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bait me Egbert, Titulo del oviginal: No Matter the Cost, Pacitie Press Publ. Assn, Boise, ID, Estados Unidos de América, 1991 é Traductora: Aurora Chaver Redacior: Javier Hidalgo Tapa: Ideyo Alomia IMPRESO EN LA ARGENTINA Printed in Argentina Primera edici6n, 1992 (3.009 ejemplares) propiedad. © Pacific Press Publ. Ass. Queda hecho el depesito que marca la ley 11.723 ‘Bakomauo ‘Se'terming de insrimir of 29 de julio de 1992, mediante el sistema offset, ceaualleres propic. INDICE Selevanta el tel6n ... see cece er eee eee na Un muchacho se hace hombre... ees e eee a Accidente... 31 Nuvvos horizontes .... 6. ee ees a Entusiasmado con la Biblia 3 Bnire rocas pecatuese 67 El “hombre milagro” oo... se. .ee e+ 81 iTerremoto! n Los wimos juicios 20... 0... e eee pes Dado de baja - 107 El fin, el principio 7 Epflogo so... 0.2.0 ene soya teate ts 1d Capftuto 1 SE LEVANTA EL TELON arlos miré de reojo al médico que entraba por segunda vez su malestar. Tranquilamente —como si fuera comiin que un muchacho de quince afios se sentara en la mesa de exdmenes, ‘Yestido solamente con una bata de papel— cruzé Ia habitacién y se sent6 en su escritorio, Eseribi6 algo cn el expediente que tenia dclante, Por ultimo se dio vuclta y dirigié su mirada a Carlos y a su madre que estaba sentada a su lado en wna silla, ~ Carlos —ijo pausadamente ajustindose los lentes sobre Ia nariz ligeramente corva—, tengo algo muy grave que comunicarte, ime estas escuchando? A Carlos se Je puso la piel de gallina, Sujet6 la bate sobre sus huesudas rodillas y contest6: —Escucho, —Quisiera decirtclo de otro modo —dijo el médico sus- pitando—, pero mejor te lo digo de una vez. Carlos cers los ojos. Por qué el médico no guardaba su iscurso para otto momento? Era como ver una pelicula antigua, en 1a que todo el mundo deseaba ser cl héroe pronunciando las Palabras mégicas. Molesio, mird al Dr. Ramirez. ~—{Bueno? ~ Carlos, parece que vas a morir pronto. Muy pronto. La madre se qued6 sin aliento, Las palabras del Dr. Ramirez hicieron eco en la habitacién de techo alto, como si buscaran un ugar donde posarse, EI ruido de una motocicleta que pasaba a toda velocidad por la calle rompié ct silencio. EL Dr, Ramirez se incliné hacia adelante. 6 ODISEA Y TRIUNFO —Jovencito, de acuerdo a tu expedienie, tienes quince afios y mides 1,70 metro, yde acuerdo? Carlos exhalé un profundo suspiro. —St —respondié. . —Hlace seis meses pesabas 72.5 kilogramos. Ahora pesas 43. iEsa_pésdida do peso es demasiado pars vn ‘muchacho en imiento! # or abitaciGn qued6 en silencio. Carlos hubiera deseado que el inédico terminara de una vez. De todos modos las cosas iban ir igual. 7 Herpor los habits alimentarios que tu mam ha deserito y Tos andlisis que te he hecho, parece que padeces de anorexia nerviosa, i e ¢s0? fea Cte pris 16s puflos. Sentfa que ta ira lo dominaba. "Ota vez lo mismo", pensé. Que no se daban cuenta que <1 era lo seep i ae suficientemente grande como para vivir como le diera la gana? {Qué importancia tenia si comfa 0 no? Después de todo, é1 no x fo cual vivir, ; ““ ete alan ‘un poquito su silla y Carlos noté de reojo que los mudillos blancos de sus dedos apretaban sus brazos delgados y fléccidos. se Doctor, he lefdo acerca de este trasomo emocional, ;podré hacer algo? a rica {nclin6 hacia atrés en la silla y movi6 la cabeza. —Quisiera poder decirle algo positive, sefiora, Aparte de intefnarlo en un hospital donde lo alimenten a la fuerza, no hay ‘mucho que se pueda hacer. A veces un asesoramiento sicolégico ayuda, pero Ja tinica persona que puede hacer algo por Carlos, es el propio Carlos. El tiene que "desear” mejorar y obligarse @ comer. Vamos a mi oficina y se 1o explicaré mejor. Carlos, tan to te vistas, ve a la oficina de al lado. ; Parla puerta se cor detris de la madre ye] médico. Moviéndose ‘con Ientitud, Carlos se baj6 de la mesa y cogié su suéter. Se lo puso y, después de vestirse, se dejé caer en la silla del médico. Se sentia agotado. SE LEVANTA EL TELON 7 El médico tenfa raz6n. Quizés morirfa pronto. Ya sentfa que se Je escapaban Jas ikimas gotas de energia. Cuando todo se terminara él serfa précticamente un esqueleto, seco y quebradizo, como las hojas de otofio que von amastradas por los vientos invemnales, Suspirando débilmente, sus pensamientos se remontaron al pasado, al tiempo cuando era un nifio feliz y estaba contento de vivir. De pequefio habia tenido un buen hogar, pese al divorcio de sus padres. Desde que su mamd se marché de la casa, habia empezado a ayudar a su papd en la tala de Arboles, después de las clases. Fuente y alto para su edad, se sentia orgulloso de poder ganar el dinero que ahorrarfa para comprarse un auiomévil cuando tuviera la edad suficiente. Gracias a su fisico fornido, sus compafieros de escuela le rogaban que participara en Ins eventos deportivos, pero 41 preferfa emplear sus misculos en transportar los pesados troncos de drboles y disfrutar del fuerte olor de la madera en bruto cuando Ia sicrra los cortaba, Pero ni eso le importaba tanto como la compaifa de su padre. Eran mds que compaiieros. Intercambiaban ideas acerca del negocio y hablaban de cémo ampliarlo, hecho que hacia sentir a Carlos como un auténtico socio, Mientras prosegufan con sus Planes, Carlos desarrollaba hdbitos de trabajo superiores a los de sus amigos que s6lo pensaban en las maquinitas de juego y el préximo campeonato de fiitbol. Cristina, un afio menér que Carlos, no era la clase de hermana Problemdtica que sus amigos se quejaban de tener. Desde que su mamé se fue, se habia desarrollado entre ellos una estrecha amistad, y habian aprendido @ trabajar y compartir juntos sus chascos y alegrias, Juntos lograban sacarle partido a las situaciones adversas Cristy se esforzé mucho para aprender a lavar ropa y cocinar ticos alimentos que tanto él como su padre apreciaban. Con cierto aire de nostalgia, Carlos recordé las veces en que Ios tres se ponfan a hacer planes de sobremesa para terminar la nueva casa 8 ODISEA Y TRIUNFO: que estaban construyendo en la ladera, contigua a la casa rodante que les servia de vivienda. Slo el recuerdo hizo sonreir a Carlos. {Tenfan tan bucnos planes! Los negocios florecfan mientras vivian on el Estado de Colorado, Estados Unidos, y obtenfan buenas ganancias. Los fines de semana, y algunos otros ratos libres, trabajaban en Ia casa de sus suefios, esperando que, una vez terminada, 12 abuelita se mudara con ellos. Los tres esperaban ansiosamente ese momento. {Seria fantéstico volver a sentirse en familia! Los afios transcurrfan apaciblemente, cada miembro de la familia cuidaba y velaba por los demés. A pesar de las estreche- ces, sabfan que juntos lograrian sus propdsitos. jNada podrfa perturbar su pequefio y confortable mundo! Cuando Carlos estaba en el noveno grado, la tragedia golped a su puerta. Para silenciar las murmuraciones de sus amigos, Carlos se qued6 una tarde después de las clases para sustituir a un jugador de pelota y Ieg6 a casa més tarde de Io acostumbrado, Se sorprendi6 al no encontrar en casa ni a su papé ni a Cristy. Se cambié de ropa y dirigié al taller para realizar sus tareas habituales después de Jas clases. Més tarde, cuando escuché el ruido de la camioneta que se detenfa junto a Ja casa mévil, dejé caer Ja tabla que Uevaba y ies salié al encuentro para saludarlos. Los acostumbrados saludos efusivos de su papa y su hermana extrafiamente habjan desaparecido. El padre tampoco sonrié al seguirlos al interior de la casa. Sin decir palabra se dejé caer en una silla de Ia cocina, con una expresién de suprema angustia en el rostro. Tenfa palidos los labios y le temblaban las manos mientras las apoyaba sobre las rodillas, Carlos quedé helado, y volvigndose a Cristy pregunté: —{Qué pasa? Cristy sollozaba sin poder hablar, Pero el padre rompié el silencio. —A.... acabo de matar @.una nif SE LEVANTA EL TELON 9 {Qué ... qué... —Carlos lanzs la pregunta fijando su mirada en Cristy. EI padre se incliné hacia adelante y cubri6 su rostro con las ‘manos. —Fui a Ja escucla a buscar a Cristy y tuve que estacionarme indebidamente, tii sabes mo es allf cuando terminan las clases. Habia unos nifios’ jugando al frente y un muchachito que supuestamente debia estar cuidando a su hermanita pequefia se descuid6. La nifia gateé hasta quedar debajo de la camioneta sin que nadie se diera cuenta. ‘A Carlos Ie dio un vuelco el estémago. —Por supuesto, ni yo ni nadie vimos a la nifita. Cuando la camioneta arrancé, senti un golpe extrafio seguido de los gritos de Jos nifios. Los ojos det padre de Carlos imploraban comprensién. —Cuando miré por el retrovisor para averiguar por qué gritaban bueno, jfue algo horrible! Cristy abrazd a su padre. — Ti no tuviste la culpa —sollozaba, tratando desesperadamente de consolarlo, Un instante después se volvié a Carlos. —Después que se fue la ambulancia nos Hevaron a la estacién de policia, No creo que acusen a papé; pero Carlos, jno te imaginas lo terrible que ha sido! Torturado por el sentimiento de, culpa al haber tronchado una vida tan joven, el padre cambid de la noche a la mafiana; de optimista y carifioso, se convirtié en una persona retraida y amargada. Por las noches, en lugar de hablar y bromear con sus hijos, se sentaba en la sala a oscuras, mirando el piso. Poco a poco su tristeza contagi6 también a Cristy, que fue perdiendo su risa habitual, Ya Carlos no tenfa tanto interés on que terminaran Tas clases para volver a casa y a su trabajo acostumbrado. Un dia, un vecino bien intencionado, en su afén por animarlo, odes a Carlos con el brazo y Ie dij 10 ODISEA Y TRIUNFO —Sé que tu familia esté suftiendo por lo ocurrido, pero estoy seguro que Dias ticne un propésito en todo esto. Carlos sintié que algo sc paralizaba en su interior. Aunque nunca iba a la iglesia, de alguna manera se imaginaba a Dios ‘como un ser bondacioso, un tanto parecido al Santa Claus que los nifios quieren, Pero si Dios es capar de escoger a criaturas inocentes y utilizar a un padre bueno como el suyo para cumplir ‘un propésito tan horrible, entonces, sin dud, jese Dios no era para a Los meses siguicron su curso monstonamente y Carlos y su papé siguieron trabajando juntos, pero éste permanecfa siempre callado, como si hubiera perdido et desco de hablar. Por varios meses Io torturd el recuerdo del terrible accidente. Poco a poco el padre volvié a la normalidad, y cuando acababan de reiniciar la construccién de Ia casa, los goles nuevamente la tragedia. Sucedi6 de repente. Un dfa tenfan més trabajo de Io acostuumbrado, pero al siguiente, se quedaron sin él {Al principio no creyeron que Ia industria maderera se hubiera ido 1 pique. Qui2é se irataba de un revés temporal, Pero pronto se desvanecieron sus esperanzas. Por todas partes se vefan ‘abandonadas las rastras de transportar madera y los aserraderos estaban paralizados. Con todo, Carlos y su papd se mantenian + haciendo algunos trabajos por aqui y por allé, reparando cosas, esperando y confiando, Pero las cosas no cambiaron. Poco a poco se les acabaron los ahorros y tuvieron que abandonar su suefio de ver terminada la nueva casa. En un titimo esfuerzo desesperado para no perder su pequefia propiedad, Carlos contribuyé con su dinero ahorrado, pero aun asf ‘tuvieron que vender el taller, Ia casa rodante y la casa semi construida. Sumamente descorazonados, los tres cargaron en la vieja camioneta las pocas pertenencias que les quedaban y se diigieron al pueblo de Durango, Colorado, con fa esperanza de encontrar trabajo, Mientras recomian las calles de Bayfield por \itima vez, Carlos se despidié de su pueblo en silencio. No era f4cil dejar atrés todo Jo conocido y querido. Stbitamente Io ici SE LEVANTA EL TELON 11 invadié una honda depresién, Ya no Je quedaban ni Jos suefis. “Tampoco le quedaban amigos. Hasta habfa perdido la esperanza de gue su abuelita fuera a cuidarlos. EL espectro del cambio estuvo a punto de aplastarlo en las, semanas que siguieron, Sentia asfixiarse en el apartamento aiestado de la estrecha calle en aquel pucblo desconocido. Y él, que amaba tanto el espacio abierto. El pap encontré trabajo corrido hasta 1a tarde, pero Carlos no podia ayudarto. El tiempo pasaba muy lentamente. El dinero escaseaba el primer dia que ‘entr6 a clases para estudiar el décimo grado; y por supuesto, no conocfa a nadie en la escuela, Se sentfa agobiado por el desénimo y la soledad, que paulatinamente fueron acentudndose hasta Negar al extremo de no querer hablar con nadie. En las largas y solitarias horas que pasaba en su cuanto, pensaba cen lo que habéé odo decir a los predicadores por la televisién respecto a Dios. Hasta los cantos declaraban que Dios cuiduba de todos y s6lo queria lo mejor para ellos, ;Se ri6 sarcésticamemet {,Cémo es posible que hubiera llegado a ser tan crédulo? Si Dios cra tan amante, gedmo es que no poda ver que su pap era un hombre respetuoso de las leyes, que nunca habia cngafiado a nadie yy siempre estaba listo a ayudar a los que lo rodeaban? ¢Por qué hhabfa permitido que perdieran su casa, sus amigos y hasta la posibilidad de que su abuelita fuera a vivir con ellos? Lentamente lo fue embargando un sentimiento de hostilidad hacia un Dios tan cruel, que fue en aumento hasta convertirse en tuna pasién negra y horrorosa en su interior, que impregné cada ceélula de su ser. Este sentimiento satur6 de tal modo su naturaleza_ que liegs cl momento en que ya no podia dirigirle a su hermana © a su padre una palabra cortés, y al extremo de Hegar a odiarse a sf mismo, Un caluroso dfa, tras haber pasado ta tarde malhumorado y ocioso en su cuarto, salié caminando pesadamente y obscrvé el reflejo de su propia imagen en el espejo de! pasillo. Al ver su pelo castafio desgrefado, los ojos hundidos y la consiitucién alta y pesada de su fisico, hizo una mueca de disgusto. Siempre habia 12 ODISEA ¥ TRIUNFO tcnido buen apetito, pero en vista de que realizala trabajo pesado después de las clases, se mantenta en buenas condiciones fisicas. Ahoia su musculatura, una vez vigorosa, estab fléccida. Cons- ciente de esa situacién, repentinamente se le ocurrié que estaba malgastando el dinero que su papé ganaba trabajando arduamente, en comida que a su parecer no necesitaba, Desesperado por acabar con el mal humor, Carlos decidié ‘mejorar su apariencia. Comenzando esa misma tarde, redajo a la mitad su raci6n de comida y empez6 a come: después de las clases. Fue bajando de peso, pero eso no alterd sus sentimientos. Siguié reduciendo la cantidad de alimentos hast que finalmente perdié por completo el apetito, ‘No pasé mucho tiempo hasta que su paps y su hermana notaron que no comi —Hifjo, no puedes dejar de comer y manterrite saludable al mismo tiempo —le dijo su papa una noche, cuan:!o Carlos retus6 ‘cenar—, sé que estamos corios de dinero, pero nos alcanza para comer. Cristy también le Hamé ta atencién, —Termina ese poquito de came asada —le dijo, Para quitérselos de encima, Carlos se impuso le desagradable tarea de comer normalmente otra vez. Luego iba al bailo ¢ introducfa Jos dedos en ta boca hasta vomitar la indeseable comida. Si bien, manicnfa contents a 1a familia porque “comia" y se autocomplacia metiéndose los dedos en la garganta, se sentfa cada vez més deprimido y encerrado en s{ mismo. La ropa empezé a quedarle floja, al grado de tener que ponerse un cinturén para evitar que se le cayeran los pantalones y usar susteres abultados para disimular su flacura, Finalmente tuvo que hacerle otro agujero al cinturén, pero cuando se miraba al espejo, ain odiaba To que veia. Por iltimo empez6 a perder el suefo. En la quietud de las largas noches, mientras meditaba en su miscrable suerte, asomaban @ su mente pensamientos funesios acerea de Dios. Ge alguna SE LEVANTA EL TELON 13 manera tenfan que desaparecer, jporque no queria tener nada que ‘ver con un Ser tan cruel! Se acordé del tocadiscos que habfan vendido antes de irse de Bayfield. Ahora ni siquiera habia una radio en casa. ;Si tan s6lo pudiera tener aunque fuese uno de esos ‘aparatos portitiles con audifonos, podrfa ahogar esos pensamientos desagradables! Pero no tenfa esperanza. Ni siquicra tenfa un centavo cn el bolsillo, y no le iba a pedir dinero a su papa, Carlos se habia hecho de un par de amigos en Ja escuela, a pesar de la triste perspectiva que raflejaba su vida, y muchas veces habfa notado que ellos tenian dinc ro en los bolsitlos. ‘Al principio, la tentacién de robarles dinero fue algo fugaz, pero con el transcurso de los dias empezé a idear métodos para hacerlo. Por fin, durante una clase realizada cn cl gimnasio, se escabullé hasta los guardarropas de los estudianis y cxtrajo un par de délares de los bolsillos de sus amigos. Después de repetir el acto deshonesto varias veces, pudo: reunit lo suficiente para comprarse una radio, pero ni eso Jo libré de los terribles pensamientos acerca de Dios. Poco a poco fue debilitdndose por la falta de alimentos y perdi iterés en la escuela. No cumplia las tareas, y no le hacian mella Jas amonestaciones de los maestros. No le importaba en absoluto que sus amigos sospecharan de él como el presunto ladrén, De hecho, ya nada parecfa afectarle. Siguié perdiendo peso y vegetando en su habitacién. Hijo, jtienes que decirme qué es lo que te pasa! —exploté una noche su padre mientras Carlos se apresuraba on ir al bafio a yomilar la cena. — Déjame en paz! —e respondié a su padre en tono airado. Et padre lo sujeté por los hombros. Instanténcamente se le demudd el rosto. —Carlos, jno eres sino un costal de huesos! {Qué te pasa, muchacho? Carlos se desprendié de las manos de su padre. —jA nadie Je importa! —grité—. ; Tu deberfas saber que ya no tengo nada por Jo cual vivir? He tenido que sepultar todos mis 14 ODISEA Y TRIUNFO suefios, Estamos viviendo en una pocilga, en una ealle ruidosa, aunque eso no parece importarles ni a ti ni a Cristy. yA mf ya nada me sale bien! Diciendo esto, dio un puntapié a ta pared. —iOdio mi nueva escuela! ;Odio no tener dinero! jY uh y Cristy estén siempre molestindome con la comida! El padre se tambaleé y retrocedi6, con el rostro pélido como el fa en que arroll6 a la nifita —No me habia dado cuenta de lo duro que ha sido para ti todo esto. Lo siento, hijo. Carlos se dio vuelta y entté en su cuano, {No Ie importaba si salfa vivo 0 no de allt! La noche siguiente Carlos recibié una Mamada telefénica. Se sorprendié al escuchar Ja voz de su mamé He sabido que las cosas no te van bien por alld, Carlos. Quisiera saber si te gustaria venir y pasar un tiempo conmigo, Rodolfo y yo tenemos bastante espacio y nos encantaria que vinieras, Carlos miré el miserable apartamento. Su papd tenia abajo, Cristy tenia sus amigos; pero él no tenfa a nadie. No tenfa motives para quedarse, Nadie Io necesitaba. De pronto fue presa de un profundo sentiminento de autocompesién. —Sf, mamd —se oyé decir a sf mismo. Dos dias después, su madre vino a buscarlo. Su papé le lev6 Jas maletas al autobtis. Luego abraz6 a Carlos quien, ocultando sus sentimientos, se dio vuelta y abord6 el vehfculo, Hasta mismo se sorprendié de lo débil que estaba, pues apenas podia llegar hasta la escalerilla del autobiis, al punto que el chofer tuvo que ayudarlo a llegar a su asiento. —iTe siontes mal? —pregunt6 el conductor. Carlos miré por Ja ventanilla y eludié ta pregunta, jEstaba de malisimo humor! Las cosas tampoco mejoraron en casa de su madre. Ella y su esposo Rodolfo, que estaba luchando conira el céincer, hacian lo mejor que podtan para que se sintiera eémodo, pero de nada SE LEVANTA EL TELON 15 servia, Le daban néuseas s6lo con ver la comida y por varios dias no probé bocado. Se sentfa muy deprimido. Su vida no tenfa ropésito. No tenfa ningiin motivo para seguir viviendo. Un dia, cansada de probar distintos métodos, Ia madre habl6 francamente con él: Carlos, no puedes seguir ast. No quieres decirme lo que te pasa, Ni siquicra quieres discutirlo conmigo. Si no empiczas a comer y no veo que aumentas de peso enseguida, tc voy a llevar al médico. Quizas 61 pueda ayudart. —iNo voy a ir al médico! —rezong6 Carlos— jyo no necesito tu médico! {No necesito a nadie! Pero pocos dias después 1a protesia de Carlos se desvanecié, Pronto se encontré frente al Dr. Ramirez, escuchando el murmullo de voces al otro Iado de la pared. Por dhimo hizo un esfuerzo para ponerse de pie y caminar hasta 1a oficina del médico. Con una expresién de ira en el rostro, se ditigis tambaledndose hasta una silla desocupada, El Dr. Ramirez. puso en sus manos una hoja de papel. —Esa es una dicta alta cn calorias para ti, Quiero verte dentro de tres dias, Espero que aumentes de peso. Luego, en tono més sereno, afiadié: —Tu mamé me ha informado que dltimamente has tenido varias recaidas y eso puede alarmar a cualquiera. Voy a llamar al consejero de la escuela y ver si ¢l puede hablar contigo. Creo que 0 podria ayudarte a restablecer las cosas, Pero con todo, tw -de soportar ms lo que le ests haciendo. insisto en que no vivirés mucho més si sigues asi. Todo tw sistema clectrolitico esté desajustado y ya no te quedan reservas. Tienes «que hacer cambios inmediatamente. ;Hoy mismo! Si no lo haces, ss6lo me queda la alternativa de internarte en un hospital para que te alimenten por la fuerza, Carlos hervia de rabia mientras ei Dr. Ramirez se dirigia a su ‘mami 16 ODISEA ¥ TRIUNFO —En el camino a casa, cémprele a Carlos una hamburguesa, papas frites y un batido, Cerciérese de que se lo coma todo. Los espero el viemes. Con Ia poca energia que le quedaba, Carlos rehusé comer la hamburguesa y las papas fitas que la madre le compré. Esa noche, por respeto a su madre, se sent6 a la mesa, pero no probé bocado. "Después de todo —razonaba—, jnadie tiene derecho a decirme lo que debo hacer!" La madre rompié on Hanto ante el despliegue de ira de Carlos, y Rodolfo, agotado por su ‘enfermedad, so sent6 cn su lugar a la cabecera de Ia mesa en silencio y con la cara large. Después de Ia cena Carlos se desplomé en su cama y se puso a mirar el techo, Podia sentir los latidos de su corazén dentro de su pecho enfiaquecido. De hecho, los latidos eran tan fuertes que hhactan vibrar la cama, El habfa estudiado suficiente biologia para saber que su coraz6n lucharia por mantenerse vivo todo lo posible. Pero el JEFE era él. El tendria la sitima palabra, no su corazén. Asi se qued6 ponderando las cosas. {Cudntas veces més latirfa su coraz6n? {Latiria esa noche por itima vez? iSerfa tan ficil deslizarse en la nada, sin tener que preocuparse més por las cosas terribles de la vida! Lo invadié una sensacién helada, Si moria esa noche nunca mis verfa a su papa. Ni a Cristy. Su abuelita nunca sabsfa Io mucho que é Ia queria, Er significativo que su familia segufa queriéndolo, —escribiéndole, Uaméndolo por teléfono— a pesar de los problemas que les causaba, Precisamente, 1a noche anterior Io habia llamado Cristy otra vez. El respondié al teléfono con su irritacién acostumbrada Pero ella no se dio por aludida. * —Sin un hermano mayor nos sentimos muy solos —se lamen- taba ella, Carlos se puso boca abajo y se cubri6 con la almohada, tratando de borrar de su mente las imagenes de sus seres amados. Pero la almohada no Tas pudo esconder de sus pensamientos. Por ditimo suspir6 y se entregé de Heno a fa reflexién, SE LEVANTA EL TELON 17 {Cristy era tan joven y tan confiada! El habia dedicado su vida a cuidarla, Pero cuando él muriera, gseguiria queriéndolo?Quién la protogerfa si alguien quisiera aprovecharse de clta? Y papd. El habia sobrevivido a algunos problemas personales graves, pero finalmente los habfa superado. {Debfa él hacer menos? Y luego estaba su mamé, Ella segufa siendo especial para él, a pesar de los afios de separacién, Se daba cuenta de lo mucho que ella trataba de entenderlo, Pero le respondfa con palabras groseras y punzantes, 4Y Rodolfo? Su padrastro se sometfa pacientemente al tratamiento de quimioterapia sin ¢uejarse nunca de la enfermedad que invadia su gastado cuerpo, Leos de ello, se acercaba a Carlos, tratando siempre de animarlo y +yudarle a suavizar sus nervios inritados. ;Pobre Rodolfo! ;Estaba tan deseoso de vivir! Carlos también deberfa vivir, pero no queria La depresisin le clavé las garras. ;Por qué tenfa que preocuparse de su familia? Después de todo, nadie lo iba a extrafiar cuando se hubiera ido, El no servfa de nada a nadie, Carlos se habfa vuelto ‘mentiroso y tramposo. Robaba a :us amigos y familiares, Trataba de hacerios suftir diciéndoles pataras hirientes. En realidad, ya no Jc importaba la vida de los demé:. ;Y todo porque Dios Je habia hecho tantas cosas malas! Entonces, desde lo més recdrlito de su mente, lo asalté un pensamiento, "Dios no es culpable, Ora, Carlos, ora. Dios te va a escuchar Carlos se qued6 sin aliento. ;Orar a Dios? ;Qué ridiculo! Pero Ja impresidn persistfa, Parecfa como si Alguien estuviera a su Indo. Alguien que él no podfa ver, pero que lo posifa pereibir. Si decidfa orar, geémo debfa dirigirse a ese Ser? Se dio vuelta y miré su huesudo cuerpo. Se alisé el largo cabello castafio con Tos dedos. Continuaba debiliténdose a cada segundo. Quizds esa noche seria la vhima, Se sintié presa del micdo. ,Qué pasa con las personas cuando mucren? ;Yan en realidad al infiero y sufren los tormentos del fuego cterno? 18 ODISEA Y TRIUNFO ‘Mientras permanecia asf, contemplando el techo, se decidi6. Si realmente existia un Dios, cuando menos él debia saberlo. Respir6 profundo y empez6: "Si Dios existe, o quienquiera que sea Dios, Y quienquiera que pueda hacer algo por mi, que me Jo demuestre y yo le servire", Se qued6 inm6vil, esperando escuchar una voz que le res- pondiera, pero no oy6 nada, Por la calle pasaban los carros a gran velocidad. Se escuchaban los lejanos ladridos de un perro. Podia oft a su mam que lavaba la loza en la cocina, Pero no escuchaba nada que fuera una respuesta a su oracién, Luego todo qued6 en silencio. Una paz que él no habia experimentado desde el accidente de su padre lo invadi6, una sensacién de que todo iba a salir bien, jSe sintié tan diferente, tan confiado! Por primera vez en semanas se sintié tranquilo. Dormité un poco, luego se desperté. Afucra estaba oscuro, parecia que era tarde. La extrafia paz todavia lo envolvia, pero con ella surgié el sentido de urgencia que nunca antes habia experimentado. "Debes comer, Carlos, Debes comer esta noche". La impresién se acentuaba cada vez més. Sin poder resistirla, Carlos reunié las pocas fuerzas que le quedaban y se dirigié a la cocina, Su madre y Rodolfo estaban sentados a la mesa conversando y mordizqueando galletas con ‘mantequilla de mani. Ambos se sorprendieron al ver a Carlos. Sin decir palabra, Carlos se sent6 en una silla y apreté las, manos contra las piernas. —iCon apetito? —pregunté Rodolfo, consciente de los nuevos sentimientos de Carlos. El joven asint6, Con una sonrisa, Rodolfo empujé el plato de galletas hacia él, Juego sigui6 hablando con su esposa, como si nada extraordinario estuviera aconteciendo, Carlos miré Jas galletas por un instante, luego, con cierta vacilacién tomé una, Media hora mas tarde, sintigndose lleno, pero extraftamente contento, volvi6 a su cuanto. SE LEVANTA EL TELON 19 Esta vez, mientras descansaba en su cama contemplando el techo, advirtié que algo raro habia sucedido. La desesperacién de estar vivo ya no lo inquietaba. ;Habria hecho diferencia su oracién? Pensé en ello y cayé en cuenta de que no habfa hecho nada por sf mismo. Realmente debfa haber un Dios en alguna parte, Uno que se interesaba en é1. Cruz6 las manos sobre el vientre: —{Quién eres ti? —pregunt6 sin poder resistir Ia curiosidad, —iPor qué me salvaste de la mucrte? {Eres ti el que me haces sentir diferente? Yo no sé, pero quienquicra que seas, lo voy a averiguar. Lo prometo. Un momento después Carlos se dio vuelta y se durmidé. Lo préximo que sintié fueron los rayos del sol que entraban por su ventana, Con ellos Jo embargé un sentimiento indefinible y extrafio. Por un instante no pudo recordar lo que habia pasado para que esa mafiana se sintiera tan diferente. Fue entonces, por el tuido de su estémago vacfo, que se dio cuenta. Sonriendo, se Jevant6 de la cama, Capitulo 2 UN MUCHACHO SE HACE HOMBRE alos empez6 a comer. Transcurrieron tas semanas y su aspecto mejoré. Ya no pensaba que todo el mundo estaba en su contra y desaparecieron sus palabras poco amables y los accesos de ira. Pero se horrorizaba al ver que su padrasiro empeoraba cada dfa. Carlos pasaba horas enteras leyéndole a Rodolfo y escuchéndolo hablar de su nifiez y aconsejéndolo para ser feliz y tener éxito en la vida. Todas las noches antes de acosiarse oraba por Rodolfo, pidiéndole a Aquel que fo habia ayudado que lo salvara también a 4. Las delgadas paredes de la casa le pesmitfan escuchar la tos carrasposa y persistente de Rodolfo, y la voz susurrante de su madre que irataba de consolar a su esposo en las largas vigilias. Carios estaba seguro que Rodolfo era un hombre demasiado bueno para morir, Seguramente Dios lo sanarfa, {No haba intervenido para salvarlo a él mismo de Ia muerte? {EI pobre Rodolfo ni Siguiera pensaba en morir! Una noche, préxima a la Navidad, Carlos se desperté al escuchar unos fueries sollozos. Saltando de su tibia cama comié al cuarto contiguo y encontré a su mamé arroditlada en el piso, sosteniendo luna mano gris de Rodolfo. Después del servicio fiinebre, él y su ‘mamé se sentaron en Ia sala, miréndose el uno al otro, Nada parecta igual. En vano Carlos buscaba dentro de sf esa sensacién de paz que lo invadia las noches que oraba. Pero habfa desaparecido. Por su mente desfilaban pensamientos atroces, {qué habfa hecho Rodolfo para merecer una muerte tan dolorosa? Quizds se equivocs al ponsar que Dios lo habfa cuidado en forma especial la noche en que habfa roto su ayuno, Quizés fueron las funciones corporales que 22. ODISEA ¥ TRIUNFO Jo obligaron a comer. Carlos decidié esperar para encontrar respuestas. *Pocos dfas después del funeral, Ja basura, su mamé le dijo: —Bueno, ya es hora de que regreses a la escuela, El Dr. Ramfrez dice que ya estas bien; ademés, has perdido mucho tiempo. Carlos sabfa que su mamé tenfa raz6n, pero temfa enfrentarse a una nueva realidad, acostumbrarse a maestros diferentes y empezar nuevamente e] proceso de socializacién. Hubiera querido volver a Bayfield con sus amigos de la infancia, pero era imposible. Esa noche 1o Tam6 su papa. —Cristy y yo te extrafiamos mucho. {Por qué no vienes con nosotros? Hablé con el director de ta escuela y me dijo que podrfas empezar ahora mismo. Carlos retrocedié, avergonzado de sf mismo. jSe habfa comportado en forma tan extrafla en 1a escuela, robando, convirtigndose en un esqueleto viviente! Sus compafieros nunca lo olvidarfan, Se reirfan de 61 en su propia cara, Sintié que se le removia‘el esi6mago de s6lo pensar que tendrfa que enfrentarios. ‘Mejor serfa quedarse con su mama y asistirallf a la escuela Abrié la boca para decirle a su papd lo que habfa decidido, pero se le invirtieron los términos y su respuesta lo sorprendié a él més que a nadie. —Quiero volver a casa, papd, zcudndo podras venir a buscarme? Aungue Carlos extraflaba a su madre, se sentia contento de estar otra vez con Cristy y su papé y de alguna manera el apartamento y Ia calle atestada ‘ya no le alteraban los nervios como antes. Después de los primeros dias de clases, Carlos sintié que se adaptaba bien, aunque al principio atrajo un poco Ta atencin de los demi, y es0 lo hizo sentirse algo ineSmodo. —{Eres el mismo Carlos Miller que estuvo aqut al principio del curso? gEl que estaba muy flaco? ;Cudnto has cambiado! ;Pero... bicnvenido!— le dijo un compafiero cierto dfa en la clase de biologi. Pronto Carlos se hizo de amigos y cmpez6 a sentirse como si estuviera en la escuela secundaria de Durango. Todavia no jentras vaciaba el recipiente de UN MUCHACHO SE HACE HOMBRE 23 practicaba deportes dado que tenfa mucho que estudiar para ponerse al dfa en tantas clases atrasadas, poto lo tomé con calm ‘Cuando cursaba el undécimo grido, sucedi6 algo maravilloso: su pap conocié a Carola, mujer carifiosa y amable, y se cas6 con ella. Los Miller tenfan ahora un hogar de verdad y habia alguien con quien Carlos podfa hablar cuando Hlegaba de Ia escuela: Pero se le rescnt6 un nuevo problema: decidir lo que haria después de terminar los estudios secundarios. Habfa pensado muchisimo en ello, pero hasta el momento no hab fa decidido nada, Una mirada a sus calificaciones de mateméticas lo convencieron de que no era material de universidad, y no parecfa haber una carrera que le guslara, Vez tras vez traté de ignorar el problema, imagindndose que probablemente terminarfa su-tiendo tas vidrieras de algin supermercado por el resto de su vida; pero entonces sucedié algo, ‘Mientras paseaba con unos amios después de haber terminado cl undécimo grado, Uegaron a la oficina de reclutamiento de la! marina, Siendo que no tenfan otra cosa que hacer, entraron.| ‘Después de escuchar al rectutador hablar de las maravillas de la! vida on la marina y de todo Jo que eso podria significar para un Joven, Carlos y sus amigos decidicron tomar un examen de aptitud, Cuando Mlegaton los resultados, Carlos no podta creer lo que veta. Aunque sus amigos fracasaron en cl examen, é1 10 habfa aprobado ccon altas calificaciones, —Til tienes aptitudes nada vomunes en el campo de la clectrnica —Ie dijo el reclutador-—. La marina tiene un excelente programa de entrenamiento al resprecto. Y aunque no hagas de la marina Ta profesién de tw vida, el conocimiento que adquieras te ‘capacitaré pata ejercer una profesi‘n lucrativa, Tlusionado con la perspectiva de adquirir una educacién decente sin tenet que ir a la universidad, Carlos decidié enolase on un programa diferido que permite a los adolescentes terminar el vitimo ao de la secundaria sin tener qe reportarse a la marina, Sélo habfa una dificultad, Carlos era mvy joven para firmar los papeles. ‘Tendrfa que convencer a su papi. Para ello eligi6 el momento de los postres después de la cena, Miré a su padre y escogié cuidadesamente las palabras 24 ODISEA Y TRIUNFO —He estado pensando en lo que haré cuando termine Ja secundaria, Su papa lo interrumpis. —Nunea es demasiado temprano para pensar en eso. Carlos se reolin6 en la silla —Hablé el otro dfa con un hombre en el pueblo, Tomé un examen de aptitud y parece que tengo habilidades para la electrénica. El padre abrié exorbitantemente los ojos. —{De veras? {Eso no requiere mateméticas? —Si. Pero él dice que puedo. —Perv, ,dénde podrias estudiar electrénica? —Lleg6 el momento —pens6 Carlos, Luego asidis —En a marina, —7En qué...) —exclam6 Carola, dejando caer el tenedor al piso, Carlos contempl6 fa escena. Todos lo miraban asombrados. —En Ja marina puedo recibir entrenamiento y sostenerme al mismo tiempo, El reclutador dice que dadas mis habilidades no tendrfa problemas para incursionar en ese campo cuando ingrese en. el cuerpo. ‘Los ojos pardos y itistes de Cristy lo observaban desde cl o1r0 exiremo de Ia mesa, Catlos y Cristy se Hevaban mejor que muchos otros hermanos y hermanas. Pudo notar que a cla no le agrad6 la idea de que se fuera de 1a casa y por un instante su entusiasmo decay6. No obstante, sentfa algo en su interior que to impulsaba a seguir adelante. Por fin su padre fimmé los papetes y finalmente bosquejado en su mente, Carlos recordé tas observaciones del reclutador en cuanto & sus notables habilidades, Estudiar nunca hebfa sido su fuerte, pero ‘cuando empez6 el ultimo arto de secundaria decidié hacer su mejor esfuerzo para comprobar si cl reclulador tenfa razén 0 no, Su respuesta leg6 en ocasisn de la graduacién cuando vio las alias calificaciones obtenidas. Sus logros lo llenaron de cierto orgullo, y se sintié mds seguro de poder enfrentar cualquier traba que la marina le pusiera ms adelante. 1 futuro de Carlos quedé UN MUCH ACHO SE HACE HOMBRE 25 Ocho dfas antes del 5 de junio, le fecha de su ingreso en la marina, Carlos corsi6 a ta cocina cn busca de Cristy. —Estoy ansioso —dijo—. Coj'mos la balsa y vayamos al Iago en la montafia. Vamonos de paso, Aventurémonos y Hegaremos hhasta el final, Siempre he quero hacerlo y me parece que ha Hegado 1 momento! Cristy lo mir6 por un instante. —Catlos, no quisiera que te fu: ras, pero creo que debemos sacar tl mejor partido de Jas circunstan sias, Ella se animé. —Voy a preparar algo para co-ner y td Heva ta cémara. Fue un dfa magnifico mientras ‘os dos refan evocando el pasado ¥y solazndose a orillas del lago. Ii por un instante tocaron el tema de Ja proxima partida de Carlos. Fue como si hubieran hecho un aclo secreto par que ese dfa fuera lo més feliz y venturoso posible, Al caer Ia tarde habfan remzdo hasta el cansancio, asf que regresaron al estacionamiento, desinflaron la balsa y la metieron en el batil del automévil de Carlos. Cristy habfa quedado en salir con tuna amiga, por lo tanto habfa Hevado su propio veh{culo. —Ha sido un dfa hermoso, hermano! —rié etla meséndole el cabello por centésima vez—, nos veremos mas tarde. Carlos manej6 lentamente mientras descendfa la montafa, disfrutando del hermoso paisaje por ditima vez. Su abuela sieinpre decfa que Dios era el tinico resprnsable de las cosas bellas de la tierra. El se preguntaba si en verdad era cierto, Si era asf, sin duda Dios habfa hecho una hermosa obra, ‘Sonrié para sus adentros. En la° Gitimas semanas habfa orado un par de veces. De alguna manera velvia a sentirse bien. Quizs Dios tuvo algo que ver con el hecho de traer a Carola a casa, y también al ayudarlo en cl examen de aptitud para el ingreso en ia marina, Habfa pasado una época mala, perc: ahora todas las tragedias habfan quedado atrés, ;qué més podria desear? Una hora después guards la baisa en el garage y se apresuré a darse un bafio, Mientras se quitaba la camisa, escuché un chirrido 26 ODISEA Y TRIUNFO e Mantas en la curva, Curioso por saber quién mangjaba en forma tan descuidada, fue ala puerta del frente. En ese mismo instante un hombre corpulento subfa los escalones casi corriendo. —iVive aquf la familia Miller? st. E1 hombre miré sobre los hombros de Carlos. —iEstin aquf tus padres? Un gesto en el rostro del hombre alanné a Carlos. —No, iqué pasa? —xpresion conmovedora, —Oye, me estoy muriendo de hambre y no pued ni buscar fo ue mamé me preparé de comer. Carlos mir6 el enorme reloj al final del pasilo. (Cuatro de ta nafiana! jE dfa habfa sido de 24 horas! —Estoy agotado —le dijo a Bemardo, Tendié un: sébana en la ama y se acosté a dormir, Pero tas sdbanas no est iban secas ni fas como se habla imaginado, Mas bien las seni p gajosas, algo +o cual # nunca se acostumbrarfa en ese nuevo ¢ ima. Gruesas zotas de sudor le rodaban por las mejillas. $e las sec} y se movio, fatando de encontrar una posicién eémods sobr el colehén ‘eforme. Una hora después una luz iluminé la barr-ca y lego el argento golpeando Ja tapa de un lat6n de basura, — Bien, gusanos! jLevéntense! No van a disponc~ del dia para agar como bafistas por la playa, {Muévanse! jPSrcvse firmes! Los reclutas apenas tovieron tiempo de vestirse, F) sargento los jpremiaba en 1a puerta para que fueran a la barber's, Allf pelos ‘endes, pelos parados y mechones que colgaban sob: el cuello se convintcron en cosas del pasado, mieniras los jOveries sutrfan el wsulto de ver afeiada su cabeza. Cuando terminaro1, ninguno se cf. Se miraban unos 2 otros eon ojos que de pronto varecian muy andes para el crineo, jHasia la sonrisa de Bernardo habia aparecido! Siguieton dfas de instrucciones sin fin, Cémo ar glar la cama, sstrar los zapatos, mantener limpio el guardarrop, marcha y umplir 6rdenes al instante, asf como “aprendizaje en los libros". A 's diez de 1a noche los hombres cafan extenuados n sus literas, ara ser despertados muchas veces a Ia mediano:he para una arehia 0 uns inspeceién “de sorpresa”. Un par de ho'as més tarde, ‘gresaban perplejos a sus camas, miranda el reloj porque tenfan se levantarse muevamente a Tas cinco. Dia tras dfa continueba la tortura de ta capa: itacién. Los ACCIDENTE 35 hombres estaban tan agolados que hasta ef suefio se les alteraba Muchas veces Catlos se despertaba con los mésculos adoloridos, ‘para encontrarse de pic en posicign de “atencién” @ marchando a paso ligero acostado boca arriba en la cama. Casi todas las noches alguien en la barraca daba Gnienes donmido, *reviviendo" las fexperiencias del dfa. La rutina ley6 a ser tan dura y Tas horas de suefio tan escasas que muchas veces se quedaban dormidlos en las clases. Pero el primer sargento Pedro tena métodos para tar a fos sofiolientos. Si los descubrfa, los mandaba a una "sesién de cjercicios ‘Una maftana durante Ins clasos, después de haber dormido séio tres horas coaseeutivas, Carlos 9a no podia aguantar mds. Para mantener despierto se pellizeas, se mordfa tos labios: mientras escuchaba Ia voz monéiona que explicaba en devalle los reglamentos de la marina, Pero al fin se le cayeran los péxpados y fa batbilla se le hundié on ef pecho. Un segunda después una ano de Hierro lo sa¢6 de su marasmo, —Tomando Ia siesta, zeh? —lo regafé el instructor—, Bueno, te Hlog6 la hora de "la sesin de ejercicios" Un ayudanle condyjo a Carlos a una barraca con piso de cemento gue ya olla acre por eansa de los cuespos sudirasos. El lugar estaba Teno con otts transgresores, haciendo sus cjercicios dc Iagartjas ‘ysaltos. En una esquina un ofiefalrecostado cn una sila observa 4 los hombres, Si alguno duba seliales de consancio, el guantia To amenazaba con imponeric més cjercicios, Io cual causaba un reaccidn inmediata EL sol del verano peguba inmisericorde contra cl edificto de ‘madera, transforménolo en un homo. Carls, obedicnte, empent a hacer sus ejercicios mientras observaba uw mar de sudor que se amnpliaba cada vez mas debajo de su cabera y su torso. EI ate staba pesado y himedo y era casi imposible respirar. Pero debts seguir sin detenerse, Empez6 a palpitarle la cabera y poco & poe Te surgié un dolor agudo entre los hombros. Por dime no pulo vas y descanss un segundo sobre el piso, ‘Mas que verlo, escuché al oficial Jevantarse de Ta silln, Las cenomies bolas se detuvieron frente a st nar 16 ODISEA ¥ TRIUNFO %QuE pasa, escoria? {Le quedan otros hijos vives a tu mama? Carlos mind hacia arriba. Sf, schor, —dijo jadeante, con ta lengua hinchav'a por la sed. ~—Bucno, pues, avivate, no sea que te duplique «} nimero de iercicios. Carlos for26 sus misculos a 1a accién, Todo le tolfa. Ahora 1bfa por qué los reclutas evitaban a toda costa ese -astigo, Jur6 ve nunea mis to sorprendertan dunniendo en las tunque ‘viera que mantener los ojos abiertos con goma de | egar. Cuando empez6 las tiltimas cien planchas, vio al gu vedia inclinar silla donde estaba sentado hacia atrés sobre las | tas. Lo vio veer y sorber lentamente una lata de soda hela. Sc Hens de ira, 2ué derecho tenfa la marina de tratar a sus hon bres de esa anera? {Cémo poxirfa alguien manicnerse despiet 0 con tanta lividad ‘igurosa y tan poco tiempo para descansr? El habia sresado en Ia marina para ayudar a su patria —recordaba nargamente, Queria que su patri se mantuyiera orgullosa y ura. Y habia ingresado cn la marina para estudii electronica, a convertirse en un eludadano wil. Pero, ;qué habt: conseguido cambio? jEjercicios y mds ejercicios cn un baito de sudor! Poco a poco las acho semanas de entrenamiento y discipiina saron. Aquéllas endurecieron a Carlos y a los of as, Cuando “minaron, los j6venes se dieron cuenta de que ffsicancnte podfan portar mucho més de lo que se habfan imaginado. \prendieron wbedecer éricnes tan pronto como las palabras salfa de la boca ‘os oficiales. Aprendicron a no hacer preguntas, sin» a hacer las “ts. Aprendicron a no seguir el ejemplo de otros, sina escuchar ‘amente a los oficiales. ;Y también aprendicron lo qui significaba verdadero cansancio! Una 0 dos veces por semana, justo antes de desplon arse en sus as, varios de los muchachos se reunfan en una e: juina de 1a “raca y lefan un saliao de la Biblia que ta madre de no de ellos “abfa enviado. Aunque Carlos no siempre entendfa k que deefan salmos, exporimentabs una pa que ya le era fami: y siempre Sentfa mejor después, {Pero ia tranquilidad se cs umaba tan ‘lO entraba Pedro, el sargento primero! ACCIDENTE 37 unto brilane acta que tas semanas isteminables fucran mds sopoabes, ea que habia domingos, Auras Cates no acastumtraa ir a iglesia, pronto desaolé ese hibit A Tos que an se les permit descansar. Ys demds se Ie signeban deberes qu realizar. Esto acta que inv tacin los ees aera descaley con anes ots, Cars se dit a capa donde & ¥ sis companerospodfan setae durant una Hor en os Bares, en un salon eco y sso, Cuando emaincba us ello, os Fatigado Domes alfa fray enrabs un nuevo gro a ome ga Data su agua persica, Cals siempre se para lf Sia enable nuevo en capil para el siguiente cal Bn pare pesterior dea epi hia un revisterosmnatae cn la pared, Un dia, micnteas Carlos revisaba su contenido, aceres, : sonrisa amistosa. Catlos se puso en posicibn de atencién, 7 aa mn tiene que andar con onmalidades —se rel capellin, ego altadis: TReceto ‘un segundo oficial relgoso para que me arte a mantener el orden los domingos. Ya que usted esi por aa enudo, gle interesarta? Pete oscars se enusiagmé. EL queria ape mis en ste 2 ts sgiones formals, para descubrit cl erie anus a 1a vedadera, Esta era su opomunidad! Si audaba a capi, pst igo fas as preguntas que quis: Adem no fads ae seguir espeando fuera ajo ol sl para ver ipa era capil. Je nuevo, asf qu csp ensepa esa posi vluntr A arabian y sallan mete, bats, catsicns y pentcesaes 1 eseuchaba cudadosament toque hablaban ss dere. Excep0 por algnas variants en os ios, no vets rings siferecia err fs denominaciones, Todas hablaban de, Des salvacin, el ico, Feo ago te Hamad i stencin # Caro. Si todos eta to mismo, por gut haba nas relgiones? Po" ct no se unfan todas para celebrar un misino culto? Quizé 38 ODISEA Y TRIUNFO importancia lo que uno decidfa creer. Entonces Carlos empez6 a hrowar a los hombres, os ue asian a los eats y Tos que no, La mayoria de ellos tomaban el nombre de Dios en vano, algo que Carlos habfa aprendido a no hacer. Algunos tenfan habitos indeseables. Para su sorpresa, descubrié que habfa poca diferencia, centre los que profesaban ser cristianos y los no creyentes. Surgieron en su mente algunas preguntas diffcilr. Si Dios no hace diferencia en la vida de Ia personas —le pregunts cierta vez al capellén—, gqué propésito ene todo esto? El capellén no se inmut6. —jSalvamos, por supuesto! —Pero, jqué tenemos que hacer para salvarnos’ EL capelln movi6 la cabeza. : —Pues solamente creer, Miller. Dios hace el eto, No importa cémo vivamos, o qué digamos, Dios nos salvar s\ creemos. —Suena facil —respondi6 Carlos. ‘Ahora estaba més seguro de que habfa un Dios. Sin embargo, poco a poco, con el paso tedioso de los dfas, sus pensimicntos se alejaban cada ver mas de Dios. {Para qué aprender mas sobre é1? De todas maneras Dios 10 manipulaba todo. A voces recordaba aquellos sentimientos que habfa experimentado -uando Dios lo hhabfa curado de Ja anorexia y anhelaba volver a sentir aquella pa. Pero 1a marina le estaba ensefiando a confiar en su: propias fuerzas y habilidades, y eso también Jo hacfa sentir bien. LYespués de todo, jiquizés Dios no actuaba realmente en las vidas de las personas! El entrenamiento inicial termin6, Satisfecho, Cslos se dirigi6 ‘Texas donde estudiatfa electrénica, Un afo despuss estaba de pi recibiendo con honores altas calificaciones y su insignia CTM 3 que formaria parte de su uniforme de la marina Con su nuevo rango E4 y la promesa de un mes de vacaciones antes de ir a Alaska a prestar servicio, Carlos se despidi6 de sus amigos, salté dentro de su Volkswagen Rabbit amarillo y con wna sonrisa en el rostro y una sensacién de aventura en las venas, tom la carretera y se ditigié al norte, rumbo a Colorado, Esa dorada tarde de octubr@ corfa por ta carretera pleno de jenestar. Un affo atris ni siquiera habfa sofiado con terminar un ACCIDENTE 39 curso en clectrénica, pues las mateméticas le resultaban dificiles. Pero habfa perseverado y terminado al fin con éxito. Le embargo Ja conviccién de que Dios to habfa ayudado en sus estudios. Cuando el sol ya se ponfa en el horizonte, Carlos abrié la ventanilla del carro y respirs el aire tibio del desierto, Durante su centrenamiento bésico aprendié que Dios habfa creado esta belleza para él. {Por qué Dios se ocupaba tanto? Total, In gente lo ignoraba, —Gracias, Dios —dijo en vor. alta—, gracias por haberme ‘acompafiado. ‘Nuevamente tuvo la sensacién de que Dios estaba a su lado, Lo senifa tan real como los eflidos rayos del sol de Texas que brillaban a través de la ventanilla y aunque él no lo entendia, sabta que Dios estaba allf cerca de 1. Una hora més tarde, sintiendo hambre y suefio a la vez, se 4irigié por un desvfo hacia un pequeflo poblado. Al reducir la velocidad, verificé en el mapa la existencia de algin lugar cercano ‘mds grande para reabastecer de gasolina al carro y comer algo. Vio 4que habfa un pueblecito dos millas mds adelante y dejando el mapa cn el asiento de al lado, apret6 el acelerador. jEn ese instante vio ‘un enorme camién de remolque jus'o delante de él en ta vfa de la derecha! "Se acabo!”, pensé, quitando répidamente el pie del acelerador y tratando de desviarse, Pero no tuvo tiempo de pisar el freno, Vio ‘cémo se acortaba la distancia entre su carro y la cubierta vacfa del camién, Espantado, vio cémo la cuierta de acero del camién se deslizaba por la capota amarilla de “u carrito y escuch6 el erajido del metal. La capota choc6 contra el parabrisas, el cual estall6, dejando unas fisuras parecidas a la telaraiia. La cabeza de Carlos dio un tirdn hacia adelante y su cuctpo, por efecto de la inercia, casi arranc6 el cintusén de seguridad. Sintié como si los pulmones se Ie desinflaran y le pareci6 que le rrujtin los huesos. Por dltimo, su cuerpo fue lanzado de vuelta contra el asiento, Mird el timén que le qued6 a una fracci6n de pulgda del pecho, Medio aturdido, ech una mirada al carro y not qu° cl asiento dclantero se habta desprendido de sus soportes y esirel'ado contra cl tablero, Su ropa 40 ODISEA Y TRIUNFO y efectos personales fueron desperdigados contra el parabrisas, Mientras trataba de incorporarse, miré hacia afucra y vio cémo un cami6n cargado de algodén se detenta a la orilla «le la carretera, Ouos vehiculos se desviaban velozmente, tocandc las bocinas y tratando de evitar i chogue. Al levantar la vis‘a, vio por la ventanilla del costado una camioneta que se detefa lentamente detrds de €1, pero no salfa nadie. Cuando se le despej6 1a mente, Carlos temfa c tar herido sin saberio, No le dolfa nada y Io tinico que le mctestaba era el cinturén de seguridad. Pero a veces las personas se rompen la cspalda o reciben heridas de importancia y no se d:n cuenta hasta mucho después. A ferréndose a toda esperanza, movic las manos, los brazos, las piemas y los pies. Sus miisculos le res vondian, Todo parecfa estar funcionando bien. Querta salir, por se sentfa demasiado tembloroso. Para entonces, varios vehfc los se habfan detenido. {Por qué nadie se acercaba a su carro? Carlos volvi6 a mirar por el espejo retrovisor. E’ hombre de la vcamioneta, con el cuerpo medio salido por la vetanitla de su vehfculo tenfa una expresién de terror en el rostro. Finalmente salté hacia afvera y se dirigié al carro de Carlos. "Probablemente piensa que estoy mucrto”, pens micntras te sonrefa al hombre a través de la ventanilla para trarquilizarlo. El hombre no lo podfa creer. Luego se aceres, riré adentro y regunts: {Est usted bien? —Creo que sf. Poco a poco otros, armindose de valor, fueron acercéndose. Alguien logré abrir la puerta, De alguna manera Carlos se quité ef sinturén de seguridad. Al zafarse sintié un agudo dolor en todo el werpo, que se le quit instanténeamente. Con mucho esfucrzo bandon6 el carro temblando, pero entero. Los espectatores se veercaron, asombrados —GEsté seguro que no esté herido? ;Por lo quo se ve, usted ‘eberfa estar muerio! Entonces, los texanos, dispuestos de pronto a socorrerlo, fo ayudaron a recoger sus pertenencias y arrastraron el carrito amarillo ACCIDENTE 41 hasta un lugar seguro, Desatendiendo las sugerencias de que fuera al hospital, Carlos acepté que lo llevaran a la estacién de autobuses, yun poco més tarde reemprendié el viaje hacia su casa, Cuando et autobus enfilé rumbo al norte, se puso a meditar en todo fo sucedido ese dfa. Una vez ms era evidenie que Alguien lo habia protcgido, salvandolo de una muerte segura —éPor qué me has salvado, Dios? —preguntaba Carlos una y otra vez. No habfa respuesta, s6lo una sensacién de paz que lo invadta. Se sintis amado como munca antes. Después de mucho alo, suspinG y se recosté en ef asicnto, —Dios —murnuré—, todavia no sé dénde estés ni por qué me bbuscas, pero sé que debe de haber alguna raz6n por la cual td haces todo esto por mf, jNo voy a detenerme hasta saberlo! jCréeme, lo voy a averiguar! Capitulo 4 NUEVOS HORIZONTES ‘na vex mAs Carlos miraba por la ventanitla del avi6n, s6lo, que esta vez el paisaje que vefa abajo cra azul y blanco. Aquella mafiana de noviembre habia aterrizado temprano en, Anchorage, Alaska, y luego habfa abordado ese pequetio avién para ir a Adak, una de las islas Aleutianas. Carlos contemplé las islas informes. Montafias cubiertas de nieve surgian de pronto en el ‘ovéano azul grisceo, Desde el avién se podtan ver las enormes olas «que fustigaban los petiascos y las playas. Carlos empez6 a rememorar las semanas que habfa pasado con su familia, Habria deseado disfrutar de unas vacaciones sumamente especiales, celebrando los logros alcanzados con familiares y amigos, pero cl accidente lo haba aruinado todo. Pensativo, después de haber casi encarado 1a muerte, segufa pensando en 10 gue hubiera sucedido si hubiese musrto en el accidente. {Se habré salvado s6lo porque crefa en Dios? Detcrminado a encontrar una respuesta, consiguié wna Biblia y trat6 de Ieerla. Pero no le encontr6 sentido a esas incontables genealogtas. Por iltimo dej6 a un lado el Libro y concluyé que debfa haber un método mejor de responder a sus preguntas. —iQué suerte tuviste al salir ileso del accidente! —le habia dicho un dfa Cristy después de abrazarlo por enésima vez. Carlos movi6 la cabeza timidamente, sefalando hacia arriba, —Estoy casi seguro de que no fe un asunto casual. Cristy, asombrada, abrié los ojos desmesuradamente. Quieres decir, Dios? Catios asinti6, Durante el aflo anterior su tnico blanco habia sido llegar a ser el mejor marino. Crefa que Dios existfa, y de acuerdo a lo que habfa aprendido en el cntrenamiento inicial, eso era suficiente. Pero ahora todo habfa cambiado, Se sentfa invai 44 ODISEA Y TRIUNFO tn fuerte sentimiento de que Dios estaba tratando de comunicarle algo cada instante, y él querfa saber de qué se trataba, Mientras el avioncito saltaba entre las corrientes de aire, determing que harfa de la religién el aspecto mds importante de sa Vida. Si no lograba ningén otro triunfo en el aflo que tenfa por Gelante, encontrarfa por lo menos a alguien que lo ayudara.a Conocer los secretos de la salvacién, Cuando el avién enfilé hacia Adak, Carlos sintié. que el cstémago se Ie removia, Réfagas de viento golpeaban el aparato que Se agitaba como una hoja seca en el espacio. Oy6 el chimido de las ‘uedas al tocar el pavimento y el avin salt6 un par de veces Mirando a través de la ventanitla por titima vez, Carlos observé la Pequefia terminal. Bajé por tas escalerillzs del avién ansioso de Scupar Su nueva posicién. Una vez dentro de la terminal lo impacté un fuerte olor a sudor y a ropa de trabajo, Una veintena de personas on botas sucias se arremolinaron en el salén para observar a los recién Hegados. Al instante, un hombre alto, uniformado, se abrié paso entre el smupo. —2Es usted el sargento Miller? te pregunié. —Sf, sefior, El hombre sonrié, ~Bienvenido a Adak. Traje mi jeep y io ilevaré a ta nandancia, Ha tenido un largo viaje! Carlos caming con el hombre al aire frfo, hasta que Hlegeron a un cep destartalado y viejo, —lAgérrese! —se ri6 el chofer, Pis6 el acelerador y el jeep dio in salto hacia adelante, 1a carretera rodeaba un precipicio que daba al mar, y por encima [et nigido de! motor del jeep, Carlos podta escuchar las olas que hocaban violentamente ‘contra los arecifes. Las colinas eran Scarpadas. En el horizonte solo se veia la vegetacién caracteristica ie a tundra y un edificio pequetio, ,Ese edificio formarta parte del ‘uesto de comando? Precisamente la carretera descendia y se Sereaba al agua, donde el joven not6 Ia cxistencia de un Tago NUEVOS HORIZONTES. 45 Privado. Un par de nutrias flotaban bocarriba, moviéndose perezosamente en Ia superficie Pronto doblaron una curva y entraron en la base de la marina, El Oficial se detuvo frente al edificio principal y ayudé a Carlos a descargar su equipaje y Hevarlo adeniro. Dos horas después, tras haberse registrado, le indicaron su alojamiento, Cuando entré en el ‘cuarto, se sorprendi6 al encontrar dentro a dos marinos y a una ‘muchacha de pelo negro, Antes que pudicra decir una palabra, uno de los marinos se puso de pie extendiéndole la mano. Me llamo Tomas —anuncié—. Ti debes de ser Caslos Mille, _ Te hemos estado esperando. Carlos le dio ta mano y mins a los otros dos. Tomas sonrié, —Eladio, ésie es otro de nuestros compafieros de cuarto, y esta muchachita es su esposa Margarita. Ella so queda aquf con nosotros. Espero que no te importe, Un tanto turbado, Carlos mummuré algo y mir6 alrededor. Habta dos pares de literas reducidas. Una de las de artiba no estaba {endida. El pens6 que serfa fa suya, Se ditigié a ella y tiro encima ‘sus cosas. No habla esperado compaficros de cuarto, (mucho menos una mujer! En un cuartito tan pequeflo no habrfa ninguna Privacidad y se preguntaba e6mo se las arreglarfan sus ocupantes. ¢Sabria la comandancia de esta irregularidad? Esa noche Tomés Io invit6 ¢ 1a cantina, Descoso de relacionarse con Jos demas, Carlos lo acompafié. El lugar estaba atestado de hombres bullangueros y de algunas muchachas, una de las cuales inmediatamente sc fijé en Tomds. Carlos se acosté esa noche sumamente incémodo, puesto que, no sélo estaba allf Etadio con su esposa, sino que Tomés habfa Hevado también a su amiga. "Por qué me habré metido cn este?", pensaba. Trataba de ignorar la situacién, pero para sus adentms ardfa de ira, No querfa mostrarse ‘mojigato, {pero sin duda tenfa que haber un Iimite! En las semanas ¥ Tos meses siguientes pasé e} mayor tiempo posible fuera de su cuarto, Después de todo, 61 ere el recién Ilegado, Carlos se sintié chasqueado cuando supo que sus herramientas y su equipo de trabajo no hab(an Megado todavia, Hasta cn 1as 6 ODISEA ¥ TRIUNFO acaciones habfa deseado poner en préctica sus nuevos conoci- sientos. Siendo que ain demorarfan en Hegar, cl oficial al mando » asigné temporalmente al Departamento de Mantenimiento de ntenas, trabajo que se realizaba mayormente al aire libre. El aller encontraba en un edificio pequetio con grandes puertas azules. ail, un civil de barba rizada, 10 saludé afectuosamente cl primer ‘a. Carlos se sintié a gusto enseguida, y cuando aquel se ofrecié sa mostrarle el pueblo, acepté Ia invitacion inmedistamente. EI pueblo lo conformaban unas pocas tiendas azotadas por el ima, una gasolinera, una iglesia, una terminal aérea y una cantina astante ruidosa, pero después del trabajo, era el nico lugar que aba sefiales de vida. Dentro se reunfan vecinos de la comunidad ‘marinos que se sentaban a beber o hacer chistes. —iHola Miguel! —saludé Radi al cantinero bizco mientras uraban al salén repleto de gente. Miguel asinti6.con ta cabeza y siguid secando un vaso. Un momento después, se dirigieron hacia una mesita pasando nto a otra donde estaban sentadas cuatro muchachas, las cuales jaron la vista en Carlos. Una de ellas, echando humo por la boca, 1j6 las pestafias a medias y salud6: —iHola, marino! —Carlos murmur6 algo, ruborizado, Ratil se ered a la mesa y se senté, Carlos hizo lo mismo, solo para ‘scubrir que la mesa donde estaban sentadas las muchachas les vedaba en frente. Era evidente que tres de ellas ya habfan bebido demasiado, pero ‘cuarta, una muchacha delgada de pelo negro, no parcefa disfrutar uucho del ambiente. Rail también se dio cuenta y le hizo sefia. ‘un instante Ia muchacha estaba sentada con ellos. ~—Freya, éste es mi nuevo compafiero de trabajo, el sargento irlos Miller, de Colorado, Hace s6lo dos dfas que lego y Ie estoy ‘ostrando el pueblo. Carlos, esta linda triguefia es mi vecina. La sonrisa de Freya era tan atractiva como la de Rati y antes « terminara Ia velada, Carlos sintié que querfa volver a ver a la uuchacha, De ahf en adelante, cuantas veces iba al pueblo, se las, ceglaba para visitar a Freya. Lo haba impresionado cl hecho de NUEVOS HORIZONTES 47 ‘que a pesar de que bebfa, no era de la clase de muchachas que habla visto en los alrededores. Un lunes, aproximadamente un mes después de su arribo a Adak, Carlos, Rail y Enrique, el jefe de ambos, estaban haciendo una reparaci6n diffcil en el taller, cuando de pronto las puertas azules se abricron y apareci6 un marino rubio y alto, Aunque Carlos nunca Jo haba visto, el hombre se desenvolvia con toda confianza, Atravesando el taller, salud6 con una sonrisa, —iHola, Enrique! Con una expresién de bienvenida, et jefe se enderez6. —iHiola, Daniel! Qué te trae por agut? Daniel se sent6 en un banco y sonri. —Parece que de todos modos tendré que someterme al tribunal disciplinario —concluy6. Carlos lanz6 una mirada curiasa hasta el otro extremo del taller. Seguramente Danie! bromeaba, puesto que no parecfa preocupado. Uno comparecfa ante ese tribunal sélo cuando era castigado, y este asunto no se tomaba a la ligera, Enrique dejé6 caer las pinzas y sc frot6 cl, cuello. —Bueno, Daniel, te dije 10 que te iba a pasar si segufas cempecinado en ese asunto del sabido. Daniel se ri6 entre dientes. —Tii sabes que no puedo cancelar el asunto del sdbado. Carlos siguié trabajando cada vez més asombrado por la serenidad de Daniel, pero cuando éste se hubo ido, le dijo a Enrique: —No pude evitar escuchar, pero a tu amigo no pareos preocuparle mucho el problema, ;De qué se trata? Enrique movié la cabeza, —No entiendo a este muchacho, Es uno de los rpejores que he conocido, pero tiene una religiOn cxtrafa, El cree que et sébado es cl dfa que hay que observar y ni siquicra ¢s judfo. ;Has eseuchado alguna vez cosa tan rara? Carlos se encogi6 de hombros. —2Y qué importancia ticne cl dfa que uno dedique adorar a ios? 48 ODISEA Y TRIUNFO —Ninguna, ja menos que uno quiera tener el dfa libre! —caniurres Rail desde ta esquina més distante del taller—. Pero aguf tenemos al viejo Daniel. El no trabaja desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sabado. La marina no permite eso. —iPor eso tiene que comparecer ante el tribunal disciplinario? Si. Se negé a trabajar el sbado pasado. Dijo que el sibado era sagrado y ahora ticné que someterse al tribunal. En su breve estancia en la marina, Carlos habia visto a muchos Meterse en Mos, pero nunca habla sabido de nadie que fuera ‘castigado por motivos religiosos. ¥ tampoco habfa visto a nadie tan ‘ranquito ante lo inesperado. Eso no tenfa sentido. Daniel regres6 una hora después y se dej6 cacr en el banco del taller. Sacé un papel del bolsillo y se inclin6 sobre st mismo. AL Poco rato Carlos encontré un motivo para accrcarse. —Escuché que tenfas problemas. —Sf —respondié Danicl pestafieando, A Carlos le llamé poderosamente 1a atencién ta actitud nada comin de Daniel. —iQué es lo que te pasa? Daniel no evadié la respuesta, ni siquiera se que. —Tengo problemas por causa de mi religion, Carlos esperaba que Daniel censurara a la marina, pero no escuché ninguna queja ni acusacién. Asombrado, siguié indagando. {Qué fue-lo-que hicisic? Daniel puso los codos sobre Ia mesa —Siendo que soy adventista del séptimo dfa, no fui al trabajo et shbado pasado, de acuerdo a los mandamicntos de Dios. —{Qué mandamientos? —preguni6 Carios, dudando si Danict era tan normal como aparentaba, —¢Nunca has escuchado acerca de tos Diez Mandamientos? Carlos asi Son unas reglas antiguas que supuestamente Dios dicts, ;n0 s cierto? —St. Bueno, el cuanto dice que debemos guardar como sagrado 2 séptimo dfa. Mi almanaque dice que cl sabado es ct séptimo dfa, oF e50 5 que lo guardo. NUEVOS HORIZONTES 49 Carlos miré el almanaque que colgaba de la pared. Sf, cl sébado estaba al final de la semana, Carlos pens6 toda 1a tarde en lo que'le habfa dicho Daniel. Sin duda, jalgo debfa andar mal! jLa marina no disciplinarfa a un hombre por hacer lo que la Biblia decfa que era correcto! Cuando estaba en el entrenamiento bésico, el capeltén le habfa dicho que los mandamientos eran anticuados. Quiz4s si hablara con Danicl podrfa ayudarlo a comprender que ya no era necesario guardar los mandamientos. Dos noches después Carlos se aceros a Daniel en el comedor. —Quisicra saber algo més en cuanto a ese mandamiento det sdbado —pregunts. Daniel parecid alegrars. —Bueno, compafiero, por qué no vienes a mi cuarto esta noche para que te Io explique? Carlos hizo una pausa. El y Freya habfan planeado encontrarse esa noche, y no le era ffeil renunciar a esa idea, Pero Daniel estaba afrontando un problema muy serio por tener que comparecer ante 1 tribunal disciplinario que tendrfa lugar el jueves. Si él pudiera convencerlo de 1a verdad acerca del sabado, quizdés Daniel podria prometer cumplir con su deber los siguientes sfbados, y las cosas se ablandarfan. Ademds, la calma y la actitud de confianza de amaba mucho su atencién, Algo en su interior le decfa que debfa descubrir la causa de tar: singular tranquilidad de Daniel, a pesar de lo que le esperaba. La tinica manera de averiguatlo era pasando un rato con él. —Espérame esta noche —prometis. Luego Hamé a Freya por teléfono. Hasta el ambiente en e! cusito de Daniel cra diferente. Carlos 1016 que no habfa cartelones sle mujeres semidesnudas, No habia ceniceros ni novelas esparcidis por el cuarto, En su lugar vio algunos libros bien encuademdios y una Biblia de piel. Los j6venes se sentaron y conversaron de las cosas comunes del dfa por un rato, luego Carlos introdujo el tema. —Bueno, podrfas explicarmie ese asunto del sAbado? 50 ODISEA Y TRIUNFO Daniel cogié la Biblia, y en una hora el mun:lo de Carlos habfa tomado un giro difereste. En ese corto tiemjo Daniel le ley6 ‘muchos textos que explicaban los motivos por los cuales guardar el stbado y que comprobaban que Dios querfs ser honrado. En ninguna parte decfa que Jesis hubiera sustituido cl sébado por el domingo. {La Biblia incluso decfa que Dios nunca cambial La cabeza de Carlos le daba vueltas. Todo el mundo adoraba en domingo. jA Daniel debe habérsele olvidado algo! —Pero Daniel, je6mo puedes estar tan tran‘juilo sabiendo que mafiana tienes que comparecer ante el tribunal disciplinario? Daniel se recliné hacia atrés en Ia silla y suspir6, —Sabes, compafiero, al principio me dio un poquito de temor, pero luego encontré este texto —y hojeando la Biblia, ley6 en Proverbios 16:7—: "Cuando al Sefior le agradn la conducta de un hombre, hasta a sus enemigos los pone en piz con é1" (Version Dios Habla Hoy). Considero que ésta es una promesa de Dios para mf, Yo trato de hacer todo lo que sé que Dios quiere que haga, y a su vez El ha. prometido cuidarme. ;Ves? Yo no tengo que preocuparme de las cosas cuando estén en las manos de Dios, Carlos miré a Daniel. El conocfa a muchfsimas personas que profesaban creer en la Biblia, pero que la segufan s6lo cuando les conventa. Daniel también crefa en la Biblia, slo que hacfa lo que lla decfa, aunque esto le acarreara dificultades. De pronto se dio cuenta que no debfa cambiar la mente de Daniel. Lo que querfa era saber més acerca del poder que las creencias de Daniel le habfan infundido, Esa noche, antes de dormirse, medit6 largo rato en su nueva experiencia. El jueves por la tarde Carlos se somprendié al ver entrar a Daniel apresurado al taller, con su sonrisa habitual en el rostro. Carlos y los otros dos hicieron el trabajo a un lado. —iBueno, hombre!, ,qué pas6? Danie! estaba feliz. —Pues bien, esta tarde comparecf ante el tribunal disciplinario. ‘Me multaron por no haberme presentado el sébado para cumplis mi dcber, pero también sucedié algo interesante. iQue? NUEVOS HORIZONTES 51 Daniel sonrefa, —St, me asignaron un trabajo diferente. Luego se acereé a Carlos. —Hiazte a un Tado, hombre, jahora soy tu compatiero de trabajo! Ahora Carlos empez6 a refr. —iMagnifico! —exclamé—., y ya que nosotros no trabajimos los fines de semana, jno vas a tener més problemas con cl sibado! Daniel asintié con una expresi6n de “tc lo dije". “.Ves?, es cierto lo que dice ese texto. ;Dios hizo que todo se arregiara! A Carlos Ie pareci6 que el coraz6n le daba un vueleo. Contempl6 a su amigo de elevada estatura, Después de todo jquizas haba algo de cierto en eso! s itulo 5 ENTUS(ASMADO CON LA BIBLIA y, siempre gue podfa, salidas de ta base para visitar a F ‘Aunque enfrascado en sus dleberes, fos pensamicntos de Daniel referentes al sfbadlo Jo asediaban, Parceta providencial que Daniel trabajara también cn cl mantenimiento de antenas, pues ast Carlos tenfa 1a oportunidad de observarlo diariamerite, No espers mucho para darse cuenta que el joven adventista cra consistente, alegre y siempre tenfa palabras de ‘nimo para los demés, ‘A medida que observaba la vida temperante y equilibrada de Daniel y escuchaba sus comentarios acerca de ia paz que Cristo proporciona, Carlos enfrentaba el desaffo de conocer mas a su Dios. As{ empe76 su lucha interior, Si escuchaba y aceplaba las creencias de Danicl, tendria que practicarlas también, Se habla esforzade muchisimo para obtener sw entrenamicnto y Ie parecfa tonto perdes de la noche a la maftana su estancia en ia marina, Una vez més fue atacado por su antiguo enemigo, la depresién ‘Muchas noches penmanecfa despierto en st litera, hasta avanzada Ta noche. Lo asaltaba,el recuerdo de la anorexia y del accidente. Estaba convencido de que Dios lo habfa protegido entonces, y recordaba su promesa de descubrir quién cra realmente Dios y por qué le habia preservado Ia vida. Pero saber demasiado podria demandarle més de lo que estaba dispucsto a dar. Una noche, cuando visit6 a Freya, se sentaron a escuchar misica Si bien Carlos era de poco hablar, por Jo generat sc fas arreglabs para improvisar una conversaci6n interesante con su amiga. Pere esa noche, en particular, se sentfa invadido por Ia depresién y casi ro habfa pronunciado una palabra L a vida de Carlos era una rpida sucesién de trabajo, descanso 54 ODISEA ¥ TRIUNFO Se eer eos nuevas ideas? ee ere ro —iDios? a wn i om ps Carlos se sint6 aliviado, dispuesto de pronto a explicarto todo. eee eee a =r ENTUSIASMADO CON LA BIBLIA 55 —Bueno, tengo un amigo en 1a base que me ha estado hablando acerca de Dios. Se Hama Daniel. Y, él sf vive lo que cree. Quiero Aecir, si Ia Biblia to dice, jl Io cree! ¥ Jo admiro por eso, Me doy cuenta, Carlos observé a Ia muchaciva, Habfa desaparecido la tensién. Ella se Te acereé un poquito. —Creo que debo estudiar mis, Freya le acaricié el rostro con los dedos. —

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