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Ven Señor que morimos de frío

José Jesús Carrera Mendoza

El 2016 fue un año de muchos contrastes: por un lado la Iglesia de México, se vio bendecida por la
visita del Santo padre, el papa Francisco y por la canonización de José Luis Sánchez de Río, santo y
mártir; y por el otro por la creciente persecución y ataque que hacia ella se ha dirigido. Durante
este tiempo la Iglesia ha sido calumniada por defender, con argumentos, su fe. Han sido tres los
sacerdotes asesinados en los últimos meses llegando a quince en lo que va del sexenio, más los
desaparecidos, incluyendo también los atentados contra religiosos, seminarista y periodistas
católicos. Esto es síntoma de que el gobierno ya no puede controlar el crimen organizado y se
escusa difamando la moral de las víctimas. Es de reflexionar que México sea más inseguro para el
ejercicio del ministerio sacerdotal que países como Siria, donde los cristianos son perseguidos por
los musulmanes. La violencia en México es también producto de las malas decisiones de los
gobernantes al tomar medidas de acción para encontrar la paz, sumado a la falta de compromiso y
trabajo por el bien común de los ciudadanos.

Este panorama es también reflejo del ambiente mundial: lleno de realidades opuestas donde
encontramos países que viven en su aparente paz a costa de seguir provocando pobreza y
marginación en las naciones más débiles y necesitadas. De igual manera la violencia y la muerte
reinan en las guerras a lo largo del globo. Podemos decir: el mundo muere de frío porque ha
matado al amor.

Ante toda esta situación que toca el ambiente político y religioso en el mundo, somos testigos, en
la propia carne, que nuestro corazón está cansado de ser azotado por los efectos del mal; que
nuestra humanidad no está hecha para estar sometida bajo el yugo del pecado; experimentamos
lo difícil que es andar en este valle de lágrimas. Ahora, esta navidad es un tiempo propicio para
meditar frente al sencillo y sublime actor de amor de parte de Dios para con nosotros y decir Ve,
señor Jesús. Ven a nuestra vida para darle un sentido y un parte aguas para no resignarnos sino
peregrinar con esperanza hacia tu encuentro, ven a este mundo sediento de tu amor.

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