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By Sefiro
Dicen por ahí que aun cuando el tiempo es frío, a veces puede tornarse
cálido y provocar incendios del hielo cristalino. Aun las cenizas pueden volver a
volar... regresar a la chimenea y nunca más salir. Algunos dicen que el mundo
acabará por fuego y otros dicen que será obra del hielo. Y si se probara el deseo,
seguramente se creería en el fuego y si se tuviera que morir dos veces, los que
conocen el odio, saben que el ser destruido por el hielo, es adecuado y también
es suficiente.
Joshua por su parte, desde que conoció a Lantis y antes de que llegara
Mirage a su selección de entrenamiento, consideraba la vida desde un punto de
vista muy particular. Jamás aceptaba una derrota. Para él, lo importante era estar
entre los mejores. Y la manera en que todos pudieran rendirle tributo, seria
preparando bajo su cuidado al que sería el nuevo capitán de la guardia para
cuando el Zar abdicara a favor de su primogénito. Tenía años para entrenar al que
le redituaría sus años de esfuerzo. Y supo que había encontrado al que lo haría
ser el más grande en la figura del pequeño Lantis. Siendo Lantis igual que él hasta
en lo más extraño, era tan sencillo entrenarlo como para un pájaro emprender el
vuelo. Lantis era para el como su hijo y Joshua era para Lantis como su padre.
La manera en que Lantis decidió ser alumno de Joshua fue muy extraña. Es
cierto, Joshua era el mejor de los maestros pero también era cierto que era de los
más posesivos y exigentes. Y siendo Lantis tan libre como el viento, sabia que
jamás podría acostumbrarse a estar siempre bajo el cuidado y mirada de Joshua
por los años que se dedicara a estar con el. Así que el pequeño Lantis rehuía los
procesos de selección. Sabia que algún día tendría que terminar en manos de
Joshua, eso era algo que no se encontraba a discusión. Pero también sabía que si
podía retrasar ese momento, lo haría. No porque no le agradara su maestro, al
contrario, pero siendo tan igual a el, sabia que sus entrenamientos se volverían
hasta cierto punto intolerables. Pero después de algunos tropiezos por parte de
Lantis con otros entrenadores que simplemente no podían lidiar con su espíritu
indomable y de algunos ruegos por parte de Joshua para que se convirtiera en su
alumno, Lantis decidió que seria el alumno mas brillante que la corte del Zar
pudiera encontrar como candidato a uno de los mas grandes honores rusos. Y así
lo hizo. Lantis siempre estaría ahí con su maestro, desafiándolo, retándolo,
aprendiendo y queriéndolo como a su padre pero con la conciencia de que tarde o
temprano, lo que él lograra en todos esos años, se lo debería a Joshua. Y todo lo
que él hiciera en el futuro de sus hazañas, Joshua se lo debería a el. Además,
siendo como padre e hijo, ¿qué cosa más natural que estar juntos siempre?
Y lo lógico era que el único alumno predilecto de Joshua fuera Lantis. Sin
embargo, tenía que llegar un día donde por decreto imperial, Joshua tuviera que
entrenar a los futuros soldados rusos. Y fue que Mirage llego a la selección de
Joshua.
Mirage realmente nunca supo como fue que llego ahí. Y menos cuando
Lantis se convirtió en su amigo y confidente. Mirage no podía comprender porque
Lantis podía contarle sus cosas siendo que el era tan diferente del alumno
predilecto de Joshua como lo son un zafiro de un rubí. Sin embargo, a Mirage le
encantaba estar con Lantis y practicar con el debido a la admiración que le tenía.
Pero pronto se dio cuenta que si quería estar con Lantis, también tendría que estar
con Joshua. Y eso le daba miedo, tanto miedo que ni siquiera podía verle los ojos
a su maestro aunque lo intentara. Pero Lantis influyó en el con su clásico encanto
para que tratara de comprender que el autoritario y frío maestro, no lo era en
realidad. Mirage siendo así de pequeño como era, pensó ingenuamente que Lantis
decía eso por ser tan apegado como un hijo a Joshua. Pero al comenzar a tratarlo,
Mirage comenzó poco a poco a perderle el miedo a Joshua, excepto claro, cuando
tenían entrenamiento de esgrima.
Así pues, durante los veranos donde la nieve era blanda y el sol apenas
calentaba, Lantis y Mirage se divertían juntos. Al ser dos pequeños tan diferentes,
cada uno se enriquecía con la manera de ser del otro. Y Joshua sabía que eso
beneficiaba a sus dos discípulos. Joshua al verlos sabía que Lantis era el
destinado a obtener el tan preciado cargo de la corte imperial y que Mirage seria
uno de los soldados bajo su mando. Joshua solía decir que a ambos pequeños los
quería por igual. Pero el y Lantis sabían que su relación era mucho mas estrecha
que la que Joshua pudiera establecer algún día con Mirage.
Siempre y cada vez que Joshua tenia que ir al Palacio, llevaba consigo a
Lantis. Mirage jamás iba y nunca suplicó por hacerlo. No porque no tuviera ganas,
sino porque dentro de su mente infantil, él sabia que su maestro al que amaba
más que a su hijo era a Lantis y no a él. Además, para todos era conocido que el
alumno predilecto era Lantis. Pero tuvo que pasar que un día, Mirage cayera del
caballo y destrozara su fusta. Así que Joshua tuvo que llevar a ambos niños con él
al palacio para que después de que el cumpliera con sus obligaciones imperiales,
pudiera llevar a Mirage a comprar una nueva fusta.
Lantis siempre que iba al Palacio, corría a jugar con los niños de la corte.
No sólo Lantis tenía talento para la esgrima, también lo tenia para hacer amigos y
acoplarse, tal como su maestro. Sin embargo, Mirage no era así. A el le costaba
mucho acercarse a las personas, así que cuando Joshua les mandó que fueran a
jugar, solo Lantis obedeció. Mirage se quedo al lado de su maestro sin saber que
hacer. Esto enfado a Joshua, quien le ordenó de manera severa que fuera a jugar,
que era una orden necesaria para su entrenamiento, puesto que no era posible
que alguien que tuviera que ser miembro de las tropas imperiales tuviera ese tipo
de actitud. Además, Joshua consideraba que a Mirage le hacia falta entrar al
mundo real, aquel mundo que lo esperaba y al cual Mirage siempre se había
rehusado a ir. Así que ignorando la carita llorosa del pequeño Mirage, le ordenó
que tratara con los niños de la corte, tal y como Lantis con su típica naturalidad lo
hacía. Joshua permaneció ahí hasta que el pequeño Mirage caminó hacia los
demás. Y fue en ese momento que el maestro se preguntó la diferencia de cariño
que lo unía a sus dos discípulos. A Lantis lo amaba, era su pequeño, aquel que
veía como su hijo y como su extensión. A Mirage lo estimaba, sentía cariño por el,
pero al ver que Mirage prefería mejor sacrificar su temor a acercarse a los demás
que a desobedecerlo, le hizo creer que quizás también pudiera llegar a querer a
Mirage tanto como quería a Lantis. Y se retiro de ahí viendo como el mas pequeño
de sus discípulos trataba de acoplarse al mundo real tal y como el le había dicho.
Pero para ese momento, Lantis había llegado ahí tomado de la mano de su
maestro Joshua quien observó la escena, molesto de que Mirage lo hubiera
desobedecido cuando le había ordenado jugar con Lantis y los demás. Así que
comenzó a llamarle la atención a Mirage delante de Yakov. Mirage podía lidiar con
eso, de cualquier manera, se había acostumbrado a que Joshua continuamente lo
regañara hasta llegar a la burla y delante de Lantis. Pero cuando Yakov intervino,
preguntándole a Joshua que porque regañaba a Mirage, si este decía que era un
ángel, Mirage solo atinó a ver con ojos de súplica a los de su maestro para que no
destruyera las ilusiones del pobre niño. Joshua muy a pesar suyo y en contra de
cómo era siempre su actitud, al ver la cara de Mirage, le contesto al
desconcertado Yakov que el era su maestro. Inocentemente, Yakov osó
preguntarle a Joshua que era lo que el podía enseñarle a un ángel como Mirage a
lo que Joshua replicó que él era quien le enseñaba como volar. Yakov contento, se
despidió de Lantis, de Joshua y de Mirage y fue que Joshua comprendió que
realmente eso era lo que hacía con Mirage. Le enseñaba a volar, o bien, le
enseñaba a entrar al mundo real al cual tarde o temprano Mirage se vería
sometido pero de una manera algo diferente de cómo lo hacía con Lantis puesto
que ambos eran distintos, pero quizás era esa diferencia lo que los hacia tan
queridos ante sus ojos. Y Lantis, con un amargo sabor en sus labios, frunció por
primera vez el ceño al ver como su maestro Joshua podía haber entendido lo que
Mirage intentaba al darle algo de esperanza al pobre de Yakov pero no a la
manera a la que el hubiera intentado hacerlo, igual a la de Joshua, muy lejos de
las palabras que Mirage pronunció. Sintió que quizás podía tener celos por vez
primera de su amigo. Pero también comprendió que de ninguna manera, podía ver
como contrario a su amigo, su casi hermano pequeño puesto que su maestro
Joshua siempre seria de él y Mirage estaba destinado a estar con ellos por el
momento que durara el entrenamiento. En el futuro, el destino era para Joshua y
Lantis, no para Mirage puesto que el estaría en otro orden, el de los soldados
rusos, mientras que Lantis estaría para siempre al lado de su maestro en la corte
imperial. Así que después de eso, ambos niños junto a Joshua abandonaron el
palacio marchando de regreso hacia la aldea, no sin antes comprar el reemplazo
de la destrozada fusta de Mirage.