Ambito Espacial y Temporal Goldsmith

You might also like

You are on page 1of 14
Carirtto HI AMBITO ESPACIAL Y TEMPORAL DEL DIPr. I) La mensién espacial del DIPr. 43. — Nos encontramos en este orden de ideas con dos nroble- més: Por ua lado es menester averiguar quiénes apiican DIPr. argentino, mientras que, por el otro, es preciso saber dénde deben realizarse los casos a los cuales el DIPr. se aplica. Pueden denomi. narse ambas dimensiones espaciales, por razones obvias, 4 espacial activo y pasivo del DIPs. argentino, respectivamente. 1) Ambizo espacial ectico a) Dimensién normaldgica —Las normas del DIPr. argentino son aplicadas, desde lvego, por las autoridades argentinas. Los jueces, los funcionarios administrativos, les eseribanos, ete., de la Republica aplican el pro- pio DIP:, Lo aplican dentro del pais; pero en la medida en que actuan oficialmente fuera del pais, como fo hacen los agentes diplo- méticos, también acuden al DIPr. argentino en el extranjero. 45, — Sin embargo, las autoridades argentinas no son las icas tino. En este orden de ideas, urge Uamadas a apifcar el DIP: distinguir dos hipétesis diferentes En cuanto el D!Pr. arg: 0 es de naturaleza convencional ~recordamos los tratados de Montevideo-, lo apiican en sus paises respectivos las autoridades locales pertenecientes a Estados ratifi- cantes 0 adheridos. En este supuesto, las autoridades extranjeras no agiican el DIPr. por scr argentino, sino porque lo consideran como previo, ya que, en efecto, e! DIPr. convencional es comin en todes oH DerecHo INTERNACIONAL PaivADo los paises en donde el tratado tiene vigencia. Serfa, pues, erréneo hablar de una extraterritorialidad del DIPr. argentino. La situacién es diversa si enfocamos el reenvio. Si, por ejemplo, muriese con tltimo domicilio en Madrid un ciudadano argentino, el juez en Madrid partiria del art. 9, inc. 8, de su Cédigo Civil (modi- ficado gor decreto 1836/74), que declara aplicable el Derecho argentino como el de Ja ultima nacionalidad del causante. Ahora bien, haciendo uso del reenvio, el juez espafiol acudiria al art. 3283 del Cédigo Civil argentino, que establece la aplicabilidad del Dere- cho del iltimo domicilio del causante, o sea, del Derecho espaaol. En otras palabras, cl DIPr. argentino, tal cual se halla en esta hipd- tesis en el art. 3283, C.C., reviste extraterritorialidad. Las autoridades extranjeras pueden recurrir al DIPr. argentino, por lo demas, tanto en sus tertitorios respectivos, como, tratindose de agentes diploma- ticos, fuera de ellos. ‘Ahora bien, no se debe confundir la extraterritorialidad det Derecho sivado excanjero con la del DIPr. La primera es excluyente, mientras que ‘a segunda es concurrente. El fea que si en la Argestina aplicamos Derecho Privado desplaza el Derecho Privado argentino, que, por ende, es descartado y no se apiica, Si, en cambio, zecu- rimos a un DIPr. extranjero, ello ocurre porque es nuestro DIPr. que Uama y el cunl previemente hemos tenido que aplicar. consecuencia (sistemtica) de in diferencia resaitada con entras que las normas sobre el ambito espacial de ios Ders- jos se han independizado en Ja discipiina del DIPr., las normas referentes al ambito espacial del propio DiPr. no consttuyea una nueva disciplina, ecto modo un Meta-DIPr., sino que pertenecen indisolubie- mente a aquél, En efecto, aceptandose el fenémeno de la extraterntorialidad del Derecho Privado extranjero, el problema dei imbito espacial del propio Derecho Privado se segreza del campo de la ciencia del Derecho Privado. y se amaizgama con el de Ja extratemtitorial del Derecho Privado en nidad, ya que dikeldgicamente no es posible separar ambos pro- (Giscipiinas que rechazan la extraterritoriaiidad del Derecho extranjero, zdiorben las normas sobre su propio ambito espacial, como por et De aio el Derecho Fiscal. Aunque ef DIPr, ocupa un lugar intermedio, ese lugar no es equidistante sino mis cercano al segundo sTupo, precisamente por tratarse Ge una extraterritorialidad concur Por ello, las normas sobre el ambito espacial del propio DiPr. forman parte de este que Taman a ve como ayuda DIP:. extranjero. Lap las normas referentes al imbito espacial activo del DIP: a tse mismo, obsta también a un regressus ad infinitum, en razon de que n correspoude reiterar la pregunta, ahora por el ambito espacial active ¢: aquéllas, ya que sélo disciplinas independientes lo poseen. La segunda consecuencia (psicolégica) consiste en que los civuistas 5 hostiles a la extraternitorialidad; en cambio, los especialistas del DIP:. fa tenencia de PARTE GENERAL 55 consideran con calma. La razéa esti en que el civilista deplora que un Derecho Privado extranjero le arcebate su propio Derecko Privado que ama con la pasién que sentimos por algo a que dedicamos toda nvestra vida. El especialista del DIPr., al contrario, sabe que, si bien en ciertos supuestos Je toca aplicar DIPr. extranjero, la aplicaciéa del propio DIP: nunca core el mas minimo peligro. : 48. —Las normas referentes al mbito espacial activo del DIPr. no han sido legisladas, Pero ellas pueden estimarse parte del Dere- cho’ consuetudinario, ya que en todos los paises, y también en la Argentina, proceden tribunales y autoridades administrativas de la manera indicada. b) Dimensidn sociolégica 47. ~ Hacemos referencia a las jurisprudencias y pricticas admi- nistrativas que dan al DIP:. el 4mbito espacial activo descrito mas arriba. Prescindiendo del zeenvio, podriamos citar cualquier sentencia judicial o a administrative; por consiguiente, basta que nos ceritamos a cual- quiera de las mencionadas en este libro. Ea cuanto al reenvio, en cambio, slo contamos con muy poco material que mencionaremos. resolu c) Dimension dikelégica 48.—Es justo que cada norma del DIPr. se aplique en el pais que la ha dado. justo que se tet en considerac: jeto, puesto que el respeto al elemento extranjero exige dar al caso la solucién que le darian en el pais extranjero (16 2 18, 142 y ss.); y es evidente que alli traerian a colacién su respectivo DIPr. 49, El DIPr. intemo se aplica a cuantos casos Ueguen al cono- cimiento de competentes autoridades argentinas. con tal que no resul- te apiicabie ei conjunto de los tratados de Montevideo. Esta norma sobre el mbito espacial pasivo del DIPr. argentino tiene cardcter de Derecho consuetudinario; y Ja aplican tnicamente tribunales y autoridades administrativas. : Pero esta norma es imprecisa, mientras que no s puede indicar con claridad donde deben desarrollarse los casos que encuadran en Derecuo Inteanacion los tratados de Montevideo. Y esta pregunta no recibe ninguna con- testacién en normas convencionales o consuetudinarias. b) Dimensién sociolégica 50.—Ya dijimos que jueces y autoridades administrativas acu den sin titubear al DIPr. argentino interno coa miras a cuantos casos Heguen a surjurisdiccién, siempre que no den preferencia a los tra- tados de Montevideo. Pero también dejamos ya sefialade que con respecto a este particular, ninguna jurisprudencia fue elaborada hasta la fecha. ¢) Dimensién dikelégica 51. ~Heios de Henar, por consiguiente, la laguna recurriendo a la justicia; y como no se pueden desprender normas pertinentes ni de le analogia, ni de los principios generates del ordenamiento nor- mativo positive (autointecracién), es preciso dirigirnos a la justicia material (heterointegracién) Si wn caso Hega al conocimiento de nuestras autoridades y eilas resulzan competentes para entrar en el examen de fondo, debe haber siempre un contacto procesal con la Argentina, por ejemplo, el domi- cilio argentino del demandado, o el de uno de los contrayentes que quieren celebrar matrimonio ante un registro civil argentino, etc. Pare que resulten abies los tratados de Montevideo al caso planteado, es necesario que el caso, ademas del contacto procesal con Ja Argentina, tenga contacto con cualquiera de los restantes paises vinculados por los tratados. Este contacto de fondo con cual- quiere de los paises pertenccientes al sistema de Montevideo, abs- traccién hecha de la Argentina, debe ser aquel contacto que los tratados en el supuesto controvertido consideran el decisivo. Si, por ejempio, un contrato se celebra en Madrid y debe cumplirse en Montevideo, el juez argentino en cuya jurisdiccién el demandado posee su licar el tratado de Montevideo, porque segun el tratado el lugar decisivo es el del cumplimiento del con- trato y éste se encuentra en uno de los paises vinculados a la obra de Montevideo; les 5 Jos, en cambio. no serfan aplicables si 2! contrete se hubiese celebrado en Montevideo y tuviese que cumpiirse en Madrid. Si se pide en Ja Are el reconocimiento y Ia eiecucién de cna sentescia dic:oda por un tribunal mejicano, no resulta aplicable el ‘Tratado de Derecho Procesal Internacional de Montevideo; al contrario, seria aplicable PARTE GENERAL 7 a sila sentencia hubiese sido dictada por un tribunal paraguayo. En ninguno de ambos casos es de interés la vinculacién espacial del caso controvertido y resueito por la sentencia cuyo reconocimiento y, en su caso, cuya ejecucian se requiere. No obstante, urge hacer una excepeién con respecto a sentencias de separacién y de divorcio de matrimonias; en estos supuestos, si el matri- monio se celebro en uno de los paises pertenecientes a la obra de Montevideo (excepeién hecha siempre de la Argentina), el reconocimiento de la sentencia dictada por el ji els 1ez_de un pais ajeno a esta obra se rige, sin embargo, en ronial por el tratado de Derecho Civil Internacional d2 1883 13), sa que el de 1940, en zealidad considera como decisivo sélo cl lio conyugal al entablar la demanda (art, 15), siendo el lugar de bs febracion condicién de una facultad de! pais en donde se encontr6. Otro ejemplo: Si se pieitease en la Argentina respecto a la herencia de causante con ukimo domicilio en Espaiia y hienes relictos en aquel pais, Francia, Uruguay, Bolivia y la Argentina (y suponiendo que el DIPr. argen- tino se basa en el principio de ia unidad), habrian de aplicarse a los bienes uruguayos y bolivianos los tratsdes de Derecho Civil Internacional ce 1940 imeros, y de 1889 a los segundos, y por ello, el prin ze jonamiento, mientras que todos fos demis bienes los espafioles, fraa- ses y ‘oria de acuerdo con ei 0 mats tines formarian una sola ipo de la unidad. V, también o> 1 2 pareja domi nyugal: a) en la paises. Cuil es ef Der: plicable? a) Como en los Tra evideo lo que importa es ef domicilio del marido al casarse ( } 0 ¢i primer domicitio conyugal (Trataco 1940, que aos vineula af Uruguay), en la primera hipétesis sélo Boliv 2 ped de 1889); y por ello hay b) En este supuesto Bolivia y el Uruguay el de 194 ay que car preferencia a cualquiera de los SH nonio se celebra en ‘os tado 1889, que nos vincula a Boiiv: os que cumplames un sdus los bienes De: nos pide cumplimiento dei Como ambos se contradicen, dos, ‘biendo anteponerse ei Un mai ceiebracién y lex fori (domicilio conywzal al deducir la demanda de divorcio), se puede defender la aplicaciéa dei*Tratado si un solo punto esta cau: los paises ratificantes 0 sélo si ambos se hallan cn paises ratificantes. Bidar: Campos, Un cuso jusprivatista de matrimonio y divorcio extrenjeros enredades regio a fos tratedos de Montevideo ("El Derecho", t. 49, p. $81, a s6lo decisive el contacto a través del domiciiio conyugal al entablar ra ensefianza en cated, ce manda. sentido opuesto, y siguten Antonio Boggiano y Ana Lia Bergaitz, Invalides de tos matrimonio: en el extraniero, en “J.A., diario del 4/IX/1973. Analogo problema se da si se adepte a un niho teniendo su domicilio padre en Montevideo y el adoptado en Madrid. y siendo la adopeié: valida segin ef Derecho espaol y nula semin el Derecho uruguayo. Deneco INTERNACIONAL PRIVADO. Siguiendo esta éptica, puede resultar aplicable Derecho de un Estado no ratificante. De ser asi, la aplicacin no se hari de oficio en virtud del art. 2 del Protocolo Adicional (aunque tal vez si por otras razones). Un individuo de 21 aios y unos meses se traslada de Asuncién a Buenos Aires, donde celebra un contrato 2 cumplir en Santiago de Chile. La capacidad de hecho se rige por el Tratado de Montevideo de 1940, La validez intrinseca del contrato se regula por los arts. 1209 y 1210, C.C. No se aplica el art. 14, inc. 4, C.C., con respecto al primer problema. Il) Le dimensidn temporal del DIPr. 52. De nuevo enfrentamos dos problemas diversos. El primero consiste en saber cudndo empieza y cuando termina Ja vigencia de un conjunto de normas del DiPr. El segundo contempla la pregunta: gevdndo deben haberse realizado los casos para que les sea aplicable un determinado conjunto de normas del DIPr.? También de nuevo se nos brindan las denominaciones, respectivamente, de dmbito tem- __poral activo y de mbito temporal pasivo del DIPr. El art. 2, Cédi- go Civil, trata del mbito temporal activo, el art. 3, Cédigo Civil, concierne al dmbito temporal pasivo. 1) Ambito temporal activo 6) Dimensién normolégica 53.—Las normas jusprivatistas internacionales convencionales entran en vigor y cesan en su vigencia en virtud de las reglas gene- rales sobre este tema. Por consiguiente, su entrada en. vigencia depende de la ratificacién de parte de la Argentina, y en tratados bilaterales, de la ratificacién del otro pais (canje de instrumentos de ratificacién), y en tratados multilaterales, del hecho de que el niimero minimo de ratificaciones previsto al efecto en el tratado se haya Ilevado a cabo (depésito de los instrumentos de ratificacién en el lugar indicado). No se debe confundir la ratificacién, que es un acto internacional y que realiza el jefe de Estado, con la aproba- cién del tratado, que constituye un acto interno de Derecho Consti- tucional a cargo del Congreso; la tltima autoriza (no obliga) al presidenre a ratificar el tratado. El cese de Ia vigeacia de la norma convencional se produce o por denuncia del tratado o por el tras- curso del tiempo establecido al efecto en el mismo convenio. La denuneia de un tratado no requiere la aprobacién de! Congreso, aunque excepcionalmente el Congreso haya intervenido (v. ley 174, | PARTE, CENERAL 59 referente al. tratado argentino-portugués de amistad, firmado en Buenos Aires el 9/VIII/1852, en “Adla”, 1852/1880, p. 113). Y.: Convencién de Viena sobre el Derecho de los Tratados del 23/V/1969 (ley 19.865, en “B.O.") LI/1/1973), entrada en vigencia el 27/1/1980. Un tratado entre diferentes paises vigente ‘para los casos procedentes do estos paises —por ejemplo,” cualquiera de los tratados de Montevideo— no es derogado por una ley posterior general dada en uno de ellos: “lex posterior generalis non derogat legi prieri specialé’. Por ello, el art, 3 de la ley 20.744 (en la redacciéa de Ja ley 21.297) no deroga los Tratados de Derecho Ciyil Intemacional de Montevideo en sus disposiciones sobre con- trates. Es cierto que en cuanto al contenido, la ley 20.744 es mas especial que los Tratados; pero no lo es menos que con respecto al ambito de validez los Ultimos son més especiales que !a primera y que ello es lo decisivo. 54. — Las normas jusprivatistes internacionales legales entran en vigor después de su publicacidn, y desde el dia que determinen; si no designan tiempo, seran obligatorias después de los ocho dfas siguientes al de su publicacién oficial (art. 2, C.C., en la redaceion de la ley 16.504). La publicacién oficial no es necesariamente, pero si normalmente la publicacién en el “Boletin Oficial”. El tiempo que trascurre entre la fecha de la publicacién y Ia de la entrada en vigor, se llama la “vacancia de Ja ley”. Sila ley designara como momento de su entrada en vigor cualquier momento anterior al de su publi- cacién, tal disposicién en realidad no atafieria a la fecha de su entrada en vigor (problema del imbito temporal activo) sino a su retroactividad (problema del ambito temporal pasivo), o sea, a la determinacién del tiempo en el cual deben haberse desarrollado los casos encuadrables en Ie ley. La ley puede indicar la fecha de su cese de vigencia (ley temporal). ‘Caso contrario, la ley cesa cuando sea Gerogada, La derogacién puede ser expresa, a cuyo efecto ella debe derogar necesariamente la ley respectiva de,modo nominative. Por Jo demas, la derogacién es t4cita. La derogacién tdcita, a su vez, puede © consistir en una ley de contenido incompatible con la derogada, o en una nueva codificacién de la materia (llamada derogacién orginica). La derogacién puede hacerse por via del Derecho con- suetudinario (y. art. 17, C.C., en la redaccién dada por la ley 17.711). De lo que precede se desprende que la tradicional y totalmente superfiua formuia de que se derogan cuantas disposiciones se opongan a la presente ley, contiene una derogacién téctts dé las normas anteriores por incompati- bilidad de contenido. 60 DerecHo INTERNACIONAL Parvapo 1b) Dimensién sociolégica 35.—Las reglas expuestas, en efecto, son observadas en a realidad juridica sin que sea del caso aportar la jurisprudencia y prictica oficial que avalen esta afirmacién. 58. ~ No obstante, hay que poner de"realce'en el ambito de los convenios dos desautorizaciones consuetudinarias. En cuanto a la entrada va vigor de los convenios, hay numerosos tratados que entran en vigor con la ratificacion, inclusive con la firma, sin aprobacién por acto de sustancia legisistiva. El se dehe, funcionando el Congreso, a la lentitud con la cual esta aproba: sueie ser otorcada. V., sobre este particular, Alberto Séve de Gaston, Los tretedos ejecutivas en Ia Reptiblica “Argentina (Su andlisis tridimensionci}, en el 33/34, 1968, de Ia “Revista de Derecho Intemacional y Ciencias Diplo 1» Unive , también edicién separada en la ceca de Ciencia Politica y Relaciones Internacionales” de wéntica Uni- |. Con respecto a la derogacién interna de los tratados, la Corte Suprema de’ Justicia de la Naciéa ha declarado desgraciadamente que cualouier tra- tado pueds ser derogado por ley posterior (caso “Martin”, s. del 6/XI/1S63, en “El Derecho”, t. 7, ps. 784 ¥ ss; caso “Esso”, s. del 5/VII/1988, en “EL Derecho", & 25, p. 422). V., sobre este punto, Coldschmid, Derecho ernucionel_y Derecho int tino y De nuevo: Derecio [nzernacional Derecho interna argentino, en “Estudios Jusprivatistas Internacionales’, Uni- iad N. de Rosario, 1969, ps. 113 y ss. y 193 y ss. La Brocuracida é ndio, ha declarado lo que sigue: “Desc: 19 de un contrato sélo es licito si ello < werdos, por ejemplo, 1 incumplimiento de la otra, 0 2 voluntad, Estas regias se aplican también a formaliza ua convenio previo, asi Jiamadas “leyes = Las normas sobre fa entraéa en vigor y el cose de ! se apitenn sia discriminacién a cualesquiera convenias, y por ende los que contienen normas dei DIPr. No es diats ws sormas sobre entada en vigor ¥ ce Je que. si bien lt disposicica pertinente —el act. 2, C.C— se halla nila Preliminns y concierne tor tanto a not t Hpo, el gislador no sueie recordarse del DiPr., que tadicionaimente ccupa el pel ie Cenicionta en Palacio, Sea ello como fete, la costebee no permite distinguir entre ia apiicacien directa y a analoyica de ias disposiciones menczonada. st COR Tespecto a ) Dimension dikeiégica 58. —Las normas sobre Ia entrada en vigor y el cese de vigor de convenios parecen justas. Sobre todo, es justo que el érgano PARTE CENERAL, 61 encargado de dirigir las relaciones internacionales del pais, el pre sidente (art. 86, incs. 14 y 18, Constitucién nacional), decida sobre la ratificacién y denuncia de un tratado, mientras que la aprobacién del Congreso, que, por lo dems, sdlo es requisito previo de la nitificacion, mas no de la denuncia (art. 67, inc. 19, Constitueiéa nacional), tiene sélo el significado de autorizar al presidente a rati- ficar 0 no el tratado. Por ello, un tratado aprobado por ley del Congreso, pero aun no.ratificado, no debe ser aplicado, poraue todavia carece de vigencia (v. Corte Suprema, en el caso “Ferreyra, Pedro, P.”, “Fallos”, t. 202, p. 353). Por otro lado, hay un gran nimero de tratados vigentes sin que el Congreso los haya aprobado, ya que la CN. que exige la aprobacién, se hizo en una época en la cual la actividad internacional convencional era muy reducida, mientras que hoy en dia es tan abultada que la-necesidad de acudir siempre a Ja aprobacién del Congreso podria resultar iddnea para paral . La que no es digna de elogio es la jurisprudencia de nuestra Corte cuando sostiene que una ley posterior puede der rua convenio anterior. Un convenio es un acto juridico multiizteral que sélo en casos excegcionales puede ser denunciado unilateraimente; por regla general, requiere su cancelacién un acto contrario igual- mente multilateral. 59.—En cuanto a las normas legales sobre entrada on vigor y cese de vigor de normas, no hay reparos dikeldgicos de indole eral. Desde luego, es justo que el Derecho consuetudinario este. princi ica Ia supremacia de lx echo consuetudinatio) sobre la democracia ys ya g recta (De v). imp jocracia representativa (Ia le! El nuevo art. 17, C.C. ‘ley 17.711), admite Derecho consuetudinaric lecem, si bien sus swore: gensaban mis 9: de manera expresa sino contertarse con la sy antiguo art, 17 (v, Héctor Camara, en” y de las Obiigaciones”, aio +, Derecho”, +. 28, p. 817). resion de a tesis contraria en evista _del Derecho Come: ps. 288 y 389, ¥ Guillermo A, Borda, 2: 2) Ambito temporal pasivo 2) Dimensién normoiégice . — Con respecto al Ambito temporal pasivo del ordenamiento jusprivatista internacional, caben dos hipétesis: puede ser que el caso permanezca, y la norma del DIPr. cambie; y puede ocurrir, a 62 Denecuo INTERNACIONAL Paiyapo la inversa, que las normas se mantengan inalteradas, mientras que el caso deambule de una a otra. En este lugar nos ocupamos sélo del primer supuesto. El segundo es conocido con el equivoco nombre de “Problemas de cambio de estatutos”; y su exposicién se levaré a cabo con ocasién de los puntos de conexién (132). Un caso de cambio de estatutos se halla, por ejemplo, en los Tratados de Montevideo de Derecho Civil Internacioral, art. 20 (1889) y art. 34 (1940). 61. —E} problema del ambito temporal pasivo no ha sido tra- tado por la obra de Montevideo, aunque sobre todo los redactores de los tratados de 1939-1940 lo tenian realmente al alcance de sus manos. Con respecto a nuestro problema dentro del DIPr. interno, hay que traer a capitulo el art. 3, C.C. (Jey 17.711), que declara en sus partes més importantes lo que sigue: “A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplicarin aun a las consecuencias de las relaciones y situaciones juridicas existentes. No tienen efectos retro- activos, sean 0 no de orden pwtblico, salvo disposicién en contrario”. Estamos, pues, en presencia del problema de la extraactividad: La nueva norma puede ser retroactiva o irretroactiva, siendo la norma derogada ultraactiva en esta ultima hipétesis, El.C.C. (ley 17.711) adopta, por un lado, el principio de la irretroactividad de la nueva ley (y por consiguiente, el de la ultraactividad de la derogada) y acoge, por el otro, la doctrina de la aplicacién inmediata de la ley nueva. V., sobre este particular, el estudio de Guillermo A. Borda en “E] Dere- cho”, t 28, ps. 807 y ss. b) Dimensién seciolésica penas existe jurisprudencia sobre nuestro problema. Sobre todo, no es posible averiguar si las disposiciones del C.C. se aplican directa o analégicamente 21 ambito temporal pasivo de las normas de DIPr. No obstante, comp. s. del 21/VIII/1956, Cim. 1+ Civ. y Com. de La Plata, y nuestro comentario en “J.A.", 1957-1, ps 212 y ss; el ultimo ahora en Wemer Goldschmidt, Estudios jusprivatiriss internacioncles, Universidad Nacional de Rosario, 1969, ps. 261 y 262. V. también Ll. c., ps, 240 y ss; y la s. del L9/TX/1967, C.N.Civ., Sala E, ea “El Derecho”, t 20, p. 123, con comentario nuestro. PARTE CENERAL os En la Argentina se produjeron varias sucesiones temporales de normas de DIPr. El primer cambio se produjo al entrar en vigencia en 1871 el C.C,, desplazando las Reglas Generales sobre la legis- lacién del Estado de Buenos Aires que iniciaban el antiguo ‘Cédigo de Comercio. Un-nuevo cambio se Hevd a cabo al entrar en vigencia los primeros Tratados de Montevideo que se colocaron en lugar del C.C. Por tercera vez, se produjo el fenémeno temporal al entrar en vigencia los nuevos Tratados de Montevideo. Una prdctica admi- uistrativa aplica el Tratado sobre el ejercicio de profesionales libe- rales de 1939, que fue ratificado en 1963, a cualquier titulo habi- litante de una profesién liberal presentado para la revdlida a partir de esta fecha, aunque hubiese sido expedido con anterioridad. Como el examen de Ja “razonable equivalencia” debe hacerse no con miras al nivel de estudios en el pais del que se pida la revalida en el momento de Ja peticién (asi el proyecto argentino), sino con miras al momento de la expedicidn del titulo (propuesta boli- viana), 0 inclusive en el momento de cursarse cada materia (asi el texto del Convenio), la practica contiene una apiicacién retroactiva del tratado de 1939, de dudosa constitucionalidad (Actas del Con- greso, ps. 57 y ss.). Nuevos cambios se han producido ultimamente al regir las leyes sobre adopcidn, sociedades comerciales, ete. Nuestra tesis de que el tratado sobre ejercicio de profesiones liberaies de Montevideo de 1939 no se aplica sino a titulos exvedidos después de su ratificacién por la Argentina en Sl de marzo de 1963, fue aceptada por ef dictamen del 21/X/1974 (expte. 68210/73 - Ministerio de Cultura y Educa- cién) (Coleccién de dictimenes, t 131, p. 112) de la Procuracién del Tesoro de la Nacién. [a Convencién de 1959 no tiene desde luego retroactividad afectando revilidas ya concedidas de acuerdo a la de 1889 (asi con rezén Mareé del Pont en su Informe). Al contrario, la Convenciéa de 1889 se aplica a cuantos titulos se presenten después de su ratificaciéa, lo que, por supuesta, carece ya de interés prictica, Vir J. K. Godecki, Conflicts of laws in time, en “British Year Book of International Law”, t 35, 1959, ps. 58 a $2; el mismo autor, Intertemporal canjlict of laws, lnternational Encyclopedia of Comparative Law, 1976. ¢) Dimensin dikelégica 63, —La ubicacién temporal del punto de conexién debe deter- miner en justicia el ambito temporal pasivo de los tratados de Montevideo. Si, por ejemplo, se celebrara en Madrid un contrato ‘en enero de 1934 que hubiese de cumplirse en abril en Bogota y respecto del cual se pleiteara en Buenos Aires, habria de aplicarse el Derecho colombiano a forma y fondo (arts. 33 y 34, Tratado de 64 Denecuo INtrRNactonaL Parvap> Derecho Civil Internacional de 1839), y no ei Derecho espatiol (arts. 12, 950, 1180 y 1205, C.C.), ya que el momento decisivo es el del cumplimiento, posterior al decreto del 20/111/1934, por el que la Argentina consiente la adhesién de Colombia al Tratado de- clarada el 2/XII/1933. Una persona, domiciliada en Buenos Aires, testa en 1954, tenien- do bienes en el Uruguay. Fallece en 1958. Supongamos que tenia capacidad de testar segun el Derecho uruguayo, tanto cuando testé como cuando fallecié, pero que carecia de ella en ambos momentos segtin el Derecho argentino. El Tratado de 1889 somete la capacidad al Derecho donde se hallan los bienes al fallecer el causante. Como en este memento —1958— el Tratado ya no rige, él mismo se ha auto- eliminado. Tampoco hay que aplicar el Tratado de 1940, que somete la capacidad al Derecho del domicilio del testador en el momento de testar, ya que en aquel momento el Tratado de Montevideo de 1940 todavia no habia entrado en vigencia. Urge aplicar. por ende, el DIP. interno. El resultado seria diferente si la capacidad de testar se rigiere por el Derecho del ultimo demicilio del causante. Eatonces se aplicaria el Tratado de 1940. 4. — En cuanto ai ambito temporal pasivo de las normas lega. les de DIPr., conviene distinguir entre teoria de la analogia y de la autarquis. Lo primera pueden acudir a su vez oa una analogia con el Derecho Publico o a una analogia con ei Derecho Privado. En el primer supuesto se propone introducir en el DiPr. ja ‘oactividad del Derecho Publico, la cual se halla en si todos los Derechos Publicos del mundo, por o cual Ja distincion entre lex pubjica fori y lex publica causne carece de imporanci practice. El astnto cambia dentro del circulo de doctrinas inspira- das en la ansiogia con el Derecho Privado. La teoria de la lex transitus legis civilis fori aplica a la sucesién temporal de varias normas de DIPr. el Derecho Transitorio que existe en el pais del juez referente a Ia sucesin de las leves civiles. La teoria de la lez transitus legis civilis causae deduce, en cambio, el Derecho Tran- sitorio del DIPr., de las normas transitorias de aquel Derecho Civil, que, segin el DIPr. vigente. resultara eplicable. Si en la lez causce aubiese regias transitorias especificas para DIPs., éstas habrian de aplicarse. La teorfa de la autarquia reclama normas cransitorias propias para el DIPy. Esta doctrina remonta a Xakn; y es detendida actualmente por Andrea Giardina, Successione di norme di con- PARTE GENERAL 65 flitto (Milano, Giuffré, 1970). En este orden de ideas, se mantiene, por ejemplo, que Jas normas de DIPr. son retroactivas si la cues- tién debatida no tenia. ningiin punto de contacto con el pais del juez, mientras que son irretroactivas en el caso opuesto. Esta ultima teoria se funda en el déseo de no defraudar los legitimos célculos de las personas interesadas en Jos casos en los cuales hubo con- tacto con el pais del juez; no habiéndolo, al contrario, procede la aplicacién de la norma de DIPr. vigente, por juzgarla el Estado en este momento ia més adecuade. La doctrina més justa parece la autérquica; su viabilidad ‘supone que descartemos el art. 3, C.C,, de la érbita del Derecho Transitorio del DiPr. Ea la Argentina se predujo un cambio de normas del DiPr. al entrar en vigor el C.C. argentino actual (v. 62). La regia V* de las “Reglas Ge- nerales sobre li Legislacién del Estado de Buenos Aires” que inician el Cédigo ce Comercio de Vélez y de Eduario Acevedo, estatuye que al estado y cepacidad de fas personas se apiican las leyes de su respectiva nacionalidad. Por ley de setiembce de 1862, dicho Cédigo se adopté como Cédigo de Co mereio de la Reptblica, imperando fa regia V2 en todo el territorio de la Nacién hasta Ia entrada en vigor del C.C. Supongamos, pues, que un extran- jeto, menor de edad segiin su ley nacional, y ma or en virted de su ley Gomiciliaria, hubiese celebrdo un contrato en 1863 en Buenos Aires donde se hallsta de paso, Al entrar en vigor el C.C. surge un pleito- entre as partes: El actor invocs ei art. 7, C.C., ea virtud del cual el demandado hab resukado mayor de edad y que le parece aplicabig; el demandado, en cambio, aieya su ineapacidad conforme a su ley nacional. Se plantea, por consiguiente, ia duda de si ha de aplicarse Ia regia Va del C.Coim. 0 el at, 7 del CC. Si el Dips. argentino vigente (a 3 ete.) estuviese dotado como tal de uormas sansitorias, nuestro problema se volatizaria para el jurista prictico; 0 en vano buscarlamos semejante norma ‘ransitoria. Segiin la teorla ia con el Derecho Puilico, el art. 7 resuitaria retroactive, y el negocio, por Segua la doctrina de la aralogia con el Derech Prvado del juez que conoce det pleito, habrismos de aplicar el Dezecha torio cel Derecho Civil tino, 0, sea, el art. 4048, C.C., y desprenci d de los preceptes sobre capacidad (3. del 28/X/1SG1, respecto de a ley } : de aplicarse !a regia V* del Cod. de ca sacional del demandado, Hegandose, asi, a su minoria de eda ei problema inceresaote de si el a1 analogica al con tia inven La & nos conduce ai Dert por ser la norma del DIPr. vig el domicitio, Supongamos que de Derecho Transitorio comicitiario se subsanen por leyes x was ceiectos de egocios realizedos hajo ei imperio ie la ley anterior. En este supuesto, babria de aplicarse el art. 7, CC. y por tanto, el Derecho Privado 66 Denecuo INTERNACIONAL Privapo domiciliario del demandado, Hegindose asi a su mayoria de edad. En cuanto a la teoria de Ia autarqui ¥ que tener en cuenta que en nuestro ejemplo hubo un punto de contacto con la Argentina. Pero supongamos que el con- trato se hubiese celebrado en el pais del domicilio del demandado en un momento en el que en la Argentina regia la regla V*, incoandose el pleito en la Argentina, tal vez por cambio posterior de domicilio del demandzdo, después de entrar en vigor el C.C. En el primer supvesto, la teoria autir- quica aplicaria Ia regia Vs, en el segundo el art. 7 jeneral, nuestro estudio: Sistema formal del Derecho de y en el tempo, ahora en Wemer Goldschmidt, Estudios fernaciorales, Universidad Nacional de Rosario, 1969, ps. @5.—V., en colisiéa en ei espec: fusprivatistes y ss.

You might also like