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Elaboración de un ensayo

Todo ensayo académico debe tener tres partes básicas:

Introducción. Debe incluir breves antecedentes que servirán para ubicar al lector en el
tema que se va a estudiar en el ensayo. También servirá como justificación para el trabajo:
¿El tema es lo suficientemente relevante como para que el autor haya decidido estudiarlo?
Pero, más importante: ¿Este tema es lo suficientemente relevante como para que el lector
se tome el tiempo necesario para leer el ensayo? Una buena introducción contendrá,
también, la hipótesis que el ensayo quiere demostrar (ésta deberá convertirse en tesis al
final del ensayo: la “hipótesis” es un enunciado de conocimiento que está en un grado
menor que una “tesis” y tiene que explicarse). Aunque la hipótesis puede estar enunciada
como una pregunta que se desea contestar en el desarrollo, lo mejor es establecerla como
una oración afirmativa, generalmente al final de la introducción.

Desarrollo. Es la parte principal o cuerpo del trabajo. El autor debe formular y explicar
los pasos lógicos que lo llevaron a establecer la tesis. Se trata de un ejercicio persuasivo
en el que el autor del ensayo concatenará sus propias reflexiones con las evidencias
textuales que recopiló durante la investigación. En un buen ensayo, el autor incluirá
solamente aquel material indispensable y suficiente para llegar a conclusiones claras y
convincentes. Aunque durante la investigación se encuentre material interesante y que
merezca la pena de revisión, éste no deberá incluirse si se desvía del tema central (aunque
puede haber notas a pie de página que recomienden la revisión de tales materiales, como
cortesía para el lector).

Conclusiones. Éstas deben estar expresadas con claridad, y, por supuesto, deben
derivarse del desarrollo del trabajo; por lo tanto, esta sección no podrá introducir nuevos
temas ni “concluir” hechos cuyo tratamiento sea ajeno al ensayo. Sí podrá, por otro lado,
sugerir que el tema no se ha agotado en el trabajo, y que por ende quedan aspectos que
merecen estudio, o incluso invitar a la investigación de aspectos relacionados con el
ensayo que en ese momento se concluye.

Por lo que se refiere a la redacción del trabajo, deben evitarse a toda costa las
muletillas y los lugares comunes que no aportan nada al conocimiento, y sí hacen
desmerecer el estilo del ensayo (frases como “de una u otra manera”, “el hecho de”, etc.);
así como los giros coloquiales que harían parecer al ensayo la trascripción de un discurso
hablado. También deberá cuidarse el tono de la escritura, de modo que no haya un estilo
afectado o poco natural que dificulte la comprensión de la lectura: el estilo
verdaderamente elegante se consigue mediante la simplicidad de las oraciones; si una idea
es de verdad importante, se sostendrá por sí sola, con la fuerza de la argumentación, y no
con ornamentos innecesarios.
Finalmente, se recomienda imprimir primero un borrador que se someterá a una
lectura cuidadosa con el propósito de enmendar todos los errores posibles: de
concordancia gramatical, de tipografía (errores “de dedo”), cacofonías, reiteraciones,
ambigüedades, faltas ortográficas, de acentuación diacrítica, etc.

Prof. Betssy R. Quintana Argandoña


Elaboración de un ensayo

Todo ensayo académico debe tener tres partes básicas:

Introducción. Debe incluir breves antecedentes que servirán para ubicar al lector en el
tema que se va a estudiar en el ensayo. También servirá como justificación para el trabajo:
¿El tema es lo suficientemente relevante como para que el autor haya decidido estudiarlo?
Pero, más importante: ¿Este tema es lo suficientemente relevante como para que el lector
se tome el tiempo necesario para leer el ensayo? Una buena introducción contendrá,
también, la hipótesis que el ensayo quiere demostrar (ésta deberá convertirse en tesis al
final del ensayo: la “hipótesis” es un enunciado de conocimiento que está en un grado
menor que una “tesis” y tiene que explicarse). Aunque la hipótesis puede estar enunciada
como una pregunta que se desea contestar en el desarrollo, lo mejor es establecerla como
una oración afirmativa, generalmente al final de la introducción.

Desarrollo. Es la parte principal o cuerpo del trabajo. El autor debe formular y explicar
los pasos lógicos que lo llevaron a establecer la tesis. Se trata de un ejercicio persuasivo
en el que el autor del ensayo concatenará sus propias reflexiones con las evidencias
textuales que recopiló durante la investigación. En un buen ensayo, el autor incluirá
solamente aquel material indispensable y suficiente para llegar a conclusiones claras y
convincentes. Aunque durante la investigación se encuentre material interesante y que
merezca la pena de revisión, éste no deberá incluirse si se desvía del tema central (aunque
puede haber notas a pie de página que recomienden la revisión de tales materiales, como
cortesía para el lector).

Conclusiones. Éstas deben estar expresadas con claridad, y, por supuesto, deben
derivarse del desarrollo del trabajo; por lo tanto, esta sección no podrá introducir nuevos
temas ni “concluir” hechos cuyo tratamiento sea ajeno al ensayo. Sí podrá, por otro lado,
sugerir que el tema no se ha agotado en el trabajo, y que por ende quedan aspectos que
merecen estudio, o incluso invitar a la investigación de aspectos relacionados con el
ensayo que en ese momento se concluye.

Por lo que se refiere a la redacción del trabajo, deben evitarse a toda costa las
muletillas y los lugares comunes que no aportan nada al conocimiento, y sí hacen
desmerecer el estilo del ensayo (frases como “de una u otra manera”, “el hecho de”, etc.);
así como los giros coloquiales que harían parecer al ensayo la trascripción de un discurso
hablado. También deberá cuidarse el tono de la escritura, de modo que no haya un estilo
afectado o poco natural que dificulte la comprensión de la lectura: el estilo
verdaderamente elegante se consigue mediante la simplicidad de las oraciones; si una idea
es de verdad importante, se sostendrá por sí sola, con la fuerza de la argumentación, y no
con ornamentos innecesarios.
Finalmente, se recomienda imprimir primero un borrador que se someterá a una
lectura cuidadosa con el propósito de enmendar todos los errores posibles: de
concordancia gramatical, de tipografía (errores “de dedo”), cacofonías, reiteraciones,
ambigüedades, faltas ortográficas, de acentuación diacrítica, etc.

Prof. Betssy R. Quintana Argandoña

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