Toda celebración eucarística legítima es dirigida por el Obispo, ya sea personalmente, ya por los presbíteros, sus colaboradores. Cuando el Obispo está presente en una Misa para la que se ha reunido el pueblo, es muy conveniente que sea él quien celebre la Eucaristía. También el presbítero, que en la Iglesia, en virtud de la potestad sagrada del Orden, puede ofrecer el sacrificio, actuando en la persona de Cristo, preside al pueblo fiel congregado aquí y ahora. Después del presbítero el diácono, en virtud de la sagrada ordenación recibida, ocupa el primer lugar entre los que sirven en la celebración eucarística II. MINISTERIOS DEL PUEBLO DE DIOS • En la celebración de la Misa, los fieles forman la nación santa, el pueblo adquirido por Dios, el sacerdocio real, para dar gracias a Dios y ofrecer no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, la víctima inmaculada, y aprender a ofrecerse a sí mismos. • Formen, pues, un solo cuerpo, escuchando la palabra de Dios, participando en las oraciones y en el canto, y principalmente en la común oblación del sacrificio y en la común participación en la mesa del Señor. III. MINISTERIOS PECULIARES • El ministerio del acólito y del lector instituidos: El acólito es instituido para el servicio del altar y como ayudante del sacerdote y del diácono. A él compete principalmente la preparación del altar y de los vasos sagrados. El lector es instituido para proclamar las lecturas de la sagrada Escritura. • Otros oficios: Laicos que ayudan en el servicio del altar y la proclamación de las lecturas; el salmista; el coro; el sacristán; el comentarista; los que hacen la colecta; ostearios. IV. LA DISTRIBUCIÓN DE LOS OFICIOS Y LA PREPARACION DELA CELEBRACIÓN • Un solo sacerdote debe ejercer siempre el ministerio presidencial en todas sus partes. • Si están presentes varios que pueden ejercer un mismo ministerio, nada impide el que se distribuyan entre sí las diversas partes del mismo. 1. La misa con Pueblo • Por «Misa con pueblo» se entiende la que se celebra con participación de los fieles. • Lo que se ha de preparar: Cúbrase el altar con un mantel de color blanco. Sobre el altar, o cerca del mismo, dos candeleros con sus velas encendidas. También sobre el altar o cerca del mismo ha de haber una cruz con la imagen de Cristo crucificado. Prepárese también: el misal, el leccionario, el cáliz, el corporal, el purificador, la palia, el pan, las vinajeras, la bandeja para la comunión. En la sacristía, prepárese: alba, estola y casulla para el sacerdote; alba, estola y dalmática; albas u otras vestiduras legítimamente aprobadas.