzo intelectual extraordinario. Actualmente, la pujante teorfa de la argumentacién juridica que se ha desa- rrollado desde 1978 hasta nuestros dias ha afianzado la importancia de la distincién entre contexto de descubrimiento ¥ contexto de justificacién, situando en éste su 4mbito de in- vestigacion. La confusion de razones y motivos recién examinada pro- bablemente no sea privativa de la esfera jurfdica. Por ejemplo en el lenguaje coloquial decimos que estamos desmoralizados 0 bajos de moraf® cuando nos sentimos poco motivados, cuan- do nos sentimos psicolégicamente débiles, y no, como pareceria 20. ARANGUREN se refiere a estas expresiones para ilustrar una cucstién distinta (ARANGUREN, J.L.L., Erica de la felicidad y otros lenguajes, Tecnos, Madrid, 1992, pp. [10 y ss.). A su juicio, usamos términos como “desmoralizacién” o decimos que no tenemos la “moral elevada” para indicar que no nos senti- mos duefios de nosotros mismos. ARANGUREN interpreta este significado como un indicio de que la experiencia moral constituye un presupuesto necesario de nuestra existencia. Cuando este presupuesto falta, sentimos que carece- mos de dominio sobre nuestro destino, sobre nuestros actos, y nos sentimos “desmoralizados”. Aquf recurro al uso coloquial de estos términos, como se ve, en otro sentido. : La motivacién. Conceptos fundamentales 143 nés légico, cuando nuestras decisiones resultan moralmente eprobables. En cualquier caso, una teorfa de la argumnentacién juridica debe ser consciente de esta distincién y debe concen~ trarse, por una cuestién de competencia, en el contexto de justificacion, defiriendo hacia dreas como la sociologia juridica el estudio del contexto de descubrimiento En mi opinion, a pesar de que pueda parecer paradéjico desde una perspectiva motivacional, conviene que, en cierto modo, los jueces hagan suya esta distincién. Kant*! concedia valor moral a las acciones que se Ilevan a cabo por deber y no por una inclinacién personal. El acto del fil4ntropo que ayuda al préjimo por placer no gozarfa para el filésofo de Kénigsberg de un valor especial; sin embargo, el acto del misantropo que ayu- da a los demas por deber contaria con valor moral especifico” Hay algo de excesivo en esta severidad prusiana, que parece asociar moralidad y ascesis, Esto, no obstante, lo que me parece atractivo del planteamiento kantiano, una vez trasladado al Ambito juridico, es que, al menos en un Estado de derecho cons- titucional como el nuestro, es bueno otorgar valor a las decisiones del juez en cuanto que son expresién del ejercicio de un deber profesional y no tanto de un compromiso personal. Es bueno que el juez siga creyéndose por encima de todo un profe- sional que realiza su trabajo justificando sus decisiones de la 21. KANT, L, Fundamentacin de la metaftsica de las costumbres (1785), ed. de Luis Martinez de Velasco, Austral, Madrid, 1994, cap. primero 22. Sobre algunas de las paradojas que este planteamiento comporta, cft. DE Lora, P, “Kanty fa suerte moral. La desdicha ética de la buena persona” en A. Castro, F. Contreras, F. Llano, J.M. Panea (eds.), 4 propésito de Kani. Estudios conmemorativos del bicentenario de su muerte, Innovacién Lagares, Sevitla, 2003. 144 Alfonso }. Garcia Figueroa manera mas ajustada a la Constitucién. Es bueno que considere que sus decisiones se hallan no tanto motivadas cuanto justifi- cadasjuridicamente, Personalmente, por muy bueno que sea su trabajo, creo que en la préctica conviene recelar de los jueces mesidnicos, justicieros, mediaticos o heroicos Por mucho que shideal del juez como boca muda del Derecho haya sido critica. do, su reiterada puesta en duda por su inadecuacién con la realidad, sdio lo confirma como ideal, un ideal al que la actual TAJ pretende contribuir Como suele suceder en estos casos, una vez asumida una Posicion de forma basica se impone matizar su alcance, En pri- mer lugar, hay que sefialar que la disociacion de contexto de descubrimiento y contexto de Justificacion no es indiscutida. En la filosofia de la ciencia, KUHN, entre otros, ha Puesto de relieve que no conviene separar ambas esferas de una manera tajan- te". En segundo lugar, la asignacién del protagonismo al contexto de justificacién no impide reconocer la importancia del contexto de descubrimiento, de la relevancia del choque de la confrontacién de opiniones o de la necesidad de una cierta intuicion 0 empatia, una Hinfiiilung, que, aun fuera del alcance del andlisis racional, resulta decisiva a la hora de formular hi- pOtesis cientificas en el Ambito de las ciencias experimentales** © de desarrollar la ciencia juridica®®, Sere ee tet Vid. CAUSAMIGLIA, A., Introduccién a la ciencia jurtdica, Ariel, Barcelona, 1986, pp. 38 y ss, : 24. Cle Ponren, K., La ldgica de la investigacién ciemtficn (1934-5), trad. de Mietor Sanchez de Zavala, Madrid, 1982 (J.* 1962), pp. 31-32 25, Vid. ALCHOURRON, C., y BULYGIN, E., introducci6n a la metodologia de las siencias jurfdicas y sociales, cit. pp. 133-137 remem La motivacién. Conceptos fundamencales 145 2.2. Concepto y clases de justificacién Una vez situados en ei contexte de justificacién es nece- sario determinar qué significa justificar.o motivar una decisién jurisdiccional””. B} término “justificacion” presenta diversas acepciones més allé de los limites dei Derecho. Seguin la ampli- tud del sisterna de justificacién al que se recurra, podemos hallarnos ante tres tipos de justificaciones. Cada una de ellas es més amplia que la posterior a la que abarca: a) Justificacién sensu Jargissimo. Consiste en dar razones que fundamenten tanto enunciados descriptivos como nor- mativos. Bajo esta acepcién decimos, por ejemplo, que esta justificado el enunciado: E: “La teoria de la gravitacién universal es verdadera” O que esta justificada Ia norma N1 o la norma N2 que luego se veran b) Justificacién sensu /argo. Consiste en dar razones en fa- vor de un enunciado normativo de acuerdo con aigtin sistema normativo vigente. Bajo esta acepcién, podria- mos decir que esta justificada en algunas culturas la norma N1: “La viuda debe morir en la pira funeraria de su ma- vido”, Pero no estaria justificado el enunciado E, que no es nor- mativo. 26. Sigo aquf algunas de fas ideas vertidas en mi propio trabajo “Haciendo justicia desde el lado activo del Derecho. Teorfa del Derecho y teorfa de la argumentacién”, en Revista de Ciencias Sociales, Valparatso (Chile), N.° 45 (2000, pero 2001), pp. 193-218. 146 Alfonso J. Garefa Figueroa cs) Justificacién sensu stricto. Consiste en dar razones en favor de un enunciado normativo a partir de un sistema justifi- catorio correcto. Bajo esta acepcién, decimos que esta justificada la norma N2: “No debes, prima facie, hacer dafio a tu préjimo” Pero no lo esté Ni (que no puede ser justificada por un sistema justificatorio correcto) ni tampoco est& justifica- do sensu stricto el enunciado E (que no pertenece al discurso normativo, sino al descriptivo y, por tanto, no puede deri- varse de un enunciado prescriptivo, segtin la ley de Hume}. Esta distincién nos interesara particularmente en el tema VIII, cuando me refiera a las relaciones entre razonamiento juri- dico y razonamiento moral. Aquf sélo desearfa provisionalmente poner de manifiesto que afirmar que una decisién esta justificada no significa que esté absolutamente justificada. La justificacién siempre es re/ativa a un sistema de justificacién, bien sea éste un sistema normativo de justificacion (stricto sensu) correcto 0 ideal (sobre el que discuten los fildsofos morales), bien un sistema de justificacin (sensu /ango) basado en normas positi- vas (como el Derecho, las reglas que rigen una corporacién, los usos sociales o la moral social) o incluso un paradigma cientifi- co (como cuando se afirma que una teorfa cientifica esta Justificada —sensu largissimo, habria que afiadir aqui). En una decisién judicial, la justificacién se basa en diver- sos tipos de premisas?’: 17. Noes relevante aqui el problema de fa viabilidad 0 no de la aplicacién de la I6gica al razonamiento jurfdico y préctico en general. Sobre los problemas que se plantean, vid. HERNANDEZ MARIN, R., interpretacién, subsuncién y aplicacién del Derecho, Marcial Pons, Madrid, 1999, cap. 4.

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