El aspartamo

y otros edulcorantes

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publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su interés (Astrología,
Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo, Espiritualidad,
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Colección Salud y vida natural

El aspartamo y otros edulcorantes
Jean-Luc Darrigol

1.ª edición: enero de 2012

Título original: Aspartame et autres édulcorants
Traducción: Dolores Lucía Colón
Maquetación y diseño de cubierta: Marta Rovira
Corrección: M.ª Jesús Rodríguez

© 2012, Éditions Chariot d’Or

(Reservados todos los derechos)
© 2012, Ediciones Obelisco, S. L.
(Reservados los derechos para la presente edición)

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ISBN: 978-84-9777-802-2
Depósito Legal: B-196-2012
Printed in Spain
Impreso por Novoprint
c/ Energía, 53 - 08740 Sant Andreu de la Barca

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 Índice

Introducción................................................................................ 5

Primera parte: el aspartamo........................................................ 9

Hay razones para estar preocupados.................................. 9
El asesino silencioso.............................................................. 12
El síndrome de la guerra del Golfo..................................... 17
Los efectos secundarios del aspartamo............................... 20
Generación aspartamo: burn-out y post-crash ........................... 23
El lupus: «enfermedad del aspartamo»............................... 27
Lo dicen los médicos............................................................ 30
La fenilcetonuria................................................................... 33
¿Qué ocurre exactamente? .................................................. 34
Instancia contra el aspartamo............................................... 37
Anexo .......................................................................................... 41

Segunda parte: los otros edulcorantes....................................... 53

El acesulfamo K (E 950)....................................................... 53
El ácido glicirrícico (E 958).................................................. 57
El alitamo............................................................................... 59
La brazzeína ......................................................................... 60
La curculina........................................................................... 63
El ciclamato (E 952).............................................................. 64
El eritritol (E 968)................................................................. 66
El isomalt (E 953).................................................................. 67
El lactitol (E 966).................................................................. 68

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 La mabinlina.......................................................................... 69
El maltitol (E 965)................................................................. 70
El manitol (E 421)................................................................. 70
La miraculina......................................................................... 72
La monelina........................................................................... 72
La neohesperidina (E 959).................................................... 73
El neotamo (E 961)............................................................... 74
La pentadina.......................................................................... 80
La sacarina (E 954)................................................................ 81
El sorbitol (E 420)................................................................. 85
La sucralosa (E 955).............................................................. 88
El azúcar invertido................................................................ 90
La taumatina (E 957)............................................................. 91
La trehalosa........................................................................... 92
El xilitol (E 967).................................................................... 93

Tercera parte: alternativas naturales........................................... 97

Evolución............................................................................... 97
Ni mucho ni poco................................................................. 99
El índice glicémico de los alimentos.................................... 102
La stevia................................................................................. 103
La inulina............................................................................... 112
La fructosa............................................................................. 114
La miel................................................................................... 116
El maná.................................................................................. 118
El jarabe de arce.................................................................... 121

Bibliografía.................................................................................. 123

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 Introducción

Los edulcorantes son aditivos alimentarios que endulzan los

productos a los que son añadidos.
Desde hace unos años, dichos productos se han multi-
plicado en las estanterías de las grandes superficies. Para to-
mar un solo ejemplo, se estima que 6.000 productos alimen-
tarios en el mundo son endulzados con aspartamo y entre
éstos más de 2.000 están comercializados en Francia.
Los empresarios del ramo agroalimentario tienen un
motivo puramente económico para sustituir el azúcar por
edulcorantes: su fabricación mediante síntesis química los
vuelve mucho más baratos que el azúcar de caña o de remo-
lacha. Además, basta incorporar una pequeña cantidad en
los productos porque su poder de endulzar es elevado. Así
el beneficio se multiplica para el empresario.
Pero eso no es todo. Al sustituir el azúcar por un edul-
corante, el fabricante tiene el derecho de escribir «sin azú-
car» en el embalaje, en general en mayúsculas y en negrita
para atraer la atención de los consumidores.
Un producto endulzado de esta manera se califica como
light en un mercado hoy en día pujante de la delgadez.
Pero podemos hacernos legítimamente esta pregunta:
¿qué esconde el «sin azúcar»?

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 En 2006, el Colectivo del Azúcar lanzó una gran campa-
ña publicitaria para atraer la atención de los consumidores.
Promoviendo dos productos, dos fotos fueron publicadas
en los periódicos y las revistas con el título: «Cuando se quita el
azúcar ¿sabes qué se pone en su lugar?». La primera foto «pul-
po a la polidextrosa» representaba un pulpo comiéndose una
barrita de chocolate fluo. La segunda «los bocados sabrosos
de Tía Marcelina a la Xantana» mostraba una empleada de la-
boratorio llevando una mascarilla y manipulando probetas. La
leyenda de las fotos era la siguiente: «¿Sabías que para reducir
la cantidad de azúcar en tus productos a menudo es necesario
añadir espesantes, emulsificantes, gelificantes, o edulcorantes
para mantener su sabor y su textura? Ciertamente estos pro-
ductos son lícitos. Te toca elegir lo que deseas consumir».
Paradójico ¿verdad? Es por eso que me ha parecido im-
portante mencionar esta campaña como introducción a este
libro. Lo vuelvo a decir porque es importante teniendo en
cuenta el elevado poder de endulzamiento de los edulcoran-
tes: basta con añadir una mínima cantidad en el producto
para darle un sabor dulce. Por ejemplo, con el aspartamo,
que tiene un poder de endulzamiento doscientas veces supe-
rior al del azúcar (sacarosa), basta con usar doscientas veces
menos cantidad.
Esto tiene consecuencias para los fabricantes. Si la canti-
dad de edulcorante es muy inferior a la del azúcar que susti-
tuye se modifica totalmente el aspecto del producto. Es lógico
porque el aspecto organoléptico queda trastocado.
Entonces para devolver al producto una consistencia
aceptable y una sensación agradable al paladar los fabrican-
tes compensan esa falta de volumen de azúcar utilizando va-
rios aditivos además del edulcorante:

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 lingredientes que añaden volumen a la masa;

lespesantes para aumentar la viscosidad de los líquidos;

gelificantes para mejorar la consistencia del producto;
l

conservantes para prolongar el plazo de conservación del

l

producto en ausencia del azúcar, que es un conservante

natural. Al sustituirlo por un edulcorante se debe com-
pensar incorporando un conservador al producto.

Sin duda, menos azúcar pero más aditivos: ingredientes para

añadir volumen, espesantes, gelificantes, conservantes…
¿Cómo queda el beneficio reivindicado por los fabri-
cantes de productos «sin azúcar»? Está claro que aquí nos
encontramos con una paradoja. Todavía más ¡se puede en-
gordar… con productos light!
Al considerar su menor poder calórico en relación con los
productos similares pero azucarados, muchos consumidores
acallan su conciencia y consumen… ¡más cantidad! El reme-
dio (producto aligerado) es entonces peor que el mal (produc-
to azucarado) para la figura, la celulitis y la salud en general.
Si retomamos el ejemplo de la barrita de chocolate, «Pul-
po a la polidextrosa», imaginamos muy bien el consumo de
este producto por una persona obnubilada por la etiqueta
«sin azúcar» pero que olvida que en la fabricación de la barri-
ta interviene una gran cantidad de materia grasa. Y si el valor
calórico de los glúcidos es de 4, el de los lípidos es de 9. ¡Sí,
se puede engordar consumiendo en exceso productos light!
Y aquí no se acaba todo. Los edulcorantes son un enga-
ño para el cerebro.
Cuando el bolus alimentario se vacía en el intestino, los
receptores sensoriales de los capilares de la mucosa envían
un mensaje confuso en cuanto al sabor dulce de un pro-

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 ducto… que no contiene azúcar. Las neuronas no lo com-
prenden pues no registran el número de calorías que legíti-
mamente esperan de una sustancia con estas características,
el organismo experimenta privación y esto le lleva a comer
más para satisfacer su ración calórica.
Este fenómeno de compensación ha sido estudiado por
el Prof. Fowler en Estados Unidos al observar el comporta-
miento alimentario de 1.250 adolescentes que consumían más
de 3 sodas light por día (Coca o Pepsi) para compensar la falta
de calorías de su refresco en relación con los sodas que tenían
costumbre de consumir. Comían más y aumentaban de peso.
La conclusión del estudio no precisa más comentarios:
cuantos más sodas edulcorados se toman ¡más probabilida-
des de engordar hay!
Además, la confusión del cerebro en respuesta a la re-
cepción sensorial del sabor dulce de un producto que no
contiene azúcar tiene una incidencia nefasta sobre la regula-
ción de la glicemia y la dieta alimentaria de los diabéticos no
insulino-dependientes.
Desgraciadamente los edulcorantes se esconden en to-
das partes, en todas las familias de alimentos y muchas veces
donde no se espera encontrarlos.
El propósito de esta obra es, por lo tanto, informar pá-
gina tras página sobre los numerosos motivos por los que
hay que leer cuidadosamente las etiquetas y abstenerse de
consumir productos edulcorados porque sus efectos sobre
la salud son innumerables. Retomando el ejemplo del aspar-
tamo: sólo ¡se han identificado 92 efectos perjudiciales! Así
se entiende por qué destaco el aspartamo como un producto
tan peligroso entre otros edulcorantes.
Al lector le aguardan muchas sorpresas. ¡Malas sorpresas!

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 Primera parte: el aspartamo

Quiero rendir homenaje a dos mujeres que enarbolan

muy alto el estandarte de la reacción contra el asparta-
mo. Por un lado, a Betty Martini, que preside en Duluth
(Georgia) la asociación Mission Possible World Health
International y cuyas obras están publicadas en el www.
dorway.com, y, por otro, a Corinne Gouget, en la van-
guardia de esta lucha en Francia con su libro publicado
por Ediciones Obelisco Peligro: los aditivos alimentarios
y en su página www.santeendanger.net.

Hay razones para estar preocupados

E 951

El aspartamo fue descubierto por casualidad en 1965 por

James Schlatter, químico de los laboratorios G.D. Searle
and Company. Trabajaba en la elaboración de un nuevo
medicamento destinado a aliviar las úlceras de estóma-
go. Manipulando sin guantes un polvo intermedio en una
etapa de su investigación, su olor atrajo su atención. Se

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 llevó un dedo a la boca, y se sorprendió de su sabor fuer-
temente dulce.
Así nació el aspartamo. Tras nueve años de presiones
intensas por parte de G.D. Searle & Cia, la FDA1 auto-
rizó su comercialización en 1974 para después prohibirla
unos meses más tarde ante la presión de numerosos cien-
tíficos que denunciaban ya alto y claro sus efectos tóxicos
(en especial para el cerebro) y cancerígenos.
La prohibición no duró mucho. Un potente lobby in-
virtió los acontecimientos y en 1981, la FDA autorizó de
nuevo su puesta en el mercado.
Francia le fue rápidamente a la zaga y autorizó el as-
partamo en 1988.
Mientras tanto, su fabricante había cambiado de nom-
bre. En efecto el 1 de octubre de 1985, G.D. Searle & Cia
fue adquirida por… Monsanto por 2,7 millares de dólares.
¿Le dice algo Monsanto?
La empresa que cual pulpo pretende extender su do-
minio sobre el planeta comprando a golpe de millones de
dólares las empresas que obstaculizan su expansión.
La firma que pretende apropiarse del mercado mun-
dial de semillas de cereales desactivando los genes que per-
miten su reproducción natural y por lo tanto su fertilidad.
La firma que lidera el mercado mundial de los trans-
génicos. La firma que fabrica hormonas de crecimiento
que estimulan artificialmente la producción de carne bo-
vina y porcina.
La firma que fabrica el tremendo pesticida Roundup
y peor aun que fabricó durante la guerra de Vietnam el

1. Administración alimentaria y farmacéutica estadounidense.

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 BPC, un exfoliante conocido como «agente naranja» que
los americanos pulverizaron sobre los bosques provo-
cando decenas de miles de muertos y desde entonces ge-
neraciones de niños con espantosas malformaciones.
Ciertamente, el hecho de que el aspartamo sea fabri-
cado por Monsanto no me inspira ninguna confianza. ¿Y
a usted?
Cuando Monsanto adquirió G.D. Searle & Cia, la
actividad farmacéutica fue segregada (Searle Pharmaceu-
ticals) y la filial creada para la fabricación del aspartamo,
NutraSweet Company, fue revendida luego a… antiguos
directivos de Monsanto y así la «pepita de oro» se queda
en la familia.
Es bajo ese nombre (NutraSweet) que el aspartamo se
vende en Estados Unidos como edulcorante de mesa y está
comercializado en Francia con el nombre de Canderel.
Para concluir el presente capítulo nos preguntamos
¿cómo no denunciar el modo en que la FDA cambió su
táctica en 1981 autorizando el aspartamo a pesar de una
fuerte oposición en su mismo seno? Casualmente ¿o es
realmente tan casual? El presidente norteamericano Ro-
nald Reagan era amigo y sabemos que significa ese tipo
de amistad del presidente de G.D. Searle & Cia.
El comisionado general de la FDA apoyándose en
la opinión de los expertos de su comité de evaluación se
negaba rotundamente a autorizar el aspartamo. Fue des-
tituido y un testaferro fue nombrado en su lugar, Arthur
Hull Hayes, quien favoreció la autorización de la puesta
en el mercado del aspartamo y presentó su dimisión en
cuanto la decisión fue tomada para incorporarse ¿adivine
dónde? a G. D. Searle & Cia con un salario astronómico.

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 Este ejemplo ilustra de modo patético el lobby om-
nipresente en el mercado de los edulcorantes como se
irá descubriendo a lo largo de este libro. Manipulación
y desinformación adulteran el tema de los edulcorantes.
Razón de más para abstenerse de consumirlos.

El asesino silencioso

El edulcorante más utilizado en la industria agroalimen-

taria, presente en más de 6.000 productos, es también el
más peligroso para el organismo humano.
Esta contradicción está muy difundida en Inter-
net. Google permite el acceso a más de dos millones
de páginas si escribimos la palabra «aspartamo». Y un
apodo maléfico corre por la red: el asesino silencioso.
Sí, numerosos científicos lo afirman en silencio: ¡el as-
partamo mata!
Esta acusación es de tal gravedad que he decidido de-
dicar toda la primera parte de esta obra al aspartamo.
Su composición es la siguiente: L-aspartil-L, fenilala-
nina metilester. Se trata de una proteína constituida por
una cadena molecular de ácidos aminados religados entre
sí por dos enlaces peptídicos, razón por la cual el asparta-
mo es clasificado entre los dispéptidos.
Cuando absorbemos aspartamo, ya sea con un com-
primido edulcorante de mesa destinado a endulzar una
bebida (café, por ejemplo) o con un alimento que lo con-
tiene, se produce lo que se llama una hidrólisis: descom-
posición por el agua contenida en el tubo digestivo, aso-
ciada con los distintos componentes del aspartamo.

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 Dicha hidrólisis del aspartamo rompe los dos enlaces
peptídicos que unen los ácidos aminados y tres elementos
resultan de dicha descomposición:

l fenilalanina
l ácido aspártico
l metanol

Una vez absorbidos a nivel de la mucosa capilar del in-

testino grueso, dichos elementos llegan a la vena porta
que los conduce hasta el hígado. ¿En qué se convierten
entonces?

La fenilalanina

La fenilalanina representa el 50% de la masa de esos tres

elementos generados por la hidrólisis del aspartamo. Es
un ácido aminado llamado esencial porque no puede ser
sintetizado por el organismo humano y que a la fuerza
lo tienen que aportar los alimentos. Toda proteína absor-
bida (carne, pescado, leche, huevo…) contiene dicho áci-
do aminado. La fenilalanina desempeña un importante
papel a nivel cerebral estimulando la producción de dos
neuromediadores mayores, la dopamina y la adrenalina
que intervienen en particular en el despertar, la vigilia
y la concentración… Si llegan en dosis razonables. Una
cantidad excesiva de fenilalanina se vuelve neurotóxica
llegando a provocar tumores cerebrales, como lo denun-
cian los científicos que militan para la prohibición del
aspartamo.

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 En su admirable obra Exitoxins: The Taste That Kills,2
Russell L. Blaylock nos informa precisamente sobre esa
neurotoxicidad.
La absorción de la fenilalanina se realiza a nivel hepá-
tico. El hígado segrega una enzima, la hidroxilasa (también
llamada PHA) que metaboliza la fenilalanina en tirosina y
luego en melanina, el pigmento que da color a la piel.
Desgraciadamente, algunas personas presentan una
enfermedad genética, la fenilcetonuria, y no tienen la
capacidad de activar la enzima PHA. Así, la fenilalani-
na que absorben no es metabolizada y se concentra en la
sangre y el cerebro provocando alteraciones muy graves.
Dedico un capítulo a este tema. El riesgo que los indi-
viduos fenilcetonúricos corren al ingerir un producto que
contiene aspartamo es de tal gravedad que en el envase de
todo producto con aspartamo debe figurar obligatoria-
mente la mención «contiene fenilalanina».

El ácido aspártico

El ácido aspártico representa el 40 % de la masa de los

tres elementos generados por la hidrólisis del aspartamo.
Como la fenilalanina es un ácido aminado. No es esencial
para el organismo, que tiene la capacidad de sintetizarlo.
El ácido aspártico es metabolizado en forma de asparta-
to, que desempeña un papel importante en el cerebro por-
que estimula la neuromediación, también llamada neuro-
transmisión, ya que facilita la transferencia de información

2. Exitoxinas: el sabor que mata.

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 de neurona a neurona a nivel de la hendiduras sinápticas
que se interponen entre las dendritas, o terminaciones de los
axones que prolongan el cuerpo celular de las neuronas.
Pero hay un problema. El exceso de aspartato genera-
do por un excesivo consumo de ácido aspártico desesta-
biliza este proceso provocando desórdenes neurológicos
que pueden llegar a destruir poco a poco las neuronas si
este consumo masivo se prolonga, como es el caso de las
personas que se atiborran de productos con aspartamo.

El metanol

El metanol representa el 10 % de la masa de los tres elemen-

tos generados por la hidrólisis del aspartamo. También es
llamado alcohol metílico o alcohol de madera. Al ser absor-
bido por el cuerpo, se descompone en diversos elementos:
formaldehído, ácido fórmico y dióxido de carbono.
Aquí también hay materia para reflexionar en cuanto a
toxicidad. Por una parte, el formaldehído se considera for-
malmente como cancerígeno, otra de las razones que jus-
tifica la lucha de particulares y asociaciones en el mundo
entero que desean ver prohibir el aspartamo. Por otra parte,
el ácido fórmico bajo el efecto del calor dentro del cuerpo
(37 °C) desencadena una acidosis nociva pues el pH cae. Di-
cha acidosis induce un riesgo creciente de lupus eritematoso
al ocasionar un terreno propicio al proceso autoinmune.
Dicho lupus se ha calificado de «enfermedad del as-
partamo» y en este libro le dedico un capítulo.
Más grave aún, el ácido fórmico (que se encuentra
en el dardo de las abejas y las hormigas) puede provocar

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 malformaciones en los recién nacidos y alteraciones de la
vista, razón añadida que justifica la voluntad de conseguir
la prohibición del aspartamo.
Es incontestable que el formaldehído y el ácido fór-
mico que resultan de la absorción del metanol liberado
por el metabolismo del aspartamo son dos venenos. He
elegido este adjetivo porque tiene sentido: esta afirma-
ción no se puede contestar.
Por este motivo nos podemos extrañar acerca de las
razones que han llevado a quienes toman las decisiones
en Estados Unidos y Europa a autorizar el aspartamo a
pesar de que esta información se haya dado a conocer.
El lobby de la industria de los edulcorantes es realmente
muy poderoso y la frivolidad de los políticos, difícil de
calificar. ¡Qué vergüenza!

Y eso no es todo…

Si la absorción del aspartamo los divide en tres elementos

(recordemos: fenilalanina, ácido aspártico y metanol), se
supone que este metabolismo se realiza en condiciones
«normales» es decir a baja temperatura.
Una elevación de la temperatura durante la degrada-
ción del aspartamo produce otro elemento también reco-
nocido como neurotóxico y cancerígeno: la dicetopipera-
cina.
Las cosas se desarrollan de esta manera en caso de que
se produzca una elevación de la temperatura: la función
amina de la fenilalanina se une con la función ácida del
ácido aspártico y la función ácida de la fenilalanina con

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 la función amina del ácido aspártico. De esa doble unión
nace la dicetopiperacina. Razón por la cual no se debe
calentar un producto que contenga aspartamo ni incor-
porarlo en un plato antes de cocerlo.
Y al respecto hago una observación acusadora: ¿por
qué los industriales que edulcoran sus productos con as-
partamo no alertan a los consumidores sobre la imperiosa
necesidad de no elevar la temperatura de dichos produc-
tos? La razón es que no se quiere mencionar la dicetopi-
peracina ¡por supuesto!
A continuación se ilustra la culpabilidad de los polí-
ticos que han autorizado la comercialización del asparta-
mo.

El síndrome de la guerra del Golfo

En 1991, más de 700.000 soldados americanos partici-

paron en la guerra del Golfo después de la invasión de
Kuwait por parte de Irak. Si bien la operación «Tormen-
ta del Desierto» tan sólo duró unos días, los soldados
permanecieron allí varios meses. Pues bien, resulta que
175.000 soldados, más una cuarta parte del número total,
tras participar en esta guerra y regresar a casa padecen
graves problemas de salud.
Esta grave patología es llamada «síndrome de la gue-
rra del Golfo». El gobierno americano se ha gastado en
veinte años 500 millones de dólares en investigación para
intentar entender las razones.
Un nuevo informe de 450 páginas fue publicado en
2008 por el comité facultativo de investigación sobre las

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 enfermedades de los veteranos de la guerra del Golfo con
una lista de sus enfermedades:

l esclerosis múltiple
l fibromialgia

l inmunodepresión

l gran fatiga crónica, inexplicable, insuperable

l intensas cefaleas

l dolor generalizado, articular y muscular, diabetes y re-

sistencia a la insulina
l dermatosis, pruritos

l dificultades respiratorias

l problemas digestivos, náuseas

l problemas intestinales (diarrea crónica)

l mareos, pérdida de equilibrio

l pérdida de memoria.

Y más inquietante aún: malformaciones congénitas en

numerosos hijos concebidos tras su regreso.
Así pues, nos preguntamos: ¿qué ha podido producir
esa plaga?
Se proponen varias hipótesis:

l La multivacunación densa y sistemática de los solda-

dos antes de su partida.
l Medicamentos (¿cuáles?) tomados en altas dosis con

fines preventivos (!) por los soldados a lo largo de toda

la campaña.
l La exposición al gas sarín cuando se procedió a la des-

trucción del stock iraquí y a la voluminosa nube tóxica

que cubrió toda la región durante horas.

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 l La exposición a los pesticidas pulverizados por heli-
cópteros para proteger a los soldados contra la «mos-
ca de las arenas».
l La exposición al humo de los pozos de petróleo en llamas.

l La exposición al uranio «empobrecido» de las muni-

ciones que fueron testadas con ocasión de esa guerra

y sobre las cuales reina la mayor opacidad informativa
desde entonces.

Vacunas + Medicamentos + Gas sarín + Pesticidas + Hidro-

carburos + Uranio: ¡demasiado para esos pobres soldados!

Pero eso no es todo

Las bebidas principales de dichos soldados, durante esos

dos años para saciar su sed en una región desértica don-
de las temperaturas son muy elevadas fueron Coca-Cola
light, Pepsi light y demás refrescos light.
Para que no engordasen demasiado, al prever que
iban a tomar un gran número de latas por día (algunos
soldados varios litros) no se les facilitaron bebidas «nor-
males» sino light, precisamente el año en que el asparta-
mo fue autorizado por la FDA.
Los soldados americanos de la guerra del Golfo fue-
ron los primeros servidos, en masa, con refrescos edul-
corados con aspartamo, dando así salida a una partida
importante y preparada a la espera de su autorización.
Y para proveer a un ejército de 700.000 soldados fue-
ron miles y miles de palés con latas de refrescos light al
aspartamo que se almacenaron en el desierto a pleno sol.

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 En estas condiciones podemos imaginar la tempera-
tura interior que alcanzaron las latas.
Ahora bien, tal como he mencionado en el capítulo
anterior, la elevación de temperatura del aspartamo pro-
duce un peligroso elemento neurotóxico. Y existe una
indiscutible semejanza entre el síndrome de la guerra del
Golfo y los efectos secundarios que produce la ingestión
de aspartamo.

Los efectos secundarios del aspartamo

La página de referencia www.dorway.com que hace in-

ventario de toda la información publicada en el mundo
sobre el aspartamo ha censado 92 efectos secundarios
consecutivos a la toma de ese edulcorante. Éstos son los
principales:

l Fatiga general (síndrome de fatiga crónica)

l Insomnio
l Depresión

l Migraña

l Alteraciones cognitivas

l Pérdida de memoria

l Dificultades en el habla

l Falta de concentración

l Alteraciones emocionales

l Irritabilidad

l Agresividad

l Cambios de humor repentinos

l Miedos irracionales

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 l Modificación de la personalidad
l Alteración del carácter
l Ansiedad

l Fobias

l Intolerancia al ruido

l Alteraciones obsesivas compulsivas

l Confusión

l Brotes de pánico

l Reacciones cutáneas: pruritos, urticaria, enrojecimien-

to facial
l Reacciones en extremidades: adormecimiento, hormi-

gueos, frío
l Asma

l Sensibilidad recrudecida a los productos químicos

l Mareos

l Vértigos

l Temblores

l Alteraciones de la vista

l Alteraciones del oído

l Inmunodepresión

l Sensibilidad recrudecida a las enfermedades infeccio-

sas: microbianas, virales

l Problemas cardiovasculares: hipertensión, dolor en el pe-

cho (angina), alteraciones del ritmo cardiaco (taquicardia)

l Dolores reumáticos: artrosis, artritis, fibromialgia

l Problemas musculares: agujetas, contracturas, rampas

nocturnas
l Problemas digestivos: espasmos gástricos, espasmos

intestinales, hinchazón, náuseas, vómitos

l Perturbación del tránsito intestinal: estreñimiento,

diarrea

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 l Desequilibrio de la glucemia: hipoglucemia, hiperglu-
cemia
l Alteraciones del comportamiento alimentario: picar

continuamente, deseo compulsivo de dulces, ganar pe-

so, aumento de la sed, edemas
l Perturbación del ciclo menstrual

l Problemas de tiroides

l Perturbación de la sexualidad: disfunción eréctil mas-

culina, descenso de la líbido femenina

l Excreción urinaria dolorosa

l Dificultades para tragar

l Pérdida de cabello

l Pérdida de tonicidad de la piel

Y más grave aún:

l Enfermedad de Alzheimer

l Enfermedad de Parkinson

l Esclerosis múltiple

l Lupus

l Enfermedad de Lyme

l Crisis de epilepsia

l Crisis de demencia

l Convulsiones

l Complicaciones diabéticas

l Malformaciones congénitas

l Linfomas

l Accidentes vasculares cerebrales

l Cáncer cerebral

l Muerte

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