a ética aplicada es el examen filosófico, desde un
punto de vista moral, de cuestiones concretas en la vida privada y pública de juicio moral. La ética aplicada constituye una de las áreas más prolíficas y actuales de la filosofía contemporánea. Los que hacen ética aplicada desarrollan su trabajo en varias áreas de la sociedad donde la ética posee un papel relevante. Trabajan en ámbitos como la bioética, la ética empresarial, la ética ambiental, la ética legal, la ingeniería ética, la ética de la comunicación, la ética del ciberespacio, etc. Estos y muchos otros ámbitos, donde se lleva a cabo un intento de tratar con problemas éticos que surgen en la vida cotidiana, constituyen el objeto de estudio de la ética aplicada. En una primera noción de ética aplicada, podría parecer redundante, puesto que la ética misma es una filosofía práctica, una filosofía de la acción; sin embargo, esa filosofía práctica que Sócrates ejerciera en el Ágora, quiere decir, en el centro de la vida ciudadana de Antenas, con el transcurso del tiempo fue poniendo cada vez más el acento en sus componentes teóricos, hasta casi reducirse en los últimos siglos a una reflexión sobre los fundamentos de las normas. La moral es el conjunto de normas de comportamiento generalmente aceptadas por una sociedad, por ello, la moral y la ley suelen estar íntimamente relacionadas. En cambio, la ética es la reflexión sobre las diferentes moralidades que se dan en las sociedades, por ello, la ética supone una actitud crítica sobre la moral y sobre las leyes. La ética aplicada es un nuevo enfoque surgido en 1960 en Estados Unidos, vinculado directamente con situaciones concretas, en la que se destaca la resolución práctica de las controversias morales del ejercicio profesional . En este enfoque se da importancia al contexto, al análisis de las consecuencias y a la toma de decisiones, para la elaboración de prescripciones que se ejercen en los sectores de las prácticas sociales y profesionales. La ética aplicada tiene como campos de interés la bioética, la ética profesional, la ética empresarial y la ética ambiental Entre las tareas de la ética aplicada como una ética especial se encuentran: 1) dilucidar en qué consiste lo moral en las situaciones específicas, distinguiendo esto de los restantes campos prácticos como el jurídico, político o religioso. 2) Intentar fundamentar lo moral aportando las razones para que haya moral o bien denunciar que no la hay. 3) Intentar la aplicación de los principios éticos descubiertos a los distintos ámbitos del campo profesional en cuestión Como se observa, la ética aplicada es una faceta contemporánea del debate entre teoría y práctica. Surge de la vuelta de los filósofos hacia las teorías morales que definen la noción del bien (el sistema moral) y la deliberación que permite la justificación del acto moral. Este regreso es resultado, en el campo de las ciencias, de las dos caras de la ciencia: una de progreso, es decir, mejoramiento de las condiciones de vida: salud, hábitat, etc., y la otra que presenta peligros como la degradación del ambiente, manipulación técnica del ser humano, etc. A partir de la creciente proliferación de estos problemas éticos se solicitó a los filósofos que dieran su opinión, esclareciendo los asuntos y participaran en la formación y enseñanza especializadas. En este enfoque ético vinculado directamente con situaciones concretas, se destaca la resolución práctica, dando mayor importancia al contexto, al análisis de las consecuencias y a la toma de decisiones. Es por ello que la ética aplicada es más prescriptiva que reflexiva, debido también a las características de los sectores en que se aplica, como el de las prácticas sociales y profesionales. Así, el interés principal de la ética aplicada es el de proponer caminos normativos a partir del análisis de los casos particulares . La ética aplicada da la impresión de que es una disciplina que funciona a partir del descubrimiento de los principios éticos, y una vez descubiertos, se limita a aplicarlos a los ámbitos y casos concretos, siguiendo el modelo de racionalidad del silogismo deductivo. Este es el llamado modelo casuístico, al que suele recurrir en ocasiones la bioética, y que funciona por analogía de casos, pero considerando las consecuencias y el contexto particular. Sin embargo, la ética aplicada ha ido ampliando su campo de acción y hoy día plantea que la solución de casos concretos no debe ser lo único, sino que es preciso diseñar los valores, principios y procedimientos que en los diferentes casos deberían tener en cuenta los afectados. Actualmente se trata de utilizar un procedimiento de carácter retórico y práctico, entendiendo por retórico el arte de realizar juicios probables sobre situaciones individuales y concretas. En este tipo de juicios, que alcanzan probabilidad, no certeza, la solución de los conflictos no se alcanza por la aplicación de axiomas formulados a priori, sino por el criterio convergente de todos los hombres, a lo menos de los más prudentes y sabios, expresados en formas de máximas prácticas de actuación [Cortina, 1993, 174]. Es decir, ahora hay que reflexionar acerca de las propias experiencias y formularlas en forma de método porque se ha advertido, aunque resulte imposible llegar a acuerdos con otros especialistas, en el terreno de los principios éticos, pueden ponerse de acuerdo en ciertas máximas de acción para orientarse en los casos concretos. Ahora bien, la ética aplicada admite que algunos ámbitos requieren de un tipo de reflexión distinta, como es el caso de la bioética, la educación o la moral cívica. Por lo que en los procesos de toma de decisiones es preciso, en primer lugar, tomar en cuenta el tipo de actividad de la que nos ocupamos (médica, económica, ecológica, informática, periodística, etc En la ética aplicada, las decisiones se dejan para que sean tomadas en cada caso por los afectados, o por sus representantes, desde el marco deontológico que los considera como interlocutores válidos, si bien los argumentos que se aportan pueden proceder de distintas tradiciones éticas. También hay que decir que los principios han de ser seguidos mientras no entren en conflicto con otros de igual rango, y en caso de que entren en conflicto, son los afectados o sus representantes los que tienen que decidir, a partir de los datos, llegando a una decisión personal.