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| | 88678" PVP: 400 ns, 1 Master en Sevaidad Humana, organiza por la Universidad Nacional de Béucacin a Disancis y la Fundocdn Universidad ‘Empresa, prctene dar respuesta a la denanda socal, en materia de formacin e informacion, educacién y oientacién seta. De esta form, la sociedad espaloa tn crete y necesita de este tip de estudios unversitarosfnalmentepodré accede a una tiulacin académica, El Master, des las carateristias que compora la Sexuaidd,tene un contenido mukiisilirar. As, psicsons,anroplogns, médios, socisogos, bidlogos,pedagogs y crs profsionales dispondrin de a posbildad de formarse con rigor y seredad en un fea de conociniento ue hasta present eles habia nega desde as instusiones. S preciso analiza el riesgo quel sexualided recibe bajo ! patiarado. Sin embargo, est trabajo no puede reaizase sin abordarpreviamente un tema mis gener: la construccdnfsocalzacion del ‘arn Est tei aporta una visi personal sobre el mieo del comporiamiento asco, ‘sgn parte de et iro tats dels diversas formas en que sevualidad una esfera especilmeate maniulable, es uiizada como un ama arojadizaalumente inifcatva para el manenimiento de una siuacén que destaca por la inferiordad de poder del conjuno de ls jets frente acount de los vars. ENT MARQUES (Vile, 143) es socislogo y esto. He ensefado Sociologia ent Universidad de Valencia desde 1868 y, ‘atc su actvdsd periodic, dstac sx sezcin semaral «Relaciones Personals, en Bl Pas durante seis aos. Ene ots lis es ator de eel poder er la cana? AQUEL OSBORNE, Master ofPplsophy por la Universidad < de New Yor y doctra en Sociologia po la Universided Complutense de Madrid. Trobe en el Insituo de Exuios Sociales Avanzada (CSIC). Ha poblicado numerososanticulos ydiversos libros, entre estos kimos Las mujeres en la encruciada de la sexualiad (1989). il SEXUALIDAD Y SEXISMO faa Be 1, NO SE NACE VARON Hace ya més de tres décadas, Simone de Beanvoir escribfa que «no se nace mujer», indicando que les caracteristicas 4e las mujeres obser- vables no eran biolégicas o innatas, sino efecto de un proceso de so- cializaci6n orientado desde unas concepciones sociales determinadas. La afirmacién complementaria «no se nace varén» no ha sido estable- cia o no lo ha sido con igual énfasis. Los varones en general dan por sentado que sus caracteristicas se deben a algtin tipo de intrinseca mas- culinidad. Solamente a veces aluden al efecto de la educacién de una manera periférica, por lo general para disculparse diciendo «tuve una educacién machistas, pero dando a entender que ello afects slamente a algunos aspectos de su ideotogfa o simplemente de sus modales. Es posible que muchos varones ilustrados tengan técitamente esa concep- ién: los hombres son tal como son y las mujeres tal como las ha he- cho la sociedad. Esta concepciéa, sin duda paternalista, se corresponde con una determinada fase del proceso de aceptacién de la igualdad en- tro los sexos mantenidos por algunos hombres y mujeres. Tras un pre- dominio de la idea de que las mujeres eran inferiores y ademds culpables se abri6 paso la concepcién de cue las mujeres, siendo potencialmente iguales a los hombres, no habrien alcanzado el desarrollo de éstos, pe- +0 no por culpa de ellas, sino d: la sociedad, represora y discrimina- dora. Esta posicién supone canonizar al vardn, dando por sentado que éste constituye la normalidad o plenitud del sujeto humano. ‘Sin embargo, el varén no es menos un producto social de lo que lo sea la mujer. Apenas identificado por sus genitales como varén el recién nacido, la sociedad trata de hacer de é1 aquello que ella entien- de por varén. Se trata de fomentarle unos comportamientos, de repri- mirle otros y de transmititle ciertas convicciones sobre lo que significa ser varn. Paralelamente, su ubicacién en un colectivo situado en una posicién de superioridad sobre otro colectivo, el de las mujeres, ali ‘mentard su préctica con la perspectiva y pautas propias del grupo. El proceso de construcciGn social del vardn supone una operacién ‘con dos caras que pocas veces son explicitadas. De una parte, se redu- cen las diferencias personales potenciales entre los individuos varo- nes tratando de uniformizar a estos en torn a un modelo de sujeto masculino. De otra parte, se treta de aumentar las diferencias que to- dos los varones podrian tener con las mujeres, sometidas a un pareci- do proceso de reducién de diferencias individuales y homogenizacién ‘en torno a un modelo de sujeto femenino. Dicho de otra manera: ni los hombres son tan parecidos entre sf potencialmente, ni son poten- cialmemte tan diferentes de las mujeres. Aun después de sufrir el proceso 40 de socializacién o constitucién social del género, los varones y las mu- |jeres manifiestan notables diferencias con respecto a las personas de ‘su mismo sexo y notables coincidencias con respecto a personas del ‘otro sexo. Pero él sistema patriarcal se encargeré de tratar a Jas perso- nas como si fuesen idénticas a las de su mismo sexo y muy diferentes a las del opuesto. Pongamos algunos ejemplos: Un individuo vardn puede ser poten- cialmente més 0 menos agresivo; pero, en primer lugar, se le educard fomentando su agresividad y, en segundo lugar, independientemente de la mayor o menor agresividad que haya alcanzado, seré tratado co- mo si realmente tuviese la agresividad que la sociedad le atribuye al prototipo masculino. El sistema no siempre logra hacer a los varones Como pretende; de modo que existe la posibilidad de que un sujeto con- creto resulte dafiado por el sistema, en cuanto le exige una cualidad {que no posee; pero también que sea protegido por el mismo, en cuanto Te atribuye cualidades que no ha alcanzado. Volveremos a este punto, ‘Sigamos con los ejemplos. Que los varones tengan un promedio de ‘un 50 % més de fuerza muscular que las mujeres no significa que to- do hombre sea més fuerte que cualquier mujer. Sin embargo, la socie- dad patriarcal ha venido prohibiendo ciertas actividades a las mujeres y autorizéndolas a los hombres independientemente de lo fuerte que fuese una mujer y de lo débil que fuese un hombre concreto. Suponga- ‘mos que en el hogar de una pareja se oyen rui¢o que delatan la presen- cia de un intruso agresor. (Quién debe levantarse de la cama para hacerle frente? Desde el punto de vista préctico, quien tenga mayor fuerza y habilidad en el combate 0 ambos formando equipo. Sin embargo, la sociedad patriarcal propone que sea el vardn, aunque no tenga media bofetada. No siempre consigue el patriarcado, insistimos, que los hombres sean muy diferentes de las mujeres o viceversa, El sistema se ocupa entonces de que los sujetos no perciban como iguales situaciones 0 ac- titudes que si no son idénticas son muy parecidas. Lo que hacen las ‘mujeres es interpretado siempre como femenino y lo que hacen los hom- bres es interpretado siempre como masculino. Asi ha habido casos de mujeres que al hacerse cargo de la corona han manifestado excelentes ‘cualidades de gobierno, pero la historia androcentrista no suele decir de ellas que tenfan aguda visién politica o excelentes dotes de mando —cualidades oficialmente masculinas—, sino que «supieron preservar el trono de su hijo» —actitud maternal o femenina—. Muchas actitu- des son, a ojos de un observador atento, ambiguas. Un gesto airado puede indicar tanto reprobable rabieta como noble indignaci6n, La ru- {Una de la percepeién patriarcal atribuird el primer significado a un actor 41 ee femenino y el segundo a un actor masculino, pues las mujeres son te- nidas como inestables emocionalmente y los hombres como serenos, pero susceptibles respecto a su dignidad o irritables ante la justicia, ‘Resumamos: La sociedad patriarcal construye a varones y mujeres a partir de la identificacién de su sexo. No logra la reduccién de las, personas 2 dos tinicos modelos: var6n y mujer, pero las trata como si Io hubiese conseguido y evita que unos y otras sean conscientes de sus similitudes. Convendré tener esto presente cuando nos dediquemos a seguir el proceso de construccién del varén. 2. VARONES Y MUJERES. UNA FORMULA PROVISIONAL {Qué es, pues, un var6ny una mujer socialmente hablando? Ofrez- ‘camos una «formula» muy insatisfactoria, pero que puede resultar clara: Un vardn es: una determinada combinacién de posibilidades humanas; — menos aquellas posibilidades que se le han amputado a partir de haberlo identificado como varén; més aquellas posibilidades que se le han fomentado a partir de hhaberlo identificado como varén; — més una consigna bisica que interioriza al identificarse como varén, ‘Simétricamente, aunque no con idénticos contenidos, una mujer es: una determinada combinacién de posibilidades humanas; — menos aquellas posibilidades que se le han amputado a parti de su identificacién como mujer; mas aquellas posibilidades que se le han fomentado a partir de haberla identificado como mujer; més una consigna bésica que interioriza al identificarse como moujer. En primer lugar, hemos querido subrayar a la vez. dos cosas: que el campo de posibilidades humanas es tinico, salvo en lo que al papel reproductor staf, que varones y mujeres tiene naturalmente las mis- mas posibilidades, que el sexo no determina mds ni menos aptitudes © cualidades y, de otra parte, que cada sujeto independientemente de su sexo, tiene una combinacién diferente de esas aptitudes, En segundo lugar, subrayamos dos aspectos del proceso de sociali- zacién diferenciado que sufren hombres y mujeres. De una parte, se 42 le reprimen o frustran aquellas actitudes o intereses que la sociedad patriarcal considera impropia del sexo del sujeto. De otra parte, se les fomentan y desarrollan aquellas que coinciden con el modelo patriar- cal de lo que debe ser un hombre y una mujer, Los contenidos son, sin embargo, desiguales. Al vardn en const cién apenas se le amputan aquellas posibilidades que van en direccién de lo que se le atribuye a las mujeres: Se le reprime y ensefia a repri- mir la afectividad y el interés y competencia por todo aquello relativo al orden doméstico. Se le fomenta en cambio el interés por todo lo de- ‘mas, as{ como las cualidades 0 defectos de esfuerzo acumulativo, com- petitividad, agresividad, organizacién y mando, intervencién publica, etc. Hasta fechas muy recientes a las mujeres se les reprimia o ampu- taba todo lo que no se les fomentaba. Actalmente no se les reprime expresamente la actividad laboral y publica, aunque sf que lleven «de- masiado lejos» sus intereses. La ambicién sigue siendo una cualidad positiva o negativa segiin sea un varén o una mujer quien la posea. Incluimos finalmente 1o que llamamos consigna basica. Entende- mos que més alld de lo que a todos los varones se les amputa y se les fomenta, existe la transmisién de una idea o consigna bésica fntima- mente unida a la nocién misma de identidad de género. Desarrollare- ‘mos este punto ampliamente al reconstruir te6ricamente el proceso de socializacién del varén. De momento anticiparemos que la consigna bbasica que se transmite a los varones es la de ser vardn es ser impor- tante. La consigna basica tradicional para la mujer ha venido siendo la de ser mujer es ser para otros. Evidentemente en nuestra época se ha suavizado la consigna basica a las mujeres, pero no nos incumbe aqui hablar sobre las mujeres, sino sobre los varones. Hasta aqui el nicleo de la «f6rmula» del hombre y de la mujer. De- bemos completarla ahora con algunas caracteristicas diferenciadoras de unos y otros, que se aprenden quizés més tarde a consecuencia de la pertenencia a grupos de sexo socialmente desiguales, esto es, domi- nante el uno y dominado el otro; 0 al menos con diferente grado de acceso a todo aquello que se considera bienes, A la eférmula» del var6n hay que afadirle, pues: — més la perspectiva y los modos de opresor o dominante; — ms ciertos usos relativamente neutros propios del grup. — mis las formas colectivas de lamento del opresor. A la f6rmula» de la mujer hay que afiadirle: — més los trucos y artimafias de adaptacién a una situacién de ausencia de poder directo o abierto; 43 ov — més ciertos usos relativamente neutros propios del grupo; — mas las formas espontineas de protesta contra su situacién, En ambas «f6rmulas» se ha incluido la existencia de pautas adqui- ridas a través de la pertenecia al colectivo masculino o femenino res- pectivamente. Sin embargo, pocas de esas pautas son accidentales 0 neutras en el sentido de no estar marcadas por el caracter dominante 0 dominado del grupo. Que los varones fumen con la mano izquierda constituye tn hébito de grupo posiblemente casual. Sin embargo, que tradicionalmente los hombres se hayan expresado con un leguaje rudo (© soez no parece ser independiente del hecho de que se identifiquen con el guerrero o el jefe. Entre los hébitos propios de los varones mu- cchos traducen una perspectiva desde lo alto de la jerarquia social o cons- tituyen modos propios de quien manda, aunque sblo sea sobre una mujer ¥y unos nifios. El gusto por la demostracién o simulacién de la fuerza y el poder pertenecen a este tipo. ‘Aquellos usos de las mujeres que no parecen casuales son en bue~ na parte trucos o artimafias de adaptacién. Privadas de libertad y de poder las mujeres se han visto obligadas a obtener indirectamente al- giin alivio a su situaci6n. Han generado formas de conseguir cosas —muchas 0 pocas, razonables o no razonables, probablemente nunca todas las cosas— sin plantear abiertamente batalla. El ruego, la seduc- i6n, el halago 0 el chantaje sexual son algunos de esos trucos 0 arti- ‘mafias de adaptaci6n. Algunos de ellos pueden ser considerados como abominables mientras que otros constituyen alternativas muy vélidas a las formas masculinas de hacer la cosas, pero no es esta la cuestién que aquf nos preocupa. En Ia «frmula» masculina hemos incluido lo que Hamamos «for- mas colectivas de lamento del opresor». Evidentemente un individuo vvardn puede quejarse como le plazea, pero algunas formas tienen ca- récter colectivo. Que los varones estén en la situacién dominante no quiere decir que sean felices y que su situacién con respecto a las mu- jeres sea ventajosa no quiere decir que estén contentos con ello. Los ‘varones han creado «andraceos» 0 lugaros donde refugiarse solos, ta- les como el club inglés o rituales para hombres solos, como las excur- siones de caza 0 las pefias futbolisticas. Por otra parte, cuando los varones se quejan de un fracaso sentimental no dejan de hacerlo desde la proclamacién de algtin tipo de superioridad, siquiera sea puramente moral, como evidenciaria ua andlisis de las letras de las canciones. Probablemente existen también formas femeninas de lamento, pe- ro, a efectos de subrayar las diferencias entre la «frmula» femenina y la «fSrmula» masculina, nos interesa subrayar més las formas espon- 44 téneas de protesta que las de lamento. Auncue la protesta organizada de las mujeres contra el patriarcado sea un echo reciente, rastreando en el comportamiento femenino pueden hallarse actitudes inconscien- tes de protesta, comenzando pot el mismo sabotaje de las tareas do- mésticas, ‘siguiendo con las jaquecas, etc. A través de esta «formula, sujetos masculinos que podrian ser muy diferentes entre s{ y no muy diferentes de algunas mujeres llegan a pa- recerse y a tener tn comportamiento relativamente oponible al de las mujeres. Y lo propio les ocurre a éstas. El proceso de construcién so- cial de varones y mujeres no es mecénico ni siempre exitoso. No pre- tendemos afirmar que todos los hombres y todas las mujeres salgan troquelados de una forma idéntica, pero s{ que todos y todas son ex- puestos a la acci6n de un mismo troquel. Dos varones ilegan a dar res- puestas diferentes a sus problemas, pero los problemas que a cada uno les ha planteado el sistema patriarcal son los mismos, determinados problemas y no otros. 3, EL RESTO BIOLOGICO, MASCULINO Y FEMENINO Los lectores habrén notado que en nuestra exposicién de lo que es © Hlega a ser un vardn y lo que es 0 llega 2 ser una mujer no hemos hablado para nada de las diferencias biol6gicas entre hombre y muje- res, Ha sido deliberado. La tradicién ideol6gica patriarcal pretende de- rivar las diferencias observables entre ciudadanos varones y ciudadanas mujeres de las diferencias biolégicas entre unos y otros. Empezar a hablar por lo biol6gico es caer en la trampa. Nuestra posicion es la siguiente: 1. Las diferencias observables entre hombres y mujeres se deben fundamental y casi exclusivamente a factores culturales 0 sociales. Concretamente: a la existencia de un proceso de socializacién diferen- ciado que construye hombre y mujeres a partir del seflalamiento como varén 0 como hembra, 2, No es s6lo el proceso de socializacién diferente, sino la desi- gual posicién de poder del colectivo masculino y del colectivo femeni- nolo que configura a hombres y mujeres como sujetos de tipo diferente, La dialéctica entre el opresor y el aprimido, la experiencia vital dife- renciada, desarrolla y consolida las pautas diferentes suministradas por el proceso de socializacién. Dicho de otra manera: las diferencias no se deben sdlo a la propuesta social de ser diferentes, sino también a la vivencia de ser desiguales, 4s Le esta posicién sigue siendo patriareal en cuanto no cuestiona lo que hay de negativo en la «parte masculira», esto es, las obsesiones y modos de grupo dominante. Es discutible también en cuanto que presupone que algo es en sf mismo masculino 0 femenino, perpetuando asi la con- fusi6n patriarcal. En segundo lugar, asistimos z la reivindicacién de «lo femenino» por parte de algunos sectores feministas, concretamente el Ilamado «fe- ‘minismo de la diferencia». Se tratarfa de contraponer a la sociedad pa- triarcal, gestionada por lo varones segiin pautas masculinas (hist6rica- mente) de poder, uso de la fuerza, competitividad, etc., una sociedad ‘basada en lo femenino, algo que puede ir desde la ternura al respeto por la naturaleza, pasando por la seduccién, la cooperacién anénima © discreta, ete. En esta propuesta podrian converger algunos sectores ecologistas y antiautoritarios. Independientemente de que comparta- mos la critica a la sociedad patriarcal que leva ésta propuesta consigo, creemos que no se puede reivindicar globalmente lo (histéricamente) femenino, pues se encuentra allf no poca basura en medio del oro y, si histricamente femenino es la paz o la persuasiGn, también lo son el miedo, la apatfa o la sumisi6a. J LA CONSIGNA BASICA DE LA CONSTRUCCIO! SOCIAL DEL VARON Ser vardn, en la sociedad patriarcal, es ser importante. Esta im- portancia se presenta con un doble sentido: por una parte, muy evi- dente, ser varén es ser importante porque las mujeres no son importantes; en otro aspecto, ser vardn es Ser importante porque co- ‘unica con lo importante, ya que todo lo importante es definido como ‘masculino. En su aspecto de discurso megalémano, el discurso patriarcal sobre el vardn «se olvida» de que la importancia de ser vardn s6lo se debe a que las mujeres son definidas como no importantes. Este es el nticleo de la construcién social del varén. En el proceso de socializacién diferenciado que recibe el recién nacido sefialado co- ‘mo varén, 1o fundamental es que el sujeto asuma la importancia de set varén. En la sociedad patriarcal, la identificacién con el género ‘masculino se da precisamente mediante la asuncién o interiorizaci6n de esa consigna bésica. No importa tanto el grado de aprendizaje de pautas masculinas que haya alcanzado el sujeto como el que se adhiera orgullosamente al colectivo masculino. En el vardn la identidad de gé- nero es un espiritu de cuerpo. Si visto desde el lado del colectivo la 48 construcién social del varén es una megalomanta o delirio de grandeza, visto a través del sujeto individual se trata de una adhesién orgullosa perpetua. En vano reconstruiriamos lo que la sociedad entiende como un va- 16n a partir de los roles que atribuye a los varones. La asignacién de ‘papeles laborales en raz6n del sexo anda bastante subvertida en las 50- ciedades actuales, y, sin embargo, los varones siguen identificéndose como tales, Pero, ademds, si recorriesemos las estructuras de las $o- ciedades conocidas encontrariamos que no hay ninguna actividad que haya sido siempre atribuida a los varones. Ni siquiera ha sido constan- te la atribucién de caracteristicas. Ha habido sociedades donde remen- dar, aungue s6lo fuera las artes de pesca, ha sido considerado masculino y sociedades donde mostrar agresividad ha sido considerado propio {de mujeres. Y sin embargo, a lo tinico que nos conduce el estudio com- parativo de roles y atributos es a la constatacida de que lo que hacfa- ‘mos antes, fuese lo que fuese, era considerado importante. Tal como hemos sefialado antes, el proceso de socializacién con- ‘0 reprimir otras. No vamos a considerar qué es lo que se reprime y que es lo que se fomenta, Los lectores estarén familiarizados con la dea de que en general se les reprime la afectividad y el interés por 1o fntimo y doméstico y se les fomenta todo aquello que sirva para con- vertirse en sujeto pleno y exitoso de Ia vida social. Sin embargo, el fracaso del sujeto en conseguir los estindares deseados no provoca la rotunda descalificacién del sujeto vardn como varén socialmente cons- tituido, Basta con que asuma de alguna manera —luego veremos que son fundamentalmente dos— la importancia de ser varén. Por eso con- sideramos que se trata de la consigna basica. ‘Todo individuo varén parece haber sido informado de la importan- cia/superioridad de ser varén a través de los siguientes procesos: @) Captacién de la importancia del padre en el grupo doméstico. ») Percepcién del orgullo materno, de haber dado a luz un varén © incluso de haberle dado un sucesor al padre. ©) Probable trato preferente sobre las hembras, 4) Refuerzo sexual de todo lo positivo que realiza. Un nifio que se come la papilla suele ser elogiado como «todo un hombreci- to» con més frecuencia que una nifia como «toda una mujer, ©) Alternativa entre ser «sobreexigido» por ser var6n y ser discul- pado reverencialmente por serlo. 40 1) Captacién a través de las personas préximas, familiares 0 no, de la importancia de los varones y de la mayor pluralidad y vistosidad de las ocupaciones de los varones. g) Percepcién, a través de los medios de comunicacién, de que los roles interesantes, protagonistas, de mando o supervisién, importantes, son desempefados por varones. fh) Percepcién de una eventual estructura sobrenatural en la que la jerarqufa méxima, Dios 0 Ald, aunque oficialmente defini- do como espfritu, aparece, sin duda, como un personaje mas- culino. Mis adelante, la escuela, el barrio, el trabajo, las lecturas irin con- firmando ésta impresién de que ser varén ¢s ser importante. Pero, adc ms es probable que su propio padre le haya dicho expresamente que forma parte de un prestigioso colectivo o vasta corporacién, la de los hombres. 5, EL MODELO-IMAGEN DEL VARON Y SU EFECTO SOBRE LOS VARONES El sujeto vardn va progresivamente siendo informado de que for- ma parte de un prestigioso grupo constituido en especial por las mas altas cimas de todas las actividades, no importa cuén diferentes sean éstas. Prestigiosos 0 importantes personajes resultan ser sus colezas ‘ocongéneres. Dios Padre, Jesucristo, el Papa, la media docena de re- yes locales que recuerdo, Alejandro Magno, Julio César, Napoledn, Cervantes, Don Quijote, Julio Verne, Hernan Cortés, Bufalo Bill, In- diana Jones, Superman, Butraguefio, Angel Nieto, Veldzquez, Picas- so, Julio Iglesias, James Bond, El Cid, Severo Ochoa, Camilo José Cela, Garcia Marquez, probablemente el alcalde, Franco, Alfonso Gue- ra, Betthoven, Jack el Destripador, Hitchtcock, Severiano Balleste- ros, Don Juan Tenorio, Sid Vicious, Loud Reed, Manolo Escobar, el Demonio, el victorioso Angel San Miguel... son socios del mismo club al que pertenece el sujeto varén. Como modelo, lo que se desprende de ésta y otra enumeracién re- sulta contradictorio, pero como imagen no puede ser més brillante y Ja inmensa mayoria de los varones se siente complacida ante el hecho de pertenecer a un colectivo tan extraordinario, Madame Curie, Isabel la Catdlica, Navratilova, la Virgen de las Angustias, Isidora Duncan, Santa Teresa, Marilyn Monroe, la maestra, Margaret Thatcher, y la ‘madrastra de Blancanieves, no constituyen un conjunto tan importante, 50 He aqut, pues, al varén individual encarado con un Modelo-Imagen de sf mismo o del sexo al que orgullosamente pertenece. “Este Modelo- Imagen le cumple dos funciones contradictorias a) Refugio, En la medida en que el varén se siente a gusto con su sexo (un sexo que le ha tocado en suerte, pero que de alguna forma ‘cree merecer), tan ilustre compaiifa le lena de orgullo, le ayuda a mos- trarse altivo respecto a las mujeres y a cumplir con las obligaciones que tiende a considerar como propias de su sexo. Le ayuda a consolar- se de sus miserias, ya que aunque todo varén es educado como jefe, uestos de trabajo de jefes hay pocos y la mayoria s6lo llegan a ser Jefes, cada vez més cuestionados, de una mujer y unos nifios. Se con- sucla asi cl vardn, mediante el orgullo corporativo masculino, de una forma no muy diferente a como un obrero norteamericano blanco se alegra de no ser negro o a como un sujeto escasamente gil y torpe con la pelota, pero socio del Real Madrid, presume de los triunfos de su equipo, b) Impugnacién y angustia. Comparado con los grandes persona- jes masculinos, el varén normal es muy poca cosa. La constatacién de este hecho puede suponerle impugnarse a si mismo. Pese a ser hom- bre, no da la talla de ninguno de los grandes prototipos masculinos. Y atin puede impugnarse més si pretende alcanzar las cualidades de todos ellos, ya que ademés de abundantes son contradictorias. Preten- der ser agresivo como Napoleén y conquistador como Don Juan Teno- rio, ala vez que justo como Dios Padre y protector de los débiles como el Coyote y ademés descubrir la vacuna contra el Sida, y escribir co- mo Garcfa Marquez es un programa excesivamente apretado. Ser va- r6n es potencialmente estar condenado a la angustia, El grado en que un var6n se consuela o se angustia ante el Modelo- Imagen es variable y depende de factores biogrdficos personales tanto como de circustancias sociales mds amplias. Sin embargo, habré que hacer dos precisiones. En primer lugar, convendria fijarse en el cardc- ter holgado del modelo, Al haber reservado el pairiarcado para los va- ones la mayor cantidad de cualidades y ser éstas en buena parte contradictorias, al varén se le ofrecen muchas psibilidades de identi- ficarse con el modelo, Puede que no se sienta fuerte, pero sf inteligen- tey la inteligencia es oficialmente masculina, Puede que no se siente inteligente pero se siente audaz y la audacia es oficialmente masculi- na, Puede que no se sienta audaz, pero se siente responsable y el senti- do de la responsabilidad es oficialmente masculino, Puede que no se sienta responsable, sino gozador y juerguista y cierto tipo de desorden st ep © de transgresién, son oficialmente parte del indmito carcter mascu- lino. Puede considerarse siempre 0 casi siempre «muy masculino» en cualquier caso. Pongamos un ejemplo algo caricaturesco. Es sabado por la noche ¥, cuando Juan entra en una abarrotada discoteca, recibe un fuerte em- pujon de otro parroquiano. El empujén no le parece accidental y con- testa con un vigoroso puiietazo al presunto agresor. A continuacién explica su conducta a sus acompafiantes: «Yo a las buenas soy muy bueno, pero a las malas... Porque yo soy un hombre y un hombre no debe dejarse avasallar, pisotear, etc.». A Luis le ocurre lo mismo, pero no tiene ganas de pelea, ya porque es pacifico, porque esté de buen hu- ‘mor o porque se ha dado cuenta de que el presunto agresor es mas fuerte que él 0 va acompatiado de matones. Elude toda respuesta y ex- plica a sus acompafiantes: «Algunos confunden la hombria con el an- dar a golpes. Pero ser un hombre es precisamente mantenerse Sereno en cualquier circustancia. Dejarse llevar por la provocaciones es in- {antl e inmaduro». Dos comportamientos contrarios pueden tener, pues, la misma justificacién verbal remitida a «lo masculino». Dos varones de comportamiento opuesto pueden sentirse igualmente bien con el Modelo-Imagen del varén. (Los lectores pueden preguntarse por qué Juan y Luis tienen que representarse sus conductas a través 0 en relacidn con su condicién de varones y no a través de otra de sus caracteristicas. No siempre es asf. Quizés algiin Juan tras el pufietazo diga: «Yo soy de Matalauva del Gor- g0j0 y los de Matalauva del Go:gojo somos asf», pero aun en este ca- 50, Io que estd diciendo es probablemente que los varones de Matalauva del Gorgojo responden més al ideal de plenitud o esencialidad ma: lina que los de otras poblaciones, Por su parte, Luis hubiera podido decir sin més que el es de indole pacifica, pero es probable que quiera evitar toda confusién de pacifismo con cobardfa, dado que la cobardia 8 oficialmente femenina. Estamos aquf antes una de las claves del ‘comportamiento de los varones: Su identidad personal aparece inti- ‘mamente ligada a su identidad de género, de modo que la referencia ‘expresa o técita al Modelo-Imagen es inevitable salvo un trabajo per- sonal autocritico. En principio, también las mujeres son construidas en la confusiGn entre identidad personal e identidad de género, pero desde siempre se han tenido que burlar las normas aplicadas a su gé- nero para hacer algo en la vida). La segunda precisién que queremos hacer va en Ia direceién con- traria, aquella en la que el Modelo-Imagen impugna, cuestiona o crea angustia al varén concreto, Para abordarla debemos volver a la cues+ tién de la consigna basica: Ser var6n es ser importante, 32 6. SER YA IMPORTANTE Y TENER QUE SER IMPORTANTE Lo que hemos !lamado consign bésica transmitida a los sujetos seffalados como varones contiene no poca ambigiiedad. Se trata de un mensaje fundamentalmente técito que al darle nosotros expresién he- ‘mos redactado de forma consecuentemente ambigua: «Ser varén es ser importantes», Esta frase igual puede querer cecir: — Ser varén es ya ser importante, de modo que quien es varén 5 importante por ese solo hecho, que — Ser varén obliga a ser importante, de modo que quien es vardn ssélo si consigue ser importante lega a ser propia o plenamente varén, ‘Ambos mensajes estén presentes en el discurso patriarcal y no es esta la dinica confusion entre el ser y el deber ser que aparece en el proceso de socializacién del varén (como de otra manera en el de la mujer). En efecto, todo el proceso de socializacién del nifio sefialado ‘como vardn puede verse como un divertido esfuerzo de la sociedad por conseguir que lo que es, sea. Tras afirmar que la naturaleza hace a Jos hombres y a las mujeres distintos, 1a sociedad patriarcal se empefia en hacerlos distintos como si desconfiase de la seriedad de la naturale- 2a. E] nifio var6n es sospechoso (fundadamente sospechoso dirfamos nosotros) de no ser tan masculino como su «raturaleza masculina» le configura, La cultura serfa asf una especia de protesis de la naturale za, demasiado débil ella en sus propésitos. Arte la dificultad evidente de refiirle a la naturaleza, se le rifie al nifio. CCualquier vardn puede interiorizar la consigna basica de una de es- tas dos maneras que expresamos a continuacién en forma de discurso simulado: ‘A) Ya soy importante: Afortunadamente he nacido en el lado bueno de la moneda. Pertenezco a la mitad prestigiosa de la especie humana, ‘@ aquella que representa su plenitud de posibilidades y de realizacio- nes. Pertenezco al mismo sexo que quienes més han destacado en la politica, fa ciencia, las artes, la economia, el deporte, la guerra, la pa- cificacién... Puedo ser padre, como Dios. Me siento muy orgulloso, Deberé estar rodeado de un respeto hacia mi persona, en particular [por parte de las mujeres, gente que no alcanza mi plenitud y dignidad, B) Debo ser importante: Soy varén, Perienezco a un prestigioso volectivo, Eso obliga, Debo cumplir mis obligaciones como varén, Debo también emular a los miembros mis destacados de mi grupo o al menos 33 Ln ETA vb destacar en algo. Como minimo debo ser capaz de proteger, alimen- tar y orientar a una mujer y a los hijos que me dé. Amos discursos admiten muchas variantes, pero hemos pretendi- do formularlos de forma poco caricaturesca. ‘Nuestra tesis es que todos los varones reciben ambos mensajes y 16s interiorizan en proporciones variables. El primero es altamente gra- tificante y tranquilizador. El segundo es inguictante y empuja al va- r6n hacia la angustia o hacia la represién sobreprotectora de las mujeres y los nitios. La sociedad patriarcal probablemente espera que los va- Tones interioricen ambos mensajes en alguna proporcidn que les con- vierta en socios utiles del sistema. Un varén que tomase muy literalmente e! mensaje «Ya soy importante», se negaria a trabajar co- ‘mo asalariado o a luchar como soldado de a pie. dada su coincidencia de sexo con Rockefeler y Alejando Magno. Un vardn que se tomase demasiado en serio el mensaje , que ‘¢s como los varones perciben sa condiciGn imagindndola una esencia) de una de estas dos maneras: A) Varén en propiedad: El sujeto no duda en absoluto de su con- dicién masculina puesto que, no sin algsn fundamento, considera que su identidad bioldgica es suficiente. Se da por enterado con satisfac- cci6n de que ser vardn ya es ser importante. Del cédigo de derechos yy obligaciones masculinas toma lo que le gusta o cree que le convie- ne, No se considera obligado a demostrar nada. A fin de cuentas, el titulo de varén lo posee en propiedad y aqu{ «propiedad: tiene tanto el sentido habitual en derecho, como el de las ciencias naturales. En Ja medida en que incorpora e! mensaje de la importancia de ser varén pretenderd exigir de las mujeres determinadas prestaciones y reveren- cias, pero probablemente no entrard a disputar con ellas espacios so- ciales. Sus actos de dominacién podrén ser abominables pero tendrdn el cardcter de lo que se hace desde la buena conciencia. B) Varén en precario: El término «precariow designs juridicamente aquella posesién que alguien ostenta sin seguridad alguna, expuesta a serle retirada en cualquier momento por el propietario. Una fuerte interiorizaci6n del segundo mensaje de la consigna bésica —«puesto {que soy var6n, debo ser importante»— conduce a una vivencia de la ccondicién masculina en precariedad. El sujeto es permanentemente acu- ciado por las méltiples excelencias y exigencias del Modelo-Imagen. Si no cumple con el modelo, si no logra ser importante, no merece a sus propios ojos ser vardn. Puede que encuentre alguna forma fécil de identificarse con el modelo: su fortaleza fisica, su sexualidad o su Gxito profesional; pero si no es asf, anda angustiado por demostrar en los terrenos més dispares y atin sorprendentes que es un varén, que es digno de ser un varén, que es en algiin sentido importante. Proba- blemente percibe como tna agresién que las mujeres aparezcan hoy en campos reservados antes a los varones, porque eso le priva de se~ fias de identidad masculina de la que se muestra hambriento Si el va- 16n en propiedad puede ser un opresor tranguilo y seguro, el varén ‘en precario puede ser un sujeto traumaticamente conflictivo con las mujeres. Unas veces intentaré protegerlas més alld de lo eventualmente necesario, puesto que el papel de protector de mujeres es parte del ‘c6digo de obligaciones masculinas. Otra veces entrard en tensa com- peticién con ellas, pues, si bien puede aceptar ser derrotado por otro varén, ser superado por una mujer le hace verse como deficientemen- te masculino, como indigno del honroso titulo de varén. El vardn «en propiedad» no necesita «vencer» a las mujeres, porque ya es impor- tante y da por sentado que las mujeres no lo son. En el limite, el varén «

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