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MANUAL DE INVESTIGAGION CUALITATIVA Volur I DUCE wid Norman K. Paarl) oa Denzin sLincoln El campo de la 4 investigacion cualitativa Baa aeme tec uate eee a AT editorial Per Rat Rarer oA SE El campo de la investigacion cualitativa Manual de investigaci6n cualitativa. Vol. | Herramientas universitarias Norman K. Denzin e Yvonna S. Lincoln (comps.) METODOLOGIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES HERRAMIENTAS UNIVERSITARIAS OBRAS PUBLICADAS E1sSABETH ORNA Y GRAHAM STEVENS Puyniis Creme Mary R. Lea ‘Menissa Wanker LORRAINE BLAXTER, (CrmusriNa HuGHES yMaLco Tie ‘Esrenur M. Paris y Derek S. Puc ‘Warne Born, Grecory CoLoms, y Josera Wittiams ‘Umnexro Eco ‘STEPHEN VAN EVERA Jopres Bet ALAN ALDRIDGE, vy KEN LEVINE Pan. Race Cunisrive Taor: Tre VASILAcHS (COORD.) Noran K, DENZiN 1 YVONNAS. LINCOLN (COMPS.) Cémo usar la informacion en trabajos de investigacién Escribir en la universidad Cémo eseribir trabajos de investigacién Cémo se hace una investigaci6n Cémo obtener un doctorado “Manual para estudiantes ytutores Cémo convertirse en un hdbit investigador Cémo se hace una tesis Guia para estudiantes de ciencia politica Métodosy recursos Como hacer tu primer trabajo de investigacién ‘Guta para investigadores cen educacin y cloncas oelales Topografia del mundo social ‘Teoria y prea ie In investignctén mediante encuestas Cémo entrar en el mundo laboral después de la universidad Estudiar a distancia ‘Una guia para estudiantes Estrategias de investigacién cualitativa cuatitativa. Manual de investigacion cuatitativa. Vol. El campo de la investigacion cualitativa Manual de investigaci6n cualitativa. Vol. | Norman K. Denzin e Yvonna S. Lincoln (comps.) gedisa ‘Titulo original en inglés: The Sage Handbook of Qualitative Research ©Norman K. Denzin & Yvonne S, Lincoln ‘Manual SAGE de investigacién cualitativa, Vol. ‘Traduccién publicada por acuerdo con SAGE Publications (Londres, Nueva Delhi y Estados Unidos) ‘Traduecién: Cecilia Pavén Ascooramiento, revisién téenica y Prélogos para eada volumen de la edicién en castellano: Irene Vasilachis de Gialdino Diseiio de cubierta: Equipo de la Editorial Primera edicién: marzo de 2011, Barcelona Derechos reservados para todas las ediciones en castellano © Editorial Gedisa, S.A. Avenida del Tibidabo, 12 (3°) 08022 Barcelona, Espana Tel. (34) 93 253 09 04 Pax (84) 93 253.09 05 gedisa@gedisa.com ‘wwew.gedisa.com ISBN obra completa: 978-84-9784-07-2 ISBN vol. 1: 978-84-9784-308-9 Impreso en Master Copy, 8.4. de CY. Impreso en México Printed in Mexico Queda prohibida la reproduecién total o parcial por cualquier medio de im- presién, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cual- quier otro idioma. ice om. Feta obra he so pulcada con una subvercion dela Dieosdn Generel de Ltr, Archivos BIDI6- toca del Ministero do Cultura, para eu préstam pubes en Siblotecas Publica, do acuordo conf rows ono iodo 37 2 de Ley de Propiedad Inlectust Volumen I Volumen II Volumen II Plan de la obra Manual de investigaci6n cualitativa Norman K. Denzin e Yoonna 8. Lincoln (comps.) El campo de la investigacién cualitativa Prologo a la edicién en castellano. Prefacio. Introdue- cién general (Capitulo 1). Introduccién al Volumen I. Capftulos 2 a7. R. Bishop, C. G. Christians, N. K. Denzin, M. Fine, D. J. Greenword, M. Levin, Y. S. Lineoln, L. T. Smith y L. Weis. Paradigmas y perspectivas en disputa Prélogo a la edicidn en eastellano. Introduecién al Vo- Jumen Il. Capitulos 8 a 14. J. Donor, D. Foley, E. G. Guba, «I. L. Kincheloe, G. Ladson-Billings, Y. 8. Lincoln, P. McLaren, V. Olen: sen, K, Plummer, P. Saukko y A. Valenzuela. Estrategias de investigacién cualitativa Prologo a la edicién en castellano. Introduccién al Vo- lumen Ill, Capitulos 15 a 24, B.K, Alexander, J. Beverley, K. Charmaz, J. Cheek, B.F. Crabtree, J. P. Gubrium, JA. Holstein, 8. Kem: mis, D. 8, Madison, R. McTaggart, W. L. Miller, R. E. Stake y B. Tedlock. Volumen IV Volumen V Métodos de reseleccién y anilisis de datos Prdlogo a la edicién en castellano. Introduecién al Vo- lumen IV. Capitulos 25 a 35. M. V. Angrosino, P. Atkinson, 8. E, Chase, S. Dela: mont, G. Dimitriadis, 8, Finley, A. Fontana, J. H. Frey, D. Harper, 8. H. Jones, G. Kamberelis, A. N. Markham, K. B. McKenzie, A. Pertikyliy J. J. Seheu- rich. Elarte y la practica de la interpretacién, la eva- luacién y la presentacién Prélogo a la edicién en castellano, Introduecién al Vo- lumen V. Capitulos 36 a 42, Introduccién a la parte final. Capftulos 43 y 44. Z, Bauman, I, Brady, N. K. Denzin, J. D. Engels, 8. J. Hartnett, P. Hodkinson, D. R. Holmes, B. R. House, Y. 8. Lincoln, G. E. Marcus, L. Richardson, J. K. Smith, E. A. St. Pierre y K. Stewart. indice Prélogo a la edicién en castellano. De las nuevas formas de conocer y de producir conocimiento Irene Vasilachis de Gialdino ... cy Prefacio 23, 1, Introduceién general. La investigacién cualitativa como diseiplina y como préctiea Norman K. Denzin e Yvonna . Lincoln Introduceién al Volumen I. Definicién del campo, 103 2, La reforma de las ciencias sociales y de las universidades a través de la investigacién-accién Davydd J. Greenwood y Morten Levin = Ag, 8, Estudios composicionales, en dos partes. Sobre la teorizacién y el andlisis criticos acerca de la (in)justicia social Michelle Fine y Lois Weis ... 4, Caminando sobre terreno resbaladizo. La investigacién de los pueblos nativos en la era de la incertidumbre Linda Tuhiwai Smith oon ee) 5. Hacia una investigacién libre de la dominacién neocolonial, El enfoque kaupapa maori en la creacién de conocimiento Russell Bishop 231 6. La ética y la politica en la investigacién cualitativa Clifford G. Christians 283 7. Los Comités de Conducta Etica y el conservadurismo metodolégico. Los cuestionamientos del paradigma fenomenologico Yeonna 8. Lincoln ..... 332 Los compiladores del Manual, Norman K. Denzin e Yoonna S. Lincoln. 365 367 Los autores del Volumen I Prélogo a la edicién en castellano De las nuevas formas de conocer y de producir conocimiento Irene Vasilachis de Gialdino ceut-Pucrre (Conicet, ARGENTINA) 1. De la tensién entre la legitimacién y la creacién. Noes necesario exhibir aqui el destacado aporte de este Manual, ‘on sus distintas ediciones, al desarrollo y consolidacién de la investi- gacién cualitativa. Tampoco es menester resaltar su cardcter de obra de obligada consulta en lo referente a las diversas epistemologias, tra- Aiciones, perspectivas, estratogias, metodologias, temas, problemas, interrogantes ligados a dicho estilo de investigacién, Con todo, por tratarse la presente de la primera versién en espanol, del Manual y, por ende, tener un destino fuertemente latinoamericano, es oportuno precisar las contribuciones plasmadas en los distintos capi- tulos de este volumen que, entiendo, adquieren mayor significacién en este contexto en el que los procesos de investigacién estén, habitual mente, mareados por orientaciones epistemolégicas, tedricas, metodol6- ticas originadas fuera de sus limites pero a las que los investigadores neeesitan recurrir si aspiran a que sus trabajos y reflexiones exeedan esos mismos limites. Tal apelaciOn opera atin en los casos en los que las particularidades historicas, culturales, sociales, econémicas, politicas, entre otras, de las situaciones que estudian les imponen la exigencia de acudir a otras formas de conocimiento y, por tanto, a otros presupuestos ontolégicos y epistemolégicos que las sustenten. En esa tensién entre, por un lado, la legitimacién y, por tanto, la aceptacién, y, por el otro, la ereacién y, frocuentemente, el rechazo, la E F104 “eaneqend UoIseBbyseaui ap jenuew | i | oueyoises ua ugjape ef 8 eboI01g igaciénilibre'de la daminaciénas I Manual de investigaciérr cualitativa. Vol, T i tion, Palmerston North (Nueva Zelanda), Dunmore Press, 183-197. — Smith, G, H. (noviembre de 1992). «Tane-nui-a-rangi’s legacy: ping up the sky: Kaupapa Mori as resistance and interventions, ‘Trabajo presentado en la Conferencia Conjunta de la Asociacién de Nueva Zelanda para Ia Investigacién Educacional y la Asociacign Australiana para la Investigacion Educacional, disponible en htipuiwww.swin.edu.awaare/eonf92/SMITGO2.384 Smith, G. H. (1997). Feeney afirmaba con tesén Robert Hooke en }, en la época en la que trae bajaba en la fundacién de la Royal Society en Londres, «para mejorar cl conocimiento de la naturaleza, esta Sociedad no se entrometerd eon las cuestiones de la divinidad, la metafisica, la moral, la politica ni la retérica» (Lyons, 1944, pag. 41). A medida que la faeticidad ganaba peso en la visién del mundo iluminista, aquellas regiones del interés humano que involucraban deberes, restriceiones e imperativos, sim: plemente dejaron de aparecer. En efecto, quienes definieron la Tus tracién a partir de la separacién entre hechos y valores identificaron una dificultad central. Del mismo modo, los dominios del espiritu pue- den disolverse facilmente en el terreno del misterio y la intuicién. Ba la medida en que el mundo espiritual carece de toda fuerza de cohe- sign, cede ante las especulaciones de los te6logos, muchos de los cuales aceptaron la creencia iluminista en que los resultados de su busqueda serian finalmente evanescentes. ca de Ia HustraciGn mn individual ‘eentro.del problema que la Ilustracién nos leg6, a sabe Ta cuestion de la integracién de Ia libertad humana y el orden moral. En permanente lucha con las dificultades y acertijos que abria este problema\lallustracin senegsfinalmenia a sserifienr la iberiad por _ sonal,/Si bien Ta cuestion resultaba particularmente urgente en el con- {del siglo xvii la respuesta iluminista no consistié en su reso cidn, sino en 3 politicos despéticos y los sistemas oclestastieos del perfodo, semejante postura resulta entendible, Feativamente en él, 1 fue quinds el defensor mé: gucién de libertad radical. Su obra dio sustancia a eee como el bien Sn embargo, Rousseau es una figura compleja; no resulta posible si- juarlo en el cfrculo del racionalismo cartesiano, la cosmologia mecani- ista de Newton o el concepto del self agocéntrico de Locke; tampoco se eonformé con sélo aislar y sacralizar la libertad, al menos no en su Dis- curso sabre el origen de ia desigualdad ni en av Contrato social, donde responde abiertamente a Hobbes. Rousseau roprosenta ol ala romantica de la Mustracién que, re- belada contra su racionalismo, supo ganar un amplio espectro de se- guidores en el curso del siglo xix debido a su defensa de valores inma- nentes y emergentes, on lugar de valores dados y trascendentos, jendo la finitud y las limitaciones propias de la natura- ibertad inmensamente amplia, “que implicaba el desacoplamiento de los mandatos de Dios o la jino también la total libertad con respecto ala cultura o cual- _uier autoridad dada. La autonom{a se convirti6, asi, en el miicleo del iumano y el centro del universo. En ella se basan, de hecho, las te- orias rousseaunianas de la igualdad, el sistema social, el longuaje, y a axiologfa. Al reconocer las consecueacias de la autonomia individual, Rousseau fue mucho mas astuto que quienes se confortaron con un concepto débil de libertad negativa. La tinica solucién tolerable que en- pins’ consitia nameless a eae eapaz de disfrutar beneficiosamente de su propia libertad y, por lo Tanto, capaz de vivir en armonia, en un sentido muy vago, con un de- terminado orden moral. Experimentalismo libre de valores <4, Los debates respecto de Ialiiatuiraleza’de'las ciencias sociales” iran, tipieamente, en torno de las teorfas y metodologias de las cien- Gas naturales. Sin embargo, Ia discasién que abordaremos aquf no yersa sobre el modo en que las cienciss sociales se parecen a las natu- ite sino cob aan tiiehieteroeitsstentalicad dhumainint dominates! La teoria politica afirma que el Estado liberal de la Europa de los siglos AWVILy XVII dejé en manos de los individuos la direccién de sus propias ‘Midas, sin restrieciones procedentes de la Iglesia o el orden feudal. La Bsicologia, la sociologia y la economfa, conocidas como ciencias huma~ ‘has 0 morales en los siglos XVIII y XIX, eran consideradas «artes libera- 1 10q “eaneqjend Uopebnseaut ap =| 2 “emnemem voreBasinute ua eoaiod 8) A¥S9 €1 5 sea buena, y el Estado no deberia dictaminar qué tipo de vida debe {autr la gente, Es preforible que un nndividuo elija mal por si mismo a que el Estado elija bien por él» (Root, 1993, pags. 12-13). Segin afirma gnsu ensayo Sobre la libertad (1859/1978), planear nuestras vidas de acuerdo con nuestras propias ideas v propésitos es fundamental si que- famos ser auténomos: «el libre desa-rollo de la individualidad es uno <\— Glos ingredientes principales de la felicidad humana, y el fandamento al progreso individual y socialw (pag. 50; véase también Copleston, 966, pg. 303, n° 2). Esta noutralidad basada en la supremacia de la sutonomia individual es tambien el principio fundamental del Utili- leriemo (1861/1957) y del Sistema de la logica inductiva y deductive (1843/1893). Para Mill, «el principio de la utilidad exige que el indivi- duodisfrute de plena libertad, excepto de la libertad de ocasionar dao los demas» (Copleston, 1966, pag. 54). Ademas de llevar el utilita- fismo clisico a su maximo nivel de desarrollo y establecer las hases del Estadosiberal en sintonfa con Locke, Mill deline6 Jos fandamientos del razonamiento inductive como mtodo para la ciencia social. Por- feecioné las téenicas inductivas, modsladas por Francis Bacon, convir- tiéndolas en una metodologia orientada a Ia resolucién de problemas, capaz de sustituir con éxito la logica deductiva aristotélica. © De acuerdo con Mill, los silogismos no son capaces de aportarle smocimiento nuevo al ser humano. Cuando decimos que, dado que tados los hombres son mortales, el daque de Wellington es mortal en virtud de su humanidad, no estamos avanzando verdaderamente mas allé de Ia premisa (véase Mill, 1843/1893, II, 3, 2, pag. 140). Pues el Ahjetivo crucial no consiste en reordenar el mundo conceptual, sino en distinguir el conocimiento genuino de la mera supersticién. Ei Ja bids peda de la verdad la generalizaciny la sintosis son necesarias para fanzar inductivamente de lo conociio a lo desconocido. Ms que por ‘Grfificar las reglas que otorgan consistencia formal al razonamiento, Ail se esforz6 por establecer esta funcién de la logica como inferencia artir de lo conocido (Mill, 1843/1893). Es posible aproximarse a la ferieza cientifica si se sigue con rigor el método inductivo, si las pro: siciones se derivan de la empiria ¥el conocimiento se conforma ma- ialmente a partir de la experiencia.’ Para las ciencias fisicas, Mill lece cuatro modos de razonamiento experimental: el acuerdo, el dsacuerdo, los restos, y el principio de las variaciones concomitantes ALL, 1843/1893, III, 8, pags. 278-288). Mill los considera los tinicos les» que abrian la mente y liberaban In imaginacién. A medida que ge consolidaban simultaneamente las ciencias sociales y el Estado Ii Jos pensadores iluministas de Europa defendian y fomentaban «los re sultados, las capacidades y las técnicas» del razonamiento experimen. tal como un medio de apoyar al Estado y a la ciudadanta (Root, 1999, 8. 14-15), 4 rubmimtamrslemnge\ninidettatadsa individual sobre ¢] orden moral, las instituciones bésieas de la sociedad fueron re disefiadas con el firrde pi r sla neutralidad entre diferentes, concep ciones del bien» (Root, 1993, psig. 12). Se prohibié al Estado «que requ. era o, incluso, alentara avios ciudadanos a udlierir a alguna tragic religiosa, forma de vida familiar o expresién de caracteristica personal g artistica, en particular, sobre otra» (Root, 1998, pag. 12). Dada una er cunstancia histérica on la que ya no existfan concepciones del bien com. partidas, profundamente arraigadas y ampliamente extendidas comagy 1 pasado, la'toma de partido en temas morales y Ia insistencia en idealeg sociales eran consideradas contraproductivas. La neutralidad a pareeia Ja alternativa natural «para una sociedad cuyos miembros son ~devotos de numerosas religiones, se dedican a muchas actividades dif. rentes y se identifiean con muchas costumbres y tradiciones muy di tas eritre sie (Root, 1993, pég. 11). La teoria y la practica dela cienciasm cial dominante reflejan esta filosofia liberal procedente de la Tustracign, como lo hacen la edueacién, la ciencia y la politica, Por eso, s6lo si vuelven ‘a intograrse Ia autonomia y el orden social resultara posible fundarun paradigma alternativo en ciencias sociales.” ; : a : u 119A “eanewend uo}sebinsanur ap jenuey | ¥ tigacin cualitativa La filosofia de Ia ciencia social de Mill Para John Stuart Mill, «la neutralidad es necesaria si se quiere fomentar la autonomiai|...]. No puede forzarse a una persona parague 2 Michael Root (1993) es tinico entre los filésofos de las ciencias sociales, pordl ee ne ae pe ete ee ane ee eae em ioeeatcrmecmareme ieee Giente, client smbro quiera aleanzar, y no en la promociin de un tipo de: gee boradas por Root, son cruciales para mis propios argumentos, ° Si bien comprometido con lo que Ilana logics de las cieneias morales para Flos canones 0 métodos de induccién, Mill compartié con la ciencia natural la cia en la uniformidad dela naturaleza yel presupuesto de que todos los fendme- me ometen a relaciones de eausaefecto. Sis cinco principios de induocida reflejan fosmologia newioniana, PANEUIENS Up DeBAsaAUy ey UD eapyod e} Lem? ET"9 bo ka stir y ta | gin de la sociedad es algo contingente de cara a un conocimiento cien- ifico de esta clase (pag. 241).” Como también ocurre con su ética consecuencialista, la filosofia gelaciencia social de Mill se construye sobre la dicotomia entre medios {iines. 1os ciudadanos y los politicos son responsables de la articula- Ein dc los fines en una sociedad libre, y la ciencia es responsable del ‘métodos de prueba de la experimentacién, al menos si se exee, con: naturalistas, que la naturaleza esté estructurada por uniformidadegs En el Libro VI del Sistema de la logica, «Sobre la l6gica de cienaias morales, Mill (1849/1893) desarrolla su programa del age rimentalismo inductive como método cientifico para estudiar 4 versos fenémenos que constituyen la vida social» (VI, 6, 1, pag. Si bien concibe a la ciencia social como una disciplina eapaz. de provege explicaciones causales del comportamiento humano, Mill se previeng contra el fatalismo de la plena predictibilidad: «las ciencias soci son hipotéticas, consisten de generalizaciones de base estadist por sit iisina natnraleza, admiten excepciones- (Copleston, 1966, pag. ‘TOL; véase también Mill, 1843/1893, VI, 5, 1, pag. 596). De este modo, el conocimiento instrumental confirmado empiricamente sobre el com. portamiento humano tiene un poder predictivo mayor cuando tratage miagas colectivas que euando trata de agentes individuales ‘Obviamente, ol positivismo de Mill determina su trabajo sobre la investigacién experimental.’ Sobre la base de la obra de At Comte, Mill defini la materia como «la posibilidad permanente de Sacién- (Mill, 1865, pag. 198); segdn su creencia, nada mas po cirse respecto de las sustancias metafisicas.® Gon Hume y Comte, Mill fa en que las sustancias metafisicas no son reales, y que sdloler sles existen verdaderamente, Dado que no habria eseneiag | orealidades finales més all de las sensaciones, Mill (1865/1907, 1865) y Comte (1848/1910) argumentaban que los cientificos sociales debe: tian limitarse a trabajar con hechos particulares, como una fuente datos de la cual seria posible extraer leyes validadas experiim mente, Para ambos, éste es el ‘nico tipo de conocimiento que provee beneficios practicos (Mill, 1865, pag. 242); de hecho, incluso la salva: fnow-how para lograrlos. La ciencia es intrinsecamente amoral; habla Gmedios, pero no tiene la eapacidad de dictar fines. Los métodos en ‘bs. sense sociales deben guiarse po: el desinterés en cuanto a su sus- ;aAUI 2} jay contenido, y limitarse rigurosamente a los riesgos y heneficios. os posiblas cursos de accién, Los protocolao para ejercer una ciencia liberal «deben ser prescriptivos, pero no en términos morales o politi- 9; deben combatir la mala ciencia, no la mala conducta» (Root, 1993, pég. 129). La investigacion no puede juzgarse correcta o incorrecta, ino s6lo verdadéra 0 falsa. no seria posible albergar conocimiento significativo de Ia realidad eon- Mientras las ciencias naturales, segin Weber (1904/1949b, pag. 72), buscan las leyes naturales que gobiernan todos los fendmenos em- piri itras que el mundo natural in dica por si mismo las realidades a ser investigadas, las infinitas posi- bilidades del mundo social se ordenan segtin «los valores culturales con los cuales nos aproximamps a la realidad» (1904/1949b, pag. 78). = Bmnile Durkheim e¢ mas explicitoy directo en relacién eon la causalided, tanb> cen el mundo natural como en el cultural, Si bien Durkheim afirmaba la primacta cau tal de lo sciologico sobre Io peicolégico en la conducta, ¥ no crefa que la intencin por diera provoear acciones, también consideraba, univocarnente, que la tarea de las est De cualquier manera, incluso si la relevancia axiolégica rige a las cien- cias sociales tanto como a Ins naturales, Weber considera que ambas xigeneia intrinseea muy investigador y el docente deben mantener separados, de modo incon- SeioHal, el establecimiento de hechos empiricos [...]¥ sus propias va- ‘oraciones politicas» (Weber, 1917/1949, pag. 11). "Ta dpasieién de Weber a lox jnieios de valor en ciencias sociales fue impulsada por cireunstancias précticas. En el ambiente de las uni- xersidades prusianas, era més facil obtener cierta libertad académica {i los profesores limitaban su trabaj» profesional a la pura experticia tientifica. Con la eleccién de los cargos docentes en manos de adminis- tradores politicos, el eontrof Sélo podia distonderse si los profesores se mantenian lejos de la critica y el compromiso politico. Pocos cargos administrativos en el gobierno y el empresariado alemanes de aquella época estaban ¢ cargo de personas bien entrena- das para resolver problemas de medios, Weber pensaba que la mejor forma de incrementar el poder y la prasperidad econémica de Alemania era formar una nueva clase gerencial entrenada en términos de medios yssilenciosa sobre los fines. Segtin Weber, las universidades deberfan consagrarse a este entrenamiento (Root, 1993, pig. 41; véase tambien Weber, 1973, pags. 4-8)? El argumento préctico de la libertad de valores que ofrece Weber y su aparente limitacion a la fase de :nvestigacién hicieron que su ver- 'én del tema de la neutralidad fuera especialmente atractiva para las enciag sociales del siglo xx. Weber ro es un positivista como Comte ni un empirista radieal como Mill; de hecho desminti6 la erispada disyun- cin positivista entre descubrimiento y justificacién, y no desarrollé una epistemologia sistematica comparable con la filosofia politica liberal de jentos eausales entre hechos sociales yeonducta personal (véase, por wjemplo, Durkheim, 1966, pags. 44 y 297-306). Como un ejemplo dol abuso que res.stid Weber, Root (1903, pags. 41-42) se tefiere al nombramiento de Ludwig Bernhard como profesor titular de economia en la Universidad de Berlin. A pesar de quo Berntard no contaba con antecedents neadé ‘uicos, el ministro de Educacién le asigné el eargo sin que medinra concurso (véase Weber, 1973, page. 4-30), Seyin Shils (1949), una masa de prooeupaciones coneretas Yparticulares subyace a su ensayo (de 1917| su recurrento intencidn de penetrar en los postulados de Ia teorta eeondmica, su pasiGn 6tiea por la ibertad académica, sus fervorosas conviceiones politieas nacionalistes y su perpetua exigencia de integridad, Intelectual (pag. JP IOA *eaneqjen> uopeBbasanul ap jenuew | 3 ‘eanemens:upneblsonuy ey ualearmjod ef-A:eIn2 By 9 $ sg = g a 8 £ s S : 3 3 z 5 bs > Mill. Aun asi, la neutralidad axiolégica de Weber refleja la au! ilustrada de un modo similar. En el proceso de mantener su distine entre la relevancia axiol6giea y la libertad axiolégica, Weber oa ‘hechos de los valores y Jos medios de los fines. Apela ala ovidencia en pirica y al razonamiento logico enraizados en la racionalidad h {La validez do tn imporativo practice como tna norma, eseribe apap valor de verdad de una proposicién empirica son absolutamente heterg- géne0s en canicter» (Weber, 1904/1949, pig. 52). «Una prueba cientiicg sisteméticamente correcta en las ciencias sociales» puede ser dificil de lograr por completo, pero esto se debe, probablementa, a «datos defen. tuusus, y no a una imposibilidad conceptual (1904/1949, pag. 8) Para Weber, como para Mill, la ciencia empiriea trata con cuestiones de medios, y su advertencia contra la ineulcacién de valores morales y pp. Iiticos presume de una dicotomia entre medios y fines (véase Weber, 1917/1949a, pags. 18-19; 1904/1949b, nag. 52). Como eoncluye Michael Root (1993), «el Hamado a la neutralidad en ciencias sociales que formula John Stuart Mill se basa en la ercens de que el lenguaje de la eiencia «toma conocimiento de un fenémeno, se esfuerza por encontrar sus leyes» (pag, 205). Max Weber, de fame similar, «da por hecho que puede existir un lenguaje eientifico, una eo- leceién dé'Werdades, que excluya todos los juicios de valor, reglas Wétfenr taciones de eonducta> (Root, 1993, pax. 205). En ambos ¢asos, el comiage miento cientifico existe por y para si mismo, con completa preseindencia, de cualquier orientacién moral, Para ambos, la neutralidad es deseable _ypues «las cuestiones axiolégicas no son resolubles racionalmentes y Ia neutralidad en ciencias sociales se considera capaz de contributir cal ds arrollo de la autonomfa personal y politica» (Root, 1993, pag. 229). De este modo, el argumento weberiano de la relevancia axiolégica no con tradice el ideal iluminista, de largo aliento, de Ia neutralidad cientifiee entre distintas eoncepciones del bien que rivalizan entre si. La ética utilitarista Ademds de su humanismo mundano, la ética utilitarista resulté atractiva por su compatibilidad con el pensamiento cientifico y por a modo en que concuerda con los eénones del célculo racional tal como fueron desarrollados por la cultura intelectual de la Iustracién: '© Si bien las bases que pormitieron la ereacién del Consejo de Investigacionen Ciencias Sociales en 1923 tienen muchas eapas, es indudable que, en su iptento de vineular la experticia académica con la investigacién polities, tanto como en su pref rencia por la metadologia cientifico-soeial rigurosa estas bases reflejan, e implemat- tan, las ideas de Weber. Desde ta perspectiva‘uilitarsta, una posicin ética se valida a partir de la evideneia dura, Tomando como base la modicin de ln felt “cidad Humana que resulta de uno u otro curso de aceién, se elige final- mente el que muestra tn total favorable mayor ba fli humana desde este punto de vista, e8 eonsiderada como algo esencialmente no- problen ssde el punto de vista conceptual, un dominio de hechos Scientific iefinide que permite dejar de lado fodos los factores te- “olggieos v metafisicos que hacfan que las cuestiones éticas fueran inde- cidibles (Taylor, 1982, pag. 129). La ética utilitarista sustituye las distinciones metafisicas por el sélculo de cantidades empiricas, de acuerdo con la exigencia procedi- mental de que, «sila felicidad de caca agente tiene un valorde Llu | lcurso de aecidn correcto serd el que satisfaga el niimero mayor p “ples (Taylor, 1982, pag. 131). auténoma, de este modo, es el sbitro de las disputas morales. "Una vez que el razonamiento moral se identifica con el edleulo de las consccuencias para la felicidad humana, el utilitarismo presu- pone que existe «un dominio simple y consistente de lo moral, un con- junto de consideraciones que determinan lo que debemos, moralmente, Incer>. Esta «reduccién y homogencizacién de lo moral, de sentido fuer- femente epistemolégico, marginalize los lenguajes cualitativos de la aimiracién y el desdén: por ejemplo, la intogridad, el cuidado, la libe- rucién, la conviecién, la deshonestidad y la autoindulgencia» (Taylor, 1982, pags. 12-133), En términos utilitaristas, estos lenguajes desig. tan factores subjetivos «quo no se corresponden con nada en la reali- dad [..}; expresan lo que sentimos, y no la realidad de las cosas» (Tay- lor, 1982, pag. 141), Esta perspectiva unidimensional no sélo nos exige maximizar la felicidad general, sino que también considera irrelevante ‘walquier otro tipo de imperativo moral que pueda entrar en conflicto on ella, como la distribucién igualizaria, Modelos de 1. somo éste resultan atractivos para sla debilidad epistemoldgica de las Senciai Sociales axiolégicamente neutrales, que no se llevan bien con ~ bs lamados “lenguajes contrastivos”>. Mas aun, cl utilitarismo ofrece”, ina atractiva sperspectiva de edleulo exacto de las politicas j...1 a partir leJa teoria de la eleccién racional» (Taylor, 1982, pag. 143). Esta pers- _-) fectiva «despliega todos los asuntos morales como problemas discretos, susceptibles de recibir soluciones mayormente técnicas» (Euben, 1981, ig. 117). De cualquier modo, para sus erfticos, esta clase de exactitud Tepresenta «una apariencia de valides» que excluye terminantemente todo lo que no puede ser calculado (Taylor, 1982, pag, 143)."" Fin Ia étiea profesional, hoy en dia, sedistingue a menudo entre el eonsecuen- Salismno y el utiitarismo en términos mas generales. Abandonausos Ia idea de m peee eee eeeee aac eeeeeeceace eae 1-104 “eagenjens uoebaseaul ap nel Jers UorneBAsAU EFS ¥aiHIOd wen e1 "9. 4 3 $ 2 g ic : : 3 cuatitativa “B. La ética y la politica en fa Dado el dualismo de medios y fines earacterfstico de la teorta uti, litarista, ef dominio del bien aparece como algo extrinseco. Todo lo: vale la pena someter a valoracién es una funcién de sus consecuenciag Prima facie, el deber es inconcebible on estos términos. No cuenta on absoluto el grado en el cual los propios actos y enunciados expresan verdaderamente lo que es importante para alguien. Bl pensamienty ético y politico en términos consecuencialistas legisla la exterioridad de la valoracién intrinseca (Taylor, 1982, pag. 144), respectivos cédigos, los cuales hacfan inculados a la conduceién de rientados a fines mayoritarios, énfasis en os medio: ive imizar la felicidad, pero -todavia tratamos de evaluar diferentes cursos de acelén pa: amente en términos de sus conseeuoncias, con la esperanza de indicar todo logue ‘alga la pena someter a consideracién en nuestras descripeiones eonsecuenciale. Como sea, ineluso esta versién expandida dol wilitarisio, en términos de Taylor, davia legisla algunos hienes més allé de la existoncin» (Taylor, 1982, pag, 144). Del ‘mismo modo, ésta @ una definieién restrictiva del bion que favoroce el ecu racanal ‘yevita que abordemos yeriamente todas las facotas de [a moral y del pensarniento po: tice normative (Taylor, 1982). Como observa Yvonna Lincoln, el problema inevitable del utilitarismo es que -al aboyar por In mayor felicidad para Ia mayor cantidad de ‘rente, los grupos pequenios de personas (todas las minorias, por ejemplo) experimentan fl régimen politico de Ia tirania de la mayoria”s. Lincoln se refiere correctamente& ‘la tendencia del liberalismo a reinstalar In opresién en virtud del prineipioutilitarie (comunicacién personal, 16 de febrero de 1988). 1 Dada la naturaleza de la investigacién positivista, Jennings y Callabas (1983) Tegan ala conclusiéin de que s6lo un nimero acotado de problemas éticos entes ‘en consideracién, y que eatos problemas «tienden a identificarse con los ednones dela rmetadologia cienifiea profesional... Lu honestidad profesional, la supresign de os >rejuicios personales, la recoleccién cnidadoss y la presentacién adecuada de la inor- racién, la admisién de Tne limites de la validacién cientifica de estudios empircos <éstoa han sido, contralmente, los Gnieos problemas que era posible abordar. Desde momento en que estas responsabilidades étieas no son particularmente polémicas(al ‘menos en principio) no es sorprendente que durante este perfado [la década de 1960) ni quienes trabajaban sobre ética ni los ciontificos sociales se hayan tomado much rolestia en analizarlos 0 diseutirloss (pig. 6). En consonancia eon su compromiso con juionomia individual, la ciencia social en la tradicién de Mill y Weber insiste en que los sujetos que participan de las investigaciones tienen derecho a estar informados sobre la naturaleza y las consecuen- “Gas de los experimentos en los que tcman parte. El respeto que merece ibertad humana ineluye, en general, dos condiciones necesarias: en primer lugar, los sujetos deben acordar voluntariamente los términos de su participacién, esto es, sin que medie coercién fisiea o psicolégica de ninguna clase; en segundo lugar, su consentimiento debe estar ba- jado en informacién exhaustiva y de acceso irrestricto. «Los Articulos Gal tribunal de Niiremborg y do la Declaracién de Helbinik afirman que los sujetos deben conocer de antemano la duracién, los métodos y bles riesgos, asf como el propésito o meta del experimento del que participan» (Soble, 1978, pag. 40; véase también Veatch, 1996). El cardcter autoevidente de este principio no es puesto en discu- sign por la ética racionalista. Su aplicacién significativa, sin embargo, hagenorado debates que siguen vigentes. Como observa Purich (1994), ‘en distintos trabajos de campo no parece haber salida con respecto al dilema de que el consentimiento informado (que implica Ia divulgacion de la identidad y las metas del investigador) puede paralizar total- mente un determinado proyecto» (pig. 90). Fiel al predominio de los medios caracterfstico de un modelo de medios-fines, Punch llega a la conclusion general de que los eédigos de ética deberfan servir eomo guia para cl trabajo de campo, pero no inmiscuirse en el ambito de la participacién, pues «una aplieacién estricta de los cédigos» podria Lle- fr a -obstaculizar ¢ impedir» una gran cantidad de investigaciones snocuas» y «no-problematicas» (pag. 90). \1 enfatizar el consentimiento informado, los eédigos de ‘ica de las ciencias sociales se oponen firmemente al engatio. Ni si- {quiera los argumentos paternalistas que sugerian que era posible en- gaflar a criminales, alumnos de la escuela primaria 0 personas con dis- apacidades mentales son ya dignos de crédito. La revelacién actual de as practieas engaftosas que se han levado a eabo desde los experi- mentos de Stanley Milgram le dio a este principio social una relevancia ‘special: la tergiversacién deliberada de los términos de una investi- gacion esta prohibida en la actualidad. Bulmer (1982) es un tipieo par- lidario de la Tinea dura; su conclusién, de acuerdo con los eédigos, es gue el engafio «no se justifica en términos éticos ni resulta necesario sn términos prdcticos, ni es de ayuda a la sociologia en cuanto bas- ‘queda académica» (pag, 217; véase también Punch, 1994, pag. 92). La aplicaciOn a rajatabla de este principio hace suponer que los investigadores son capaces de diseftar experimentos diferentes sin va- lerse del engano activo. Pero, con respecto a las construcciones éticas Pe ec eee | 3 | ‘Banyan UipseBasaAdl ef Ud e>nyod ey KeonD eT "9 3 3 & § ie & 3 3 ie ya poli en a invetignein cuatro, [3 BLasti exteriores a la iniciativa cientifica, ninguna aplicacién que no sea am. bigua es posible, Dado que la biisqueda del conocimiento es obligatoria ¥y que el engatio esta codificado como inaceptable moralmente, en cien. tas situaciones es imposible satisfacer ambos criterios a la vez. En gl marco de la psicologia y Ia medicina, eierta clase de informacién re. sulta inavcesible si no entra en juego, al menos, el engaio por omisign, La solucién estandar para este dilema consiste en Ia permisin de uy cmonto mfnimor de engafio cuando existan razones utilitarias explici. tas que lo justifiquon. En los hechos, la oposici6n al engaiio en los e. digos se redefine en estos términos: si «el conocimiento a obtener oxperimentos engafosus» es indudablemente util desde ol punto ‘vista social, «entonces el engafo de personas en el proceso constifuye s6lo un defecto menor» (Soble, 1978, pg. 40), 3 eédigs do tien insisten ena proteccién de la identidad de la gente ¥ de las Tocaciones en Tas que se cfectiian investigaciones. La confidencialidad debe estar garantizada, ‘en cuanto constituye el primer resguardo contra el riesgo de exposiciin no deseada, La informacién personal de cualquier tipo debe estar ange gurada u oculta; en easo de hacerse pibliea, debe estar protegida por ‘un escudo de anonitaato, EI protocolo profesional, de manera uniforms, prescribe que nadie debe sufrir dafio fisieo 0 moral como resultado de determinadas préicticas de investigacién insensibles. «La causa de dafio més habitual en ciencias sociales» es la publicacidn de datos per sonales considerados dafinos por los sujetos investigados (Reiss, 1979, pag. 73; véase también Punch, 1994, pag, 93). ‘A medida que Ia autonomifa ilustrada se desarrollaba en Ia an- tropologia filoséfica, un self interno sagrado se volvié esencial paral construcci6n de la nocién de unicidad personal. Ya en el pensamienta de John Locke, este dominio privado gozaba de un status incondicional La vida democréitica se articulaba fuera de estas unidades atomisticns, como un dominio secundario de contratos condicionales (negociables) y comunicacién problematica. En la Iogiea de la investigacién soda {que gira en torno del mismo concepto de la autonomia como imp en el ser, la invasién de la privacidad frégil pero distintiva de la p sona resulta intolerable. ‘A pesar del consenso respecto de la proteccién de la privacidad, 1a confidenciatidad hormétien ha demostrado sor imposible. Los se ‘dénimos y las locaciones alterados a menudo son Teconscidos por per sonas cereanas. Lo que los investigadores consideran inocente, m participantes piensan que es engafo o incluso traicién; lo que en # artieulo parece neutral, a menudo es conflictivo en la préctica. Si, ejemplo, se estudia un organismo gubernamental, una instituciéa cativa o una organizaciGn de salud, zeudl es la dimensién privada no debe ser expuesta? ,Quién debe ser culpado si un medio de conn nicacién avanza agresivamente en la investigacién? Codificar la pre, teecidn de datos privados es instil euando «no existe consenso o wens imidad respecto de lo que es puiblico y lo que es privados (Punch, 1994, pig. 94). — a certeza respecto dela fidelidad de los dats constituye ‘in principio cardinal en los cédigos de las ciencias sociales. La falsifi- acién, el material fraudulento, las omisiones y las invenciones son al ‘mismo tiempo no-cientificas y no-<éticas. Los datos validados tanto in- ‘Jama camo externamente son Ia tiriea moneda de curso legal en oste Ambito, tanto a nivel experimental como moral. En una ciencia social jastrumentalista y axiolégicamente neutra, las definiciones implicadas por los mismos procedimientos establecen los fines por los cuales son evaluadas como morales. Como condicién para el financiamiento, las agencias guberna- tentales en varios paises han insistido en la necesidad de que las ins- tituciones involucradas en investigaciones con sujetos humanos est2- Hezcan érganos de revisi6n y monitoreo. Los Comités Institucionales de Conducta Etiea encarnan la agenda utilitarista en términos de es- fora de accién, presupuestos y pautas metodolégicas En 1978 comenzé a funcionar la Comisién Nacional de los Esta- dos Unidos para la Proteccién de los Sujetos Humanos en la Investi- ‘jacién Biomédica y del Comportamiento. Como resultado, en lo que se dio a conocer como el «informe Belmont» se desarrollaron.ires princi- (Cia seceién relacionada con elrospeto por las personas reitera la stigificia de los ofdigos en cuanto a que las personas se involueren en inVestigacidn de manera voluntaris.y con informacién adecuada sobre procedimientos y las posibles consecuencias del experimento, Fin un | mas profundo, el respeto por las personas involucra dos manda- tos éticos bésicos: «en primer lugar, que los individuos sean trata- somo. saenles autores ¥. en segundo, ue las personas con auto- fa.disminuida (los inmaduros y discapacitados) tengan der: ib proteccién- (Universidad de inoiss Urbana Charspaign, 2008); 2 | eAneMENs LoIsPBNsoaU! RFU BapHOS &| fend eT "9, is) 419A “eaneyyens ugpeBysaau! ap jenuew | Manual de investigacién cualitativa. Vol. | a & La dtica y Iaipolitica en Ya investigacién cualitativa: tos, Las acciones beneficiosas son aquellas que, o bion evitan “el dao o, si ciertos riesgos son condicién del logro de beneficios sus, tanciales, minimizan el daiio tanto como sea posible: a sere Fi Siete is peasant pee Wo arta dn acces brecaes yatta EE a eda orot te nveaigaaon Ea can dogo ~ tigacidn cientifiea en general, los miembros de la sociedad entendida ae eae ales nic Woaney aaa arte ae A el aaa eso Tee ce pe ait aan sicher spec yaneale aoe See ea nea Crtane Chastain 2083) 3. El principio de la justicia insiste en la distribucién equitativg de los beneficios y las cargas de la investigacién. Ocurre wna injustigia cuando un determinado grupo (una minorfa étnica, un grupo de usua- ~Fios de ayuda social o de personas internadas en centros de salud men de ancianos, por poner algunos ejemplos) es usado sin restriceio- ean invettigadiin, debido a que resulla disponible g facil de manipular. Si se trata de una investigacidn financiada pablicamente que «conduce al mejoramiento o la invencién de dispositivos y procedi- mientos terapéutiens, la justicia exige que sus beneficios no se reserven a aquéllos capaces de pagarlos» (Universidad de Illinois, Urbana Champaign, 2003). ‘Los procedimientos basados en ellos reflejan las mismas pautaé que dominan los eédigos de ética: consentimiento informado, proteccién de 1a privacidad, probibicién del engafo. La autoridad de los Comités Ins titucionales de Conducta Etica se amplié notablemente en 1989, cuando el Congreso aprobé la NIH Revitalization Act y form6 la Com: sign para la Integridad de las Investigaciones. En ese momento, el foc estaba puesto en la tergiversacién, omisién y distorsi6n de la informa cién, La falsificacién, la invencién y el plagio de datos siguen siendo categorias de falta de ética profesional a nivel federal, segtin un nuew informe de 1996 que afiade, incluso, advertencias contra el uso no a= torizado de informacién eonfidencial, Ia omisién de datos importantes y la interferencia (es decir, el dafio fisico del material de otros). n eonsonancia con el modo en que imenes burocréticos anénimes tienden a buscar un mayor ref namiento y racionalizacién en aras de la eficiencia, la regulacién de Jos experimentos cientificos y médicos se extiende ahora a la investi- gacidn en ciencias sociales y humanas. Hoy en dia, el ideal de proteger Jos sujetos del datio fisico en experiencias de laboratorio sobrevuela al trabajo de eindgrafos, historiadores y estudiosos del comportamiento em entornos naturales, En la metéfora de Jonathon Church, «el para- digma biomédico es una cosechadora, y la investigaciGn etnografica os Js paja que cae a un costados (2002, pag. 2). Micntras que el Titulo 43 Parte 46 del Codigo de Regulaciones Federales (45 CFR 46) disené protocolos para regular una investigacién finaneiada por 17 agencias piblicas, al dia de hoy la mayor parte de Ins universidades tiene acuer- dos maltiples que consignan toda la investigacin a un comité institu- tional de conducta ética interno, bajo los términos del 45 CFR 46 (Sho- pes, 2000, pags. 1-2), Mientras que este proceso de expansién buroeritica ha conti- nuado de manera incansable, faciones sociales sin riesgo de provecar datio fisico 0 psicol6gico) de yende generalmente de la floxibilidad organizacional de un Comits titucional de Conducta Etica particularmente iluminado. El con- fentimiento informado, obligatorio antes de un experimento médico, resulta simplemente incongruente ecn la investigacién interpretativa que interactiia con seres humanos en sus entornos naturales, en lugar estudiarlos en un laboratorio (Shapes, 2000, pag. 5). A posar de Giertas mejoras técnicas, clos Comités Institucionales de Conducta oa obutaculizany deaulichtan la curioeidad inleloctaal, Las proyee- de investigacién deben limitarse a preguntas enteramente super- ficales y no desviarse de un camino trazado a la distancia por un grupo de personas muy lejanas [...], A mentdo, el proceso de revisién parece 'S Bl grueso de Ia investigacién blomédica tiene lugar dentro de un laboratori, las investigadores tienen Ia obligacidn de informar a los parteipantes sobre los resgos Fetonciales a los que van a aometerse y deben asimismo obtener su consentimiento fates de que se inicie Ia investigavién. En canbio, la investigaciin etnogratica tiene fn el escenario en el que las personas viven y el consentimienta informado es tm proceso de «interaccion permanente entre el investigadary los miembros dela co. Aunidad que est4 siondo estudiada [..1- Deben afirmarse vinculos de confianta yl funsonso debe ser negociado ...]4 lo largo do semianas o incluso meses, no con antela- @ una entrevista estructurada en pregunias binariass (Church, 2002, pag. 3) eaneanen? upiakonsSAll Bj uaseoryted exon 19) 8 110 "eanewjena uoizebasaaul ap jenuey ] investigaci6r® ¢ualitativa. Vol. f Manual de 0] [300] £ 4 tj ti g ia ‘ mas una cuestién de astueia que otra cosa. No puede imaginarso forma mais eficaz si lo que se busca es estropear por completo la pre. tica de la investigacién» (Blanchard, 2002, pég. 11). En su estructura conceptual, la politica de los Comités esta digg. ftada para producir la mejor relacién costo-beneficio. Ostensibler éstos buscan a los sujetos que eaen bajo los protocolos que aprucbay Sin embargo, dadas las funciones utilitarias tramadas en la estructura de las ciencias sociales, de la universidad y del mismo Estado identig, cado y promovido por Mill, los Gomités Institucionales do Conducta ea, en realidad, protegen sus propias instituciones més que aT judiadas.de Ja sociedad en general (véase Vanderpool, pot 1996, caps. 2-6). Sélo si las asociaciones profesionales, como la Asoc. cién Antropolégica Norteamericana, pudieran crear su propio estandar de précticas para la invostigacién etnografica seria posible que los Co. mités Institucionales de Conducta Etica dieran un importante paso gn Ja direceién correcta. Pero tal renovacién serfa contraria a la homoge. neidad centralista del sistema cerrado de los Comités Institucionales,4 La crisis actual > Mill y Comte, cada uno a su manera, stiponian que la ciensia so- cial experimental era capaz de beneficiar a la sociedad mediante el descubrimiento de hechos desconocidos acerea de la condicién humana, Durkheim y Weber, por su parte, ereian que el estudio cientifien dels sociedad podria ayudaria/la gente a enfrentarse con ~el desarrollo del capitalismo y la revolucion industrial». La Asociacién Norteamericana de Ciencias Sociales fue creada en 1865 con la meta de tender un puente entre «el elemento real de la verdad» y «los grandes problemas sociales de hoy en dia» (Lazarsfeld y Reitz, 1975, pag. 1)/ Bate mitode la ciencia benefactora qued6 heeho trizas »con las revelaciones hechas. durante los juicios de Nuremberg (respecto de los “experimentos.mé Aicos” nazis en los campos de concentracién} y con el rol que tuvieran muchos cientifieos destacados en el Proyecto Manhattans (Punch, 1994, pag. 88), ‘La crisis de confianza se intensifies con ol Experimonto Tuskegee (sobre la sifilis) y el Experimento Willowbrook (sobre In hepatitis). Ba Ja década de 1960, el Proyecto Camelot (una iniciativa del ejército tadounidense para evaluar y prevenir procesos revolucionari menos de insurgencia) fue duramente critieado a lo largo y a lo anche \ Para una critica socioldgica y epistemoldgica de los Comités Institucionsl ‘yéage Denzin (2008, pags. 248-257). gel mundo, por lo cual debid ser eancelado. El engano a sujetos de in- | yestigacién involuntarios en las experiencias llevadas a cabo por Stan- ley Milgram (1974) y la investigacin engafiosa de homosexuales en | un baiio ptiblico y luego en sus casas de parte de Laud Humphreys | 4970, 1972) provocaron esciindalo vor maltratar psicolégieamente a Jos sujetos investigados. Noam Chomsky, a su vez, revelé la complici- dad de ciertos cientificos sociales con iniciativas militares estadouni- densos en Vietnam. ‘La encendida preocupacién por la ética de la investigacién a par- tirdé la década de 1980, el apoyo financiero procedente de fundaciones ‘yaldesarrollo de los eddigos de sties y dol aparato de los Comités Ina tifucionales de Conducta Etica se justifieaban como formas validas de “frenar formas ultrajantes de maltrato. De cualquier manera, las im- 5 por fraude, plagio y tergiversacidn continuaron, aunque en “ putaci “gies 4 “es sobre el significado y la aplieacien de las pautas éticas, Los profe- Sores con actitud de empresarios que compiten por los eseasos délares testinados a la investigacién, generalmente cumplen con los términos ‘que impone el control institucional, pero la vastedad del campo de la investigacién social dentro y fuera de la universidad hace que la su- pervisidn exhaustiva sea imposible. Por debajo de los pros y contras de la administracién responsable ‘dela ciencia social, se han hecho visibles las deficiencias estructurales dela pistemologia que la sustenta (Jennings, 1983, pags. 4-7). Una losofia de la investigacién social de euno positivista insiste todavia ‘ala nocién de neutralidad respecto te definiciones sobre el bien, aun- ‘que la visién del mundo que impulsa esta creencia esté ya muy des- aeeditada. EI modelo ilustrado que situa la libertad humana y orden moral en una polaridad enfrertada esta francamente en banca- uia. Ni siquiera la versién mas blanda de Weber, centrada mas en / jes contrastivos que en entidades opuestas, nos resultaria witil. Tampoco resultaria demasiado efect.va una reelaboracién de los cédi- fps éticos tendiente a volverlos més explicitos y menos melodramsiticos ‘ensu discurso. La exigencia de tomar cursos de ética para los gradua- ts, asi como el refuerzo de las politicas gubernamentales en esta di- feccidn, son medidas deseables, pero de importancia marginal. Por tl- fimo, una redefinicién del proceso de revisién institucional y una teformulacién de la composicién de los Comités que les permiticra re- fejar el cardcter pluralista de la investigacién académica actual se- fan, también, insuficientes. Enel utilitarismo, el pensamiento moral y los procedimientos ex- imentales se homogeneizan en un modelo unidimensional de vali- racional. Los seres humanos auténomos funcionan en este mo- como agentes clarividentes, capaces de alinear iiedios y fines, y F110) Paneyend uopebysaauy ap jenuew | ry ol | ‘Bapenien UpBEbASOAY e] UB EONNIE EFKEDND ETD Pelraticaen laineesioa iin cemattes & Manual de investigacién cualitativa, Vol. 1 Lactic y, de objetivizar los mecanismos que les permiten comprenderse a si mig. “mos y al mundo que los rodea (véase Taylor, 1982, pag. 133). Estee, finicién restriétiva de la eti¢idad responde por algunos de los bieney que perseguimos, tal como ocurre con la minimizacién de los dafiog, pero aquellos bienes situados por fuera del célculo utilitario se exely. yen rigurosamente. Por ejemplo, «la emocionalidad y la intuiciénws relegan «a una posicién secundaria» en el proceso de toma de decisip. nes, y no se le prosta la menor atencién a sla ética del euidado» basada en «particularidades concretas» (Denzin, 1997, pag. 273; véase tambigy Ryan, 1995, pag. 147). Bl modo concreto en que el poder y la ideok tienen influence sobre las inalitucionen sociale politions os pra por alto; bajo la patina retériea de la eleecion voluntaria y la itusiin. de la creatividad auténoma, el sistoma de medios y fines opera, fun. damentalmente, en sus propios términos. Este entorno restringido ya no nos permite tratar adecuada: mente con los complejos problemas que enfrentamos dia a dia eneTee _tudio del mundo social, Muchos cientificos sociales se vuelven fatioxOs, ganan estatus y prestigio, Es el caso de McGeorge Bundy en la époea de J. F. Kennedy, del cientista politico Henry Kissinger, y de Daniel Moynihan, que fue senador. Sin embargo, ol fracaso de la inieiativa en- nocida como «guerra contra la pobreza, las contradiceiones respedto del bienestar y algunos estudios deficientes de la situacién habitaci- nal urbana han vuelto draméticas las limitaciones del edleulo utilitario que ocupa, hoy en dfa, la totalidad del émbito ético.”” Es cierto que el grado de éxito 0 de fracaso es algo siempre sujeta a debate incluso en el mareo de las mismas ciencias sociales. Parala corriente empirista, més perturbador y amenazante que los resultados decepcionantes es él reconocimiento de que la neutralidad no es plae ralista por naturaleza, sino més bien imperialista. Si reflexionamos sobre la experiencia pasada, la investigacidn desinteresada en supues: tas condiciones de neutralidad axiolégica os considerada, cada vez més, como una reinscripcién de facto de la agenda en los propios términes de esta ideologia. Procedimentalmente, el empirismo esté comprome tido con la neutralidad del célculo, con prescindencia del modo en que los sujetos investigados pueden constituir, sustancialmente, los fines b> de la vida. Pero el experimentalismno no constituye un punto dei cuentro neutral para ideas diferentes; antes bien, es una «doctrina de guerra» que impone sus propias ideas a Ios demas al tiempo que si 1 Seguin Taylor (1982), «el debate moderno acerca del utilitarismo no es xbte si éste ocupa algo del espacio mora, sino sobre si ocupa el espacio completo. «Consol ‘2 Jos moribundos» es un imperativo moral en la Caleuta contempordnea, inelus® st ‘los moribundos se encuentran en una situacién tan extrema que torna irrelevantedl cedleulo[utlitariol (pag. 134), 4 0, acriticamente, «la misma supsrioridad que potencia esta impo- scion»."° En términos mas categ6risos de Foueaulti(1979, pags. 170- {96), la ciencia social es un régimen de poder que ayuda a mantener gorden social mediante la normalizacién de los sujetos en categorias Gseiadas por las autoridades politicas (véase Root, 1993, cap. 7). Un, ‘Pheralismo de la igualdad no es en modo alguno neutral, sino que mas “tion representa un ala de ideas especificas, incompatibles, a su vez, | om otras concepeiones del bien. —f> OCGne So VS Soe | ~ Este modelo no-contextual y no-situacional, que supone que «un | gservador objetivo ¥ moralmente-neutral aecederd a los hechos tal {Mo se producen-, ignora «el eardetor situacional de las relaciones de jer asociadas con el género, la orientacién sexual, la clase social, la cidad, la raza y la nacionalidad». Este modelo, por definicion, es Jerarquico (asimetria entre el cientifico-investigador y el sujeto-inves- tigado) y proclive al patriareado, ~Glosa el modo en que el observador- eknégrafo est4 implicado e inscrito en el “aparato legal” de la sociedad yla cultura». Los cientifieos sportan el cetro» de la autoridad de raiz tnivorsitaria cuando se aventuran en la «comunidad local para hacer javestigaciones» (Denzin, 1997, pag. 272; véase también Ryan, 1995, pigs. 144-145).1” No existe, pues, ua cuestionamiento orgédnico de la ‘xperticia propia de los eientificos en las sociedades democratieas que pertenecen, en principio, a ciudadanos que no comparten este eonoci- nniento especializado (véase Euben, 1981, pag, 120). El comunitarismo feminista (fa ctica social xj — Alo largo de Ja tiltima década,la étiea de orientacién social y fe- ‘Binista ha provocado una ruptura radical con las doctrinas de la au- ° Beto ropite la objecién famosa al literalismo demoerdten de los derechos in- SSviduales: El liberalismo no es un espacio de encuentro posible para todas las eultu- tas sino la expresién politica co un rango purticular de eulturas, mas bien ineampa- tle con otros rangos, BI liberalismo no puede y no debe arrogarse la neutralidad fkural completa. En sf mismo, el liberalismo es una religién de guerra. Por su parte, multiculturalismo, tal eomo se lo discute hoy en dia, tiene una mareada relacion fn sta imposicién de algunas calturas sobre otras, y con la superioridad presupuesta fue potencia esta imposicion, Las sociedades liberales occidentales son consideradas ‘upremamente culpables desde este punto de vista, en parte debido a su pasado calo- tia, en parte por la marginalizacion de determinados segmentos de Ia poblacisn que Ioreden de otras culturass (Taylor y otros, 1994, pags. 62-63) En este pasgje, Denzin acredita a Smith (1987, pig. 107) el eoncopto de -apa- tito gobernantes, P jenuew | |SBAUT 2} a ¥ TOA “eanewend uorebn: | eaeuns ueresrsonurerweiennode diane’ [3]

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