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CONTENIDO EXAMEN 2DO PARCIAL

SEGUNDA PARTE:
EL SISTEMA NORMATIVO INDIANO
TÍTULO I
ANTECEDENTES Y
CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA
JURIDICO INDIANO

CAPÍTULO I
LA DOMINACIÓN CASTELLANA EN LAS INDIAS Y SU
FUNDAMENTO JURÍDICO
SECCIÓN I.-

POLIARQUÍA MEDIEVAL Y ESTADO


ABSOLUTO EN CASTILLA.
• Al igual que en otros países europeos, en la Castilla medieval
imperaba una poliarquía: aunque había un rey, su autoridad era muy
limitada y debía compartirla con una variada serie de poderes sin
coordinación entre sí, ni ámbitos de acción claramente definidos, tales
como la Iglesia, la nobleza feudal, las órdenes militares de caballería,
los órganos municipales, los gremios, etc.
• El poder de los monarcas castellanos se ejerció muy débilmente durante gran parte del
siglo XV. No fue sino hasta el reinado de Dª Isabel I y su marido D. Femando V,
conocidos como los Reyes Católicos, cuando los soberanos emprendieron un esfuerzo
deliberado para poner fin a la poliarquía y convertir al reino de Castilla en un estado
moderno de corte absolutista y centralista. Debilitaron notoriamente a la nobleza,
crearon un cuerpo permanente de funcionarios, disminuyeron la autonomía municipal
y sometieron a la Iglesia a su autoridad en muchos aspectos. También consiguieron
apoderarse del reino islámico de Granada e imponer en Castilla la unidad religiosa
católica, mediante la expulsión o la conversión forzosa de judíos y musulmanes.
• La presencia castellana en América habría de estar marcada siempre
por el constante temor de los reyes de que surgiese una situación
semejante a la de la Castilla medieval. Por estos motivos, la Corona se
opuso por todos los medios a su alcance al surgimiento en sus nuevos
dominios de una nobleza feudal que pudiese desafiarla, y
habitualmente se mostró también muy celosa de su supremacía sobre
la Iglesia.
SECCIÓN II.-

EL PRIMER VIAJE DE COLÓN Y LAS


BULAS PAPALES DE 1493.
• Aunque desde el siglo X los vikingos exploraron las regiones costeras
de Groenlandia y América del Norte e incluso establecieron allí
pequeñas colonias, sus viajes no consiguieron establecer vínculos
duraderos entre esas regiones y Europa.
• La toma de Constantinopla por los turcos en 1453 interrumpió rutas comerciales entre
Europa y Asia, obstaculizó las peregrinaciones cristianas a Tierra Santa y produjo hondas
inquietudes en los reinos europeos. Algunos de estos empezaron a desarrollar actividades
para contrarrestar a los musulmanes o para tratar de obtener productos orientales, como
las especias, que se habían convertido en bienes de altísimo precio. Como parte de estas
acciones, los portugueses efectuaron exploraciones marítimas a lo largo de la costa
africana, y la Corona de Castilla decidió enviar al almirante D. Cristóbal Colón hacia
occidente en 1492, para establecer con los reinos del Asia oriental relaciones
diplomáticas y comerciales y alianzas militares contra los musulmanes.
• Sin embargo, Colón encontró en las Antillas pueblos de cultura a primera vista muy simple, a los que no cabía

identificar con los chinos o japoneses. Juzgó que se encontraba en algunas islas del Asia sudoriental, a las que

ciertos viajeros y geógrafos daban el nombre genérico de “las Indias” y donde se tenía noticia que había algunos

pueblos de mucho menor desarrollo material y cultural que China o el Japón, y por ello denominó “indios” a los

habitantes de las islas caribeñas. En ellas, la expedición colombina no encontró especias, ni yacimientos minerales

de gran cuantía, por lo que el resultado de ese primer viaje, en términos financieros, fue muy poco significativo:

muy pequeñas cantidades de oro y algodón y algunas aves de colorido plumaje. A pesar de ello, se creyó que las

islas visitadas por Colón podían convertirse en puntos de aprovisionamiento o avanzadas comerciales en el trayecto

hacia el Asia, y por eso la Corona de Castilla se preocupó desde temprana fecha por obtener respaldo jurídico para

su presencia en esos territorios y evitar que otros monarcas europeos intentasen aprovecharse de la nueva ruta. Para

obtener un título válido de dominio sobre tales tierras, Castilla se dirigió a la Santa Sede, que en la Europa cristiana

seguía siendo la autoridad supraestatal más importante.


• Desde la perspectiva del Derecho Común europeo resultaba era comprensible la idea de recurrir
al Papado para conseguir un título jurídico de dominio sobre tierras cuyos habitantes no eran
cristianos. Ciertas doctrinas medievales consideraban al sumo pontífice como “señor del
mundo”, y le atribuían la facultad de disponer de los territorios de paganos e infieles en favor de
monarcas cristianos, que debían promover la evangelización.

• Colón regresó de su primer viaje en marzo de 1493. Tan solo dos meses después, en mayo, el
papa Alejandro VI expidió tres bulas en las cuales se concedían a los reyes de Castilla, “con
plena, libre y omnímoda potestad, autoridad y jurisdicción”, todas las islas y tierra firme
situadas al occidente de una línea trazada de polo a polo cien leguas al oeste de las islas Azores
y Cabo Verde. Los territorios al oriente de este meridiano corresponderían a la Corona de
Portugal. En septiembre de 1493, una bula adicional amplió la concesión en favor de los reyes
de Castilla a todas las islas y tierra firme que hubiese en la India.
• La beneficiaria del sector al oeste de la línea pontificia fue única y
exclusivamente la Corona de Castilla, sin ninguna participación de la
de Aragón, cuyos dominios estaban política y jurídicamente separados
de los de aquella, a pesar del matrimonio de sus monarcas. Por ello,
quienes formaron el grueso de la migración hacia las Indias fueron
súbditos de la Corona de Castilla, especialmente andaluces, castellanos
y extremeños.
• Los portugueses no objetaron las decisiones del Papado, pero plantearon
dudas sobre la línea trazada, que les dejaba un espacio geográfico muy
reducido para aprovechar las corrientes y vientos en la navegación atlántica;
además, no era clara, ya que los archipiélagos de Cabo Verde y las Azores se
encuentran en longitudes diferentes. Para resolver el asunto, Castilla y
Portugal en 1494 el tratado de Tordesillas, en el cual se sustituía la línea
pontificia por otra ubicada mucho más al oeste, y que fue aprobado por la
Santa Sede. Debido a este cambio, la costa oriental de Sudamérica,
correspondiente al actual Brasil, quedó bajo el dominio portugués.- 31 octu
• A pesar de las teorías que respaldaban la supremacía papal, las bulas
alejandrinas pronto fueron ignoradas por otros países europeos, especialmente
los que tenían actividades navieras importantes, como Inglaterra, Francia y los
Países Bajos, que se apoderaron de diversos territorios americanos. Ni siquiera
Portugal respetó el tratado de Tordesillas, ya que se adueñó en Sudamérica de
un territorio muchísimo más vasto de que lo debía corresponderle. También
tuvieron posesiones en América Dinamarca, Rusia, Suecia, la Orden de Malta,
Curlandia (Letonia) y Brandenburgo (Prusia).
SECCIÓN III.-
INCORPORACIÓN DE LAS
INDIAS A LA CORONA DE
CASTILLA.
• Las bulas papales de 1493 designaron como sucesores en los derechos de los Reyes Católicos a los futuros
monarcas castellanos. Esto significaba que las Indias quedaban irreversiblemente incorporadas o vinculadas a la
Corona de Castilla; es decir, los reyes castellanos no podían donarlas total ni parcialmente a otro monarca. Esto
fue confirmado en las Cortes celebradas en Valladolid en 1518. Ya para entonces se había adoptado oficialmente
para esos territorios el nombre plural de Indias, que habría de utilizarse durante toda la época absolutista y que
una ley de 1581 consignó como “Indias Orientales, y Occidentales, Islas y Tierra Firme del Mar Océano”. Otras
denominaciones, como América o el Nuevo Mundo, se emplearon sobre todo en el lenguaje coloquial o lírico.
No fue sino hasta el siglo XVIII (18) cuando, por influencia francesa, empezó a difundirse el nombre de América
y rara vez con carácter oficial. Cabe agregar, además, que si para diferenciarlo de las “verdaderas” Indias se
hubiese impuesto al continente otro nombre distinto del de las Indias, único mencionado en las bulas de
Alejandro VI (6), se habría puesto en evidencia un error geográfico suficientemente grave como para impugnar
la concesión papal de 1493.
• Para comprender el fenómeno de la incorporación de las Indias a la Corona de
Castilla, es oportuno recordar la situación de la península ibérica en aquellos
tiempos y analizar tres fenómenos jurídicamente distintos: la incorporación de un
reino o territorio a otro reino, la unión meramente personal entre reinos, y la
unión personal permanente entre reinos con la incorporación de sus Coronas.

• En el primer caso, la incorporación de un reino a otro, se estaba en presencia de


una anexión territorial, casi siempre debida a una conquista militar, que hacía
desaparecer las instituciones del reino incorporado. Así ocurrió, por ejemplo, con la
incorporación del reino musulmán de Granada al reino de Castilla.
• El segundo caso, el de la unión personal entre reinos, se daba cuando el monarca de uno de
ellos se convertía también en soberano de otro, generalmente por razones de matrimonio o
herencia, pero cada reino mantenía su independencia, sus leyes y sus instituciones. Esta era,
por ejemplo, la vinculación existente entre Castilla y Aragón, que se debía a un matrimonio
regio y podía romperse en ciertas circunstancias. Por ejemplo, cuando murió Dª Isabel de
Castilla y su hija Dª Juana I heredó la Corona de Castilla, D. Fernando el Católico continuó
reinando separadamente en Aragón hasta su muerte en 1516. D. Fernando tuvo con su
segunda esposa Dª Germana de Foix un hijo, D. Juan de Aragón, que murió a poco de nacer,
pero si hubiera sobrevivido, hubiera heredado el trono aragonés mientras su media hermana y
su descendencia reinaban en Castilla, y ambos países hubieran continuado separados.1 nov|
• El tercer caso, el de la unión personal permanente entre reinos con la incorporación de sus
Coronas, era más complejo. Se asemejaba al de la unión meramente personal en cuanto a
que también había un solo monarca rigiendo dos reinos distintos. La diferencia estribaba
en que el ligamen era indisoluble y las dos Coronas se vinculaban a perpetuidad. Así
ocurrió precisamente con los reinos de las Indias: las bulas papales de 1493 los
incorporaron a la Corona castellana, no al Reino de Castilla. En Derecho, esto significaba
que las Indias y Castilla eran reinos distintos, que tenían leyes e instituciones diferentes y
en principio solamente tenían en común la circunstancia de ser gobernados por el mismo
monarca. De acuerdo con lo dispuesto en las bulas papales, el vínculo entre ambos reinos
era indisoluble y perpetuo: las Indias no eran un patrimonio personal de los soberanos,
sino una parte indivisible de sus dominios.
• Cuando Francia, Inglaterra y otros países europeos impusieron su dominio político y militar en territorios ubicados

en América y otros continentes, adoptaron un modelo jurídico muy distinto de los enumerados. A esos dominios

se les dio la condición de colonias, que conllevaba para ellos una situación jurídica de inferioridad, dependencia y

subordinación con respecto al país europeo, que era denominado metrópoli. El caso de las Indias, jurídicamente

hablando, fue distinto. A pesar de que en la práctica el sistema implantado por la Corona de Castilla en los territorios

indianos presentó muchas características propias de un régimen colonial, las Indias nunca tuvieron la condición legal

de colonias ni se vieron subordinadas jurídicamente al Reino de Castilla. Se trataba de dos monarquías absolutas

distintas, no de colonias y metrópoli. Por este motivo tampoco es exacto, desde el punto de vista meramente

jurídico, hablar de una “época colonial” y en el contexto de una Historia del Derecho es preferible referirse a una

época absolutista, que se puede subdividir en dos grandes fases, correspondientes a los modelos de gobierno

implantados por las dos principales dinastías indianas: la época austriaca (siglos XVI (16) y XVII (17)) y la época

borbónica (siglos XVIII (18) y XIX 19).


• La existencia de las Indias como reino jurídicamente separado del de
Castilla sólo se interrumpió durante la breve época de la monarquía
constitucional (1812-1814 y 1820-1823), que fusionó los diversos
reinos hispánicos y las Indias en un solo Estado unitario, denominado
oficialmente con el nombre de Monarquía Española. Durante el
periodo constitucional, los territorios americanos fueron organizados
como provincias de España, en pie de igualdad con las provincias
ubicadas en la península ibérica.
SECCIÓN IV.-

EL FENÓMENO DE LA CONQUISTA Y
LAS PRIMERAS DUDAS SOBRE LA
VALIDEZ DE LA CONCESIÓN
PONTIFICIA.
• A partir de 1493, la Corona de Castilla tuvo en las bulas del Papa un título para
justificar su eventual dominio sobre las islas visitadas por Colón en su primer viaje. A
pesar de ello, los castellanos continuaron sin encontrar en las Antillas nada que les
resultase especialmente provechoso. Aunque en muchos castellanos seguían vigentes
las ideas medievales sobre el honor y la gloria, también era muy fuerte entre ellos el
interés característico del Renacimiento por el provecho económico, y el desengaño
generado por los escasos resultados pecuniarios de los viajes colombinos aumentó a
partir de 1498, cuando los portugueses lograron llegar a la verdadera India y hacerse
con el monopolio del tráfico marítimo y comercial entre Europa y los reinos de la
costa india.
• Los castellanos, frustrados en sus ambiciones comerciales, pronto empezaron a utilizar
a los indígenas de las islas antillanas como fuerza de trabajo esclava o servil en
explotaciones agropecuarias y mineras y a someterlos por la violencia. Comenzó así el
fenómeno de la Conquista, que puso de manifiesto la indiscutible superioridad militar
de los europeos, debida fundamentalmente a los caballos y las armas de fuego y acero,
y otras ventajas adicionales como la escritura, que les permitía comunicarse con
mucha mayor rapidez y exactitud. Los pueblos dominados pronto empezaron a ser
explotados brutalmente y sus sociedades se vieron desestructuradas por completo;
además, las enfermedades traídas por los europeos, contra las cuales los indígenas no
tenían defensas, provocaron una catastrófica mortandad. La Conquista implantó la
dominación política y militar de los castellanos sobre los indígenas, pero además
conllevó la dominación ideológica y económica. La religión católica se convirtió
también en un instrumento fundamental para mantener la estabilidad de la dominación
política y legitimar la conquista en aras de la evangelización.
• La Corona, tanto por imperativos éticos como para evitar que los conquistadores
hicieran surgir un sistema feudal en sus nuevos dominios, se opuso desde fecha
temprana a la idea de privar de la libertad personal a los indígenas antillanos y en
1500 los declaró vasallos libres, lo cual era una afirmación jurídica de su igualdad
con sus súbditos europeos. Esta política no dio resultados. La explotación de los
indígenas de las Antillas continuó de modo desmedido y fue empeorando conforme
se amplió el ámbito de las expediciones castellanas. Las denuncias de algunos
sectores del clero llevaron a la Corona a reunir en 1512 y 1513 grupos de juristas y
teólogos para estudiar la situación, y en ellas surgió la pregunta de si jurídicamente
los monarcas castellanos tenían algún título legitimo sobre las Indias .
• El criterio que imperó en las juntas fue consecuente con ciertas ideas derivadas
del Derecho común, según las cuales el papa era vicario universal de Jesucristo y
titular de una supremacía universal. Se concluyó que el pontífice tenía autoridad
sobre los indígenas y había actuado válidamente al someterlos a la Corona de
Castilla. Esta, por consiguiente, tenía dominio legítimo sobre las Indias y sus
habitantes. Pero aun así subsistía el problema de cómo podía exigirse a los
indígenas que obedeciesen a los reyes de Castilla, si no sabían que estos eran
ahora sus legítimos señores, y se decidió que debían explicárseles la nueva
situación y sus fundamentos legales, antes de exigirles la obediencia a la Corona.
• El método elegido para “informar” a los indígenas que estaban jurídicamente sujetos a la
autoridad del rey de Castilla fue absurdo e inadecuado. El jurista Juan López de Palacios
Rubios redactó un documento denominado el Requerimiento, que exponía las potestades
espirituales y políticas del papa y explicaba la concesión efectuada por él a favor de los
monarcas castellanos. Después de dar esta explicación a los indígenas y de requerirlos para
que reconociesen la autoridad religiosa de la Iglesia y el Papado, se sometieran a la autoridad
de los reyes de Castilla y permitiesen la predicación del cristianismo, se debía concederles
un plazo razonable para expresar su aceptación. Si la daban, conservarían su libertad y sus
bienes. Sin embargo los conquistadores debían advertir a los requeridos que si rehusaban
someterse a la Corona podrían perder sus bienes y ser esclavizados junto con sus familias
• Se partía, pues, de la idea de que los indígenas ya eran de previo súbditos del rey de Castilla y de que el
Requerimiento sólo procuraba imponer de hecho una autoridad que existía “de Derecho” desde 1493. Aunque
todo esto pueda parecer hoy un absurdo de trágicas consecuencias, respondía plenamente a la lógica del
Derecho Común y a la práctica europea de aquella época: el súbdito que hubiese sido debidamente enterado
de que tenía un nuevo señor legítimo y se negaba a aceptarlo, podía ser sometido mediante la violencia. En tal
hipótesis, la guerra era considerada como guerra justa. Por lo demás, cabe tener presente que ideas muy
semejantes a las de la junta de Burgos han continuado presidiendo la actitud de la comunidad internacional en
su conjunto con respecto a los pueblos indígenas y tribales. Aunque se exija a los gobiernos respeto a los
derechos humanos, se parte del supuesto de que todos los habitantes del respectivo territorio están bajo la
autoridad del Estado. Por eso, cuando ya en la segunda mitad del siglo XX en algunos países se tuvo por
primera vez noticia de la existencia de pueblos que hasta entonces habían permanecido ignorados por los
demás habitantes, no se puso en duda que el territorio donde habitaban formaba parte del respectivo país, ni se
discutió la validez de la autoridad estatal sobre los miembros de tales comunidades. Esto, para no hablar del
reparto colonial del África a fines del siglo XIX, efectuado por varias potencias europeas en negociaciones
diplomáticas, sin “informar” ni menos consultar a los pueblos afectados. 8 novi
• En la práctica, la utilización del Requerimiento fue una farsa. Muchos
conquistadores simplemente pasaron por alto su existencia; otros se
limitaban a cumplir con la formalidad de efectuar su lectura a considerable
distancia, antes de atacar militarmente a los indígenas. De todos modos,
aun en el supuesto de que se les tradujera y se les explicase el documento
con toda amplitud, cabía esperar que la reacción de los indígenas
“requeridos” fuera totalmente negativa y que se negaran a aceptar de buen
grado a una divinidad y a un monarca extranjeros y desconocidos.
• Incluso en el supuesto de que los indígenas estuviesen dispuestos a
convertirse al cristianismo, el fundamento jurídico del dominio
castellano podía ser objetado con argumentos que negaban
razonablemente la validez de la concesión. Por ejemplo, cuando se les
explicó el Requerimiento a unos reyes indígenas de Castilla del Oro (hoy
Panamá), se manifestaron dispuestos a aceptar la idea de un Dios único,
pero dijeron que el papa debía estar borracho al dar lo que no era suyo y
que el rey que lo aceptaba debía ser un loco.
SECCIÓN V.-

LAS POLÉMICAS SOBRE LOS JUSTOS


TÍTULOS Y LA REINTERPRETACIÓN
OFICIAL DE LAS BULAS.
• Si se negaba legitimidad a la concesión pontificia, ¿qué otro título podía
invocar la Corona para justificar su dominio sobre las Indias? No se podía
recurrir simplemente a las instituciones jurídicas del hallazgo y la
ocupación, porque solo resultaban aplicables a las regiones deshabitadas y
no garantizaban a Castilla el dominio exclusivo de las nuevas tierras, ya que
cualquier otro país podía invocarlas con igual derecho. Se afirma que el rey
francés Francisco I, cuya rivalidad con los monarcas de Castilla fue casi
legendaria, decía sarcásticamente que quería ver la cláusula del testamento
de Adán que lo excluía de la repartición del mundo.
• Todas estas dudas hicieron surgir una variada gama de argumentos
alternativos para justificar el dominio castellano en las Indias. Algunos
de ellos se inspiraban en el propio Derecho común y otros no tenían
nada que ver con cuestiones jurídicas. Pero todos se dirigían al mismo
objetivo: dar sustento legal al dominio político exclusivo de la Corona
de Castilla sobre las Indias.
• Las más célebres polémicas en tomo al problema de los justos títulos se originaron en torno a
ciertas ideas según las cuales los castellanos eran seres superiores a los indígenas y que por
consiguiente, en las Indias debía aplicarse el principio aristotélico de que los pueblos
incapaces de gobernarse a sí mismos debían, por su propio bien, ser sometidos a la
dominación de pueblos superiores. A este argumento filosófico se unieron a veces otros de
carácter moral o religioso, según los cuales los indígenas habían quedado sujetos a los
castellanos como consecuencia de los graves pecados que desde la perspectiva cristiana habían
cometido, tales como idolatría, canibalismo, etc. Esta línea de pensamiento fue tenazmente
combatida por fray Bartolomé de las Casas y otros defensores de los indígenas. Además, el
papa Paulo III declaró en 1537 que los indígenas eran “verdaderos hombres capaces de
recibir la fe” y que no podían ser privados de su libertad y bienes.
• La polémica sobre los justos títulos se volvió especialmente candente como consecuencia
de la conquista del imperio de los Incas por la expedición de Francisco Pizarro en 1533,
realizada en manifiesta violación de los principios del Derecho Común, e incluso se
habló de que la Corona podría ordenar a los castellanos que devolviesen el señorío del
Perú a los herederos de los Incas y abandonasen el territorio.

• Entraron entonces en juego en el asunto las ideas del Derecho Natural, que partían de
criterios muy distintos a los del Derecho Común. El teólogo dominico fray Francisco de
Vitoria, consideró el problema desde la perspectiva iusnaturalista y llegó a la conclusión
de que como el papa no era señor del mundo, tampoco podía conceder territorios que no
le pertenecían. Para Vitoria, los castellanos solo tenían en las Indias los derechos que les
correspondían en su condición de seres humanos, tales como los de libre tránsito,
comercio y evangelización, que los indígenas no podían impedirles ejercer.
• En 1542 la Corona emitió una serie de normas de alcances radicales, las
Leyes Nuevas, que reconocían la libertad de los indígenas y ponían fin a las
encomiendas de servicios personales y a las peores formas de explotación.
Estas leyes provocaron un profundo repudio en los castellanos residentes en
Indias, algunos de los cuales llegaron a desafiar la autoridad regia por la
fuerza de las armas, al estilo de los señores feudales. La Corona finalmente
tuvo que reformar las Leyes Nuevas y llegar a una serie de transacciones,
como las concretadas en la ley de Malinas de 1545, que estableció la llamada
encomienda de tributos.
• Seguía en pie el problema de cómo hacer efectiva de la autoridad de la
Corona sobre los indígenas de un modo jurídicamente válido. En
1550, D. Carlos I dispuso que una junta de teólogos y juristas
decidiera la cuestión y que mientras tanto se suspendieran todas las
acciones conquistadoras. Ante esta junta fray Bartolomé de las Casas
defendió los derechos y la libertad de los indígenas. No se llegó a
ninguna conclusión definitiva, pero la Corona sí modificó de modo
significativo sus criterios sobre sus títulos sobre las Indias.
• Hasta ese momento, se había sostenido oficialmente que el papa, como señor del mundo, había concedido las
Indias a los reyes de Castilla, y que por consiguiente los indígenas, una vez notificados de tal concesión al
formulárseles el Requerimiento, debían aceptar la autoridad de la Corona o ser sometidos militarmente, mediante
una guerra considerada jurídicamente justa. Sin embargo, desde los inicios del reinado de D. Felipe II el Prudente
(1556-1598), esa interpretación de las bulas, fundamentada en los principios del Derecho Común, fue desplazada
por una nueva, basada en las ideas del Derecho Natural. Según esta nueva tesis, las bulas de 1493 no habían
podido conceder a los monarcas ninguna autoridad sobre las personas, debido a que los indígenas, por Derecho
Natural, eran seres libres y tenían entonces la facultad de elegir o reconocer pacíficamente a su gobernante o de
no hacerlo. Como también para el iusnaturalismo era nulo el dominio que un gobernante ejerciera por la mera
fuerza, la Corona de Castilla no podía hacer valer legítimamente su autoridad en ningún territorio, aunque se lo
hubiera otorgado el sumo pontífice, sin el previo reconocimiento y aceptación de los indígenas, que era en
consecuencia el único título válido. Si los indígenas no admitían por propia voluntad la sujeción al rey de Castilla,
no podía sometérseles por la fuerza de las armas. Ahora bien, la victoria de tales ideas llegó demasiado tarde
como para producir un cambio sustancial en la situación general de los indígenas, porque la nueva interpretación
de las bulas es que solamente era aplicable a los territorios que aún estaban al margen a la autoridad castellana, y
en consecuencia no afectaba el dominio de la Corona sobre las regiones ya conquistadas.
• Con base en estas nuevas ideas, la Corona permitió que se reiniciase la actividad
conquistadora, pero con lineamientos humanitarios. La prohibición del uso de la fuerza hizo
que las conquistas pendientes no avanzaran mucho, y algunos grupos indígenas que
habitaban regiones periféricas y que rechazaron la autoridad de la Corona quedaron
efectivamente al margen del dominio de esta, como ocurrió con los que habitaban en la
región oriental de Honduras conocida con el nombre genérico de la Taguzgalpa,
correspondiente al actual departamento de Gracias a Dios y zonas aledañas. Todavía a
principios del siglo XVII, cuando el gobernador Guerra de Ayala solicitó autorización para
conquistar esa región, se le denegó el permiso y se le recordó que únicamente la Iglesia tenía
facultades legales para ingresar en regiones habitadas por indígenas aún no sometidos. Pag.98

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