patrística. La “buena nueva” del cristianismo se propagó velozmente en la segunda mita del siglo I, alcanzando a Grecia y Roma. Los hombres carentes de un centro firme para los valores morales, se habían quedado, por así decirlo, solos con su destino individual y se debatían en el ansia de darle un valor y un significado. El cristianismo resultó ser la tabla de salvación que consistía en anunciar a los hombres de buena voluntad, independientemente de la raza o la clase social, el reino de Dios, o sea una renovación merced a la cual se establecerán en el mundo la justicia, y el amor. La “buena nueva” trajo consigo un nuevo ideal pedagógico: la formación del hombre nuevo y espiritual, miembro del reino de Dios. Los evangelios con sus parábolas e imágenes y los preceptos llenos de una simplicidad lineal eran elementos de una pedagogía nueva, ausente de intelectualismos. PRIMER PERIODO: El cristianismo para defenderse de los ataques y las herejías, tuvo que organizarse en un sistema de doctrina y se presentó a sí mismo como la verdad que la filosofía griega había encontrado sólo a medias. Identificó en este primer periodo filosofía y religión. Este periodo se extiende desde el 200 al 450 aproximadamente. Se consolidad la doctrina cristiana bajo una base lógica sólida. Contribuye la escuela de Alejandría fundada por Panteno en el 180 convirtiéndose en academia cristiana. Los padres orientales aprovecharon la educación clásica y la integraron a la educación cristiana. Los padres latinos se oponían a toda clase de enseñanza pagana. Que a ese anhelo no invitando a participar en nuevos arcanos ritos para ganar casi por obra de magia supervivencia o la salvación del alma individual, sino apelando a sentimientos superindividuales como la fraternidad, caridad y el amor limitado por el prójimo. 2. San Agustín Nombre: Aurelius Augustinus Hipponensis. El «Doctor de la Gracia» fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y según Antonio Livi uno de los más grandes genios de la humanidad. Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La ciudad de Dios sus obras más destacadas. San Agustín nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, una antigua ciudad en el norte de África sobre la que se asienta la actual localidad argelina de Souk Ahras, situada entonces en Numidia, una de las provincias del Imperio romano. Su padre, llamado Patricio, era un pequeño propietario pagano y su madre, la futura santa Mónica, es puesta por la Iglesia como ejemplo de mujer cristiana, de piedad y bondad probadas, madre abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aun bajo las circunstancias más adversas. Empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas y su corazón. Fue Ambrosio de Milán quien le hizo conocer los escritos de Plotino y las epístolas de Pablo de Tarso. Cuando llegó a Tagaste, Agustín vendió todos sus bienes y el producto de la venta lo repartió entre los pobres. Se retiró con unos compañeros a vivir en una pequeña propiedad para hacer allí vida monacal. Años después esta experiencia fue la inspiración para su famosa Regla. A pesar de su búsqueda de la soledad y el aislamiento, la fama de Agustín se extendió por todo el país. Agustín murió en Hipona el 28 de agosto de 430 durante el sitio al que los vándalos de Genserico sometieron la ciudad durante la invasión de la provincia romana de África. San Agustín expresa de manera paradójica la perplejidad que le genera la noción de tiempo: «¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Sí debo explicarlo ya no lo sé». A partir de esta perplejidad, ensaya una fecunda reflexión ontológica sobre la naturaleza del .tiempo y su relación con la eternidad Abbagnano, N. y A. Visalberghi. (1981). Historia de la Pedagogía. Madrid: Fondo de Cultura Económica. Abbagnano A., Visalbergui A. (1957). Historia de la Pedagogía. La educación cristiana primitiva y la patrística. México. https://es.slideshare.net/CarmenFB/la-educacion-primitiva-y-patristica