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Universidad de Chile

Facultad de derecho

Departamento de Derecho Público

LA LEGITIMACIÓN ACTIVA EN LAS ACCIONES

CONSTITUCIONALES, Y DE MODO ESPECIAL

EN LA ACCIÓN DE PROTECCIÓN

Memoria de prueba para optar al grado de

Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales

Alumnos : Jaime Puyol Crespo

: Ignacio García Pereira

Profesor guía : Alvaro F. Tejos Canales

Santiago de Chile - 2007


I. I N T R O D U C C I Ó N.

Mediante la investigación se intentará un análisis de la Acción de

Protección y su legitimación como modo de justificar la ocurrencia a la

jurisdicción y la consecuente obtención de tutela judicial en defensa de los

derechos fundamentales. Todo ello, basado en la historia de su

establecimiento, la posición doctrinaria en la materia y un repaso

jurisprudencial crítico. Para todo esto, el trabajo se estructurará en dos partes,

a saber; primero, una parte general en que se explicará el concepto de acción

constitucional y su importancia, con lógica referencia a los antecedentes

históricos de la Acción de Protección y su génesis en la Constitución de 1980.

El propósito es comenzar a esbozar el problema de la legitimación activa en

sede de protección, ya un tema discutido por la Comisión de Estudio para la

Nueva Constitución y que sin embargo nunca se zanjó con claridad.

En segundo término nos avocaremos al estudio de la naturaleza

jurídica de la protección, paso previo para responder a la cuestión sobre su

legitimación activa bajo el entendido de una naturaleza jurídica de acción. Con

ello, también se repasará el estudio de las instituciones procesales en juego

tales como capacidad procesal, de ejercicio y titularidad.

2
En seguida se entrará al análisis de la legitimación activa en

general y su relevancia para el tema en estudio a efectos de dogmática

constitucional, considerado además una parte especial de análisis respecto de

cada uno de los derechos tutelados de protección en torno a la correcta

exégesis del artículo 20 de la Carta Fundamental.

Así las cosas, se hará una somera relación y explicación de otras

acciones constitucionales.

3
II. P A R T E G E N E R A L.

ANTECEDENTES HISTÓRICO - JURÍDICOS Y

PRECISIÓN DOGMÁTICA DE LAS ACCIONES

CONSTITUCIONALES, RELEVANCIA DE LA

DETERMINACIÓN DE LA LEGITIMACIÓN ACTIVA.

II.1. Acciones constitucionales; concepto y características.

La supremacía constitucional, principio básico del sistema

constitucional moderno, se configura ya a partir de los inicios del siglo XIX en

que ya se consideraba a la Constitución como una norma suprema y superior

inmodificable por leyes ordinarias. De lo que se trata es del establecimiento de

aquella norma como la primera de las normas jurídicas, pues la Constitución

también es definitoria de las fuentes formales del derecho y por ende

estructuradora de todo el sistema.

Como norma fundamental que es, la Constitución aúna en sí

todos los principios, criterios y valores de un Estado de Derecho vinculando,

obligatoria e inexcusablemente, a todos sus integrantes y elementos, ya sean

personas, instituciones o grupos. De esta manera, cuando consideramos todas

estas reglas que impone la Constitución, nos hallamos frente de un derecho

4
público objetivo. Ergo, las normas jurídicas públicas de la Carta Fundamental

constituyen el derecho público objetivo.

No obstante, y en lo que interesa a este estudio, cuando la

Constitución asegura la facultad de los titulares de los derechos fundamentales

que ella misma reconoce o estatuye, de hacerlos valer ante la jurisdicción y

exigir su cumplimiento, nos hallamos frente al denominado derecho público

subjetivo. De esta manera, la noción de derecho público subjetivo lleva

implícita la idea de su defensa a través de los recursos o acciones

constitucionales y sólo ahí estaremos en presencia real de una garantía.

Entonces, una garantía constitucional no será tal si los derechos que esta

cautela no son protegidos a través de un mecanismo jurisdiccional. Los

derechos públicos subjetivos se instalan como una forma de limitar el poder

estatal.

En parte de la doctrina, se distinguen entre estos derechos

públicos subjetivos los típicos o activos, que son los que incorporan

pretensiones activas del afectado en contra de la Administración solicitando

prestaciones patrimoniales, y los reaccionales o impugnatorios, que surgen

frente a la vulneración de intereses individuales de rango constitucional, por la

ilegal actuación de la Administración; caso en el cual al Estado le asiste con

5
un derecho subjetivo, con el propósito de eliminar ese actuar ilegal,

restableciendo el imperio de la Constitución.

El derecho de accionar ejercido cuando se interponen estos

recursos o acciones constitucionales es parte importante de la naturaleza

jurídica de estos derechos reaccionales.

Un simple listado de derechos establecidos en el texto de la

Constitución, por muy completo y preciso que sea, no serviría mucho si no se

contemplan las acciones, recursos o medios idóneos que permitan a las

personas recurrir ante un órgano jurisdiccional objetivo e imparcial, al instante

que tales derechos fundamentales sean amenazados, perturbados o

conculcados por actos de la autoridad o de particulares, para que este

restablezca el imperio del derecho.

En esta circunstancia, y siguiendo al profesor Francisco Zúñiga,

podemos conceptualizar la acción constitucional como “un derecho público

subjetivo cuyo ejercicio, reconocido por la propia Constitución, tiene la virtud

de poner en movimiento el aparato jurisdiccional del Estado con el objeto de

obtener la protección o cautela de un derecho protegido por el ordenamiento

constitucional.”1

1
Vid. ZÚÑIGA URBINA, Francisco y otro. Acciones Constitucionales. Edit. Lexis Nexis
2003. Santiago de Chile. Pág. 11.

6
Esta idea de acción constitucional nos permite entenderla como

un derecho inherente a las personas, grupos de personas o instituciones de

acudir ante el aparato jurisdiccional cuando se le ha vulnerado, no respetado, o

cuando debiendo aplicarse no se ha concretado un derecho reconocido o

estatuido como tal por la Constitución Política. De esta forma, la acción

constitucional pretende ser una salvaguarda de los particulares frente al

inmenso poder que representa el Estado y frente a las injusticias que por algún

u otro motivo le pueda significar la errónea o arbitraria aplicación de los

derechos fundamentales.

Muchas de las acciones constitucionales que se encuentran

consagradas en la Constitución Política de 1980 figuran bajo la denominación

de “recursos”. Así, por ejemplo, el recurso de protección, el recurso de

amparo, el recurso de inaplicabilidad, entre otros. Según veremos más

adelante al tratar la naturaleza jurídica de este instituto, la calificación errónea

de “recurso” para referirse a las acciones que se consagran en la Constitución

es una cuestión que ya la doctrina casi no discute y esto por las siguientes

razones. En primer lugar está la definición de recurso como “el acto jurídico

procesal de la parte o de quién tenga legitimación para actuar mediante el

cual se impugna una resolución judicial, dentro del mismo proceso que se

pronunció, solicitando su revisión a fin de eliminar el agravio que sostiene se

7
le ha causado con su dictación”2. De acuerdo a esta definición, el recurso

sería el acto procesal que impugna resoluciones judiciales, no así la acción ya

que esta es el derecho subjetivo de poner en marcha el aparato jurisdiccional

cuando se ha vulnerado un derecho o garantía constitucional. Por lo tanto es

que se habla se acciones constitucionales y no de recursos constitucionales.

A esta altura se pueden clasificar las acciones constitucionales en

dos grandes categorías:

a) Las acciones de control constitucional de la ley y demás actos

normativos y;

b) Las acciones de control de eficacia de derechos fundamentales.

Dentro del primer punto, en países tales como China y Bulgaria,

es el Parlamento quien realiza este autocontrol de los actos normativos. En

otros existe un control judicial de las leyes, como es el caso de Estados

Unidos. Asimismo existen legislaciones que establecen control de

constitucionalidad por un órgano especial que generalmente denominado

Corte o Tribunal Constitucional, cuya competencia implica conocer todas las

cuestiones sobre constitucionalidad de las leyes.

En Chile y al alero de la Constitución de 1980 se estableció un

doble control de constitucionalidad de las ley; de un lado el Tribunal

2
Vid. MATURANA MIQUEL, Cristián. Los Recursos. Separata de estudio Universidad de
Chile, año 2000, pág. 12.

8
Constitucional que tiene a su cargo el control preventivo obligatorio de

algunos tipos normativos o a solicitud de algunas autoridades, el control de

algunos proyectos de ley, y por otra parte la operatividad de un recurso de

inaplicabilidad que inicialmente se hallaba en manos de la Corte Suprema

desde la Constitución de 1925 y que se reemplazó en su conocimiento al

Tribunal Constitucional después de la reforma constitucional del año 2005.

Quepa explicar como una causa acerca de este giro, el que hubo innumerables

oportunidades en que aquel máximo tribunal rechazó el recurso de

inaplicabilidad, en la mayoría de los casos, por aspectos meramente

accidentales y sobre la base de la teoría de que no era procedente conocer de

la inconstitucionalidad de forma.

Respecto a las acciones de control de eficacia de derechos

fundamentales, estas pueden ser clasificadas como declarativas, cautelares y

de naturaleza contencioso administrativa.

Las acciones declarativas persiguen la declaración de un derecho

amparado por el ordenamiento constitucional que el recurrente dice tener al

ejercerla. Dentro de este tipo de acciones hallamos las de indemnización por

error judicial y reclamo de nacionalidad.

Las acciones de naturaleza cautelar persiguen la cautela

provisional del legítimo titular de un derecho constitucional que se encuentra

9
afectado o bajo amenaza de serlo. Tendrían esta naturaleza las acciones de

protección, amparo y amparo económico.

Las acciones de naturaleza contencioso administrativa, si bien

tienen el carácter de declarativas, se han agrupado de manera distinta debido a

que su finalidad es enjuiciar actos de la Administración. En esta agrupación

encontramos el contencioso de expropiación, la nulidad de derecho público y

el contencioso indemnizatorio. Aun tratándose de acciones constitucionales en

sentido amplio, éstas no se incluirán dentro del presente estudio.

En el caso de reclamo por ilegalidad del acto expropiatorio, si

bien encuentra su fundamento en el derecho de propiedad y en el aserto de que

nadie puede ser injustamente privado de ella, lo real es que como su nombre lo

dice, se halla dirigida a atacar vicios de ilegalidad, no de falta de

constitucionalidad. En efecto, para efectuar en Chile una expropiación, se

debe actuar en virtud de ley general o especial que autorice la expropiación

por causa de utilidad pública o de interés nacional, calificado por el legislador

(artículo 19 N°24 Constitución Política.). En sede de la acción mencionada, se

discutirá sobre la concordancia o no del acto expropiatorio con la ley que lo

autorizó. Se trata de un examen eminentemente formal.

Tratándose de la nulidad de derecho público, bien se sabe que ella

emana de los artículos 6 y 7 de la Constitución, que establecen el principio de

10
juridicidad de derecho público. Por su consecuencia los órganos del Estado

deben someter su actuar a la Constitución y a las normas dictadas conforme a

ella, lo que en definitiva se traduce en que sólo actúan válidamente previa

investidura regular, dentro de la esfera de su competencia y en la forma que

prescriba la ley. Si bien la propia Constitución señala la nulidad como sanción

a los actos que contravengan estas reglas, lo cierto es que ellas contienen

además una remisión a la ley como la norma que especifica la manera en que

deberán actuar los órganos del Estado.

Por último, el contencioso indemnizatorio si bien deriva de la

Constitución, también supone una reafirmación de principios del Derecho

Civil de que todo daño injusto debe ser indemnizado, pero esta vez aplicado al

Estado y sus órganos.

En definitiva, las acciones constitucionales pueden clasificarse de

acuerdo al bien jurídico tutelado y a la manera en que se infringen dichos

derechos. La acción de protección se encuentra entre las acciones de

naturaleza cautelar ya que su misión es la tutela de un derecho que se

encuentra afectado, por lo que la persona que ha visto vulnerado su derecho

espera un efectivo amparo frente a esta infracción.

II.2. Importancia de las Acciones Constitucionales.

11
El Estado Constitucional de derecho como expresión jurídica de

una democracia tiene el propósito permanente de precaver el respeto a la

Constitución Política y los derechos fundamentales. La supremacía de la

Constitución es un elemento esencial de cualquier sistema político, máxime

cuando ella expresa tanto la forma de organización del poder, como los

derechos mas esenciales sobre los que se sustenta la convivencia política en

cualquier Estado en cuanto partes inseparables de un mismo objeto. Un Estado

de Derecho debe cumplir con su Constitución para lo cual debe valerse de los

medios que le otorga la técnica jurídica. Esta técnica jurídica será entonces, el

medio a través del cual se canaliza la acción del estado con plena concreción

del principio de la jerarquía normativa conforme a la Constitución. Dicho de

otra forma; expresar y confirmar la supremacía de la Constitución constituye

un cometido político trascendental en un Estado de derecho.

Hay que distinguir en este Estado de Derecho, entre quienes

conducen y administran el estado y quienes tienen la tarea de reestablecer el

ordenamiento jurídico vulnerado. Los primeros, legitimados

democráticamente para ejercer sus funciones, y los segundos, legitimados con

una fuerte capacidad y especialización técnica en el cometido de sus

funciones. Es por esto que en un Estado de Derecho tiene suma importancia la

instalación de un órgano jurisdiccional capaz de restablecer el orden

12
constitucional vulnerado. Estos órganos tutelares del control jurisdiccional se

hallan comprometidos con los valores constitucionales que tienen, justamente,

por misión de tutelar. Así, el cometido actual de estos guardianes de la justicia

constitucional consiste en hacer observar la Constitución y restablecer este

orden cuando el mismo se ha vulnerado mediante recursos y acciones que sean

de la mayor eficiencia, rapidez y simpleza posibles. Esta determinación

además se vuelve un imperativo para todos los países que suscriptores del

pacto de San José de Costa Rica que en su artículo 25.1 dispone que: “toda

persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro

recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare

contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la

Constitución, la ley o la presente convención, aún cuando tal violación sea

cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. 2.

Los Estados partes se comprometen (…) b) a desarrollar las posibilidades de

recurso judicial y, c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades

competentes, de toda decisión en que se haya estimado procedente el

recurso”.

Luego, por lo expuesto se pueden extraer algunos presupuestos:

1. Que exista un órgano jurisdiccional,

2. Que este órgano jurisdiccional sea independiente,

13
3. Que debe existir una vía de acceso al mismo que facilite su

intervención,

4. Que el orden constitucional afectado pueda ser reestablecido por

un recurso sencillo y eficaz.

En esta forma se impone el deber de los órganos jurisdiccionales

de precaver y asegurar los derechos constitucionales vulnerados, cual sea una

base mínima de resguardo de los particulares frente al poder superior del

Estado y de aquellos mismos frente a otros terceros.

II. 3. Titularidad y Legitimación.

En general, cuando se recurre a un órgano jurisdiccional

reclamándose la tutela de un derecho constitucional el procedimiento reviste

ciertas características especiales, pues en primer término el tribunal está

asumiendo un papel extraordinario de custodio de la Constitución y a la vez

otro de gravitancia superior en cuanto restablecer o mantener el orden

constitucional que se ha visto afectado.

El agravio constitucional puede provenir ya sea de un acto ilegal

o arbitrario que afecte un derecho fundamental o de una norma que reviste

caracteres de inconstitucionalidad. En el primer caso se necesita una forma o

procedimiento rápido y eficaz que permita hacer cesar la mencionada lesión y

restituir el derecho afectado. En el segundo, en cambio, la norma que es

14
supuestamente inválida por contraponerse a los principios y valores de la

Constitución, requiere de un procedimiento interpretativo. En virtud de esta

separación es que se podrían considerar dos procedimientos constitucionales:

uno que exige mayor celeridad por tratarse de la afectación de un derecho

fundamental concreto, y el otro que demanda un juicio de validez y que por lo

tanto requiere de un análisis o de una técnica hermenéutica por su

reinterpretación. Esta situación no impide que en algunos casos puedan

superponerse estos dos procedimientos, como por ejemplo el caso en que el

derecho fundamental concreto afectado proviene de una norma

inconstitucional.

No obstante, de esta distinción y su utilidad, existen, siguiendo a

la doctrina, caracteres comunes en ambos tipos de procedimientos, a saber:

1. Celeridad: cuando aparece una cuestión constitucional es tema de

interés del sistema constitucional su rápida solución. Luego, el

procedimiento debe simplificarse, impidiendo la excesiva

formalidad para su rápida solución. Es por ello que se acortan los

plazos y se desformalizan las actuaciones.

2. Siguiendo el punto anterior, el procedimiento debe ser simple

para cumplir con el artículo 25 de la Convención Americana de

Derechos Humanos cuya exigencia es un recurso sencillo y

15
rápido. El fundamento de esto se encuentra en que el interés del

Estado constitucional de derecho es, por sobre todo, la

observancia de la Constitución.

3. La acción constitucional deja de ser de interés personal del

afectado, para suscitar un interés público de que ninguna persona

sea afectada en sus derechos constitucionales ni que le sean

aplicadas normas inconstitucionales. Por ello cualquier reclamo

constitucional se transforma en una especie de acción pública por

hallarse comprometidos los fundamentos de la convivencia

política que repele cualquier agresión al ordenamiento

constitucional.

4. Es por esto último que el juez adquiere una posición determinante

en el proceso constitucional. Este mismo debe, por ende, impedir

las formalidades innecesarias y las situaciones de orden adjetivo

para, en conciencia, cumplir el importantísimo rol que pasa a

adquirir, esto es, el resguardo del sistema constitucional sobre el

que se funda la convivencia política en un Estado de Derecho.

5. Como todo sistema constitucional existe para ser observado,

respetado y rápidamente reestablecido, pues importa a toda la

comunidad el respeto de las bases mínimas de un Estado de

16
Derecho; entonces cualquier agravio fáctico y normativo de la

Constitución debe ser ampliamente receptado por lo que la

legitimación activa debe tener la misma amplitud, es decir, debe

existir “una gran receptibilidad de cualquier agravio a la

Constitución.”3

Siguiendo la tesis del profesor NOGUEIRA ALCALÁ, quien hace un

análisis comparado de la legitimación activa en general en distintos países

latinoamericanos, se pueden establecer distintas definiciones y maneras de

considerar la misma. Este propone una definición de legitimación activa de la

siguiente manera:

“La legitimación activa en el ámbito de la jurisdicción

constitucional es la capacidad procesal que le reconoce el Estado a una

persona natural o jurídica, como asimismo a órganos o agentes del Estado,

conforme establezca la Constitución o la ley, para actuar en procedimientos

jurisdiccionales como demandantes, demandados, terceros o representantes

de cualquiera de ellos.”4
3
Vid. DÍAZ RICCI, Sergio. Necesidad De Un Código Procesal Constitucional, Memoria del
VII Congreso Iberoamericano de Derecho, Constitucional. Compilador: VEGA GÓMEZ,
Juan y CORZO SOSA, Edgar., año 2002. México DF. En
http://www.bibliojuridica.org/libros/1/344/10.pdf

4
Vid. NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto. La Legitimación Activa en los Procedimientos ante
los Tribunales Constitucionales de América del Sur. Revista Ius et Praxis Año 10 N°2. año

17
Sin perjuicio de que el concepto de legitimación activa que

haremos nuestro no es el de este autor, dicha definición permite arribar a

algunas conclusiones: La legitimación activa para accionar

constitucionalmente va a depender de la naturaleza del procedimiento y la

configuración de los contenciosos constitucionales, pudiendo clasificarse en

cuatro los grupos legitimados, ellos son: determinadas autoridades u órganos

constitucionales y un número o porcentaje de parlamentarios que integran una

de las Cámaras del Congreso Nacional o la Asamblea Legislativa; los jueces

ordinarios; las personas que tengan un interés legítimo; cualquier persona

(acción popular).

Para poder abarcar el tema de la legitimación activa y explicitar

con detalle sus distintas categorías, se hace necesario diferenciar entre el

control abstracto, objetivo y directo de los preceptos y principios

constitucionales, como asimismo dicha legitimación activa en el amparo de

derechos ante los Tribunales Constitucionales. Para esto se sigue la

clasificación que hace el profesor Nogueira referente a casos de 6 países

latinoamericanos, a saber: Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y

Venezuela.

2004. Pág 197 – 223.

18
II. 3.a. El control abstracto.

Funciona como un procedimiento contra normas que atenten

contra la Constitución, especialmente leyes y normas con fuerza de ley o

normas que deriven directamente de la Constitución. En estos casos se

impugnan vicios formales derivados de la creación de las normas, y materiales

derivados de su disconformidad con la Carta Fundamental, control que puede

concretarse durante el proceso de formación de la norma (control preventivo)

o una vez que la norma jurídica se encuentra incorporada al ordenamiento

interno (control represivo o reparador).

Este tipo de control busca impedir que se incorporen normas al

ordenamiento jurídico que atenten contra los principios básicos de la

Constitución, o retirar aquellas aun sin que necesariamente atente contra

algún derecho particular en el propósito de precaver que se produzca este tipo

de conflictos.

Los legitimados activos para este tipo de control constitucional

son:

1. El Presidente de la República. Le es casi inherente ser el

primero de los órganos constitucionales legitimados para la

19
defensa de la Constitución y el bien común, o el interés general,

especialmente en países que tienen un régimen presidencialista.

En Chile, esta legitimación activa se utiliza para concretar un

control preventivo en materia de preceptos legales.

2. El Congreso Nacional o los parlamentarios. En este caso

debemos necesariamente diferenciar:

- La legitimación activa por parte del Congreso Nacional o una

de sus Cámaras. Se encuentran habilitados para poder demandar

la inconstitucionalidad de los preceptos legales y normas

jurídicas administrativas. Pretenden superar conflictos y

desacuerdos en la elaboración de normas jurídicas o en la

aplicación de las mismas entre el Congreso y el Ejecutivo.

- La legitimación por minorías parlamentarias. Este derecho de

las minorías parlamentarias a ejercer el control de

constitucionalidad de las normas es muy importante para ejercer

efectivamente el resguardo de un Estado de Derecho ya que

supone un límite al poder de la mayoría y un cauce para el control

de ella. La legitimación activa de la minoría parlamentaria

constituye un contrapeso jurídico a la centralidad del gobierno,

20
impugnando ante el tribunal competente la inconstitucionalidad

de la norma. “La legitimación activa se otorga a la minoría

parlamentaria en virtud de su alta investidura política, producto

de su función institucional, con el objeto de defender una

pretensión objetiva como es el impedir que se incorporen al

ordenamiento jurídico enunciados normativos inconstitucionales

o para depurar el ordenamiento jurídico de ellos, dependiendo si

el control es preventivo o represivo.” 5 Además, “la minoría

parlamentaria opera en un proceso objetivo y abstracto, donde

los legitimados activamente se encuentran taxativamente

señalados por la respectiva Constitución, donde el objeto del

procedimiento es el contraste de un determinado enunciado

normativo con el texto de la Carta Fundamental, con el objeto de

depurar o impedir la existencia de normas inconstitucionales,

concretando la defensa y primacía de la Constitución.”6

- La legitimación activa por cualquier parlamentario. En el

caso de Bolivia se permite que un solo parlamentario pueda

ocurrir por si ante el Tribunal Constitucional con el objeto de

solicitar la declaración de inconstitucionalidad de una norma


5
Ibid.
6
Ibid.

21
jurídica. Esto en Chile no es así exigiéndose quórum mínimos de

parlamentarios para proceder ante el Tribunal.

- La legitimación activa por otros órganos o entidades

representativas. En distintos países sudamericanos la

legitimación activa no está entregada solo a minorías

parlamentarias o al congreso nacional sino que se amplían las

facultades para que minorías sociales de la sociedad civil puedan

solicitar la impugnación de decisiones tomadas por las fuerzas

políticas. Es el caso del llamado “Defensor del Pueblo” que

existe en varios países latinoamericanos que pretende ser la voz

de los desvalidos que ven perturbadas sus aspiraciones debido a

normas consideradas como inconstitucionales.

- La legitimación activa por un número determinado de

ciudadanos. Esta opción posibilita el impulso procesal inicial del

control de constitucionalidad, a minorías sociales de tendencia

permanente “que se caracterizan por ser comunidades

minoritarias que por circunstancias religiosas, étnicas,

culturales, entre otros, tienen factores irreductibles de distinción

y contraposición con la mayoría, cuyos intereses tampoco son

22
asumidas por las minorías parlamentarias legitimadas para

interponer las demandas o recursos de inconstitucionalidad.”7

Estos grupos tienen legitimación activa, constitucionalmente

garantizada, en Perú y en Ecuador.

- La legitimación por acción popular. De los seis países que

tienen Tribunal Constitucional, solo dos contemplan la apertura

máxima posible en materia de control de constitucionalidad, estos

son, Colombia y Venezuela.

II. 3.b. El Control Concreto.

De los seis países que cuentan con Tribunal Constitucional en

Sudamérica, solo Bolivia y Chile ejercen directamente un control concreto

sobre la constitucionalidad de las leyes. En nuestro país este control se ejerce

por vía preventiva y represiva, por vía de control abstracto y concreto y a

través de acciones directas y juicios incidentales.

II. 3.c. La legitimación activa en el amparo de derechos ante los

Tribunales Constitucionales.

7
Ibid.

23
Constituye una acción tutelar de derechos fundamentales para su

protección frente a actos u omisiones ilegales o arbitrarios provenientes de

terceros bien sean u organismos del Estado. A diferencia de los actos de

control objetivos, como antes se mencionó, en el amparo de derechos se

pretende ejercer un control concreto para proteger los intereses subjetivos.

De todos los países analizados, es necesario consignar que Chile

es el único país con Tribunal Constitucional que no tiene competencia en

materia de amparo de derechos fundamentales lo que incide en debilitar la

fuerza normativa de la Constitución respecto de los derechos esenciales y su

interpretación.

Existe actualmente la denominación de “derechos de tercera

generación”, nombre con el que se denominan el derecho a la protección del

medio ambiente, el derecho a la calidad de vida, entre otros que ha generado

diversos enfoques y percepciones a la hora de determinar la legitimación

activa. La titularidad de estos derechos no es de cada individuo, sino de una

colectividad que puede ser difícil de precisar. En estos tipos de interés se trata

de un interés legítimo específico que debe ser invocado por el actor o

demandante, ello los distingue de las acciones populares que se sostienen solo

24
en el interés de la juridicidad, estando legitimadas para accionar todas las

personas que invoquen la calidad de ciudadanos.

La legitimación activa, entonces, va a depender de que tipo de

control se trate. Así en el control preventivo solamente se encuentran

legitimados algunos órganos del estado y no cualquier persona, como en el

caso del control represivo. Es en esta última sede donde las personas pueden

acceder a los tribunales constitucionales, con el propósito de ver satisfechas

sus pretensiones de resguardo cuando se han infringido los preceptos legales

básicos que los distintos ordenamientos, a través de la Constitución, aseguran

a las personas para poder ampararse de una mínima manera frente al poder

estatal. El recurso de protección, como veremos a partir del siguiente capítulo

presenta estas características respecto de su legitimación activa para

interponerlo.

25
III. P A R T E E S P E C I A L.

LA LEGITIMACIÓN ACTIVA RESPECTO DE LAS

GARANTÍAS PROTEGIDAS POR LA ACCIÓN DE

PROTECCIÓN.

III.1. Génesis del recurso de protección en la Constitución de 1980

El origen de la acción de protección se puede hallar en dos

anteproyectos presentados ante el Congreso Nacional el año 1972, uno

elaborado por una Comisión presidida por el profesor don Jorge Guzmán

Dinator y el otro por los profesores Jaime Navarrete y Eduardo Soto Kloss,

siendo este último el que primó como la base a partir de la cual se gesta su

forma definitiva en el seno de la Comisión de Estudio para la Nueva

Constitución8. El proyecto fue presentado por los senadores Jarpa y Diez. Se

debe señalar que antes de la Constitución de 1980, la consagración definitiva

del llamado “recurso de protección” se dio en el artículo 2 del Acta

Constitucional N°3. Lo anterior luego de varias sesiones de trabajo de la

Comisión de Estudio para la Nueva Constitución, principalmente las sesiones

214, 215 y 216. Sin perjuicio de ello, la necesidad de establecer un mecanismo


8
Cfr. VERDUGO MARINKOVIC, Mario – PFEFFER URQUIAGA, Emilio. Derecho
Constitucional tomo I. Editorial Jurídica de Chile, 2ª ed., año 1999, pág. 337.

26
de protección de las garantías individuales a fin de que la enunciación de las

mismas no quedase como una mera disposición programática, comenzó a

esbozarse a partir de la intervención del profesor Jorge Guzmán Dinator en la

sesión 96 de la Comisión.

En el debate de la Comisión, la acción de protección surge como

un aprovechamiento de la estructura de la acción de amparo para diseñar a

partir de ella un mecanismo que permitiera tutelar el resto de los derechos

asegurados por la Constitución. De esta manera, en la sesión N° 214 se

comienza a discutir bajo la forma de una “ampliación del recurso de

amparo”.9 El texto base sobre el que se comenzó a trabajar, que surgió del

anteproyecto de los senadores Jarpa y Diez, decía textualmente:

“Agrégase al artículo 11 de la Constitución Política el siguiente

inciso: “Quien por procedimiento, actos u omisiones arbitrarios e ilegales de

la autoridades políticas o administrativas o de quienquiera, sea perturbado o

privado del legítimo ejercicio de su libertad, bienes, trabajo o derechos

garantizados por la Constitución y las leyes, podrá concurrir por sí o por

cualquiera a su nombre a la Corte de Apelaciones respectiva, la que adoptará

de inmediato las providencias que juzgue necesarias para restablecer el

imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado, sin

9
Vid. Sesión 214 pág. 4.

27
perjuicio de las acciones que se ejerciten ante los tribunales

correspondientes.

La Corte Suprema acordará lo necesario para la rapidez y

eficacia de este procedimiento y del señalado en el artículo 16, los que

estarán exentos de todo tributo.”

Durante la sesión 214 se acotaron los puntos de la discusión. Los

problemas a resolver iban a ser básicamente cuatro:

1. Mejorar la redacción del precepto;

2. Establecer un recurso al margen del habeas corpus;

3. Determinar si la preceptiva se basta a sí misma o requiere ser

complementada por una ley o un auto acordado de la Corte

Suprema;

4. Establecer si se puede ejercer respecto de cualquier acto u

omisión arbitrario o ilegal, sea de la autoridad político

administrativa o de quienquiera.

Como cuestión preliminar, cabe destacar que a lo largo de las

discusiones el profesor Alejandro Silva Bascuñán defendió la idea de que

todos los derechos asegurados por la Constitución fueran objeto de protección,

sin embargo al final primó la posición de establecer un catálogo de derechos a

proteger. Lo anterior partió de la base que para proteger garantías, estas debían

28
ser de carácter personal excluyendo las que dependan de prestaciones que

deba suministrar el Estado, los llamados “derechos sociales”, como el derecho

a la salud y la enseñanza. Sin perjuicio de ello, hubo consenso en que más que

una ampliación del recurso de habeas corpus o amparo, lo que se requería era

un recurso independiente para amparar a los ciudadanos frente a vulneraciones

de sus derechos por parte de la autoridad político administrativa. Respecto a

esto último, en el debate de la Comisión fueron frecuentes las alusiones al

gobierno de la Unidad Popular, durante el cual, en concepto de la Comisión,

se cometieron constantes atropellos a las garantías individuales.

La denominación “recurso de protección” fue sugerida por el

comisionado señor Evans, precisamente al defender su autonomía del recurso

de amparo10. Al respecto citó el precepto contenido en la Constitución

brasileña, que consagra una institución análoga: el mandato de segurança.

También se tomaron los ejemplos de las Constituciones de Bolivia y

Venezuela. Al final se llegó al consenso en establecer un mecanismo breve y

sumario, pues se trata de un mecanismo de emergencia.

El Presidente de la Comisión Constituyente, señor Ortúzar,

también estimó que no existían razones para que la libertad individual gozara

de una jerarquía especial mediante el mecanismo del habeas corpus. También

estimó que el sujeto pasivo debía ser ampliado ya que las vulneraciones de
10
Cfr. Sesión 214 pág. 9.

29
garantías individuales no sólo podían emanar de las autoridades político

administrativas. Así, se llegó a que el sujeto pasivo pudiese ser quienquiera,

redactando el precepto en tal sentido.

Finalmente en la sesión 215 se dio luz a la nueva redacción, que

se acordó como sigue:

“El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales

sufra privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de las

garantías establecidas en los números […] del artículo 19, o se encuentre en

inminente peligro de padecer alguno de estos actos u omisiones, podrá

ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la Corte de Apelaciones

respectiva, la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue

necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida

protección del afectado, sin perjuicio de las acciones que procedan ante los

tribunales correspondientes.”

Como se puede apreciar, lo esencial de aquella a redacción se

conserva hasta nuestros días.

En lo que dice con la legitimación activa para ejercer la acción de

protección, la redacción quedó sumamente amplia, conservando la expresión

“el que” al inicio del precepto. Lo anterior fue objeto de un breve debate que

será abordado cuando tratemos en particular el tema. La idea de la comisión

30
constituyente fue consagrar un mecanismo expedito que permitiera amparar

garantías individuales que se encontraran bajo amenaza o en actual

perturbación o privación, independientemente del amparo que solo quedó

referido a la libertad ambulatoria en sus diversas manifestaciones, siguiendo la

tradición del habeas corpus.

El novel mecanismo mecanismo sirve para amparar a quien

disfrute del ejercicio legítimo de un derecho, por lo cual no debe caber

ninguna duda de dicha circunstancia. Asimismo, no todas las garantías serían

objeto de protección sino sólo aquellas que no dependieran de prestaciones del

Estado; ello con el objetivo de que la protección fuera una realidad y no una

mera declaración de las buenas intenciones del constituyente.

Por último, queremos consignar las palabras del Presidente de la

Comisión, el que al enfatizar la importancia de la acción de protección señaló:

“La verdad es que éste es tal vez el precepto más trascendental y

valioso aprobado por la Comisión, e incluso podría decir que cuando lo

conozca la ciudadanía habrá cierta seguridad, cierta tranquilidad, de que el

día de mañana no podrán desconocerse las garantías y libertades que la

Constitución asegura, porque existirá un procedimiento rápido, eficaz, en

manos de un tribunal independiente y de jerarquía, como es la Corte de

31
Apelaciones respectiva, que podrá restablecer el imperio del derecho

conculcado, desconocido o perturbado.”11

III.2 Naturaleza jurídica de la acción de protección.

III.2.a. No se trata de un recurso propiamente tal.

La acción de protección se encuentra regulada en el artículo 20 de

la Constitución complementado por el auto acordado de 24 de junio de 1992

de la Excma. Corte Suprema así denominado “sobre tramitación del recurso de

protección de garantías constitucionales”. Este último fue modificado por los

autos acordados de 9 de abril y 9 de junio de 1998. Tanto en la Constitución

como en los autos acordados y en la discusión de la Comisión de Estudio 12, la

denominación de este mecanismo de cautela de garantías constitucionales

siempre fue “recurso de protección”.

Mas, según ya aseveramos, en la realidad no se trata de un

recurso sino de una acción constitucional; lo cual ha sido reafirmado por la

doctrina y responde a las siguientes razones.

Recordemos que siguiendo al profesor MATURANA que recurso

se define como “el acto jurídico procesal de parte o de quien tenga

legitimación para actuar, mediante el cual se impugna una resolución

11
Vid. Sesión 215 pág. 4.
12
Cfr. Sesión 215 pág. 2. Intervención del comisionado señor Enrique Evans de la Cuadra.

32
judicial, dentro del mismo proceso en que se pronunció, solicitando su

revisión a fin de eliminar el agravio que se le ha causado con su dictación.”13

Las características de un recurso, en general son las siguientes:

1. Debe ser contemplada por el legislador la existencia del recurso.

2. Acto jurídico procesal de parte o de quien tenga legitimación para

actuar.

3. Existencia de un agravio para el recurrente.

4. Tiene por objeto la impugnación de una resolución judicial

dictada dentro de un determinado proceso.

5. Revisión de la sentencia impugnada.

A diferencia de los recursos, la existencia de una acción no tiene

porqué estar contemplada de antemano por el sistema procesal. La posibilidad

de poner en movimiento el aparato jurisdiccional se deriva de una conjunción

del derecho de petición que tiene toda persona (art. 19 N°14 C. Pol.) y el

principio de inexcusabilidad de los tribunales. Así, frente a una petición de

contenido jurídico, los tribunales no podrán excusarse de emitir un

pronunciamiento; cosa distinta sucede en el caso de los recursos, en que la

jurisdicción ya se encuentra en movimiento y surge la necesidad de

acomodarse a las reglas de un procedimiento ya puesto en marcha a través de

la acción de que se trate. Por insertarse en un procedimiento determinado con


13
Vid. MATURANA MIQUEL, Cristián. Op. Cit., pág. 12.

33
reglas preestablecidas, es que a diferencia de las acciones, los recursos deben

encontrarse expresamente previstos por el legislador.

No obstante, nada obsta a que el ordenamiento jurídico prevea

ciertas acciones, como sucede con el artículo 20 de la Constitución, que

consagra precisamente la acción de protección.

Como se enunció, el recurso es un acto procesal de parte, o de

quien esté legitimado para actuar, es decir, requiere que se haya ejercido una

acción que dé lugar a un proceso. En este entendido, la protección no puede

ser un recurso pues es ella misma la que da lugar a la formación del proceso,

que no existe con anterioridad.

Los recursos presuponen un agravio para el recurrente. Respecto

de la protección, la sola lectura del artículo 20 de la Constitución no deja lugar

a dudas, pues basta que quien la ejerce vea amenazado su derecho; no requiere

un agravio. Por lo demás, tratándose de recursos, el agravio equivale a la falta

de satisfacción total de la pretensión que se hizo valer a través del ejercicio de

la acción. En cambio, el agravio que además de la amenaza permite el

ejercicio de la acción de protección, se tiene que dar respecto de un derecho o

garantía, específicamente señalado en el artículo 20 de la Constitución.

La cuestión más relevante que diferencia la acción de protección

de un recurso, es que los recursos se dirigen a impugnar resoluciones

34
judiciales dictadas dentro de un determinado proceso. En cambio, la acción de

protección se dirige contra cualquier acto u omisión, arbitraria o ilegal. De

hecho, la jurisprudencia ha sido consistente en negar la posibilidad de que se

puedan atacar resoluciones judiciales a través de la acción de protección,

justamente por que al interior del proceso el ordenamiento jurídico contempla

recursos que pueden ser ejercidos14.

La acción de protección también se diferencia de un recurso pues

esta no tiene por objeto la revisión de una sentencia sino obtener una medida

de emergencia frente a actos u omisiones arbitrarios o ilegales que amenacen,

perturben o priven a una persona o grupo de personas del legítimo ejercicio de

ciertas garantías o derechos previstos en el artículo 19 de la Constitución.

Por último, otro punto que diferencia a la acción de protección de

un recurso es que ella procede frente a actos que sean ilegales o arbitrarios. En

cambio un recurso no puede fundarse en la pura arbitrariedad de la resolución

impugnada; necesariamente ésta debe ser ilegal15.

14
Las acciones de protección interpuestas contra resoluciones judiciales se han declarado
reiteradamente “inadmisibles”, puesto que el asunto que las motiva ya se encuentra bajo el
imperio del derecho. Dichas resoluciones sólo pueden ser dejadas sin efecto de oficio o a
petición de parte interesada formulada por medio de los recursos procesales pertinentes y
en la misma causa en que se dictó (Cfr. C. Talca, 16.5.1983, R., t. 80, sec. 5ª, pág. 143; CS,
20.9.1984, R., t. 81, sec. 5ª, p. 189; CS, 12.9.1988, R., t. 85, sec. 5ª, pág. 232; CS, 8.8.1991,
GJ N°134, p. 40).
15
Entendemos “ilegalidad” en sentido amplio no sólo la contrariedad a la ley sino a todo el
ordenamiento jurídicio que incluye todas las normas de rango legal además de la
Constitución (norma supralegal), los reglamentos, decretos, etc.

35
III.2.b. El denominado “recurso de protección” es una verdadera

acción constitucional.

Como ya se vio al tratar de las acciones constitucionales en

general, acción es el derecho que tiene una persona a poner en movimiento la

actividad jurisdiccional en pos de obtener la satisfacción de una expectativa de

contenido jurídico. La particularidad de las acciones constitucionales reside en

que este derecho subjetivo a poner en movimiento el aparato jurisdiccional, se

halla consagrado por la Constitución y tiene por objeto la satisfacción de

expectativas normativas también de rango constitucional. La naturaleza

jurídica de la acción de protección aparece reconocida en el Auto Acordado de

la Corte Suprema de 1998, cuya normativa refiere éste como “el recurso o

acción de protección” (N°1 Auto Acordado). Se trata de una acción

constitucional, pues se encuentra consagrada por la propia Constitución que

determina su ámbito de aplicación.

Quedando claro que no se trata de un recurso, podemos enunciar

las características de la acción de protección16.

1. Es una acción constitucional y no un recurso;

2. Es una acción cautelar;

3. Es una acción que es conocida por los tribunales en uso de sus

facultades conservadoras;
16
Cfr. MATURANA MIQUEL, Cristián. Op. Cit. Pág. 206-208.

36
4. La acción de protección sólo sirve para la protección de los

derechos y garantías que la Constitución específicamente señala;

5. Es conocido en sala, en primera instancia, por la Corte de

Apelaciones y en segunda instancia, por la Corte Suprema;

6. Es una acción informal, puesto que posibilita su interposición no

sólo por el afectado, sino que en su nombre, por cualquier

persona capaz de parecer en juicio, por cualquier medio;

7. Tiene contemplado para su tramitación un procedimiento

concentrado e inquisitivo; y,

8. El fallo que lo resuelve produce cosa juzgada formal, puesto que

las medidas que se adopten en el recurso de protección no

impiden el ejercicio posterior de las acciones para hacer valer los

demás derechos ante la autoridad o los tribunales

correspondientes.

La acción de protección tiene una finalidad cautelar. Lo que se

pretende es la adopción de medidas necesarias para restablecer el imperio del

derecho amenazado o perturbado, en el marco de un procedimiento de

emergencia, no a otorgar una solución definitiva al conflicto. Así, la acción de

protección se puede ejercer por el afectado, “sin perjuicio de los demás

37
derechos que pueda hacer valer ante la autoridad o los tribunales

correspondientes”.

La acción de protección puede ejercerse exclusivamente por

amenaza, perturbación o privación de las garantías señaladas en el artículo 20

de la Constitución. Sólo esas garantías se benefician de este procedimiento

expedito de defensa.

Ahora bien, los elementos fundamentales de toda acción

conforme al concepto que hemos hecho nuestro son tres: sujetos, objeto y

causa. En este trabajo, pretendemos responder a una pregunta relacionada con

los sujetos de la acción de protección; en particular el sujeto activo, que es el

titular de la acción, quien la ejerce, y al que denominaremos actor. El sujeto

pasivo de la acción de protección puede ser cualquiera, un particular o una

autoridad político administrativa que se encuentre amenazando, privando o

perturbando al sujeto activo en el legítimo ejercicio de un derecho o garantía

enumerado en el artículo 20.

El objeto de la acción de protección, es el derecho o garantía que

se pretende proteger.

La causa en la acción de protección es el restablecimiento del

imperio del derecho frente a la violación o amenaza de las garantías

38
constitucionales, adoptándose las medidas exigidas del caso en el marco del

procedimiento de emergencia ya referido.

En suma, la naturaleza jurídica de la acción de protección es la de

una acción constitucional de carácter cautelar, que se beneficia de un

procedimiento de emergencia en la finalidad de restablecer el imperio del

derecho y la vigencia de un derecho o garantía constitucional afectados.

III.3. Legitimación activa en la acción de protección.

En las acciones constitucionales, determinar quién es el

legitimado activo equivale a preguntarnos quién tiene el derecho a la acción,

entendido éste como la facultad de poner en movimiento el aparato

jurisdiccional para lograr el reconocimiento de una pretensión jurídica.

En el caso de las acciones de rango constitucional, esta pretensión

jurídica corresponderá al mismo tiempo a la realización de valores contenidos

en la Constitución, como el respeto a la institucionalidad vigente o a los

derechos fundamentales, etc..

Antes de entrar al análisis de la legitimación activa en la acción

de protección, se hace necesario transcribir aquella parte del artículo 20 de la

Constitución que nos interesa para tales efectos:

“El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales

sufra privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los

39
derechos y garantías establecidos en el artículo 19, números […], podrá

ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la Corte de Apelaciones

respectiva…”

Ante todo conviene realizar una prevención en el sentido de que

si bien cualquiera puede ocurrir a nombre del afectado a ejercer la acción de

protección, ello no significa que todo el mundo tiene derecho a ejercer la

acción, considerándosele así legitimado activo. En cambio, aquí nos hallamos

frente a una subrogación expresamente autorizada por la norma para que

cualquier ciudadano intervenga en defensa de los derechos de otro. El

legitimado activo siempre sería el subrogado mientras el subrogante sería un

mero agente.

La expresión esencial en el citado artículo es “El que…”; y con

ella se ha pretendido dotar a la acción de protección de la máxima amplitud en

cuanto a los legitimados activos. Respecto a esa expresión se suscitó un breve

debate en la Comisión de Estudio17, respecto a la inclusión o no de las

personas morales.

Esto partió frente a una proposición del comisionado Silva

Bascuñán de sustituir “el que…”, por “todo individuo…”, cuestión que de ser

acogida podría prestarse a dudas respecto de si la acción de protección podía

17
Cfr. Sesión 215

40
interponerse solamente por las personas naturales, o también correspondía a

personas jurídicas toda vez no ser estas individuos propiamente tales.

Persona moral puede ser definida como una asociación o grupo

de personas que no cuenta con una personalidad jurídica reconocida por el

ordenamiento, pero que sin embargo tiene existencia en los hechos, y en

ciertos casos la ley les ha reconocido ciertos efectos18.

El comisionado Jaime Guzmán fue de la idea de incluir a las

personas morales desde un principio. Si bien el Presidente de la Comisión

manifestó sus reparos por la introducción de un nuevo concepto a la

Constitución, lo cierto es que una persona moral no es más que un grupo de

personas individuales, y perfectamente se podía considerar que cada una de

esas personas fuera legitimada activa. Además de lo anterior, la protección que

la Constitución dispensaba a los grupos intermedios justificaba plenamente su

calidad para ser titular de derechos fundamentales.

De esta forma, no se alteró la redacción del precepto pero quedó

constancia que la correcta interpretación de la expresión “el que…” reside en

que cualquier persona, natural o jurídica, pública o privada, pueda interponer

la acción de protección. Pero no sólo personas, sino también agrupaciones que

18
Así pasa por ejemplo tratándose de la sociedad de hecho, la asociación o cuentas en
participación, el delito de asociación ilícita, el derecho de reunión y el reconocimiento
constitucional a los grupos intermedios.

41
carezcan de personalidad jurídica, tales como comunidades, cofradías,

asociaciones, etc.19

Sin perjuicio de adoptar plenamente la tesis antes referida en

cuanto a la amplitud de la expresión “el que”, la jurisprudencia ha establecido

dos cuestiones en cuanto al sujeto activo:20En primer lugar ha afirmado que la

acción de protección no puede tomarse como una acción pública. De este

modo, se han rechazado recursos de protección interpuestos por una o más

personas determinadas en beneficio propio y de un grupo de personas, por

ejemplo, los habitantes de un lugar.

Se ha sostenido, entonces, que el recurso de protección no se trata

de una acción de naturaleza popular.

En segundo lugar, la jurisprudencia también ha exigido un interés

directo al sujeto activo. En este sentido, se ha dicho que sólo el afectado es

titular activo de la acción de protección. Por ejemplo, tratándose del derecho

de dominio, el único afectado puede ser el dueño y es por consiguiente el

único que tiene derecho a ejercer la acción.

A lo anterior, podría añadirse que la jurisprudencia se ha hecho

eco de los términos en que se encuentra redactado el artículo 20, exigiendo

19
Cfr. ERRÁZURIZ GATICA, Juan Manuel y OTERO ALVARADO, Jorge Miguel. Aspectos
Procesales del Recurso de Protección. Ed. Jurídica de Chile, 1a ed. Año 1989, pág. 15.
20
Cfr. ERRÁZURIZ GATICA, Juan Manuel y OTERO ALVARADO, Jorge Miguel. Op. Cit. Pág.
19.

42
que se pruebe el estar en legítimo ejercicio de un derecho para poder deducir

la acción. En otras palabras, la cuestión de quién es el titular del derecho pasa

a ser una cuestión de admisibilidad.

Luego de enunciar la interpretación que la propia Comisión tuvo

respecto de la legitimación activa, no queda más que controvertir lo que ha

expresado la jurisprudencia en el sentido de no ser la acción de protección una

acción popular.

En efecto, que la Constitución proteja a los grupos intermedios,

sumado a la amplitud de los términos del artículo 20 nos deben llevar a la

conclusión de que se trata de una acción de naturaleza popular.

Las consecuencias de ser una acción popular se traducen en que

cualquier persona puede arrogarse la representación de otra persona o de un

grupo de personas que se encuentren afectadas, sin necesidad de

individualizarlas. Su individualización no requiere ni siquiera ser posible en

concreto. En nuestra opinión, basta que sea un hecho manifiesto el que exista

la amenaza, perturbación o privación efectiva de un derecho o garantía de los

protegidos por el artículo 20.

Con ello, claro, no queremos sostener que el legitimado activo

sea aquel que recurre “por cualquiera a su nombre”, sino precisamente aquel

a nombre del que se está recurriendo. En consecuencia, es perfectamente

43
posible ejercer la acción a nombre de los trabajadores de un rubro

determinado, o de los habitantes de una población. La determinación de que

personas son precisamente los que actúan como recurrentes por la agencia de

un tercero, es un requisito que en ninguna parte impone nuestro ordenamiento

jurídico.

Por el contrario, limitar la procedencia de la acción de protección

estrictamente a los casos en que sea posible el señalamiento preciso de los

afectados en el escrito de que se trate, constituye una interpretación restrictiva

que no se aviene con el sentido de una Constitución cuyo eje consiste en el

respeto a los individuos y a sus formas de participar en sociedad. Precisamente

una de esas formas de participar en sociedad son los grupos intermedios. No

en vano nuestra Constitución los contempla en las Bases de la

Institucionalidad, así como al consagrar el derecho de asociación, requisito

esencial para que estos grupos puedan formarse.

En nuestra opinión, el establecimiento de requisitos de

admisibilidad sólo se explica como una manera de limitar la avalancha de

causas y la abrumadora tarea que nuestras Cortes deberían enfrentar en caso

de acoger a tramitación el sinnúmero de acciones de protección que se

deducen. Lo cierto es que las Cortes no tienen los medios para hacer frente a

ello, y han recurrido a un mecanismo inconstitucional para salir del paso.

44
El establecimiento de requisitos de admisibilidad a través de la

jurisprudencia y principalmente de los Autoacordados, se pretende justificar

como un ejercicio de la superintendencia económica 21 que le corresponde a la

Corte Suprema sobre todos los tribunales de la nación en virtud de sus

atribuciones constitucionales y legales. Sin embargo, no se puede en uso de

tales facultades, limitar los derechos fundamentales de los ciudadanos. Los

mismos solo pueden limitarse exclusivamente en los casos y formas que la

Constitución y las Leyes señalan, bien se puede apreciar a lo largo de todo el

artículo 19 de nuestra Constitución.

Sin perjuicio de todo lo indicado, estimamos que no cualquier

petición de quien pretenda interponer una acción de protección debe ser

acogida a tramitación; mas ello sólo puede darse en caso de faltar alguno de

los presupuestos fundamentales que presuponen un acto jurídico procesal,

específicamente, una acción.

Son elementos constitutivos de toda acción - se dijo -, sujeto

pasivo, sujeto activo y objeto.

En el caso del sujeto activo, es irrelevante quien interpone la

acción a su nombre, o si se trata de una persona natural o jurídica o de un

21
A la Corte Suprema, de acuerdo al artículo 82 de la Constitución, le corresponde la
superintendencia directiva, correccional y económica sobre los tribunales de la Nación. Las
facultades en materia económica se refieren a la administración del eficiente
funcionamiento de las Cortes.

45
grupo de personas, determinado o determinable. Lo relevante es que se pruebe

la existencia efectiva de esta persona o grupo, o que ello sea manifiesto.

Llevando el ejemplo al absurdo; se podría interponer una acción de protección

a nombre de los habitantes de Santiago, pero no a nombre de los trabajadores

de una empresa que no existe o de una ciudad ídem. La sola constatación de la

existencia efectiva del grupo de personas que se pretende amparar, es

suficiente para justificar la intervención de la jurisdicción.

Una vez constatada la existencia de ese grupo, o de esa persona,

resulta obvio que se satisface la exigencia del tenor del artículo 20 C. Pol.

respecto de la expresión “el que…”, pues dentro de ese grupo se encuentra.

Respecto del sujeto pasivo, este puede ser cualquiera. En las actas

de la Comisión quedó suficiente testimonio de esta interpretación, en el

sentido que puede tratarse de cualquier autoridad administrativa o particular,

con excepción de los tribunales de justicia, dado que justamente la acción de

protección tiene el objetivo de solicitar su intervención, allí donde la

jurisdicción se halla ausente22. En los procedimientos seguidos ante los

tribunales de justicia existen mecanismos dirigidos a dejar sin efecto

cuestiones que atenten contra las reglas del juego: los recursos. Además, no se

justifica una intervención de emergencia como en el caso de la protección.

22
Esta es una diferencia con la acción de amparo, en la que se pretende por ejemplo dejar
sin efecto una orden de detención dictada por un tribunal de manera ilegal o arbitraria.

46
Por último, el requisito del objeto de la acción, que es justamente

la pretensión que intenta ser satisfecha; en el caso de la protección se

encuentra acotado por expresa disposición del artículo 20 de la Constitución.

Así, para deducir una acción de protección; el derecho o garantía cuya

amenaza, perturbación o privación se invoca, debe ser uno de los señalados en

el artículo mencionado, de lo contrario la acción no puede ser admitida a

tramitación. Respecto de la calidad de esas personas en cuanto detentadores

legítimos de un derecho o garantía, esa es una cuestión que atañe al fondo, no

de admisibilidad.

Como conclusión, se debe consignar que en la acción de

protección se presenta un amplio margen para que los sujetos concurran a la

jurisdicción y se les reconozca como partes. Ello, a causa de la expresión “el

que” contenida en el artículo 20. Basta que exista en concreto un sujeto

susceptible de ser afectado para que cualquiera a su nombre ocurra ante la

jurisdicción, no importando que se trate de una persona natural o jurídica, o

incluso de un grupo de personas sin personalidad jurídica, y lo que es más

importante aún; no es necesario que estas personas sean susceptibles de ser

individualizadas. Lo anterior no obstante, no ha sido reconocido por la

jurisprudencia que ha tendido a limitar la admisibilidad de la acción de

protección a través de un examen previo sin entrar al fondo del asunto y

47
descuidando las consecuencias prácticas de ello y que dice, lamentablemente,

con la afección de garantías de rango constitucional.

III.4. Objeto de la protección. Derechos fundamentales protegidos y

la legitimación activa en cada uno de ellos.

En el artículo 20 de la Constitución señala cuales serían los

derechos tutelados en sede jurisdiccional mediante la acción de protección.

Bien sabemos que desde un principio existió la idea de excluir los llamados

derechos sociales o de tercera generación, puesto que el contenido

prestacional de ellos y su concreción habrían de depender de la capacidad

efectiva del Estado para tal cometido. Tal es la situación, por ejemplo, del

derecho a la salud y a la educación.

Como una prevención, queremos señalar que no se tratará el

derecho del artículo 19 N°21 de la Constitución porque este se halla

resguardado en términos muy especiales por el recurso de amparo económico,

al que nos referimos al tratar el resto de las acciones constitucionales.

III.4.a. Derecho a la vida y a la integridad física y psíquica.

Tradicionalmente el derecho a la vida ha sido objeto de los más

polémicos debates. Incluso se ha llegado a discutir si efectivamente se trata un

derecho subjetivo, ya que no resulta tan claro si su titular puede disponer

libremente de su ejercicio.

48
Nuestra jurisprudencia ha tenido una aproximación más bien

conservadora respecto del punto, y ha concedido la protección incluso cuando

el titular del derecho a la vida voluntariamente pretende disponer de ella. El

ejemplo paradigmático de esto es el caso “Rozas Vial con Párroco de San

Roque”. Se trató de una huelga de hambre en protesta por la expulsión de

alumnos de la Universidad Católica. Los huelguistas obtuvieron asilo en la

parroquia San Roque, siendo amparados por el párroco del lugar.

En el fallo, la Corte sostuvo que la titularidad sobre el derecho a

la vida no implica una relación de dominio que dé derecho a disponer de la

misma, en los siguientes términos: “En todo caso, los huelguistas y el Padre,

quien estaba al momento de la interposición del presente recurso,

prestándoles albergue para la realización de su propósito, han procedido con

arbitrariedad, esto es, contrariando a la razón y a la justicia, pues es de

derecho natural que el derecho a la vida, es el que tenemos a que nadie atenté

contra la nuestra, pero de ningún modo consiste en que tengamos dominio

sobre nuestra vida misma, en virtud del cual pudiéramos destruirla si

quisiéramos, sino en la facultad de exigir de los otros, la inviolabilidad de

ella.”

En esta sentencia la vida humana se presenta como un valor

jurídico que es preciso amparar con independencia de la voluntad de su titular.

49
Vemos así un caso en que titularidad y legitimación no van de la mano puesto

que se ha reconocido esta última a quienes no son titulares del derecho o

garantía afectado sino a integrantes de la comunidad que lo presentan como un

valor superior.

Otro aspecto relevante en que se ha pronunciado nuestra

jurisprudencia respecto del derecho a la vida, es en lo relativo a la vida del que

está por nacer. Como se sabe, la protección del nasciturus de manera expresa

en el artículo 19 N°1 de la Constitución. La necesidad de consagración

expresa radica en que el nasciturus no es persona, de manera que su

protección constitucional no se deriva de los términos del artículo 19, que

comienza diciendo que “La Constitución asegura a todas las personas…”. A

su vez, el Código Civil en su artículo 74 señala el principio de la existencia de

las personas: “La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es,

al separarse completamente de su madre”.

El artículo 19 N°1 de la Constitución eleva a rango constitucional

el artículo 75 del Código Civil, que se refiere a la protección del que está por

nacer. En los casos de protección de la vida del que está por nacer, se ha

suscitado el debate sobre la legitimación activa de la criatura que está en el

vientre materno. En cuanto a jurisprudencia, podemos destacar el caso

“Carabantes Cárcamo”, en que una mujer embarazada y su padre se negaban

50
a someter a aquella a una terapia de transfusión de sangre a fin de salvar la

vida del hijo que estaba por nacer, aduciendo motivos religiosos.

Si bien la Corte no llegó a fallar el caso por haber nacido la

criatura en el intertanto, ante la interposición de la acción dispuso la adopción

de las medidas que fueran necesarias para garantizar el derecho a la vida del

nasciturus.

En lo que dice relación con la legitimación activa, se ve que en el

caso del derecho a la vida nuestras Cortes han actuado en el entendido que no

sólo tienen la aptitud para ser justa parte las personas con existencia legal, sino

también “el que está por nacer”. En estos términos, se podría entender que

cualquier persona puede deducir una acción de protección a nombre del

nasciturus.

Pues bien, nos discrepamos de esta última postura, toda vez que

si el artículo 19 N°1 señala que la ley protege la vida del que está por nacer, se

trata de un mandato para el legislador no refiriéndose a posibles actos u

omisiones ilegales o arbitrarios. En efecto, el artículo 20 que consagra la

acción de protección atañe al ejercicio legítimo de alguno de los derechos

enumerados. Sólo las personas pueden ejercitar legítimamente derechos, y el

nasciturus no es persona desde que no ha sido separado completamente de su

madre. Luego, si bien admitimos que puede ser objeto de protección, no lo es

51
por la vía del recurso de protección, puesto que este último se halla acotado a

la protección de los derechos de las personas.

III.4.b. Igualdad ante la ley.

El Presidente Regional de Aysén del Colegio de Profesores de

Chile, don José Luis Baeza, presentó acción constitucional de protección en

contra de la Directora de Obras de la Ilustre Municipalidad de Coyhaique,

doña Maura Maldonado, debido a que esta autorizó mediante decreto

alcaldicio la construcción de un Colegio privado que, según el recurrente, no

cumplía con los requisitos del plano regulador de la ciudad con lo que se

estaría infringiendo la garantía del artículo 19 N° 2 de la Constitución Política

del país, esto es, la igualdad ante la ley.

La igualdad ante la ley significa que las leyes deben ser aplicadas

de la misma forma para todas las personas sin imponer una u otra preferencia.

Quién puede interponer la acción de protección en este caso es un tema

complejo que la jurisprudencia generalmente ha fallado diciendo que le

corresponde a quien se ve afectado por este acto en contravención o la persona

quién lo represente. En el caso en comento, interpone la acción el Presidente

Regional del Colegio de Profesores de Aysén, quien no acredita tal calidad por

lo que a la Corte no le consta su real interés personal o la real afectación que a

52
este le ha provocado la autorización de la construcción del establecimiento

educacional en cuestión.

El fallo señala lo siguiente: “Séptimo: Que, sin perjuicio de lo

concluido precedentemente, cabe indicar de que si bien comparece don José

Luis Baeza Poveda, según señala, en su calidad de Presidente Regional de

Aysén del Colegio de Profesores de Chile, éste no ha acreditado que ostente

tal calidad ni tampoco que tenga mandato para efectuar las peticiones que

realiza y aun cuando el recurso de protección puede ser interpuesto por el

propio afectado o por cualquiera a su nombre, debe ser deducido por persona

hábil para ello y además con la anuencia o asentimiento de quien sufre el

agravio, por lo que carece de legitimación procesal activa para comparecer y

requerir protección y además cabe señalar que esta acción cautelar no es de

carácter popular o general y quien ejerce la acción debe tener derecho a ella

mediando un interés personal determinado y específico que se encuentre

actualmente comprometido, a fin de que la restauración de ese derecho

vulnerado pueda ser posible y efectiva; todo lo cual no se divisa en la

situación que se conoce, constituyendo, lo que el recurrente denomina

proliferación de establecimientos particulares subvencionados que no

cumplirían con todos los requisitos para su normal funcionamiento, un

gravísimo atentado al sistema municipal de enseñanza la cual ve mermada su

53
matrícula una competencia desleal, una situación ajena a los fines del recurso

de protección y que además cae dentro del control y fiscalización del

Ministerio de Educación…”23

El hecho de que en nuestra Constitución se consagre la igualdad

ante la ley nos permite concluir que no pueden haber personas o grupos de

personas privilegiados o a los que se le apliquen de manera preferente la ley.

Quien sea afectado puede ocurrir por si o por cualquiera en su nombre para

ver reestablecido el derecho de igualdad ante la ley. Interpretar de otra manera

la legitimación activa en este caso impide el efectivo resguardo de esta

garantía y no hace sino permitir una menor fiscalización allí donde las reglas

se “adecuan” dependiendo del tipo de persona o grupo de ellas.

III.4.c. Debido proceso.

Se celebró un contrato de arrendamiento sobre un local comercial

del mercado municipal de Temuco entre la Municipalidad y María Iturrieta

Ponce. Luego de transcurrido un tiempo la Municipalidad dicta un decreto y

clausura el local por el no pago de las rentas de arrendamiento. Luis Abner

Iturrieta Ponce, hermano de la arrendataria y quien dice trabajar

personalmente el negocio, interpone acción de protección en contra de la

Municipalidad representada por su alcalde, fundado en que ésta no habría


23
Vid. CS. 6.4.2005. “José Luis Baeza Poveda Presidente Regional de Aysén del Colegio
de Profesores de Chile A G con Maura Maldonado Márquez directora de Obras de la
Ilustre Municipalidad de Coyhaique” Rol 1311-2005.

54
seguido el debido proceso al dictar el decreto alcaldicio que dio por concluido

el contrato. Estima que si la Municipalidad quería clausurar el local o ponerle

término al contrato debió haber ocurrido a los tribunales de justicia para que

estos así lo decretaran.

La Corte Suprema rechazó la acción por falta de legitimación

activa de quien lo interpuso y da los siguientes argumentos: “4.- Que del

contrato agregado a fs. 4, consta que el 1º de febrero de 1991 la

Municipalidad de Temuco le entregó en arrendamiento a María lturrieta

Ponce el local Nº 117 del mercado municipal, para ser destinado

exclusivamente al rubro pescadería y de las notificaciones rolantes a fs. 48 y

49 aparece que las infracciones que motivaron que la municipalidad le

pusiera término al contrato de arrendamiento se le practicaron a la

arrendataria. De modo que siempre la relación jurídica relativa al contrato y

su cumplimiento ha sido exclusivamente entre las partes que lo suscribieron.

5.- Que al no constituir el recurso de protección una acción

popular, toda vez que es menester para poder adoptar las medidas de

resguardo que el artículo 20 de la Constitución Política autoriza, que por lo

menos la garantía constitucional afecte a alguien en particular, desde que

dicha norma emplea los vocablos "El que...", forzoso resulta rechazar el

presente, atendido que el recurrente de autos, un tercero ajeno al contrato que

55
une a la Municipalidad de Temuco con María lturrieta Ponce, no es titular de

derecho alguno que emane del vínculo contractual descrito, por lo que carece

de legitimación activa para recurrir.

6.- Que, en tales condiciones, el presente recurso de protección

no resulta admisible.”24

Se puede apreciar que la Corte nuevamente exige, para poder

declarar admisible o acoger una acción de protección, que sea la persona

directamente afectada quien lo interpone y en este caso lo declara inadmisible

por falta de legitimación activa por haberlo interpuesto el hermano de la

arrendataria.

Vamos a ser insistentes en el tema que nos convoca; cuando se

infringe un derecho que se encuentra resguardado por la Carta Fundamental,

en general, es de interés de todos su efectivo cumplimiento, por tanto somos

de la idea que no debe ser requisito de admisibilidad el que sea interpuesto

solamente por la persona directamente afectada ya que al ser el derecho al

debido proceso una garantía para todos los chilenos, cualquiera que vea que

este no se está cumpliendo puede exigir que se tomen las medidas necesarias

para que esto así sea.

III.4.d. Derecho a la honra.

Vid. CS. 14.10.2004. “Luis Abner Iturrieta Ponce con Ilustre Municipalidad de Temuco”
24

Rol 4339-2004.

56
El artículo 19 de la Constitución en su número 4º asegura a todas

las personas “El respeto y protección a la vida privada y a la honra de la

persona y su familia”. Este derecho se encuentra entre los que pueden ser

objeto de protección en virtud del artículo 20 de la Constitución.

La familia es uno de aquellos grupos intermedios a los cuales

nuestra Constitución intenta asegurarle su debida autonomía, a fin de

propender a la realización de los fines que le son propios. En otras palabras, se

trata de una persona moral. De hecho, no está de más recordar que la propia

Constitución señala a la familia como el núcleo fundamental de la sociedad; y

he ahí la importancia y la protección especial a su honra que consagra el

artículo 19 N° 4.

No cabe duda alguna que una persona que ve amenazada o

afectada su honra se encuentra legitimada para accionar de protección. Pero

¿qué pasa con la familia? ¿puede una persona solicitar la intervención de los

tribunales en caso que se vea afectada la honra de su vecino?.

Por la redacción del artículo 20 que permite la intervención “de

cualquiera a su nombre”, pareciera que sí. Sin embargo esto depende de los

términos en que se encuentre planteada la acción. Una persona no puede

pretender que se encuentra afectada la propia honra cuando ello se refiere a un

grupo de personas que no son su familia.

57
Además, ¿cuál es el concepto de familia que la Constitución

protege? ¿la que emana del matrimonio o cualquier grupo humano que viva

bajo el mismo techo?. Se trata de una materia que excede ampliamente el

objeto de nuestro trabajo; siendo objeto de un acalorado debate en el último

tiempo, a partir del reconocimiento del estatus de los hijos naturales y la

aprobación de una ley de divorcio. Baste decir por el momento que, en nuestra

opinión, el concepto de familia debe ser lo más amplio que se pueda, puesto

que lo contrario implicaría una discriminación arbitraria, cosa que nuestra

Constitución en ningún caso avala.

Sin perjuicio de lo anterior, tampoco podemos extender más allá

de lo razonable el ámbito de protección de la garantía contenida en el artículo

19 N° 4. Ello, pues tradicionalmente se ha entendido que la honra es

patrimonio moral de las personas naturales, careciendo de ella las personas

jurídicas. Eso no implica en modo alguno negar el hecho que las personas

jurídicas puedan tener una “imagen corporativa frente al resto de la sociedad”,

pero ésta no puede ser considerada como honra.

Así ha sido fallado por nuestra jurisprudencia 25. A continuación

pasamos a transcribir la parte pertinente del fallo citado: “CUARTO: Que

respecto a lo señalado por la querellante en orden a que el artículo 19 N° 4

de la Constitución Política de la República asegura el respeto y protección a


25
Vid. C. Coyhaique 14.8.2006 “con Víctor Espinoza Espinoza”. Rol N°71-2006.

58
la honra de la persona y su familia, sin distinguir si se trata de personas

jurídicas o personas naturales, cabe indicar que efectivamente la mencionada

disposición constitucional así lo señala, pero de su propia redacción se puede

constatar que dicha norma está dirigida a proteger la honra de las personas

naturales y así debe entenderse cuando expresa que se garantiza la "honra de

la persona" y luego agrega "y de su familia", esto es, de su cónyuge, hijos

menores de edad, padre, madre; únicas personas, atendidas sus cualidades y

atributos personales, que pueden verse afectados en sus sentimientos del

honor y sufrir la mortificación por la vulneración del mismo ya que la

persona jurídica carece de familia, constituyendo por tanto dicha garantía

una protección al patrimonio moral de la persona natural y así lo ha

entendido la jurisprudencia de nuestros tribunales, debiendo citarse a tal

efecto lo dictaminado por la Excma. Corte Suprema en causa Rol N° 1797-

2000, la que conociendo un recurso de protección civil estableció en su

considerando 4°): "que el número 4 del artículo 19 de la Constitución

Política de la República asegura "El respeto y protección a la vida privada y

pública y la honra de la persona y de su familia", precepto del cual se deriva

con la mayor nitidez que la protección se entrega tan sólo a las personas

naturales y no a las personas jurídicas como lo es la empresa recurrente"

(Gaceta Jurídica N° 240: Sentencia de 29 de Junio de 2000).

59
En consecuencia, no cabe sino concluir que la acción para

perseguir una sanción por los delitos de calumnias e injurias, sólo compete a

las personas naturales y no jurídicas ya que el bien jurídico protegido está

referido directamente con los afectos, apegos, devociones o sentimientos

personales de la víctima, o más bien dicho personalísimos de ella, sobre sus

atributos o derechos de su personalidad, aquellos que están basados en la

naturaleza espiritual del ser humano, del hombre, de los cuales carece la

persona jurídica, la que atendida su naturaleza ficticia o artificial, le podrá

asistir una acción indemnizatoria, en caso de sentirse lesionada en su

prestigio comercial, pero ello no la legitima para accionar en la forma que lo

hizo, debiendo agregarse que, en materia de responsabilidad civil, se debe

diferenciar la víctima, en el derecho penal, del perjudicado civil que sufre un

daño por el comportamiento antijurídico de otro, un tercero, a quien le asiste

el deber de repararlos en caso de acreditar la concurrencia del mismo.

QUINTO: Que la querellante ha hecho hincapié, además, en el

concepto o teoría de la colectividad para explicar que las personas jurídicas

reúnen una serie de condiciones y atributos propios también de las personas

naturales, en especial del derecho de la honra y al prestigio comercial, que

pueden verse menoscabados por la comisión de delitos y que el juez les ha

desconocido. Sin embargo, y respecto a ello, cabe indicar que, aparte del

60
concepto tradicional que se tiene de víctima, como la persona que sufre el

daño directo producto del delito, efectivamente se ha ido incorporando el

concepto de víctima en sentido colectivo, cuando un conjunto de personas se

ven afectadas o perjudicadas en sus intereses, pero ello dicen relación con

bienes jurídicos colectivos que están referidos con el funcionamiento del

sistema social, que sirven de base a los bienes individuales, como lo son la

salud pública, la seguridad social u otros de tal entidad, e incluso ellos se

encuentran considerados en el inciso cuarto del artículo 111 del Código

Procesal Penal, especificando que dichos delitos deben afectar intereses

sociales relevantes o de la colectividad en su conjunto, situación ésta distinta

a la que se conoce en el presente recurso.”

Por su parte, en el caso de “La Ultima Tentación de Cristo” 26, se

planteó la cuestión de si se podía o no otorgar protección a un grupo

indeterminado de personas, como son los ciudadanos que forman parte de una

iglesia. El fallo, en lo que nos interesa, es decir la legitimación activa para

solicitar la protección de la honra, sostuvo lo siguiente:

“12° Que el sujeto protegido por el recurso, tratándose de la

honra constitucionalmente garantizada, es la persona y su familia, para

quienes se cautela su honor, que en esencia y contenido es inherente a la

26
Vid. CS 17.6.1997 “Sergio García Valdés y otros con Consejo de Calificación
Cinematográfica”. Rol N°519-1997.

61
dignidad del ser humano, todo ello sin perjuicio de que los efectos de la

decisión que recaiga en aquel recurso puedan alcanzar en el hecho al

conjunto humano que constituye la Iglesia Católica y a quienes conforman

otras confesiones cristianas o como asimismo a todos los que ven en la

persona de Jesucristo su esperanza y modelo de su existencia;

13° Que Jesucristo, históricamente, vivió hace dos mil años y

murió crucificado, y aunque este tribunal prescinde del hecho de su

resurrección, cuya aceptación es materia de fe, debe admitir que el agravio a

su honra repercute o trasciende en la honra de los propios recurrentes, ligado

esencialmente a su dignidad de personas, ya que ésta implica, entre otros

atributos, la capacidad de determinarse conforme a valores y creencias;

14° Que por eso, al ofender, debilitar, o deformar a la persona de

Cristo, la película cuestionada ofende y agravia a quienes, como los

recurrentes, basan su fe en la persona de Cristo, Dios y hombre, y a partir de

esa convicción y realidad asumen y dirigen sus propias vidas; y por eso

también la resolución que ilegalmente ha autorizado la exhibición de ese

filme ya antes rechazado, hace procedente la protección que en el presente

recurso han solicitado para sí los recurrentes.”

De la lectura del extracto precedente se concluye que la Corte no

quiso otorgar su protección al conjunto de personas que constituyen la persona

62
jurídica “Iglesia Católica”, sino que acogió el recurso porque estimo afectada

la honra de los recurrentes. Lo anterior se desprende de la frases “la película

cuestionada ofende y agravia a quienes, como los recurrentes, basan su fe en

la persona de Cristo”. Respecto de la honra de la persona de Cristo, el fallo se

niega a asumirla como objeto de protección pues se trata de una materia de fe;

sin embargo estima que “el agravio a su honra repercute o trasciende en la

honra de los propios recurrentes, ligado esencialmente a su dignidad de

personas”. Por último, nos interesa destacar que el fallo estima que el objeto

de protección lo constituye la dignidad y honra de las personas y su familia, y

no la colectividad genéricamente considerada, pese a que esta última puede

sufrir los efectos de los atentados a la honra de personas individuales.

Como conclusión de lo expuesto, podemos afirmar que a

propósito del derecho a la honra, los legitimados activos por el tenor del

artículo 19 N° 4 de la Constitución serán la persona y la familia de una

persona determinada, siendo improcedente proteger la honra de personas

indeterminadas o indeterminables. En otras palabras, se requiere que aquel a

quien se pretende proteger, ya sea que actúe a nombre propio o representado,

tenga una efectiva amenaza o vulneración de su honra o la de su familia.

III.4.e. Inviolabilidad del hogar.

63
Dentro de este numeral del artículo 19 se encuentra la

inviolabilidad de toda forma de comunicación privada. Así se dio el caso de

una mujer que para fundamentar el adulterio que habría cometido su marido,

presentaba en juicio el diario de vida de este, obtenido irregularmente. El

marido alegó de protección fundándose en el número 5 del artículo 19 ya que

se habría obtenido de manera fraudulenta dicho documento privado.

En este caso, al igual que en la mayoría, la Corte acepta a

tramitación esta acción ya que es el directamente afectado quien interpone la

acción de protección. Sin embargo, a nuestro entender, no solo la persona

afectada puede interponer la acción de protección sino que cualquier persona

podría hacerlo. El que se vulnere arbitraria o ilegalmente alguna de las

garantías del artículo 19 es un hecho que afecta a todo el ordenamiento

jurídico, toda vez ser este acto contrario al ordenamiento mismo. Por lo tanto,

al infringirse esta garantía no solamente tiene categoría de afectado quien lo

sufre directamente sino que toda persona perteneciente a dicho ordenamiento

ya que si no se respeta una garantía mínima resguardada por la Constitución,

no se respeta ni el Estado de Derecho ni la mas mínima garantía ciudadana. Es

por esto que postulamos que la acción de protección puede ser interpuesta por

cualquier persona en pos de el reestablecimiento y aseguramiento de los

derechos afectados.

64
III.4.f. Libertad de Conciencia.

Este derecho establecido en el N° 6 del artículo 19 de la

Constitución Política, consiste en el respeto a la libre manifestación de

cualquier creencia y a la libertad de culto.

En el ya mencionado fallo de la película “La última tentación de

Cristo” se puede observar que la Corte de Apelaciones aceptó a tramitación

una Acción de Protección presentada a nombre de Jesucristo y de la Iglesia

Católica, sin perjuicio de que la acogió por las personas naturales que estimó

afectadas. Los recurrentes afirmaron que la exhibición de dicha película atenta

contra la libertad de culto y de conciencia, tanto para si mismos, Jesucristo y

La Iglesia Católica, ya que desvirtúa muchos de los dogmas de dicha

institución de una manera inmoral y anti-ética al hacer insinuaciones falsas de

la vida de Jesús.

Llama la atención el hecho de que la acción se haya interpuesto a

nombre de un personaje histórico ya muerto y de toda una institución, pero

concordamos con la Corte en aceptar la tramitación ya que la Acción de

Protección debe ser una acción de aceptación amplia ya que es el resguardo

mínimo que tienen las personas frente a los actos que atenten contra las

garantías individuales establecidas en el artículo 19 de la Constitución; y si

bien la Corte la acoge a nombre de los recurrentes, reconoce la afectación de

65
la Iglesia Católica entendida como un colectivo sin personas necesariamente

determinables.

Por último queremos señalar que la libertad de conciencia no

existe si no es en función de la libertad de expresión, pues en tanto la

conciencia no se manifieste o exprese, no es posible imaginar actos que la

conculquen.

III.4.g. Derecho a vivir en un medio ambiente libre de

contaminación.

En el mes de abril de 2005 doña María Soledad Tohá Veloso, en

representación del Servicio de Vivienda y Urbanización de la Región del Bío-

Bío, interpuso acción de protección en contra de la Empresa de Servicios

Sanitarios del Bío-Bío S. A. y a favor de la Unión Comunal de Juntas de

Vecinos, basada en que con fecha 8 de marzo de ese año tomó conocimiento

que la recurrida procedió a desconectar algunos de los colectores de aguas

lluvia que se encuentran unidos a la red de alcantarillado de propiedad de la

empresa recurrida y selló, en particular, los sumideros ubicados en los lugares

que pormenoriza.

Según la recurrente esta empresa habría infringido el artículo 19

N° 8 de la Constitución al perturbar el derecho de vivir en un medio ambiente

libre de contaminación. Sin embargo la Corte Suprema rechaza el recurso

66
basado en la falta de legitimación activa de la recurrente y esto lo expresa de

la siguiente manera:

“4º) Que, sin perjuicio de lo anterior, y en cuanto a la falta de

legitimación activa, tal como lo señala la recurrida, el recurso de protección

debe ser interpuesto a favor de un sujeto específico, que sea afectado en el

ejercicio legítimo del derecho que se estima conculcado, ya que no tratándose

de una acción popular, éste no puede interponerse en beneficio de personas o

entes indeterminados como ocurre en el caso de autos.”27

En general, la jurisprudencia ha sostenido que la titularidad del

derecho unido a un ejercicio legítimo agraviado, es lo que le otorga

legitimación activa a un recurrente y en consecuencia se ha expresado que la

legitimación es una cuestión de fondo, ya que atañe al derecho mismo. La

Corte Suprema ha expresado además que es indispensable la coincidencia

geográfica entre el domicilio del recurrente y el lugar donde se produce el

agravio, puesto que el recurso de protección no es una acción popular. Sin

embargo, y contradictoriamente con lo anterior, la Corte ha dicho que los

recurrente tienen derecho a instar por la preservación de la naturaleza,

actividad que compete no solo a las personas que viven cerca o en el lugar

físico mismo donde se desarrolla el acto que agravia. La anterior doctrina es


Vid. CS 30.6.2005. “Servicio de Vivienda y Urbanización de la Región del Bío Bío con
27

Empresa de Servicios Sanitarios del BíoBío S.A.” Rol N°2330-05

67
recogida en la famosa sentencia de 1997, dictada en el caso Trillium, en donde

se reconoce la posibilidad de legitimidad activa remota:

“13°) Que, por último, respecto de la supuesta falta de

legitimación activa de los recurrentes para interponer este recurso, alegada

por los recurridos y la Empresa Forestal Trillium, cabe señalar que el

derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación es un derecho

humano con rango constitucional, el que presenta un doble carácter: derecho

subjetivo público y derecho colectivo público. El primer aspecto se

caracteriza porque su ejercicio corresponde, como lo señala el articulo 19 de

la Constitución Política a todas las personas, debiendo ser protegido y

amparado por la autoridad a través de los recursos ordinarios y el recurso de

protección. Y, en lo que dice relación con el segundo carácter del derecho en

análisis, es decir, el derecho colectivo público, él está destinado a proteger y

amparar derechos sociales de carácter colectivo, cuyo resguardo interesa a la

comunidad toda, tanto en el plano local como en el nivel nacional, a todo el

país, ello porque se comprometen las bases de la existencia como sociedad y

nación, porque al dañarse o limitarse el medio ambiente y los recursos

naturales, se limitan las posibilidades de vida y desarrollo no sólo de las

actuales generaciones sino también de las futuras. En este sentido, sus

resguardo interesa a la colectividad por afectar a una pluralidad de sujetos

68
que se encuentran en una misma situación de hecho, y cuya lesión, pese a ser

portadora de un gran daño social, no les causa un daño significativo o

apreciable claramente en su esfera individual.”28

Nosotros consideramos que el derecho a vivir en un medio

ambiente libre de contaminación es un derecho humano con rango

constitucional, de carácter subjetivo y colectivo público, por lo que su

ejercicio le corresponde a todas las personas y cuyo resguardo le corresponde

a toda la sociedad.

Concluimos, luego, que si bien no existe una postura homogénea

en torno a la forma de enfrentar la necesidad de poseer legitimación activa,

esta se ha enfocado desde la perspectiva del domicilio del recurrente, de la

naturaleza de vivir en un medio ambiente libre de contaminación, de la

naturaleza del recurso de protección y de la naturaleza de la persona humana.

Nosotros estimamos que cualquiera puede recurrir de protección a nombre

propio o ajeno cuando existe un acto u omisión arbitrario o ilegal que afecte

esta garantía.

III.4.h. Libertad de Enseñanza.

Se presentó un recurso de protección por no haberse renovado la

matrícula en un colegio particular a una menor de edad. El recurso fue

interpuesto por el abogado de la familia a nombre de la menor y de todos los


28
Vid. CS, 19.3.1997. “Empresa Forestal Trillium”. Rol N°2.732-1996

69
alumnos que no se les renovó matrícula ese año, invocando un atentado contra

la garantía establecida en el artículo 19 N° 11 de la Constitución Política de la

República.

El recurso fue rechazado por la Corte de Apelaciones y se

confirmó la sentencia por la Corte Suprema. Los argumentos de esta última

fueron los siguientes:

“Tercero: Que corresponde, en primer término, estudiar las

consecuencias que emanan del hecho de haberse accionado de protección por

un recurrente –el abogado don Marco A. Echagüe Parra– que no sólo no es el

titular de los derechos constitucionales que se dicen quebrantados o

perturbados sino que, además, ha interpuesto su recurso en favor de Liliana

Pérez Villar y de todo el alumnado del Colegio Sagrado Corazón de

Apoquindo a los que por acuerdo del consejo de profesores se acordó no

renovar su matrícula para el año 1988; Cuarto: Que no existen en materia

del recurso de protección normas que hagan excepción a las generales, que

exigen en todo actor o recurrente una cualidad o virtud especial para

accionar y que en doctrina procesal se conoce con el nombre de legitimación

ad causam o legitimación para obrar. Al referirse a los requisitos de la

acción, como indispensables para el pronunciamiento de una sentencia de

mérito favorable al solicitante, el insigne tratadista Piero Calamandrei trata

70
de la legitimación para obrar, enseñando que a fin de que el juez acceda a lo

pedido, no basta que la demanda sea propuesta por una persona cualquiera

sino que es necesario que le sea presentada precisamente por aquella persona

que la ley considera como particularmente idónea para estimular en aquel

caso concreto la función jurisdiccional, esto como consecuencia necesaria de

la naturaleza disponible de los derechos privados, toda vez que actuar en

juicio para la defensa del derecho es un modo de disponer del mismo

(Instituciones del Derecho Procesal Civil, Volumen I. Págs. 262 y 264);

Quinto: Que esta legitimación para obrar no constituye, por lo dicho, un

requisito meramente formal, sino que importa una calidad sustancial que

corresponde al titular de los derechos de los que emanan las acciones que se

ejercitan en una demanda o recurso como el presente y, en este caso, se puede

apreciar que se deduce el recurso en favor de un número indeterminado de

personas de las cuales escasamente se individualiza a una sola, que es menor

de edad y sin ningún asomo de comparecencia de sus representantes legales;

Sexto: Que lo dicho anteriormente bastaría para desestimar el recurso sin

necesidad de hacerse cargo de las argumentaciones que se desarrollan en

apoyo de una pretensión que el recurrente ha carecido de derecho para

deducir; pero el tribunal entrará al estudio de dichas argumentaciones a fin

de verificar si, efectivamente, de parte de las recurridas existió un acto

71
arbitrario determinante de privación, amenaza o perturbación para alguno de

los derechos constitucionalmente amparados en el recurso de protección de

que aquí se trata;”29

Como queda de manifiesto, en este caso la Corte Suprema estimó

que la legitimación activa para interponer una acción de protección basada en

la infracción de la libertad de enseñanza del artículo 19 N° 11, debe ser el

afectado, o sus representantes legales, los que deben interponerlos al ser estos

los que se encuentran directamente afectados por la infracción.

Además en el fallo se considera que “no existen en materia del

recurso de protección, normas que hagan excepción a las generales que

exigen en todo actor o recurrente una cualidad o virtud especial para

accionar, y que en doctrina procesal se conoce con el nombre de legitimación

ad causam. De esta manera, para que el juez acceda a lo pedido, no basta

que la demanda sea propuesta por una persona cualquiera, sino que es

necesario que le sea presentada precisamente por aquella persona que la ley

considera como particularmente idónea para estimular la función

jurisdiccional. En el caso de autos, se aprecia que se deduce el recurso a

favor de un número indeterminado de personas de las cuales escasamente se

Vid. CS 9.3.1988. “Liliana Pérez Villar con María Emilia Montes de Vergara y otra” Rol
29

N°12009-88

72
individualizan, por lo que el recurrente carece de derecho para deducir la

acción.”30

No concordamos con el razonamiento que siguió la Corte

Suprema en el caso, pues consideramos que si bien el afectado no es el

abogado que interpuso la acción de protección, éste si puede hacerlo en

representación de la alumna y de los alumnos que fueron ilícitamente

excluidos del proceso de matrícula, al constituirse la libertad de enseñanza en

un deber que el Estado tiene que asegurar a todas las personas por ser una

necesidad básica de un Estado de Derecho y un tema que incumbe a todos.

Ya hemos mencionado anteriormente que la Jurisprudencia debe

comenzar a tratar el tema de la legitimación activa de la manera más amplia

posible, máxime cuando el propósito de esta acción se torna en un escudo ante

el inmenso poder estatal y en una espada que atraviese y destruya las

arbitrariedades o ilegalidades ya cometidas, sin mayor formalidades que las

estrictamente necesarias.

III.4.i. Libertad de opinión e informarse.

Con ocasión de la negativa de ciertos canales de televisión de

transmitir los spots del gobierno para el uso de preservativos para prevención

del sida, se interpuso un recurso de protección aduciendo que estos canales

30
Ibid.

73
estarían infringiendo el artículo 19 N° 12 al estar impidiendo información

necesarísima de salud pública. Con esto, decía la recurrente, se provocaría un

grave e irreparable daño a la sociedad y especialmente a la juventud chilena, al

evitar dar a conocer una información que impediría en gran medida la

proliferación del sida.

La Corte, respecto a la legitimación de los recurrente argumentó:

“Del acto de postulación de los actores, aparece como cierto que

la acción protectora está dirigida a salvaguardar en términos genéricos a

toda la población y en especial a los jóvenes del país, cuestión que, como se

ha resuelto, no constituye el propósito de esta acción cautelar que está

dirigida a proteger intereses concretos de alguna persona o grupos de

personas perfectamente identificados, que hayan sido o puedan ser objeto de

privación, perturbación o amenaza de los derechos amparados por la Carta

Fundamental mediante este recurso. La expresión "El que..." que se usa en el

mandato constitucional del artículo 20, nos da inequívocamente la idea de

individuo o persona, lo que armoniza perfectamente con el inciso primero del

artículo 19 de la misma Carta Fundamental, que expresa: "La Constitución

asegura a todas las personas", como sinónimo de individuo, con todos los

atributos de la personalidad, entre ellos el nombre, de modo tal que alzarse,

en términos vagos o imprecisos, sin tener facultad legal para ello, en favor de

74
toda la población de un país o de gran parte de ella, importa extender los

alcances de esta acción cautelar a límites no queridos por el legislador, por

muy loable que aparezca el propósito, sentándose un principio que podría

tornar muy confuso el fin del recurso de protección.”31

Lo que quiere decir la Corte en este fallo, es que si bien la acción

de protección puede ser presentada por cualquier persona, esta no puede estar

dirigida al beneficio de la “juventud chilena” o de “la sociedad en general”

ya que esta situación supera los fines que el constituyente le dio a esta acción

constitucional. En el fallo se sostuvo que esta acción está destinada a

resguardar intereses y derechos específicos y determinados de personas

también determinadas.

Sin perjuicio de la opinión de la Corte, nosotros sostenemos que,

en el caso de la libertad de información, el legitimado activo de esta acción

puede ser cualquier persona aunque no pueda ser determinada.

Por otro lado, consideramos que si efectivamente es un grupo de

personas determinable el que se encuentra afectado por una ilegalidad o

arbitrariedad de este tipo, esto es, que se le ha impedido acceder a una

información mediante procedimientos no legales, entonces cualquier persona

31
Vid. C. Santiago 27.6.1997. “Adolfo Castillo Díaz y otros con Corporación de Televisión
de la Universidad Católica de Chile y otro” Rol N°1427-1997.

75
puede, a nombre de este grupo interponer un recurso de protección que

termine con el impedimento ilegal.

III.4.j. Derecho a reunirse pacíficamente.

Un estudiante de la Universidad de Playa Ancha de Valparaíso,

fue expulsado de esa institución por haber participado en violentas protestas

estudiantiles no autorizadas. Se siguieron todos los trámites necesarios por

parte de la Universidad, se cumplió con el debido proceso y terminó

imposibilitado de volver a estudiar en dicha institución. El estudiante en

cuestión presentó acción de protección fundado, entre otras razones, por

haberse infringido, arbitraria e ilegítimamente, su legítimo derecho de reunirse

pacíficamente.

Finalmente la acción fue rechazada por la Corte de Apelaciones

de Valparaíso y se mantuvo la expulsión al alumno en cuestión.

El problema respecto de la legitimación activa en este caso

particular surgió puesto que el alumno presentó la acción a su nombre y de

todos los otros alumnos que tuvieron problemas debido a la manifestación en

que fueron sorprendidos. La Corte manifestó que no puede considerarse como

legitimados activos a sujetos indeterminados ya que estos deben estar

claramente determinados por no ser la acción de protección una acción

popular.

76
Discordamos de esta interpretación en el sentido de que las cortes

debieran permitir que la determinación de los sujetos a los cuales se le

infringen derechos pueda ser determinada de una manera amplia, sin

necesidad de individualizar a cada uno de ellos ya que el derecho a reunirse

pacíficamente generalmente conlleva multitudes de gente que no siempre

pueden ser perfectamente individualizados.

III.4.k. Derecho de asociación.

El trabajador de una empresa y asociado a un sindicato de la

misma fue expulsado de dicho sindicato. Si bien dentro de las facultades de

administración del mismo se permite la expulsión, ésta debe ser hecha

conforme a todos los requisitos establecidos al efecto en sus estatutos.

El trabajador recurrió de protección y la corte dejó sin efecto la

expulsión ya que no se habían cumplido los requisitos necesarios para tal

efecto, infringiéndose, con ello, la garantía establecida en el artículo 19 N° 15

de la Constitución, esto es, el derecho de libre asociación.

En este caso no caben dudas de que el legitimado activo para

interponer el recurso de protección es el trabajador que fue expulsado. Esto

no obstaría, sin embargo, a que cualquiera persona interpusiera la acción

cautelar de protección a nombre del afectado, y tampoco obstaría, a nuestro

entender, que cualquier persona interpusiera la acción a nombre de un grupo

77
de trabajadores que han sido objeto de una expulsión injustificada de

determinado sindicato.

El derecho de asociarse sin permiso previo es una garantía para

todas las personas que habitan el territorio de la República de Chile. Así se

establece por el artículo 19 N° 15 de la Constitución Política. Ello significa

que cuando este derecho se ve vulnerado o se ha infringido de manera

arbitraria o ilegal, es necesario acudir ante el órgano jurisdiccional, en este

caso Corte de Apelaciones respectiva, para que dicho órgano reestablezca el

imperio del derecho y de la Constitución. Y no solamente lo puede interponer

quien se vio efectivamente afectado por el impedimento a asociarse sino que

cualquiera a su nombre, y esto porque ese es el espíritu de la norma que crea

esta acción.

III.4.l. Libre contratación, libre elección del trabajo y derecho a

sindicarse.

El artículo 19 N° 16 consagra la libre elección del trabajo y la

libre contratación. Podemos ver que estos derechos son la cara de una misma

moneda, en un caso desde el punto de vista del empleado, y en otro desde el

punto de vista del empleador.

A su vez el artículo 20 de la Constitución no ampara todo el

contenido del artículo 19 N° 16. Se trata de uno de aquellos casos en que el

78
Constituyente ha sido partidario de excluir los derechos de tercera generación

o derechos sociales, limitando la procedencia de la acción a proteger aquellos

aspectos que son expresión de la libertad individual. Así, la acción procede

respecto de lo relativo a la libertad de trabajo y al derecho a su libre elección y

libre contratación, y a lo establecido en el inciso cuarto (libertad de

sindicarse).

Los legitimados activos, serán en cualquier caso, los sujetos de la

relación laboral. Ellos serán quienes en cada caso tendrán un interés

susceptible de ser amparado por la acción de protección.

Si bien se podría pensar que estos derechos son expresiones del

Derecho Laboral, tal es una afirmación errada. Lo cierto es que forman parte

del orden público económico, como expresión particularizada de la libertad en

materia económica. Esta no sólo se refiere a las actividades económicas que se

pueden realizar por los particulares sino también a la elección de las personas

que colaborarán en ello. Lo anterior explica porqué en la Constitución no se

aprecia la tendencia proteccionista hacia el trabajador que vemos

constantemente en el Derecho Laboral.

Aclarado el punto anterior, pasamos a desglosar los legitimados

activos en cada una de las facetas que presenta el 19 N° 16.

79
i) En primer lugar tenemos al empleador, cuando este no pueda

elegir libremente a qué trabajador contratar, sino que esto le sea

impuesto por una circunstancia de hecho o normativa

manifiestamente arbitraria.

ii) En segundo lugar, tenemos a los trabajadores, cuando sean

forzados a elegir un trabajo determinado

iii) Por último, son legitimados activos aquellos trabajadores a los

que un grupo de trabajadores agrupados les exigen pertenecer a

una asociación para obtener condiciones que razonablemente

debiesen poder obtener sin pertenecer a ellas. Por ejemplo, el

poder realizar su trabajo más libremente, o en mejores

condiciones.

En relación a la libertad de trabajo se ha fallado que:

“Procede acoger el recurso de protección interpuesto por

choferes de vehículos de la locomoción colectiva en contra del acuerdo

adoptado por la Asamblea General de socios de la Agrupación de Operadores

de Transporte Público de Pasajeros en la que trabajan o han trabajado, que

determinó que los recurrentes no son dignos de continuar prestando servicio

en dicha línea “por constituir un peligro constante”, toda vez que,

independientemente de la o las personas a quienes los recurrentes prestan o

80
han prestado servicios como choferes, aparece evidente que el acuerdo en

comento, al impedirles ejercer su oficio, ha perturbado gravemente el derecho

a la libertad de trabajo que la Constitución Política de la República, en su

artículo 19 Nº 16, reconoce a todas las personas, resultando además

insuficiente la alegación de la recurrida en cuanto aduce haber actuado así

en base a la normativa del Decreto Supremo Nº 212 del año 1992, del

Ministerio de Transportes, ya que ésta sólo puede entenderse en el contexto

de que las respectivas agrupaciones de operadores de transporte público

puedan adoptar acuerdos de carácter general tendientes a prestar el mejor

servicio a la comunidad, mas no de carácter específico que violen alguna

garantía constitucional como en el presente caso ha ocurrido.”32

En el caso reseñado, unos choferes de la locomoción colectiva

fueron declarados personas no dignas de seguir prestando sus servicios,

mediante la declaración al efecto de una asociación gremial, consiguiendo de

hecho apartarlos de sus funciones sin observar los mecanismos que el derecho

laboral prevé para tal fin, como el despido en forma legal.

La legitimación activa, en este caso, era de los titulares de los

derechos afectados, es decir, los trabajadores.

32
Vid. CS 24.10.1994, rol N°9359-1994, causa “José Humberto Araya Huerta; Braulio
Hernán Santiago Quinteros; con Agrupación de Operadores de Transporte Público de
Pasajeros, Taxibuses Línea 29”.

81
Es digno de reiterar que los legitimados activos, tratándose del

artículo 19 N° 16, serán las partes de una relación laboral. Siendo ésta una

relación entre un empleador y un trabajador dependiente, no son legitimados

activos los trabajadores independientes. Así, podemos citar a modo de ejemplo

el siguiente extracto de un fallo:

“Corresponde rechazar el recurso de protección presentado por

un abogado en contra de un Comisario de Investigaciones por la falta de

entrega oportuna de un vehículo de su propiedad, estimando que dicha

conducta transgrede el derecho a la libertad de trabajo consagrada en el

artículo 19 Nº 16 de la Constitución Política del Estado, ya que la protección

jurídica de este derecho es la actividad laboral que realiza el trabajador

dependiente con vínculo de subordinación laboral de un empleador, el que

desempeña una ocupación, arte u oficio independiente que no pueda ser

prohibida o condicionada –salvo las excepciones a que se refiere la

disposición constitucional– y las profesiones liberales para las cuales la ley

exija título universitario y señale los requisitos o formalidades de su ejercicio,

y el altercado señalado no importa prohibir el libre ejercicio de la actividad

profesional del afectado, por lo que no se divisa menoscabo, alteración o

desconocimiento del derecho invocado lo que obsta al éxito del recurso

interpuesto, puesto que el incidente de carácter personal habido entre

82
recurrente y recurrido no importa de modo alguno afectación al ejercicio de

la profesión de abogado para los que posean el título de tal.”33

Como se puede apreciar, la jurisprudencia excluye la protección

de las profesiones liberales.

III.4.m. No discriminación en materia económica.

El artículo 19 N° 22 de la Constitución no hace más que

consagrar una expresión particularizada del derecho a no ser discriminado

arbitrariamente contenido en el 19 N° 2. Se refiere al ámbito económico, y a la

relación entre el Estado y los particulares, de la siguiente manera:

“22º.- La no discriminación arbitraria en el trato que deben dar

el Estado y sus organismos en materia económica.

Sólo en virtud de una ley, y siempre que no signifique tal

discriminación, se podrán autorizar determinados beneficios directos o

indirectos en favor de algún sector, actividad o zona geográfica, o establecer

gravámenes especiales que afecten a uno u otras. En el caso de las

franquicias o beneficios indirectos, la estimación del costo de éstos deberá

incluirse anualmente en la Ley de Presupuestos;”

El legitimado activo en este caso será aquel actor económico que

vea injustamente menoscabada su posición frente a otro u otros competidores

Vid. CS 8.10.1995, rol N°25071-1995, “García Gallardo Zenón; con Comisario de la


33

Novena Comisaría del Servicio de Investigaciones de Chile”.

83
que a su vez se vean beneficiados por un acto del Estado. Es decir, debe ser

una discriminación arbitraria, en términos de haber un beneficiado y un

perjudicado como consecuencia, ambos particulares.

Es interesante anotar que el segundo inciso del numeral 22,

contempla la posibilidad de que los titulares del beneficio arbitrario por parte

del Estado sean un sector, actividad o zona geográfica. Como contrapartida de

lo anterior, el perjudicado con la discriminación arbitraria también puede ser

amplio, es decir un sector, actividad o zona geográfica. De esta manera, lo

lógico sería que los legitimados activos fuesen estos.

Acá, entonces, entra a tener una verdadera utilidad práctica la

regla que permite a cualquiera ocurrir a nombre de otro a interponer una

acción de protección, ya que es obvio que por ejemplo una zona geográfica o

un sector de la producción no tendrán manera de acreditar su personería. Sin

embargo, se puede ocurrir a nombre de estos legitimados activos.

En todo caso, lo normal será que por motivos prácticos al

interponer la acción se pase a singularizar un número de afectados por el acto

arbitrario en materia económica.

III.4.n. Libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes.

El artículo 19 N° 23 de la Constitución, asegura esta garantía en

los siguientes términos:

84
“La libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes,

excepto aquellos que la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres o

que deban pertenecer a la Nación toda y la ley lo declare así. Lo anterior es

sin perjuicio de lo prescrito en otros preceptos de esta Constitución.

Una ley de quórum calificado y cuando así lo exija el interés

nacional puede establecer limitaciones para la adquisición del dominio de

algunos bienes;”

Este derecho se halla íntimamente ligado con la libertad para

ejercer toda actividad económica lícita, puesto que es consubstancial a toda

actividad económica la adquisición del dominio de bienes ya sea para

comerciar con ellos o para producir otros bienes (capital). Por eso es común

encontrar en la jurisprudencia casos en que se alega haberse conculcado de

manera conjunta los derechos del artículo 19 números 21, 22 y 23.

En efecto, sería raro que al impedirse la adquisición del dominio

de un bien no se afecte la libertad para desarrollar actividades económicas

lícitas. Sin embargo, no toda adquisición del dominio de un bien se halla

inserto en una actividad económica, y he aquí la justificación de porqué esta

garantía se ha consagrado de forma separada.

En cuanto a la legitimación activa para accionar de protección

por esta garantía, nos remitimos a lo ya dicho a propósito del derecho de

85
propiedad, lo que es lógico toda vez que este derecho representa la fase previa

a convertirse en dueño.

III.4.o. Derecho de propiedad.

Este derecho se encuentra garantizado en el artículo 19 N° 24 de

la Constitución. El derecho de dominio o propiedad ha sido tradicionalmente

definido como el derecho de usar, gozar y disponer de una cosa material, no

siendo contra ley o contra el derecho ajeno (artículo 582 del Código Civil).

Se trata de un derecho que tiene su génesis en el Derecho

Privado, que atañe a intereses de particulares. Quizás por ello la jurisprudencia

ha exigido consistentemente que el legitimado activo sea el titular del derecho

afectado. Esto es, el dueño cuya propiedad se encuentra amagada.

Sin embargo, debemos recordar que el artículo 19 N° 24

pertenece a aquellas normas constitucionales que consagran el denominado

orden público económico, y en este sentido forma parte de aquellas

disposiciones fundamentales que garantizan el libre desempeño de las

personas en la sociedad. En efecto, el dominio ha sido entendido como la

extensión de la libertad de un individuo sobre ciertas cosas que le rodean.

Sin perjuicio de que se acoja o se rechace una acción de

protección amparada en el derecho de propiedad, lo cierto es que para admitir

la legitimación activa del mismo se ha exigido por la jurisprudencia ser el

86
titular del derecho de dominio, puesto que a no ser que se esté violentando

gravemente el orden público económico, no se justifica que un mecanismo de

urgencia entre a amparar casos en que o bien existen vías alternativas para

solucionar el problema, o cuando un tercero interviene en defensa de intereses

privados que no le atañen directamente. 34 Al respecto, en la sentencia de

“Comunidad Agrícola Punitaqui con Hugo Valdivia”, se ha fallado que:

“Séptimo: Que para resolver la materia que dio origen a esta

acción de protección, es indispensable determinar previamente el dominio del

terreno sobre el cual se habría realizado el cierre, lo que ha quedado en duda

de las presentaciones de las partes, que de esto se concluye que lo pedido

excede de los límites de esta acción, por cuanto es preciso determinar

previamente el dominio del inmueble, lo que corresponde a un juicio de lato

conocimiento, el que además ya está en tramitación, no siendo, por tanto, esta

vía la idónea para resolver el conflicto y no pudiendo por tanto prosperar la

acción intentada.

Octavo: Que, además, de las causas tenidas a la vista y que se

analizaron en el considerando tercero precedente, se desprende que existe un

juicio que se está conociendo en sede jurisdiccional a través del

34
Así, en el sentido de admitir a tramitación recursos de protección únicamente por quien es
titular del derecho, tenemos sentencias de CS 6 .12.2005, rol N°6091-2005, “Anita Susana
Ruiz Merino; con Sociedad Agrícola y Forestal El Retamo Limitada”; CS 8.9.2005, rol
N°4439-2005, “Comunidad Agrícola Punitaqui con Hugo Valdivia”;CS, 7.2.2006, rol
N°1528-2006 “María Alejandra Barrios Cornejo con Germán Francisco Sánchez Cádiz”.

87
procedimiento correspondiente, en el cual las partes son el recurrente y el

padre del recurrido y en el que se ventila precisamente una acción

reivindicatoria respecto del predio en el que se habrían realizado los actos

arbitrarios que se denuncian.

Noveno: Que, también, de acuerdo a reiterada jurisprudencia

existente sobre la materia, se ha concluido que para que sea acogido un

recurso de protección, los hechos cuestionados mediante esta acción deben

ser ostensiblemente arbitrarios o ilegales, de manera que puedan establecerse

en este procedimiento informal, no contradictorio y sumarísimo,

características que, como se ha dejado establecido, no fluyen de los

antecedentes allegados a estos autos.”

A su vez, en “María Alejandra Barrios Cornejo con Germán

Francisco Sánchez Cádiz” se falló:

“Primero: Que el recurso de protección tiene por objeto

restablecer la vigencia del derecho, ante una situación anormal y evidente,

que conculque alguna de las garantías que especialmente protege nuestra

Carta Fundamental y que provenga de un acto ilegal o arbitrario que

precisamente vulnerare un derecho vigente e indiscutido, a fin de que se tutele

el bien jurídico amenazado con la debida premura.”

88
En conclusión, el derecho de dominio debe encontrarse

indubitado para dar lugar a protección. Tal es un requisito de legitimación

activa.

III.4.p. Derecho de propiedad intelectual e industrial.

Consagrada en el artículo 19 N° 25, a esta garantía le es aplicable

todo lo dicho a propósito del derecho de propiedad, en cuanto a la

legitimación activa. En todo caso, siempre se debe tener presente que se trata

de una especie de propiedad un tanto más débil, lo que justifica que en la

mayoría de los casos tenga una duración limitada y nazca jurídicamente de

una forma diversa de la propiedad propiamente tal.

89
IV. OTRAS ACCI O NES

CO NSTITUCIO NALES

Y L E G I T I M A C I Ó N A C T I V A.

IV.1. Acción de amparo.

Es una acción que la Constitución Política establece para

garantizar la libertad personal lesionada o amenazada ilegalmente. Se halla

consagrada en el artículo 21 de la misma, precepto que contempla una serie de

garantías procesales materiales de la libertad personal y la seguridad

individual, bien establecidos y reconocidos por la Constitución o las leyes, las

cuales son tuteladas por el recurso de amparo concebido como una acción de

naturaleza declaratoria y cautelar.

Dice el artículo 21 de la Constitución de 1980:

“Artículo 21.- Todo individuo que se hallare arrestado, detenido

o preso con infracción de lo dispuesto en la Constitución o en las leyes, podrá

ocurrir por sí, o por cualquiera a su nombre, a la magistratura que señale la

ley, a fin de que ésta ordene se guarden las formalidades legales y adopte de

inmediato las providencias que juzgue necesarias para restablecer el imperio

del derecho y asegurar la debida protección del afectado. Esa magistratura

podrá ordenar que el individuo sea traído a su presencia y su decreto será

90
precisamente obedecido por todos los encargados de las cárceles o lugares de

detención. Instruida de los antecedentes, decretará su libertad inmediata o

hará que se reparen los defectos legales o pondrá al individuo a disposición

del juez competente, procediendo en todo breve y sumariamente, y

corrigiendo por sí esos defectos o dando cuenta a quien corresponda para

que los corrija. El mismo recurso, y en igual forma, podrá ser deducido en

favor de toda persona que ilegalmente sufra cualquiera otra privación,

perturbación o amenaza en su derecho a la libertad personal y seguridad

individual. La respectiva magistratura dictará en tal caso las medidas

indicadas en los incisos anteriores que estime conducentes para restablecer el

imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado.”

Los tribunales competentes para conocer de esta acción son la

respectiva Corte de Apelaciones en primera instancia y la Corte Suprema en

segunda instancia.

Actualmente con la reforma Procesal Penal se establece el

derecho de toda persona privada de libertad de ser conducido sin demora, ante

un juez de garantía (artículo 95 inciso 1º del Código Procesal Penal). Dicho

juez debe revisar inmediatamente la legalidad de la detención y las

condiciones en que se encuentra el imputado y puede adoptar todas las

medidas que sean procedentes. Para esto puede pedir la comparecencia

91
personal del afectado para constatar le legalidad de la detención y las

condiciones en que se encuentra y puede también constituirse en el lugar

donde el imputado se encuentre.

Esta acción impugna toda resolución, judicial o no, que provenga

de cualquier ente ya sea estatal o particular, incluso de un privado, que atente,

prive o limite la seguridad o la libertad individual. Esta acción no es de

derecho estricto y debe encontrarse ajena a cualquier tipo de formalidad ya

que viene a ser algo así como la “acción popular” chilena, si bien en estricto

rigor no lo es, y fue creada por el constituyente con el propósito de resguardar

a todas las personas que han sido privados de su libertad o seguridad de

manera arbitraria.

Siguiendo con esta línea, el recurso o acción de amparo puede

ser interpuesto por el abogado del afectado, por sus parientes o por cualquiera

en su nombre, según el mismo artículo 21; por lo que el tema de la

legitimación activa, al igual que en la Acción de Protección, queda supeditado

a ser una legitimación amplísima en que las personas afectadas contrapesan el

inmenso poder el Estado para resguardarse de los hechos arbitrarios que les

priven de su libertad. Y no puede interpretarse de otra manera ya que es de

interés general de la sociedad que sus derechos frente al Estado en un tema tan

sensible y trascendental como es la libertad personal puedan ser reclamados

92
por cualquiera persona en nombre del afectado para restituir el imperio del

derecho.

IV.2. Acción de amparo económico.

El recurso de amparo económico es una acción en virtud de la

cual cualquier persona puede denunciar ante la Corte de Apelaciones

respectiva las infracciones al artículo 19 Nº 21 de la Constitución Política del

Estado, esto es, la libertad de empresa y las normas que regulan la actividad

empresarial del estado o de sus organismos.

Artículo 19: La Constitución asegura a todas las personas:

N° 21: El derecho a desarrollar cualquiera actividad económica

que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional,

respetando las normas legales que la regulen. El Estado y sus organismos

podrán desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si una

ley de quórum calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades estarán

sometidas a la legislación común aplicable a los particulares, sin perjuicio de

las excepciones que por motivos justificados establezca la ley, la que deberá

ser, asimismo, de quórum calificado.

Si bien en un principio la jurisprudencia fue dubitativa para

considerar amparada por esta acción la libertad de empresa, hoy en día se

entiende que los bienes jurídicos protegidos por el amparo económico son:

93
- La libertad de empresa (Art. 19 Nº 21 Inc. 1º): De acuerdo con

el cual toda persona tiene derecho a desarrollar cualquier

actividad económica que no sea contraria al orden publico o a la

seguridad nacional, respetando las normas legales que la regulen.

- La actividad empresarial del estado (Art. 19 Nº 21 Inc. 2º):

Esto consiste en que el Estado para poder desarrollar actividades

económicas requiere de una autorización, y esta autorización

deberá ser otorgada por medio de una ley de quórum calificado.

Una vez que el estado ha logrado la autorización para desarrollar

una actividad económica determinada, debe regirse en todo por

las normas aplicables a los particulares. Pero en caso de

establecerse excepciones al régimen común aplicable a los

privados, se requiere que existan motivos justificados en una ley

de quórum calificado.

En cuanto a la legitimación activa, la ley Nº 18.971 estableció

en el inciso primero de su artículo único que “Cualquier persona podrá

denunciar las infracciones al artículo 19, número 21, de la Constitución

Política de la República de Chile”. Lo anterior indica que se está frente a una

"acción popular", o sea, la que se reconoce a cualquier persona, para la

defensa de un interés, normalmente público. Por lo tanto, cualquier persona,

94
sea natural o jurídica, privada o pública, puede ejercer la acción de amparo

económico en defensa del interés público o de su interés privado, cuando ha

sido lesionado por una infracción.

El sujeto pasivo no es necesariamente el autor de la infracción el

que podrá ser un particular o uno de los órganos de la administración del

estado quien puede ser conocido o desconocido. En cuyo caso le corresponde

a la Corte de Apelaciones respectiva determinarlo.

Se interpone ante la Corte de Apelaciones que ejerce jurisdicción

donde se materializo la infracción. No obstante dicha infracción haya tenido o

vaya tener efectos en diversos lugares, y debe ser interpuesta dentro del plazo

de seis meses desde que se cometió la infracción.

El propósito de esta acción es proteger de aquellas conductas que

entraban o conculcan el derecho a desarrollar una actividad económica licita.

En consecuencia, para que prospere el recurso deberá tratarse de una

infracción que podrá consistir en una acción u omisión, en privar, perturbar o

amenazar. Pero dicha infracción debe traducirse en hechos reales, efectivos y

determinados que afecten la libertad empresarial o las restricciones que tiene

el estado para desarrollar una actividad económica.

En cuanto a la tramitación, en general se contempla el mismo

procedimiento que existe respecto del recurso de protección.

95
IV.3. El recurso de reclamación por pérdida o desconocimiento de

la nacionalidad.

El recurso por privación o desconocimiento de nacionalidad es

aquel que tiene por objeto solicitar a la Corte Suprema que restablezca el

imperio del derecho y adopte las medidas que sean necesarias respecto de un

acto o resolución de una autoridad administrativa que prive o desconozca de la

nacionalidad chilena.

El artículo 12 de la Constitución Política dice:

“La persona afectada por acto o resolución de autoridad

administrativa que la prive de su nacionalidad chilena o se la desconozca,

podrá recurrir, por sí o por cualquiera a su nombre, dentro del plazo de

treinta días, ante la Corte Suprema, la que conocerá como jurado y en

tribunal pleno.

La interposición del recurso suspenderá los efectos del acto o

resolución recurridos.”

El artículo 12 de la Constitución exige la concurrencia de los

siguientes requisitos para que prospere;

a. Que haya una privación o desconocimiento de la

nacionalidad: debemos distinguir entre (i). Privación, la

privación implica que el sujeto afectado deba tener la

96
nacionalidad y haya sido despojada de la misma.; y (ii)

Desconocimiento, esto es, que la autoridad ignore, niegue o

prescinda de la nacionalidad para alguna decisión o

consideración, aunque no haya un acto formal de despojo de la

misma.

b. Que la privación o desconocimiento sea de la nacionalidad

chilena: no procede este recurso por la nacionalidad extranjera.

Pero la nacionalidad chilena puede haberse adquirido por

cualquiera de los mecanismos que la Constitución establece. El

extranjero solo podría intentar un recurso de protección fundado

en la igualdad ante la ley.

c. Que la privación o desconocimiento provenga de un acto o

resolución de la autoridad: es decir, solo procede en contra de

actos de la autoridad y no contra actos de particulares, ni del

poder judicial, ni del poder legislativo. Además, al requerirse de

un acto o resolución de la autoridad este recurso tampoco procede

en virtud de omisiones de la autoridad, así como los actos

materiales de la misma. Por ultimo no es necesario que dicho acto

o resolución sea arbitrario o ilegal, sino que se califica en

relación al resultado del acto o resolución.

97
Esta acción debe ser interpuesta por la persona afectada, por si o

por cualquiera a su nombre. No constituye una acción popular. Y debe ser

interpuesta dentro de los treinta días siguientes contados desde el acto o

resolución. Y se interpone ante la Corte Suprema, quien conoce en pleno y

como jurado.

Su interposición suspende los efectos del acto o resolución. Y ello

en atención a la gravedad del desconocimiento o privación de la nacionalidad,

pues ello puede traducirse en una perdida de derechos. La norma exige un

perjuicio o daño para el afectado que provenga de la privación o

desconocimiento.

Por último, queremos destacar que en este caso, se trata

realmente de un recurso, por cuanto su ejercicio se dirige a impugnar un acto o

resolución administrativa.

IV.4. La acción de indemnización de perjuicios por error judicial.

Los requisitos para que proceda la indemnización por error

judicial son de dos tipos: los establecidos en la Constitución Política del

Estado, y los establecidos en el Auto Acordado de fecha 11 de agosto de 1993

sobre su tramitación.

Dispone el artículo 19 número 7º letra i) que una vez que se dicta

sobreseimiento definitivo o sentencia absolutoria en una causa, el que haya

98
sido procesado o condenado en cualquiera instancia por una resolución que la

Corte Suprema declare injustificadamente errónea o arbitraria, tendrá derecho

a ser indemnizado por el Estado de los perjuicios patrimoniales y morales que

haya sufrido.

Los requisitos establecidos por la Constitución son los siguientes:

a. Que haya existido un proceso penal: no cabe respecto de

procesos civiles con medidas punitivas, así como tampoco cabe

respecto de los “actos contravencionales”. En todo caso si un juez

civil o cualquier otro juez que no sea penal incurre en error

judicial y con ello acarrea una lesión igualmente surgiría el deber

de indemnizar, solo que este deber de indemnizar no emanaría del

artículo 19 Nº 7 que contempla la indemnización por error

judicial sino que en virtud del artículo 38 inciso 2°.

b. Que quien lo solicite debe haber sido procesado o condenado

en cualquier instancia, aunque no haya sido privado de la

libertad en su tramitación: en virtud de este requisito se expresa

el fundamento de esta reclamación; esto es, el sometimiento a

proceso o la condena de una persona inocente. Y del análisis de

este requisito se desprende; (i) Que se excluye, la citación, la

detención y el arresto, pues exige que haya condena o

99
sometimiento a proceso; (ii) La condena o la encargatoria de reo

pueden haber ocurrido en cualquier instancia. Para evitar que se

pensara que la persona condenada en primera instancia y absuelta

un tiempo después por la Corte de Apelaciones estuviere privada

del derecho a indemnización; (iii) No debe confundirse el

problema de la libertad con el sometimiento a proceso o la

condena, puesto que es evidente que quien haya estado privado

de libertad tiene un mayor derecho para impetrar indemnización.

Pero si no ha habido privación de libertad, igualmente procederá

la indemnización.

c. Que quien con posterioridad a la encargatoria de reo o a la

condena se haya dictado sentencia absolutoria o

sobreseimiento definitivo en su favor: el derecho a solicitar

indemnización emana una vez que se ha dictado sentencia

absolutoria o sobreseimiento definitivo en favor del reo. El

fundamento de ello radica que esta norma tiende a resguardar la

inocencia.

d. Que la Corte Suprema declare que la resolución que lo

condeno o sometió a proceso fue injustificada o arbitraria:

Debiendo precisarse; (i) Las expresiones injustificada o arbitraria

100
significan en general, que la encargatoria de reo o la condena

carecía de fundamento o de motivación, sin razón o causa

plausible; (ii). El error podrá consistir en que el hecho delictuoso

no existe o que existiendo, el procesado o condenado no ha

tenido participación o la ha tenido en una calidad distinta, o bien

si el sujeto que realizando una conducta delictuosa, fuera

inimputable o no hubiera obrado con dolo o con culpa.

Como características de esta acción podemos mencionar:

- Es una responsabilidad del Estado.

- Es una responsabilidad por error judicial y no por actos u

omisiones de particulares o de autoridades políticas o

administrativas; Esto implica que no hay responsabilidad del

personal auxiliar de la administración de justicia.

- Es una responsabilidad objetiva, pues no requiere dolo o culpa.

- Abarca los perjuicios morales y patrimoniales.

- No implica atacar el valor de la cosa juzgada de la sentencia

absolutoria dictada en favor del reclamante.

En cuanto a la tramitación, la Constitución solo establece que

debe tramitarse en juicio sumario y la prueba se apreciara en conciencia. Y por

su parte el Auto Acordado regula el procedimiento estableciendo que la acción

101
se presenta ante la Corte Suprema dentro de los seis meses siguientes contados

desde que la sentencia absolutoria o el sobreseimiento definitivo quedo firme

o ejecutoriado.

De la demanda se le confiere traslado al fisco y una vez evacuado

el traslado o en su rebeldía se envían los autos al fiscal, a fin de que este

evacue un dictamen. Una vez evacuado el dictamen se coloca la causa en tabla

para su vista en pleno

En cuanto a la legitimación activa, el artículo 19 N° 7º letra i)

habla de “el que haya sido procesado o condenado” por lo que se desprende

que en este caso la legitimación activa corresponde solamente al procesado o

condenado.

IV.5. Acción de inaplicabilidad y de inconstitucionalidad.

Hemos optado por introducir conjuntamente estas acciones por

estar, especialmente después de la reforma constitucional de 2005, muy

relacionadas y encontrarse actualmente ambas en el ámbito de aplicación del

Tribunal Constitucional.

En efecto, antes de esta reforma, el control preventivo de

constitucionalidad radicaba en el Tribunal Constitucional y el Control

represivo en la Corte Suprema. El primero equivalía a la acción de

inconstitucionalidad y el segundo a la acción de inaplicabilidad. Y esta era una

102
de las grandes críticas que se la hacía al Tribunal Constitucional, esto es, que

no poseía competencia para pronunciarse sobre la constitucionalidad de los

preceptos legales una vez que estos habían entrado a formar parte del

ordenamiento jurídico por lo que existían 2 organismos diversos que velaban

por la constitucionalidad de las leyes.

Actualmente ambos controles de constitucionalidad han pasado a

manos del Tribunal Constitucional.

IV.5.a. La acción de inconstitucionalidad.

La inconstitucionalidad puede ser de forma o de fondo. La

primera se presenta cuando la norma se elabora por una autoridad distinta a la

que está facultada constitucionalmente o cuando la autoridad competente no

realizó el procedimiento constitucional en su elaboración y creación.

La segunda acaece cuando la norma impugnada entra en

contradicción con la Carta Fundamental ya que contiene una incompatibilidad

o disconformidad con los valores o principios de ésta.

La Acción de inconstitucionalidad tiene por objeto impedir el

nacimiento de una norma que se contrapone a la Constitución, en la etapa

preventiva de control o bien excluir del ordenamiento jurídico las normas

vigentes que fundadamente sean consideradas como contrarias a la

Constitución. Actúa, por ende, tanto a priori como a posteriori.

103
Estos dos objetos quedaron de manifiesto en la redacción del

artículo 93 incisos 1° y 7°, a saber:

“Son atribuciones del Tribunal Constitucional:

1° Ejercer el control de constitucionalidad de las leyes que

interpreten algún precepto de la Constitución, de las leyes orgánicas

constitucionales y de las normas de un tratado que versen sobre materias

propias de estas últimas, antes de su promulgación;

7º Resolver por la mayoría de los cuatro quintos de sus

integrantes en ejercicio, la inconstitucionalidad de un precepto legal

declarado inaplicable en conformidad a lo dispuesto en el numeral anterior;”

En cuanto al numeral 1°, dicha función no fue alterada por la

reforma y es la misma función preventiva que venía teniendo el Tribunal

desde los inicios del mismo. Lo que si varió fue la inclusión del numeral 7°

que establece la posibilidad de resolver la inconstitucionalidad de un precepto

legal que ya haya sido declarado inaplicable, para lo cual se requieren los

siguientes requisitos:

- Debe tratarse de un precepto legal declarado inaplicable por el

Tribunal Constitucional.

- Requiere de un quórum de cuatro quintos de los miembros del

Tribunal Constitucional en ejercicio.

104
- Esta acción puede ser interpuesta por cualquier persona capaz de

comparecer en juicio, no obstante la facultad de declararla de

oficio por parte del Tribunal.

Queda claro que, respecto a la legitimación activa de esta acción,

en cuanto al control preventivo del N° 1 del artículo 93, le corresponde a los

parlamentarios en su conjunto o a un grupo de ellos, y la inconstitucionalidad

del N° 7 del mismo artículo le corresponderá, por tratarse de una acción

pública, a cualquier persona.

IV.5.b. La acción de inaplicabilidad.

Forma parte del control represivo de constitucionalidad y tiene

por función de impedir que la parte que la invoca en el caso concreto del que

conoce un tribunal, se vea afectada por un precepto legal cuya aplicación a ese

caso resulte contraria a la Constitución y sus fines.

En este caso aparecen tres elementos necesarios para su decisión,

a saber: (i) la norma constitucional, (ii) el precepto legal cuya inaplicación se

solicita y (iii) el examen particular sobre si el precepto mencionado puede

causar una incorrecta aplicación de la Constitución en el caso concreto.

Esta acción se establece en el numeral 6° del artículo 93 que es

del siguiente tenor:

“ Son atribuciones del Tribunal Constitucional:

105
6° Resolver, por la mayoría de sus miembros en ejercicio, la

inaplicabilidad de un precepto legal cuya aplicación en cualquier gestión que

se siga ante un tribunal ordinario o especial, resulte contraria a la

Constitución;”

Siguiendo el tenor literal de este artículo podemos concluir que

son requisitos de procedencia de la inaplicabilidad los siguientes:

- Debe tratarse de un precepto legal; se entiende por esto toda

norma que tenga jerarquía de ley.

- Que exista una gestión pendiente ante otro tribunal; significa

que exista cualquier actividad jurisdiccional ejercida ante otro

tribunal.

- Que la aplicación del precepto resulte decisiva en la

resolución del conflicto y,

- Que esta ley contraríe la Constitución.

Debe existir, para acogerse esta acción de inaplicabilidad y de

acuerdo a la Corte Suprema, una completa contradicción entre la Constitución

y la norma legal citada.

En cuanto a la legitimación activa, tratándose de este recurso de

inaplicabilidad, esta situación puede afectar a cualquier persona que se

106
encuentre en la situación antes vista por lo que puede interponerla la persona

que sea parte en la causa que se encuentre en actual tramitación.

IV.6. La acción de protección del sistema constitucional.

Se hace necesario, para poder explicar esta acción constitucional,

enunciar los artículos donde ésta se fundamenta para lo cual los

transcribiremos a continuación:

“Son atribuciones del Tribunal Constitucional:

10° Declarar la inconstitucionalidad de las organizaciones y de

los movimientos o partidos políticos, como asimismo la responsabilidad de

las personas que hubieran tenido participación en los hechos que motivaron

la declaración de inconstitucionalidad, en conformidad a lo dispuesto en los

párrafos sexto, séptimo y octavo del Nº 15 del artículo 19 de esta

Constitución. Sin embargo, si la persona afectada fuera el Presidente de la

República o el Presidente electo, la referida declaración requerirá, además, el

acuerdo del Senado adoptado por la mayoría de sus miembros en ejercicio;”

“Artículo 19. La Constitución asegura a todas las personas: N°

15: (…) La Constitución Política garantiza el pluralismo político. Son

inconstitucionales los partidos, movimientos u otras formas de organización

cuyos objetivos, actos o conductas no respeten los principios básicos del

régimen democrático y constitucional, procuren el establecimiento de un

107
sistema totalitario, como asimismo aquellos que hagan uso de la violencia, la

propugnen o inciten a ella como método de acción política. Corresponderá al

Tribunal Constitucional declarar esta inconstitucionalidad. Sin perjuicio de

las demás sanciones establecidas en la Constitución o en la ley, las personas

que hubieren tenido participación en los hechos que motiven la declaración

de inconstitucionalidad a que se refiere el inciso precedente, no podrán

participar en la formación de otros partidos políticos, movimientos u otras

formas de organización política, ni optar a cargos públicos de elección

popular ni desempeñar los cargos que se mencionan en los números 1) a 6)

del artículo 57, por el término de cinco años, contado desde la resolución del

Tribunal. Si a esa fecha las personas referidas estuvieren en posesión de las

funciones o cargos indicados, los perderán de pleno derecho. Las personas

sancionadas en virtud de este precepto no podrán ser objeto de rehabilitación

durante el plazo señalado en el inciso anterior. La duración de las

inhabilidades contempladas en dicho inciso se elevará al doble en caso de

reincidencia;”

Se trata, en este caso de protección al sistema constitucional, de

una acción que pretende mantener el Estado de Derecho y la Supremacía

Constitucional en todos aquellos casos en que se formen partidos políticos con

fines ajenos a la Constitución. Si se formare dicho partido con fines que

108
atenten contra los valores esenciales de la Carta Fundamental, el Tribunal

Constitucional debe proceder a declarar la inconstitucionalidad del mismo de

acuerdo a las atribuciones que le entrega el artículo 93, y a su vez debe

proceder a la sanción de las personas que hubieren sido las responsables de la

situación inconstitucional antes mencionada.

No se encuentra tratado expresamente el tema de la legitimación

activa a propósito de esta acción, por lo que es dable suponer que se aplican

las reglas generales. En consecuencia habrá que determinar cuál es el bien

jurídico protegido por este mecanismo (institucionalidad) y quienes son los

interesados en que se conserve. Como es lógico, al igual que en la nulidad de

derecho público, el interés es supraindividual y por ende toda persona será

legitimada activa.

109
V. C O N C L U S I Ó N.

Las acciones constitucionales fueron creadas para cumplir la

función de servir de medio de defensa y resguardo de los derechos que la

Carta Fundamental asegura a las personas, preservando el Estado de Derecho.

Ninguna persona ni grupo de personas puede pretenderse por sobre la

Constitución y los derechos que ella asegura, ni puedan hacer una

interpretación arbitraria o antojadiza de la misma. Lo anterior con mayor

razón cuando se trate de personas que formen parte del aparato estatal.

Al ser la Constitución Política el cuerpo legal básico y mínimo de

convivencia de nuestra sociedad, ello implica que ésta no sólo debe enunciar

sino que esencialmente garantizar el respeto de los derechos fundamentales.

Por otra parte, el innegable colapso de trabajo que se enfrentan

las Cortes diariamente y cada año, obligan a éstas a la dictación de autos

acordados que han llegado a filtrar o limitar una gran parte de las pretensiones

que se presentan ante ellas, con el propósito de evitar que los recursos de

protección, a través de su abuso, se transformen en un mecanismo para

entrabar el normal desenvolvimiento de la vida en sociedad. Sin embargo, a

veces ello ha provocado que los valores de la economía procesal se

sobrepongan a las garantías constitucionales, negando la posibilidad siquiera

110
de entrar al conocimiento del fondo de un asunto por estimar que no se cumple

con ciertos requisitos de admisibilidad, que por cierto nuestra Constitución no

contempla sino que todo lo contrario.

En este trabajo hicimos hincapié en que la acción de protección

fue creada, según consta claramente de las sesiones de la Comisión de Estudio

para la Nueva Constitución de 1980, con el claro propósito de servir como una

forma sencilla, rápida y eficaz para que “el que” se vea afectado por el abuso

arbitrario o ilegal de alguna de las garantías del artículo 19 de la Carta

Fundamental pueda ocurrir “por si o por cualquiera a su nombre” ante el

tribunal competente. La idea de la comisión constituyente, era claramente la

creación de una acción que permitiera sin mayor formalidad poner en marcha

el aparato jurisdiccional cuando se vulneraban derechos fundamentales.

De acuerdo al estudio que se hace de las demás acciones

constitucionales, podemos concluir con mucho mayor convicción que la

acción de protección debe transformarse en una acción susceptible de ser

presentada por cualquier persona a nombre propio o de otra afectada, ya que

se transforma en la acción que tienen los particulares de ver resguardados sus

derechos humanos básicos de garantías por lo que no puede encontrarse sujeta

a requisito de admisibilidad alguno, y menos que se trate de un requisito por

111
falta de legitimación activa ya que se está desconociendo la protección de un

acto contra constitución y garantías de la misma.

Hace falta un mayor desarrollo del concepto de legitimación

activa desde una perspectiva procesal, a fin de que todo el que pueda ser justa

parte, en abstracto, en un proceso de protección, se considere habilitado para

ocurrir ante los tribunales. Se debe asumir, como se hace en sede civil, que la

legitimación es una cuestión de fondo, de modo que el pronunciamiento de si

concurre o no debe estar reservado para la sentencia definitiva del

procedimiento de protección. No puede, en ningún caso, estimarse como un

requisito de admisibilidad, los que, como ya dijimos, son de dudosa

constitucionalidad.

El tema de la legitimación activa en la acción de protección debe

ser revisado y replanteado tanto por el legislador como por el juzgador, ya que

actualmente está siendo interpretado de manera inconstitucional al impedir

que personas puedan hacer valer sus derechos ya que se exige encontrarse

directamente afectado para acogerla.

Además de ello, la constante exigencia de la determinación del

afectado obsta para que se pueda ocurrir de protección en nombre de

comunidades sin atender a las personas determinadas que la componen.

Advertimos en todo esto, una negación de la protección a los grupos

112
intermedios sin personalidad jurídica, los que claramente están incluidos si

hacemos una interpretación armónica respecto de las bases de la

institucionalidad; e histórica, desde la perspectiva de las actas de la Comisión

Constituyente.

Si bien es muy difícil cambiar una posición jurisprudencial ya

bastante arraigada en nuestro país para comenzar a tratar la acción de

protección como una “acción popular”, se puede, sin embargo, comenzar de a

poco reconociéndole a la legitimación activa de ésta una amplitud mayor que

la que actualmente ostenta, permitiendo que la función de la acción de

protección sea efectivamente el resguardo real y concreto de las garantías

constitucionales que se ven afectadas o que pueda temerse que lleguen a

afectarse a cualquier persona o grupo humano de nuestro país. Un buen

ejemplo para ello es lo que se logró en materia de protección del medio

ambiente en el caso Trillium, en el que se reconoció la posibilidad de

legitimación activa remota, por encontrarse afectado un derecho subjetivo

público. No vemos porqué tal razonamiento no pueda aplicarse al resto de las

garantías amparadas por el artículo 19.

113
VI. B I B L I O G R A F Í A.

1. ACTAS OFICIALES DE LA COMISIÓN CONSTITUYENTE. SESIONES

214, 215 Y 216. Talleres gráficos Gendarmería de Chile. Santiago


de Chile año 1976
2. BASE DE DATOS ONLINE LEXIS-NEXIS CHILE. Jurisprudencia hasta
el año 2006
3. BORDALÍ SALAMANCA, Andrés. Empresa Forestal Trillium
Limitada. Revista de Derecho de la Universidad Austral, vol. VIII
dic. 1997. Valdivia año 1997, pp. 123-150
4. BORDALÍ SALAMANCA, Andrés. El proceso de protección,
Revista de Derecho de la Universidad Austral, vol. X dic. 1999.
Valdivia año 1999, pp. 43-58
5. CUMPLIDO CERECEDA, Francisco & NOGUEIRA ALCALÁ,
Humberto. Teoría de la Constitución. Cuadernos Universitarios
Universidad Nacional Andrés Bello - Serie manuales N°2. 3a
edición. Santiago de Chile año 1994
6. DÍAZ RICCI, Sergio. Necesidad De Un Código Procesal
Constitucional, Memoria del VII Congreso Iberoamericano de
Derecho, Constitucional. Compilador: VEGA GÓMEZ, Juan y
CORZO SOSA, Edgar. Disponible en
http://www.bibliojuridica.org/libros/1/344/10.pdf. México DF.
año 2002.
7. ERRÁZURIZ GATICA, Juan Manuel & OTERO ALVARADO, Jorge
Miguel. Aspectos Procesales del Recurso de Protección. Editorial
Jurídica de Chile, 1a edición, Santiago de Chile año 1989

114
8. EVANS DE LA CUADRA, Enrique. Los Derechos Constitucionales
tomos I, II y III. Editorial Jurídica de Chile, 2ª edición, Santiago
de Chile año 1999
9. MATURANA MIQUEL, Cristián, Los Recursos, Separata de estudio
Universidad de Chile, Santiago de Chile año 2000
10. NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto. La Legitimación Activa en los
Procedimientos ante los Tribunales Constitucionales de América
del Sur. Revista Ius et Praxis Año 10 N°2, pp. 197 - 223, año
2004. También disponible en http://www.scielo.cl. Santiago de
Chile año 2004
11. REVISTA DE DERECHO Y JURISPRUDENCIA, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago de Chile
12. REVISTA FALLOS DEL MES - JURISPRUDENCIA DE LA EXCMA.
CORTE SUPREMA. Editorial Fallos del Mes. Santiago de Chile
13. VERDUGO MARINKOVIC, Mario & PFEFFER URQUIAGA, Emilio.
Derecho Constitucional tomo I. Editorial Jurídica de Chile, 2ª
edición. Santiago de Chile año 1999
14. ZÚÑIGA URBINA, Francisco & PERRAMONT SÁNCHEZ, Alfonso.
Acciones Constitucionales. Editorial Lexis Nexis. Santiago de
Chile año 2003

115
VII. Í N D I C E.

I. INTRODUCCIÓN…………………………………

II. PARTE GENERAL. ANTECEDENTES

HISTÓRICO- JURÍDICOS Y PRECISIÓN

DOGMÁTICA DE LAS ACCIONES

CONSTITUCIONALES, RELEVANCIA DE LA

DETERMINACIÓN DE LA LEGITIMACIÓN

ACTIVA……………………………………………

II.1. Acciones constitucionales. Concepto y

características………………………………………

II.2. Importancia de las Acciones Constitucionales……

11

II.3. Titularidad y legitimación…………………………

14

116
II.3.a. El control abstracto…………………………………

19

II.3.b. El control concreto…………………………………

23

II.3.c. La legitimación activa en el amparo de derechos

ante los tribunales constitucionales…………………

24

III. PARTE ESPECIAL. LA LEGITIMACIÓN ACTIVA

RESPECTO DE LAS GARANTÍAS PROTEGIDAS

POR LA ACCIÓN DE

PROTECCIÓN……………………………………

26

III.1. Génesis del recurso de protección en la Constitución

de 1980………………………………………………

26

III.2. Naturaleza jurídica del recurso de protección………

32

III.2.a. No se trata de un recurso propiamente tal…………

117
32

III.2.b. El denominado “recurso de protección” es una

verdadera acción constitucional……………………

36

III.3. Legitimación activa en la acción de protección……

39

III.4. Objeto de la protección. Derechos fundamentales

protegidos y la legitimación Activa en cada uno de

ellos…………………………………………………

48

III.4.a. Derecho a la vida y a la integridad física y

psíquica……………………………………………

49

III.4.b. Igualdad ante la ley…………………………………

52

III.4.c. Debido proceso……………………………………

55

118
III.4.d. Derecho a la honra…………………………………

57

III.4.e. Inviolabilidad del hogar……………………………

64

III.4.f. Libertad de Conciencia……………………………

65

III.4.g. Derecho a vivir en un medio ambiente libre de

contaminación………………………………………

66

III.4.h. Libertad de Enseñanza………………………………

70

III.4.i. Libertad de opinión e informarse……………………

74

III.4.j. Derecho a reunirse pacíficamente…………………

77

III.4.k. Derecho de asociación………………………………

78

119
III.4.l. Libre contratación, libre elección del trabajo y

derecho a sindicarse…………………………………

79

III.4.m. No discriminación en materia económica…………

84

III.4.n. Libertad para adquirir el dominio de toda clase de

bienes………………………………………………

85

III.4.o. Derecho de propiedad………………………………

87

III.4.p. Derecho de propiedad intelectual e industrial………

90

IV. OTRAS ACCIONES CONSTITUCIONALES Y

LEGITIMACIÓN ACTIVA………………………

91

IV.1. Acción de amparo………………………………

91

120
IV.2. Acción de amparo económico……………………

94

IV.3. El recurso de reclamación por pérdida o

desconocimiento de la nacionalidad………………

97

IV.4. La acción de indemnización de perjuicios por error

judicial………………………………………………

99

IV.5. Acción de inaplicabilidad y de

inconstitucionalidad…………………………………

103

IV.5.a. La acción de inconstitucionalidad…………………

104

IV.5.b. La acción de inaplicabilidad………………………

106

IV.6. La acción de protección del sistema constitucional…

108

121
V. CONCLUSIÓN……………………………………

111

VI. BIBLIOGRAFÍA……………………………………

115

VII. ÍNDICE……………………………………………

117

122

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