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as D. Stolorow George E. Atwood nde que no existen mentes aistadas sino logo e interacciones entre ellas. De este ‘modo, ls fendmenos psicolégicos pueden entonderse (y las pertu 5 <4 baciones curarse) sélo si se tienen presentes los «contextos ‘ 5 /0sn as relaciones entre las personas. Desde esta dptica, * . les y mas sequidas del pensamiento psicoana- ” neo, los autores reconsideran los argumentos les del psicoandlisis clésico, o: 0s. Stolorow.y Atwood abren el ro con una critica penetrante del mito de la mente aislada, que a su juicio ha impedide que se reconazca {ue los fundamentos de la vida psiquica son intersubjetivos: la or- ganizacién de la experiencia de si mismo, defienden los autores, esté siempre codaterminada por las respuestas de los otros. A continuacién revisan los supuestos basicos de la teoria psicoanalitica de la vide 2 Sogunda'parte del libro incliye varios ea8os | comentarios que uistran el enfoque del tral ‘eacciones terap. hte eves ie Los contextos del ser ESPs ce | de la vida psiquica swe psicalogie Fe PSL oA Robert D. Stolorow BsAl- CGE George E. Atwood LOS CONTEXTOS DEL SER Las bases intersubjetivas de la vida psfquica ‘TRADUCGION DE Angels Cércoles, M. Josep Estruch, Maite Jordan, Marta Lleonart, Niria Mata, Teresa Mas, Ramon Riera y Montse Ventura 524 42] Herder BIBLIOTECA SAN JOAQUIN LIOTECAS, SBTHNGA u's: De OHLE Til orginal: Convex of Being, The Interubjectve Foundations of ychologial Life Traduccbn:Angls Oétcoles, M. Josep Enruch, Mace Jordan, Mare onary Nita Mara, Teresa Mas, Ramon Riera y Monts Ventura Ditto dela cubira: Claudio Bado y Ménica Bazin © 1992, The Analytic Pre, Ins Publier: © 2006, Herder Edis S.., Barcelona ISBN: 86-254.23503, mine expeso cin vig Impronta:Rensocox Depo legal B-7.985 - 2004 Printed in Spain — lips en Epa Herder won herderedtoralcom En memoria de Dede {yo soy a través de ti por tanto yo. . £, CUMMINGS Através del Ti el hombre deviene ¥6. ‘MaKTIN BuseR El bebé, como tal, no existe D.W Winnicorr Introduccién a la edicién espafiola, por Ramon Riera. Acerca de la traduccién Prefacio . = Introduccién ........ 6. Variedades de la alianza terapéutica...... 7. Modalidades de «impasse» terapéutico ... Epilogo . Bibliograffa . FUNDAMENTOS TEGRICOS |. Elmito de la mente aislada las tres formas de inconsciente Cuerpo y mente... ‘Trauma y patogénesis . La formacién de las fantastas APLICACIONES CLINICAS indice de nombres y ‘conceptos . ns iNDICE B 21 23 a cana Kill 147 a7 del individuo como constructo central, y describimos este mundo como algo que evoluciona argénicamente a partir de los encuentros de la persona con aquellas experiencias formativas cruciales que constituyen la his- goria personal e irrepetible de cada uno. Més adelante (Atwood y Stolorow, 1984) abandonamos la terminolo- gia «mundo representacional» porque nos dimos cuen- ta de que se usaba indistintamente tanto para expre- sar los contenidas imaginarios como su estructuracion temdtica. Por tanto decidimos utilizar «mundo subje-| tivo» para describir los contenidos de la experiencia, y para designar principios invariables que de forma inconsciente y repetitiva orga- nizan aquellos contenidos dndoles un sentido y una] temitica concreta. Aunque el concepto de intersubjetividad no fue introducido en Races in a Cloud, estaba claramente { implicito en los ejemplos de cémo los mundos subje- \ tivos de los distintos autores influenciaban su com- prensién de las experiencias de los dems. De hecho, 28 fpr la tematica central del libro queda expresada en la frase: «el observador es lo observado» (p. 17). La primera vez que utilizamos de forma explicita el término «intersub- jetivo» en nuestros escritos fue en un articulo (Stolo- row, Atwood, y Ross, 1978) en el que conceptualizamos Ja interacci6n entre transferencia y contratransferen- cia en el tratamiento psicoanalitico como un proceso que reflejaba la interaccién entre los diferentemente organizados mundos subjetivos de paciente y analista En aquel articulo, presagiando el abundante trabajo que estaba por venir, empezamos a tener en cuenta el im- pacto que tienen en el proceso terapéutico las no re- conocidas correspondencias y disparidades entre los respectivos mundos vivenciales del paciente y del ana- lista. En el tratamiento psicoanalitico consideramos que el observadior es intrinseco a lo observado (véase tam- bién Kohut, 1982, 1984). En escritos ulteriores, la mayoria con la colabora- ci6n de Bernard Brandchaft (Stolorow, Brandchaft y Atwood, 1983, 1987; Atwood y Stolorow, 1984; Brand- chaft y Stolorow, 1984; Stolorow y Brandchaft, 1987), demostramos que la perspectiva intersubjetiva podia iluminar una amplia variedad de aspectos clinicos, inclu- yendo las reacciones terapéuticas negativas y las «pues- tas en acto» (enactments), la accién terapéutica y las formacién del contflicto y la resis- conclusin (Stolorow et al., 1987) de que «el contexto intersubjetivo tiene un rol constitutivo en todas las formas de psicopatologiay (p. 3) y propusimos que «la exploracién de los patrones particulares de trans- acci6n intersubjetiva relacionados con el desarrollo y mantenimiento de las diferentes formas de psicopato- 29 i} Jogia es [...) una de las areas mas importantes en las préxi- ‘mas investigaciones psicoanaliticas en clinica» (p. 4), Queremos insistir en que nuestro uso del término «intersubjetivor nunca ha presupuesto el logro o el alcan- ce del pensamiento simbélico, o del concepto de uno mismo como sujeto, o de las relaciones intersubjetivas en el sentido de Stern, Aunque la palabra «intersubje- tivo» habia sido usada antes por los autores de la psi- cologia del desarrollo, nosotros no conociamos este uso cuando acufiamos el término y Je asignamos un sentido particular en nuestro marco de referencia (Sto- lorow et al., 1978). A diferencia de los autores de la psi] cologia del desarrollo, nosotros utilizamos «intersub- jetivo» para nombrar todos los campos psicolégicos formados por la interaccién de mundos de experien- cia, sea cual seael nivel en el que estos mundos estén y ‘organizados. ‘También queremos subrayar que, aunque el de- intersubjetiva debe mucho ala psi- a del self (véase Stolorow, 1992), icativas entre el concepto de restaurar 0 consolidar la organizacion de la experiencia | del self) y nuestro concepto de campo intersubjetivo. Un campo intersubjetivo es un sistema de influencia ‘mutua y reciproca (Bebee y Lachmann, 19882). No sélo el paciente recurre al analista para tener una vivencia de selfobject, sino que también el analista recurre al paciente con este fin (Wolf, 1979; Lee, 1988), y lo mis- mo se podria decir acerca de la relacién nifo- cuidadores. Para expresar tal reciprocidad intersubje- iva de influencia mutua tendriamos que hablar de telacién de self-selfobject — selfobject-self. 30 ‘Todavia resulta més importante subrayar que emun- do subjetivo» es un constructo que abarca un terreno vivencial més amplio que «self». Adems, un campo inter- subjetivo (un sistema formado por proca‘entre dos 0 mas mundos subjetivos) es més amplio y mas inclusivo que la relacién selfselfobject. Un ‘campo intersubjetivo existe a un nivel mds general y por tanto puede incluir dimensiones de la experiencia (tales como trauma, conflicto, defensa y resistencia) que no pueden ser incluidas en la dimensi6n de selfobject. La perspectiva intersubjetiva es, en esencia, un posi- cionamiento metodol6gico y epistemolégico muy ampli, que considera necesaria una revisi6n radical de todos los aspectos del pensamiento psicoanalitico. En nuestros primeros trabajos nos centramos en las implicaciones de este posicionamiento para una amplia variedad de aspectos de la prictica de la terapia psicoanalitica, En el presente libro queremos aplicar la perspectiva inter- subjetiva para revisar los pilares fundacionales de la teo- ‘a psicoanalitica, incluyendo el concepto de incons- Ciente, la relacién entre mente y cuerpo, el concepto de trauma y la comprensi6n de la fantasia. Empezaremos ‘con una erftica de una idea que durante mucho tiempo hha impedido el reconocimiento de las bases intersub- tivas de la vida psicolégica: el concepto de la mente aislada ¢ individual. Esperamos que, al proponer una ‘exposicién critica de esta idea tal como ha aparecido en las distintas teorfas psicoanaliticas, podremos transmi- tir més claramente las hip6tesis que forman la base de nuestra perspectiva y podremos también situar nuestro marco de referencia dentro de la vaciedad del pensa- miento psicoanalitico, 31 Primera parte FUNDAMENTOS TEORICOS BIBLIOTECA SAN JOAQUIN SISTEMA DE BIBLIOTECAS BONTIFIGIA UC. DE CHILE Capitulo 1 EL MITO DE LA MENTE AISLADA En contraste con el punto de vista de que el hombre moderno sufre de una ausencta de mitos, en este capi- tulo desafiamos un mito central que impregna la cultura occidental contempordnea y que también se ha insi- rnuado en los presupuestos fundacionales del psicoand- lisis: el mito de la mente individual aislada. Al poner de relieve el poder organizador inconsciente de este mito y proponiendo una perspectiva alternativa que enfatiza los fundamentos intersubjetivos de la vida psicol6gica, esperamos contribuir no s6lo al avance de la teoria coanalitica sino también a la profundizacién de la au- toconciencia reflexiva. Fuera de las garras constrictivas ‘corizacién psicoanalitica quedaré libre para describir la experiencia humana de formas radi- calmente nuevas. ‘LA ALIENACION Y LA MENTE AISLADA Elmito de la mente aislada atribuye al hombre un modo de ser en el cual el individuo existe separadamente del mundo de la naturaleza fisica y también de la vincula- 35 cién con otros. Este mito ademds niega la inmateriali- dad esencial de la experiencia humana al describir la vida subjetiva en términos sustancializados y reificaclos. Considerada como simbolo de la experiencia Ja imagen de la mente aislada representa la del hombre moderno con respecto a Ja naturaleza, la vida social y la subjetividad misma. Esta alienaci6n, tan ‘omnipresente atin en nuestro tiempo, tiene mucho que ver con la cultura de la tecnocracia y la herencia intelec- tual asociada al mecanicismo que ha dominado el pen- samiento sobre la naturaleza humana en el siglo xx (Matson, 1964; Barret, 1979). Sin embargo, nuestro pro- pésito en el escrito siguiente, no es offecer una critica explorar sus significados psicolégicos haciendo resaltar el mito de la mente aislada. ‘Nuestro punto de vista es que la alienacién del hom- bre moderno sitve para negar triplemente un conjun- to de vulnerabilidades especificas ¢ inherentes a la exis- tencia humana, vulnerabilidades que por otra parte pueden conducir a un sentimiento insoportable de ansiedad y angustia, Consideraremos en primer lugar ‘c6mo esté entretejida la vida humana con el mundo de Ja naturaleza fisica Alienacién de la naturaleza Al postular la existencia de la mente como una enti- dad se introduce una distincién entre forma de ser cor- poral y mental en la constitucién del hombre. Esta dis- tincién disminuye la experiencia del self humano de estar inevitablemente encarnado en lo fisico, y por ello de esta forma se atentia la sensacion de estar entera- 36 mente sujeto a las condiciones y ciclos de la existencia biolégica. Estas condiciones incluyen una dependencia absoluta del entorno fisico, el parentesco con otros ani- males, la sujecion a necesidades y ritmos bioldgicos y, quizs més importante atin, la vulnerabilidad fisica del hombre y su mortalidad final. Una actitud no enajena- da con respecto a Ja mortalidad la certeza e irrevoca- bilidad de la muert ica~ conlleva ansiedad ante la perspectiva de la aniquilacién fisica y angustia frente alla transitoriedad de todas las cosas. Mientras el ser del hombre se defina y'localice en la mente, es decir, como una entidad existente aparte de un cuerpo enclavado en el mundo biolégico, se puede mantener la ilusién de que existe una esfera de inmunidad interna a las cons- tricciones de la existencia animal y la mortalidad. Bsta tranquilizadora forma de diferenciarse de la naturaleza fisica puede llegar atin més lejos, hasta francas reifica- ciones del self como una esencia inmortal que trasciende literalmente el ciclo de vida y muerte. Tales reificacio- nes pueden tomar muchas formas: los diversos con- ceptos del alma inmorial, identificar el self con ideas y trabajos considerados con significado y valor eternos, ‘y proyecciones del self hacia lineas de descendencia que se extienden indefinidamente hacia el futuro (Rank, 1930; Becker, 1973, 1975). Distinguimos entre la inevitable experiencia de la encarnacién fisica del self que acabamos de explicar y una clase de estados defensivos que abarca todas las, identificaciones del self con el cuerpo fisico. Estos mos estados, correspondientes a un nivel psicol6 de las doctrinas filos6ficas del crudo materialismo y del conductismo, implican un esfuerzo para anular la sub- jetividad y reducir la existencia humana a términos exclu- sivamente de pura materia fisica. Sila persona se vuelve 37 Gnicamente materia 0 cuerpo, no hay experiencia de angustia como reaccién a la mortalidad ya que la expe- riencia en si ha sido negada. Mas atin, la muerte pier- de mucho de su poder en un mundo que se ha vuelto ‘enteramente material y concreto, porque entonces no existe la vida de un sujeto consciente, que ha queda- do inevitablemente borrado, sino mds bien s6lo la cesa- ‘cién de un grupo particular de procesos fisiolégicos. Alienacién de la vida social ‘Un segundo campo de alienacién simbolizado en el mito de la mente aislada es el de las relaciones del individuo con los otros seres humanos. La idea de la mente como una entidad separada implica una independencia del ser esencial de la persona con respecto a la vinculacién. con los otros. La imagen de esta entidad mental, loca- lizada en el centro de la realidad y susistiendo al cos- tado de otras mentes, reifica en primer lugar la expe- riencia tan comin de la soledad psicol6gica. Aquellos que han cafdo en el poder de este mito dicen que cada individuo conoce s6lo su propia conciencia y que en tenecientes a otras personas. Esta ostensible soledad contoldgica» (Mijuscovic, 1988), que ignora el papel constitutivo de la relaci6n con el otro en la constitucién, de cualquier tipo de experiencia de la persona, atribu- ye universalidad a un estado subjetivo bastante particular caracterizado por la sensaci6n de un aprisionadlor extra- fiamiento de los otros: Este es un estado en el cual uno no se siente ni reconocido ni entendido en el nivel de Jos afectos més profundos de si mismo; ademés, es un estado en el que el anhelo de ese tipo de conexién sus- 38 ( tentadora con Jos otros ha sucumbido a la resignacién ya la desesperanza‘ Este aislamiento, tan persistente y profundamente arraigado en nuestra cultura, propor- ciona, en nuestra opini contexto intersubjetivo especifico que conviette en insoportable la experiencia de la angustia y precisa la negacién de la vulnerabilidad humana, negacién que es inherente al mito de la men- te aislada. Ademas, en este mito el dolor asociado con Ja soledad alienada del hombre modero se ve reduci- do por la visién tranquilizadora del aislamiento perso- nal como algo constitutivo de la condicién humana y, por tanto, como el destino comtin a todo el género humano. Otras experiencias materializadas en la imagen de la mente aislada son las experiencias de la individuali- dad psicoldgica y de la constancia del self*La nocién de que la mente existe de forma separada respecto a su entorno y respecto a otras mentes es inherente a la idea de la mente como entidad. Al ver la entidad-mental como™ algo separado, permite que no se considere como algo contingente ninguna relaci6n particular entre la perso- nay lo que le rade. Nosotros comparamos esto con la experiencia de ser’ to, que es la estructuracién de una autoconciencia que est integramente enclavada en los contextos intersubjetivos sustentadores y for- mativos. De forma similar, en el caso de la constat la.imagen mitica de la mente es una de las cosas casi espaciales que retienen una integridad duradera como propiedad absoluta de su naturaleza. Se considera que la estructura de una mente asi posee su propia cons- tancia interna, aunque sus contenidos especificos pue- dan cambiar a lo largo del tiempo. Esta idea contrasta nuevamente de forma chocante con las experiencias de ‘constancia-de-uno-mismo y de la continuidad de la 39 identidad personal, que siempre provienen de contex- {0s intersubjetivos constitutivos. ” [7 Una actitud no alienada de la inevitable vinculacién | del hombre con los otros provoca una experiencia de angustia por el hecho de que el destino de los seres humanos sea tan irrevocablemente dependiente y vul- nerable a los acontecimientos que ocurren en el medio {interpersonal El enclavamiento intrinseco de la expe- rriecia-de-uno-mismo (selfexperience) dentro de los ‘campos intersubjetivos significa que nuestra autoesti- ma, el sentido de nuestra identidad personal, incluso nuestra propia experiencia de tener una existencia dife- renciada y duradera, dependen de las relaciones sus- tentadoras especificas con el entomo humano que nos roded, Las reificaciones de las que hemos hablado crean ilusiones tranquilizadoras dle autosuficiencia y autono- mia y, por ello, sirven para rechazar la intolerable vul- nerabilidad de la estructura especifica de la vida psico- égica ante los acontecimientos interpersonales sobre los cuales el individuo s6lo tiene un control limitado, Alienacién de la subjetividad La tercera y mds importante forma de alienacién es el extrafiamiento del hombre de las caracteristicas de la subjetividad misma. Como hemos dicho anteriormente, los rechazos de la vulnerabilidad que han cristalizado en el mito de la mente aislada se han conseguido a través de la reificacién de varias dimensiones de la Subjetivi- dad. Estas reificaciones confieren a la experiencia una u otra de las propiedaces cominmente atribuidas a las cosas en el plano de la realidad material, Jocalizacién espacial, extension, sustan 40 nente y otras cosas por el estilo. Asi, la mente ocupa su lugar como una cosa entre las cosas. En este proceso se pierden las propiedades de la vida subjetiva misma, que ‘queda engullida dentro de la mente-entidad cosificada y concebida en términos de las categorias que en el mun- do fisico se aplican a los objetos tangibles. Invatiablemente asociada a la imagen de la mente ais- Jada esté la de una realidad externa o mundo a la que se supone que la entidad-mente mira como si fuera algo externo“También aqui encontramos una reificacién, en este caso una reificacién que implica que la experiencia del mundo es algo real y existente separadamente de uno mismo?éQué propésito psicol6gico se puede atribuir a la reificacién de la experiencia consistente en pensar que existe un mundo perdiurable separado de uno mismo? Dentro del mito de la mente aislada, se considera que dicho mundo tiene una inequivoca existencia en si mis- ‘mo; cuando el mundo experiencial es vivido como si tuvie- ra sustancia, entonces queda transformado en una meta- fisica absoluta, un universo valido para todos los seres /humanos. Todo ello contrasta con el sentido subjetivo de que existe un mundo de realidad permanente y sustan- cial separada de uno mismo (self), experiencia que ha sido constituida y sostenida por campos intersubjetivos particulares. La negacién de la vulnerabilidad, reificando la experiencia del mundo exterior a uno mismo (mundo. extemo al self) ¢5 el resultado de cierta inseguridad pro- fundamente arraigada en las condiciones de la vida moder- na, Sibien la permanencia y sustancialidad del mundo se constituyen y mantienen a través de campos intersubje- tivos, en una cultura impregnada de una persistente sole- dad psicolégica queda muy poco para protegera'una per sona del sentimiento de que la salidez:de las cosas esta desapareciendo por completo. a La imagen de la mente que mira hacia fuera, hacia el mundo externo, es una imagen heroica o un mito heroico, en el que se describe la esencia interna de la Persona que sobrevive en un estado que esté separado de todo lo que sostiene realmente la vida. Este mito apa- rece de muchas maneras y variaciones. Podemos dis- cernir su presencia en cuentos de personas invencibles que superan grandes adversidades mediante heroicos actos solitarios, en trabajos filos6ficos que giran en torno @ una concepcién de un sujeto aislado, monédico, y en doctrinas psicolégicas y psicoanaliticas que se centran exclusivamente en los procesos que ocurren dentro de la persona aut6noma. Pasamos ahora a considerar las formas en que el mito de la mente aislada aparece en el psicoandlisis clésico y contemporineo. \VARIANTES DE LA MENTE AISLADA Freud, el fundador del psicoanilisis, construyé desde el io el escenario en el que se iban a desarrollar las diversas versiones de la doctrina de la mente aislada. En practicamente todas las fases de su teorizacién meta- psicol6gica, Freud describié la mente como un «aparato ‘mentab, una maquina procesadora de energia que cana- liza energias pulsionales que surgen endégenamente desde dentro del organismo. Segiin este punto de vis- ta, la organizacién de la experiencia que se esta de- sarrollando est4 formada por los éxitos, fallos y trans- acciones en el procesamiento de las energias pulsionales que emergen desde el interior. La experiencia de lo que uno le rodea, por ejemplo, esté conformada por las vicsitudes de las presiones del impulso innato, y el entor- a no contribuye a la organizacién de la experiencia tini- camente en la medida en que afecta a lis vicisitudes del impulso. Por consiguiente, la organizacién de la experien- cia es en tltimo lugar el producto de fuerzas internas, y elaislamiento de la mente se materializa simbélica. mente en la imagen de una méquina impersonal: Esta imagen se puede entrever en todas las variantes de la teoria psicoanalitica freudiana, En la psicologia del yo freudiana, por ejemplo, se reconoce la importancia del entorno en la regulacién de las experiencias de desarri al desarrollo», pero la imagen de una ment yaislada queda retenida bajo la forma de un punto final ideal del desarrollo éptimo. Hartman (1939) concep- tualiz6 el desarrollo del yo como un proceso segtin el cual la regulacion a través del entorno viene a ser reem- lazada por la autoregulaci6n auténoma, una regula- cl6n que él expresa mediante una metéfora espacial reificada que denomina «internalizacién», como si el entorno se volviera eventualmente innecesario porque ¢s literalmente «traido adentro», Esta idolatria de la mente aut6noma encuentra una vivida expresién en la descripcién de Jacobson (1964) de las consecuencias de la formaci6n del superyé en las vivencias del indi- viduo. Segiin su punto de vista, antes de este logro del desarrollo, la autoestima del nifio es altamente vulne- rable al impacto de las experiencias con los otros. Como resultado de la consolidacién del supery6, se dice que a autoestima se vuelve estable y relativamente inde- endiente de las relaciones con los otros, de modo que sno puede ser tan ficilmente afectada como antes por las experiencias de rechazo, frustraci6n, fracaso y otras arecidas y es «apta para resistr (..] as injurias psiqui- % ; Stolorow et as 0 incluso fisicas hacia el self (p. 132). En este mode- Jo, la vulnerabilidad de la autoestima, que deriva del hecho de que la experiencia que tenemos de nosotros mismos (autoexperiencia) est4 profundamente encla- vada en un contexto intersubjetivo cambiante, queda infancia temprana, antes de la estructura- ismo. En contraste, se supone que el yo aut6nomo del nifio mayor sano o del adulto ha logra- do la inmunidad a las adversidades que se presentan en el entorno. Este punto de vista sobre el desarrollo que tiene la psicologia del yo, que enfatiza la autonomfa como un resultado evolutivo exitoso, se mantuvo en la temprana teorfa de Kohut (1971) sobre la formaci6n de la estructu- ra del self.a través de la «frustracin Gptima» que con- duce ala «internalizaci6n transmutadora» —la formacién, gradual de partfculas de estructura psfquica que ejer- cen las funciones reguladoras que hasta entonces habfan sido realizadas por los otros. Tal como desarrollaremos de forma mds completa en la proxima seccién y en el capitulo 4, nosotros reemplazamos la teorfa de la inter- nalizacién transmutadora, que eleva una variante de la mente aislada a una meta ideal del. desarrollo, por una concepcién de la integraci6n y tolerancia crecientes de Jos afectos que evoluciona dentro de un contexto inter- ivo continuado (Socarides and Stolorow, 1984/85; , 1987)°Sostenemos que la experiencia ‘emocional siempre se regula y se constituye en un con- texto intersubjetivo Como ejemplo de las consecuencias clinicas de la idealizacién de la autonomia por parte de la psicologia del yo, consideramos la nocién habitual de que en la fase de terminacién exitosa de un andlisis la transferencia deberfa resolverse 0 disolverse, lo cual significa que se 4 seinem debe renunciar a la vinculacién emocional con el analista. Desde este punto de vista, los senti- mientos transferenciales residuales se ven como un ele- ‘mento infantilizador, que socava el progreso del pacien- te hacia la independencia. La mente aisiada y autonoma se describe aqui no como el punto final del desarrollo temprano dptimo sino como el resultado ideal de un psicoanilisis con éxito’. En contraste, una perspectiva que reconozca que la experiencia y su organizacion estén inextricablemetne enclavadas en un contexto intersub- jetivo puede aceptar e incluso dar la bienvenida al vincu- lo residual det paciente con el analista como una fuen- te potencial de sustento emocional para el futuro! (Stolorow y Lachmann, 1984/85; Stolorow et al., 1987) ‘También se pueden encontrar residuos de la doc- trina de la mente aislada en cierto ntimero de marcos tedricos que se han hecho pasar por alternativas radi- cales a la psicologia del yo freudiana ~por ejemp! lenguaje-accidn de Schafer, la teorfa de las relaciones de objeto, la psicologia del self de Kohut y el psicoandli- sis interpersonal. Schafer (1976) argumenté de forma convincente que los constructos de la psicologfa del yo freudiana representan metdforas espaciales no etiquetadas como tales, cosificaciones concretizadas de experiencias sub- jetivas sin sus fisica, como serian las fantasfas. Con- ceptos metapsicoldgicos, tales como «estructuras psiqui- cas», uerzase y «energias» tratan los estados subjetivos como si fueran una especie de entidades que poseye- ra propiedades tales como sustancia, cantidad, exten- si6n, fuerza impulsora y localizacién, Schafer propone » agradecemos ala Dra. Sheila Nami que nos haya llamado ta atencién sobre este punto. 45 ‘un nuevo lenguaje-accién para el ‘minaria las reificaciones metapsicolégicas mecénicas y se centraria en la persona-como-agente, es decir, en la persona que es agente de sus acciones y que, consciente e inconscientemente, escribe el guidn de su propia vida. En este marco, la accién en sf misma se convierte en el sujeto de la conceptualizacién e interpretacién psi- coanalitica, especialmente la accién negada, junto con las razones personales conscientes ¢ inconscientes para estas acciones. Sibien hemos encontrado sumamente valiosa la cr tica de Schafer a la metapsicologfa freudiana, nos pare- ce que él no esta libre de la culpa de cosificar un aspecto de la experiencia al igual que aquellos a quienes critica. La dimensi6n que Schafer sustancializa y universaliza es la experiencia de ser el agente de la experiencia per- sonal. Bn realidad, en el sistema de Schafer la expe- riencia de iniciativa (es decir, de ser agente de la propia experiencia) es elevada al nticleo ontoldgico de la vida ppsiquica, Por tanto, su marco no puede abarcar aquellos estados de la experiencia en los cuales la sensaci6n de ser el agente de la experiencia personal ha quedado atro- fiada 0 menoscabada como consecuencia de interfe- rencias y trastornos en el desarrollo. Més importante atin, la continua interrelacién de la experiencia de ini- ciativa (y de la experiencia del self en general) con el contexto intersubjetivo, en la visin de Schafer, queda oscurecida por la imagen reificada de un agente omni- Potente que crea por si mismo sus propias experiencias (be aquf otra variante de la mente aislada), 1a omnipotencia de la mente individual alcanza su ‘cumbre en ciertas versiones de la teoria Kleiniana de las relaciones de objeto, muy especialmente en la aplica- inica del concepto de identificacién proyectiva, Kernberg (1975), por ejemplo, transforma la descrip- ci6n de Klein (1950) de una fantasia primitiva en un ‘mecanismo causal muy eficaz a través del cual se supo- ne que una persona desplaza partes de s{misma hacia el interior del psiquismo y del cuerpo de otra. Consi- deremos, a este respecto, su discusién de la pelicula de Ingmar Bergman, Persona: Una pelicula reciente (..]iustra el derrumbe de una mujer inmadura aunque bésicamente normal; una enfermera encargada de cuidar a una mujer, muy enferma psicol6- sgicamente, que presentabs [...] una personalidad narci- sista tipica. Confrontada ala fia explotacién sin escripulos ala quees sometida, la joven enfermera se derrumba gra- dualmente [...] La mujer enferma parece capaz de vivie s6lo cuando puede destrui lo que es valioso en otras per- sonas [..] En un desenlace dramético, la enfermera de- sarrolla un intenso odio por la mujer enferma y, en un momento determinado, la maltrata can crueidad. £5 como si todo el odio que exista dentro de la mujer enferma nubiera sido transferido a la que le ayuda y la destru- vera desde su propio interior (pp. 245-246, la cursiva es nuestra} ‘Yemos aquf una clara caricatura de la mente aislada. Se observa cémo el sujeto crea no sélo sus propias expe- riencias sino, incluso, las experiencias de los dems. Se describe un sistema de influencia unidireccional, en el que cada cosa que uno experimenta del entorno es con- ‘templada como si fuera un producto de la actividad intra- psiquica omnipotente de uno mismo. El impacto del entorno no se encuentra en ningtin lugar. Kernberg (1976) presenta una revisi6n de la teoria pulsional de Freud en la cual describe los bloques de a7 construccién bisicos de la estructura de la personali- dad como unidades constituidas por una autoimagen, ‘una imagen del objeto (otro) y un afecto. Las unidades ‘con una valencia afectiva positiva son llamadas a fun- dirse con la pulsi6n libidinal, mientras que las de valen- cia negativa forman la base para la pulsién agresiva. A pesar de que Kernberg reconoce la importancia del afecto en la motivaci6n y el desarrollo, una vez inte- ‘grados en unidades self-objeto-afecto perdurables, los estadlos afectivos se ven como si se comportaran como pulsiones estimuladas en los confines de una mente ais- Jada y desencadenaran todas las formas de actividad defensiva distorsionadora. De ese modo se pierde la continuada interpenetrabilidad de la experiencia afec- tiva en un sistema intersubjetivo. ‘gresos hacia el aflojamiento de las garras dé la doctrina \de la mente aislada en el pensamiento psicoanalitico Icontempordneo. El concepto de «funcién de self |GKohut, 1971, 1977, 1984), al enfatizar queda organizacién lde la experiencia de uno mismo (self experience) esté siempre codeterminada por la responsividad que sen- timos en los otros; es un ejemplo fundamental. En cho- “Eante contraste con el punto de vista dé la psicologia del ‘yo sobre el desarrollo, Kohut (1984) escribi 1a psicologia del self sostiene que las relaciones de self selfobject forman la esencia de la vida psicol6gica desde el nacimiento hasta la muerte, que un movimiento desde Ja dependencia (Simbiosis) hasta la independ rnomia) en aesfera psicol6gica no es nds posible [..] que el correspondiente movimiento desde una vida depeti- diente de oxigeno a una vidi independiente de él en la esfera biol6gica [p.47] En lo que se refiere a la situaci6n psicoa tuna de las contribuciones mas importantes de la psico- Jogia del self ha sido la creciente atencién al impacto del analista/investigador sobre el campo que éste investiga, Kohut (1984) dibujé un paralelismo entre el desplaza- miento del andlisis tradicional hacia la psicologia del self yeel desplazamiento desde la fisica newtoniana ala fisica pplanckiana de las particulas atémicas y subat6micas, en la cual «el campo que es observado incluye necesaria- mente al observado (p. 41). Segtin Kohut, mientras el, andlisis tradicional «ve al analista s6lo como un observa-! dor y al analizando s6lo como el campo que el observa- doranalista inspecciona», la orientacién de la psicologia del self elf psychological orientation) «ceconoce y ade", is Cigna aaa acelin | ane we ro sencia humana intrinsecamente significativa> (p.37). Apesar de este fuerte desafio al mito de la mente aislada, todavia persisten vestigios de este mito en los escritos de la psicologia del self. Podemos encontrar uno de estos remanentes en el persistente uso del término ‘self para referirse‘a aver a un agente con existencia pro- “Bia (un iniclador independiente de acci6n, segiin cl enfo- “qe de Schafer) ya una estructura psicol6gica (la orga- nizacién de la experiencia de uno mismo). Tal como ep jolorow et al, 1987), ‘mezcla de estos dlos usos se pueden ilustrar con l ca frase que suele aparecer en la literatura de | self frapmentado se esfuerza 1 y2) un agente Con existencla propia (también llamado self) est llevando a cabo acciones para restaurar la cohe- ——— 49 si6n de esta organizacién de la experiencia. Esto crea una fuerte complicacion a nivel te6rico. Claramente, no son las plezas de algo (fragmentos del self) lo que se csfuerza por llegar a una meta (restauraci6n). Mas impor- tante atin, el segundo uso de self como entidad exis- tencial independiente transforma al Yo» experiencia, que es un agente activo, en algo cosificado, de modo no distinto al aparato mental impersonal de la teorfa freudiana. Bste residuo de la doctrina de la mente ais- Jada nubla la contribucién central de Kohut -el reco- nocimiento de que la experiencia-de-tuno-misino (self experience) siempre se organiza dentro de un contexto intersubjetivo constitutivo. 7 Se puede ver un segundo resto del mito de la men- te aislada que persiste en la psicologia del selfen la idea de que el self posee un programa nuclear innato 0 desig- nio inherente (Kohut, 1984) esperando a que un medio responsivo le capacite para desplegarse (véase Mitchell, 1988). A diferencia de la psicologia del yo, que postul Fe mete unison Soman pun al eat dl de sarrollo, la psicologfa del self parece aqui colocar este ideal en la prehistoria genética o prenatal del individuo, ‘como un potencial preexistente que s6lo requiere la ‘oportunidad de ser actualizado. Una idea como ésta con- [ trasta marcadamente con nuestra opinién de que la tra- yectoria de la experiencia de uno mismo es determinada ‘en cada momento del desarrollo por el sistema inter- [ subjetivo en el cual cristaliza, ‘Tal como sefialdron Bacal y Newman (1990), Kohut parecia reacio a considerar su marco como una teoria relacional, probablemente porque buscaba preservar el vinculo con la tradicién intrapisiquica del psicoandlisis freudiano. Aunque las reificaciones persistentes de los conceptos de self, sefobjet, y relacién de selfselfobjet 50 amenazan en convertir la psicologia del self justamen- te enel tipo de crudo interpersonalismo o interaccio- riismo social que Kohut deseaba evitar. Podemos encon- trar una solucién para este dilema en la perspectiva_ intersubjetiva. El concepto de una perspectiva inter subjetiva busca centrarse en ambas partes: en el mun: do del individuo y de la experiencia interna y tambi en su interpenetracién con otros mundos en un conti nuo flujo de influencia mutua recfproca. Desde este punto de vista, se cierra la grieta entre las esferas intra- psiquica e interpersonal, y la vieja dicotomia entre ellas queda verdaderamente obsoleta (véase también Beebe, Jaffe y Lachmann, 1992), Encontramos otra variacién del tema de la mente aislada en las recientes formulaciones te6ricas de Basch, (1988). Considerar el trabajo de Basch es particular- ‘mente interesante porque él es a la vez un prominente abogado de la psicologia del self de Kohut y un franco representante de una tendencia psicoanalitica con- tempordnea que busca desarrollar la teoria psicoanall tica a partir de las neurociencias. Presenta un marco conceptual propuesto para superar la «contrapro- dlucente grieta levantada desde hace mucho tempo entre psicologia y biologia», una «teorfa sobre la psico- terapia basada cientificamente [..] unificada y unifica- dora» (p. 15). Aqui se intenta la unificacién de psico- logia y biologia de un modo que retorna al espiritu del desdichado «Proyecto de psicologia para neurdlogos» de Freud (1895), a saber, la reduccién del funciona- miento psicolégico a procesos mecénicos que ocurren enel sistema nervioso humano, Basch recurre a una imagineria metaforica que extrac de la moderna y la informatica, y contempla la actividad psi- coldgica, esencialmente, como ciclos de retroalimen- a tacién, de combinacién de patrones y correccién de errores, que tienen lugar en el cerebro. Hay dos aspectos importantes del pensamiento de Basch (1988) que delatan la infiltracién del mito de la mente aistada en sus escritos. El primero de ellos se refiere a su opinién sobre la relacién entre la persona y Ja realidad. Sostiene que el individuo no se relaciona, con un mundo externo que tiene existencia indepen- dente por sf mismo, sino siempre y Ginicamente con una realidad que «es una construcci6n creada por el, cerebro del observador (p. 60). Por ejemplo, sugiere que cuando él una vez fue a buscar un trozo de jabén, perdido, aunque pudiera haber sentido que estaba bus- cando algo que estaba localizado en un mundo exterior aél,en realidad estaba tratando de encontrar «un patrén de sefiales sensoriales que se afiadirian a lo que ya tenia en la cabeza -un patrén codificado de rasgos sensoria- les etiquetados como “jabén"s (p. 60). Incluso la propia madre 0 el propio padre se perciben como si no pose- yeran ninguna existencia literal en un mundo aparte del self, sino que se les considera como ejemplos de «en- tidades imaginarias que existen sélo en el cerebro» (p. 101). Seguramente cuando uno busca un padre 0 madre desaparecidos, como en el caso del jabén per- ido, uno realmente esté tratando de encontrar sefiales tieasetiquetadas como «madres 0 «padres. Observamos aqui tuna posicin de constructivismo radical que raya el solipsismo, y que ademés se emplaza dentro de los limites fisicos del créneo humano. Esta posicién parece implicar una contradiccién en si misma: en un nivel con- tiene una demanda que en otto nivel niega. Por un lado, Basch niega la verdad literal de la experiencia del indi- 52 1 iieaacciaa viduo acerca de la existencia, fuera de los limites del self, de objetos independientes; sostiene que tales objetos s6lo son «construcciones» localizadas dentro del cere- bro humano. Por otro lado, Basch si da existencia inde- pendiente a un tipo de tales objetos externos; los cere- bros en si. Esta aparente paradoja surge, en nuestra opinién, del desconocimiento por parte de Basch del uso del cerebro como un simbolo cosificado de la men- te aislada, que produce experiencias fuera de su propia actividad aut6noma constructiva. La segunda manera en que el mito de la mente ais- Jada se pone de manifesto en las conceptualizaciones de Basch aparece en sus opiniones sobre la motivacién humana y especialmente las fuentes de la autoestima individual, Segin Basch, la principal motivacién sub- yacente en toda actividad psicolégica es la busqueda de competencia, que él define como ea capacidad del cere- bro para establecer orden en los diversos estimulos que continuamente bombardean los sentidos» (p. 27). En el nivel de la introspeccién y la reflexién, la competencia se convierte en la experiencia de la autoestima, Basch explica: «La verdadera autoestima, un genuino sentido del self de uno como merecedor de alimento y protec- ci6n [...] €s el resultado de la experiencia de compe- tencia, la experiencia de funcionar apropiadamente [...] nadie puede dar a oiro la experiencia de competen- cla: uno debe lograrla por st mismo» (p. 26, la cursiva es nuestra). Mis adelante aclara: «el patrén por el que uno juz- ga su propia competencia 0 incompetencia es siem- pre interno, no externa» (p. 59). Este juicio de la compe- tencia y Ia autoestima se ha hecho en términos de emparejamientos bien o mal hechos entre las repre- sentaciones cerebrales del propio comportamiento o de 3 Jas circunstancias en las que uno se encuentra, y los patro- nes neurales preexistentes que funcionan como la meta que se persigue. Esta curiosa doctrina niega especifica- ‘mente que las experiencias dle competencia y autoestima se deriven de transacciones interpersonales concer- nientes al sentimiento que uno tiene de uno mismo en la. comunidad humana. De nuevo, encontramos el. ‘sujeto auténomo que para ser sostenido y funcionar como ser humano necesita poco mas que series de sefiales sen- sotiales que encajen con patrones neurolégicos previa- mente codificados, Consideremos ahora el constructo central de la metapsicologia de Basch, el llamado self-sistema (self system). Este sistema se define como una entidad bio- [ogica consistente en una organizaciGn jerérquica de reac- ciones (feedback) error-correcién interrelacionadas. Aunque Basch afirma que es insatisfactorio reducir la actividad compleja usualmente designada con el término «mente» a la actividad neurolégica del cerebro, su con- cepto de self-sistema hace precisamente esto. Esta enti- dad es una creaci6n del cerebro, esti localizada dentro * del cerebro, y controla y guia al cerebro en su relacién con el mundo, Ademés, describe el self-sistema como Jo que habilita al cerebro para funcionar, «como una computadora que se autoprograma» (p. 106) y que uti- liza disposiciones de «software» que funcionan como eguardianes del orden, que aseguran la competencia ¥€n Ultimo término, la autoestimay (p. 105). En esta imagen del cerebro como una computadora que se au- toprograma y que se relaciona Gnicamente con sus pro- pias construcciones internas, encontramos una mate- j6n evidente de la mente aislada en un rgano fisiolégico que ha sido dotado con los atributos de una persona. A El psicoandlisis interpersonal surgié del intento de Sullivan (1953) de reemplazar el determinismo intra. iquico de la teorfa freudiana por un énfasis en la con- dicién central de la interaccién social. Efectivamente, Sullivan deseaba volver a situar la psiquiatria y el psi- coanilisis dentro del dominio de las ciencias sociales, Sus esfuerzos quedaron deslucidos, desde nuestro punto de vista, por su vacilante perspéctiva de inves- tigaci6n, que oscilaba entre adoptar una posicién dentro de los mundos vivenciales de quienes estén implicados en una interacci6n (una perspectiva intersubjetiva) 0 mantenerse fuera de la transacci6n y presumir que se hacian observaciones objetivas susceptibles de «vali- dacién por consenso», Esta viltima postura queda ilus- trada por el concepto de Sullivan de adistorsi6n pz ‘&xica», un proceso a través del cual las experiencias corrientes que una persona tiene de los otros se dice que son «deformadas» como consecuencia de su his- toria interpersonal pasada. Deseamos enfatizar aqui que el concepto de distorsién paratéxica consagra otra variante de la doctrina de la mente aislada, una men- te separada de una realidad «objetiva» que o bien apre- hende exactamente, o bien distorsiona. Esta postura'] Objetivista contrasta con la intersubjetivista, en la que se supone que la realidad personal de uno mismo esta siempre codeterminada por rasgos del ambiente y por Jos particulares significados alos que éstos son asi- 7 milados, J El psicoanilisis interpersonal contemporneo estd] bien representado por el esfuerzo de Mitchell (1988) Por desarrollar un «modelo relacionab integrado, a par- tir del trabajo de Sullivan y de los teéricos de las rela- ciones de objeto britinicos, muy especialment: baimn (1952). La descripcién general de Mitchell de la 55 teorizacién del modelo relacional en psicondlisis es alta- ‘mente compatible con nuestro punto de vista: Desde esta perspectivala untdad bisica de estudio no es élindividuo como tna entidad separada cuyos deseos cho- can contra una realidad externa, sino un campo interac- ional dentro del cual el individuo surge y en el que se esfuerza por estar en contacto y por artcularse a s{ mismo. [ Hldeso sempre se apamens anf contest de la rla cionalidad, y es este contexto et que define su sentido. Ta mente est compuesta de configuraciones relaciona- les [..] Se considera que la experiencia se estructura a través de las interacciones [..J (pp. 34]! ‘Apesar de la armonia que existe entre su visién de conjunto y la perspectiva intersubjetiva, en el trabajo de Mitchell apareven restos ce la ment mente en la apicacin clinica de su que continuamente se ocupa en para atraer al analista hacia los viejos patrones de relacién con los que el paciente ha quedado comprometido ya os que es profundamente leal. Respecto del analista, se dice que inevitablemente se descubre a sf mismo como un «coactor en el drama apasionado del paciente «que pone en acto (enacting) los viejos escenarios del pacien- te» (p. 293) y que inexorablemente cae en «las categorias predeterminadas del pacientes (p. 295). El paciente -0, ‘mejor, la mente del paciente~ se describe aqui como el director principal de la escena psicoanalitica, mucho mds al modo del agente omnipotente de Schafer (1976) y el sistema de influencia unidireccional encarnado en la teo- sade la identificaci6n proyectiva. Se presta una atencin insuficiente’al hecho de que el paciente se vuelva co- 36 actor en el drama del analista, al impacto reciproco sobre la experiencia del paciente de las categorias preconfigu- radas del analista (incluyendo la suposicién de que los pacientes recurren a estrategias), transmitidas, por ejem- plo, a través de las interpretaciones del analista. Nos pare- ‘ce que en este abordaje clinico el elegante modelo rela- ional de Mitchell se desploma finalmente en tna variante del mito de la mente individual. @Por qué, tal como hemos visto, ¢s la mente aislada, un demonio tan dificil de exorcizar, incluso para aquell que se han dedicado asiduamente a esta tarea? Tal com hemos propuesto antes, nuestra idea es que esta omni- presente imagen reificads sirve bajo todas sus formas para experiencia humana en un contexto intersubjetivo consti- tutivo. La méquina impersonal, el ego aut6nomo, el agen- te omnipotente, el self pristino e inviolal imégenes de una mente aistada del impact del eniorno contrarrestan, parafraseando a Kundera ), lo que se podrfa denominar se! insoportable encla- jiento [embeddedness] del ser. Andlogamente a los cstaclos aslados en el desarrolo temparano (Ogden, 1991), éstos proporcionan un «parachoques contra la tensién continua de estar vivo en un mundo de seres humanos», La onrocénesis DE LA EXPERIENCIA PERSONAL [Nosotros sostenemos que el desarrollo de la experien- cia personal siempre tiene lugar en un sistema inter- ce continuado. Antesiormente (Atwood y Stolo- 7 row, 1984), resumimos la perspectiva intersubjetiva del desarrollo psicolégico en un capitulo escrito en cola- boracién con Brandchaft: El desarrollo psicolégico y la patogénesis son ambos (..] conceptualizados en términos de contexts intersubjeti- vas espeeificos que conforman el proceso de desarrollo y facilitan u obstruyen la negociacion det nifio de las tareas indispensables para la evoluciGn y el paso exitoso a través de fases del desarrollo, Hl foco de observacin es el terre sicoldgico en desarrollo consttuido por Ia interacc de las subjetividades, organizadas de manera diferente, del alto y de sus cuidadores [p. 65). Se ha acumulado un impresionante cuerpo de datos "de investigacién que documentan que la organizacion en evolucion de la experiencia del nifio debe verse como una propiedad del sistema de regulacién mutua nifio- | cauidadores (véase Lichtenberg, 1983, 1989; Sander, 1985, 1987; Stern, 1985, 1988; Beebe y Lachmann, 1988a,b; Emde, 1988a,b). Segtin Sander (1985, 1987), es el sis- tema nifio-cuidador el que regula y organiza la expe- riencia de los estados internos del nifio, El desarrollo ‘ide la competencia autorreguladora, por tanto, es una competencia de los sistemas. En un trabajo mds tecien- te, Sander (1991) ha mostrado que incluso la sensacién de ser distinto, Gnico, y de la iniciativa personal pro- viene de ~y estd sostenida dentro de- un sistema para el desarrollo, en el cual hay una «especificidad de ade- cuacién» sincr6nica entre los estados cambiantes del nifio y la habilidad del cuidador para reconocerlos, Tam- bién Stern (1985) habfa descrito con gran detalle varios sentidos del self'a partir de las interacciones de las nifios con «los otros autorreguladores» (selfregulating others). 8 Beebe y Lachmann (1988a, b) han mostrado que los patrones recurrentes de mutua influencia entre madre € hijo proporcionan la base para el desarrollo del self y de las representaciones de objeto. Estos autores sos- ticnen que en las representaciones més tempranas lo que est representado es «un fenémeno diédico emer- gente, estructuras de la interaccién, que no pueden ser descritas en base a ninguna de las dos partes de la pare- ja por si sola» (Beebe y Lachmann, 1988a, p. 305). Una opini6n similar de la base interaccional de la formacién de la estructura psfquica esta implicita en la discusién que hace Lichtenberg (1989) de los esquemas o «guic- nes» que subyacen a la experiencia de diversos sistemas motivacionales, y en la descripcién de Emde (1988a) de eestructuras de la personalidad que se desatrollan a partic de la internalizacién de «patrones de relacién nifio-cui- dador, Cada uno de estos autores describe, con distin tos lenguajes, como patrones recurrentes de transac- ciones intersubjetivas dentro del sistema en el que tiene lugar el desarrollo dan como resultado el establecimiento de principios invariantes que, inconscientemente, orga- nizan las subsiguientes experiencias del nifio (Atwood y Stolorow, 1984; Stolorow et al., 1987); una esfera de inconsciencia que nosotros denominamos el sincons- ciente prerreflectivor (prereflective unconscious) (véa- se cap. 2). Son estos principios ordenadores, que han} cri izado dentro de la matriz del sistema nifio-cui- dador, los que forman las piezas esenciales Peteocmt| truccién de la personalidad. Algunos pueden ver una contradliccién entre el con- cepto de principios preestablecicos a lo largo del de- sarrollo que organizan las experiencias subsiguientes y nuestra repetida discrepancia de/en el sentido de que la experiencia siempre est enclavada en un contexto 39 intersubjetivo constitutivo, Esta contradiccién es mas aparente que real. Una persona entra en cualquier situa- cién con un conjunto establecido de principios orde- nadores (la contribucién del sujeto al sistema inter- jetivo), pero es el contexto el que determina cules fe entre la serie de estos principios serén llamados a |, organizar la experiencia. La experiencia queda organi- zada por un principio invariante concreto s6lo cuando hay una situacién que en sf misma se presta a ser asi organizada. Por ello, la organizacién de la experiencia ‘puede verse como codeterminada por ambos: por los principios preexistentes y también por un contexto con- tinuado que favorece a uno u otto de ellos por sobre Jos demds. ‘Ejemplos de esta codeterminaci6n se ven ficilmente ‘en el curso del tratamiento psicoanalitico, en las cam- relaciones figura-fondo entre lo que nosotros 4 (Stolorow etal, 1987) hemos denominado la dimension dle selfobject y la dimensiGn repetitiva de la Wansferencia. Enladimensién de selfobject el paciente anhela-que el analsta le suministre experiencias de selfobject que estu- vieron ausentes 0 fueron insuficientes durante los afios de formacién (Kohut, 1971, 1977, 1984). En la dimen- |siGn repetitiva, que es fuente de conflict y resistencia, cl paciente espera y teme la repeticién con el analista mo teldn de fondo, segtin el paciente perciba que cl analista esté o no en sintonfa con sus necesidades y tados emocionales. Por ejemplo, cuando se vivencia \|que el analista esta mal sintonizado, y por tanto se pre- \sagia una repeticién traumatica de un fracaso del de- sarrollo temprano,entonces la dimensién conflictiva y 60 resistencial pasa a ptimer plano y las necesidades de self object del paciente pasan a ser ocultadas, Por otro lado, cuando el analista es capaz de analizar cuidadosamente la experiencia del paciente de la ruptura del lazo tera- péutico, y demuestra entender los estados afectivos reac- tivos del paciente y los principios que los organizan, enton- ces la dimensién de selfobject queda restaurada y fortalecics, y la dimensin confictiva/resistencial/repeti- tiva tiende a retroceder para ocupar el plano de fondo. En nuestra experiencia, las transferencias repetiti- vas intratables estén codeterminadas (en grados varia- bles) por ambas partes: por la presiGn implacable de los principios invariantes del paciente, un producto de la ausencia o de la precariedad de principios alter- nativos para organizar la experiencia, y también por jonadlos con fa actitud del analista que por retraumatizacion repetida del paciente (véase capftulo 7). Un tratamiento psicoana’ ltico exitoso, descle nuestro punto de vista, no produce cambios terapéuticos alterando 0 eliminando los prin- cipios organizadores invariantes del paciente. = la mejora se consigue a través de nuevas experiencias de relacién con el analista a medida que aumenta la capa- cidad del paciente para la autoconciencia reflexiva, de | ‘manera que se facilita el establecimiento y consolida- cin de principios alternativos que, de esta forma, ensan- chan el repertorio vivencial del paciente. Dicho en tér- minos més generales, la formacién de nuevos principios organizadores en un sistema intersubjetivo es lo que constituye la esencia del cambio que induce al desarrollo alo largo del ciclo de la vida. a! Deberia quedar claro que el punto de vista inter- subjetivo del desarrollo psicolégico no debe confun- dirse con un ambientalismo ingenuo. Mas bien incluye a Jo que Wallace (1985) felizmente denomina «causaci6n interseccionals (intersectional causation). Se entiende en todo momento que las experiencias formativas del nifio emergen de -y son-determinadas por- la inter- seccién de su organizacién psicoldgica tal como ha evo- ucionado hasta ese momento y rasgos especificos del entorno que le cuida. En este modelo, el desarrollo de a organizacién psicolégica del nifio siempre es visto como un aspecto de un sistema nifio-cuidador que evo- luciona y madura. Estudios de las vicisitudes del sistema de desarro- lo estén dando origen a una teoria psicoanalitica de la ‘motivacion radicalmente modificada, La idea de la moti- vacién en términos de funcionamientos de un aparato: ‘mental que procesa energias del impulso instintivo ya no resulta, obviamente, adecuada. En cambio, se ha lle-) ‘gado a reconocer cada vez més, tal como lo defiende acertadamente Lichtenberg (1989), que «as motiva- ae rioe la experiencia vivida» y\ que la vitalidad de la experiencia motivacional sel cambios con carga afectiva entre los nifios y sus cui- | dadores» (p. 2). Més importante atin, en nuestea/ opinién, ha sido el cambio desde la pulsién al afecto como constructo motivacional central en el psicoané- lisis (véase Basch, 1984; Demos y Kaplan, 1986; Jones, 1995). La afectividad, ahora lo sabemos, no es un pro: ducto dé mecanismos intrapsiquicos aislados; es una| propiedad del sistema de mutua regulacién nifio-cul- dador (Sander, 1985; Rogawski, 1987; Demos, 1988). } Stern (1985) ha descrito de forma finamente detallad: Ja regulaci6n de la experiencia afectiva dentro de la diada nifio-cuidador a través de procesos de compar: ibjetivémente’y de sintonia afectiva mutua. «El | intersul ia afes 2 ( Bistoria de las transacciones afectivas de la persona. Po I cambio de la pulsién al afecto resittia la teo- tia psicoanalitica de la motivacién plenamente dentro de la ésfera de lo intersubjetivo. Desde esta perspec- tiva, no se ve el trauma temprano de desarrollo como una inundacién por parte de las pulsiones de un aparato mental mal equipado. Més bien, tal como de-, sarrollamos en el capitulo 4, la tendencia de las expe. riencias afectivas a crear un estado del self desorgani- Fado 6 desintegrado se considera originada por sintonias afectivas tempranas defectuosas —tupturas: delsistema nifo-cuidador— que llevan a la pérdida de | Ta capacidad de regular el afecto (Socarides y Stolorow, 1984/85). Estos son los peligros de base que haran sonar la alarma de los posteriores estados de ansieda Como demostramos en el capitulo 2, el cambio de Bulsién al afecto lleva inevitablemente a una visi6n, ‘Intersubjetiva de la formacién del conilicto Psiquico y jente se ha denominado «inconsci€nte dinamicos, rr ~~ Periffannos ahora considerar, desde una perspec“) tiva intersubjetiva, el desarrollo de un componente de | a experiencia personal que tiene gran importancia .| ica: el sentido de la realidad. La génesis del sentido dela realidad (the real) ‘Vamos a tratar aqui el proceso por el cual un nifio adquie- re una experiencia del mundo y de si mismo como real Eltérmino «realidad», tal como nosostros lo usamos, se reficre a algo subjetivo, algo experimentado como sen- 6 NIAADDADAIAADADADADIIAI IID IIDIOYO timiento 0 como sensacién, més que a una esfera exter na del ser con existencia independiente de la del sujeto hhumano. En la teorfa freudiana clésica, se describe la realidad de esta Ultima manera, y el desarrollo psicolé- sgico se conceptualiza como un ir contactando gradual- ‘mente con las condiciones y constriccciones de este mundo externo independiente. Segtin Freud (1923) y otros tedricos clésicos (Ferenczi, 1913; Fenichel, 1945), las experiencias de frustraci6n y decepciGn son un punto clave para el proceso de establecer contacto con la rea- lidad. Estos momentos dolorosos pero inevitables impul- san supuestamente al nifio a dejar un modo de funcio- namiento indiferenciado y contribuyen a la separaci6n de un yo que asi tiene en cuenta la independencia del mundo externo y que, de esta forma, puede operat baj 1ado principio de realidad. Nuestro enfoqu contraste, se centra en cémo se establece en el nif sentido (sense) de que lo que él experimenta es real en cémo este sentido de lo real se desarrolla dentro de ‘una matriz intersubjetiva facilitadora. on anterioridad hemos destacado (Stolorow, At- wood y Brandchaff, 1992) la importancia que tiene para el desarrollo una funcién de selfobject que contribu- yaa la articulaci6n y validacton del mundo de expe- riencia personal que el nifio va desplegando, y la hemos denominado como funcién de selfobject que delin al-solf (the self-delineating selfobject function). O amos que el desarrollo del sentido de la realidad del | nifio se produce principalmente no como resultado de la frustraci6n y la decepcidn, sino mas bien a través de la'sintonia emocional validante por parte del entorn tuna sintonfa suministrada a través de un completo espectro de experiencias afectivamente intensas, posi- tivas y negativas. Ast, la realidad cristaliza en el interfaz: “4 de subjetividades que interactiian y que estan afecti) vamente sintonizadas. Lafluncién de selfobject que delinea-al-self (the self." delineating selfohject function) podsia describirse alo largo de un continuum del desarrollo, desde las formas de validacién sensomotoras tempranas que se produ- cen en las transacciones preverbales entre el nifio y * el cuidador, hasta posteriores procesos de validacién que cada vez mas tienen lugar a través de una comu- nicacién simbdlica e implican la toma de conciencia por parte del nifio de que los otros son centros de subje- tividad separados. Existen formas preverbales de validacin implicitas en el didlogo sensoriomotor en las que queda expre- sado que el cuidador capta el sentido de los estados sub- jetivos cambiantes del Esta comunicacién, que se da principalmente a través de modulaciones del tacto, Ja forma de sostenerle en brazos, la expresion facial, y el ritmo vocal y la entonaci6n (Stern, 1985), crea un cam- po intersubjetivo que se hace eco y espejo de las expe- siencias que le van sucediendo al nifo. Bste campo pro- porciona patrones sensoriomotores que articulan los iferentes aspectos de lo que el nifio percibe y siente, ¥ pone los cimientos para el sentido de la realidad del ‘mundo y también del naciente self del nif. ‘Nuevas formas de validaci6n se tornan posibles una vez que el nifio se vuelve consciente de los otros como sujetos que tienen experiencias (Stern, 1985), En esta fase, los actos de identificacién participatoria del cui- dador con los estados subjetivos del nifio van siendo comunicados, cada vez més, a través de simbolos, ver- bales y otros, que permiten la evolucién gradual de un mundo simb6lico del self y del otro, experimentado ‘como real por el nifio. 65 Se pueden dar graves trastomnos de este proceso de desarrollo en cualquier fase sila sintonfa validadora esta profundamente ausente. stas circunstancias, el nifio, a fin de mantener aquellos lazos que son vit para su bienestar, se ve obligado a acomodar la 0 zacién de su experiencia a lador. Cor gada de la comunicacién simt Jos otros como centros de subjetividad, una acomoda- cidn asi puede desembocar en un mundo subjetivo cons- titwido en buena parte por una realidad ajena impuesta desde fuera (véase Brandchaft, 1991), En Jos siguientes capitulos se exponen diversos de- enlaces patol6gicos de los trastornos en el desarrollo del sentido de la realidad el estrechamiento severo del dominio de la conciencia reflexiva de uno mismo (reflec- tive selfawareness) (capitulo 2); perturbaciones en el desarrollo de la afectividad y de la cohesion mente-cuer- ‘po (capitulo 3); dudas atormentadoras sobre la realidad de injurias traumaticas tempranas y sobre la validez de la experiencia de uno mismo en general (capitulos 4 y 5), y la elaboracién de formaciones de fantasfas dra- ‘miticas que concretizan el proceso de usurpaci6n psi- colégica (capitulo 5). 66 Capitulo 2 LAS TRES FORMAS DE INCONSCIENTE En este capitulo vamos a aplicar la perspectiva inter- subjetiva para reconsiderar lo que es la piedra angular del pensamiento psicoanalitico: el concepto de los pro- ‘cesos mentales inconscientes. En un intento anterior de reconceptualizar el incons- ciente, nosotros (Atwood y Stolorow, 1984) distinguimos dos formas de inconsciente que son importantes para el psicoandlisis: el inconsciente pre-reflexivo y el inconscien- te dindmico, més conocido. Los dos differen del «precons- ciente» de Freud (1900, 1915) en que pueden hacerse conscientes sélo con gran esfuerzo. Bl término incons- lente pre-reflexivo se refiere a la formacién de la expe riencia a través de unos principios organizadores que operan fuera del conocimiento consciente de la persona: } "kos principios organizadores del mundo subjetivo de una persona, tanto si operan positivamente (dando lugar a la mutua regulacin de la experiencia afectiva dentro del siste- ma evolutivo. Entonces escribimos: * Los contextos intersubjetivas especificos en los cuales ef cconflicto toma forma son aquellos en los que el estado afectivo central del nifio no puede ser integrado porque falla el requisito de una responsividad empética por parte| del entorno cuidador. Estos estados afectivos no agrados se vuélven fuente de conflicto interno ducantel_ toda la vida, porque son experimentacios como amen: 7zas para la organi persona y para el miant son imprescinaibles p: raciones defensivas de ‘elven a entrar en juego cuando reaparecen en la situa- cin analitica en forma de resistencia {...] El origen de Jo que tradicionalmente se ha denominado «inconsciente din4mico» puede encontrarse en el secuestro defensi- centrales, que se remonta sn la integraci6n de los afectos [pp. 91-92} Desde esta perspectiva, el inconsciente dinamico no se considera constituido por derivados pulsionales reprimidos, sino por éstados afectivos que fueron tapia- dos defensivamenté porque no habfan conseguido evo- car una responsividad empitica por parte del entorno de la infancia. Este secuestro defensivo de los estados afectivos centrales, que intenta proteger de la retrauma- 6 tizacién, es la principal fuente de resistencia en el trata. miento psicoanalitico, y también de la necesidad de dis- frazar estos estados cuando son representados en los suefios (Stolorow, 1989) Bste cambio de as pulsio constitucién de ciente dindmico no es un simple cambio de terminologia. Como hemos dis- [= en el capitulo 1, la regulacién de la experiencia afectiva es una propiedad del influencia reciproca y mi entendemos que el inconsciente dinamico toma forma dentro de un siste- ma de este tipo, se nos hace evidente que la frontera entre consciente e inconsciente es siempre el producto de un contexto intersubjetivo especifico. Con su atencién a itudes de los procesos ‘mentales inconscientes, el psicoandlisis, hasta hace poco, hatenido poco que decir sobre la ontogénesis de la con. ciencia, Es nuestro enfoque, tal como hemos explicado en el capitulo 1, la experiencia consciente del nifio se va articulando progresivamente a través de ls repues- tas validatorias del entorno de la infancia, La experien-) (cia afectiva del nifio, por ejemplo, se va ae | progresivamente y se va elaborando cognitivamente a| través de las respuestas empaticas de los cuidadores| a sus estados y necesidades emocionales (Socarides Stolorow, 1984/85). Esta sintonia empatica debe, por descontado, ser comunicada de forma que sea la ade- cuada al momento evolutivo de las capacidades psico- l6gicas del nifio. De esta concepcién de que la conciencia se articu- i la dentro de un sistema intersubjetivo se puede derivar que dos formas parecidas ¢ interrelacionadas de incons- ( ciente pueden desarrollarse a partir de situaciones en Jas cuales est4 ausente el requisito de una responsivi- 7 ~ dad validatoria'. Cuando las experiencias infantiles no son respondidas de forma regular, o son activamente rechazadas, el nifio percibe qué aspectos de su propia experiencia no son bienvenidos o son peligrosos para, elcuidador. Entonces se deben sacrificar (reprimit) cier- tos sectores del mundo experiencial del nifio para sal- vaguardar asi la relacién que es necesaria para la su- pervivencia, Tal como ya hemos sugerido, éste es el Origen del inconsciente dindmico. Ademés, otras caracy terfsticas de la experiencia del nifio deben permanecer| inconscientes, no porque hayan sido reprimidas, sino porque, al no haber habido una validacién por parte del Contexto intersubjetivo, simplemente nunca estaran en disposici6n de hacerse articulables. En ambas ins+ tancias, el limite entre consciente e inconsciente se revel como algo que esté en un cambio constante, producto de la sensibilidad cambiante del entorno hacia diferen- tes regiones de la experiencia infantil, Creemos que esta conceptualizacién continta siendo valida después de la nifiez, de manera que se puede observar ficilmente en Ja situaci6n analitica, en la que la resistencia del paciente puede fluctuar como consecuencia de las percepciones || de las variaciones de la receptividad y sintonia del ana- lista con la experiencia del paciente. La idea de un flexible que forma parte de un sistema intersubjetivo con- trasta grandemente con la noci6n tradicional de la barre- ra represiva como una estructura intrapsiquica fj, «una division de que Separa los contenidos conscientes e inconscientes, "Bn un trabajo antetior (Stolorow et al, 1987), hemos sugerido ue el falo masivo de la funcién de validacion de la percepcién (urante el desarrollo) es un importante factor en la predisposicion alos estados psicéticos. a

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