046 - CARISMAS Y ORACIÓN - Uribe Jaramillo Alfonso

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ESPIRITU Y VIDA CARISMAS| Y ORACION _ ALFONSO URIBE JARAMILLO COLECCION ESPIRITU Y VIDA 10 ALFONSO URIBE J. 2 CARISMAS Y ORACION " BDICIONES PAULINAS vv. O "@ 1976; ‘by Ediciones Paulinas, Bogotd (Colombia INDICE PRIMERA PARTE: LOS CARISMAS EN SAN PABLO Pag. 1. Los carismas: definicién ul 2. Falsos conceptes acerca de los carismas 12 3. Los carismas en San Pablo 4 4. Variedad de los carismas 18 5. La imagen completa de los carismas 2 6, Los carismas en el Vaticano II 3 7. Pablo VI y los carismas 28 8. La Iglesia es institucional y carismatica 30 9. Los carismas en la carta a los Romanos 32 10. Los carismas en la primera carta a los Corintios 47 Jl. Otros carismas 65 Conclusién B SEGUNDA PARTE: LA ORACION Y EL ESPIRITU SANTO 1, Hoy es dificil orar 2. Los cristianos debemos imitar la oracién de Cristo 3. La Iglesia primitiva, una comunidad de oracién uedo conversar con Dios! a fe todo Jo iHumina! 6. El didlogo con Maria 7. Cualidades de nuestra oracién 8. Orar por todos en todas partes 9. Poder de Ja oracién 10. Contra tristeza, cracién 1. La oracién del Apéstol 12. Espiritu Santo y oracién Conclusién 78 a1 83 85 BEES 102 105 106 108 1 PRIMERA PARTE LOS CARISMAS EN SAN PABLO Hoy se habla en todas partes de los Carismas. Unos Jo hacen con propiedad y equilibrio; otros sin claridad y distorsionando la verdad. . ‘Unos exageran su importancia y otros los desprecian como algo peligroso e inactual. Unos tienen una visién Tecortada y sélo aprecian determinados Carismas; otros poseen una visién amplia y aprecian todo lo que el Espiritu Santo regala para beneficio de la Iglesia. Unos temen recibirlos y otros los reciben “con gratitud y¥ eonsuelo”. Unos reducen los Carismas a los que enuncia San Pablo en el Capitulo XII de su Primera Carta a los Corintios; otros saben que su nimero no tiene limite porque el amor del Sefior es inagotable. Unos creen que los Carismas se enfrentan a la Institucién; otros saben que estos dos elementos son vitales para Ta Iglesia. Con el fin de aclarar ideas y de mostrar algo de este rico filén de la accién del Espiritu Santo, se exponen los siguientes conceptos. I Los carismas: definicién Ninguna definicién es facil. Menos atin es la de un elemento tan rico y tan variado como es el Carisma. Creo que puede presen- tarse como bastante clara Ja que da el Cardenal Suenens en su libro: “ZUn Nuevo Pentecostés?”. “Los Carismas, dice, son dones del Espfritu Santo que se distinguen por su visibilidad y su finali- dad comunitaria con miras a la edificacién del Reino de Dios’ (pag. 353. . Pablo ¥I en su Catequesis del 16 de octubre de 1974 los des- eribié como: “‘prerrogativas especiales ordenadas al bien del pré- jimo y especialmente a la comunidad de los fieles''. Hans Kiing dice: “Carisma es, en su sentido mas amplio, el Iamamiento que Dios hace a cada uno para que realice en la Comunidad un determinado servicio y la capacidad que le da para realizarlo”. “Todos los Carismas son expresién del poder de Ja gracia de Dios en el Espiritu’. En la Constitucién dogmAtica sobre la Iglesia “Lumen Gen- tium”, los Padres Conciliares dan la siguiente definicién de los Carismas: ‘‘Gracias especiales con las cuales el Espiritu Sante hace a los fieles de cualquier orden aptos y prontos para empren- der distintas obras y servicios que son Utiles para el crecimiento de la Iglesia” (LG 12). 11 2 Fatses conceptos acerca de los carismas La posicién negativa que tienen muchos respecto a los Caris- mas obedece, en parte, a los criterios erréneos 0 exagerados que se etniten frecuentemente cuando se habla de ellos. : EI primero consiste en llamar Carisma solamente a los dones extraordinarios y sensacionales, como la glosolalia, las sanaciones y las profecias. Es cierto que estos Carismas abundaron en la Iglesia primi- tiva y también ahora, pero no son Jos tnicos, ni tampoco los mas importantes. El valor del Carisma no debe medirse por su cardcter extra- ordinario y sensacional, sino por el grado de servicio que preste a la comunidad bajo el movil de la caridad. La regla de ore para medir los Carismas es el servicio que se presta con ellos y el gra- do de amor que se tiene al ejercerlos, Si falta el servicio por amor y con amor, no se puede hablar de Carisma auténtico, al menos en su ejercicis, La caridad que es el mayor de los Carismas se manifiesta en mil formas calladas y humildes ya que como dice San Pablo es: “paciente, es servicial; no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engrie; es decorosa, no es egoista; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo Jo soporta’ (I Co 13,4-7). . Pero también debe animar el ejercicio de Carismas especiales que también los hay para beneficio de la Iglesia y del mundo. Un segundo concepto inexacto consiste en limitar los Carismas & lus 9 que enumera San Pablo en el Capitulo 12 de su Primera Carta a los Corintios. M&s adelante veremos cémo la lista de los. Carismas en las distintas cartas Paulinas es mucho mayor. Por lo demés los Carismas no son Unicamente los citados en aquellos textos, sino que son incontables, pues la generosidad del Espiritu 12 és infinita y nuestras necesidades no tienen limite. San Pablo lo afirma claramente en el comienzo de su Primera Carta a los Co- rintigs; “Porque en Cristo habéis sido enriquecidos en todo y asi No escaseéis en ningin Carisma’ (1,5 y 7). Un tercer error consiste en afirmar que los carismaticos en la Iglesia son unos pocos privilegiados. EI Concilio, siguiendo a San Pablo, recalca la universalidad de los Carismas con estas palabras: “El Espiritu Santo no sélo santifiea y dirige al Pueblo de Dios mediante los sacramentos... sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condicién, distribuyendo a cada uno segan quiere” {1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer Jas diversas obras y deberes que sean utiles para la renovacién y la mayor edificacién de Ja Iglesia’’ (LG 12), Tan equivocados estén quienes sdlo dan importancia a los 9 Carismas enumerados por San Pablo en el versiculo § del Capftulo XII de la Primera Carta a les Corintios, come. aquellos que desprecian estos porque los encuentran extraordinarios. Si todo cristiano es un carismético por- que tiene al Espiritu Santo, a qué se debe la pobreza de la Igle- sia en el campo carismatico? A la ignorancia, al poco aprecio que se tiene por los dones, a posiciones exageradas de algunos y, espe- cialmente, al poco a ningdin uso de estos dones para el beneficio y crecimiento de la Comunidad. En muchas partes Ja Iglesia esté sentada y pobre sobre una riquisima mina de carismas que desconoce por completo. Con raz6n dice un Autor que “si en una Iglesia o comunidad sélo acttian los dirigentes y no todos los miembros, habré que pre- guntarse seriamente si, al renuneiar a los Carismas, no se ha renunciado también al Espiritu”. 3 3 Los carismas en San Pablo El concepto y el término Carisma fue introducido por San Pablo en Ja terminologia catélica. 1. Para el Apéstol el aspecto esencial del Carisma es el servi- cio de Ja comunidad. Por eso escribe a los Corintios: ‘‘A cada uno se le otorga la manifestacién del Espiritu para comin utilidad” {1 Co 12,7), 2. Afirma después la libre distribucién que hace de ellos el Espfritu Santo segin su beneplacito. “Todas estas cosas las obra el Gnico y mismo Espiritu que distribuye a cada uno segtin quiere” (1 Co 12,10). 3. San Pablo insiste en la mutua ordenacién de todos los Caris- mas y en el valor que todos tienen y para ello emplea la imagen del cuerpo humano. Es muy provechoso leer detenidamente sus palabras: “Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no abs- tante su pluralidad, no forman més que un solo cuerpo, asi tam- bién Cristo. Porque en un solo Espiritu hemos sido todos bautiza- dos, para no formar mds que un cuerpo, judios y griegos, esclavos y libres, ¥ todos hemas bebido de un solo Espiritu”. En efecto, el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: ‘‘Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo” gdejaria de ser parte del cuerpo por eso? Y si el ofdo dijera: “Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo” zdejaria de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo zdénde quedaria el ofdo? Y si fuera todo oldo zdénde el olfato? Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo segin su voluntad. Si todo fuera un solo miembro gdénde quedaria el cuerpo? Ahora bien, muchos son Jos miembros, mas uno el cuer- po. Y no puede el ojo decir a la mano: “No te necesito”. Ni la cabeza a los pies: ‘‘{No os necesito!". Al contrario, los miembros 14 de] cuerpo que parecen mas débiles, son indispensables. Y a los que nos parecen los mas viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. As{ a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando mds honor a los miembros que earecian de él, para que no hubiera divisién alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preacupardn ig mismo les unos de los otros. Si sufre un miembro, todos los demds sufren con él. Si un miem- bro es honrado, todos lo dem4s toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte (1 Co 12,12-27). ye 4. No todos reciben todos los Carismas. E] Espiritu los distri- buye segin su voluntad. “Y asi hay a quienes puso Dios en la Iglesia, primeramente como apéstoles; en segundo lugar como pro- fetas; en tercer lugar como maestros; luego el poder de los mila- gros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. iAcaso todos son apéstoles? 20 todos profetas? ,Todos maes- tros? ,Todos con poder de milagros? ,Todos con don de euracio- nes? ,Hablan todos lenguas? ;Interpretan todos?” (1 Co 12,28-30). 5. Podemos y debemos desear y pedir los Carismas. ‘‘Aspirad a los mejores dones” {1 Co 12,31). “Aspirad a los dones espiritua- les, sobre todo al de profecia’ (1 Co 14,1). 6. Pero “hay un camino mejor” y un don por excelencia, sin el cual los demés quedan sin valor, y es la caridad. Nadie ha ha- blado tan profundamente de este don coma San Pablo en su Capt- tulo 13 de la Primera Carta a los Corinti “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de Jos Angeles, si no tengo amor, soy come bronce que suena o cimbalo que retifie, Aunque tuviera el don de profecia, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aun- que tuviera plenitud de fe como para trasladar montafias, si no tengo caridad nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, entre- gara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me apro- vecha. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engrie, es decoroso; no es epoista; no se irri- ta; mo toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa, Todo lo eree. Todo lo espe- ra. Todo lo soporta. El amor no acaba nunca. Desaparecerfn las profecias. Cesar4n las lenguas. Desaparecerd la ciencia. Porque imperfecta es nuestra ciencia e imperfecta nuestra profecia. Cuan- de yo era nifio, hablaba como nifio, pensaba como nifio, razonaba como nifio, Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de nifio. Aho- Ta vemos en un espejo, confusamente. Entonces veremos cara a 15 cara, Ahora conozco de un modo imperfecto, pero entonces cono- ceré como soy conocido, Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (13,1-13). Veamos el hermoso comentario del Papa San Gregorio Magno a esta luminosa ensefianza de San Pablo: “El amor es paciente” porque lleva con ecuanimidad los males que le infligen. “Es ser- vical’ porque devuelye bienes por males. “No es envidioso”’ por- que como no apetece nada en este mundo, no sabe Io que es envi- @iar las prosperidades terrenas. “No se engrfe”, porque anhela con ansiedad el premio de Ja retribucién interior y no se exalta por los bienes exteriores. “No es jactancioso”, porque sélo se dilata por el amor de Dios y del préjimo e ignora cuando se aparta de Ja rectitud. “Es decoroso”, porque, mientras con todo ardor anda solicito de sus propios asuntos internos, no sale fuera de si para desear las bienes ajenos. “No es egoista’, porque desprecia, como ajenas, cuantas cosas posee transitoriamente aqui abajo, ya que no reconoce como propio més que lo permanente. ‘‘No se irrita”, y, aunque las injurias vengan a provocarle, no se deja conmover por la venganza, ya que por pesados que sean les trabajos de aqui, espera, para después, premios mayores. “No toma cuenta del mal", porque ha afineado su pensamiento en el amor de la pureza, y mientras que ha arrancado de raiz todo odio, es incapaz de ali- mentar en su corazén ninguna aversién. “No se alegra por la injusticia’, ya que no alimenta hacia todos sino afecto, y no dis- fruta con la ruina de sus adversarios. “Se alegra en cambio con la verdad”, porque amando a los demds como a si mismo, cuanto encuentra de bueno en ellos le agrada como si se tratara de un aumento de su propio provecho. Por lo tanto, es multiple esta ley de Dios”. Pablo VE hizo en su diseurso del 19 de mayo el mejor andlisis de esta visién del Apéstol: ‘Por deseables que sean los dones es- pirituales —y lo son ciertamente— sélo el amor de caridad, la aga- pe, hace perfecto al cristiano, sélo él hace al hombre ‘“‘agradable a Dios”, gratia’ gratum faciens, dirdn los tedlogas. Porque este amor no s6lo supone un don del Espiritu; implica también la pre- sencia activa de su Persona en el corazon del cristiano. Comen- tando estos versiculos, los Padres de Ja Iglesia lo explican a porffa. Segiin San Fulgencio, por citar nada mds un ejemplo, “el Espiritu Santo puede conferir toda clase de dones sin estar presente El mismo; en cambio, cuando concede el amor, prueba que El mis- mo est& presente por la gracia’’, se ipsum demonstrat per gratiam praesentem, quando tribuit caritatem {Contra Fabianum, fragmen- to 28; PL 65.791). Presente en el alma, junto con la gracia le comu- nica la propia vida de la Santisima Trinidad, el amor mismo con que el Padre ama al Hijo en el Espiritu (cfr Jn 17,26), el amor 16 eon que Cristo nos amé y con que nosotros, por nuestra parte, po- demos y debemos amar a nuestros hermanos (cfr Jn 13,34), “no de palabra ni de lengua, sino de obra y de verdad” (1 Jn 3,18). Esta caridad que es virtud infusa que nos une con el Sefior, se convierte también en Carisma cuando nos “hace aptos y prontos” para prestar a nuestros hermanos al servicio que necesifan. En ese sentido el amor es el primero de los carismas y el m&s nece- sario para el crecimiento de Ia Iglesia. Pero a la luz de Ia doctrina Paulina hay que evitar las exa- Geraciones. Ni sdlo los Carismas sin el amor, ni sélo el amor sin los demas Carismas. 17 2 - Carismas y Oracién 4 Variedad de les carismas Para muchos no existen sino los 9 Carismas que enumera San Pablo en los versiculos 8, 9 y 10 de la Primera Carta a los Corin- tios en e] Capitulo 12. Esta es una visién muy recortada. El gran Apéstol habla de los Carismas en su Carta a los Ro- manos (Cap. 12). En su Carta a los Corintios (Cap. 12). En su Carta a los Efesios (Cap. 4). Y atin en la Primera Carta a Timoteo. Podemos hacer la siguiente enumeracién carismAtica de acuer- do con estos texfos. 1—Apéstoles. 2-—-Profetas. 3—Doetores. 4Evangelistas. 5—Pastores. 6—Ministerio para servir. 7—Gracias de gobierno. 8~Ensefanza. 9—Exhortacién, 10—Dar con sencillez. 11—Presidir con solicitud. 12—Préetica de la misericordia con alegria. 13—Asistencia, 14—Virtudes. 15—Poder de milagros. 16—Diversidad de lenguas. 17—Interpretacién de lenguas. 18—Diserecién o discernimiento de espiritus. 18—Profecia. 2%0—Curaciones en el Espiritu Santo. 21—Fe en el mismo Espiritu. 22—Palabra de ciencia. 23—Palabra de sabidurla. 18 24—Y ante todo, la Caridad que puede manifestarse en infinitas formas. Tengamos en cuenta estas afirmaciones Paulinas: “Todos tene- mos dones diferentes segiin Ia gracia que nos fue dada” (Rm 12,6). Estos dones y funciones son: “para la perfeccién consumada de los santos, para la obra del ministerio, para la edificacién del Cuerpo de Cristo” (Ef 4,13). % El orden de los Carismas. El Padre Joseph Le Guillou, 0. P., miembro de la Comisién Teolégica Internacional dice lo siguiente: “La preeminencia de la caridad regula la jerarquia de los carismas, los cuales, aunque subordinados a ella, son sin embargo atixiliares indispensables para la utilidad comin (1 Co 12,7) y para la edificacién de la Igle- sia (1 Co 144-5; 12,17-26). Los carismas deben construir la Igle- sia, pues el valor supremo es la unidad de todo el cuerpa que ex: presa la unidad de Cristo, que a su vez expresa el misterio trini- tario (1 Co 12,46). Entonces se comprende nitidamente la jerar- quia de los carismas: carismas al servicio de la palabra de Dios, apostolado, profecia, doctrina; carismas de los milagros y de las euraciones; servicio de asistencia y de gobierno, don de lenguas e interpretacién (citados siempre en ultimo lugar). i No nos detendremos aqui tratando de las distintas listas de earismas que se encuentran en Pablo (Rm 12,68; 1 Co 12,411; 1 Co 228-31; 1 Co 14,6), tanto mds que ni siquiera concuerdan totalmente entre si, Lo que estA claro es que para Pablo los minis- terios son carismas, dones de Dios comunicados para el bien de todos; que los ministerios de los Apéstoles, Profetas y Doctores son Jos primeros entre los carismas concedidos a la Iglesia; y que estos ministerios son esencialmente ministerics de la Palabra. Pero con estos ministerios no se agotan los dones que Dios da a su Iglesia: hay lugar todavia para una multitud de dones y de funciones respecto a los cuales el vocabularic sigue siendo muy fluctuante”. : La gran Korma de San Pedro En su Primera Carta traza el Apésto] San Pedro una importan- te norma que, ojala, todos tengamos siempre presente: ‘Que cada cual ponga al servicio de los demas el carisma que ha ‘rectbido, ‘como buenos administradores de las diversas gracias de Dios. Si alguno habla, sean palabras de Dios; si alguno presta servicio, hdgalo en virtud del poder recibido de Dios, para que Dios sea glorificado en todo por Jesucristo (4,10-11). $ 19 3 La imagen completa de los carismas Tomado del Documento Teolégico de Malinas s La Iglesia primitiva estaba abierta a la gama plena de los carismas. , Sin embargo, hay diferencias entre una comunidad de cristia- os en la Iglesia primitiva y una comunidad de cristianos en la Iglesia contempordnea. . En primer lugar, una diferencia se encuentra en la calidad de apertura y disponibilidad a los carismas del Espiritu. Supongamos, por ejemplo,.que la gama plena de las manifestaciones del Espiri- tu cubre desde la A hasta la Z. Este, como todo ejemplo, tiene una limitacién inherente. Obviamente el Espiritu Santo tiene libertad para comunicar vida e ilimitadas posibilidades de ministerios y servicios, : , La debilidad de la analogia de la gama se advierte claramen- fe; sin embargo ayuda para ver en qué diferian -las comunidades primitivas de las. parroquias contemporaneas. : , Supongamos que en la seecién que se extiende de la A ala P hay tales carismas como la generosidad pata dar limosnas y otras obras'-dé misericordia (Rm 12,8), y las actividades de ensefianza en sus diversas clases, Obviamente los carismas de la seccién A-P de la gama son tan numerosos y variados que no es posible enu- merarlos. Ahora, supongamos que la seccién que va de la P a la % incluye carismas tales como la profecia, los dones de curacién, el obrar milagros, las lenguas, la interpretacién. Es evidente que las comunidades de la Iglesia primitiva tenian conciencia de que el Espiritu Santo se podia manifestar en los mi- histerios y servicios que caen dentro de la gama-que eubre desde Ja A,hasta la P; pero.también estaban eonscientes de que el Espiri- tu se podia manifestar en los otros ministerios y servicios que se encuentran en la seccién de la.gama que va.de la,P ala 2. Sabian 20 que Ja profecia, los dones dé curacién, el obrar milagros, las len- Buas y la interpretacién eran carismas, posibilidades reales para la vida de la Iglesia. Las comunidades cristianas primitivas estaban conseientes de que esos dones eran dones para la Iglesia, espera- ban que se manifestaran en sus comunidades estaban abiertos a ellés, y; de hecho, ‘se presentaban. En esto, esas comunidades se diferencian de la mayor parte de las comunidades contempordneas. Las comunidades de la Iglesia de hoy no estan conscientes de que los carismas situados en la seccién de la P ata Z de la gama son posibilidades reales para la vida de la Iglesia. Dichas comunidades ne esperan que los carismas de esa seccién se manifiesten en medio de ellas, y en esta forma, no estan realmente abiertas a ellos, y en la mayoria de Jas comunidades esos carismas no se presentan. El hecho de que una comunidad tenga una disponibilidad limi- tada alas manifestaciones del Espiritu puede afectar profundamen- te la vida y la experiencia de esa comunidad. Puede afectar su culto eucaristico publico, la oracién privada de sus miembros, la manera como proclamar el Evangelio y servir al mundo. Esto es obvio si recordamos que los carismas son ministerios para la Igle- sia y para el mundo. Y si una comunidad pone limites a las ma- nifestaciones del Espiritu ciertamente se empobrece la vida total de esa Iglesia local. Disposiciones subjetivas: El “ex épere operantis”. medida de lo que uno recibe Que Ia falta de apertura y disponibilidad pueden afectar la vida y experiencia de una Iglesia local no debe sorprender a un catéli- co. En cierta forma se puede constatar esto en Ia doctrina de las disposiciones subjetivas con respecto a los sacramentos, Hamada “ex opere operantis”. La eficacia de los sacramentos queda afec- tada de alguna manera por las disposiciones subjetivas de quien los recibe. Si por ejemplo, uno se acerca a la celebracién eucaris- tica con un mfnimo de apertura y de generosidad, esa ser4 la me- dida de lo que uno recibe, aun cuando Dios ofrezca la plenitud de su vida y de su amor. Las disposiciones subjetivas afectan lo que uno recibe en una celebracifn eucaristica. Asi también, las dispo- siciones subjetivas de apertura y disponibilidad de toda una comu- nidad cristiana pueden afectar tanto lo que esa comunidad presen- ta en la iniciacién cristiana, como 1o que tal comunidad recibe en esa celebraciin. Pata ser mas explicitos, si una comunidad cristiana, una Igle- sia local, no es consciente de que los carismas de la seccién P-Z de Ja gama puedan existir siquiera como posibilidades reales para 21 Ja vida de Ja comunidad, si no esperan que esos dones se mani- fiesten entre ellos, y si por lo tanto, no estén abiertos a tales dones, todas estas disposiciones subjetivas afectardn la vida de la comunidad, afectar4n lo que Ja Iglesia local presenta en la cele- bracién de iniciacién y lo que la comunidad recibe. Seria muy extrafio que Ios carismas de la secciém P-Z se presentaran en la vida de tal comunidad. Los carismas en el Vaticano I De una manera providencial se adelanté el Concilio Vaticano I al movimiento actual que tanta importancia esta dando a los Carismas y hablé de ellos con una precisién y sabiduria admira- bles. El estudio de esta doctrina nos sirve para apreciarlos debida- mente y nos brinda criterios muy serios para su discernimiento y uso razonable y pravechoso de ellos. : El texto mas importante lo hallamos en el numero 12 de la Constitucién Lumen Gentium: “E] Pueblo santo de Dios participa también de la funcién profética de Cristo, difundiendo su testimo- nio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad y afreciendo a Dios el sacrificio de alabanza, que es fruto de los labios que confiesan su nombre (cfr Hb 13,15). La totalidad de los fieles, que tienen la uncién del Santo, no puede equivocarse cuando cree, y esta prerro- gativa peculiar suya la manifiesta, mediante el sentido sobrena- tural de la fe de todo el pueblo cuando ‘‘desde los Obispos hasta Jos iiltimes fieles laicos” presta su consentimiento universal en Jas cosas de fe y costumbres, Con este sentido de Ja fe, que.el Espiri- tu de verdad suscita y mantiene, el Pueblo de Dios se adhicre indefectiblemente a la fe confiada de una vez para siempre & les santos, penetra m&s profundamente en ella con juicio certero y le da més plena aplicacién en Ja vida, guiado en todo por el sagrado Magisterio, sometiéndose al cual no acepta ya uma palabra de hombres, sino la verdadera palabra de Dios (cfr 1 Ts 2,13). Ademés, el mismo Espiritu Santo no s6lo santifica y dirige el Pueblo de Dios mediante los sacramentos y los ministerios y le adorna eon virtudes, sino que también distribuye gracias especia- Jes entre los fieles de cualquier condicién, distribuyendo a cada uno segiin quiere (1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean iitiles para la renovacién y la mayor edificacién de la Iglesia, segin aquellas palabras: A eada uno... se le otorga la manifestacién del Espiritu para comdn utilidad (1 Co 32,7). Estos carismas, tanto los 23 extraordinarios como Jos mds comunes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y titiles a las necesidades de la Iglesia, Los dones extraordinarios no deben pedirse temerariamente ni hay que esperar de ellos con presuncién Jos frutes del trabajo apostélico. ¥, ademas, el juicia de su autenticidad y de su ejercicio razonable pertenece a quienes tienen la autoridad en Ja Iglesia, a los cuales compete ante todo no sofocar el Espiritu, sino probarlo todo y retener lo que es bueno” (cfr 1 Ts 5,12 y 19-21). Muy importantes son también les textos que hallamos en los Decretos sobre el Apostolado seglar y el Ad Gentes: “El deber y el derecho del seglar al apostolado deriva de su misma unidn con Cristo Cabeza. Insertos por el bautismo en el Cuerpo mistico de Criste, robustecidos por Ja confirmacién en Ja fortaleza del Espiritu Santo, es el mismo Sefior el que los destina al Apostolado. Son consagrados como sacerdocio real y nacién santa (cfr 1 P 2,410) para ofrecer hostias espirituales en todas sus obras y para dar testimonio de Cristo en todo el mundo, Son Jos sacramentos, y sobre todo la Eucaristfa, los que comunican y alimentan en los fieles la caridad, que es como el alma de todo apostolade. El apostolado se ejercita en la fe, en la esperanza y en Ja cari- dad que el Espiritu Santo difunde en el coraz6n de todos los hijos de Ja Iglesia. Mas atin, el precepto de la caridad, que es el manda- miento m4ximo del Sefor, urge a todos los cristianos a procurar Ja gloria de Dios por el advenimiento de su reino y la vida eterna a todos los hombres, a fin de que conozcan al imico Dios verdadero y asu enviado Jesucristo. Por consiguiente, a todos los eristianos se impone la gloriosa tarea de trabajar para que el mensaje divino de la salvacién sea conocido y acéptado en tedas partes por fodos los hombres. Para practicar este apostolado, el Espiritu Santo, que obra la santificaci6n del Pueblo de Dios por medio del ministerio y de los sacramentos, da también a los fieles (cir 1 Co 12,7) dones peculia- res, distribuyéndolos a cada uno segin su voluntad (1 Co 12,11), de forma que todos y cada uno, segin la gracia recibida, poniéndola al servicio de los demds, sean también ellos buenos administra- dores de la multiforme gracia de Dios (1 P 4,10), para edificacién de todo el cuerpo en la caridad (cfr Ef 4,16). Es la recepeién de estos carismas, incluso de los mas sencillos, la que confiere a cada ereyente el derecho y el deber de ejercitarlos para bien de la bumanidad y edificacién de la Iglesia en el seno de Ja propia Igle- sia y en medio del mundo, con la libertad del Espfritu Santo, que sopla donde quiere, y en unién al mismo tiempo con los hermanos en Cristo, y sobre todo con sus pastores, a quienes toca juzgar Ja genuina naturaleza de tales carismas y su ordenado ejercicio, no 24 por cierto para que apaguen el Espiritu, sino con el fin de que todo lo prueben y retengan lo que es bueno (cfr 1 Ts 5,12-19-21). (A A 3), “Esta formacién debe organizarse de manera que tenga en cuenta todo el apostolade seglar, el cual ha de realizarse no solo en el interior de los grupos de Jas asociaciones, sino también en todas las circunstancias y por toda la vida, sobre todo profesional y social, Mas alin, cada uno debe prepararse diligentemente para el apostolado, obligacién que es mas urgente en la edad adulta, Por- que, con el paso de los afios, el alma se abre mejor, y asi puede cada uno descubrir con mayor exactitud los talentos con que Dios ha enriquecido su alma y ejercer con mayor eficacia les carismas que el Espiritu Santo le dio para bien de sus hermanos” (A A 30). “Aunque a todo discipulo de Cristo incumbe la tarea de propa- gar la fe segin su condicién, Cristo Sefior, de entre los discipulos, llama siempre a los que quiere para que le acompafien y para enviarlos a predicar a las gentes. Por lo cual, por medio del Es- piritu Santo, que distribuye los carismas segim quiere para comin utilidad, inspira Ja vocacién misionera en el corazén de cada uno y suscita al mismo tiempo en la Iglesia Institutes que tomen como misién propia el deber de la evangelizacién, que pertenece a toda la Iglesia. Porque son sellados con vocacién especial quienes, dotados del conveniente cardcter natural e iddneos por sus disposiciones y talento, estan dispuestos a emprender la obra misional, sean nati« vos del lugar o extranjeros: sacerdotes, religiosos, seglares. Envia- dos por la autoridad legitima, se dirigen por fe y obediencia a los que estén alejados de Cristo, segregados para la obra a que han sido Ilamados, coma ministros del Evangelio, para que la oblacién de los gentiles sea aceptada y santificada por el Espiritu Santo” (Rm 5,16; AG 2), “Los eristianos tienen dones diferentes. Por ello deben colabo- rar en el Evangelio cada uno segin su posibilidad, facultad, caris- ma y ministerio. Todos, por consiguiente, los que siembran y los que siegan, los que plantan y los que riegan, han de ser necesaria- ‘mente una sola cosa, a fin de que, “buseando unidos el mismo fin libre y ordenadamente’’, dediquen sus esfuerzos con unanimidad a la edificacién de la Iglesia. Por todo lo cual, los trabajos de los predicadores del Evange- lio y Jos auxilios de los demas eristianos hay que dirigirlos y au- narlos, de forma que todo se haga con orden (1 Co 14,40) en todos los campos de la actividad y de la cooperacién misional" (AG 28). Los principales puntos doctrinales expuestos por el Concilio sobre este tema, son los siguientes: 1, Todos recibimos Carismas para utilidad de toda la Iglesia. 25 2. Hay carismas ordinarios y extraordinarios. 3. Todos son muy Utiles y adecuados a las necesidades de Ja Iglesia, 4. No debemos pedir temerariamente los dones extraordinarios. 5. Tampoco debemos esperar de ellos con presuncidn los frutos del trabajo apostélico. s 6. Corresponde a quienes tienen la autoridad en la Iglesia emi- tir el juicio acerea de la autenticidad y del ejercicio razonable de los Carismas. 3. Todos tenemos el derecho y el deber de ejercitar los Caris- mas para el bien de la humanidad y la edificacién de la Iglesia. 8 Este ejercicio de los Carismas debe hacerse en unién con los hermanos en Cristo y sobre todo con sus Pastores. 9. ‘‘Avanzando la edad, el alma se abre mejor y cada uno pue- de ejercer con mayor eficacia los Carismas que eal Espiritu Santo le dio para bien de sus hermanos” (AS 30). La doctrina coneiliar contenida en el NO 12 de la Constitucién Lumen Gentium precisa varios conceptos importantes respecto a los Carismas que debemos tener en cuenta para st juste aprecio. 1. Los Carismas son ‘‘gracias especiales que el Espiritu Santo distribuye entre los fieles de cualquier condicién’”’. EI término “‘es- pecial” no exige que sea algo extraordinario, ya que los Carismas pueden ser también “ordinarios”, segiin el texto Conciliar. 2, La causa de los Carismas es el Espiritu Santo que es el vinculo de Amor del Padre y del Hijo y el alma de toda la Iglesia. Por tanto, todo Carisma es una manifestacién amorosa del Espiritu Santo que ama a la Iglesia y la enriquece amerosamente con todos los dones que Ella necesita para su constante crecimiento. 3. Los beneficiarios de estos Carismas son todos los fieles, cual- quiera sea el puesto que ocupen en la Iglesia. Todos los miembros de la Iglesia tienen que ser carismaticos. Una persona que no poseyese ningtn carisma serfa un miembro indtil en la Iglesia. 4, El fin de los Carismas es “hacernos aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean tiles para la reno- vacion y la mayor edificaci6n de la Iglesia’. Es una pena que ne se haya tenido en cuenta esta sabia visién Conciliar para aprecial el valor y la necesidad de los Carismas. A esto s¢ debe, en parte, 26 el que la renovacién y el crecimiento de Ja Iglesia no tengan la prontitud y dimensién que tanto anhelamos. 5. Los carismas tienen una funcién comunitaria y un cardcter gratuito que los identifica, 6. Es también una caracteristiea de los Carismas su intensidad tanto en la fuerza como en la eficacia para cumplir su finalidad propia. Por eso no podemos llamar Carisma a toda virtud o cualidad. 7% Para evitar las desviaciones y adulteraciones en los Caris- mas y en su empleo esta la gran regla pastoral, ya que “el juicio de su autenticidad y de su ejercicio razonable pertenece a quienes tienen la autoridad en la Iglesia’. 27 7 Pablo VI y los carismas En repetidas ocasiones se ha referido S. S. Pablo V1 a los Carismas del Espiritu Santo y ha dado normas muy sabias para evitar los abusos y exageraciones en tan importante y dificil asunto. Por su valor especial, conviene estudiar la Catequesis del 16 de octubre de 1974 y el discurso dirigido a los Miembros del Con- greso Mundial de Lideres de la Renovacién Espiritual el 19 de mayo de 1975. Asi hablé el Santo Padre: “Hagamos referencia al gran capitulo de la doctrina sobre la gracia y la justificacién, de las que tanto hablé el Concilio Tridentino (cfr Denz Sch 1520-1583), y de las que todavia sigue discutiendo la teologia moderna como se discute de un tema de sumo interés. La necesidad de la gracia supone una carencia imprescindible por parte del hombre: la nece- sidad de que el prodigio de Pentecostés tenga que continuar en la historia de la Iglesia y del mundo: y ello en ia doble forma en la que el don del Espiritu Santo se concede a los hombres: primero para santificarlos (y ésta es la forma primaria e indispensable por la que el hombre se convierte en objeto del amor de Dios, gra- tum faciens, como dicen los te6logos), y, después, para enrique- cerlos con prerrogativas especiales que llamamos carismas (gra- tis data), ordenados al bien del prdéjimo y especialmente de la comunidad de los fieles (cfr $ TH F-II, III,4). Hoy se habla mucho de esto; y, teniendo en cuenta la complejidad y la delicadeza de este tema, no podemes menos de augurarnos que, ademas de la pracia, venga también hoy sobre la Iglesia de Dios una nueva abundancia de carismas (cfr el reciente estudio del cardenal L. J. Suenens: Une nouvelle Pentecdte? (Catequesis del 16 de octu- bre de 1974). — El primero, con el que empieza su exposicién, es la fidelidad a la doctrina auténtica de la fe (efr 1 Co 12,1-3). Lo que contradiga a esta doctrina no puede venir del Espiritu Santo: el que distri- buye sus dones es el misma que ha inspirado la Escritura y asiste al magisterio vivo de la Iglesia, al cual, segin la fe catélica, ba 28 encomendado Cristo la interpretacién auténtica de la Escritura (cir D¥ 10). Por eso sentis Ja necesidad de una formacién doctri- nal cada vez mas profunda: biblica, espiritual, teolégica. Séla una formacién asi, cuya autenticidad tiene que garantizar Ja jerarquia os preservara de desviaciones siempre posibles y 9s proporcionard la certeza y el gozo de haber servido la causa del Evangelio “no como quien azoia el ‘aire” (1 Co 9,26). Segundo principio. Todas los dones espirituales han de’ ser recibidos con gratitud; y vosotros sabéis que su enumeracién es larga (efr 1 Co 12,4-10-28-30) sin pretender por lo demas ser com- pleta (cfr Rm 12,6-8; Ef 6,11). Sin embargo, concedidos “para comin utilidad” (1 Co 12,7}, no todos contribuyen a ella en el mis- mo grado, Por eso los Corintios deben aspirar a “los mejores do- nes’ (1 Co 12,31), los més utiles a la comunidad (1 Co 14,1-5). El tercer principio es el m4s importante en el pensamiento del Apéstol. Le ha sugerido una de las paginas indudablemente mas hermosas de todas las literaturas, a la que un autor reciente ha dado un titulo evoeador: “Por encima de todo se cierne e) amor (E. Osty). Si, por los frutos se conace el drbol, y San Pablo nos dice que “Jos “frutos del Espiritu son: caridad, gozo, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe” (Ga §,22) tal como lo describe en su him- no al amor. A él se ordenan todos los dones que el Espiritu Santo distribuye a quienes quiere, pues lo que construye es el amor (cfr i Co 3,1), lo mismo que fue el amor el que después de Pentecos- tés, hizo a los primeros cristianos una comunidad: “‘perseveraban en oir la ensefianza de los apdstoles (Hch 2,42), “‘tenfan un cora- z6n y un alma sola'’ {Hch 4,32). Seguid fielmente estas directrices del gran Apéstol. Y, segtin la doctrina de] mismo Apéstol, sed fieles también a la celebracién frecuente y digna de la Eucaristia (cfr 1 Co 11,26-29), Es el medio escogido por el Sefior para que tengamos su vida en nosotros (cfr dm 6,53). Asi mismo, acercacs igualmente con confianza al sacra- mento de la reconciliacién. Estos sacramentos manifiestan que la gracia nos viene dé Dios, a través de la mediacién necesaria de la Iglesia. Queridos hijos y queridas hijas: con la ayuda del Sefior, contando con la intercesién de Maria, Madre de la Iglesia y en comunién de fe, de caridad y de apostolado con vuestros pastores, estaréis seguros de no equivocaras. Y de esta forma contribuiréis por vuestra parte a la renovacién de Ja Iglesia, que es la renova- cién de] Mundo. Jesus es el Sehor jAleluya!"' (Discurso del 19 de mayo de 1975). 29 a La Iglesia es institucional y carismdatica Después del Concilio algunos hablaron de una Iglesia exclusi- vamente carismatica y quisieron oponerla a la que ellos despecti- vamente Mamaban iglesia institucional, Estos grupos proliferaron en algunos paises y fueron fustigados sabia y valientemente por Pablo VI: “Sobre el Espiritu Santo, tal y como nos ha sido anun- ciado y enaltecido por todo el Concilio, el discurso seria largo. No deberiamos dejar de rectificar ciertas opiniones que algunos tienen sobre su accién carismatica, como si cada uno pudiera atribuirse el sentirse favorecido con ella para sustraerse a la obe- diencia de la autoridad jerarquica, como si se pudiera apelar a una Iglesia carismatica en oposicién a una Aglesia institucional y juridica; y como si los carismas del Espiritu. Santo, cuando so auténticos (cfr 1 Ts 5,19-22; 1 Tm 1,18), no fueran favores conce- didos para utilidad de la comunidad eclesial, para la edificacién del Cuerpo Mistico de Cristo (1 P 4,10) y no fueran preferentemen te concedidos a quienes en ella tienen funciones directivas espe ciales (cfr 1 Co 12,28) y sujetos a la autoridad de la jaa Sigue en pie para quien quiere vivir con la Iglesia y de la Ig ee el gran misterio de su animacién por virtud del Espiritu Sani ; animacién que el Concilio ha destacado enormemente y que i obliga a valorarlo donde él estA presente y operante, en Ia oracion, en Ja meditacién, en la consideracién de la presencia de Cristo 2 nosotros (efr Ef 3,17), en la apreciacién suprema de la ceri ‘ el grande y primer carisma (1 Co 12,31), en la eelosa defensa ae estado de gracia. La gracia es la comunién de la vida divina 2 uosotres: ,Por qué se habla de ello ahora tan poco? ePor qué son tantos los que parecen no hacer caso de ello, mas atentos a engar fiarse a si mismos sobre la licitud de todas las experiencias hibidas y a destruir en si mismos el sentido del Pecado, que no 2 defender en la propia conciencia el testimonio interior del Par! lito? (Jn 15,26). (Audiencia General, 26-III-1969)". 30 iit Hoy son pocos los que entre nosotros insisten en esa vision miope y recortada de la Iglesia de Dios, como si fuese s6lo caris- matica, Esta es institucional y carismatica por voluntad del Se- for. Tan falso es hablar de una Iglesia meramente institucional, como de una solamente carismatica. Asi como un Arbol tiene que tener la estructura de sus raices, su tronco, sus ramas, sus hojas ¥ su corteza y adem4s debe estar animado por la savia vital para que pueda dar frutos, Io mismo sucede con la Iglesia. Si se con- tentase con una buena organizacién estructural ¥ no estuviese ani- mada por la fuerza de los carismas, seria raquitiea, anquilosada e infecunda, Son muy sensatos los conceptos que a este respecto expresa Otto Semmelroth en Sacramentum Mundi: En la interpretacién de lo que es la Iglesia, no es infrecuente mirar como antagénicos el oficio y el carisma. Los representantes del oficio pueden mirar tan rigidamente su funcién, que en cierto modo no entiendan lo carismético; y, a la inversa, los carismAticos no pecas veces se sienten tentados a ver en los representantes del oficio sus enemi- gos natos. La consideracidn teérica de Ja Iglesia ha establecide a veces el principio de que una Iglesia earacterizada por el oficio repugna a la naturaleza espiritual y carismdtica de Ja comunidad de Cristo; en cambio, una eclesiologia de orientaci6n juridica tien- de a excluir lo carismatico de la nocién de Iglesia. Ahora bien, segiin la Eseritura, la Iglesia descansa “sobre el fundamento de los apéstoles y profetas” (Ef 2,20); y sin duda estamos autorizados a ver en los “apéstoles’’ el comienzo de lo que pervive en la Igle- sia como oficio, y en los “profetas” un clemento de aquella accién de lo alto (carisma) que, juntamente con el oficio, define la reali- dad de la Iglesia” (Pg. 958, vol, 4), eee a 31 re Los carismas en la carta a los Remanos En las publicaciones que aparecen profusamente sobre los Carismas, se habla exclusivamente de los dones enumerados por San Pablo en el Capitulo 12 de su Primera Carta a los Corina. No sé por qué se tiene esta visidn tan recortada y nunca se hace alusién a la doctrina de] Apéstol sobre este tema en otras cartas tan importantes como las escritas a los Efesios y a los Romance Estoy seguro de que el estudio de los Carismas a la luz le 8 Epistola a los fieles de Roma, seria un complemento muy rico a la doctrina expuesta a los Corintios, ya que en la primera ane unos dones muy ttiles en este momento. La presencia abun ani de estos carismas nos serviria para practicar la auténtica earida fraterna y para ofrecer un servicio multiforme a un mundo que i tas necesidades. a contribuirfan a liberar a la Renovacién del falso care go que se le hace de no encarnarse en la realidad y de ipa a saborear con egoisme los bienes espirituales sin pensar en el her- mano. Estas afirmaciones que se escuchan frecuentemente a falsas cuando se trata de quienes verdaderamente estan llenas del Espiritu y se dejan conducir por El, ya que Jo primero que me nica el Pardelito es el amor verdadero y éste nos conduce net sariamente a buscar y amar sinceramente al préjimo. . Quizds esta limitacién de los Carismas a los 9 enumerades por San Pablo cuando escribe a la Iglesia de Corinto, se debe sf aspecte extraordinario, mientras que los enumerados en la C r ‘a a los Romanos aparecen como ordinarios. Aqui conviene recor’ : lo que afirma el Concilio que “todos los Carismas, tanto los we traordinarios como los mas comunes y difundidos, debex-.sex rect bidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y utiles a las necesidades de la Iglesia” (LG 12). El enfoque Conciliar es muy sabio, pues no se limita a oe ciat los Carismas extraordinarics como al menos de hecho, hacen muchos. ‘Todos son muy utiles”. 32 La Carta a los Romanos nos habla de una serie de Caristnas que estén mas en la linea de los comunes, y a esto se debe el que en la practiea se les mencione muy pace, Detengémonos siquiera algo en esta visién Paulina. El Apéstol empieza su exposicién con un. consejo muy practico, especialmente cuando se trata de Carismas: ‘‘No os sobreestiméis mas de lo que conviene estimaros, sino estimaos moderadamente, cada uno segtin Dios le repartié el don de la fe’ (Rm. 12,3). El orgullo nos Hace propensos a tener un concepto muy alto de nosotros cuando descubrimos que el Sefior nos ha regalado un don especial. Por eso Pablo nos pone en guardia contra ese peli- gro, aqui con las palabras que acabamos de citar, y en la carta a los Corintios con su canto al amor. : También en ambas cartas Pablo trae la imagen del cuerpo para explicar la variedad de los dones y sus diversos oficios, En esta carta a los Romanos escribe: ‘Pues a la manera que ef un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y todos los miembros no tienen la misma funcién, asi nosotros, siendo Muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo, pero cada miembro esté al servicio: de los dem4s miembros’ (Rm 12,4-5). : La alusién al cuerpo Ja hace aqui antes de enumerar los Caris- mas y en la carta a los Corintios, lo hace después. También en las dos Cartas y al tratar este tema de los Carismas el Apéstol, habla de la importancia de Ja caridad, Su Capitulo 13 de la Carta a los Corintios es muy conocido. A los Romanos les dice: ‘‘Vuestra caridad sea sincera, aborre- ciendo el mal, adhiriéndoos al bien, am4ndoos los unos a los otros con amor fraternal, honrandoos a porffa unos a otros" (Rm 129-10). Los ocho Carismas En este pasaje a los Romanos Pablo enumera ocho dones;, mientras habla de nueve a los Corintios. Estes ocho son los si- uientes: “Pero, teniendo dones diferentes, segun ta gracia que nos ha sido dada, si es don de profecfa, ejerz4moslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; Ia ensefianza, ensefando; la exhortacién, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad” (Rm 12,6-8). Solamente el don de profecia aparece en los dos textos. Los dem4s son diferentes. , 33 3- Carismas y Oructén “1 Dion’ de profeefa " “Muchas veces y en muchas maneras hablé Dios en otro tiem- po a nuestros padres por ministerio de los profetas; tltimamente, en estos dias, nos hablé por su Hijo”. Asi empieza la maravillosa earta a los Hebreos. Y.es que, en verdad, Dios, por lo mismo que se ha convertido en nuestro Padre, necesita hablarnos constante- mente.: No se puede concebir la imagen de un padre verdadero que no desee vivamente dialogar con su hijo. El mejor de los padres es nuestro Dios, y por eso nos, ha ha blade tanto y continia haciéndolo. Uno de los medios que emplea Dios para dirigirse a nosotros sus hijos es la profecia. A lo largo de toda la Sagrada Eseritura aparece su importancia, y ahora es tan necesaria para nosotros como 1o fue en otras épocas. As{ entendemos la existencia del den de profecia y su valor en la vida cristiana. : Podemos definir al profeta diciendo que es aquel que habla en el nombre de Dios.. Mejor ain, podemos afirmar de acuerdo con la’ profecia de Ageo, que profeta “es el mensajero de Dios que habla por mandato de EI”. “Entonces Ageo, el mensajero de Yah- vé, habl6 por mandato de Yahvé al pueblo, diciendo: yo estoy con vosotros, dice Yahvé” (1,13). | A través del profeta el Sefior puede corregirlo, prevenirlo, mos- trarle los castigos que Je acarreard su mala conducta, anuneiarle el perdén, sefialarle nuevas sendas, etc. En una palabra, a través dei profeta el Sefior comunica a su Pueblo lo que éste necesita en Jas diversas cireunstancias y situaciones en que se encuentre. Por esta razén debemos apreciar mucho el don de profecfa y debemos pedirle al Sefior que Jo comunique a muchas personas en su Iglesia. San Pablo escribe a los Corintios: “Esforzaos por alcanzar la caridad, aspirad a los dones espirituales, sobre todo al de pro- fecfa’ porque el que profetiza habla a los hombres para su edifica- qén, exhortacién y consolacién” (1 Co 14,1-2). ¥ al final de este Capitulo dice de nuevo: “Asi que, hermanos mfos, aspirad al don de profecia"’ (v 39). 2Qué significa ser profeta? San Pablo da.mucha importancia al Carisma de profecia; aqui lo pone en primer lugar, y en su Carta a los Corintios dice: .““AS- pirad a los dones espirituales, sobre todo al de profecia” (14,1). Profeta es la persona, hombre o mujer, a través de la cual habla el Esplritu. Es la persona que recibe una vocacién especial para que se ponga al servicio de Ja verdad infinita y transmita 3A con fidelidad lo que Dios quiere comunicar a los demds a través de sus labios. “‘Creemos en el Espiritu Santo, Sefior y dador de vida... que hablé por Ios profetas’’. El mensaje que transmite el Espiritu por medio del profeta tiene muchas modalidades, y abar- ca muchos aspectos. Unas veces corrige y amonesta, otras alienta y reconforta. Muchas veces amenaza con eastigos a quienes no quieren permanecer fieles, otras, anuncia el perdén y la cesacién de las penas. Invita al amor, corrige los errores, muestra las exi- gencias y da valor al profeta para que haga las denuncias nece- sarias sin miedo a Ja persecucién y, aim-a la muerte. En una palabra el profeta habla en nombre de Dios para amo- nestar, animar, corregir, orientar y para comunicar todo lo que el Sefior quiera transmitir 2 su Pueblo a través de él. El profeta no es.un predicador como tantos otros. No se limita a comuniear una doctrina evidente en s{ misma, sino que transmite un mensaje exigente y que encuentra resistencia en muchos. Por la grandeza de la misién y por las dificultades que entra. fia su fiel desempefio, el profeta debe ser muy humilde, asidup en la oracién y de una gran fidelidad para no adulterar el men- saje de Dios, El profeta Jeremfas es un model, tanto en la manera de con: sebir su misién, como en la forma de desempefiarla. “Entonces me fue dirigida la palabra de Yabvé en estos términos: Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conoeia, y antes. que nacleses, te tenja consagrado; y profeta de las naciones te constitul: Yo dije: “Seftor Yahvé! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho”. Y me dijo Yahvé: No digas: ‘Soy un muchacho”, pues adondequiera que yo te envie irds, y todo lo que te mande dirés. No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte —ordculo de Yahvé— Entonces alarg6 Yahvé su mano y tocé mi boca. Y me dijo Y¥ahvé: Mira que he puesto mis palabras en tu boca. Desde hoy ™mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para perder y derrocar, para construir y plan- tar? (Jr 14-11). Jestis es el profeta “Jests es el profeta simplemente, el Salvador absoluto”,, escri- be Rahner. El es la Palabra encarnada, el Maestro, el camino, la verdad y la. vida. El recibié la plenitud del mensaje y lo transmi- tié con fidelidad absoluta, con valor insuperable y con amor y Poder infinitos. a “El es el profeta por antonomasia”. “Es el profeta escatolégi- €0, el Ultimo, no superable en una historia, ulterior de la salvacién 35 y de la revelacién, y en ese sentido, el profeta simplemente” (Rahner). La profecia en la Iglesia Come la Iglesia es el Cuerpo de Cristo el profeta y la encarga- da de ensefiar a todas las gentes todo lo que El ha ensefiado, tiene que manifestar siempre este mensaje con todas sus exigencias, o Jo que es lo mismo, ejercer siempre su funcién profética. Por eso tiene que manifestarse siempre en la Iglesia el carisma profético, pero no independientemente de Ja Institucién. “Este carisma pro- fético estA en la Iglesia al servicio de la fidelidad, de la conver- sién y de la actualizacién que siempre es necesaria, pero en mayor grado en determinados momentos. Pero cuando hablamos de la funcién profética en la Iglesia como Carisma, no debemos limitarla a determinadas personas que tienen renombre y gran influencia por Jo que dicen, Ademés de estos que podriamos también ahora lamar “grandes profetas”, estén los millares y millares de personas que reciben este Caris- ma del Espiritu para la utilidad y el crecimiento de hogares, gru- pos de oracién, comunidades religiosas, presbiterios diccesanos, organizaciones apostélicas, conferencias episcopales, comunidades eclosiales de base, ete. Porque este Carisma de Ja profecia es tan importante, el Espiritu lo ha derramado siempre sobre su Iglesia y ahora lo esta dando con tanta profusién. Los falsos profetas Pero como al lado del profeta verdadero aparece frecuente- mente el falso y el charlatdn, tenemos que tener mucho cuidado para no engafiarnos. No todo lo que se lama profecia es verdadera y auténtica. La Sagrada Escritura nos habla de los falsos profetas y nos cita easos de profecias espurias. Lo mismo sucede en todos los tiempos. Encontramos por ejemplo, el caso del falso profeta Azarias enemigo de Jeremias. Aquel falso profeta dijo a Jeremfas: “Es falso lo que dices, no te ha enviado Yahvé”, Logré que “todo ¢l pueblo desoyera la orden de Yahvé de quedarse en la tierra de Juda” (Jr 43,2-8), El Sefior anuncia que en los ‘iltimos tiempos ‘‘se levantarén muchos falsos profetas que engafiardn a muchos’ (Mt 24,11). San Pedro nos pone en guardia contra estos falsos profetas: “Como hubo en el pueblo profetas falsos, asi habra falsos doctores que introducirén sectas perniciosas que legarén hasta negar 36 i Sefior que los rescaté, y atraerdn sobre si una pronta perdicién’” (IP 2,1-2), El Apocalipsis nos habla del falso profeta “de cuya boca salen 3 espiritus inmundes como ranas” (16,14). Pero este falso profe- ta es véncido en la batalla de Armagedon” y lanzado con Ja bes- tia al lago de fuego que arde con azufre (19,20-21). Pero es Jere- mias quien habla con mayor claridad de los falsos profetas y des- eribe um cuadro que muy bien puede aplicarse a nuestres dias: “Dije yo: jAh, Setior Yahvé! Pues he aqui que los profetas estan diciéndoles: No veréis espada, ni tendréis hambre, sino que voy a daros paz segura en este lugar’. Y¥ me dijo Yahvé: “Mentira profetizan esos profetas en mi nombre. Yo no les he enviado ni dado instrucciones, ni Jes he hablado. Visién mentirosa, augurio fitil y delirio de sus corazones os dan por profecfa. Por tanto, asi dice Yahvé: Tocante a [os profetas que profetizan en mi nombre sin haberlos enviado yo, y que dicen: No habra espada ni hambre en este pais, con espada y con hambre serdn rematados los tales profetas, y el pueblo al que profetizan yacerA derribado por las calles de Jerusalén, por causa del hambre y de la espada, y no habrA sepulturero para ellos ni para sus mujeres, sug hijos y sus hijas; pues volcaré sobre ellos mismos su maldad” (1413-16). Muchas veces somes nosotros quienes fomentamos y spoya- mos a los falsos profetas con nuestras actitudes. Isafas nos dej6 escritos los ruegos de las gentes de su tiempo que “declan a los videntes: No vedis, y a los profetas: No nos profeticéis cosas rectas: decidnos cosas halagiiefias, profetizadnos mentiras. Dejad de poner a nuestra vista el Santo de Israel” (30,10-12). Basta ver el desfile de gentes que pasa delante de los adivinos que pululan en tedas partes para ver renovada esta escena. Diversas clases de profecia Se puede ‘profetizar en nombre de Baal (Jr 2,8). Se puede expresar como profecia le que es sélo el fruto de la imaginacién © de las ideas personales, y s¢ puede dar verdadera profecia cuan- do bajo la mocién del Espiritu se transmite a los demas el men- saje del Seftor. S6lo es verdadera profecia la que se comunica a los hombres como mensaje de Dios y lo es verdaderamente. Hoy aparecen las profecias de manera abundante en muchos grupos de oracién. He oida a mas de wna persona que su grupo de oracién es magnifico porque all{ las profeefas abundan, ;Seré esto siempre cierto? Si las profecfas fuesen auténticas, constitui- Tian una gracia muy Gtil. Pere hay que ir con cuidado en este 37. asunto. No pocas veces puede tratarse de una imaginacién muy despierta o de un emocionalismo exagerado que son campo muy propicio para la falsa profecia. Sern -hombres enfermos los que hablaran’ y no auténticos profetas del Sefior. ¢ Un medio apropiado para distinguir la verdadera profecia de la falsa es el efecto positive 0 negativo que produzea en quienes la escuchan, Sigames siempre la sabia norma de San Pablo: “No despre- cidis las profecias. Frobadlo todo y quedaos con Ja bueno” (1 Ts 52). Ministerio para servir >. San Pablo enumera aqui como segundo carisma, la capacidad para servir: “Si hemos recibido la capacidad para el servicio, hay que servir” (Rm 12,7). 7 Criste se presenté como el servidor de todos y ejercié el servi- cio: con la mayor generosidad posible. “No he venido a ser servi- do ‘sino a servir'’ (Mt 20,28). . Dijo claramente que Ia autoridad debe ser um servicio: “el mayor entre vosotros ser4 como el menor, y el que manda como el que sirve” (Le 22,26), - Segiin el Evangelio la vida cristiana debe ser un‘ servicio al Sefior, y si lo es, merece el beneplacito del Padre: “Si alguno me sirve que me siga, y donde yo esté, alli estar4 también mi servi- dor; si alguno me sirve, mi Padre le honrara” (Jn 12,26). Por eso San Pablo nos exhorta a ser ‘‘fervorosos en el Espiritu como quienes sirven al Sefor" (Rm 12,11). Y a que nos “sirvamos los mos a los otros por amor” (Ga 5,13). También nos pide que sit- vamos con buena voluntad, como quien sirve al Sefior y na a los hombres” (Ef 6,7). Hoy se insiste mucho en el servicio. Esta palabra es una de Jas mas usadas actualmente, aunque muchas veces se queda en los labios y no se convierte en realidad. Una de las profesiones més opcionadas en los wltimos lustros es la del “servicio social”. El-servicio voluntario en hospitales y demas centros asistenciales aumenta entre las clases de buenos niveles econdmicos, Todos estos signos nos invitan a profundizar en Ia realidad del Carisma del servicio, uno de los m&s necesarios para Ja Iglesia y para el mun do, Sin duda alguna, dada su importancia, el Espiritu lo derrama on gran profusién, tanto para su uso en la esfera de los minis- terios como fuera de ellos. { 38 “Carisma de ensefiar * Es el tercero en la‘lista de San Pablo a los Romanos. Es dife- rente del Carisma de profecia. San Pablo pone a los evangeliza- dores después de los profetas (Ef 4,11). El profeta es ‘‘el mensa- jero.de Dios’ que comuniea al pueblo el mensaje que Dios ha - puesto en su boca. El evangelizador expone con claridad la doctri- na que el Sefior ha revelado. ‘Id y ensefiad a todas las gentes... ensefifndoles a observar todo cuanto yo'os he mandado” (Mt 27,19). San Pablo coloca el Carisma de ensefiar a continuacién del don de servicio, En su Primera Carta a los Corintios hab{a escri- to: “No hemos recibido el espiritu del riundo, sino-el Espiritu de Dios para que conozcamos los dones que Dios nos ha concedido. Hablamos no. con palabras ‘ensefiadas por los hombres, sino con las que ensefia el Espiritu, adaptando a los espirituales las ense- fianzas espirituales™ (1 Co 2,13). El Carisma de ensefiar se manifiesta por la eapacidad que recibe una persona del Espiritu Santo para captar.el mensaje del Sefior con clavidad y autenticidad y para poderlo comunicar a los demas, de manera tal que pUedan percibirlo. Esto no es facil porque, como anota muy bien el Apéstol: “el hombre animal no percibe las cosas del Espiritu de Dios; son para él locura y no puede entenderlas porque hay que juzgarias espiritualmente’’ {v Id). Hey abundan Jas personas que tienen criterios carnales y que estan imbuidas por las ideas y practicas del paganismo reinante. Es muy dificil realizar un apostolado efective con ellas sin este earisma de ensefiar y podamos asi afirmar como San Pablo: “‘No- sotros tenemos el pensamiento de Cristo (v 16}. La utilidad y nece- sidad de este Carisma crece, no s6lo para conservar la fe, sino también para reconquistarla donde se ha ido perdiendo al soplo de tantas doctrinas falsas corno pululan ahora y que legan a to das: partes. a través de los medios de comunicacién de masas. Necesitamos que el Espiritu Santo derrame abundamentemen- te este Carisma de ensefianza sobre los catequistas, los predica- dores, los profesores de religién y sobre todos los que tienen la TMisién de comunicar la doctrina de salvacién. | Todos lamentames 1a pésima calidad de la ensefianza religiosa en colegios y escuelas, Echamos de menos la presencia de aque- llos predicadores que convertian a los pecadores m4s empederni- dos por-medio de “ejercicios espirituales” y de ‘“‘misiones parro- quiales". Ahora es muy dificil encontrar catequistas como Ios gue tanto bien nos hicieron cuando de nifios asistimos al “Cate- tismo parroquial”, Sdlo la abundancia de este Carisma que “haga Prontos y aptos” a muchos para comunicar las ensefianzas cristia- 39

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