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Sociedad Conyugal2
Sociedad Conyugal2
CONYUGAL
ADMINISTRACIÓN DE LA S.C.
Hay dos tipos de administración de la sociedad conyugal: la administración
ordinaria y la administración extraordinaria.
Durante la vigencia del C.C. original, la administración de la sociedad
conyugal era siempre unipersonal. La administración ordinaria era ejercida
por el marido y la extraordinaria por la esposa cuando era designada curadora
del marido, se oponía a la declaración de ausencia de aquél o el Juez le
confería dicha administración por impedimento absoluto del marido.
Luego de la ley Nº 10.783, la distinción ha quedado abrogada y la
administración ordinaria pueden ejercerla cualquiera de los dos cónyuges (o
ambos conjuntamente) y la extraordinaria, la ejercerá también cualquiera de
los ellos, si el otro se halla en las condiciones del art. 1979.
Sigue:
Aun cuando cada cónyuge tiene amplia libertad en la administración, si actúa en forma fraudulenta (v.
gr. arrendando un bien a un precio irrisorio con el objeto de beneficiar al arrendatario), es posible que
sea condenado a indemnizar los daños y perjuicios que le cause a la sociedad conyugal. Conforme con
el art. 1969, inc. 2º, cada cónyuge debe compensar a la sociedad los daños y perjuicios que le hubiere
causado con dolo o culpa grave.
Asimismo, cada cónyuge puede enajenar a título oneroso o gravar libremente (con la única limitación
de una enajenación fraudulenta) los bienes no incluidos en las limitaciones establecidas por los arts.
1971 y 27 de la ley Nº 16.871. Ello sin perjuicio de lo que establecen los arts. 1969/2 y 1974.
Según el art. 1974, toda enajenación o convenio que haga en contravención de la ley (v. gr. sin la
conformidad del otro cónyuge cuando la ley lo exige) o en fraude del otro, es inoponible al otro
cónyuge: no perjudica al cónyuge o a sus herederos.
Cuadernos del A.D.C.U., serie Jurisprudencia Nº 3, c. 118, págs. 88-89. Se admite la legitimación de
la cónyuge para demandar por simulación la enajenación de un bien propio de su marido antes de la
disolución de la sociedad conyugal, dado que, a consecuencia de esa enajenación, la sociedad
conyugal perdió un ingreso que le pertenecía, consistente en los frutos que generaba ese bien.
Disposiciones testamentarias
Según el art. 1973, cada cónyuge sólo puede disponer por testamento de
su mitad de gananciales. Si el marido legó un bien ganancial:
• Cuando el bien legado cae por la partición en el lote de los herederos
del testador, el legado debe ejecutarse entregando el mismo bien;
• Entretanto, si cae en el lote del otro cónyuge, los herederos deberán
abonar el valor del legado con la parte correspondiente al testador.
Constituye una excepción a la nulidad (o ineficacia) del legado de cosa
ajena, consagrada por el art. 908, inc. 1º del C.C, al establecer que el
legado debe ser pagado por equivalente.
Actos dispositivos gratuitos
El art. 1972 establece que cada cónyuge sólo puede disponer en forma
gratuita de los bienes gananciales que administra tratándose de
donaciones efectuadas a los hijos del matrimonio con la finalidad de
colocación o establecimiento o si se trata de donaciones moderadas para
objetos de piedad o beneficencia.
Fuera de estas disposiciones están prohibidas las disposiciones a
título gratuito de los gananciales que cada uno administra. En caso de
violación al precepto, se dispone que lo hecho en contravención a la ley
no perjudicará al otro cónyuge (art. 1974). Por su parte, el art. 2003, inc.
2º, establece que dichas donaciones se colacionarán.
Gananciales administrados por ambos cónyuges
Estos bienes quedan sujetos a un doble juego de normas: por una parte, las propias de la sociedad
conyugal y por otra, las normas de la indivisión de tipo romano.
Conforme con las normas de la sociedad conyugal, cada cónyuge administrará la cuota parte que
adquirió: por lo que, podrá enajenar por sí sólo la cuota que le corresponde en el bien (salvo que se trate
de los previstos por el art. 1971 C.C.). Asimismo, cada cónyuge puede pedir la cesación del condominio
sobre el bien (v. gr. la venta en remate), sin que ello implique disolver la sociedad conyugal.
Sin embargo, v. aplicación errónea en L.J.U., T. CVII, caso 12.323: «no procede limitar la pretensión
ejecutiva del acreedor del marido al 50% de un inmueble adquirido conjuntamente por los dos cónyuges
en régimen de sociedad conyugal, porque el bien es administrado indistintamente por ambos».
• L.J.U., T. 124, 2001, T.A.C. 1º T., 14/III/01. Los principios de irresponsabilidad por las deudas asumidas
por el otro esposo y de administración separada rigen plenamente durante la vigencia de la sociedad
conyugal, sin verse afectados por el hecho de que determinados bienes hayan sido adquiridos por ambos
conjuntamente. Cada esposo responde frente a sus acreedores sociales o personales, sólo con la cuota
parte indivisa que haya adquirido, sea ésta de naturaleza personal o social. El cónyuge no deudor no
responde con la cuota parte indivisa que él adquirió.
Negocios jurídicos del art. 1971
La limitación del art. 1971 se refiere a: a) enajenación (en sentido amplio) de inmuebles; b) afectación de
inmuebles; c) enajenación de casa de comercio, establecimiento agrícola o ganadero o explotación
industrial o fabril.
En estos casos, para la enajenación no es suficiente sólo con la voluntad de quien administra el bien, sino
que se requiere el consentimiento del otro cónyuge. Si éste no brinda su consentimiento, el bien no se
puede enajenar; en nuestro Derecho, no hay ningún medio de obviar ese consentimiento.
A los bienes referidos, por la disposición del art. 27 de la ley Nº 16.871 hay que agregar a los
vehículos automotores, que expresa: «Los vehículos automotores comprendidos en el régimen de la
presente ley, adquiridos a nombre de uno de los cónyuges o de la comunidad, no podrán ser enajenados
ni afectados por derechos reales sin la conformidad expresa de ambos cónyuges.
Cuando esta conformidad se otorgue por mandatario, éste deberá actuar con facultad expresa para
este género de operaciones».
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Para VAZ FERREIRA, el consentimiento del cónyuge no administrador sólo debe brindarse en la
tradición: no es necesario en el título. Este no vende, sino que simplemente otorga su conformidad para
la enajenación: el único que vende es el administrador. Si la conformidad se exige para la enajenación es
suficiente que se exprese en el negocio dispositivo. De no ser así el inciso final del art. sería innecesario,
ya que la exigencia de poder expreso se halla contenida en el art. 2056.
Como consecuencia de esta posición: 1º) el otorgamiento del título (compraventa, por ej.) sólo requiere
la voluntad del administrador del bien; la conformidad del otro cónyuge se requiere al momento de tradir;
2º) al no ser vendedor, el cónyuge que da su conformidad no asume las obligaciones del vendedor en el
negocio; 3º) si fuera un menor habilitado por matrimonio no requiere la autorización judicial del art. 310;
4º) si el no administrador estuviera embargado genéricamente ello no impide que preste su conformidad, ya
que la enajenación sólo será oponible a los acreedores del cónyuge administrador; 5º) la enajenación
realizada sin obtener la conformidad del otro cónyuge es válida, pero inoponible a éste.
Para AREZO, en cambio, ambos son vendedores (enajenantes).
Para GAMARRA, la conformidad de ambos cónyuges equivale al consentimiento de vender. Ambos
esposos integran una parte plurisubjetiva, por lo que ambos venden y traden. En caso de que falte, la
voluntad de uno de los cónyuges, el consentimiento contractual no se formará, por lo que, habrá nulidad
absoluta del negocio.
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• Cuadernos del A.D.C.U., serie Jurisprudencia Nº 3, c. 142, pág. 109. El art. 4º de la ley Nº 10.783
(art. 1975 del C.C.) confiere a los acreedores la posibilidad de cobrar sus créditos de los bienes
propios de un cónyuge y «en los gananciales cuya administración le corresponda». La norma legal no
estableció la posibilidad de cobrarse de los bienes gananciales que administra el deudor sino de
aquellos que le corresponde administrar, lo que es distinto. De modo que si, por ejemplo, por mandato
la mujer confiere a su marido la administración de sus gananciales, los bienes adquiridos por ella, de
todos modos, continuarán siendo prenda de los acreedores de ella, y no de los acreedores del esposo.
Es decir que, lo decisivo es cual de los cónyuges adquiere los bienes y los hace ingresar a la
comunidad y no quien efectivamente ejerce la administración.
El acreedor carece total y absolutamente de poder de agresión respecto al patrimonio del cónyuge no
deudor. No puede atacar ni los propios, ni los gananciales que administre. El cónyuge no deudor es
patrimonialmente irresponsable de la gestión económica del otro cónyuge.
• Rev. A.E.U., T. 84, 1998, págs. 258-264. Dictamen de AREZO. El acreedor embargante carece de
acción contra el cónyuge no administrador del automotor. En los casos del art. 1971 (y automotores)
ambos cónyuges son enajenantes y tradentes o garantes. Pero el no administrador no es responsable
por los efectos del negocio obligacional y no se aprovecha del producido de la venta.
DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD CONYUGAL
CLASIFICACIONES DE LAS CAUSALES DE DISOLUCION (art. 1998)
VAZ FERREIRA clasifica las causales de disolución de la sociedad conyugal atendiendo al hecho
de que la misma pueda recomponerse o no. Así, la disolución de la sociedad conyugal es por vía
de consecuencia cuando el matrimonio mismo es disuelto: no hay más sociedad conyugal porque
no hay más cónyuges. En estos casos la disolución es definitiva. Son los casos de muerte, divorcio
y anulación del matrimonio. La disolución de la sociedad conyugal es por vía principal cuando a
pesar de la disolución, el vínculo matrimonial continúa vigente. Son los casos de separación de
cuerpos, separación judicial de bienes y ausencia. En estos casos, la disolución de la sociedad
conyugal puede ser provisional, ya que los cónyuges pueden restablecer la sociedad conyugal
disuelta por la separación judicial de bienes, reconciliarse y terminar con la separación de cuerpos
o reaparecer el ausente.
AREZO sostiene que la única causal de disolución de la sociedad conyugal por vía principal es
la separación judicial de bienes, ya que es la única que tiene por finalidad la obtención de dicha
disolución; las demás causales son por vía de consecuencia, en cuanto la disolución de la sociedad
conyugal, llega como consecuencia, en virtud de otro instituto.
Poder de agresión durante la I.P.
I. Acreedores sociales. Los acreedores sociales tienen una doble posibilidad de cobro:
1º) perseguir o agredir los bienes propios del cónyuge que contrajo la deuda. En este
caso, si el cónyuge deudor paga una deuda social, queda subrogado en los derechos del
acreedor contra los gananciales indivisos. No cabe hablar de recompensas, pues éstas
sólo se originan durante la vigencia de la sociedad conyugal;
2º) perseguir los bienes gananciales indivisos (art. 2006, inc. 1°: “Se liquidarán y
pagarán los capitales de los cónyuges y las deudas, cargas y obligaciones de la
sociedad”), careciendo al respecto de importancia determinar cuál de los cónyuges
hizo ingresar el bien a la masa de gananciales.
Lo que no puede hacer el acreedor social es perseguir los bienes propios del cónyuge que
no contrajo la obligación, hasta después de la partición y dentro del límite de los bienes que
le fueron adjudicados (beneficio de emolumento: art. 2014).
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II. DECRETO JUDICIAL. El Juez la decreta sin más trámite. Una vez decretada y
ejecutoriada, surte efectos entre los cónyuges. Es posible en caso de peligro de
demora, determinar la administración provisional prevista por el art. 157 C.C.
III. REGISTRACION. La sentencia que decreta la disolución de la sociedad
conyugal se inscribe en el Registro Nacional de Actos Personales sección Regímenes
Matrimoniales (ex-Derechos Civiles de la Mujer) (art. 39 de la ley Nº 16.871). A
partir de la inscripción, la sentencia surtirá efectos frente a terceros.
A través del Registro se trata de proteger a los terceros a efectos de que puedan
conocer el régimen matrimonial de los que han de contratar con ellos.
● Rev. A.E.U., T. 81 (7-12), 1995, págs. 401-403. Si no se inscribe la disolución de la
sociedad conyugal y se parten los bienes, esa partición despliega sus efectos entre los
cónyuges, pero a los acreedores no les es oponible la disolución, ni la partición.
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IV. PUBLICACIONES. Se realizan publicaciones para que los que tengan interés (acreedores sociales)
se presenten en el término de 60 días a denunciar sus créditos:
• los que se presenten en plazo tienen acción contra los bienes propios de su deudor y la masa
ganancial en su totalidad;
• los que no se presentan en el plazo de 60 días, conforme con el art. 1985, inc. final, sólo tienen
acción contra los bienes del cónyuge deudor (por ende, no contra la masa ganancial, ni contra los propios
del otro cónyuge). Es la figura del «acreedor perjudicado». Por ende, pierden la posibilidad de ejecutar
un bien concreto durante la indivisión, ya que ese bien por la partición puede recaer en el patrimonio del
cónyuge no deudor. Si embargan un bien concreto, la subsistencia del embargo queda supeditada a la
adjudicación del bien por la partición.
El fundamento de las publicaciones y el consiguiente emplazamiento es proteger a los cónyuges, ya que
tiene por efecto que cada cónyuge conozca y pueda fiscalizar el pasivo contraído por el otro esposo.
Los que se deben presentar a denunciar su crédito son los acreedores sociales de los cónyuges, no los
personales, en cuanto éstos sólo tienen acción frente a los bienes propios de su deudor, no contra la masa
de gananciales.
Restablecimiento de la sociedad conyugal
Conforme con el art. 1996, la separación de bienes puede cesar a pedido de ambos cónyuges.
Como consecuencia de ello, la sociedad conyugal vuelve al estado que tenía antes de la disolución. Por tanto,
si el régimen anterior era el legal, con ciertas modificaciones establecidas por capitulaciones matrimoniales,
se retorna a ese régimen.
El restablecimiento de la sociedad conyugal se inscribe en el Registro Nacional de Actos Personales sección
Regímenes Matrimoniales (art. 39 de la ley Nº 16.871) para ser oponible a terceros. No se requieren
publicaciones.
La consecuencia del restablecimiento es que se restituyen las cosas al estado en que se hallaban antes de la
separación, como si ésta no hubiera tenido lugar; por lo que, la partición que se haya efectuado queda sin
efecto y si uno de los cónyuges adquirió un bien durante la separación, el mismo, a pesar de su carácter de
propio al momento de la adquisición, se transformará en ganancial como consecuencia del restablecimiento
de la comunidad.
Ello sin perjuicio de la imposibilidad de perjudicar los derechos que puedan haber adquirido los terceros; por
ej. no se podrá dejar sin efecto la hipoteca constituida por el cónyuge a quien se le adjudicó un bien en la
partición o su venta.
5ª) AUSENCIA
La ausencia no disuelve el matrimonio (art. 78), pero sí puede disolver la sociedad conyugal, en forma
provisional, dado que se restablece si aparece el ausente.
I) La disolución de la sociedad conyugal es -conforme al art. 62 C.C.- una opción que tiene el cónyuge
presente, ya que puede optar por oponerse a la posesión interina y por la continuación de la sociedad
conyugal (tiene lugar la administración extraordinaria) o por su disolución provisoria. En este último
caso, se efectúa la liquidación de la sociedad conyugal como si el ausente hubiera muerto en la fecha en
que comenzó la presunción de ausencia.
Si se produce el regreso del ausente, la comunidad se restablece ipso iure, como si no hubiese
desaparecido.
II) En los casos en que el cónyuge presente opta por la continuidad de la comunidad, conforme al art.
62, la sociedad conyugal se disuelve cuando la posesión de los bienes se transforma en definitiva
(cuando han pasado 5 u 8 años de la declaración o el ausente habría cumplido 80 años), en donde
conforme al art. 68, se puede pedir la partición de los bienes y su posesión definitiva. El cónyuge
presente no puede oponerse a la disolución.
6º) NULIDAD DE MATRIMONIO
La situación se regula por los arts. 211, 1648 y 1949 del C.C.
Es menester distinguir 3 casos:
1º) Buena fe de ambos cónyuges. Cada cónyuge cobra sus bienes, la mitad de gananciales y
mantiene las donaciones y ventajas pactadas al contraer matrimonio.
2º) Mala fe de ambos cónyuges. Cada cónyuge cobra sus bienes y su mitad de gananciales, pero
se pierden las donaciones y ventajas pactadas al contraer matrimonio.
3º) Mala fe de uno solo de los cónyuges. El cónyuge cobrará sólo sus bienes propios. Pierde su
mitad de gananciales, el cual beneficia al cónyuge de buena fe y pierde las donaciones y ventajas
matrimoniales, quedando las donaciones para sus hijos; y en caso de que no los tenga, quedan sin
efecto.
Con respecto al momento en que debe atenderse a la fe de cada cónyuge: es al momento de la
celebración del matrimonio (buena fe inicial).
PARTICION DEL FONDO LÍQUIDO DE
GANANCIALES
Conforme al art. 2010, la partición se hace del fondo líquido de gananciales, esto es, que
por tratarse la indivisión poscomunitaria de una indivisión de liquidación, la partición sólo
puede tener lugar una vez que han sido abonadas las deudas sociales y las recompensas
debidas a los cónyuges.
La partición de la sociedad conyugal se rige por las reglas de la partición hereditaria,
conforme a lo que dispone el art. 2013. Aún cuando el C.C. no lo dice, se utilizarán dichas
normas en cuanto le sean aplicables, ya que hay que distinguir la diferente naturaleza de
las mismas (v. gr. no puede hacerse partición por testamento, ni la partición por acto entre
vivos del art. 1123).
La partición es, en principio, por mitades. Pero este principio se puede ver alterado por
ciertas excepciones: prelevación viudal (arts. 2004 y 2011).
Deudas de aparición posterior a la partición
Puede ocurrir que luego de partidos los bienes aparezcan acreedores sociales. En estos
casos, ya dejó de haber patrimonio social, por cuanto los bienes ingresaron al
patrimonio personal de cada uno de los comuneros.
El acreedor en tales casos, puede perseguir a cualquiera de los dos cónyuges por el
total de la deuda, pero con una diferencia entre ambos: el cónyuge que contrajo la
deuda responderá ilimitadamente de la misma; en cambio, el cónyuge no deudor tendrá
el beneficio de emolumento (art. 2014), por lo que sólo responderá con la mitad de
gananciales que se le adjudicaron en la partición.
En caso de que el cónyuge que contrajo la deuda la pague, tiene acción contra el otro
cónyuge para el reintegro de la mitad de lo pagado (art. 2015). Y lo mismo acontece si
la paga el no deudor, pudiendo exigir el reintegro de la mitad al cónyuge deudor.
Beneficio de emolumento
Para VAZ FERREIRA cabe definirlo como la facultad de cada uno de los cónyuges o de sus
herederos, de limitar su obligación y contribución a las deudas contraídas por el otro, al valor
del beneficio extraído de la comunidad y de hacer recaer el excedente sobre el cónyuge que
contrajo las deudas o sobre sus herederos.
El límite del emolumento lo configura los bienes que el cónyuge obtuvo de la partición,
más las recompensas que debía a la comunidad y que fueran imputadas a su parte. No se
incluyen las recompensas que le fueron pagadas, ya que dichas cantidades son bienes
propios.
El beneficio de emolumento puede ser opuesto:
a) frente a los acreedores que intentan cobrar una deuda frente al cónyuge que no la
contrajo;
b) frente al cónyuge que pagó una deuda contraída por él y que luego exija al otro
cónyuge su contribución.
Ley Nº 18.387. DECLARACIÓN JUDICIAL DEL
CONCURSO Y REORGANIZACIÓN EMPRESARIAL
COMPOSICIÓN DE LA MASA ACTIVA
Artículo 71. (Principio de universalidad).- La masa activa del concurso estará integrada por la totalidad del patrimonio del
deudor a la fecha de la declaración y por los bienes y derechos que adquiera hasta la conclusión del procedimiento.
Componen el patrimonio del deudor los bienes y derechos propios y los gananciales cuya administración le corresponda por
ley o por capitulación matrimonial, con excepción de aquellos bienes y derechos que tengan el carácter de inembargables.
Artículo 72. (Bienes adquiridos por el cónyuge del deudor).- Se presumirá en beneficio de la masa, salvo prueba en contrario,
que los bienes y derechos adquiridos por el cónyuge del deudor, dentro del año anterior a la declaración de concurso, respecto
de los cuales no pueda justificar la procedencia del precio, constituyen donación del deudor.
Se tendrá por justificada la procedencia del precio cuando, en el momento de la adquisición, el cónyuge titular de los bienes o
derechos recibiera sueldo, ejerciera profesión o tuviera a su disposición dinero, en todos los casos, por importe suficiente.
La presunción no regirá cuando los cónyuges estuvieran separados judicialmente.
Artículo 73. (Cuentas indistintas).- En caso de declaración de concurso del titular de una cuenta indistinta, abierta con un año
o menos de antelación a la fecha de dicha declaración, se presume que la totalidad del saldo acreedor de dicha cuenta es
propiedad del deudor, salvo prueba en contrario.