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"] = | Jean-Claude Maleval Légica del delirio SUMARIO Introduccién 1. LANOCION DE DELIRIO 1, sQuées un delirio? 2. ;Cauél es la estructura del delirio? Enfoque hist6rico deltema Tdentidad del suefio y dela locura : Logica evolutiva del delro seg la psiquiatria clsica 3. La contribucién de Freud al estudio del delirio El delirio como tentativa de curacion, «Contentarse con palabras en el lugar de las cosas» El delirio paranoico como defensa contra la homosexualidad EI mecanismo de proyeccién inherente al delirio 4. Delitio psicético no es delirium neurético ‘Automatismo mental y onirismo La nocién indivisa de delrio Fallo en la construccion de la realidad y el hacerse presente del objeto a Delirio y perturbaciones del lenguaje Los pasajs al acto Elllamamiento a la completud del Otro La evolucién del delirio Estructura del delirium 3 23 23 28 45 45 50 53 59 8 64 67 70 R 81 8 85 88 INTRODUCCION Subrayar la existencia de una logica inherente al delirio en a actualidad ya no se considera més una paradoja: es conocida la tesis freudiana que pos- tula que el delirio constituye una tentativa de curacién. No obstante subsiste tuna paradoja, de infrecuente observacion, que reside en la casi undnime ‘conviccién que aconseja que dicho trabajo autoterapéutico deba ser desen- marcado, reducido, estrangulado, Todo clinico sabe, claro esté, que cuando se quiere disipar el delirio de una manera demasiado activa, se conduce al sujeto a la feticenci e incluso a la depresion, ctiando no al pasaje al actoy la analogia con el céncer persiste también en este dominio. En contra de‘: dicho enfoque, lo que se propone aqui constituye un alegato para que se tes- pete ¥ se acoja el trabajo subjetivo en accién en el deliri. Lapsiquiatria moderna, adherida al discurso de la ciencia se orienta ha- cia lo que constituye el principio de esta ultima: una metodolégica exclu- sign del sujeto. La consecuencia més evidente de dicho ideal dominante re- side en el postulado, en la acrualidad cada ver més difundido, segin el cual, 1 conocimiento en este campo ya no progresaré més a partir del encuen- ‘to con el paciente, En consecuencia, de ali en adelante, entre la clinica psi- 4quidtrica y la del psicoandlisis se chonda un foso. A esta diltima correspon. de ahora la pesada tarea de contrarrestar la'marejadi del discurso de la ciencia, En relacién al enfoque del delrio, lo consigue cuando se revela ca- paz de dar cuenta de la singularidad de la psicosis en tal o cual sujeto, y consigue aislar un trabajo delensivo orientado, Intentamos dar Un paso més poniendo en evidencia una igica inherente a las diferentes formas cr6ni- as del delirio, que permitan ordenar sus mutaciones clinicas. ‘Advertimos de entrada que la insistencia acerca de la funcién defensiva del deitio no tiene en modo alguno valor de manifesto en favor del desa- srollo de sus construcciones, ni en el nombre de una nueva receta de la an- metaopuecton| + ne del Otro, delitios crénicos. Es en estos iltimos donde se despliega una l6gica de la cual podemos encontrar un anticipo de su disefio en una for- ‘ma evolutiva particular, circunscripta con bastante aproximacién por el de- lirio erénico de evolucién sistematica de Magnan, a propésito del cual con- tamos con un documento clinico privilegiado: las Memorias de un neurépata del presidente Schreber. Hacer globalmente de éste dltimo un paranoico 0 un esquizofrénico, para deducir luego las caracteristicas de una u otra de di- chas patologias, es un procedimiento reductor utilizado en demasta. Con- vertirlo en un caso excepcional porque se presenta como una mezcla de ambos sindromes, expresa un enfoque esquemético y puntual. Ademds, no se tiene en. cuenta que otros diagnésticos sostenidos con justa razén, en particular, el de psicosisalucinatoria crOnica y parafrenia sistemstica,y por afiadidura en ciertasfases de sus perturbaciones, el presidente Schreber se" presenta como un cataténico, y en otras como un melancblico. Antes que fragmentar el estudio del delirio en diversas formas independientes, antes que privilegiar un momento, proponemos una consideracién global, con- siderando que tener en cuenta todas las fases de su evolucion es la condicion para poder despejar su logic. Si ena morfologia de los cuadtos clinicos no se sostuvieran modos de goce especificos, alli no habria més que anacronismo, En una época en que la confusi6n entre demencia y locura vuelve a ad- quitir vigor, es itil recordar que desde principios de siglo Jaspers se encon- traba en condiciones de afirmar: «si se quiere comprender el delirio, es in- dispensable emanciparse de ese prejuicio segiin el cual habria una debilidad intelectual [..] Es necesario que admitamos que hay, no debilidad intelec- tual, sino una transformacin particular de las funciones psiquicas cuando una vez terminados los procesos delirantes, un hombre muy reflexivo mantie- ne, incluso en los casos infiecuentes donde no se presenta ningéin sintoma mérbido, un deltio que todo el mundo reconoce como inmediatamenteim- posible, al tiempo que él declara con conviccién: «Es simplemente ast», ano puedo dudary, «lo sé. En las verdaderas ideas deliantes, el error reside en el contenido, pero el pensamiento formal permanece completamente in- tacto.? Natrido por la psiquiatria dindmica alemana, Lacan hace suya esta concepci6n a partir de sus primeros trabajos: en 1932 subraya su oposicién a euna concepci6n doctrinaria de la psicosis déficits. «No se puede recha- 3, Jaspers, K: Pychophatologie générale (1922). Pars: Alcan, 1933. Pig. 86 I| LA NOCION DE DELIRIO 1. ;QUE ES UN DELIRIO? En sentido etimol6gico, este vocablo procede del latin delirare que signifi- ca propiamente «salir del surco», mientras que lirare significaba, «trazat ) surcos», Fue introducido en la lengua francesa ene siglo xv, pero fue en el xix cuando adquirié un sentido técnico, favorecido por la separacién” de la psiquiatria como. wautOnoma, Esquirol fue uno de los primeros ue intentara precisar la acepci6n del término. En 1814 oftecié la sig te definicién: «Un hombre esté en delirio cuando sus sensaciones no estén cen relacién con los objetos exteriores, cuando sus ideas no se encuentran en relacién con sus sensaciones, cuando sus juicios y sus determinaciones son independientes de su voluntad>.! Desde esta perspectiva, que se inspira en el sensualismo de Condillac, las sensaciones constituyen tn calco fable del mundo exterior, es posible confiar en las apariencias, de manera que no es la raz6n la garantia contra a locura, sino el buen uso de las percepciones. Algunos afios més tarde, en 1864, .® Para apreciar la pertinencia de semejante definicién sometémosle la te- sis defendida por John E. Mack, profesor de psiquiatria en la Harvard Me- dical School, en su obra Abduction, publicada en 1994. En dicho texto, de ‘més de quinientas pagines, sostiene, basndose en miltiples testimonios recogidos en su mayor parte bajo hipnosis, que numerosos millones de nor- tcamericanos han sido raptados por extraterrestres 0 han tenido experien- cias andlogas.® ;Se trata de una creencia errénea firmemente sostenida a pesar de la opinién generalmente compartida? Ello es evidente, segiin pue- de verse examinando criticamente los datos. Es ésta una idea delixante? Las opiniones son divergentes miles de personas conceden absoluta fe alos tes- timonios de dichos raptos. Por afiadidura, los conocimientos psiquidtricos no constituyen un obstéculo a la credulidad: algunos colegas del doctor ‘Mack consideran que es necesario abstenerse de juzgat las innovadoras in- 5. Manuel diagnastique et statstique des troubles mentaux,Paris-Nueva York: Masson, 1980. Pig. 388. 6. Mack, JE. Abduction, Nuova York: Scribner's, 1994, Traduccién francesa: Doser ex- tnaterresre. Lafie des nlévements Pars: Presses de I Cite, 195. ,QUEES UN DELIRION] 17 laci6n a sus trastornos, pero también intenta racionalizarlos y justficar- Jos-las obsesiones del tocar, en Ia mayorfa de los casos resultan legitima- das por el sujeto invocando el temor alos microbios~ de manera que, por tun lado, el neurético pone sus facultades légicas al servicio de sus sinto- ‘mas, ala manera del delirante que moviliza los recursos de su inteligencia para demostrar lo bien fundado de sus intuiciones iniciales, Este tiltimo se revela incluso capaz de un relativo retorno critico sobre sf mismo. En consecuencia, no debe vacilarse en afirmar que no existe un criterio decisivo para caracterizar una idea delirante. El espiritu crtico de Leuret lo advirtié muy pronto, cuando en 1834 escribia: «No me ha sido posible, ciera lo que hiciese, distinguir por su sola naturaleza una idea loca de una idea razonable. He buscado, ya en Charenton, ya en Bicétre, ya en la Salpe- trite,” Ia idea que me pareciese la més loca; luego, cuando la comparaba con tun buen niimero de aquellas que circulan en el mundo, quedaba sor- prendido y casi avergonzado por no encontrar diferencia.»"" Todas las in- vestigaciones semiol6gicas que se esforzaron en delimitar la originalidad de la idea delirante desembocaron en callejones sin salida. No es necesario volver ala afirmacién de Leuret que postula «con las mismas ideas se pue- de ser considerado sabio oalienado».! Tomémonos el trabajo de seguir el desarrollo de un ejemplo preciso: «Espanta ~escribié— pronunciarse contra naciones enteras, y debe pensarse dos veces antes de tacharlas de locas, so- bre todo sien esa especie de anatema es necesario englobar a personas cuyo nombre exige la admiracién y el respeto. El carnicero que tuviese hoy la pretensién de encontrar el porvenir en las viscetas de los animales que de- giella,y que fortalecido por sus descubrimientos pretendiese hacerse ofr en tun consejo donde se deliberase acerca de la paz o de la guerra, serfa inclui- do por nosotros en el catélogo de los alienados. Sin embargo dicho carni- ‘ero no haria otra cosa que a faena de los augures, seria un buen augur con una veintena de siglos de retraso». Para la raz6n humana, prosigue dicho autor, esta historia de los augu- res es una historia violenta. A juicio de los clasicos, nada estaba mejor pro- 10. N.delT Aludea divers etablecimientos hosptalariopsiquistrios parisinos. 11. Learet,F Fragment paychlogigues sur a fle. Pars: Cochart, 1834, Pig 12, hid, pig. 76 {QUE ES UN pELiRION| 19 tementea ésta a promover una objetivacién del delitio, Que no lo consiga zo impide a las DSM-III y TV nia Henry Fy declarar el problema resuelto. Este tiltimo no vacil6, en 1968, en definir al delirio como una falsificacion. de lo real que presenta un cardcter de evidencia para el sujeto, pero también. para el observador «quien-a-la-inversa-del-sujeto -escribié el autor~ sabe ‘que lo que éste cree ser verdad no lo es».!9 En esas condiciones c6mo ex- plicarse que ciertos paranoicos,e incluso ciertos parafrénicos, puedan con- ‘ertirse en fundadores de sectas? Por queé la evidencia de Henri By no es la ‘misma que la de sus discfpulos? Seria ilusorio creer que el saber médico in- ‘munice contra la adhesi6na un delirio: se pueden invocar numerosos ejem- pos para rechazar este enfoque optimista. Ademés, a partir de 1877 Ritti de- ‘mostraba un poco més de exigencia cuando se detenia en el estudio «De los delitios basados en hechos verdaderos o verosimiles» y en las «Dificultades resultantes de esos caracteces del delirio por el diagndstico dela locura», Di- cho autor observaba con toda razén que existen numerosos casos en que el delirio encuentra su punto de partida en un hecho verdadero o verosimil, En particular subraya que «en todos los casos de locura de a dos, el deli siempre tiene algo de verosimil, en general, un sujeto crea el delrio mien- tras el otro lo acepta. Ahora bien, se conocen igualmente delirios de a tres, cuatro, cinco y hasta de grupos consolidados alrededor de un paranoico [Jim Jones), y basta de un parafrénico [Gilber Bourdin]. Las propias co- ‘munidades cientificas pueden ajustar sus pasos a un delirio: basta recordar la lingifstica marrist,!” de la biologia de Lisenko, o de la orgonomia rei- 15, Ey. aLe fond da probleme». La Revue de médecine (oct. 1968): 1547 16. Ritti, A. aDes dices basés sur des fits vais 0 vaisemblabless. Annales mnéico-psy chologigues (1877): 105-10 17, Nicolés Marr (1863-1954), reduce todas las lenguas del mundo a evatro elementos Por otra parte, hace de lengua una superestractara que evoluciona a altos. en fan cién de os cambios dela tas, hacia un estado timo, el dea lengua dni de uns s- edad sin class, Stain mpuso la ensehanza de esta doctrina hasta 1950, (Cf. Yague- lo, M. Les fous du langage. Pars: Sui, 1984, Pigs 93-108.) 18, Lecoutt, D. Lyssenko Hise rile d'une escience prolétarennes, Pris: Maspero, 1976. Esta ecencia desde el inicio plenamenteconstituida, encontraba su principio fanda- ‘mental en una fnalidad boldgica creada por el medio, Denunciaba como eburguesa+ la doctrina clisica que reiuta I transmisién hereditaria de los caracteres adquiridos. 2QUE ES UN DELIRION| 24 separarse de los fenémenos con el objeto de aprehender las constantes es- ‘ructurales més alld de estos. Ello s6lo resulta posible a través de un aten- to estudio dela palabra del sujeto, Entonces se pone hay idea delirante en si, sino, tinicamente, sujetos delirantes. que los iltimos DSM rechazan tomar en consideracién la dindmica del su- jeto, y con el objeto de atenersea su comportamiento, se ven obligados a man- tener la indefinible nocién de idea delirante. as contribuciones més interesantes de la clinica psiquistrica lisica al cenfoque del delirio son aquellas que no estan obstruidas por una referen- cia ingesia fa Fealidad. En tal caso se hace posible encontrar caracterist- cas independientes de su contenido, En este sentido, hay dos elementos que ‘seguramenile merece €F destacados: por una parte, lac brantable ya seialads a veces, dificil de apreday, sin embargo: y por otra, :cidn inque- de abajo ¢ invadiendo el yo, ha sido llamada sentimento las), sindrome de accién exterior {Claude}, pensamiento xeno raud]».24 Estas dos indicaciones constituyen, ciertamente, elementos de preciosa clinica, pero no por ello dejan de resultar insuficientes para una de- finiciOn del delirio, Existen convicciones politicas, religiosas 0 de otra cla- se, alas cuales algunas personas adhieren hasta el punto de dar la vida por cllas, sin que por eso pueda considerarse delirantes a todos es0s sujetos. En cuanto al carécter xenopatico, puede estar ausente en un delirio de fiiacién otro de invencién, etcétera. 23, La entefana feudiana, en esto completamente de acuerdo alo que se produjo en el resto de los dominios cienficns (. hace intervenirresortes que estin mas all dela experiencia inmediata y ne pueden en modo alguno ser tomados de una manera sen- sible, Alli al igual queen fica, noe el color que retenemos, en su carter sentido y iferenciado por la experiencia deca, es algo que esti detris y que lo condiciona» (Lacan J. Le paychoss, Le éminaire I Pari: Sei, 1981. Pig, 16)- 24, Guitaud, P.sLe Délires. La Revue de médecine, (Oct. 1968): 1575 2. 3CUAL ES LA ESTRUCTURA DEL DELIRIO? ENFOQUE HISTORICO DEL TEMA La idea delirante escapa a toda posibilidad de abordarla con precisién, y s6lo un enfoque estructural puede dar cuenta con rigor de la especificidad del detirio. El empleo del término eestructura» en psicopatologia, es reciente: su introduccién se operé a principios de siglo, en los trabajos de los fenome- nélogos.' Sin embargo, los esfuerzos para aisar las constantes que condi- cionarfan las ideas delirantes se afirmaron a partir de mediados del siglo xix. Desde entonces existen dos grandes corrientes de pensamiento para aprehender la l6gica del dlirio, que atin comparten los autores modernos. {Los unos intentan circunscrbir los delirios segin un modo de evolucién in- terna que les sea propio. Los otros no pueden plantear el problema en es- tos términos, porque consideran el delirio como anélogo al suefio, de ma~ nera que su evolucién seria tan cambiante y variable como la de éste. IDENTIDAD DEL SUENO Y DE LA LOCURA La nocién de una analogie entre el mecanismo de los suefios y los de la lo- ccura fue coneebida mucho antes que la obra mayor de 1900 acerca de Lain- terpretacién de los suefios Se sabe que Freud se habia hecho eco de la afir ‘macién del neur6logo Hughlings Jackson, segiin la cual «Encontrad todo lo concerniente a los suefios y lo habréis encontrado todo cuanto respecta a la 1. Minkowski, B Le temps véeu (1933). Neuchatel: Dlachaus et Nest, 1968. /RA DEL DELIRIOT| 28, consiguié la adhesin de todos sus contemporineos. Algunos criticaron enérgicamente la hipstesisque postula que todas as formas de locura y de- lirio estaban producidas en un estado mental idéntico al del suefio. Si algo semejante fuese cierto, argumentaba Bousquet en 1855, ello significaria que cada noche todo el mundo se vuelve loco, para recuperar a salud apenas des- pierta, No puede ocurrir nada semejante, conclufa dicho autor, porque es inconcebible que una enfermedad que despoja a los seres humanos de to- dos sus «nobles atributos», y que en la mayoria de los casos no acaba sino con la muerte, pueda ser un estado tan ligero y transitorio. Segtin Bous- quet, era incorrecto proseguir la analogia entre el suefio y la locura, y po- nerlos en el mismo plano constitua un error definitivo.!° Por otra parte es necesario subrayar que, de acuerdo con Moreau de ‘Tours, las ideas delirantes no siguen ninguna evolucién determinada, Y le parecen tan diversas como vatiados los suefios. Este enfoque tiene las mis- ‘mas imitaciones que la teotia del automatismo mental, desarrollada por Bai- larger a mediados del siglo xx, con una perspectiva andloga: el suefio es, para ambos autores, un fenémeno insensato. Uno y otro deben mucho en este do- minio al pensamiento de Maine de Biran,fildsofo fundador de la doctrina espiritualista. ste sostenfa que el suet estaba completamente determina- do-porfunciones orgénicas, que el espiritu estaba enteramente pasivo en esas condiciones, y que por ende, el suefio era eldominio de una vida mental y fisica absolutamente involintaria, un estado de existencia animal idéntico aldelalocura. Por lo tanto, lossuefios no eran otra cosa que el resultado de «disposiciones orgénicas» de la-materia cerebral. Maine de Biran sefialaba ‘una separacion entre a actividad mental del estado de vigila y la del sue- fio. Asimismo, Moreau de Tours tenfa una pobre opinién acerca del fun- cionamiento psfquico en el suefio: para él, el pensamiento en el suefio y la libertad de la voluntad se exclusan mutuamente.!! 9. Ello de Dowbiggin L, L folie héveditare, Pars: BPEL, 1993; orece un excelente es- tudio del contest en que strgiera lates de Moreau de Tours, y de sas determinantes politicos ycuburaes, 10, Bousquet, J-BE. «Du dele au point de vue pathologique et anatomopathologiqus. Annales Médico-pycholgigues (1855): 448-5. 11, Moreau de Tours, J eDe Tidentité de Ita de reve et de flies. Annales Médico-py- cholgiques I, (1858): 387-8 CUAL 251A ESTRUCTURA DEL DELIRIO?| 27 Ja are-represiony.!* Para estos psicoanalistas, como para Moreau de Tours, Bleuler o Henri Ey, un esquema explicativo semejante preside la aprehen- sign del delitio: éste resulta de un defecto de la sintesis mental que liberamo- dos de pensamiento arcaico andlogos a los del suefio. Divergen, no obstan- te,en cuanto al origen de los mecanismos psicéticos: para los psiquiatras antes citados, dicho origen se encuentra en una lesi6n orgénica, todavia por des- ccubrir; y para los analistas, la hipétesis de ésta resulta innecesaria. ‘A partir de ahi, los presupuestos de estos tiltimos los incitan a conce- birla existencia de una potencialidad psicética en todo ser humano. La teo- ria Kleiniana de la regresiéna la posicion paranoide/esquizoide, que carac- terizaria el funcionamiento psiquico del lactante a partir de los primeros meses de vida, se revela demostrativa en tal sentido, Postular de ese modo la pre sencia de un «nucleo psicético» en el fandamento del sujeto es incompati- ble con la hipotesis estructural que considera que no se vuelve loco quien guiere. Para quien mantenga la orientacién acerca dela analogia entre el sue- fo y el delirio, no resulta posible intentar aislar una estructura de este ilti- ‘mo. Es por ello que Bleuler se vio conducido a un enfoque global quelo in- cit6 a reagrupar a la mayor parte de las psicopatfas en el tentacular «grupo de las esquizofrenias», Por esa misma razén, Henri Ey fund6 su clinica so- bre los niveles de desestructuracién de la consciencia, y no sobre la investi- gacién de mecanismos psiquicos especificos. En cuanto concierne alos de- fensores de la psicologia del yo, el acento est puesto sobre la debilidad de éte, y sobre los fenémenos de despersonalizacién, de manera que conside- ran que la especificidad del dlirio debe buscarse menos en el seno de los pro- «esos primarios que en aquello que condiciona su surgimiento, En relacién a estos tltimos, el enfoque kleiniano, centrado en los fan- tasmas inconscientes, se encuentra algo menos desprovisto para aprehen- der las caracteristicas del deirio. Por eso, en el mismo momento en que ad- vierte la analogia del sueio y el delirio, Hanna Segal comprueba en el psicbtico la tendencia alos «sueios concretados»;!® mientras que Rosenfeld 1M. Feder P. La psyhologie du ma et les psychoses (1952). Pars: PUR, 1979. Pig. 144 15. Segal H.eLa fonction des réese. En: Dire et erdativite(1981). Paris: des Femmes, 1987. Pigs. 150-160 /AL ES LA ESTRUCTURA DEL DFLIRIOZ| 29 timonio de su semejanza con los suefios, Por el contratio el criterio de evo- Juci6n provee de entrada un rasgo distintivo entre el suefio y el delirio. En este ltimo hay fases, particularmente identificables en los delirios erénicos, pparanoicos y hasta parafrénicos; y es evidente que dichas fases no se en- ‘cuentran en los suefios. Laevolucién de un deliro slo resulta discernible mediante una cierta toma de distancia en relacién con los fenémenos inmediatos, Para aislar dicha evo- lucién se revela necesaria una construccién del observador; de manera que su puesta en evidencia equivale a descubrirla existencia de una estructura ms alld de los contenidos imaginarios. Incluso antes de que la expresi6n «es- tructuray fuera empleada en psicopatologia, puede observarse que en su apre- hensi6n del delirio, quienessostienen la existencia de una l6gica evolutiva ya tienen un enfoque estructural, al tiempo que aquellos que preconizan la ana~ Jogia con el suefio, son necesariamente conducidos hacia una consideracién no estructural. [La posicidn de los Kleinianos se revela intermedia: buscan ais- Jaros mecanismos més alla de los contenidos imaginarios, certamente, pero no disciernen ninguna l6gica evolutiva inherente al delirio paranoico,] De acuerdo con las perspectivas no estructurales de aprehensién del delitio y del sujeto, bastaria con ahondar para encontrar la psicosis en las profundi- Jicién sucesiva cuatrg etapas bien separadas = Primer periodo, llamado de incubacion y de inquietud, Malestar ge- neral. Nervioso, desconfiado, el sujeto comienza a interpretar ciertos he- chos que adquicren un significado personal. Aparecen alucinaciones del oido. ~ Segundo perfodo, llamado de persecuci6n y sistematizacion. La alu- cinacién, en principio elemental [zumbidos, rumores, murmullos] se con- verte en verbal, permanente [mondlogos, didlogos), acompatiada de ilusiones auditivas, de ecos del pensarniento, El delirio acaba por estereotiparse: en- tonces aparecen neologismos que crea el paciente; «al encontrar en el len- gitaje ordinario las palabras convenientes al mundo de nuevas sensaciones cen el que viver. = Tercer periodo, lamado de grandeza. Las ideas de grandeza aparecen yapor deduccién logica [si tanto se lo quiere destruir es porque éles un per- sonaje importante], ya por la via alucinatoria, ya esponténeamente. El de- lirio de persecucién se atenta, mientras cambia el comportamiento delen- fermo: sus discursos y acciones concuerdan con su megelomania, ~ Cuarto periodo: llamado de demencia, La memoria se debilita la ac- tividad intelectual se hunde, Hl enfermo se vuelve indiferente a quienes le ro dean, Su discurso, sembrado de neologismos, se vuelve ininteligible2> Bl ciclo que dibuja esta fina descripcién puede durar veinte o treinta afios. A veces, la evolucién es mas répidas otras, por el contrario, dura va~ tins décadas, «ciertos delirantes ctnicos pueden todavia hablar razonable- mente acerca de temas extratios a su delirio» 23. Magnan, M:Séreus,P. «Délre chronique» (1911). En: «Les éifces du dirs, Analy ‘ica, 5, pigs. 11-37. Navarin, Pars, 1987 {CUAL ES LA ESTRUCTURA DEL DELIRIO2| 38 laciones con el mundo exterior se modifican, se repliega sobre si mismo y sehunde en un andlisis doloroso. Con una agudeza psiquica tanto més viva por cuanto todas sus facultades estan encaminadas hacia el mismo objeto, escruta atentamente cuanto se dice, cuanto se hace, cuanto pasa a su alre- dedor,y en todas las cosas, por una serie de razonamientos més o menos 6- ¢gicos, descubre algin resorte oculto, alguna alusiOn a su persona o a su si- tuaci6n. Bs el perfodo hipocondriaco de Morel, el periado de incubacién de Falret padce, el perfodo de inquierud de Magnan, que también se podria la- ‘mar perfodo de concentracién analitica o de andlisissubjetiva, en razén de ‘sa tendencia al andlisis inductivo que predomina en el enfermo en ese mo- ‘mento. A él pueden sumarse alucinaciones, pero es sobre todo en el perio- do siguiente en que se las observa de una manera mas 0 menos constante». «Bn ese segundo periods, el enfermo imagina una explicacién racional de sus sufrimientos, de sus inquietudes, de la atencién verdaderamente sor- prendente de la cual se cree objeto; encuentra, como se ha dicho tan feliz~ ‘mente, a formula de su deliio [...] Enemigos poderosos y encarnizados en

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