Juan Antonio Mayorga Ruano (Madrid, 6 de abril de 1965) es un dramaturgo
español. Su dramaturgia, profunda y comprometida y metódica ha
traspasado las fronteras de nuestro país para ser traducido y representado en los principales teatros europeos, como el Royal Court, inglés. Es colaborador asiduo de compañías como Animalario y ha trabajado como adaptador y dramaturgista para el Centro Dramático Nacional y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Fue miembro fundador de la Academia de las Artes Escénicas de España y actualmente dirige la Cátedra de Artes Escénicas de la Universidad Carlos III de Madrid. El 12 de abril de 2018 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Es un dramaturgo comprometido con la realidad social política actual. En su teatro la palabra es el elemento central. Biografía Nació en 1965, se crío en el barrio madrileño de Chamberí. En 1988 se licenció en Filosofía y en Matemáticas. Amplió sus estudios en Münster, Berlín y París. En 1997 obtuvo el doctorado en Filosofía. La producción teatral de Juan Mayorga Profesor de Matemáticas a partir de 1994, enseño en institutos de Madrid y Alcalá de Henares durante cinco años. Es también profesor de Dramaturgia y de Filosofía en al Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Ha dirigido el seminario y pensamiento en el teatro contemporáneo en el Instituto de Filosofía del CSIC y es director de la Cátedra de Artes Escénicas de la Universidad Carlos III de Madrid. Dramaturgia El Astillero. En 1993, junto a los dramaturgos José Ramón Fernández, Luis Miguel González Cruz y Raúl Hernández Garrido fundó el Teatro de El Astillero. Previamente, con estos autores dramáticos, había coincidido en el taller de Marco Antonio de la Parra. También colaboró Angélica Liddelll y más tarde, Guillermo Heras, que montó sus obras y publicó algunos textos. El Astillero era un proyecto vanguardista, un espacio de reflexión teatral, abierto al ensayo de nuevas ideas, con algunos proyectos descabellados, pero siempre con un vivo intercambio de ideas. En 2008 Mayorga afirmó: El Astillero empezó siendo el lugar de encuentro de algunos autores que coincidimos en un taller de Marco Antonio de la Parra, en el que también estaba Angélica Liddell. Quedábamos para leer nuestros textos y para comentarlos. Luego, se nos unió Guillermo Heras, que empezó a ponerlos en escena y a publicarlos. Y todavía sigue siendo para nosotros un espacio de agitación, de encuentro y de migración de ideas. Siento que les debo mucho tanto a El Astillero como a Guillermo. El proyecto de El Astillero se deshará en el año 2010. En 2011 fundó la compañía La Loca de la Casa, (es como Santa Teresa de Jesús llamaba a la imaginación). Por fin, Juan Mayorga se propone dirigir con un claro objetivo: conseguir una doble reunión, primero con los actores y luego con la ciudad con la que en 2012 puso en escena su obra La lengua en pedazos y en 2015, su obra Reikiavik. La lengua en pedazos es un combate entre un guardián de la iglesia y una monja desobediente llamada Teresa de Jesús. La pelea tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios. Se basa en el personaje de Santa Teresa de Jesús, monja descendiente de cristianos nuevos, lo que unido al hecho de que resultaba sospechoso que una mujer escribiese, y más si escribía con la imaginación y la inteligencia de Teresa, la convierten en uno de los personajes más fascinantes y complejos del siglo XVI español. Nuestra lengua española le debe mucho a Teresa de Jesús, dueña de una palabra igual de poderosa cuando pinta las criaturas celestiales que cuando habla de las gentes. A partir de todo lo anterior me propuse arraigar palabra y personaje en una situación ficticia pero verosímil en cuyo centro estuviese la grave decisión tomada por la todavía monja de la Encarnación de abrir, con gran riesgo para sí para las que la seguían, el monasterio de San José: la primera de sus fundaciones. Su antagonista será el Inquisidor, aquel con quien ella estaba destinada a encontrarse y medirse. El Inquisidor acorrala a la monja con incómodas preguntas, la enfrenta a momentos de su vida que acaso ella querría olvidar y prende en su corazón la duda que, como todo en Teresa, es un incendio. Y poco a poco, en el diálogo entre ambos personajes va apareciendo un tercero: la lengua misma, que transforma vidas y hace y deshace mundos. Reikiavik es un combate en toda regla que recrea el duelo que se desarrolló en el verano frío y lluvioso de 1972 de la capital islandesa entre el entonces campeón del mundo de ajedrez, el soviético Borís Spassky y el retador norteamericano, Bobby Fischer. Más allá de un combate de piezas blancas contra negras, Reikiavik es la historia de dos genios que ponen en juego muchas partidas, no solo la suya, sino también la de las dos potencias enfrentadas, Estados Unidos contra la Unión Soviética, la libertad frente a la dictadura, que van tensando la cuerda en torno a ese tablero de un juego que quieren ganar a toda costa. El Cartógrafo En al Varsovia de nuestros días, Blanca oye la leyenda del cartógrafo del gueto. Según esa leyenda, un viejo cartógrafo se empeñó, mientras todo moría a su alrededor, en dibujar el mapa de aquel mundo en peligro., pero como sus piernas ya no lo sostenían, como él no podía buscar los datos que necesitaba, era una niña la que salía a buscarlos para él. Blanca tomará por Reikiavik es un combate en toda regla que recrea el duelo que se desarrolló en el verano frío y lluvioso de 1972 de la capital islandesa entre el entonces campeón del mundo de ajedrez, el soviético Borís Spassky y el retador norteamericano, Bobby Fischer. Más allá de un combate de piezas blancas contra negras, Reikiavik es la historia de dos genios que ponen en juego muchas partidas, no solo la suya, sino también la de las dos potencias enfrentadas, Estados Unidos contra la Unión Soviética, la libertad frente a la dictadura, que van tensando la cuerda en torno a ese tablero de un juego que quieren ganar a toda costa. El Cartógrafo. En la Varsovia de nuestros días, Blanca oye la leyenda del cartógrafo del gueto. Según esa leyenda, un viejo cartógrafo se empeñó, mientras todo moría a su alrededor -durante la II Guerra Mundial, Varsovia fue ocupada por los alemanes y confinaron a los judíos en el llamado gueto de Varsovia-, en dibujar el mapa de aquel mundo en peligro, pero como sus piernas ya no lo sostenían, como él no podía buscar los datos que necesitaba, era una niña la que salía a buscarlos para él. Blanca tomara por verdad la leyenda y se lanzará a su vez, obsesivamente a la búsqueda del viejo mapa y, sin saberlo, a la búsqueda de sí misma. El cartógrafo es una obra –un mapa- sobre esa búsqueda y sobre aquella leyenda. Sin embargo, en toda la obra no hay ninguna acción escabrosa del terror o de lo espantoso que envuelve al Holocausto. No se produce ningún acto de violencia física, ni veremos a ningún malvado nazi, ni siquiera a un taimado delator. Cualquier propensión a lo melodramático ha sido cortada en seco. Las sensaciones de profunda desazón se despiertan más bien a raíz de sucesos del día a día. El tesón de Blanca, su fuerte inquietud ante las dificultades para reconstruir el rompecabezas del pasado, su angustiada contrariedad por no conseguir su propósito, su ansia al ver cómo los vestigios del gueto se le escurren entre los dedos de la manos, el sentimiento trágico que amenaza al anciano Cartógrafo consecuencia del riesgo que le acecha, o la alegría ingenua y audaz en su inocencia de la nieta, incapaz de presentir el terror que se cierne sobre ella. Hablando sobre esta obra, Mayorga nos muestra su concepción del teatro: El teatro no puede hacer del espectador un testigo, pero acaso sí un portador de testimonio. No puede resucitar a los muertos, pero si construir una experiencia de la pérdida. No puede hablar por las víctimas, pero sí hacer que se escuche su silencio. El teatro, arte de la palabra pronunciada, puede hacernos críticos y combativos, más vigilantes, más valientes contra la dominación del hombre por el hombre. Al proyecto del olvido de los verdugos y de sus herederos debería oponerse un teatro de la memoria que participe en el combate contra la docilidad y el autoritarismo”. “Mi sueño es que, al ver la obra en escena, algún espectador encuentre el mapa que yo no he sabido encontrar. En su teatro la palabra es el elemento fundamental: Las palabras pueden crear paisajes, emociones, sentimientos, miedos y pesadillas, y también sueños. De ahí surge mi fe en la palabra leída, pero también en la palabra pronunciada, palabra hecha voz. En su teatro, las Matemáticas, la Filosofía y el teatro van de la mano. Uno de los problemas fundamentales de la Filosofía es el misterio del tiempo. Filosofía y Teatro nacen juntas en Atenas. El teatro nace para interpelar a los dioses y para que unos nos interpelemos a otros. Algunos grandes filósofos, como Sófocles en Antígona, han sido capaces de hacer concreto lo abstracto: presentar una paradoja filosófica, una situación problemática de una forma sensible. El teatro en ocasiones es capaz de hacer visible una pregunta para la que el filósofo todavía no tiene palabra. Por lo tanto, el teatro no ha de buscar una Filosofía que lo prolongue, es decir que el teatro ha de ser capaz de suscitar preguntas al filósofo. Para mí la Filosofía es un plan de vida, no es una asignatura entre otras. Así todos estamos llamados a cuestionarnos permanentemente todo: quiénes somos, nuestra relación con los demás, qué es educar, la familia, la sociedad... Las Matemáticas le han ayudado como dramaturgo en la medida en que el matemático busca presentar lo complejo como sencillo. Entonces, La Matemática es también un arte de la imaginación, y es capaz de presentar lo muy complejo como muy sencillo y en eso se basa también el teatro. El actor ha de ser capaz de dar cuenta del estado de un personaje con una mirada; el dramaturgo, con una frase o con una acción, ha de dar cuenta de un personaje, una situación o una época. El texto sabe cosas que el autor desconoce. En el teatro de Mayorga, la escena original básica es la escena del encuentro entre dos seres humanos, y estos pueden verse como obstáculos, presas, enemigos, y cada una de estas visiones genera acción. Pero también pueden verse como alguien a quien ayudar, un amigo, y esto también genera acción. Así en La historia del erizo y del zorro la ve como una versión de ese encuentro, hay uno que ataca y otro se defiende, pero sabe defenderse bien. Lo útil, lo política y moralmente útil podría ser que el espectador reconociese a esos personajes de algún modo en sí mismos, pero para que eso suceda yo tengo que sentir que esos personajes son parte de mí. Por lo tanto, cualquier obra es autobiográfica, pero su valor depende de su capacidad de expresar a otro, a cada uno de los espectadores. El teatro tiene la capacidad de construir un encuentro de cada uno de nosotros con nuestro doble, que no es una copia sino otra posibilidad de nosotros mismos. Hay personajes por los que no siento ninguna simpatía, como el Comandante de Himmelweg o José María Aznar, pero tengo que ponerme en sus zapatos. Hoy se ha producido un redescubrimiento del teatro, entendido como arte de la reunión y de la imaginación. Ahora cada vez hay menos ocasiones para encontrarse, así, van a desaparecer la plaza, el mercado... Y en este sentido, el teatro es un lugar que te exige salir y encontrarte con otros. Sales del teatro Lo útil, lo política y moralmente útil podría ser que el espectador reconociese a esos personajes de algún modo en sí mismos, pero para que eso suceda yo tengo que sentir que esos personajes son parte de mí. Por lo tanto, cualquier obra es autobiográfica, pero su valor depende de su capacidad de expresar a otro, a cada uno de los espectadores. El teatro tiene la capacidad de construir un encuentro de cada uno de nosotros con nuestro doble, que no es una copia sino otra posibilidad de nosotros mismos. Hay personajes por los que no siento ninguna simpatía, como el Comandante de Himmelweg o José María Aznar, pero tengo que ponerme en sus zapatos. Hoy se ha producido un redescubrimiento del teatro, entendido como arte de la reunión y de la imaginación. Ahora cada vez hay menos ocasiones para encontrarse, así, van a desaparecer la plaza, el mercado... Y en este sentido, el teatro es un lugar que te exige salir y encontrarte con otros. Sales del teatro teatro y comentas si había mucha o poca gente, si se reían mucho o no si aplaudieron al final o no el esfuerzo del actor(es). En definitiva, en el teatro se hace asamblea. Y a la vez ha habido un redescubrimiento del teatro como arte de la imaginación. La pantalla de televisión no exigen tu participación sino solo de tu actitud receptiva. En el teatro, hay que volver al teatro ateniense, es decir, que lo que esta en nuestro futuro es un teatro para la polis, un teatro político, que convoca a la ciudad para representar las posibilidades de la vida humana y que ofrece al espectador una ocasión para imaginar. Se trata de pedirle al espectador que comparta, que cree el mismo, sienta un gozo o descifre una ininteligibilidad o que relacione dos elementos. Creo que es eso hacia lo que vamos o hacia lo que hay que ir. En cuanto a la relación entre el arte y el poder, creo, como lector de Kafka, que del poder no debe esperarse nada, siempre hay que desconfiar de él, empezando por el poder de uno mismo. Y, en consecuencia, debo desconfiar de cualquier galardón, de cualquier crítica. Por lo tanto, el teatro debe ser libre, porque lo que necesita son un actor elocuente y un espectador cómplice; así, nuestro arte no es totalmente libre, pero si comparativamente libre, y por tanto ha de exigirse más, ha de ser más responsable. El estado natural del teatro es la ruina, porque en ella lo que nos encontramos es el teatro mismo, el teatro ateniense, es decir, un actor pidiendo la complicidad a un espectador. Aspiro a que mis obras sean útiles, merecedoras de una adaptación, generadoras de una conversación, si no dentro de mucho tiempo, sí al menos la próxima semana. Entonces no escribo para la coyuntura, sino con una exigencia y quizás por eso no ceso de reescribir porque soy humilde, pero también ambicioso y pretendo entregar a la comunidad teatral los textos más ricos, más complejos y al mismo tiempo más eficaces dramáticamente. Por ejemplo La paz perpetua es una obra sobre el mal necesario, no es una obra solo sobre el terrorismo, sino que la pregunta es cómo defender, dar seguridad a nuestros cuerpos sin que perdamos nuestro espíritu, sin que estos resulten envenenados. Influencias Mayorga afirma que Filosofía y Teatro nacen juntos para hacerse preguntas y enfrentarse con los conflictos del hombre, su relación con los dioses, la definición de palabras importantes como: belleza, justicia, bien, amistad. Y es que el teatro da que pensar. El teatro no ha de espirar a una filosofía que lo legitime, ha de aspirar a provocar una filosofía que lo prolongue. Ha de tener una capacidad para suscitar preguntas. Y, desde luego, esa capacidad ha sido probada con obras como Antígona, de Sófocles, o Un enemigo del pueblo, de Ibsen. El teatro es la representación de acciones humanas que encarnan por su propia naturaleza una filosofía. Así hay pensamiento filosófico en La vida es sueño o El Rey Lear, obras evidentemente filosóficas, que junto a las dos anteriores, plantean buenas preguntas al espectador, están provocando de inmediato la reflexión del espectador. Así, el arte tiene que hacer preguntas en lugar de dar respuestas. Hay un gran arte, y en particular un gran teatro, que nos clava al pregunta en el corazón. Y eso lo consiguen estas cuatro obras. . Mayorga reconoce su admiración por la obra y el pensamiento de Walter Benjamin: Soy deudor de Benjamin, hasta el punto de que la autointerpretación de mi trabajo le es deudora. Hay motivos, estrategias y fines de mi trabajo, tanto filosófico como teatral que han sido ahormados por Benjamin. Por ejemplo La figura de la traducción que es fundamental en mi teatro, la meditación sobre la violencia, la centralidad del pasado fallido, todos esos son motivos benjamininanos En su libro Elipses, Mayorga analiza su gusto por adentrarse en personajes violentos y poderosos: Creo que mi misión cuando construyo un personaje como el Hombre Bajo de Animales nocturnos, como el Comandante de Himmelweg, es que el espectador no se sienta frente a un monstruo respecto del que él se siente inocente, sino que expermente hasta que punto resuenan en él los argumentos de ese personaje, sienta su afinidad a él, como en un momento dado digo, en qué medida yo me reconozco en Caín, o al menos comprendo a Caín. La producción teatral de Juan Mayorga El crítico Marcos Ordóñez habla de ciertas referencias en la obra de Mayorga del teatro inglés de Tom Stoppard -sus obras de teatro abordan temas filosóficos, combinados con ingenio verbal y humor visual. Su complejidad lingüística, con sus dobles sentidos, chistes, insinuaciones y otros juegos de palabras, es una constante en su obra-, David Hare – dramaturgo comprometido, destacan sus obras que exploran ambigüedades complejas, caprichos cómicos y otras características resbaladizas de la memoria, de ahí el nombre de Teatro de memoria-. También se pueden apreciar la influencia de Ionesco –padre junto al irlandés Samuel Beckett, del teatro del absurdo, mediante el cual él hace de un texto burlesco, un juego dramático; y de un texto dramático un juego burlesco. Su obra, aparte de la mera ridiculización de situaciones banales, refleja la soledad de los humanos y la insignificancia de la adoración a ídolos vacíos, entre otros temas-, Pirandello – autor de un teatro filosófico, basado en la imposibilidad de un conocimiento objetivo de la realidad, y, por ello, la imposibilidad de una verdadera comunicación humana. Obras teatrales Juan Mayorga es autor de numerosas obras teatrales. Podemos distinguir entre su teatro de tesis, sus comedias, sus obras poéticas y sus piezas breves. Su primera obra, Siete hombres buenos, accésit del premio Marqués de Bradomín, la escribió con 24 años y aún no ha sido estrenada. Desde entonces, su dedicación al teatro ha sido creciente y suele escribir una o dos por año. Destacan títulos como: Siete hombres buenos (1989), Más ceniza –premio Calderón de la Barca- (1993), Cartas de amor a Stalin (1997), El Gordo y el Flaco (2001), Sonámbulo (2003), Himmelweg. Camino al cielo (2003), Animales nocturnos (2003), Job (2006), El chico de la última fila (2006), La tortuga de Darwin (2008), El cartógrafo (2009), La lengua en pedazos (2011), Reikiavik (2012), El arte de la entrevista (2014), Famélica (2014), El mago (2017), La intérprete (2018). Piezas breves Con el título de Teatro para minutos, Mayorga ha reunido 29 piezas breves. Sobre estas obras el propio Mayorga opina: “… Tampoco el valor de una obra teatral depende de su extensión, sino de su intensidad. Depende de su capacidad para recoger y transmitir experiencia. De la generosidad con que enriquezca en experiencia a sus espectadores. Cada uno de estas piezas quiere ser leída como una obra completa. Ello no excluye que un lector o una puesta en escena descubran pasadizos que comuniquen unas piezas con otras. Quizá algunos de esos pasadizos entre textos sean menos secretos para el lector que para quien los ha escrito. Al fin y al cabo, un texto siempre sabe cosas que su autor desconoce Algunos de los títulos de estas piezas breves son: El hombre de oro, Legión, El Guardián, Candidatos, Manifiesto comunista, Una carta de Sarajevo, Tres Anillos, La biblioteca del diablo, 581 mapas. Premios y Representaciones Entre otros ha obtenido los siguientes premios: Premio Europa Nuevas Realidades Teatrales (2016, Nacional de Teatro (2007), Valle-Inclán (2009), Ceres (2015), La Barraca (2013), Nacional de Literatura Dramática (2013), Premio Nacional de las Letras “Teresa de Ávila” (2016) y Max al mejor autor (2006, 2008 y 2009) y a la mejor adaptación (2008, 2013). Su teatro ha sido puesto en escena en numerosos en países de todo el mundo: Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Reino Unido, Argentina, Chile, Colombia, México, Estados Unidos, Australia, Canadá, Corea,… Y traducido a diferentes idiomas: alemán, francés, árabe, chino, inglés, japonés, italiano, ruso,… Ver una obra mía llevada al cine me resulta muy rico y además me pone a mí ante mi propia obra. Y eso es de agradecer porque te lleva a ver tu obra, las posibilidades y los límites de la misma desde otro lugar al que solo no hubiera llegado. Se trata de lenguajes distintos, que se parecen mucho, pero que son también más diferentes de lo que pudiera parecer a primera vista. Creo que el Teatro es el arte de la imaginación del espectador y el cine el arte de la imaginación del director. Su obra El chico de la última fila ha sido adaptada al cine por François Ozon en la película Dans la maison (Concha de oro a la mejor película y Premio del jurado al mejor guión en el Festival de San Sebastián 2012). Actualmente, Paula Ortiz está intentando adapta al cine La lengua en pedazos y El arte de la entrevista. Y también se quiere convertir en una opera La paz perpetua.