Professional Documents
Culture Documents
En los años 30, Shinichi Suzuki (1898-1998) hizo una simple observación,
“¡todos los niños hablan japonés!”. De hecho, todos los niños del mundo, y
desde las más antiguas civilizaciones, crecen con un método educativo
perfecto: su lengua materna. Todos los niños son capaces de aprender a
través de la escucha, la imitación y la repetición y desarrollar esta habilidad.
“La gente de hoy en día es como los jardineros que miran tristemente sus
arbolitos secos y menean la cabeza, diciendo que las semillas no eran buenas,
sin percatarse de que la simiente era buena, pero su método de cultivo estaba
equivocado”.
Hay varios factores que afectan a este problema. En la primaria, los alumnos
tienen que seguir el plan de estudios obligatoriamente, sin considerarse su
naturaleza humana. Se les impone un número de materias difíciles que van en
aumento, y al no ser capaces de asimilar la información al ritmo de la clase,
comienzan a desanimarse y a no progresar. Este hecho les generará
desconfianza y frustración, y repercutirá en su desarrollo personal.
A esta situación se une que los padres, “justifican” a sus hijos diciendo “nació
así, es que no le gusta estudiar, etc.”, en vez de motivarles y crear el ambiente
o entorno idóneo para desarrollar sus capacidades y ayudarles a ser mejores
personas.
del padre, diga “yo también quiero tocar”. Su primera pieza sonará todos
los días en casa y en la clase observará la clase de su madre y del resto
de los niños. Se crea así el ambiente apropiado para el niño.
Iniciar a los niños con la diversión de jugar, haciendo que este espíritu les guíe
en la dirección correcta es la manera en que se debería comenzar toda
enseñanza para niños.
En su libro, Suzuki describe un ejemplo con un árbol: “Se planta una semilla en
la tierra. No vemos cuándo comienza la germinación. Tenemos que esperar
pacientemente. No podemos escarbar en la tierra para ver si la planta crece
realmente; hacerlo sería destruirlo todo. De pronto, nace un brote. Es toda una
ilusión y satisfacción verlo crecer. Al mismo tiempo, la raíz, oculta en el suelo,
se hace fuerte y adquiere la potencia necesaria para convertirse en un árbol
grande y vigoroso”.
“Lo que se es a los tres años, se es a los cien”, (viejo proverbio japonés)