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Hayden White El texto hist6rico como artefacto litetatio y ottos esctitos Introduccién de VerSnica Tozzi LCE. de la Universidad Auténoma de Barcelona Barcelona Buenos dies México 2 Los ceptor del presente volumen shan duc de Tp of Disa _geal Ream eget peer en nls en 9789 19, especie, por The Jos Hoplins Unters Pree, Baltimore, EEUU. ‘Teaducién de Vernin Toa y Nica Lavgnino (El tet histico como afar Utes; eLa tame hide y el problems e a verdad en ln ep. Seotaci hte) Inoue de eee Tos Gobi de Maio seman test enn ii Scere Ruan scorer (© 1978 Crops of couse 1999 (Figural Realm) The Johns Hopkins University Pes (© 200) del troducin, Verdin Tors Enstue de Ciencas de Education Sela Universidad Aaténoms de Barsona 8913 Berelona ISBN: 4499: 1416.% Depési legal 8. 17-29.2003 Inpro en Novag Si ‘i> 08110 Montadaj Reasons) Iimpres en Espa - Fred a Spin ql 2. EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO* ‘Una de as formas en que un campo académico hace ba- Ince de si mismo es considerando su historia Sin embargo, dificil reslizar una historia objetiva de una disciplina aca- cémica, porque sel historiador mismo es un practicante de é:ta, probablemente sea un devoto de una u otra tendencia, 4 por lo tanto, serd parcial; y sino es un practicante, es im- probable que tengs la experiencia para distinguir entre los acontecimientos significativos y los insignficantes en el + Bie ensayo es una version revisadl de una conferencisimpatida ‘nel cologuio de teratuea comparada de la Universidad de Yale el 24 de {nero de 1974 Ena isn e estado de da forma algunos de os tas que onginlmente disc en un aiculoanteriog «The Structure of| Historical Narratives, CLIO I, 1972 igs-5-20. También recut alos materiales demi libro Metabstory: The Historical Imagination n Nieto: fonth Century Europ, Balinoze, 1973, especialmente lainzodcc tulads «The Pots of History (ead. cast: Metastovs Laimeginecion ‘itr en le Europa de slo 1X, Maio, Fondo de Cultura Econémi ‘4, 1982), El presente ensayo se beneiis de converseconescon Michael “Holgi y Geofrey Hartman, ambos docetes ela Universidad de Yar leyexperoren tora de ls azeutiva Las cas de Claude Lvi Strauss proceden de Senge Mind Loades, 1966 (tad casts El pensamiento sl bat, Madiid, Fondo de Cultura Ecencmica 2002) «Overture to Le Cru 1 le enim, en Jacques Ehemana (comp), Stracturatism, Nueva York, 1566 (tad, casts sObetuten en Lo crud 9 lo cocido, México, Fondo ‘de Cultura Beondnics, 987), Los comentatios sobre a natuleza isa ‘adela metifraebasan en Pacl Henle, Lavguoge, Though nd Caltare, 108 EL Texro mistonico couo anreracto LitERARIO desarrollo del campo. Se podria pensar que estas dificultades no surgen en el campo de la historia misma, pero lo hacen 4yn0 sdlo por las razones ya mencionadas. Cuando ve trata de escribir la historia de cierta disciplina acaglémica, o incluso de una ciencia, se debe estar preparado pars hacer preguntas cerca deésta, preguntas que no se plantean en la préctica de la miama, Se debe intentaralcanzar aquello que esté mas alld los presupuestos que sostienen un tipo dado de investigi- cin y formula las preguntas que pueden ser realizedas en su Pictca, con objeto de determinat por qué este tipo de inde. sacién ha sido diseiado para resolver ls problemas gue pro Piamente trata de resolver. Esto eso que la metahistora teaea de hacer. Su objetivo son preguntas tales como: cuales la ex teuctura de una conciencia peculiarmente bistévica? ¢Cual es slestatus epistemolégico delas explicacioneshistéricas, com paradas con otros tipos de explicaciones que podria ofte cerse para dar cuenta de los materiales con que los historia. dorestratan generalmente? ¢Cusles son las formas posibles de tepresentacién histérica y cules son sus bases? ¢Qué autori. dad pueden demandat los relatos histéticos, como contribu ciones aun conocimiento cierto dela realidad en general y de las ciencias humanas en particular? ‘Ahora bien, muchas de estas preguntas han sido tcatadas dde manera bastante competente a lo largo de los tltimos ‘nn Abo, 1966, La ideas de Jskobton sobre le naturale teopogien en nuestra cultura. Cualquiera que haya enseiiado o participado en uno de esos cursos antolbgicos titulados «La civilizacién occ ELTEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO. 115, dental» o «lntroducién a los clisicos dela literatura occiden- tal» comgirenderd lo que Collingwood tenfa en mente. A ‘menos que se tenga una idea de los atributos enéricos de Jas situacionestrdgicas, cémicas, novelescas 0 irénieas, no se podré reconocerlas como tales cuando se las encuentre en un textoliterario, Pero las situaciones histéricas no han desa- rrolltdo dentzo de sf mismas significados intrinsecos de la ‘manera en que los textos literarios lo hacen. Las situaciones histricas no son inberentemente tagicas, cOmicas 6 nove. lescas, Pueden ser todas ellasinherentementeirdnicas, pero no necesitan ser tramadas de ese modo. Todo lo que el his toriador necesita hacer para transformar una situacién tré gica en cémica es adoptar otro punto de vista o modificar el alcance de sus percepciones. De todos modos, solamente _pensamos en las situaciones como tragicas o cémicas porque «808 conceptos son parte de nuestia herencia, cultural en ge ‘eral yen particular, literaria. Cémo debe ser configurada una situacién historica dada depende de la sutileza del his- toriador para relacionar una estructura de trama especifica con un conjunto de acontecimientoshistdricos alos que de- sea dotar de un tipo especial de significado, Esto es esen- cialmente una oneraci4 literari, es decir, productora de ficci6n. ¥ lamarla asi en ninguna forma invalida el estatus de las narrativas hist6ricas como proveedoras de un tipo de conocimiento. Porque no sélo son limitadas en ntimero las ‘estructuras pregenéricas de trama con las que los conjuntos de acontecimientos pueden ser constituidos como relatos de ‘un tipo particular, como Frye y otros grandes eiticos sugie ren, sino que la codificacién de los acontecimientos ent -minos de tales estructuras de trama es una de las formas que pposee und cultura para dotar de sentido a los pasados tanto ‘personales como puiblicos. odemos dar sentido a conjuntos de acontecimientos de éiferentes maneras. Una de ellas consiste en subsuit los 116 st Texto MISTORICO COMO ARTEFACTO LITERAKIO| acontecimientos bajo leyes causales que pueden haber go bbernado su concatenacién en pos de la produccin de una configuracién particular que esos acontecimientos parecen ssumir cuando son considetados como «efectos» de fuerzas mecinicas. Ast actéa a explicacién cientiica, Otra forma con fa que damos sentido a un conjunto de acontecimientos que parece extrafo, enigmatico o misterioso en sus mani- festaciones inmediatas se basa en codifcar el conjunto en tér- minos de categorias provstas culturalmente, tales como con- ceptos metafsicos, creencias rligiosaso formas de eto, EL cfecto de tales codificaciones se traduce en familitizarnos son siempre en principio extrafos, por no decie ex6ticos, simplemente debido a la distancia que nos sepata de ellos en el tiempo ya que se ri ginan en una forma de vida diferente dela nuestra FE historiador comparte con su audiencia nociones gene. rales de las formas que ls situaciones humanassignificativas deben adquisi en virtud de su partcipacién en los procesos especifcos de dotacién de sentido que lo identifican como riembro de un cierto legado cultural, Cuando se enfrenta a proceso de estudio de un conjunto dado de acontecimien tos, comienza a percibit la povtle forma narrativa que tales acontecimientos pueden adopta. En su relato acerca de e6 mo ese conjunto de acontecimientos adquiti la forma que percibe como inherent, el historiador trama su natracién como un relato de un tipo particular Ellectos, meso en el proceso de seguir la nacracin del Ristoriador sobre tales acontecimientos, radualmente se da cuenta de que el relato aque et leyenda correponde aun tipo determigado: nove. Ja, tragedi, comedia, sta, épicao cualquier ot Y cuando ha percibido la clase o el tipo.al que pertenece ef relato que «sti leyendo, experimenta el fee de que los acontecimien tos del rlato le han sido explicados. En este punt el lector EL TEXTO HISTORICO COMO ARTERACTO LITERARIO. 117 no slo ha seguido exitosamente el relato, sino que ha captado su esencia, lo ha comprendido. La extraeza original, el mis- terio, el exotismo de los acontecimientos, desaparece, y éstos toman un aspecto familia, no en cuanto a sus detalles, pero sf en sus funciones como elementos de un tipo familiar de configurscién. Se vuelven comprensibles al ser subsumidos bajo la categorias de la estructura de trama en la cual son codificados como un relato de un tipo particular. Son fami liarizados, pero no solamente porque el lector tiene ahora més informacién sobre los acontecimientos, sino también porque s le ha mostrado cémo los datos se ajustan aun icono de un proceso comprensible terminado, una estructura de trama con la que es familirizado en la medida en que forma parte de su propio legado cultural Esto no es distinto de lo que sucede, 0 se supone que su- cede en psicoterapia, El conju de acontecimientos pasados del paciente, que constituyen la presunta causa de su angus- tia, matlifestada en el sindrome neurético, se ha vuelto no familia extrafio, misterioso y amenazante, yha asumido un significado que el paciente no puede ni aceptar ni rechazar de modo eficaz. No es que el paciente no sepa lo que esos acon: tecimientos eran, que no conozca los hechos; porque si no conociera en alain sentido los hechos, estariaincapacitado para reconocerios y reprimirlos cuando surgieran en su con- ciencia. Por el contrario, los conoce demasiado bien, De hhecho, los conoce tan bien que vive con ellos constantemente y-de tal forma que es imposible para él ver cualesquiera otros hechos excepto « través de la coloracién que el cor jianto de acontecimientos en cuestién le da a su percepeién del mundo, Podriamos decir que, de acuerdo con lateora del psicoandlisis, el paciente ha sobretramado esos aconteci ‘mientos, los ha cargado con un significado tan intenso que, ya sea de manera teal o simplemente imaginada, contintan dando forma tanto a sus percepciones comp a sus respuestas 118 EL TERTO MISTORICO como ARTEFACTO LITERARIO. al mundo mucho después del momento en que deberian ha ber devenido «historia pasada>. El problema del terapeuta, entonces, no consiste en exponer los «hechos reales» del asunto ante el paciente, oponer la «verdad» a la «fantasia» que lo obsesions. Tampoco se trata de dar al paciente un ‘curso breve de teoria psicoanalitica para aclararle la verda dera naturaleza de su angusta, catalogéndola como una ma nifestacién de algin «complejo». Esto es lo que el anaista podria hacer cuando relata el caso del paciente aun tercer0, especialiente a otro analista. Pero la teoria psicoanali reconoce que el paciente resistiré ambas taticas del mismo ‘modo que resist la intrusion en la conciencia de las huellas de la memoria traurmatizade en la forma en que obsesiva- ‘mente las recuerda 6! problema se basa en hacer que el pa- ciente aqe-trame» toda su historia de vida de forma tal que cambie el significado que confiere a aquellos acontecimientos 1 sa signficacion para la economia de la serie total de aconte- cimientos que constituyen su vida, Visto asi el proceso tera péutico es uh ejercicio de refamiliarzicién con los aconteci rmientos.que han sido desfamiliarizados, que se han vuelto extrafis ala historia de vide del paciente en virtud de su so- bredeterminacin como fuerzas causales. Y podriamos decir aque los acontecimientos son destraumatizados al ser elimina- ddos de una estructura de trama donde ten‘an un lugar domi- nante ¢ insertados en otra donde ocupan una funcién subor- dinada o simplemente ordinaria, como elementos de una vida compartida con los demis. Ahora bien, no me interesa forzar la analogia entre psi- coterapia e historiografia, He usado el ejemplo s6lo para ilustrarel componente de ficcién en las narrativas hist6ricas Los historiadores buscan refamilasizarnos con los aconteci mientos que han sido olvidados, ya sea por accidente, desa tencién 0 represin, Mis ain, los grandes historiadores se han ocupado siempre de aquellos acontecimientos de las EL TEXTO HISTOMICO COMO ARTEFACTO LITERARIO. 119 historias de sus culturas por naturaleza mis «traumticos>; el significado de tales acontecimientos es problemitico y es- ti sobredeterminado en a signficatividad que todavia tienen para la vida cotidiana, acontecimientos tales como revolu: ciones, guerras cviles, procesos de gran escala como la in- dlustializacion y la urbanizaci6n,o instinuciones que han per dido su funcin original en una sociedad pero que continan desempefiando un importante papel en Ia escena social ac: tual, Observando los modos en que tales estructuras romaron « forma o evolucionaron, los istoriadores las refamilarizan, no sélo aportando més intormacion sobre ellas, sino también mostrando cémo su desarrollo se ajust6 a alguno de os tipos de relato# los que convencionalmente apelamos para dat se tido a nuestras propias historias de vide Ahora bien, s algo de todo esto es plausible como caree: terizacion del efecto explicativo dé la narrativahistérica, es ue aporta importantes considerationes acerca del aspecto rmimético de las narrativas histéricas. Se suele aducir —co- to dijo Frye— que una historia es un modelo verbal de un Conjunto de acontecimientos extemnos a la mente del histo: riador. Pero es erréneo pensar en una historia como un mo- delo similar @ una réplica aescala de un aeroplano o un bar co, un mapa o una fotografia. Porque podemos comprobar la adecuacién de este dltimo tipo de modelo observando el original y, através de la aplicacién de reglas necesatias de traduccién, viendo en qué aspecto el modelo ha tendo real mente éxito al reproducir el orignal Sin embargo, las estruc tus y los procesoshistéricosno son coma esos originales; no ppodemos observatls con al fin de ver si el historiador los ha reptoducido adecuadamente en su narrativa.Tampoco debe: ramos hacerlo, aunque pudiéramos; porque, despues de todo, fue el misino cardcter extraio del original tal como aparecia en los documentos el que inspiré los esfuerz0s del historiadora la hora de elaborar un modelo. Siel historiador 120 EL rexTo.srontco COMO ARTEFACTO LItERARIO sélo hiciera eso por nosotros, estariamos en la misma situa cin que el paciente al que su analista sélo le dice, sobre la bas¢ de entrevistas con sus padres, hermanos y amigos de |a infwicia, emo fueron los «hechos verdaderos» de su tem prana infancia, No tendriamos motives para pensar que nos han explicado nade. Esto es lo que me leva a pensar que las nartativashistS- #icas son no s6lo modelos de acontecimicntos y procesos pa sados, sino también enunciades metaforicos que sugieren una relacién de similitud entre dichos acontecimientos y pptocesos y los tipos de relatos que convencionalmente use ‘mos para dotar a los acontecimientos de nuestras vidas de significados culturalmente reconocidos. Observada en un odo puramente formal, una natrativa histSrica no es so luna reproduccién de los acontecimientos registrados en ella, sing también un complejo de simbolos que-nos sefala diree ciones para encontrar un feona del estructura de esos acon tecimientos en nuestra tradicin lteraria, Por supuesto, asumo aqut las distinciones entre signo, simbolo cicona que . S, Peirce desarrllé en su flosofa del Jenguaje. Creo que esas distinciones nos ayudarén a com: render lo que es ficticio en tode representacidn supuesta ‘mente realista del mundo y lo que es realsta en todas las ma. nifiestamente ficticias. Nos ayudan, en surha, a responder a {a pregunta: gde qué son representaciones las representacio. nes histéricas? Me parece que debemos decir de las historias lo que Frye parecié considerar que s6lo es cierto de la poe sia las filosofias de la histori, a saber, que, considerada co. ‘mo un sistema de signos, la narrativa histérica apunta simul téneamente en dos direcciones: hacia los acontecimientos descrtos en la narrativa y bacia el tipo de celato 0 mythos aque el historiador Ka elegide como icono de la estructura de los acontecimientas{La narrativa en si misma no es el icono, o que hace es deschbir los acontecimientos del registro ELTEXTO MISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO 121 histérico de modo tal que informa al lectot acerca de qué de. be considerar como tcono de los acontecimientos para con. vertilos en «familiares». La narrativa historica mela es en tte los acontecimientos reportados en ella, por un lado, y la estructura de trama pregenérica convencionalmente usada en nuestca cultura para dotar de significados a los aconteci ‘mientos y situaciones no familiares, por otto) Laevasién de las implicaciones de la naturaleza iccional cn a narrative histrica es, en parte, consecuencia de la ut- lidad del concepto de «historia» para la definicién de otros tipos de discurso. Se puede oponer historia» a wciencian en virtud de su aspiracién de rigor conceptual y su fraceso ‘cuando trata de generar las leyes universales que, de forma caractetistica, las ciencias busean produci. Igualmente, «his. ‘oria» puede ser opuesta 4 literatura» debido a su interés ‘por lo ateabs mas qué por [6 «posible», que es supuestamen- teel objeto de representacin de los trabajos eliterarios», De «ste modo, dentro de uns larga y distinguida tradicién exitica ‘que ha buscado determinar lo que es «teal» y lo que es «ime Binado» en la novel, a historia ha servido como una clase de arquetipo del polo stealistan de representacion, Estoy Pensando en Frye, Auerbach, Booth, Scholes, Kellogg cttos, Sucede con frecuencia que los tedricos literarios, cuando estin hablando acerca del «contexto» de un trabajo lierario, asumen que ese contexto—el «medio histéricor — tiene una concrecién y una accesibilidad que el trabajo mis. ‘monunca puede tener, como si fuera mas ticil percibit a tea. lidadi del mundo pasado reunido a partic de miles de docu mentos histéricos que expiocan las profundidades de un trabajo literario que esté presente para el critica que lo est. dia, Pero la presunta concrecién y accesiilidad del entorno histérico, esos contextos de los escritos que los eruditos lite fatios estudian, son en s{ mismos producto de la capacidad de ficcién de los historiadores que los hap estudiaclo, Les 122 EL TEXTO HisTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO. documentos histéricos no son menos oscuros que los textos estudiados por los crticos literarios. Tampoco es més acce- sible el mundo que esos documentos suponen. El primero ‘80 es mas «dado» que el iltimo. De hecho, la opacidad del mundo supuesto'en los documentos histéricos se ve incre- ‘mentada por la produccién de nerrativas hist6ricas. Cada nue. vo trabajo historico se agrege a los miiltiples textos posibles ue tienen que serinterpretados,sies quese quiere trazarfil- mente un cuadro completo y riguroso de determinado medio histérico. La relacién entre el pasado que se va a anaizar y los trabajos hist6ricos generados por el examen de los documen tos es paradjica; cuanto ms conocemos sobre el pasado, mas ici resulta hacer generalizaciones acerca de No obstante,siel incremento de nuestro conocimiento sobre el pasado dificulta las generalizaciones sobre él, debe ria en cambio facilitarnos lageneralizacin acerca de ls for- ‘mas en que ese conocimiento nos es transmitido. Nuestro conocimiento del pasado puede incrementarse, pero nues tro entendimiento no. Nuestro entendimiente del pasado tampoco progrese gracias al tipo de avances revolucionarios 4ue asociamos con el desarrollo de las ciencas fisicas. Como Talitcratura, le historia progress através de la produccién de clisicos, cuya naturaleza impide que sean desautorizados 0 invalidados como lo son los principales esquemas concep. tuales de la ciencia. Y es su no disconfirmabilidad la que testifica sobre la naturaleza esencialmente literaria de los dlisicos hist6ricos. Hay algo en una obra macstrahistorica que no puede ser invalidado, y este elemento no invalidable es su forma, la forma que es su ficcién, ‘A menudo se olvida —o cuando se recuerda, se desest ‘ma— que ningiin conjunto dado de acontecimientos ates tiguados por el registro hist6rico comprende tin relato ma- nifiestamente terminado y completo. Esto es tan verdadero para los acontecimientos que comprenden la vida de un in EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO. 123 ividuo como para una institucién, una nacién 0 todo un pueblo No vivimos relatos, ni siquiera cuando damos signi ficado a nuestras vidas retrospectivamente, disponigndolas en forma de relatos. Igualmente sucede con las naciones y con las culturas. En un ensayo sobre la naturaleza «mitica» de la historiografia, Lévi-Strauss comenta el asombro que tun visitainte de otro planeta sentirasile presentaran las mi- Igs de historias escritas acerca de la Revolucién francesa Porque en esos trabajos, los «autores no siempre hacen uso de los mismos incidentes; cuando lo hacen, los incidentes son revelados bajo una luz diferente. Y aun asi éstas son va- Hlaciones que tienen que ver con el mismo pafs, el mismo periodo y los mismos acontecimientos, acontecimientos cuya realidad es dispersada a teavés de varios niveles en tuna estructura de miltiples eapas». Lévi-Strauss prosigue sugitiendo que el criterio de validez para evaluat los relatos histéricos no puede depender de sus «elementos», esto es, sus contenidos fécticos putativos. Por el contrario, observa, saislado a propésito, cada elemento se muestra como més allé dela aprehensién, Pero algunos de ellos abtienen la co: hherencia del hecho de que pueden ser integrados en un ss tema cuyos términos son mas o menos cretbles cuando son enfrentados con la coherencia total de las series». Peto su scoberencia de as series» no puede ser la coherencia de las " series cronoldgicas, esa secuencia de shechos» organizados en el orden temporal de su incidencia original. Porque l crénica» delos acontecimientos, fuera de la cual el historia- dor elabora su relato de «lo que realmente ocurrié», viene ya precodificade, Existen eronologias «calientesm y «{tias», Cronologias en que se presentan mayor menor niimero de datos que deberian incluisse en una erénica completa de lo que acurrid. Mas atin, Ios datos mismos nos legan ya agra pados en clases de datos, clases que son constirutivas de domi: nos putativos del campo histérico, dominios que aparecen 124 eu Texto msrontco como ARrEFAGz0 LiTeRARIO como problemas que debe resolver el historiador, si es que desea presentar un relato completo y culturalmente respon- sable del pasado, Todo esto sugiere a Lévi-Strauss que, cuando se trata de esacrollar un relato amplio de os diversos dominios del re sistro histérico adoprando la forma de una natracién, las presuntes continuidades histéricas» que el historiador pre tende encontear en el registro son «obtenidas solamente a pattir de esbozos fraudulentos» impuestos por el historia- dor sobre el registro. Estos wesbozos fraudulentos» son, en opinién de Lévi-Strauss, un producto de la eabstraccién» y ‘un medio de escape frente ala «amenaza de un regreso al in- fiito» que siempce se esconde dentro de cada conjunto ‘complejo de chechos» histricos. Podemos construir un re- Jato comprensible del pasado, insiste Lévi Straus, solamen- te mediante la decisién de «abandonar» uno o varios de los dominios de hechos que se ofrecen para ser incluidos en nuestros relatos. Nuestra explicactones de las estructucas histdricas los procesos estin asi determinadas més por lo que dejamos fuera de nuestras representaciones que por lo que incluimosen ells. Porque esen esa dificil capacided de excluirciertos hechos, con objeto de constiuie otros como cotnponentes de un relato comprensible, donde el historia- ddor demuestra su tact al tiempo que su entendimiento, La ««coherencia total» de cualquier «serie» dada de hecho his {6ricos es la coherencia del relato, peto esa coherencia se logra sélo adaptando los «hechos» a los requerimientos de Ja forma del relato, De esta manera Lévi-Strauss concluye «cA pesat de los encomiablese indispensables esfuerzos’por iraer ala vida otro momento de la historia, para poseerla, ‘una historia clarividente deberia admitr que nunca escapa por completo ala natusalexa del mito», Esta funcién mediatizadora nos permite hablar de la narrativa hist6rica como una metifora extendida, Como EL TEXTOISTORICO COMO ARTEFACTO.LITERARIO. 125 estructura simbélica-lanarcativehistrica no reproduce los acontecimientos.que.describe;.nos dice en_qué-dicecci6n pensar acerca de los acontecimientos y carga nuestro pens mient6 sobté l68 acontecimientos de diferentes valencias cemocionales"a narrativa histérica no refleja las cosas qué’ Se genes de las cosas que indica, como lo hace la metéfora. Cuando una confluencia dada de aconte-~ simienitde €F tramada como ua «tragedian, esto simple- mente significa que el historiador ha descrito también los acontecimientos para recordarnos esa forma de ficcién que nosotros asociamos con el concepto de «trégico». Correcta mente entendidas, as historias nunca deben ser leidas como signos no ambiguos de los acontecimientos de los que dan cuenta, sino mas bien como estructuras simbdlicas, metifo- ras extendidas, que «asemejan» los acontecimientos relata- dos enellas.con alguna forma-conla-que yarios hemos fami-~ liarizado en nuestra cultura literaia ‘Tal vez deberiaindicar brevernente qué quiero decir con Jos aspectos simbelicosetedntcos de la metifora. La conocida frase «Mi amor, una rosa» no pretende, obviamente, dar a entender que lo amado es realmente una rosa. Ni siquicra sugiere que lo amado tiene los atributos especificos de una rosa, esto es, que o amado es rojo, amatillo,naranja oblanco; que es una planta, tiene espinas, necesita luz, debe ser rociado regularmente con insecticidas, etc. Significe que debe en tenderse como que lo amado compart las cualidader que la| rosa ha venido a simbolzaren los uses lingiisticos habitua les de la cultura occidental. Esto es, considerada como un) mensaje, la metéfore brinda direcciones paca encontrar tina) centidad que evocaré las imagenes asociadas con los amados 1 los similes de rosas en nuestra cultura. La metéfora no re-\ ‘fleia la cosa que busca caracterizar, binda direcciones para | tencontrar el conjunto de imégenes que se pretende asociar’ con esa cosa. Funciona como un simbolo, més que como un! 126° ELTEXTO WIstORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO | signo;o que quiere decir que no nos da una descripcién oun icono de la cosa que representa, pero nos dice qué imagenes buscar en nuestra experiencia cultural codificada en pos de determinar cémo nos deberiamos sentir acerca de la cosa representada. ~ Esto vale igualmente para las narrativas histricas, Estas Jogran dotar a los conjuntos de acontecimientos pasados de significados, ademas de cualquier comprensién que ellas provean, apelando a leyes causales putativas a través de la explotacién de las similitudes metaféricas entre os conjun tos de acontecimientos reales y las estructuras convenciona: _ Jes de nuestra fcciones. Mediante la constitucién misma de un conjiinto de acontecimientos de tal forma que aporte, «partir de ellos, un relato comprensible, el historiador carga aquellos acontecimientos con la significatividad simbélica cde una estructura de trama comprensible. A los historiado- res puede no gustarles pensar en sus trabajos como traduc- ciones de los hechos en ficciones, pero éste es uno de los efectos de sus trabajos. Al proponer tramados alternatives de una secuencia dada de acontecimientos hist6ricos, os historiadores proveen a éstos de todos los posibes signitica- dos que el arte literario de su cultura es capaz de otorgar. La verdadera dispute entre el historiador propiamente dicho y el filésofo de la histori tiene que ver con la insstencia del aki en que los acontecimientos pueden ser tramados en tuna sola forma de relato. El escrito histérico prospera sobré™ cl descubrimiento de todas las posibles estructuras de trama que podrian ser invocadas para dotar a los conjuntos de acontecimientos de significados diferentes. Y nuestro en- tendimiento del pasado se incrementa, precisamente, en la medida en que tenemos éxito en determinar hasta qué punto ese pasado se adecua alas estrategias de dotacién de sentido que estan contenidas en sus formas puras en el arte literaro. dete ieee EL TEXTO HISTORLCO COMO ARTEFACTOLITERARIO. 127 Coneebir las narrativas histérieas de esta manera nos permite inceriorizar la crsis del pensamiento hist6rico que 108 ha acompaiiado desde el comienzo de nuestro siglo. Limaginemos que el problema del historiador es dar sentido ‘un conjunto hipotético de acontecimientos ordenandolos cenuna serie que esta estructurada, al mismo tiempo, crono- légica y sintécticamente, del mismo modo en que esté es teucturado cualquier discurso, desde una oracién hasta una novela, Podemos ver inmediatamente que los imperativos del ordenamiento cronolégico de los acontecimientos que constituyen el conjunto entraran en conflicto con Los impe: rativos de las estrategias sintdcticas aludidas, tanto silasdl- timas son concebidas como pertenecientes a la logica (els: logismo) o ala narratva (la estructura de tama). Decsta maneta, tenemos un conjunto de acontecimientos 46d isnot ordenados cronolégicamente pero que requieren que se describan o caractericen como elementos de la trama o del argumento para darles significado. Ahora bien, las series pueden ser iramadas de diferentes manerasy, por ende, do- tadas con diferentes significados sin violar los imperativos del orden cronolégico. Podemos caracterizar brevemente sigunos de esos tramados de las siguientes maneras (2) ee 6) BG bonny M @ BBC bevy 6) 8B, 6D Gey Y asi sucesivamente. Las letras mayisculas indican el estatus privlegiado con. fetido a ciertos acontecimientos o conjuntos de aconteci 128 EL TEXTO WIStORICO Cowo AKTEFACTO LITERARIO. ‘mientos en las series por las que son dotados de fuerza ex. plicativa, ya sea como causas que explican la estructura de a serie en su conjunto, ya sea como simbolos de la estructura de latrama dela serie considerada como un determinado tipo de relato. Podriamos decir que la historia que otorga a un acontecimiento putativo original «el estatus de un factor de- cisivo A en Ia estructuracién de a serie ompleta de aconte- cimientos que lo siguen es «determinista». Los tramados de la historia dele wsociedad> elaborados por Rousseau en su Segundo discurso de la desigualdad, por Marx en el Mani ‘fiesto y por Freud en Tétemry tahié entrarian dentro de esta categoria, Del mismo modo, cualquier historia que otorgue al ltimo acontecimignto de la sere, e, sea real o sélo pro- yectado especulativamente, la fuerza del pleno poder expli cativo, E, pertenece al tipo de todas las historias escatologi cas-0 apocallptices. La Ciudad de Dios, de san: Agustin, a como las diversas versiones de la nocién joaquinita del ad: venimiento del milenio, la Filosofia dela historia de Hegel, en general, todas las historias idealistas son de esta clase. En el término medio tendriamos distintas formas de histori: srafia que apelarian a estructuras de trama de un tipo dis tintivamente «iccional» (novela, comedia, tragedia y sitira) gracias alas cuales la serie adoptacie una forma perceptible yun «sentido» concebible. Silas series fueran tan sélo registradas en el orden en que sucedieron los acontecimientos originalmente, bajo el su puesto de que el ordenamiento de los acontecimientos en su secueencia temporal proporcionarfa por si mismo una expli cacién detetminads acerca de por qué ocurtieron, cuéndo y dénde, tendriamos la forma pura de la cxinica. De todas formas, ésta serfa una forma «ingenua» de crénica, en la me- dida en que las categarias-de tiempe-y-espacio por s sola setvirian como principios interpretativos informantes. En contra de la forma ingenua de ex6nica podsiamos aducis, {EL TeRTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO. 129 como su contrapartida «sentimental, el rechazo it6nico a considerar que ls series histricas tienen algin tipo de sig- nifcatividad més amplia, © que describen cualquier estruc- tura de trama imaginable, o que pueden atin ser construidas como relatos con un principio, un desarrollo y un fina dis cemible, Podriamos concebir tales relatos de historia como tntidotos que pretenden servitse de sus homélogos falsos © sobretramados (aimeros 2,4 y3 expuests més acba) y rfamos eptesentarlos como un retomno itGnico a la me- nen, consityendo rico sentido que callers tora cognitivamente responsable pudiera tener. Podriamos caracterizat tales historias de esta manera © 1B 6 dh 6) say donde las comillasindican la interpretacién,conscien los acontecimientos, que no tienen otto significado 4 serialidad : , TEsteesquema es, por supuesto, muy abstracto y no hace justia as posbles combinaciones de los tipos que sin tenta distinguir nia las variaciones entre esos tipos. Pero creo que n0s ayuda a concebir cémo los acontecimientos podian ser tramados de maneras diferentes sin trastocer los imperatives del orden cfonologico de los acontecimientos {ya que de todos modos ésts son construidos) para produ: aleinativas, mutuamente excluyentes ibles, del conjunto. He tratado de “Genostrar en Metabisforia que tales combinaciones y varia. tones aparecen ya en los escritos de los grandes historiadores| del sigho xrx, y he sugerido en ese libro que los relatos histé- ricos elésicos siempre tepresentan intentos tanto de tramat las eties hist6ricas acecuadamente como de, implicitamente, reconocet otros tramados plausibles. Es esa tensién dialéctica tmntre dos o mas tramados posibles Ta que seh 139 ELTExTo mistORIco Como ARTEFACTO LITERAKIO. de autoconciencia critica presente en cada historiador de talantecliscoreconocible. {Las historias, entonces, no versan sélo sobre aconteci | mientos, sino tambien sobre los posibles conjuntos de rela y clones que puede demostrarse que esos acontecimientos | tepresentan, Esos conjuntos de relaciones no son, sin em Dargo, inmmanentes a los acontecimientos mismos;existen slo en la mente del historiador que reflexiona sobre ellos. Estan presentes como modos de relaciones conceptualizadas en el ‘ito, la fabula, el folklore, el conocimiento cientifico, la re ligién y el arte literario de la propia cultura del histoviador. Pero, més importante ain, como ya he sugerido en el citado ensayo; tales modos de relaciones son inmanentes al mismo Jenguaje quel historiador debe usar para describirlos acon tecimientos con anterioridad a un andliss cientfico oun tra mado ficcional de los mismos. Porque, si el propésito del historiador es familiarizamnos con lo no familiar, debe usat, as que un lenguaje técnico, un lenguaje figurative. Los Jenguajes técnicos resultan familiarizadores solo para aque los que han sido adoctrinados en sus usos y sélo de aquellos conjuntos de acontecimientos que los practicantes de una dlisciplina han acordado describiren una terminologia uni forme. La historia no posce tal terminologia técnica acepte- da de forma unnime y, en realidad, tampoco hay en ella acuerdo sobre los tipos de acontecimientos que constituyen su problematica especifica Elinstrumento corecterindee ae Jos historisdores de codificacién, comunicacién e intercam bios el discutso ordinaio culto. st implica ue ls sn os instrumentos que tienen para otorgar signifieados a sus | datos, volviendo familia lo extraho, ransformanda el pasa, | do misterioso en comprensible, son las técnicas del lengusje Figurative. Todas las natrativas hstézicas presuponen carac: | terizaciones igurativas de los acontecimientos que preten-| den tepresentar y explicar. Y esto significa que la narrativas 0 WISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO. BL } histésicas, consideradas puramente como artefacts verbales, { pueden ser caracterzadas por el modo de discurso igor oeen el que son presentadas $i gat velcro, entonees bien puede suceder que el po de trama que el historiador decida usar para dar signif «ado a un conjunto de acontecimientos histricos sea dicta do por el modo figurative dominante que ha ustdo para deseribr los elementos de su relato con anteriordad a su composicién de una naztativa. Geoffrey Hartman seialé en clerta ocasin, en una conferencia de historia de a literatura ale que asist, que no estaba seguro de saber lo que los his- toriadores dela literatura querfan hacer, pero i sabia que ctcribir ona historia significa ubicer un acontecimiento en ‘un contexto;telaciondndolo como una parte de alguna tota lidad concebible. Agreg6 que, por lo que saba, habia slo dos maneras de relacionar las partes con las totaidades: a través dela metonimia y dela sinéedogue, Hlabigndome dedi cado durante algin tiempo al estudio del pensamiento de Gismbatits Vico, me seni atrapado por ese razonamiento, porque se adecuaba alo que defenclia Vico: la el6gican dela ssabidurta poétican estécontenida en las relacfones que € lenguaje mismo confiere a los cuatro modos principales dela repesentacin igurativa: metéfora metonimia, sinécdo- aie eironia, Mi propia intuicién —y ¢s una intuiién que encontréconfitmads en ls rellexiones de Hegel sobre lana turaleza del discurso-no cientifico— es que en cuslquier campo de estudio que, como ee cas0 dela historia, no haya sido todavia dsciplinedo hart el punto de construir un ss tema terminoldgico formal para descrbir sus objeto, en ln forma en quel fisca yl quimica lo han hecho, son los tipos del discursofiguativo los que dictan las formas fundamen- tales de los datos que son estudiados[ Est significa que la Jorma delas elaciones que parecerin set inherents alos ob jetos presences en el campo hab sido en realidad impuesta 152 EL TEXTOIUSTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO al campo por el investigador en el acto mismo de identificar 1 descrbir los objetos que alli encuentra. De aqui se des- prende que los historiadores consttuyen sus temas como po sibles objetos de representacinnarrativa a partir de mismo lenguaje que usan para desebirlos\Y si ste ex el caso, e30 signica que los diferentes tipos de interprezacioneshisricas que poseemos para el mismo conjunto de acontecimientes, como por ejemplo la Revolucién francesa interpretads por Michelet, Tocqueville, Taine y otros, son poco mas que pro- yecciones de los prosoceloslingisticos que esos historiado- res usaron para pre-figurar ese conjunto de acontecimientos antes de escribir sus narrativas sobre el miso, Esta es slo una hipétesis, pro parece posible que la conviccién del his toriador de que élha «enconteedo» la forma de su nartativa en los acontecimientos mismos, mas que impofiéndosela, al modo.en que lo hace el poets, sea el resultado-de cierta carencia de autoconciencia lingiistica que dificulta ver has- ta qué punto las descripciones de los acontecimientos ya contienen las interpeetaciones de su naturalza. Visto de esta manera, la diferencia entre los relatos de Michelet y Toc quevilleno reside tan sdloen que el primero tramé su relato adoptando la modalidad de la novela el segundo la de la. raged; reside tambien en el modo tropol6yico —metaf6--) rico y metonimico, respectivamente— que cada uno conli 1i6 a su aprebeasign de los hechos que aparecian en los do- | cumentos No dispongo de espacio paraintenta demostra Ia plaut bilidad deestahip6tess, que eel principio informante de mi libro Metebittora Sin embargo, espero que este ensayo pu da servir para sugerir un enfoque del estudio de formas de {piesa discursive come la hivoriogrfia, un enfogu an an | guo como el estudio dela retérca y an novedoso como la \iingiistica modema. Tal estudio avanzaria tomando como referencia las ideas apuntadas por Roman Jakobson en un EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTOLITERARIO. 133 articulotitulado «Lingtisticay poética», donde sefila quela diferencia entre la poesfa romantica y ls distintas formas de la prosa realista decimon6nica reside en la natualeza esen- cialmente metafériea de la primera y la naturaleza esencial mente metonimica dela itima. Considero que esta caracte- tizacién dela diferencia entre poesia y pross es demasiado estrecha de miras, porque presupone que la narrativas com- plejas macroesteucturales, como la novela, son poco mas, ue proyecciones del eje «selectivo» (es decir, fonémico) de todos los actos discursivos. Jakobson caracteriza, asi pues, la poesia, y especialmente ia poesia romantica, como une ‘proyeccién del eje «combinatorio» (esto es, morfémico) del Tenguaje. Una teoria binaria tal empuja al analista hacia una oposicién dualista eitie poestey prosa que parece descartar- la posibilidad de una poesfa metonimica y una prosa meta- Frica. Pero la prodigilidad de la teorfa de Jakobson des- casa en Ta Sugerencia de que tanto las distintas formas de poesia como de prota, qi tienen todas ellas sis ejemplos er la narFativa en general y, por Jo tanto, también en la histo- fafla, pueden ser caracterizadas en términos del tropo dlomitsaste qué sve como paradigma, provisto por eller giaje smo, de todas las relaciones significantes cuya exis- teieing puede concebir cualquiera que desee representar gusie. la dispersion sintagmitica de los aconte cimientos a lo largo de las series temporales presentadas como discurso en prosa, de un modo tal que exhiben su ela boracién progresiva como forma comprensible, representaria «el gico introspective» que el discurso toma cuando intenta ‘mostrar al lector la forma verdadera de las cosas que existen dltris de lo mera y aparentemente amorfo. El estilo nareati vo, tanto en la historia como en la novela, serfa entonces construido como la modalidad del movimiento desde la representacién de cierto estado original de cosas a algin 134 EL TEx70 HISTORIC COMO ARTEFACTO LITERARIOL cstado subsiguiente El significado primario de una narra- cidn consistiria en la Wesestructuracién de un conjunto de acontecimientos (reales o imaginados) originalmente codii- cado en un modo tropolégico y la progresivgreestructura_ ci6n del conjunto en otro modo tropoldgicg: Visto de esta ‘manera, a naracion consstiria en un proceso de decodifi cacién y recodifcacin en el que una percepcin es claifi- cada al ser presentada en un modo figurativo diferente de | quel enel que fue codificada por la convencibn, la autor-| dado la costumbre, ¥ Ia fuerza expicatva dea narracin| entonces dependeria del contrasteentrela codiicacin oi sinal yla posterior. Por ejemplo, supongamos que un conjunto de experien- cias nos lege como un grotesco, esto es, como incasficado e inclasificible. Nuestro problema consiste en identifica la mo- Galidad de las relaciones que unen ls elementos discernbles dela totalidad amor, de tal forma que ésta se convierta en tuna totadad de determinado tipo Si subrayamos ls simi tudes enie los elementos, estamos trabajando en el modo de Ja metifora; si subrayamos las diferencias entre ellos, estamos trabajando en el modo dela metonimia. Por supuesto, en ars de obtener sentido a parts de cualquier conjunto de expe riencias, deberos abviamente identifica tanto las partes que parecen constituirlo como la naturaleza de los aspectos, ‘que comparten ls partes que las hacen identificables como {otalided. Eso implica que todas las caracterizaciones origi nals de cualquier cosa deben utizar onto la metéfora como Ia metonimia, con objeto de efjar» aquéla como algo acerca delo que podamos obtener un discurso significative. Enel cato dela historiografia, los intentos de los comen: taristas para dar sentido a la Revolucin francesa son ins- tructivos, Burke decodifics los acontecimientos de larevo- lucién que sus contemporineos experimentaron como un grotesco,recodificindolos en el modo delaironia. Michelet EL YEXTO WISTOmCO COMO AREEFACTO LITERARIO. 135, recodlfcé esos acontecimientos en el modo dea sinéedoques Tocqueville los recodificé en el modo de la metonimia, En «ada caso, no obstante, el movimiento dela codificacién ala recodificacién es descrito narrativamente esto es, dispuesto en una linea temporal, de tal manera que la interpretaci6n delos acontecimientos que dieron lugar ala «revoluciony se convierteen un tipo de drama que podemos reconocer como satiric, coméntico y trégico,respectivamente. Este drama puede ser seguido por el lector dela narracidn como si expe- rimentara una revelacién progresiva acerca de lo que cons tituye la verdadera naturaleza de los acontecimientos. La revelaci6n no es experimentada, sin embargo, como une re- estructuracién de la pereepeién, sino mis bien como una iluminacion de o acontecido. Pero realmente lo que ha oca- trido es que un conjunto de acontecimientos originalmente codificados de una manera ha sido simplemente decodificado y recodificado de otro modo.Los acontecimientos mismos zno cambian sustancialmente de un relato a otro. Es deci, los datos que deben ser analizados no son signficativamente di- ferentes en los diferentes relatos. Lo que es diferente son las modalidades de suselacione3?Estas modalidades, asu vez, a pesar de que'al ecto? le pueda parecer que estén basadas en diferentes teorias sobre a naturaleza de la sociedad, la politica y la historia, finalmente tienen su origen en las ca: racterizaciones figutativas del conjunto total de aconteci Imientos, que representan totalidades de tipos muy diferentes Por ello, cuando tratamos de distinguir diferentes interpre taciones, enfrentadas entre si, de un mismo conjunto de feriémenos histéricos en un intento por decidir cual es la :cjor o la mas convincente, solemos caer en la confusién o Inambigiedad. Esto no significa que no podamos distinguir entre a buena y la malahistoriografia, dado que siempre po- demos acudir a criterios tales como la responsabilidad para con las reglas de laevidencia, la relativa plenitud del detalle 136 EL TEKTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO narrativo, la coherencia légica y aspectos similares a la hora de claificar esta cuestién. Pero hay que decic que el esfuerzo por distinguir entre buenas y malas interpretaciones de un acontecimiento hist6rieo tal como la Revolucién francesa, cuando se trata con interpretaciones alternativas elaboradas pot historiadores de formacién y complejidad conceptual ‘clativamente equivalentes, noes tan nimio como podria pa- recer en un principio. Después de todo, un gran clésico de la historia no puede ser desautorizado o anulado, ya sea por el descubrimiento de algiin dato nuevo que ponga en cuestién una explicacién especifica de algiin elemento del relato en sgeneral, ya por la generacién de nuevos métodos de analisis que nos permitan tratar con cuestiones que los historiadores| anteriores pueden no haber sometido a consideracién. Y es precisamente porque los grandes clisicos dele histori, como Jas obras de Gibbon, Michelet, Tucidides, Mommsen, Ranke, Burckhardt, Bancroft, entre otros, no pueden ser definit vvamente desautorizados por lo que debemos observa los aspectos especificamente lterarios de sus trabajos como cru- Ciales, yno sélo subsidarios, en su téenica historiogrética, _, “Todo esto apunta a la necesidad de revisar la distincién’| convencional entre discurso poético y discutso en prosa en | la discusién de formas narrativas tales como lahistoriografia | y teconocer que la distincidn entre historia y poesia, ya | enunciada por Aristteles, oscurece tanto como aclara am- | bas nociones. Silay un elemento de historia en toda poesia,” hay también un clemento de poesia en eada relato histérico acerca del mundo, ¥ esto es asi porque en nuestro relato del mundo histérico dependemos, en un grado que tal vez no se dan las ciencias naturales, de las técnicas del Lenguaje figu- rativo, tanto para nuestea caracterizaciou de los objetos de | nuestra represcntacién nasrativa como para las estrategias con las que construimos los relatos narrativos acerca de las transformaciones que sufren esos objetosen eltiempo. | EL TexTO HISTONCO COMO ARTEFACTOLiTERANO BT Y ello se debe a que no hay asuntosatribuidos exclusivamente alahistoria; la historia es siempre escrita como parte de una contienda entre figuraciones poéticas rivales acerca de en qué puede consstr el pasado, ‘La antigua distincién entre ficcién e historia, en la que la ficcién se concibe como la representacién de lo imaginable yla historia como la representaciéa de loreal, debe dejar lu gar al reconocimiento de que sélo podemos conocer lo real Contrastindolo o asemejéndolo alo imaginable, Concebidas deste modo, las natrativas historicas son estructuras com- pilejas en las que un mundo de experiencia es imaginado co- ‘no existente bajo, por lo menos, dos modos, uno de los cua les es ‘codificado como «real» y el otto «revelaclo» como ilusorio en elcuiso de la narracién. Por supuesto, es una fic cidn del historiador considerar que las distintas situaciones ‘que él cofisttiye como el principio, el nudo y el final de un curso de desarrollo son «cesles», y que él meramente ha re- gistrado «lo que pas6» en la transiciGn desde una fase inau- gural a una terminal. Pero tanto la situacién inicial como la final son inevitablemente construcciones poéticas y, como tales, dependientes de la modalidad del lenguaje figurativo uusado para darles coherencia. Esto implica que toda narra- cin no es simplemente un registro de «lo que pasé» en la transicién de una situacién a otra, sino una redescripcin progresiva de las series de acontecimientos de manera que desmantelan una estructura codificada en cierto modo verbal, al principio, para justificar una recodificacién de ésta en ctro modo, al fina. En esto consiste el «medio» de todas las Todo esto resulta muy esquemitico, y sé que esta insis- tencia en los elementos ficcionales presentes en todas las nnarrativas histOricas scguramente despicrt la ita de los his toriadores, quienes creen que estan haciendo algo funda rmentalmente diferente alo que hace el novslista, en virtud 138 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERABIO del hecho de que estén tratando con acontecimientos «cea les», mientras que el novelista trata con acontecimientos «imaginados». Sin embargo, nila forma ni el poder explica- tivo dela narracién derivan de los diferentes contenidos que se presume debe ser eapaz de albergar. De hecho, la historia ~el mundo real tal como evoluciona en el tiempo— cobra sentido de Ie misma manera en que el poeta 0 el novelista tratan de datle sentido, es decir, dorando a lo que original- ‘mente parece ser problemético y misterioso del aspecto de una forma reconocible porque es familiar. No importa si el mundo es concebido como real o solamente imaginado; la rmanere de darle sentido es Ja misma ‘Asi, decir que damos sentido al mundo real imponiéndole 7 ln coherencia formal que nosotros asociamos por costumbre | con los prodiictos de los escrtores de ficcién no invalida en | forma alguna cl estatus de conocimiento que adseribimos ala historiogafia.Slainvaldara es statu si ereyéramos que | Jaliteratura no nos ensefia nada acerca de la realidad, que es tun producto de una imaginacién que no es de este mundo sino de alain otro, inhumano, En mi opinién experimentamos le «diccionalizacién» de la historia como una «explicacién» por Ja misma razén que experimentamos la gran ficciSn como un esclarecimiento de un mundo que habitamos junto con el autor, En ambos reeonocemos las formas gracias alas cuales la conciencia constituye ycoloniza el mundo que busca confor- tablemente habitat, Finalmente, cabe afiadir que silos historiadates recono cieran los elementos ficcionales en sus narraciones, esto no significaria la degradacién de la historiografia al estatus de ideotogia o propaganda. De hecho, este reconocimiento ser visa como un potenteantidoto frente ala tendencia man festa de os historadores a er rea de presupestosieo- [égicos que no reconocen como tales, sino que honran como Je percepeign «correcta» de aa forma en que las cosas real EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTOLITERARIO. 139 mente son». Al acercat Ia historiografia asus origenes en la sensibilidad literaria, deberiamos ser capaces de identificar elelemento ideokégico, por ser el elemento fiticio, en nuestro propio discurso. Siempre somos capaces de ver los elemen- tos ficticios en aquellos historiadores con cuyas interpreta- ciones de un conjunto dado de acontecimientos estamos en desacuerdo; rara vez percibimos ese elemento en nuestra propia prosa. Por tanto, i reconociéramos el elemento lite tarioo ficticio en cada relato histérico, serfamos capaces de llevar la ensefianza de la historiografia a un nivel de auto- conciencia més clevado que el actus. Qué maestro no ha lamentado su incapacidad para ins- truir alos aprendices en la escritura de la historia? ¢Qué lie cenciado en historia no se ha desesperado tratando de com- prender e imitar el modelo al que sus profesores parectan rendir tributo, pero cuyos principios permanecen ignotos? Si reconocemos que hay un elemento de ficeién en toda na. rrativahist6rica, encontraremos en la teoria del lenguaje y nla narrativa misma le base para una presentacién de aquello| enllo que consiste a historiografia més sutil que aquella que simplemente le dice al estudiante que vaya y «averigite los - hechos» y que los escriba de un modo que cuente «lo que realmente pas6». En mi opinién, la historia es una disciplina en mal estado hoy en dia porque ha perdido de vista sus origenes en la ima: ginacién literaria. En aras de parecer cientifica y objetiva, se ha feprimido y se ha negado a s{ misma su propia y principal fuente de fuerza y renovacién. Al volver a poner en contac: to ala historiografia con sus fundamentosliterarios no de- berfamos estar poniéndonos en guardia contra distorsiones ‘meramente ideol6gicas; deberiamos estar en cl camino de a canzar esa «ceorfa> de la historia sin la que ésta no puede en absoluto pretender ser una adisciplina»

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