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Una niñita le estaba hablando de las ballenas a su maestra.

La profesora dijo que era físicamente imposible que una


ballena se tragara a un ser humano porque aunque era un mamífero muy grande su garganta era muy pequeña. La niña
afirmó que Jonás había sido tragado por una ballena. Irritada, la profesora le repitió que una ballena no podía tragarse
ningún humano porque físicamente era imposible. La niñita dijo :
-Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás. La maestra le preguntó:
-¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno? La niña le contestó,:
-Entonces le tocará a usted preguntarle.
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Una maestra de Jardín estaba observando a los niños de su clase mientras dibujaban. Ocasionalmente se paseaba por el
salón para ver los trabajos de cada niño. Cuando llegó a donde una niñita trabajaba diligentemente, le preguntó qué
estaba dibujando. La niña replicó:
-Estoy dibujando a Dios. La maestra se detuvo y dijo:
-Pero nadie sabe cómo es Dios. Sin pestañear, y sin levantar la vista de su dibujo, la niña contestó:
-Lo sabrán dentro de un minuto.
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Un día una niñita estaba sentada observando a su mamá lavar los platos en la cocina. De pronto notó que su mamá tenía
varios cabellos blancos que sobresalían entre su cabellera oscura. Miró a su mamá y le preguntó inquisitivamente,
¿Mami, por qué tienes algunos cabellos blancos? Su mamá le contestó:
– Bueno, cada vez que haces algo malo y me haces llorar o me pones triste, uno de mis cabellos se pone blanco’. La
niñita se quedó pensativa por un rato y luego dijo:
– Mami, ¿por qué todos los cabellos de mi abuelita están blancos?
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Todos los niños habían salido en la fotografía y la maestra estaba tratando de persuadirlos a cada uno de comprar una
copia de la fotografía del grupo.
-Imagínense qué bonito será cuando ya sean todos grandes y digan: allí está Catalina, es abogada; o también ese es
Miguel, ahora es doctor. Sonó una vocecita desde atrás del salón,
– Y allí está la maestra. Ya se murió.
Jugando con la pintura
Un día Ernesto cogió pintura para la pared, porque estábamos pintando su habitación, y se puso a
dejar sus huellas por la pared.
También tenía pintura en la mano y se la puso en la cara y le quedó la cara azul.
Una silla peligrosa
Una vez estaba limpiando fuera de mi casa y había un hueco. Cuando me caí, me sujeté de una silla
que se encontraba fuera de mi casa, pero lo que sucedió fue que la silla ¡se cayó encima de mí!
Una niña y el espejo
Un día yo estaba en una casa arrendando y como era engreída, me veo y ...
¡Pam!
¡Se quiebra el espejo!
¡Qué risa!
Sorpresa en el baño de campo
A mis padres siempre les ha gustado vivir en el campo y crecí allí.
Un día después del almuerzo salí al baño y mis padres me dejaron solo. De repente, cuando ya estaba
sentado haciendo la "caquita", volteé la mirada hacia mi lado derecho y la sorpresa fue que había una
serpiente que estaba cruzando por debajo de mí. Lo único que hice fue correr como loco a llamar a mi
padre y él del susto corrió hacia mí pensando que me había pasado algo.
En ese entonces le conté a mi papá que había una serpiente en el baño. Mi padre agarró un palo y fue
a matarla pero no pudo, se escapó.
Ese día me espanté mucho.
Flotando en el mar se estaba muy bien
Tenía la costumbre de sentarme en un flotador circular y remar de espaldas mar adentro a pesar de no
saber nadar. Siempre le tocaba a mi hermano mayor nadar hasta mí para decirme que saliera, pues
era hora de irnos.
En una ocasión estaba como siempre sentado en mi flotador muy alejado de la playa, cuando veo a un
tipo nadando hacia mí, de repente le da por volcarme y una ola alejó unos metros de mí el flotador. El
tipo siguió su curso y ahí me quedé yo, aterrorizado y tragando mucha agua.
No sé como lo conseguí, pero llegué hasta mi flotador, me puse a remar como loco y esa vez mi
hermano no tuvo que ir a buscarme. Me puse a llorar a escondidas y jamás le conté a mi familia lo que
me acababa de pasar.
Tardé unos días en volver a meterme en el mar, pero cuando por fin me decidí, ¡ya sabía nadar!

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Alegría con las zapatillas y el gato

Cuando llegó la Navidad me regalaron unas zapatillas muy lindas de color rosa y fue tan grande mi
alegría que tan solo la pasaba con mis zapatillas.
Al cumplir 6 años de edad ya no me quedaban mis zapatillas, tuve que dejarlas y lloré mucho con
ellas. Mis tías se rieron de mí al verme así.
Pero en fin, dejé de sufrir porque me regalaron un lindo gato al que llamé “Calzado” por mis
zapatillas.
Confundido al ver doble a su padre
Cuando apenas tenía 2 años, estaba sentado en el jardín de mi casa y de repente se acercó mi padre.
¡Le abracé con tantas ganas!
Pero de repente apareció por segunda vez mi padre, no sabía lo que estaba pasando y ante eso me
puse a llorar.
Pero al final, resulta que era el gemelo de mi padre.
Por ser traviesa en el zoológico
Era una tarde que nos fuimos a ver a los animales en el zoológico.
Bueno, yo de traviesa fui a molestar al chivo y lo que sucedió es que el chivo me asustó gritando.
¡¡¡Qué horror!!!
Menudo susto con el perro
Les contaré algo muy gracioso: una tarde estábamos divirtiéndonos en el parque con mi amigo
Alexander, cuando de pronto Alex pateó la pelota con tal fuerza que terminó atrapada. Entonces trepó
al árbol para bajar la pelota.
Mientras tanto vi con temor como un perro se me acercaba e inmediatamente empecé a gritar con
tanta fuerza que hasta el mismo animal se asustó y huyó despavorido. Fue divertido.
Poner la lavadora a los 2 años
Le encantaba ayudar a poner la lavadora, pero nunca llegamos a imaginar que se fijara tanto en todos
los pasos, hasta el día que le dije: - Venga ya está, ya dejamos a la lavadora que trabaje. Y él todo
preocupado me gritó: - No mamá, espera, que falta el caramelo.
Y es que se me había olvidado la pastilla anti-cal.

LA CASA REDONDA:
Cuando yo tenía siete años mi papá leyó en el periódico una noticia sobre una casa redonda que podía girar como si
fuera un carrusel. Como mi papá era ingeniero, la noticia le causó tal emoción que dijo que tenía que hacer algo igual.
Me dijo ese día que íbamos a vivir en una casa que da vueltas. A los pocos días me mostró en la cena los primeros
bosquejos de la casa. La terminó de construir dos años después. Cuando nos pasamos a vivir ahí, mi papá y yo, nos
dimos cuenta que la gente que nos visitaba cambiaba, como si el giro de la casa también provoco un giro en la vida de
las personas

LA ENTREVISTA:
Mientras observaba lo que habíamos llevado, nos decía, siempre, que si estábamos listos para volar. Juventino López, un tipo
simpático de menos de treinta años, lleva seis meses sin empleo. Todos los lunes y los jueves revisa minuciosamente los clasificados
de la prensa para seleccionar algunas ofertas, ir a dejar currículums y esperar. Casi todas las semanas ha tenido entrevistas. Siempre
le dicen que lo llamarán si logra pasar la revisión. En ocasiones lo llaman para hacer una segunda prueba. Quedan de llamarlo, pero
igual, no llaman. Un día lee un anuncio y decide llamar. Lo atiende la señorita Lupita, y lo cita para una entrevista por la tarde.

EL VIEJO DEL BARRANCO


Todos los viernes a las cinco de la tarde nos íbamos al barranco con el Carlos y el Chejo. Vivíamos en la misma colonia e íbamos al
mismo colegio, a pocas cuadras de nuestras casas. Nos juntábamos en la casa del Chejo y bajábamos hasta la casa del viejo, que nos
esperaba sentado en su mecedora fumando un cigarrillo mentolado. Sonreía al vernos llegar, con los dientes amarillos que tenía. Se
acariciaba la barba blanca y nos daba la bienvenida mientras se seguía meciendo. Le llevábamos la comida que nos pedía: a veces
fruta, a veces pan, otras veces pollo o carne.

EL MITITIN :
Temprano en la mañana un grupo de hombres monta la tarima donde será el mitin de la tarde. A media mañana llegan los del
sonido con su equipo, su bocinas y micrófonos. Llegará al pueblo uno de los candidatos a la presidencia. Antes de él, estará una
guapa cantante grupera, que se encargará de levantar el ambiente para que el candidato agarre al pueblo ya animado. En el camino
hacia el pueblo, en la camioneta que traslada al candidato, está el asesor de marketing, puntualizando algunas cosas que debe decir
el candidato en el mitin. El candidato lo escucha como si fuera un predicador, el mago que le ayudará a llegar al poder. Pero en el
pueblo lo espera un grupo de vecinos que subversivamente tomará el micrófono.

EL SICARIO
Pongamos que me llamo Alfredo, para no entrar en detalles. Me dedico a matar gente por dinero, es decir, soy lo que
llaman un sicario. Como soy efectivo y discreto, cobro caro. Así me aseguro de no trabajar demasiado; a veces con tres
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trabajos al año la paso sin problema. Si me miran por la calle, nadie me tendría miedo. Soy bajito y flaco y tengo cara de
imbécil. La cara de imbécil me la inventé yo mismo, como un disfraz para pasar inadvertido. Hay que ser un desalmado
para hacer este trabajo, sí, pero hay veces que mis trabajos hacen verdadera justicia. Como la vez que maté al idiota de
mi vecino

EL SERVICIO:
Alfonso llegó retrasado al ensayo de la iglesia. El pastor había citado a los doce pastores auxiliares para el jueves a las seis de la
tarde. Todos varones, como los doce apóstoles. Les había indicado que era muy importante, y que además, no contaran a nadie.
Después de disculparse y recibir la mirada de reproche del pastor, se integró al grupo. Habría un evento especial el sábado. El pastor
dijo que los ingresos de la iglesia habían bajado y que era necesario hacer algo especial para llamar la atención, el nuevo templo lo
requería. Cuando Alfonso se enteró de qué iba la cosa, se rió nerviosamente, pero después de ver la mirada seria del pastor, sintió
una mezcla de temor y aberración.

LOS CAMPEONES:
La temporada más feliz de mi vida fue cuando jugaba fútbol en los campos de Montserrat. Con un grupo de cuates armamos un
equipo al que llamamos FC Bárcenas. Le llamamos así porque los dueños del equipo eran de Bárcenas. El Lito y el Cacho, hermanos,
no eran tan buenos para jugar, pero ponían los uniformes y las pelotas para entrenar. Todos teníamos menos de veinte años y
empezábamos la universidad, pocos trabajaban. Entrenábamos casi todos los días, aunque no éramos tan buenos que digamos.
Jugamos tres torneos, en el primero empezamos ganando, contra todo pronóstico. Pero después todo cambió.

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