Unidos a la primera guerra mundial. Participantes: Chavely López # 18. Josué Mosquea # 34. Jeudy Manuel # 01 Wilbet Alexander # 24 Elianny Mena # 21 Esta gran guerra, la Primera Guerra Mundial, grande por sus terribles consecuencias no por su propia grandeza, que se desarrolló de 1914 a 1918, enfrentó a las poderosas potencias europeas en una lucha fratricida; donde los importantes intereses territoriales y de control sobre los países colonizados por estas tuvieron una parte fundamental en su comienzo y desarrollo. Estados Unidos ya emergía entonces como una potencia mundial tras su expansión territorial y su gran crecimiento económico e industrial. Y la guerra supuso una enorme fuente de ganancias para las compañías norteamericanas, debido a que se requería todo tipo de productos para abastecer las necesidades urgentes de los contendientes: desde alimentos a toda clase de armamentos, materiales o equipos. No solo suministraron a los países combatientes, especialmente a Gran Bretaña, sino que también lo hicieron a los mercados tradicionales de estos, que ahora habían quedado sin poder ser abastecidos. Hacia abril de 1917 habían enviado mercancías a Europa por un valor superior a dos mil millones de dólares, esto era mucho dinero y un motivo muy serio para que desde el mundo de los negocios y desde el gobierno vinculado a él se decidiese un apoyo decidido hacia la guerra. El presidente Wilson fue muy claro ya en 1917 respecto a atender los deseos del poderoso sector empresarial, incluido el uso de la violencia, olvidándose del mercado libre y de la libre competencia, y también del supuesto pacifismo con el que ganó las elecciones: Las concesiones obtenidas por los financieros deben ser salvaguardadas por los ministros del Estado, incluso si la soberanía de naciones remisas fuese ultrajada en el proceso… las puertas de las naciones que están cerradas deben ser echadas abajo En la guerra, como es habitual, nadie jugaba limpio, los británicos bloqueaban los puertos a Alemania y Alemania utilizaba la nueva tecnología militar, los submarinos, para controlar el flujo marítimo. A su vez EE.UU. en modo alguno se mantenía neutral, enviando armas a Gran Bretaña. En Norteamérica se estaban extendiendo, y ganando apoyo social, las organizaciones que defendían los derechos de los empleados y de los que poseían menos bienes. Esto preocupaba profundamente al mundo de los negocios, que temía seriamente perder el control sobre la sociedad. Como la élite económica no parecía que ganaba muchos adeptos por sus “buenas acciones” y por su “ejemplo”, pensaron que seguramente la guerra pondría fin al pensamiento crítico y reivindicativo, al imponerse por la fuerza los sentimientos nacionalistas, belicistas e intolerantes que brotan cada vez que suenan las trompetas de la guerra. El presidente norteamericano Woodrow Wilson había prometido ser neutral y no entrar en esa guerra antes de ser elegido en las elecciones. Pero el mundo empresarial y financiero presionaba a favor de la guerra, porque además de suponer un gran negocio serviría para tener controlada a la población de su país; que cada vez estaba más insatisfecha y desencantada por la crisis que se extendía por la nación. Estados Unidos tenía un importante problema respecto a entrar en la guerra en Europa a favor de algún contendiente, en este caso del lado de Gran Bretaña y contra Alemania, ya que había unos ocho millones de personas de descendencia germana y cuatro y medio de procedencia irlandesa, que no tenían precisamente mucho aprecio a los ingleses. Para cambiar la opinión pública, de forma que una población contraria a entrar en una contienda bélica con los europeos se convirtiese en una nación dominada por la histeria y la intolerancia, se requirió de una intensa manipulación de las mentes de los norteamericanos.