Professional Documents
Culture Documents
1033
las virtudes teologales deben estar acom- ser humano y especialmente a “cualquiera
pañadas de las virtudes humanas. Entre que se halle en situación de dar criterio,
ellas, muy en primer lugar, la prudencia. de fortalecer, de corregir, de encender, de
En la homilía Vivir cara a Dios y cara alentar” (AD, 155).
a los hombres (cfr. AD, 154 ss.), san Jo-
semaría trata cuestiones centrales, como 2. Aspectos propios del ejercicio de la
son: la prudencia, que nace de un amor virtud
a Dios “con el corazón entero”, y de una Los párrafos que la homilía Virtudes
conciencia responsable del deber de lu- humanas dedica a la prudencia comienzan
char por la santidad propia y del prójimo; con una cita de la Escritura que sitúa, ya
la relación entre la prudencia, la justicia y de entrada, el enfoque desde el que san
la caridad; la fortaleza en el ejercicio de la Josemaría considera esta virtud: “el sabio
prudencia, que lleva a actuar aunque due- de corazón será llamado prudente” (Pr 16,
la y suponga sufrir; la prudencia como un 21). La prudencia está relacionada con la
compromiso serio con la verdad, para no inteligencia; más aún, radica, según ense-
ser falsos maestros; y que las normas de ña la tradición filosófica, en la razón prác-
la prudencia son las normas dadas “por la tica, es decir, en la razón en cuanto que
recta conducta, por la edad, por la ciencia se orienta y vuelca hacia la praxis, hacia
del buen gobierno, por el conocimiento de la acción. Pero presupone el deseo y el
la flaqueza humana y por el amor a cada amor del bien. Es esto lo que distingue la
oveja, que empujan a hablar, a intervenir, a prudencia de la astucia, y también de esa
demostrar interés” (AD, 158). prudencia de la carne de la que habla san
La prudencia juega un papel funda- Pablo (cfr. Rm 8, 6): “la de aquellos que
mental en el obrar cristiano, ya que, ilumi- tienen inteligencia, pero procuran no uti-
nada por la fe y animada por la caridad, lizarla para descubrir y amar al Señor. La
orienta a buscar y realizar el bien de forma verdadera prudencia es la que permanece
concreta. Hablar de dignidad de la exis- atenta a las insinuaciones de Dios y, en esa
tencia humana y de santidad no es asun- vigilante escucha, recibe en el alma pro-
to sólo de proclamar o “aceptar un simple mesas y realidades de salvación” (AD, 87).
postulado teórico, sino de realizarlo día a El amor tiene, pues, una función fun-
día, en la vida ordinaria” (CONV, 62). No dante: el fin y la intención son los que rigen
se trata sólo de saber en qué consiste ser la acción humana. Pero se requiere igual-
cristiano –ni en términos más amplios en mente conocimiento de la realidad, sin el
qué consiste ser una persona cabal–, sino que no se podría realizar el bien. La buena
en vivir como tal. Y a este efecto la pru- voluntad o la buena intención no bastan.
dencia es decisiva, ya que es la virtud que Es necesaria la consideración de las rea-
sitúa en el hoy y el ahora, y en lo que esa lidades sobre las cuales versa la acción,
coyuntura concreta reclama. y de las circunstancias concretas que la
Ser prudentes es dejar que la verdad acompañan. El ser humano no puede re-
del ser de Dios y del mundo, hondamen- fugiarse en la mera evocación de lo que
te experimentadas, se conviertan en regla pudo haber sido o perderse en la imagi-
y medida del propio querer y obrar (cfr. nación de lo que tal vez algún día será: ha
Pieper, 2003, p. 82). La prudencia hace de actuar hoy y ahora; y la prudencia es,
posible que el obrar sea real, verdadera y parafraseando a Claudel, esa paciente luz
eficazmente manifestación del amor. Re- que alumbra lo inmediato.
sulta por eso, recalca san Josemaría en la En la homilía Virtudes humanas san Jo-
homilía Vivir cara a Dios y cara a los hom- semaría recuerda los tres actos, que, según
bres, necesaria, “imprescindible”, a todo santo Tomás de Aquino (cfr. S. Th., 2-2, q.
1034
1035
1036
también, para el Sacerdocio entero, y ha- cer una imprudencia, había que lanzarse a
brás hecho una buena cosa” (C, 72; cfr. cfr. la acción, pues Dios daría los medios.
AVP, I, p. 215). Así lo vivió. Así lo enseñó a vivir. Y así
Como suele ocurrir cuando se abren lo dejó escrito en relación tanto a las obras
caminos nuevos, san Josemaría conoció apostólicas como a la vida espiritual: “En
la incomprensión y la crítica. De esta rea- las empresas de apostolado, está bien –es
lidad se encuentran diversos ecos en sus un deber– que consideres tus medios te-
escritos. A todos –escribe– “nos conviene rrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca!
aprender a ser prudentes”, pero especial- que has de contar, por fortuna, con otro
mente –añade– “a los que, metidos en el sumando: Dios + 2 + 2...” (C, 471). “Echa
torrente circulatorio de la sociedad, desea- lejos de ti esa desesperanza que te produ-
mos trabajar por Dios” (AD, 155). Pero si la ce el conocimiento de tu miseria. –Es ver-
prudencia es necesaria, también lo son la dad: por tu prestigio económico, eres un
sencillez, la naturalidad y la confianza en cero..., por tu prestigio social, otro cero...,
los demás. De ahí que la recomendación y otro por tus virtudes, y otro por tu talen-
mencionada se una con otra: “no seáis to... Pero, a la izquierda de esas negacio-
cautelosos, desconfiados” (AD, 156). Y nes, está Cristo... Y ¡qué cifra inconmensu-
más adelante “Repito: prudentes, sí; cau- rable resulta!” (C, 473).
telosos, no. Conceded la más absoluta No es por eso extraño que pusiera la
confianza a todos, sed muy nobles. (...) prudencia en relación con una actitud que
Prefiero exponerme a que un desaprensivo puede parecer contrapuesta: la audacia.
abuse de esa confianza, antes de despojar Lo hizo con frecuencia, uniéndolas –esto
a nadie del crédito que merece como per- explica la conexión entre ambas reali-
sona y como hijo de Dios. Os aseguro que dades– a través de la confianza en Dios:
nunca me han defraudado los resultados “¡Dios y audacia! –La audacia no es impru-
de este modo de proceder” (AD, 159). dencia. –La audacia no es osadía” (C, 401);
“No hagas caso. –Siempre los «prudentes»
han llamado locuras a las obras de Dios.
4. Prudencia y confianza en Dios
–¡Adelante, audacia!” (C, 479). Puntos de
Podrían citarse más ejemplos de las Camino que se completan con este otro de
huellas de un actuar responsable en la vida Surco en el que la audacia es presentada
de san Josemaría, pero pueden bastar los como fruto de una fortaleza informada por
mencionados. No podemos terminar, sin la fe: “Audacia no es imprudencia, ni osa-
embargo, sin subrayar una faceta de la día irreflexiva, ni simple atrevimiento. La
virtud de la prudencia muy característica audacia es fortaleza, virtud cardinal, nece-
en su doctrina y en su vida. Ya se ha se- saria para la vida del alma” (S, 97).
ñalado que estudiaba detenidamente los Prudencia, audacia, atención a las rea-
problemas y consideraba las medidas para lidades humanas y a sus exigencias, fe,
que la labor apostólica pudiera desarro- oración, han de estar, en la vida del cristia-
llarse eficazmente; en otras palabras, que no, hondamente unidas. De ahí que san Jo-
no desdeñaba los medios humanos, pero semaría pudiera concluir su homilía sobre
conviene añadir que cuando, aun encon- las Virtudes humanas con una invocación
trándose ante una tarea difícil, incluso apa- a Santa María, Virgo fidelis, Virgo prudens,
rentemente irrealizable, veía clara cuál era con la que también estas páginas pueden
la Voluntad de Dios, actuaba con una fe y terminar: “Acudamos a María, Madre nues-
una confianza totales en el auxilio divino. tra, la criatura más excelente que ha salido
Estaba convencido de que si Dios pedía de las manos de Dios. Pidámosle que nos
algo, aunque humanamente pudiera pare- haga hombres de bien y que esas virtudes
1037
1038