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ideas y valores · vol. lx · n. 147 • diciembre de 2011 • issn 0120-0062 • bogotá, colombia
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De este modo se pronunciaba Fichte en cas que Kant habría pronunciado ese
su nota preliminar a la primera intro- mismo año en el Jenaische Allgemeine
ducción a la Doctrina de la ciencia, en Literatur-Zeitung en torno a la publica-
la cual dejaba en claro que él, más que ción de la Doctrina de la ciencia:6
nadie, creía conocer el auténtico pensa- Que sea él [Kant] quien, en adelante,
miento de Kant y que estaba dispuesto arrastre consigo las muertas impresio-
a dedicar su vida “a hacer de tamaño nes de yeso de su Crítica; desde ahora
descubrimiento una exposición inde- ya no merece ser interpretado trascen-
pendiente por completo de Kant” (10). dentalmente, como si hubiera dicho
Qué tan lejos llevaría a estos autores
dicha tarea y dicho convencimiento 6 La respuesta completa ha sido publi-
queda aún más claro por las reacciones cada en español, con comentarios de
Fernando Moledo, en Ideas y Valores,
de Schelling, en carta a Fichte del 12 de
en el número monográfico sobre la
septiembre de 1799, frente a las críti-
filosofía de Hegel (cf. Kant). Kant ca-
lifica allí a la Doctrina de la ciencia de
lugar común entre los múltiples intér- “insostenible” por pretender ignorar la
pretes de su obra en la década de 1790; diferencia entre las condiciones forma-
se encuentra quizás por primera vez en les de la objetividad y las condiciones
Fichte en la segunda introducción a la de la realidad misma, queriendo con
Doctrina de la Ciencia, publicada en ello transformar la filosofía trascen-
1797. Esta intención de rescatar a Kant, dental nuevamente en metafísica: “La
incluso de sí mismo, que muchas veces Doctrina de la Ciencia pura no es más
estuvo ligada, además, a un intento ni menos que una mera lógica, […] por
por ir más allá de los preceptos “tras- eso es un trabajo vano, y de ahí nunca
cendentales” y “completar” la obra intentado, entresacar de ella un objeto
iniciada por él, es expresada de manera real” (136). Kant se refiere allí mismo
particularmente clara por Schiller ya tácitamente y de manera ambigua a
en 1795 en sus Cartas sobre la educación Fichte como a un amigo ya bien sea
estética del hombre: “En una filosofía generoso pero necio, o engañoso y pér-
trascendental en la que lo esencial es fido: “Dice un proverbio italiano: ‘Dios
liberar a la forma del contenido y man- nos salve de nuestros amigos, que de
tener lo puro necesario, libre de toda nuestros enemigos bien nos cuidare-
arbitrariedad, es fácil acostumbrarse mos nosotros mismos’. Hay amigos
a considerar lo material únicamente bondadosos […] que sin embargo se
como impedimento y a representarse comportan a la inversa (torpemente).
la sensibilidad como opuesta necesa- […] Pero a veces los hay también en-
riamente a la razón. Esta concepción gañosos que, pérfidos, se conducen
no se halla de ninguna manera en el con el lenguaje de la benevolencia,
espíritu del sistema kantiano, pero sí pendientes sin embargo de nuestra
podría hallarse en su letra” (Carta XIII ruina” (ibid.). El texto, publicado muy
213, énfasis mío). No resulta sorpren- poco después del despido de Fichte de
dente que Kant estuviese rara vez de la Universidad de Jena por cargos de
acuerdo con los resultados de estas in- ateísmo, sería leído por algunos, entre
terpretaciones, como queda reflejado ellos el mismo Schelling, como una
muy claramente en la correspondencia oportunidad por parte de Kant para
y las notas recogidas por la traducción librarse de las mismas sospechas que
de Ochoa y Gutiérrez. se habían formulado sobre Fichte.
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inconscientemente lo que, por cier- XVII en las que, como a través de una
to, no ha dicho ni fue capaz de decir ventana, nos sentimos espiando una
conscientemente. (Carta de Schelling a escena a la que no hemos sido del todo
Fichte, 12 de septiembre de 1799; Ochoa invitados, y que sin embargo, o preci-
y Gutiérrez 120) samente por eso, ejerce una fascinación
particular sobre nosotros, lectores-es-
A esto habría que añadirle, además, pías. La correspondencia nos muestra,
la respuesta de Fichte: por ejemplo, más allá de los desacuer-
Sucede por regla general, mi querido dos de facto entre la filosofía kantiana
Schelling, que mientras los defensores y los fundamentos del programa filo-
de la metafísica prekantiana no han sófico de Fichte, a un Kant que, muy
cesado de decirle a Kant que él se ocu- a pesar de sí mismo, no puede evitar
pa de vanas sutilezas, Kant nos dice lo sentirse seducido por la admiración
mismo a nosotros; sucede por regla ge- que produce en un discípulo como
neral que mientras aquellos aseguran Fichte, a la vez que se muestra siempre
en contra de Kant que la metafísica de sospechoso de las maneras como este
ellos permanecerá intacta, inmejorable último pueda interpretarlo en el futu-
e inalterable para toda la eternidad, ro (cf. por ejemplo, la Carta de Kant a
Kant nos asegura lo mismo de la suya. Fichte del 2 de febrero de 1792; Ochoa
(Carta de Fichte a Schelling, 12 de sep- y Gutiérrez 61). Revela también a un
tiembre de 1799; Ochoa y Gutiérrez 132) Fichte que, inicialmente preocupado
por no decepcionar a quien considera
Puede verse ya, apenas con estos su maestro, cree alcanzar poco a poco
dos ejemplos, el interés que represen- lo que él lee como el aprecio e incluso
ta la perspectiva que ofrecen las cartas el elogio de Kant con respecto a sus
para el estudio del desarrollo del pen- propios escritos (“Kant mismo, en una
samiento de estos tres autores en sus carta dirigida a mí, llamó fundamental
primeras confrontaciones con la filoso- a mi escrito y a la recensión del mis-
fía de Kant, en las relaciones que, para mo” [Ochoa y Gutiérrez 69]), aunque
llevar a cabo esta tarea, establecieron gracias a la lectura que podemos hacer
entre ellos, e incluso en los primeros de correspondencias posteriores, que-
desacuerdos que llevarían en los años da claro que es realmente muy poca la
por venir a un distanciamiento definiti- atención que todos estos escritos mere-
vo entre sus planteamientos filosóficos. cían a los ojos de Kant, quien se excusa
Pero hay algo más, algo que hace a es- siempre ante Fichte, en casi todas sus
tas cartas profundamente atractivas cartas, por la falta de tiempo y de sa-
tanto para un lector versado ya en estos lud para leer los textos que este último
asuntos como para quien esté buscan- diligentemente le envía y se asegura de
do apenas introducirse por primera vez hacerle llegar cumplidamente (cf. por
en las discusiones filosóficas de estos ejemplo, Ochoa y Gutiérrez 74-75 y 85).
años. La sensación que se tiene al leer- Es por esto que finalmente podemos
las es similar a la que produce quedarse leer a un Fichte confundido cuando
mirando una de esas pinturas del siglo Schelling le informa de las reacciones
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estas polémicas, sentarían las bases de acuerdos del sistema, era la posibilidad
uno de los proyectos más multiformes misma de la libertad. El llamado a un
e interesantes de la filosofía moderna. uso público de la razón, que Kant ha-
Sin embargo, no es sólo teniendo en bía formulado unos años antes en su
cuenta estas consideraciones que debe- escrito sobre la Ilustración, vino a ser
ría ser leído y recibido un trabajo como así el punto de partida de una filosofía
el que Hugo Ochoa y Raúl Gutiérrez convencida del poder liberador de la
han puesto a nuestra disposición. En el reflexión. Así lo manifiestan en varias
contexto de una comunidad académica ocasiones tanto Schelling como Fichte,
que tiende cada vez más a una especie y uno podría leer la filosofía hegeliana
de diálogo condescendiente, cuando como un intento de puesta en práctica
lo hay, leer estas cartas es también un de este principio.
buen ejemplo, una invitación a retomar Este poder liberador no resulta
seriamente lo que significa pensar con y únicamente del ejercicio crítico per-
contra otros –lo que significa, en última manente, de una confrontación con
instancia, crear academia. Las cartas las propias ideas y opiniones en virtud
no sólo son en este sentido una buena de una autonomía, y de un ejercicio
muestra de que, como lo mencionan comprometido de la responsabilidad
los traductores en el prefacio, “la filo- del pensar. Se trata además, en el caso
sofía ha sido y será siempre un pensar del idealismo alemán, de una metafí-
que se vuelve sobre sí mismo” (Ochoa sica y ontología de la libertad: de una
y Gutiérrez 33), sino que nos ayudan a reflexión que tiene como principio,
ver, muy explícitamente, cómo la filo- como objetivo central y tarea incon-
sofía es siempre además un ejercicio de dicional, buscar en el primado de la
pensamiento “en común”, en diálogo razón práctica un fundamento seguro
–y esto incluye, por supuesto, la dis- y firme, autocondicionado y por con-
tancia, la interrupción, la crítica– con siguiente incondicional, esto es, a la
otros: en todo caso, un tomarse en manera de un sistema práctico o siste-
serio unos a otros (y quizás menos en ma de la libertad. La acción, entonces,
serio a uno mismo). Para Fichte, para entendida a la vez como la actividad
Schelling, para Hegel, lo que estaba teórica y práctica por excelencia, apa-
en juego después de la filosofía kan- rece en estos pensadores, desde Fichte,
tiana no era únicamente un proyecto como aquello que proporciona el único
teórico, la compleción de un sistema, piso seguro e incondicionado a todo
la reconciliación de un dualismo que el sistema de la razón. “En el princi-
contradecía las aspiraciones más altas pio era la acción”. La frase del Fausto
de la posibilidad de una “unidad” de de Goethe suele citarse para recordar
la razón –todas estas son razones que el hilo conductor de esta multiplici-
a la vez los unieron en el proyecto del dad de sistemas y preguntas que, en
idealismo y los distanciaron en los mo- el contexto de la Revolución Francesa,
dos concretos de llevarlo a cabo. Lo que quedaron como legado y tarea para el
sobre todo estaba en juego a partir de pensamiento del siglo XIX. “Nuestro
Kant, más allá de los acuerdos y des- lema sigue siendo ‘razón y libertad’”,
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