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Jordi Sierra i Fabra

Virgilio es un niño al que no le gusta nada leer porque siempre había leído
por obligación, con las lecturas que le mandaban en el colegio, y, además,
no le interesaba, no le parecía entretenido.
Este curso, la profesora de lengua les ha obligado a leer un libro. Al principio
Virgilio deja pasar el tiempo hasta que ya le quedan pocos días para que
finalice el plazo que les ha dado la profesora, y, ya que no quiere suspender,
comienza a leerlo y por primera vez le gusta. Además, su autor iba a visitar
el instituto y Virgilio estaba deseando conocerlo. La charla del escritor fue
muy divertida y entretenida, ya que este sabía trasmitir su pasión por la
lectura y la escritura.
Al terminar la charla, Virgilio le preguntó al escritor que le diese una lista
con otros libros suyos o de otros autores, que fueran tan apasionantes. Pero
el escritor se limitó a decirlo que tenía que leer El Libro, que solo
encontraría en una biblioteca pública.
De camino a casa, se percató de la existencia de una biblioteca, a pesar de
que había pasado muchas veces por allí, solo está vez se dio cuenta de su
presencia.
Virgilio entró en la biblioteca, se acercó a donde estaba la bibliotecaria y le
dijo que estaba buscando El Libro. Esta le preguntó quién lo enviaba, y
Virgilio le respondió que el escritor. Al decirle esto, la bibliotecaria le señaló
una puerta. En la puerta había un rótulo que decía: “Todo lo imprescindible
para ser un gran humano reside aquí”. Virgilio abrió la puerta y se encontró
con una pequeña estancia con una mesa y una silla. Sobre la mesa había un
libro, titulado El fabuloso mundo de las letras. Virgilio, al ver las letras se
enfadó porque pensó que era un libro para niños pequeños. Sin embargo,
una voz interior le llevó a abrirlo y al hacerlo una intensa luz blanca salió del
libro y, además, la estancia y las paredes desaparecieron y en su lugar surgió
un bello jardín lleno de flores y plantas con un bonito día de sol.
A partir de aquí, Virgilio inicia un viaje por un mundo maravilloso formado
por letras: los árboles, las casas, las farolas, los monumentos, los palacios,
los animales del zoo, los músicos de la orquesta…
Virgilio realiza un viaje por el mundo de las letras acompañado del alcalde,
un señor que le enseña lo divertido y que es leer y jugar con las palabras ,así
como que los libros enseñan a uno a crecer y a madurar.
Mientras recorren los diferentes lugares del mundo de las letras el alcalde le
propone diferentes juegos, como los acertijos, las sopas de letras, los
crucigramas, los saltos de caballo, los palíndromos y los bifrontes.
Virgilio siente que va aumentando su interés por la lectura, por primera vez
se da cuenta de que la lectura y la escritura son un placer, pero a la vez una
enseñanza, ya que le da la libertad y la capacidad de experimentar sus
propios sentimientos y enseñanzas para la vida.
También se da cuenta de que cuando uno está leyendo, el tiempo no pasa,
ya que uno está atrapado por el tiempo inmortal de la obra. Por otro lado,
descubre que en el mundo de la lectura no existen las prisas del mundo
real, el tiempo se detiene cuando uno está absorto en una lectura.
Cuando pasaron por el hospital de las letras, el alcalde realizó la siguiente
reflexión sobre la forma de escribir de los jóvenes: los jóvenes escriben fatal
porque no leían y viceversa. Y en el jardín de infancia la afirmación que hizo
el alcalde fue que muchos niños pequeños nos leen porque los libros no
tienen dibujos.
Virgilio todavía vivirá momentos extraordinarios como conocer el
pasatiempo del alcalde o visitar El Palacio de los Sueños que es donde viven
los escritores muertos, donde podrá ver a muchos escritores famosos de
todos los tiempos e incluso hablar con alguno de ellos.
Cuando su visita ya ha terminado, Virgilio no quiere irse e intenta retrasar el
mayor tiempo posible su salida. Pero, finalmente, llega el momento de
regresar al mundo real. Para ello Virgilio debe resolver un acertijo para
poder cerrar la última página, ya que ningún libro se puede cerrar sin haber
leído la última página. Gracias a lo que ha aprendido con los diferentes
juegos lingüísticos que le ha ido planteando el alcalde, Virgilio ya tiene la
capacidad de resolver el acertijo lingüístico; así que logra resolverlo y vuelve
al mundo real, a la biblioteca.
Virgilio tiene miedo de que todo haya sido un sueño; pero, el crucigrama
que le había regalado el alcalde, estaba en su bolsillo y era una prueba de
que lo que había vivido era real.
Virgilio le dijo a la bibliotecaria que quería volver a leer El Libro, pero esta le
dijo que era imposible, que dispone de todos los demás libros de la
biblioteca, que eran tan divertidos y entretenidos como aquel. Virgilio
prometió pasarse al día siguiente por allí para leerlos.
Antes de regresar a casa, Virgilio fue al parque a ayudar a su amigo Tomás a
resolver el jeroglífico que le había planteado el profesor de Matemáticas.
Este libro se centra en el propio proceso de la lectura y la escritura. Es un
perfecto manual para acercar a los niños y a los jóvenes a la lectura y a la
escritura. Por un lado, muestra el divertimento que supone jugar con las
letras, mediante acertijos, crucigramas, sopa de palabras, palíndromos,
bifrontes… y a la vez una reflexión sobre los beneficios de la lectura, que
ayudan al lector a madurar y a crecer, a pensar libremente, a experimentar
sus propios sentimientos mientras realiza una lectura.
Por lo tanto, es un libro muy recomendable para alumnos de primero de la
ESO y fomentar el gusto por la lectura y la escritura mediante la diversión y
la imaginación que impregnan este libro. En un mundo dominado por las
redes sociales y la televisión, este libro reivindica el principio horaciano del
prodesse et delectare –divertir y aprovechar-.

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