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ICE INSIDE THE HEART

By Sefiro

Rusia. Tiempo indefinido. Un maestro y dos pequeños alumnos.

Dicen por ahí que aun cuando el tiempo es frío, a veces puede tornarse
cálido y provocar incendios del hielo cristalino. Aun las cenizas pueden volver a
volar... regresar a la chimenea y nunca más salir. Algunos dicen que el mundo
acabará por fuego y otros dicen que será obra del hielo. Y si se probara el deseo,
seguramente se creería en el fuego y si se tuviera que morir dos veces, los que
conocen el odio, saben que el ser destruido por el hielo, es adecuado y también
es suficiente.

Su maestro se llamaba Joshua. Su mejor amigo se llamaba Lantis. Y su


propio nombre no tenía importancia, pero era el de Mirage.

El ambiente de estar sentado en el hielo, brillante como el diamante, no era


lo que le preocupaba a pesar de tener las manos completamente reventadas por
el frío. Nunca le había importado tener que estar ahí pensando solo. Muchas
veces, Joshua lo había regañado hasta la burla argumentando que era parte de su
educación. Y así lo entendía Mirage. Pero ese momento era diferente. No era
como los demás. Mirage había cometido un error en su entrenamiento. Y ese error
era el que lo hacia estar ahí.

El pequeño Mirage no contaba con más de 7 años. Era el alumno mas


pequeño de Joshua, el que lo haría miembro de las defensas de la tropa imperial
del Zar. El mismo sabía, que jamás lograría ser capitán de la guardia. A lo mucho,
debido a su poca experiencia y a su carácter ingenuo, llegaría a ser soldado. Eso
no le importaba mucho. Mientras el fuera un buen elemento, podría vivir sin los
honores de encontrarse dentro de la corte imperial. Además, sabia que Joshua
entrenaba a su mejor amigo para que se convirtiera en capitán de la guardia como
tenía que ser.
Lantis era el mejor amigo de Mirage. O al menos, así lo creía el. Lantis era
para el como su hermano mayor, el que había cuidado de él desde el mismo
momento en que Joshua decidió entrenarlos conjuntamente. Lantis era una
persona que conocía de la mayoría de los aspectos que cualquier niño de 8 años
pudiera haber vivido siendo tan libre como los cisnes que vuelan ocultando con
sus alas el sol que se refleja en los lagos congelados de Rusia. El era el destinado
para dar el honor a su maestro Joshua como capitán de la guardia en el futuro.
Lantis encerraba siempre algún misterio en sus ojos. Mirage nunca podía
determinar el por qué de ese misterio. Simplemente que cuando Lantis veía a
cualquiera que se cruzara en su camino, el relámpago que pasaba por sus pupilas
era tan extraño que a veces, tenía que cerrar los ojos hasta estar seguro que
había apagado aquella chispa. El misterio que ocultaban aquellos ojos negros de
obsidiana solo podía disolverse cuando veían a una persona. Quizás sería porque
para esa otra persona, no había misterio en Lantis como para todos los demás.
Quizás porque la esencia misma de Lantis no era suya sino prestada. Lantis era
como aquellos templarios que relatan las leyendas. Fuertes, gloriosos, hermosos e
inteligentes. Era el líder que llevaba en sus manos el escrito vencedor de todas las
historias. Lantis era el predilecto de Joshua, y como no serlo si en los ojos de
Lantis se encontraba el misterio que solo los ojos de su maestro podían descifrar.

Y Mirage era lo opuesto a Lantis. Si bien Lantis podía definirse como la


extensión de su maestro Joshua en todos los aspectos, Mirage era como tratar de
mezclar el agua con el aceite. Desde el mismo día que Joshua y Lantis conocieron
a Mirage, supieron que habían encontrado el opuesto que tanto necesitaban. El
hecho de que Mirage fuera una persona tímida que trataba con el mayor de los
esfuerzos de acoplarse a los duros entrenamientos a los que los sometía Joshua,
no le impedía saber que su destino era muy diferente del reservado para Lantis.
Además, Mirage admiraba a Lantis secretamente. Deseaba tener la libertad de la
que Lantis gozaba. Además, con su encanto, Lantis acaparaba la atención de
todos los que lo veían entrenar arduamente, o bien acaparar las atenciones de su
maestro debido a lo parecidos que eran ambos. Y siendo así, Mirage aceptaba ese
hecho aunque muchas veces, deseó ser siquiera por un minuto como Lantis. Tanto
así lo admiraba.

Joshua por su parte, desde que conoció a Lantis y antes de que llegara
Mirage a su selección de entrenamiento, consideraba la vida desde un punto de
vista muy particular. Jamás aceptaba una derrota. Para él, lo importante era estar
entre los mejores. Y la manera en que todos pudieran rendirle tributo, seria
preparando bajo su cuidado al que sería el nuevo capitán de la guardia para
cuando el Zar abdicara a favor de su primogénito. Tenía años para entrenar al que
le redituaría sus años de esfuerzo. Y supo que había encontrado al que lo haría
ser el más grande en la figura del pequeño Lantis. Siendo Lantis igual que él hasta
en lo más extraño, era tan sencillo entrenarlo como para un pájaro emprender el
vuelo. Lantis era para el como su hijo y Joshua era para Lantis como su padre.

La manera en que Lantis decidió ser alumno de Joshua fue muy extraña. Es
cierto, Joshua era el mejor de los maestros pero también era cierto que era de los
más posesivos y exigentes. Y siendo Lantis tan libre como el viento, sabia que
jamás podría acostumbrarse a estar siempre bajo el cuidado y mirada de Joshua
por los años que se dedicara a estar con el. Así que el pequeño Lantis rehuía los
procesos de selección. Sabia que algún día tendría que terminar en manos de
Joshua, eso era algo que no se encontraba a discusión. Pero también sabía que si
podía retrasar ese momento, lo haría. No porque no le agradara su maestro, al
contrario, pero siendo tan igual a el, sabia que sus entrenamientos se volverían
hasta cierto punto intolerables. Pero después de algunos tropiezos por parte de
Lantis con otros entrenadores que simplemente no podían lidiar con su espíritu
indomable y de algunos ruegos por parte de Joshua para que se convirtiera en su
alumno, Lantis decidió que seria el alumno mas brillante que la corte del Zar
pudiera encontrar como candidato a uno de los mas grandes honores rusos. Y así
lo hizo. Lantis siempre estaría ahí con su maestro, desafiándolo, retándolo,
aprendiendo y queriéndolo como a su padre pero con la conciencia de que tarde o
temprano, lo que él lograra en todos esos años, se lo debería a Joshua. Y todo lo
que él hiciera en el futuro de sus hazañas, Joshua se lo debería a el. Además,
siendo como padre e hijo, ¿qué cosa más natural que estar juntos siempre?

Y lo lógico era que el único alumno predilecto de Joshua fuera Lantis. Sin
embargo, tenía que llegar un día donde por decreto imperial, Joshua tuviera que
entrenar a los futuros soldados rusos. Y fue que Mirage llego a la selección de
Joshua.

Mirage realmente nunca supo como fue que llego ahí. Y menos cuando
Lantis se convirtió en su amigo y confidente. Mirage no podía comprender porque
Lantis podía contarle sus cosas siendo que el era tan diferente del alumno
predilecto de Joshua como lo son un zafiro de un rubí. Sin embargo, a Mirage le
encantaba estar con Lantis y practicar con el debido a la admiración que le tenía.
Pero pronto se dio cuenta que si quería estar con Lantis, también tendría que estar
con Joshua. Y eso le daba miedo, tanto miedo que ni siquiera podía verle los ojos
a su maestro aunque lo intentara. Pero Lantis influyó en el con su clásico encanto
para que tratara de comprender que el autoritario y frío maestro, no lo era en
realidad. Mirage siendo así de pequeño como era, pensó ingenuamente que Lantis
decía eso por ser tan apegado como un hijo a Joshua. Pero al comenzar a tratarlo,
Mirage comenzó poco a poco a perderle el miedo a Joshua, excepto claro, cuando
tenían entrenamiento de esgrima.

La esgrima era el deporte favorito de Joshua y por consecuencia de Lantis.


Cuando ambos practicaban, no había movimiento que fuera predecible y
trabajado. Al contrario, aun cuando Joshua intentara cambiar el movimiento del
florete, Lantis hacia exactamente lo mismo de tan unidos que eran. Sus
movimientos eran sincronizados y seguros. Nadie podía practicar directamente
con Joshua excepto Lantis. Pero un día, Mirage a petición de Lantis, intentó
practicar con Joshua. Y el resultado fue desastroso. Simplemente no podían
congeniar los movimientos del florete debido a la diferencia tan tremenda de
pensamiento, movimientos y acción que Mirage tenia con Joshua y Lantis. Así que
Mirage, decidió dejarlo por la paz. Quizás Mirage no era tan bueno en la esgrima
como lo era Lantis. Pero si lo era cuando trataba junto con Joshua de que Lantis
no fuera tan maleducado como solía ser. Porque Lantis siempre le llevaba la
contra a Joshua para hacerlo enfadar durante los entrenamientos. Algunas veces
funcionaba y otras no. Y Joshua, sabiendo como le molestaba a Lantis ser
comparado, hacia enojar al pequeño poniéndole de ejemplo el carácter dulce y
apacible de Mirage que jamás llego a replicarle alguna encomienda a su maestro.

Así pues, durante los veranos donde la nieve era blanda y el sol apenas
calentaba, Lantis y Mirage se divertían juntos. Al ser dos pequeños tan diferentes,
cada uno se enriquecía con la manera de ser del otro. Y Joshua sabía que eso
beneficiaba a sus dos discípulos. Joshua al verlos sabía que Lantis era el
destinado a obtener el tan preciado cargo de la corte imperial y que Mirage seria
uno de los soldados bajo su mando. Joshua solía decir que a ambos pequeños los
quería por igual. Pero el y Lantis sabían que su relación era mucho mas estrecha
que la que Joshua pudiera establecer algún día con Mirage.

Siempre y cada vez que Joshua tenia que ir al Palacio, llevaba consigo a
Lantis. Mirage jamás iba y nunca suplicó por hacerlo. No porque no tuviera ganas,
sino porque dentro de su mente infantil, él sabia que su maestro al que amaba
más que a su hijo era a Lantis y no a él. Además, para todos era conocido que el
alumno predilecto era Lantis. Pero tuvo que pasar que un día, Mirage cayera del
caballo y destrozara su fusta. Así que Joshua tuvo que llevar a ambos niños con él
al palacio para que después de que el cumpliera con sus obligaciones imperiales,
pudiera llevar a Mirage a comprar una nueva fusta.

Lantis siempre que iba al Palacio, corría a jugar con los niños de la corte.
No sólo Lantis tenía talento para la esgrima, también lo tenia para hacer amigos y
acoplarse, tal como su maestro. Sin embargo, Mirage no era así. A el le costaba
mucho acercarse a las personas, así que cuando Joshua les mandó que fueran a
jugar, solo Lantis obedeció. Mirage se quedo al lado de su maestro sin saber que
hacer. Esto enfado a Joshua, quien le ordenó de manera severa que fuera a jugar,
que era una orden necesaria para su entrenamiento, puesto que no era posible
que alguien que tuviera que ser miembro de las tropas imperiales tuviera ese tipo
de actitud. Además, Joshua consideraba que a Mirage le hacia falta entrar al
mundo real, aquel mundo que lo esperaba y al cual Mirage siempre se había
rehusado a ir. Así que ignorando la carita llorosa del pequeño Mirage, le ordenó
que tratara con los niños de la corte, tal y como Lantis con su típica naturalidad lo
hacía. Joshua permaneció ahí hasta que el pequeño Mirage caminó hacia los
demás. Y fue en ese momento que el maestro se preguntó la diferencia de cariño
que lo unía a sus dos discípulos. A Lantis lo amaba, era su pequeño, aquel que
veía como su hijo y como su extensión. A Mirage lo estimaba, sentía cariño por el,
pero al ver que Mirage prefería mejor sacrificar su temor a acercarse a los demás
que a desobedecerlo, le hizo creer que quizás también pudiera llegar a querer a
Mirage tanto como quería a Lantis. Y se retiro de ahí viendo como el mas pequeño
de sus discípulos trataba de acoplarse al mundo real tal y como el le había dicho.

Mirage se acerco a los niños. Lantis lo admitió de inmediato, y los demás lo


hicieron puesto que Lantis lo había dicho. Sin embargo Mirage no se sentía dentro
del juego. Así que pronto lo abandonó y fue a pasear a los jardines reales donde
encontró a un niño harapiento que pedía limosna mientras los carruajes reales
eran solemnemente acondicionados para los paseos de la Zarina. Lantis
simplemente continuó el juego donde siempre él era el protagonista y quien
decidía la suerte que cada niño debía tener. Pero Mirage, escondiéndose de ser
visto para no tener que ir a jugar como su maestro se lo había ordenado, se
acercó al harapiento niño que veía tristemente como el sol se ponía detrás. No
sabiendo que hacer, Mirage abrazó al pobre niñito que lloraba desconsolado su
tragedia personal. El niño después de llorar en el hombro de Mirage, le contó que
su nombre era Yakov. Y Mirage le respondió con una sonrisa que tranquilizó el
alma del harapiento niño. Así que Yakov le preguntó a Mirage si el era un ángel a
lo que Mirage, incapaz de destrozar por segunda vez en aquel dia los sentimientos
de Yakov, le respondió que sí.

Pero para ese momento, Lantis había llegado ahí tomado de la mano de su
maestro Joshua quien observó la escena, molesto de que Mirage lo hubiera
desobedecido cuando le había ordenado jugar con Lantis y los demás. Así que
comenzó a llamarle la atención a Mirage delante de Yakov. Mirage podía lidiar con
eso, de cualquier manera, se había acostumbrado a que Joshua continuamente lo
regañara hasta llegar a la burla y delante de Lantis. Pero cuando Yakov intervino,
preguntándole a Joshua que porque regañaba a Mirage, si este decía que era un
ángel, Mirage solo atinó a ver con ojos de súplica a los de su maestro para que no
destruyera las ilusiones del pobre niño. Joshua muy a pesar suyo y en contra de
cómo era siempre su actitud, al ver la cara de Mirage, le contesto al
desconcertado Yakov que el era su maestro. Inocentemente, Yakov osó
preguntarle a Joshua que era lo que el podía enseñarle a un ángel como Mirage a
lo que Joshua replicó que él era quien le enseñaba como volar. Yakov contento, se
despidió de Lantis, de Joshua y de Mirage y fue que Joshua comprendió que
realmente eso era lo que hacía con Mirage. Le enseñaba a volar, o bien, le
enseñaba a entrar al mundo real al cual tarde o temprano Mirage se vería
sometido pero de una manera algo diferente de cómo lo hacía con Lantis puesto
que ambos eran distintos, pero quizás era esa diferencia lo que los hacia tan
queridos ante sus ojos. Y Lantis, con un amargo sabor en sus labios, frunció por
primera vez el ceño al ver como su maestro Joshua podía haber entendido lo que
Mirage intentaba al darle algo de esperanza al pobre de Yakov pero no a la
manera a la que el hubiera intentado hacerlo, igual a la de Joshua, muy lejos de
las palabras que Mirage pronunció. Sintió que quizás podía tener celos por vez
primera de su amigo. Pero también comprendió que de ninguna manera, podía ver
como contrario a su amigo, su casi hermano pequeño puesto que su maestro
Joshua siempre seria de él y Mirage estaba destinado a estar con ellos por el
momento que durara el entrenamiento. En el futuro, el destino era para Joshua y
Lantis, no para Mirage puesto que el estaría en otro orden, el de los soldados
rusos, mientras que Lantis estaría para siempre al lado de su maestro en la corte
imperial. Así que después de eso, ambos niños junto a Joshua abandonaron el
palacio marchando de regreso hacia la aldea, no sin antes comprar el reemplazo
de la destrozada fusta de Mirage.

Durante el trayecto, Mirage, que caminaba siempre unos pasos atrás de


Lantis y de Joshua, observó como su maestro le obsequiaba un dulce a Lantis. Y
no le dió nada a Mirage. Y es por eso que se apartó viendo como Lantis disfruta
del dulce que Joshua le había obsequiado. Y el pequeño terminó sentado sobre la
nieve con las manos reventadas por el frío por no haber traído consigo sus
guantes para protegerse. Mirage sabía que no le molestaba el hecho de que
Joshua no le hubiera dado un dulce a él puesto que siempre pasaba de esa
manera. Joshua siempre era dulce con Lantis y frío con el. Pero no podía evitar
que le doliera. Mirage los quería a ambos con toda el alma y desgraciadamente
para su corta edad, no tenía manera de saber si el significaba algo para ellos tan
importante como lo que en sí ellos compartían. Porque siempre lo habían dejado
afuera de su círculo y por más que tratara, por más que intentara ser bueno en el
entrenamiento o tratar de ser tan bueno en la esgrima como Lantis, siempre lo
dejaban rezagado y por más que quería, no podía entrar. Y sabía que de ese trío
de alumnos y maestro, el que salía sobrando era él. Quizás el tuviera que ser
como Lantis para aspirar a ser amado por todos y por Joshua pero simplemente
es algo que no se podía. Y se preguntaba si había sido un error haberse
conectado con su maestro un instante tan sólo por no destruir las esperanzas de
Yakov delante de Lantis. Quizás fue un error... o no lo fue... pero simplemente
piensa que lo es.

Lantis y Joshua solo observaban al pequeño Mirage rezagado. Aun ellos


tenían pendiente un torneo de esgrima. Pero quizás Joshua y Lantis, al ser iguales
o al menos parecidos, pensaran que aunque Mirage fuera un tanto diferente, el
estaba dentro de ellos. Sin embargo, ese día no estaba destinado a ser en el que
se lo dijeran, así que se retiraron dejando a Mirage pensando en su error. El
tiempo siempre es mucho... y algún día se lo dirán. Y rieronn al ir a tomar los
floretes y poner en práctica la relación de maestro y alumno que jamás se
rompería.

La risa parecía confundirse en el hielo con la resonancia de campanas


llenando de emociones a Mirage que no puede entender. Las risas se convierten
en pequeñas dagas que se hunden en el alma de Mirage, tal y como Lantis había
sentido. Pero Lantis tiene la ventaja de ser como es, mientras Mirage comprende
que ha llegado el momento de decir adiós. Hasta cierto punto, no solo era el
destino que sucediera la insignificancia que había ocurrido, también eran ciertas
las planicies cristalizadas de hielo que hacían ver tanto a Lantis como a Mirage la
multiplicidad de sus diferentes caras, algo que sin duda, habían aprendido de
Joshua. Y quizás dijera adiós. Pero no ese día. No en ese momento. Y pensó
como curiosamente, su propio nombre no es otra cosa más que un espejismo. Y
corrió al lado de Lantis que lo abrazó explicándole lo mucho que deseaba derrotar
en esa práctica a Joshua quien simplemente suspira sabiendo que siempre era lo
mismo con sus dos niños, uniéndose para hacerlo esforzarse, y sacarle canas
verdes juntos mientras la noche cubría la escasa luz naranja que aun quedaba
haciendo cada vez más imposible la aurora boreal.

Las estrellas pueden o no regir el destino. Pero ciertamente, jamás regirán


los sentimientos. Si se cae en la tentación como un niño, es porque se elige esa
opción. Algunas son buenas, otras son malas, pero lo único bueno es que nadie te
juzga, solo te oye o te habla. Lo que se escoge no es por la presión, es solo
porque es la opción que se escoge y no hay nada que pueda hacerse. Escogemos
la vía de la verdad, la vía de la mentira y nadie es ángel tal y como Yakov pensó
de Mirage, o como Joshua piensa de Lantis. Y aun así, simplemente se es
humano y si las estrellas se equivocan o cometen errores, tal como los Dioses lo
hacen... o como lo hacemos nosotros... quizás es que no todo este predestinado.
Así muchas veces el hielo puede encontrar en más hielo a su diferencia, en
el fuego a su similitud... y en ambos al espejismo que los une.

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