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La satisfaccién Sara Glasman Hay un modo privilegiado de Lacan —en su lectura de los textos freudianos— que podriamos definir como el de una generalizacién que singulariza y que evita todo efecto de particularizacién de un todo, Podemos tomar como sjemplo Ia teoria del significance: Lacan primero ordena cl campo designan. do como significante divetsos términos usados por Freud con distinto nombre segin diferentes contextos de elaboracion tedrica, es decir, segiin el sistema de articulaciones que trabaja en cada momento. Asi, son significantes los signos perceptivos de la carta $2 a Fliess, las huellas mnémicas de la Traumdeutung, las representaciones de cosa de la Metapsicologia, los representantes de la re- presentacion en la teorfa de la represin, etc. Pero luego de ese ordenamien- to, se impone redistribuir el campo de las diferencias en nuevas vertientes, operacién de singularizacion que no s6lo introduce una légica adecuada, sino que también crea nuevas significaciones para los términos: aparece asf la di- ferencia entre la funcién de nominacién y la de significacién, o la distincién entre S, y Sq, etc. El nuevo trabajo, ahora, con las nuevas nociones, permitird abrir el campo as{ logicizado hacia teorizaciones que no podrfan implicar su cierre en alguna totalidad. Del mismo modo, cuando Lacan sustituye'“‘condensacin y desplazamien- to” —nociones que ya en Freud tienen una significacion distinta a la habi- tual por “metifora y metonimia”, no sélo subraya la importacin del campo de la lingiistica, sino que ademds produce una nueva posibilidad de trabajar con el establecimiento de sus formulas Tespectivas, Es decir, que Lacan opera con las nociones que el mismo campo psicoanalitico produce: si la metafora —como sustitucién de un significante por otro— es el modo de producir una significacién como nueva, cuando Lacan sustituye un tér- mino por otro en la teor/a, es porque el efecto de nueva significacién permi- tird reabrir con nuevos operadores el campo de que se trata. Estas operaciones no son extrafias a Freud, quien en la primera pagina de “Las pulsiones y sus destinos” no deja de realizarlas, pues resalta que estable- 83 cerd la significacion del término Trieb, para lo cual importaré conceptos y postulados de la Fisiologfa y la Biologia. . Sucede algo similar con la Befriedigung freudiana, En distintos lugares de la obra de Lacan leemos frases del orden d roceso primario es el goce mismo”, “el Superyo ordena gozar”, “la repeticion es marco del goce”, “el masoquismo primitivo es el goce”, etc., para recomenzar luego, a partir de la introduccin del nuevo término, 2 abrir el campo de sus significaciones singu- lares con la consecuente extension de lo que connota como “‘ciencia conje- rural”; puede asf, por ejemplo, plantear con justeza el problema del Saber en gus relaciones con la dialéctica del goce y ubicar en ese lugar su teorfa del ras- go unario como soporte que permitiré la formulacién, entonces, de los cus- Ho discursos, formulacién que implica, ahora, su “‘exportacion” necesaria ha- cia e] campo de las ciencias conjeturales. Para plantear, entonces, una cuestién preliminar que nos parece necesario deslindar con respecto al problema de la teorfa de los goces, haremos un su- cinto recorrido por ciertos textos freudianos que desarrollan el problema de la satisfaccion pulsional. Se nos perdonard, para ello, utilizar un estilo més de “comentario hablado” que de escrito argumentativo, estilo que hemos encontrado atil para aclarar lo més posible una nocién, por sf misma, com- plicada. “La deriva pulsional” Si Ja sexvalidad actaa en el intervalo abierto entre el sintoma —que es meta- forico— y la interpretacion —que es el desco—, es incontestable que para Freud las pulsiones parciales dominan la economia de dicho intervalo. Lla- maremos, por el momento, “intervalo” al desencaje que —intentaremos demostrarlo— produce alli el problema de la satisfaccion pulsional. En su lectura de “Las pulsiones y sus destinos”, Lacan invita a concebir la pul- sién como una estructura donde el sujeto no est4 atin ubicado y, a la vez, como un empuje que sale a través del borde erdgeno para volver a él como si fuera su blanco después de haber rodeado al objeto a. Y sin embargo, extrae como consecuencia una teorfa acerca de la. constitucién del sujeto. El texto de 1915 puede definirse como un discurso sobre el origen pulsio- nal de lo imaginario, asi como “La negacién” lo es sobre el origen instintual del juicio. En el primero entonces, se tratard de la constitucién de un falso ser y la necesaria insercion del narcisismo que lo cubre, mientras que en el segundo la cuestién central girard en torno a las condiciones mediante las cuales el sujeto puede designarse en el discurso. Debemos recordar que en 1915 Freud necesita precisar su modelo pulsio- nal para dar cuenta de las frases gramaticales de Schreber y Ia consecuente introduccion del narcisismo en la teorfa, a lo que se suma el anélisis del sue- fio de angustia del hombre de los lobos en términos de escena primitiva, El 84 tema es lu disposicién a la neurosis y lo que esta cuestién parecta implicar; el concepto de fijacién en algin estadio de la evolucion psicosexual. Para los paranoicos, que “intentan defenderse de tal sexualizacién de sus tendencias sociales"!, Freud localiza la disposicién en “el camino que se extiende entre el autoerotismo, el narcisismo y Ja homosexualidad’ sin embargo, este camino es descripto no en términos de fases libidinales sino considerando las transformaciones precisas de la fantasfa de ‘amar al hombre”? No nos detendremos en el estatuto de las frases de Schreber, pues desea- mos més bien subrayar el valor que la escision y Ia negacién tienen cada vez que Freud aborda el tema de la constitucién del sujeto. Si bien a prime- a vista estas frases parecen alcanzar la contradiccién mediante una nega- cién que afirma su contrario, este hecho es, al mismo tiempo, su obstdculo y su valor de verdad, El obstdculo es la articulacién narcisistica, que lleva a Freud a tratar los pares pulsionales como complementarios; en cambio, su valor de verdad se descubre, segin Lacan, al leer una negacién que no afir- ma su complemento y un retorno que instituye una divisién en el principio de toda posible constituci6n del sujeto. El esfuerzo de establecer ahora la metapsicologia de estas frases, conduce a Freud a reflexionar sobre el estatuto de los conceptos fundamentales para el campo cientffico, a los que prefiere Hamar convenciones, en tanto “el Progreso del conocimiento no tolera Ia inalterabilidad de las definiciones'’s , principio a cuyo amparo emprenderé no la definicion sino la significacin del término Tried. El primer movimiento desecha el modelo fisiolégico: el concepto de es- timulo y arco reflejo implica que todo estimulo proveniente del exterior sobre la sustancia nerviosa es derivado hacia el exterior por medio de la * Sigmund Frued: Obras Completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1972, ply, 1517, 7 En las transposiciones gramaticales de este fantesna podemos leer la anticiprciba de los movi mientos de retorno sobre sf y transformacién en lo contrario adscriptos a la deriva de la pulsion, Tomemos s6lo a titulo de ejemplo las frases del delirio persecutorio: 2) Yote amo. b) No le amo: le odio, ©) El me odia, lo cual me da derecho a odietle, 4) No le amo; te odio porque me persigue. Es obvio que las dos primeras frases comportan la transformacién en lo contrario, y las dos si- guiemtes al retorno sobre si de fo yx contrariado, pero este retorno, ademis, crea algo nuevo, el “derecho” y el sentido, “porque”. También estd claro que las diferentes contradicciones de la afirmacion primordial “Yo le amo", conducirin « Freud a las aporfas que pueden leerse sobre el amor y el odio en “Las pulsiones y nis destinos", % Este operacién implica sustituir ta puntuacion de la frase “'No le amo (:) le odio”, por una barra: IINo Ie amo (/) le odio". Es necesario también observar que la escisién constituird primero un “le (objeto) antes de hacer surgir un nuevo “Yo” que adviene con el bafio de sentido (porque re persigue) y con ef estatuto del juicio (me da derecho a..), planteando antes un juicio de exis: ‘encia y luego una atribucién que le es esencial (constituci6n paranoica del Yo). 4S. Preud: 0.€., pig, 2039, 85 accién, la que logra su objetivo sustrayéndose a Ia influencia del estimulo, Este modelo es inoperante para el Trieb, pues este proviene del interior del organismo y no es un impacto momenténea sino una fuerza constante. Sien- do entonces la fuga ineficaz, sera necesario definir los actos adecuados para la supresion del estimulo: “Al est{mulo instintivo lo denominaremos mejor necesidad, y lo que suprime esta necesidad es la satisfaccién, Esta puede ser alcanzada dnicamente por una transformacién adecuada de la fuente del estimulo interna"s. La satisfaccién consistirfa entonces en la supresion, mediante una transformacion en la fuente, de ese tipo de estimulo especi- fico —el pulsional—, que ahora Freud denomina “necesidad” apartdndose as{ del esquema fisiologico. Freud apela entonces a una metéfora biologica: se trata de un “ser vivien- te” (subrayemos, de un ser y no un sujeto), que no tiene defensas y “no otientado atin en el mundo”® (el advenimiento del sujeto requiere antes de un lugar donde orientarse). El movimiento con que Freud concibe a la pul- sién implica entonces la instauracién de las primeras ‘“defensas’” mediante las cuales el ser podré orientarse, Se trata de una superficie orientable que exige un acto de movimiento —donde orientacién implica defensa— para lograr el fin de la satisfaccién. No es, pues, un juicio que guia la accién, sino la accién en los comienzos— un acto prefiere llamarlo Lacan sin sujeto pensante que la dirija. Freud confiesa de inmediato que est4 trabajando con el postulado biolégi- co de la intencionalidad, pues atribuye al aparato nervioso la funcién de con- trol de los estimulos. Si el aparato es regido por el principio del placer, las pulsiones le plantean exigencias de trabajo que implican un motor de progre- $0 y desarrollo de la superficie original, Asi, el Trieb es significado como un movimiento de defensa contra uno de sus propios componentes, la fuente, mediante la transferencia o transposicién de cargas, es decir que la pulsin no se reduce al estfmulo sino que se confunde con el movimiento de orien- tacion y defensa. La posterior introduccién del concepto de repeticién en este nivel, podrd aclarar el problema, Momentineamente, Freud define el Trieb como un concepto limite entre dos campos, “como un representante psiquico de los estimulos procedentes del interior del cuerpo” y “como una magnitud de la exigencia de trabajo impuesta a lo an{mico”?, definiciones que habré que revisar a la luz de sus escritos posteriores. Pero antes, y munido de esta hipdtesis de un sistema destinado a asegurar la homeostasis de las tensiones internas, pasa a plantear cuatro términos disyuntos cuyo montaje significard a la pulsion: perentorie- dad, fin, objeto y fuente. : Nos interesard, para nuestro tema, el problema del fin: el fin de la pulsion 5 1d, pg. 2040, © 1d. pig. 2040, 7 id, pg. 2041. 86 es siempre la satisfaccién, “que sélo puede ser alcanzada por la supresién del estado de estimulacion de la fuente del instinto”® , De este modo, el fin dibu- ja ya el retorno a la fuente que produce la circularidad en el trayecto, mien- tras que el objetivo de supresin del est{mulo parece anticipar el concepto de pulsion de muerte como satisfaccion pura, Sin embargo, Freud plantea que puede alcanzarse una satisfaccién parcial inhibiendo el fin, como es el caso en la sublimacién. Si Ja satisfaccién es el retorno en circuito, la pulsién no puede darse la reproduccién como fin, o mis bien, no alcanza el fin de la reproduccion porque se satisface inhibiéndolo, esto es, retornando en circui- to. As{ concebido, el instinto inhibido en su fin logra satisfacerse bajo la for- ma del avatar de la sublimaci6n, y esto comporta la necesidad de definir con més justeza cudl es la satisfaccién que no se alcanza “por completo”. El sin- toma, por su parte, dependeré del otro destino, la represion, como una de- masia de trabajo para satisfacerse. Aqui se introduce el tema del objeto, al que Freud concibe como un me- dio de alcanzar la satisfaccién; es variable e indiferente y “no se halla enla- zado al instinto originariamente’’? , El objeto —menos instrumento que con- dicién— hace que la pulsién deba rodearlo para satisfacerse aunque no se satisfaga en él: el Trieb, entonces, necesita de la presencia de un moide, un hueco, ocupable por cualquier objeto, para realizar su rodeo, Pero si Lacan introduce el objeto a, ¢s justamente porque no hay connaturalidad de ningin objeto con ninguna pulsion parcial, La fuente, por iiltimo, es entendida como una parte del cuerpo representa- da psiquicamente por el instinto, pero éste, dice Freud, “no se nos daa co- nocer en la vida animica sino por sus fines”, lo que ubica en el centro de la teoria pulsional el tema de la satisfaccién, cuyo soporte definitivo sera establecido en Mas alld del principio del placer. “Yo no pienso” Freud analiza el circuito de la satisfaccién pulsional como una modalidad de Ja defensa contra los instintos. Pero la pregunta sobre aquello de io que el sistema se defiende encontraré una respuesta en “EI problema econémico del masoquismo”, Esta defensa, a nivel mismo’ de lo instintual, se analiza por el examen de una de las ramas de la alternativa que Lacan coloca como operacién de alienacién en ta constitucion de todo sujetott, la tnica que puede elegirse * 1d. pig. 2042. 9 id, pig, 2042, 10 1d. pty. 2042, 11 Es notable que Lacan fea una teoria del sujeto cada vez que Freitd habla de pulsiones, En los algo- ‘itmos Incanianos el sujeto aparece en la fonmula de la pulsién y en le del fantaama, indicando que 87 bajo la denominacién de un “Yo no pienso”. Ya habfamos subrayado que no se trata aqui del juicio que guia la accién sino de la accién en los comien- zos. Si Freud hablo de pensamientos inconscientes, esta deriva pulsional constituiré un modo de pensar del aparato sin el soporte de un “Yo” como agente del acto de defensa mediante la deriva, Se trata —idea que serd preci- sada en 1920— de un movimiento que debe seguir el finico camino que queda libre al precio de no lograr asf su meta de satistaccion total, El recorrido —valido para cualquier pulsion parcial— consiste en la trans- formacién en lo contrario y Ia orientacién hacia la propia persona, términos para los que Lacan prefiere subrayar la no-reciprocidad en el primero, y la torsién del retorno en el segundo, En efecto, Freud ubica mas tarde la reci- procidad en el registro amor-odio, mientras que define a la pulsién siempre como actividad: no hay pulsion pasiva. Entonces, la circularidad que describe en términos de actividad-pasividad, no es una circularidad recfproca. De igual modo, la vuelta no es sobre un “sf mismo” idéntico al del tiempo anterior, pues lo que el ser encuentra no es Jo que lo empuja hacia el movimiento de volver a encontrar, y lo que retorna ya contrariado origina una satisfaccion satisfecha a medias que relanza siempre el proceso. En otros términos: es evidente que Freud no plantea un sistema que se cierra sobre sf, sino uno abierto siempre a la repeticion —lo que constituye la constancia de su fuer- za~, esto es, un sistema que se abre para cerrarse y se cierra dejando la hian- cia inclausurable de la que parte un nuevo movimiento. Y esto debe intro- ducirse en el concepto mismo de satisfaccién. Los ejemplos que toma Freud son los pares sadismo-masoquismo y escopo- filia-exhibicionismo'? . Y lo esencial del proceso —subraya— “es el cambio de son los campos gramaticales donde el sujeto es destituldo en su posicion de agente para ser escin- dido tanto por el significante como por el objeto. 42 No debemos considerarlo casual: Freud podrfa haber tomado otras pulsiones parciales, oral o anal. Poderos anticiparnos a leer estos pares como las pulsioncs correspondicates a la fase filica, consi derando ta importancia que Preud otorga a la mirada y la voz en el complejo de castracion (excu- ‘char una amenaza, ver los genitales cartrados de uns nila, o la eximilacion del miedo la cartracion ‘ll temor de perder el sentido de Ie vista, etc.). En este trabsjo no consideraremos al par escopofilia~ exhibicionismo, pero esperamos demostrar que el par sadismo-musoquimo implica fa disyuncién cuerpo-goce como recorte de la pulsién invocante. As{ como la castracién recae sobte el falo y re- significa, para Freud, las pérdidas de las fotes anteriores, las pulsiones invocante y escbpica inhe- rentes a la fase filica redefinen a toda pulsi6n parcial bajo el modelo de su recortido, Es le ope- racién que parece realizar Lacan cuando lee en estos movimientos la relacién del sujeto con Ia Demanda del Otro y, por lo tanto, Ia constitucién misma del sujeto determinedo por el significan- ter ef llamado al Otro es el hacerse ofr, que se dicige al campo del Otro, mientras que el hacerse ver retorna al sujeto que allf puede aparecer como un nuevo sujeto, Ast, tods pulsin es un movi- miento de busca de Io que rexponde en el Otro —orientacién hacia el exterior, un movimiento de Hamada: “os procesos son circulares entre el sujeto y el Otro; del sujeto Unmado al Otro, al sujeto de lo que él miamo ha visto aparecer en cl campo del Otro, volviendo desde el Otro", dice ‘Lacan, ¥ en el campo del Otro responden Ia mirade y la voz. Et primer ticmpo xe basa en la unién y el segundo en Ia intertecci6n o producto y engendra al sujeto, Estas operaciones las iremos mar ‘cando a lo largo de todo nuestro texto. 88 objeto con permanencia del mismo fin”. El fin sigue siendo la satisfaccién pulsional; el “cambio de objeto", por su parte, parece representar el pasaje del ser del autoerotismo a la canstitucién del sujeto, con la intermediacién de un tiempo donde ese sujeto se hace primero objeto para constituirse fuera del ser, Enunciemos los tres tiempos: a) “El sadismo consiste en ta violencia ejercida contra una persona distinta como objeto”'4. Es sabido que mds tarde Freud se cortige y ubica al maso- quismo como primitivo, por lo que debemos suponer en el primer tiempo una violencia ejercida sobre el propio cuerpo. No obstante, podemos subra- yar: 1~ El placer en el dolor no aparece en los comienzos, pues se trata de una violencia; ésta se realiza, con fines de dominio, sobre el propio cuerpo, designando asi el lugar de arranque y punto de llegada del arco pulsional. La torsign en el retorno hard que ese lugar difiera en los dos tiempos distintos de principio y final. El placer en el dolor aparecerd luego como producto de la coexcitacion (en el texto de 1924), 2— El objeto es nombrado como “una persona distinta”, es decir, subrayando ta constitucién de lo ajeno, lo otro, lo diferente, como modo de pasaje del autoerotismo a la introduccidn del abje- to como diferencia; se trata mds de lo ajeno que de lo exterior, Lacan lee entonces, en este tiempo de la deriva, un lamado al Otro, cara invocante de toda pulsion. b) “Este objeto es abandonado y sustituido por el propio sujeto. Con la orientacin sobre la propia persona queda realizada también Ia transforma~ cién del fin activo del instinto en fin pasivo”'#, Si el primer tiempo es un lamado al Oto, en este segundo hay un retorno que no se realiza al mismo punto inicial, pues el objeto de la puision ha sido abandonado y sustituido por el sujeto; es decir, se produce una carencia por efecto del mismo movi- miento, Esta idea, que persiste en el tema de la repeticion, implica que el su- jeto que se entrega como objeto ubicéndose en el marco que el objeto perdi- do le ofrece, se entrege como carencia antes que como don. Lacan subraya que no es este el tiempo del advenimiento del sujeto, pues si en el llamado al Otro el objeto falta —se encuentra su deseo, es decir, su falta—, ponerse en su lugar es ubicarse como sujeto que puede faltar, desaparecer. El tipico fantas- ma melancélico que tantos nifios refieren como fantasias sobre lo que sus padres sufrirfan con su muerte, tendrfa relacién con este segundo tiempo anterior a la definitiva ubicacién del sujeto, en la estofa misma del fantasma. Asi se recubre una carencia con otra que, en realidad, es anterior, pues no hay sujeto en los comienzos (sino un “o yo no soy, o yo no pienso”). Aqui entonces se presentifica la experiencia misma de esa falta, la que en el primer movimiento empujé al ser hacia el Otro, pues se repite en el mismo lugar pe- to en tiempos diferentes, y esto produce el advenimiento de lo nuevo que 13 1d. phy, 2045, 4 Id. pig. 2045, 1 Id, pig. 2045, 89 toda repeticion implica. (Esta interseccién_de dos carencias podré leerse mejor en “El problema econémico del masoquismo”, a causa, justamente, de que el concepto de repeticién es definitivamente forjado por Freud en 1920). ¢) “Es buscada nuevamente como objeto una persona diferente, que a con- secuencia de la transformacién del fin tiene que encargarse del papel de sujeto”%6, Es la definitiva conformacién del fantasma como espacio donde el sujeto podré ubicarse: el lugar del objeto perdido en el primer tiempo, fue ocupado en el segundo por una parte del cuerpo que asf se pierde, se convier- te en ajena, y se constituye, en el tercero, quien se encarga del papel de sujeto, pero en tanto otro. Este movimiento implica la repeticién (se "busca nuevamente”), no concebida aan como marco de la satisfaccién pulsional. No podriamos avanzar entonces sin el andlisis del concepto de repeticion, pero deseamos afin recordar algo més del texto de 1915: Freud dice que el tercer tiempo es masoquista, y que en él “es alcanzada la satisfaccién, trans- firiéndose en fantasia el pasivo yo a su lugar anterior...”"" Dejemos por el ‘momento los problemas devenidos de la interpretacién de esta satisfaccién como derivacién del sadismo primitivo, pues esta es la hipdtesis que Freud mismo abandonar4, y subrayemos que hay transferencia y fantasia con satisfaccién masoquista en este lugar producido por la interseccién de las dos carencias anteriores (pérdida de objeto en el campo del Otro y falta de sujeto en el campo del sct, o més bien, falta de ser en el campo del suje- to, quien se entrega primero como objeto y deja libre el lugar para que el nuevo sujeto, como otro, pueda “hacerse cargo del papel”). Debiéramos obsevar que no se trata ain del sujeto definitivo, pues su constitucién requiere también del andlisis del par escopofilia-exhibicionismo, y que no consideraremos aqu{ para centrarnos fundamentalmente en el tema de la satisfaccién. Las escenas primitivas pertenecen al campo escpico; en cambio, en lo que concierne al par sadismo-masoquismo se resalta la division del cuerpo, una parte se convierte en extrafia y en ella se refugia la satisfac- cién, mientras el sadismo como dominio implica otra ubicacién para la cons- titucion’ de In imagen corporal. Este lugar corporal, del sujeto como otro, termina de extraiiarse en la dialéctica del espejo: es el falso ser que da sopor- te al narcisismo (estas ideas se precisan mds en textos posteriores!® ). “La Repeticién, marco del goce” En el quinto capftulo de Mas alld del principio del placer, Freud retoma el 16 Id, pig. 2045. 17 14, pig, 2045, 1B Eg interesante subrayar esta torsign en los grafos del deseo, observando el algoriemo del fantasms: en el piso de arriba y a la izquierds, mientras que en el piso inferior ef i(a) exth ata derecha: el yo hhabla desde i(a) pero el sujero es hablado y dividido por el objeto en $ Ox, soporte del deseo. 90 problema de la satisfaccin desde las perturbaciones econdmicas que las pul- stones originan por la carencia de un dispositivo protector contra ellas. Es el momento en que introduce la metéfora ffsica: describe las pulsiones como impulsos de! tipo libremente movil que tienden a hallar exutorio, e identifica el proceso primario con la carga mévil y el secundario con la ligadura de car- gas. El fracaso de la ligadura traeria perturbaciones andlogas —econémica- mente— a una neurosis traumética, pues solo las cargas ligadas pueden ser sometidas al principio del placer o al de realidad. Se concibe entonces a Ja ligadura como una labor de limitar la satisfaccion pulsional: el principio del placer pone as{ limites al goce, el que fue antes asi- milado al proceso primario. Para representarse el proceso, Freud apela a la repeticion, “En el anilizado se ve claramente que la obsesin de repetir, en la transfe- rencia, los sucesos de su infancia, se sobreponen en absoluto al principio del placer"!9, La intencionalidad biolégica fracasa con el fracaso del principio del placer, pues ahora Freud adscribe como cardcter general de la pulsion esta transgresidn al principio: “Un instinto seria, pues, una tendencia propia de lo organico vivo a la reconstruccin de un estado anterior... una especie de elasticidad orgénica...”2°. La superficie orientable —ya concebida en 1915— participa, ademds, del cardcter de lo eléstico, y de las deformaciones y_permanencias que rigen toda manipulacion de superficies eldsticas. Esta hipotesis: “de que todos los instintos quieren reconstruir algo anterior’ no es ajena a la circularidad planteada en 1915 ni al proceso primario descripto en relacién a los suefios, y a su vez derivara en nuevas conclusiones con res- pecto al tema que nos ocupa. EI “‘ser animado elemental’?! que Freud ubica en los comienzos —otra vez la falta de sujeto— repetirfa siempre, en condiciones idénticas, el mismo camino. Es sabido que Freud concibe el proceso primario como la bisqueda de una identidad de percepcidn, de to idénticamente idéntico: el mismo obje- to en el mismo momento de la misma experiencia de satisfaccidn, lo que ya define lo imposible del encuentro y la consecuente pérdida del objeto igual a si mismo en el instante del posible encuentro fallido, pues un sistema orien- tado de ese modo sdlo puede inscribir diferencias. Esta concepcién preexis- tente encuentra ahora su raz6n en el principio que rige los avatares de la pul- sign, y Lacan no dejara de hacer corresponder la falta de sujeto en lo que Freud bautizaré como Ello y la pérdida de objeto en el topos Ics., como fal- tas que intersectan pero no se recubren, Las pulsiones entonces son conservadoras y se satisfacen utilizando lo nue- vo, lo diferente, para recorrer siempre los mismos viejos caminos, y esto constituye su saber ancestral; “dicho fin tiene que ser un estado antiguo, un 19 id, pag, 2524, ® id, pig. 2525, 2 1d, pag, 2526. 91 estado de partida que lo animado abandoné alguna vez y hacia lo que tiende por todos los rodeos de la evolucién. Si como experiencia, sin excepcién al- guna, tenemos que aceptar que todo lo viviente muere por fundamentos it ternos, volviendo a lo anorganico, podremos decir: La meta de toda vida es la muerte, Y con igual fundamento: Lo inanimado era antes que lo ani- mado”22, Freud define as{ un entre-dos-muertes como riel de la vida, y un sistema que sabe satisfacerse prescindiendo del yo. Si bien Freud recalea que los rodeos hacia la muerte son fielmente conser- vados pot los instintos que asf constituyen el “‘cuadro de los fenémenos vitales”, y que “el organismo no quiere moris sino a su manera”, es nece- sario subrayar, antes de precipitar conclusiones, que adjudica a los instintos de vida un cardcter atin mas conservador que el de los instintos de muerte. Para las pulsiones sexuales Freud retoma el modelo de las células germina- tivas también usado en 1915—, metéfora que le sirve para ubicar el tema de la satisfaccién en el centro del acto sexual sin implicar para ello a un sujeto masculino y uno femenino en vias de reproduccién ¢ incluso sin comportar siquiera al acto sexual como acto. Recordemos que se trata del ser, que el sujeto falta en este nivel, y que es precisamente este ser —que el sujeto debe- rd perder en la dialéctica del masoquismo~ lo que hace problema en la rela- cién sexual. A este ser de superficie le falta el sujeto, y al sujeto le faltard luego este ser cuya estofa es la sustancia gozante. En este sentido, concebir al instinto sexual como conservador, subraya ain més que la pulsion s6lo puede ser parcial pues en su misma tendencia esta el objetivo de detener una satisfaccién total para la que siempre falta- rd un resto cuya funcion seré causa de Ia repeticion: en el registro de lo que la pulsion recorre con respecto al sexo, la reunién entre hombres y muje- res con el fin de la reproduccion, es designada como imposible. Las células germinativas comienzan a desarrollarse, y ese desarrollo con- siste en “repetir el mecanismo al que deben su existencia’4. Si el fin del instinto de muerte —su satisfaccion— es lanzar al ser hacia adelante para morir lo antes posible (“la muerte empuja el cuerpo hacia el goce”, dice Lacan), los de vida sostienen un regreso necesario a un punto que no es el de origen —lo: inanimado—, sino inmediatamente posterior: ¢l comienzo de la existencia del ser. Este proceso “termina legando de, nuevo hasta el final del desarrollo una parte de su sustancia, mientras que otra parte retor- na, en calidad de nuevo resto germinativo, al comienzo de la evolucién’?5 . Permitasenos insistir: hay falta de sujeto y lo que antecede a su adveni- miento es un ser constituide por una superficie elistica orientable cuya sustancia es récortada en puntos diferentes segiin los movimientos espa- B id. pig. 2526. D 1d, pig. 2526. 2 Id, pig. 2527. 8 id. pay 2527. 92 ciales y temporales de la economfa instintual. Es claro, ademds, que la re- peticién aparece en la vertiente de Kierkegaard: ahora de nuevo repito lo que me hizo existir (Ia reminiscencia platénica difiere: soy lo que antes era), pero a condicién de una divisién que estos tiempos distintos, como discontinuidad, recortan en la recta sobre la que podemos imaginar al ins- tinto de muerte. Una parte de la sustancia se constituye en producto al lle gar al final del desarrollo, y otra parte es un resto que regresa al punto anterior, No bay produccién sin resto y éste es a su vez, causa de una nueva producciénzs. Afirmar que no hay produccién sin resto es, al mismo tiempo, afirmar que el aparato funciona a expensas de una pérdida, y el lugar de esta pérdi- da serd el de una nueva produccién. Pero si la repeticién busca el goce —la satisfaccién total del instinto de muerte— el principio del placer como guar- didn de la vida no permite que el objetivo sea alcanzado, y entonces el sistema produce perdiendo goce en cada relanzamiento del proceso: es un sistema que produce el resto —una pérdida de goce— antecedente de la pérdida de objeto puesta por Freud en la base de su teoria. Ese objeto producido de este modo como pérdida (que Freud nombré como “‘abandono” en 1915) es el lugar que causa el nuevo movimiento, y en ese sentido crea goce desde su ausencia (Lacan apela por eso a la metéfora de la entropia: el plus de goce es una creacion desde la pérdida y no un mero “mas que” como concepcién cuantitativa). Pero entonces la repeticién aparece como medio del goce y el objeto —que en 1915 es mas condicién que instrumento— aparece en su funcién de causa, Los instintos sexuales facilitan “'su encuentro con las otras células germi- nativas”... ‘son conservadores... en mayor grado, pues se muestran mds re- sistentes contra las actuaciones exteriores”?7. Recordemos que Ia pulsién de muerte tiende a aprehender lo nuevo, lo diferente, para recorrer siempre los caminos antiguos, hecho que constituye su satisfaccidn. Lacan coloca en este registro los pensamientos inconscientes, considerandolos asi como “pensamientos de repeticién”, puesto que Freud identifica al proceso pri- mario —aquél que en tanto busca la identidad de percepcidn slo puede ins- ctibir al significante como diferencia— con la libertad de las cargas. Esta libertad entonces, es su vaciamiento de sentido, y la repeticion produce co- mo consecuencia diferentes articulaciones entre los significantes al obligarlos a insistir por las vias antafio trazadas, las vias sabidas, Esta serfa la ocasion de situar la concepcién lacaniana de la repeticién como campo del goce del Otro en tanto Saber inconsciente, es decir, como goce del Otro sig- nificante. Pero el texto de Freud prosigue hablando ahora del “encuentro con otra célula germinativa”, es decir, del encuentro con el objeto sexual en tanto 26 Es necesario subrayar, en Ia hiancia abierta por los diferentes recortes, el advenimiento del deseo, 7 Id, pig, 2527. 93 goce del Otro sexo, encuentro imposible en el registro mismo deo instin- fual, vuelto posible como fallido si se lo teoriza en términos de repeticién, es decit, como intento de repeticién de la escena edipica. Y este goce bus- cado pero nunca alcanzado constituye también el campo de las resistencias del sujeto. La cuestién es ahora Ja interseccién de los dos conjuntos: “Uno de. los pos de instintos se precipita hacia adelante para alcanzar, lo antes posible, {fin tiltimo de la vida, y el otro retrocede, al llegar a un determinado lugar de dicho camino, para volverlo a emprender de nuevo desde un punto ante- rior y prolongar asi su duracién”2*. La operacién es entonces descripta en términos de diferentes recortes temporales sobre la superficie 2 catectizar, como tizos pulsionales de anticipacion y retorno que dibujan una circulari- dad abierta siempre al movimiento, y no una esfera que pueda cerrarse. Si en 1915 la circularidad era ocasionada porque la satisfaccién consistfa en volver a la fuente para modificar el estimulo, ahora esa nocién es sustituida por este movimiento de la repeticién que dibuja un circuito distinto al mis- mo tiempo que desanuda todo problema entre las nociones de soma y alma. Si la fuente era diffcil de determinar y se perdia en el limite con la Biologia, ahora ese limite adquiere una composicién diferente, pues el soma serd visto en su funcién sédica de dominio corporal y el alma serd el objeto a como re- fugio del goce y produccién del plus. Se anticipa aqui la necesidad del texto sobre el masoquismo. . En efecto, “el instinto reprimido no cesa nunca de aspirar a su total satis- faccion, que consistiria en la repeticién de un satisfactorio suceso prima- rio”, De este modo, la perentoriedad de la pulsién.se convierte en insisten- cia y el fin de volver a la fuente, en repeticibn como marco de la satisfaccion pulsional. Y sin embargo, ‘“el camino hacia la total satisfaccién es siempre desplaza- do por las resistencias que mantienen la represidn, y de este modo no queda otro remedio sino avanzar. en la direccién evolutiva que permanece libre, aunque sin esperanza de dar fin al proceso y poder alcanzar la meta”, La resistencia que el instinto de vida opone parece formar la hiancia misma de Ja represidn originaria, la que designa tanto la falta de sujeto como la pérdida del objeto. Si la “total satisfaccién” es el retorno alo inanimado, el goce pu- ro, éste no puede ser elegido sino al precio de la muerte, por lo que la “liber- tad” consiste en perder este ser de puro goce para avanzar en la iinica direc- cién posible —detiva del sadismo y el masoquismo— para que un sujeto pueda constituirse, pero al precio de que el Goce le sea imposible, Por eso Lacan ubica en el origen el vel que describe en términos de “o yo no pienso o yo no soy”, y del cual la unica salida es la via del “yo no pien- id, pég. 2527. ® id. pig. 2528. ® 1d, pig, 2528. 94

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