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PRUDENCIA

con los primeros discípulos: pasando por PRUDENCIA


la ribera del mar de Galilea vio a Simón y
a su hermano Andrés, echando las redes 1. La virtud de la prudencia en el contex-
en el mar, pues eran pescadores. Y les dijo to de las enseñanzas de san Josemaría.
2. Aspectos propios del ejercicio de la virtud.
Jesús: seguidme, y haré que vengáis a ser
3. La prudencia en la vida de san Josema-
pescadores de hombres (Mc 1, 16-17). ría. 4. Prudencia y confianza en Dios.
Cada uno conserva la libertad, la falsa li-
bertad, de responder que no a Dios, como La prudencia es la virtud que dispone
aquel joven cargado de riquezas (cfr. Lc 18, el espíritu a discernir en toda circunstan-
23), de quien nos habla San Lucas. Pero cia nuestro verdadero bien y a elegir los
el Señor y nosotros –obedeciéndole: id y medios para realizarlo (cfr. CCE, n. 1806).
enseñad (Mc 16, 15)– tenemos el derecho Son por tanto actos de la prudencia el jui-
y el deber de hablar de Dios, de este gran cio sobre cuál es la acción más adecuada
tema humano, porque el deseo de Dios es para alcanzar el bien, y el mandato para
lo más profundo que brota en el corazón realizarla. San Josemaría recoge en una
del hombre” (ECP, 175). Es necesaria la ac- de sus homilías estos aspectos centrales
ción apostólica, pero sin olvidar nunca que de la virtud: “saber en cada caso qué es
es Dios quien llama y que es preciso pedir lo que conviene hacer, y lanzarnos a la
su gracia: “La mies es mucha y pocos los obra sin dilaciones” (AD, 72). La prudencia
operarios. –«Rogate ergo!» –Rogad, pues, se basa en la memoria del pasado, el co-
al Señor de la mies que envíe operarios a nocimiento del presente y, hasta donde al
su campo. La oración es el medio más efi- hombre le es posible, en la previsión de las
caz de proselitismo” (C, 800). consecuencias de las decisiones. Indica la
medida justa de las demás virtudes, entre
Voces relacionadas: Apostolado; Conciencia; el exceso y el defecto, entre la exageración
Libertad. y la carencia o la mediocridad.

Bibliografía: C, 790-812; CONV, 34-47; F, 912- 1. La virtud de la prudencia en el contex­


986; S, 181-232; Concilio Vaticano II, Decl. Digni- to de las enseñanzas de san Josemaría
tatis humanae, 1965; Congregación para la Doc-
trina de la Fe, Nota doctrinal acerca de algunos San Josemaría dedica a la prudencia la
aspectos de la Evangelización, 3-XII-2007, AAS, mayor parte de la homilía Vivir cara a Dios y
100 (2008), pp. 489-504; Juan Pablo II, Cart. Enc. cara a los hombres, y varios números de la
Redemptoris missio, 1990; Ernst Burkhart - Ja- dedicada a las Virtudes humanas, las dos
vier López, Vida cotidiana y santidad en la en- recogidas en Amigos de Dios. También se
señanza de San Josemaría. Estudio de teología refiere a la prudencia en bastantes puntos
espiritual, I-III, Madrid, Rialp, 2010-2013; Karl
de Camino, Surco y Forja. Lo que dice en
Georg Kuhn, “Prosélytos”, en ThWNT, VI, 1959,
estos escritos es un reflejo de su estudio,
pp. 725-745; Jean-Baptiste Henri Lacordaire,
Pensées choisies, I, Paris, Poussielgue, 1909, p. de cómo vivía personalmente esta virtud y,
101; Battista Mondin, Dizionario Storico e Teolo- en definitiva, de cómo ha de ser la vida del
gico delle Missioni, Roma, Urbaniana University cristiano, en la que lo divino y lo humano
Press, 2001; Fernando Ocáriz, “Evangelización, se entrelazan.
proselitismo y ecumenismo”, ScrTh, 38 (2006), En la homilía Virtudes humanas (cfr. AD,
pp. 617-636.
73 ss.) el fundador del Opus Dei, partiendo
Javier LÓPEZ DÍAZ del relato acerca del trato negligente que
Simón el fariseo había dado a Jesucristo,
hace notar que Jesús trae la salvación, no
la destrucción de la naturaleza, de modo
que en una vida auténticamente cristiana

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las virtudes teologales deben estar acom- ser humano y especialmente a “cualquiera
pañadas de las virtudes humanas. Entre que se halle en situación de dar criterio,
ellas, muy en primer lugar, la prudencia. de fortalecer, de corregir, de encender, de
En la homilía Vivir cara a Dios y cara alentar” (AD, 155).
a los hombres (cfr. AD, 154 ss.), san Jo-
semaría trata cuestiones centrales, como 2. Aspectos propios del ejercicio de la
son: la prudencia, que nace de un amor virtud
a Dios “con el corazón entero”, y de una Los párrafos que la homilía Virtudes
conciencia responsable del deber de lu- humanas dedica a la prudencia comienzan
char por la santidad propia y del prójimo; con una cita de la Escritura que sitúa, ya
la relación entre la prudencia, la justicia y de entrada, el enfoque desde el que san
la caridad; la fortaleza en el ejercicio de la Josemaría considera esta virtud: “el sabio
prudencia, que lleva a actuar aunque due- de corazón será llamado prudente” (Pr 16,
la y suponga sufrir; la prudencia como un 21). La prudencia está relacionada con la
compromiso serio con la verdad, para no inteligencia; más aún, radica, según ense-
ser falsos maestros; y que las normas de ña la tradición filosófica, en la razón prác-
la prudencia son las normas dadas “por la tica, es decir, en la razón en cuanto que
recta conducta, por la edad, por la ciencia se orienta y vuelca hacia la praxis, hacia
del buen gobierno, por el conocimiento de la acción. Pero presupone el deseo y el
la flaqueza humana y por el amor a cada amor del bien. Es esto lo que distingue la
oveja, que empujan a hablar, a intervenir, a prudencia de la astucia, y también de esa
demostrar interés” (AD, 158). prudencia de la carne de la que habla san
La prudencia juega un papel funda- Pablo (cfr. Rm 8, 6): “la de aquellos que
mental en el obrar cristiano, ya que, ilumi- tienen inteligencia, pero procuran no uti-
nada por la fe y animada por la caridad, lizarla para descubrir y amar al Señor. La
orienta a buscar y realizar el bien de forma verdadera prudencia es la que permanece
concreta. Hablar de dignidad de la exis- atenta a las insinuaciones de Dios y, en esa
tencia humana y de santidad no es asun- vigilante escucha, recibe en el alma pro-
to sólo de proclamar o “aceptar un simple mesas y realidades de salvación” (AD, 87).
postulado teórico, sino de realizarlo día a El amor tiene, pues, una función fun-
día, en la vida ordinaria” (CONV, 62). No dante: el fin y la intención son los que rigen
se trata sólo de saber en qué consiste ser la acción humana. Pero se requiere igual-
cristiano –ni en términos más amplios en mente conocimiento de la realidad, sin el
qué consiste ser una persona cabal–, sino que no se podría realizar el bien. La buena
en vivir como tal. Y a este efecto la pru- voluntad o la buena intención no bastan.
dencia es decisiva, ya que es la virtud que Es necesaria la consideración de las rea-
sitúa en el hoy y el ahora, y en lo que esa lidades sobre las cuales versa la acción,
coyuntura concreta reclama. y de las circunstancias concretas que la
Ser prudentes es dejar que la verdad acompañan. El ser humano no puede re-
del ser de Dios y del mundo, hondamen- fugiarse en la mera evocación de lo que
te experimentadas, se conviertan en regla pudo haber sido o perderse en la imagi-
y medida del propio querer y obrar (cfr. nación de lo que tal vez algún día será: ha
Pieper, 2003, p. 82). La prudencia hace de actuar hoy y ahora; y la prudencia es,
posible que el obrar sea real, verdadera y parafraseando a Claudel, esa paciente luz
eficazmente manifestación del amor. Re- que alumbra lo inmediato.
sulta por eso, recalca san Josemaría en la En la homilía Virtudes humanas san Jo-
homilía Vivir cara a Dios y cara a los hom- semaría recuerda los tres actos, que, según
bres, necesaria, “imprescindible”, a todo santo Tomás de Aquino (cfr. S. Th., 2-2, q.

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47, a. 8), están implicados en la prudencia – “¿Planificarlo todo? –¡Todo!, me has


–pedir consejo, juzgar rectamente y deci- dicho. –De acuerdo; es necesario ejer-
dir–, comentándolos a continuación. “El citar la prudencia, pero ten en cuenta
primer paso de la prudencia es el reconoci- que las empresas humanas, arduas u
miento de la propia limitación: la virtud de la ordinarias, conservan siempre un mar-
humildad. Admitir, en determinadas cues- gen de imprevistos..., y que un cristia-
tiones, que no llegamos a todo, que no po- no, además, no debe cerrar el paso a
demos abarcar, en tantos casos, circuns- la esperanza, ni prescindir de la Provi-
tancias que es preciso no perder de vista dencia divina” (F, 729).
a la hora de enjuiciar. Por eso acudimos Cerremos este rápido recorrido por
a un consejero; pero no a uno cualquiera, los escritos de san Josemaría haciendo
sino a uno capacitado (…). Después es ne- referencia a dos actitudes que siempre
cesario juzgar, porque la prudencia exige procuró inculcar. La flexibilidad para sa-
ordinariamente una determinación pronta, ber adaptarse a cada situación, sin atar-
oportuna. Si a veces es prudente retrasar la se a la rigidez de una “estéril casuística”
decisión hasta que se completen todos los (AD, 222), que en el fondo procede de la
elementos de juicio, en otras ocasiones se- soberbia o de un exacerbado temor a equi-
ría gran imprudencia no comenzar a poner vocarse. Y la disposición a rectificar: “no
por obra, cuanto antes, lo que vemos que es prudente el que no se equivoca nunca,
se debe hacer; especialmente cuando está sino el que sabe rectificar sus errores” (AD,
en juego el bien de los demás” (AD, 86). 88). “Hay cosas que haces bien, y cosas
Recorriendo los escritos del fundador que haces mal. Llénate de contento y de
del Opus Dei, se pueden encontrar mu- esperanza por las primeras; y enfréntate
chos textos en los que glosa uno u otro de –sin desaliento– con las segundas, para
esos pasos en el ejercicio de la prudencia. rectificar” (S, 68).
Citemos algunos a modo de ejemplo:
– “Fe, alegría, optimismo. –Pero no la 3. La prudencia en la vida de san Jose­
sandez de cerrar los ojos a la realidad” maría
(C, 40). En los párrafos anteriores han queda-
– “Llegad al fondo de los problemas; no do expuestas algunas facetas de la virtud
os quedéis en la superficie” (AD, 160). de la prudencia, tal y como nos la describe
san Josemaría. Se trata, como ya decía-
– “No juzguéis sin oír a las dos partes.
mos, de textos nacidos de la experiencia, y
–Muy fácilmente, aun las personas
que tienen respaldo en su propia vida. Sin
que se tienen por piadosas, se olvidan
pretender hacer una exposición amplia al
de esta norma de prudencia elemen-
respecto apuntamos, aunque sea breve-
tal” (C, 454). mente, algunas facetas especialmente re-
– “¡Mañana!: alguna vez es prudencia; levantes de la biografía de san Josemaría.
muchas veces es el adverbio de los Prudencia en el ejercicio del ministerio
vencidos” (C, 251). sacerdotal. El sacerdocio ministerial impli-
– “No confundas la serenidad con la pe- ca servicio, deseo de acercarse a todas las
reza, con el abandono, con el retraso almas y esto, a su vez, requiere discerni-
en las decisiones o en el estudio de los miento, capacidad de advertir lo que cada
asuntos. La serenidad se complemen- persona necesita. San Josemaría estuvo
ta siempre con la diligencia, virtud ne- dotado de este don, como lo certifican
cesaria para considerar y resolver, sin muchas personas que le trataron. En la
demora, las cuestiones pendientes” dirección espiritual tenía un respeto gran-
(F, 467). de por cada alma: huía de las “recetas”

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prefabricadas. Nunca vinculó a su propia por urgencia u otros motivos no se conta-


persona a quienes acudían a él en busca se con todas las personas que, según los
de orientación y criterio: no se consideraba asuntos, debían intervenir.
propietario de las almas, sino que las lleva- Procuró en esto, como en todo, ir por
ba a Cristo y fomentaba en ellas un hondo delante. Aunque, como fundador, habría
sentido de la libertad, sin la que es imposi- podido en muchos casos decidir solo, qui-
ble agradar a Dios. so contar siempre con la opinión de las
Poseía gran vitalidad, cualidades per- personas que constituían el gobierno co-
sonales y experiencia, pero no se dejaba rrespondiente, también cuando se trataba
llevar por la improvisación, sino que para de gente joven. Este modo de actuar era
sus meditaciones, homilías y charlas se un estímulo a la responsabilidad y una es-
apoyaba en las fuentes sólidas de la Sa- cuela de formación para quienes asumían
grada Escritura y en la tradición viva de funciones de dirección. Y del que se hizo
la Iglesia. Sabía además acomodarse a portavoz también en sus escritos dirigidos
las personas a las que hablaba; lo hacía al público en general, como, por ejemplo,
de forma espontánea, pero también como en estos dos puntos de Surco: “Las deci-
fruto de la meditación y del estudio, de su siones de gobierno, tomadas a la ligera por
oración impetrando a Dios lo que solía ca- una sola persona, nacen siempre, o casi
lificar como “don de lenguas”, es decir, la siempre, influidas por una visión unilateral
capacidad para expresar el rico mensaje de los problemas. –Por muy grandes que
de la fe cristiana de modo que pudiera ser sean tu preparación y tu talento, debes oír a
entendido por todo tipo de personas. quienes comparten contigo esa tarea de di-
Prudencia de gobierno. La misión de rección” (S, 392). “Una norma fundamental
fundador del Opus Dei, es decir, el hecho de buen gobierno: repartir responsabilida-
de saberse impulsado por Dios no sólo a des, sin que esto signifique buscar comodi-
proclamar una doctrina –la llamada uni- dad o anonimato. Insisto, repartir responsa-
versal a la santidad en medio del mundo–, bilidades: pidiendo a cada uno cuentas de
sino a promover una institución que en- su encargo, para poder «rendir cuentas» a
carnara esa doctrina y la difundiera, llevó Dios; y a las almas, si es preciso” (S, 972).
a san Josemaría a ser un hombre de go- Prudencia en la vida de relación. Los
bierno. Su prudencia en este campo puede seres humanos vivimos en sociedad, nues-
documentarse haciendo referencia, sea a tras palabras y nuestras acciones son no
actuaciones concretas, sea al modo como sólo escuchadas o vistas por quienes nos
configuró el Opus Dei y a los consejos que rodean, sino también valoradas. Forma
dio respecto a su gobierno. Centrémonos parte de la prudencia tomar conciencia de
en este punto. este hecho, y tenerlo presente en el modo
San Josemaría estableció que la es- de actuar. San Josemaría fue consciente
tructura y organización de gobierno del de esta realidad, y de lo que reclama en
Opus Dei en sus distintos grados debía ser el sacerdote, ya desde el principio. Cabe
colegial, basado en la responsabilidad de recordar como dato significativo que,
quienes formaran esos organismos y en la cuando era sacerdote joven, procuraba
confianza mutua. Cada una de las perso- manifestarse siempre con plena ecuanimi-
nas que componen los diversos órganos dad y dominio de sí, con una madurez y
de gobierno, debe asumir plenamente su gravedad que estuviera incluso por encima
propia responsabilidad, manifestar libre- de su edad. De ahí este punto autobiográ-
mente su parecer, sin refugiarse en el ano- fico de Camino: “¡Cómo la pedía –¡Señor,
nimato de una falsa prudencia. Era muy dame... ochenta años de gravedad!– aquel
firme en esta materia y no toleraba que clérigo joven, nuestro amigo! Pídela tú

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también, para el Sacerdocio entero, y ha- cer una imprudencia, había que lanzarse a
brás hecho una buena cosa” (C, 72; cfr. cfr. la acción, pues Dios daría los medios.
AVP, I, p. 215). Así lo vivió. Así lo enseñó a vivir. Y así
Como suele ocurrir cuando se abren lo dejó escrito en relación tanto a las obras
caminos nuevos, san Josemaría conoció apostólicas como a la vida espiritual: “En
la incomprensión y la crítica. De esta rea- las empresas de apostolado, está bien –es
lidad se encuentran diversos ecos en sus un deber– que consideres tus medios te-
escritos. A todos –escribe– “nos conviene rrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca!
aprender a ser prudentes”, pero especial- que has de contar, por fortuna, con otro
mente –añade– “a los que, metidos en el sumando: Dios + 2 + 2...” (C, 471). “Echa
torrente circulatorio de la sociedad, desea- lejos de ti esa desesperanza que te produ-
mos trabajar por Dios” (AD, 155). Pero si la ce el conocimiento de tu miseria. –Es ver-
prudencia es necesaria, también lo son la dad: por tu prestigio económico, eres un
sencillez, la naturalidad y la confianza en cero..., por tu prestigio social, otro cero...,
los demás. De ahí que la recomendación y otro por tus virtudes, y otro por tu talen-
mencionada se una con otra: “no seáis to... Pero, a la izquierda de esas negacio-
cautelosos, desconfiados” (AD, 156). Y nes, está Cristo... Y ¡qué cifra inconmensu-
más adelante “Repito: prudentes, sí; cau- rable resulta!” (C, 473).
telosos, no. Conceded la más absoluta No es por eso extraño que pusiera la
confianza a todos, sed muy nobles. (...) prudencia en relación con una actitud que
Prefiero exponerme a que un desaprensivo puede parecer contrapuesta: la audacia.
abuse de esa confianza, antes de despojar Lo hizo con frecuencia, uniéndolas –esto
a nadie del crédito que merece como per- explica la conexión entre ambas reali-
sona y como hijo de Dios. Os aseguro que dades– a través de la confianza en Dios:
nunca me han defraudado los resultados “¡Dios y audacia! –La audacia no es impru-
de este modo de proceder” (AD, 159). dencia. –La audacia no es osadía” (C, 401);
“No hagas caso. –Siempre los «prudentes»
han llamado locuras a las obras de Dios.
4. Prudencia y confianza en Dios
–¡Adelante, audacia!” (C, 479). Puntos de
Podrían citarse más ejemplos de las Camino que se completan con este otro de
huellas de un actuar responsable en la vida Surco en el que la audacia es presentada
de san Josemaría, pero pueden bastar los como fruto de una fortaleza informada por
mencionados. No podemos terminar, sin la fe: “Audacia no es imprudencia, ni osa-
embargo, sin subrayar una faceta de la día irreflexiva, ni simple atrevimiento. La
virtud de la prudencia muy característica audacia es fortaleza, virtud cardinal, nece-
en su doctrina y en su vida. Ya se ha se- saria para la vida del alma” (S, 97).
ñalado que estudiaba detenidamente los Prudencia, audacia, atención a las rea-
problemas y consideraba las medidas para lidades humanas y a sus exigencias, fe,
que la labor apostólica pudiera desarro- oración, han de estar, en la vida del cristia-
llarse eficazmente; en otras palabras, que no, hondamente unidas. De ahí que san Jo-
no desdeñaba los medios humanos, pero semaría pudiera concluir su homilía sobre
conviene añadir que cuando, aun encon- las Virtudes humanas con una invocación
trándose ante una tarea difícil, incluso apa- a Santa María, Virgo fidelis, Virgo prudens,
rentemente irrealizable, veía clara cuál era con la que también estas páginas pueden
la Voluntad de Dios, actuaba con una fe y terminar: “Acudamos a María, Madre nues-
una confianza totales en el auxilio divino. tra, la criatura más excelente que ha salido
Estaba convencido de que si Dios pedía de las manos de Dios. Pidámosle que nos
algo, aunque humanamente pudiera pare- haga hombres de bien y que esas virtudes

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PUERTO RICO

humanas, engarzadas en la vida de la gra- ñas pidieron la admisión. Lolita Román lo


cia, se conviertan en la mejor ayuda para hizo en febrero de 1956 en Chicago. Había
los que, con nosotros, trabajan en el mundo conocido la Obra a raíz de un viaje apos-
por la paz y la felicidad de todos” (AD, 93). tólico de don José Luis Múzquiz a Puerto
Rico en la década de los cincuenta. Casi
Voces relacionadas: Virtudes: Consideración a la par, en 1957, en Madrid se incorporó
general. al Opus Dei otra portorriqueña, Diana de
Guzmán. En 1963 don Antonio Modesto
Bibliografía: AVP, passim; Javier Echevarría, García, socio de la Sociedad Sacerdotal de
Memoria del Beato Josemaría Escrivá. Entrevis- la Santa Cruz, se trasladó a Puerto Rico,
ta con Salvador Bernal, Madrid, Rialp, 2000; Jo- donde vivió aproximadamente diez años.
sef Pieper, Las virtudes fundamentales, Madrid, En 1967 inició círculos y retiros mensuales
Rialp 20038; Álvaro del Portillo, Entrevista sobre para hombres y otros para mujeres. Re-
el Fundador del Opus Dei, Madrid, Rialp, 1993. cuerda don Antonio que había conocido
Marlies KÜCKING a san Josemaría en 1963, y que, al ente-
rarse de su traslado a la isla, le dijo: “No
estamos solos nunca. Estamos más cerca
PUERTO RICO de quienes más nos necesitan. Y tú vas a
ser uno de éstos”. Escribió varias veces a
1. Antecedentes. 2. Inicio de la labor esta-
ble 3. Síntesis histórica del desarrollo de la san Josemaría, quien en 1964 le contestó
labor apostólica hasta el fallecimiento de de su puño y letra: “Querido Antonio: que
san Josemaría. Jesús te me guarde. Me dio mucha alegría
tu carta… ¿Cuándo comenzaremos cor-
El Opus Dei comenzó su labor apos- porative en Puerto Rico? Si tú te empeñas
tólica estable en Puerto Rico en 1969. –oración, mortificación, trabajo, alegría–,
San Josemaría no pudo visitar la isla, pero muy pronto”.
acompañó siempre con su oración y su
Había, por lo demás, diversas perso-
aliento el trabajo desarrollado allí por sus
nas que leían Camino asiduamente. Este
hijas y por sus hijos.
fue el caso de Ángel Franco, un profesio-
nal portorriqueño que era cooperador de la
1. Antecedentes Obra. Ángel escribió una carta a san Jose-
La primera referencia a Puerto Rico maría, con fecha de 10 de mayo de 1967,
conocida en la vida de san Josemaría vie- en la que ofrecía colaboración para hacer
ne recogida en el punto 704 de Camino. el Opus Dei en Puerto Rico. Dirigió la carta
Recuerda una visita a un monasterio, que a “Mons. Escrivá, Roma”, sin más señas.
era el de Silos: en esa visita el fundador El fundador del Opus Dei le contestó en
del Opus Dei acompañó a José María y Gi- carta del 8 de junio con cariño y agradeci-
nés Albareda, y a un matrimonio, formado miento; y los miembros de la Obra en Esta-
por Dionisio Trigo –representante oficio- dos Unidos le facilitaron el encuentro con
so del Gobierno español en Puerto Rico don Antonio Modesto García.
en la fecha en que ocurrió el suceso (13- El terreno estaba preparado cuando
VII-1938)– y Sara de Orbeta, originaria de algunos fieles del Opus Dei comenzaron a
Puerto Rico. Es ésta la “señora extranjera” viajar establemente a Puerto Rico. En mayo
a la que alude ese punto de Camino (cfr. de 1968 lo hicieron los sacerdotes Daniel
CECH, pp. 822-824). Cummings y Robert Bucciarelli, proce-
Más cercano al comienzo de la labor dentes de Washington, e Ismael Sánchez
de la Obra en Puerto Rico, en 1969, está el Bella y Francisco Jiménez Huertas, de la
hecho de que varias personas portorrique- Universidad de Navarra. Fr. Dan y Fr. Bob

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son propiedad de la Editorial Monte Carmelo, estando protegidas
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