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En un pueblito de Lima,
nuestra Santa Limeña nació el
20 de abril de 1586, cuyos
padres se pusieron muy felices
por ello le pusieron por nombre
Isabel.
Sus padres fueron
Don Gaspar Flores,
viejo militar y Doña Ella tomó como
María Oliva. modelo a Santa
Catalina de Siena.
A pesar de las
burlas de
sus padres
y sus amigos
Por la hermosura y
el color de su
rostro lo llamaban
Rosa.
- Nuestra santa fue bautizada con el
nombre de Isabel Herrera, como su
abuela (así consta en el registro de
bautizos de la parroquia de San
Sebastián, realizado por don Antonio
Polanco:
- "En Domingo día de Pascua del
Espíritu Santo, 25 de Mayo de 1586,
bauticé a Isabel, hija de Gaspar Flores
y María de Oliva,
fueron padrinos Hernández de Valdez
y María Orozco".
- Pero un hecho singular provoca que
su madre la empiece a llamar Rosa.
- Ya en su vida mortal, Rosa de
Santa María atrajo bendiciones
espirituales y materiales a quienes
se encomendaban a sus oraciones.
- Ahora en el cielo, no dejará de
pedir por nosotros, derramando las
bendiciones que Dios le dispensa,
en recompensa del continuo amor
que Ella tuvo al Altísimo y a nuestra
Santísima Madre.
- Pidamos con generosidad
confianza. Rosa está atenta a
nuestras peticiones.
Pasan los años; Isabel va a recibir
el Sacramento de la Confirmación
en manos del gran Toribio de
Mogrovejo, Arzobispo de Lima
en ese entonces.
El Arzobispo le dice:
“Rosa, yo te confirmo”
Aunque su educación fue limitada como era costumbre
S
en esa época, Rosa aprendió a leer y a escribir,
E
varios instrumentos musicales: arpa,
En cierta ocasión,
V
citara, vihuela, y siendo ya mayor
su madre le coronó con
se dedicó a coser y a
una guirnalda de flores para lucirla
I
bordar; así se
ante algunas visitas y Rosa se clavó con
U
ganaba la
una horquillas de la guirnalda en la cabeza, con
vida.
la intención de hacer penitencia de aquella vanidad.
Q
Rosa le decía constantemente a su madre:
También junto a
su casa existía
un pequeño pozo
donde iba para
jugar con los
pajaritos…
Rosa pasó los 3 últimos años de su vida
en la casa de Don Gonzalo de Massa,
un empleado del gobierno, cuya esposa
le profesaba particular cariño.