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El bautismo en el

Espíritu Santo

Dr. P. Marcial Maçaneiro SCJ

Diálogo Católico-Pentecostal (Vaticano),


PUCPR, UCP Lisboa, Red latino-americana de
Estudios Pentecostales RELEP, UniMINUTO
1. El Espíritu prometido en el Antiguo Testamento
 La promesa del Espíritu como Don se presenta ya en el Antiguo
Testamento, se revela en Jesús y se cumple en Pentecostés (con dos
perspectivas principales: juánica y lucana)
 Es el Don mesiánico por excelencia: Espíritu dado sin medida, para que los
creyentes sean “llenos de Espíritu Santo” a semejanza de Jesús Ungido
 Manifiesto como Viento, Agua y Fuego, el Espíritu es potencia que vivifica
y transforma
 Su derramamiento, con tales efectos, es prometido a toda carne
(humanidad); y a los que creen, como el primero Don pascual
 Manifiesto en Pentecostés, además de su obra universal-cósmica, es
dynamis que cristifica a los fieles personal y comunitariamente
1.1. La palabra de los profetas
Gn 1,2/ Sl 104,30 / Is 32,14-15: Viento [soplo] que viene de lo Alto =
Hch 1,8 e 2,2

Is 44,3-5 / Ez 11,19 e 39,29 / Jl 2,28-29: Espíritu derramado = Hch 2,17-


18

Ez 11,19 e 36,26-27 / Zc 12,10: Espíritu infundido o derramado cual


Fuente = Jn 4,10; 7,38; 19,34-35 (Agua Viva); alusión en Hch 1,5
(bañados con Espíritu Santo)

Éx 3,2-4 / Is 61,1-4: oleo y fuego = Mt 3,11 y Hch 2,3 (fuego); Lc 4,18-21
(unción)
1.2. Las dinámicas de Ruah/Pneuma
Viento impetuoso o Soplo de vida = Jn 20,21-22 / Hch 2,2:
Dinámica de creación y movimiento
q
Fuente de agua viva = Jn 3,5; 4,10; 7,37-39 / Rm 5,5:
Dinámica de plenitud y vivificación
q
Oleo incandescente o Fuego = Mt 3,11 / Hch 2,3 / 1Jn 2,20-27
Dinámica de transformación y renovación
q
Derramamiento, plenitud, efusión = bautismo
1.3. El obrar de la Trinidad

La Palabra se hace carne & El Espíritu se hace don:


Para nuestra plena participación en la Pascua y en
Pentecostés.
Sangre y Agua en el simbolismo de Juan,
Imagen y semejanza, en la visión de Ireneo de Lyon
q
El Don del Espíritu no se realiza aislado, sino
trinitariamente. Por eso el mismo Espíritu clama “Abba,
Padre” y testifica que “Jesús es Señor”.
2. El Espíritu derramado en el Nuevo Testamento
2.1. Don mesiánico:
Consumada la obra que el Padre encomendó realizar al Hijo sobre la tierra (cf. Jn 17,4), fue enviado
el Espíritu Santo el día de Pentecostés a fin de santificar perpetuamente la Iglesia y para que, de
este modo, los fieles tengan acceso al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu (cf. Ef 2,18).
Él es el Espíritu de vida o la fuente de agua que salta hasta la vida eterna (cf. Jn 4,14; 7,38-39), por
quien el Padre vivifica a los hombres, muertos por el pecado, hasta que resucite sus cuerpos
mortales en Cristo (cf. Rm 8,10-11).
El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Co 3,16; 6,19), y
en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cf. Ga 4,6; Rm 8,15-16 y 26).
Guía la Iglesia en la verdad plena (cf. Jn 16, 13); la unifica en comunión y ministerio; la provee y
gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece con sus frutos (cf. Ef 4,11-
12; 1 Co 12,4; Ga 5,22).
Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y la conduce a la unión
consumada con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: ¡Ven!
(cf. Ap 22,17). (Lumen Gentium n. 4)
2.2. La Unción (chrisma) y el Ungido (christos)
 14
Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la
comarca. 15Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. 16Fue a Nazaret, donde se
había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie
para hacer la lectura. 17Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo,
encontró el pasaje donde estaba escrito: 18«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él
me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la
libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; 19a proclamar el año
de gracia del Señor». 20Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó.
Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. 21Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha
cumplido esta Escritura que acabáis de oír». (Lc 4,14-21)
 El Mesías actúa por la eficacia del Espíritu, en carácter profético, sacerdotal y real:
afirma la verdad y la justicia, en amor (el culto que agrada a Dios), como El Siervo
 Cumple el Año de Gracia: llegada del Reino de Dios en la fuerza del Espíritu (Lv 25)
2.3. Con Espíritu y con fuego
 23
Él [Juan] contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”,
como dijo el profeta Isaías». 24Entre los enviados había fariseos 25y le preguntaron: «Entonces,
¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». 26Juan les respondió: «Yo
bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, 27el que viene detrás de mí,
y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia». 28Esto pasaba en Betania, en la otra
orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando. 29Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que
venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30Este es
aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque
existía antes que yo”. 31Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea
manifestado a Israel». 32Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que
bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. 33Yo no lo conocía, pero el que me envió
a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese
es el que bautiza con Espíritu Santo”. 34Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el
Hijo de Dios». 35Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y, 36fijándose en Jesús
que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». (Juan 1,23-36) 
...con Espíritu y con fuego
 Yo les bautizo con agua para que ustedes se conviertan; pero el que viene
11

detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él les


bautizará a ustedes con Espíritu Santo y fuego. (Mateo 2,11)
“El Antiguo Testamento testifica la frecuente y variada utilización del fuego en la vida
cotidiana, en la guerra y en el culto. La tradición bíblica y del judaísmo temprano conoce
además un amplio simbolismo teológico y una extensa aplicación metafórica del fuego.
Aquí, el fuego es, como la luz, una característica de Dios, de su mundo y de sus mensajeros.
Con la venida de Cristo han comenzado los últimos tiempos. En el Nuevo Testamento el
fuego conserva su valor escatológico tradicional, pero la realidad religiosa que significa se
actualiza ya en el tiempo de la Iglesia. Así, descendió sobre los discípulos reunidos el día de
Pentecostés; pero ya no es el fuego del juicio: es el de las teofanías, que realiza el bautismo
de fuego y de Espíritu. El fuego simboliza ahora el Espíritu”. (Encyclopaedia Herder)
(...)
 El bautismo con Espíritu [y fuego en Mt] nos presenta un escenario escatológico, con señales de la
acción salvadora y potente de Dios, mediante la obra de su Ungido.
 En Mateo, el bautismo “pnèumati kai pyri” (con Espíritu y fuego, juntos) se explica por un “mashal”
(ilustración didáctica): el tiempo de la cosecha, a indicar el tiempo del Mesías = tiempo que se cumple.
Mateo lo dice en 3,12 y Lucas en 3,9; véase también Mt 13,37-43 y Ap 14,14-20.
 El tiempo mesiánico es anunciado como inminente, inaugurado, en cumplimiento de las profecías: el
Ungido viene con Unción, para juzgar y purificar a la vez – según el símbolo del fuego: quema y purifica,
en una doble acción (cf. Mt 13,37-43 y Zc 13,8-10). De un lado, el Ungido declara el juicio de Dios y su
victoria sobre el mal; de otro lado, Él separa a los justos con quienes compartirá su Unción.
 Juzgar y santificar son las acciones que Dios Padre confía a su Ungido (el Mesías venidero, ahora ya
presente) por la fuerza del Espíritu de Santidad: son las dos acciones significadas por el fuego. Es una
escatología realizada, por la cual el futuro de Dios visita el tiempo presente, señalando que el Día del
Señor se realiza con la venida de su Mesías “ungido para servir” (Siervo es título del Mesías: Mt 12,18-
21 y Hch 4,24-30).
 Espíritu y fuego no son “dos bautismos” en sentido material, sino uno solo – el bautismo en Espírito –
calificado, podemos decir, por el fuego: el fuego indica la eficacia (fuerza y efecto) de una acción propia
de Dios, una gesta divina salvadora en sentido definitivo, que inaugura los tiempos últimos de la
cosecha.
...con fuego:
presencia de Dios,
que actúa y
se comunica

Éx 12,5-10
Éx 14,22
Dt 4,12
Éx 19,18
Fuego: presencia
misteriosa, potente
y operante de Dios

En la Iglesia de Oriente,
los iconos y mosaicos
de la Teofanía del Sinaí
representan la sarza
ardiendo con muchas
pequeñas llamas; las
mismas que volverán a
manifestarse el Día de
Pentecostés
(...)
Nuestro Dios
es un fuego
devorador

Dt 4,24
Hb 12,29
...aparecieron
lenguas como que
de fuego
(Hch 2,3)
(...)
2.4. Bautizados en Espíritu Santo
Bautismo en el Espíritu Santo = llenura, inmersión o efusión, que comunica el Paráclito “en
la medida de Cristo” (se recibe el Espíritu como lo recibió Jesús, para el servicio del Reino, la
edificación de la Iglesia y el testimonio del Evangelio). El Espíritu/Paráclito es el Don de Dios
por excelencia: Jn 3,34; Lc 11,13.

 Como Don, el Espíritu se refiere a Jesús y su Evangelio, promoviendo la vida, el amor, la


unidad, la verdad y la misión (= los cinco lugares del Espíritu o pneumatopoi), en el
primer nivel de la experiencia teologal y carismática.
 Hay, sin embargo, un vínculo cristológico-eclesial entre el bautismo en el Espíritu y la
iniciación cristiana (= discipulado eclesial): los pentecostales parten del kerygma y de la
conversión, apuntando al bautismo sacramental ya la cena eucarística; los católicos
parten de los sacramentos, actualizando el kerygma y apuntando a la conversión. Ambos
enfatizan Pentecostés como referencial, em vista de la misión.
(...)
 Los pentecostales y los católicos admiten las cinco evidencias de
Hechos 2 (o cuatro, si unimos lenguas con señales y prodigios); el
hablar en lenguas se valora a partir del siglo XX, en reacción al
materialismo, intelectualismo y subjetivismo de la Primera
Modernidad; pero además de las lenguas, las cinco evidencias
pueden atestiguar el Bautismo en el Espíritu, en un camino de
discipulado que se orienta al testimonio del Jesús y su Evangelio
(martyría), pasando por el servicio (diakonía). De hecho, los
carismas se definen como gracias para servir (cf. 1Pd 4,10-11).
2.5. Bautismo en Espíritu y Reino de Dios
 El Espíritu Santo nos regala el Reino inaugurado por Jesús: Lc 4,16-21

“[Jesús] Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para
hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu
del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y
devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: “Hoy se ha
cumplido esta Escritura que acabáis de oír”.

Jesús inaugura/anuncia/cumple el Reino de Dios con la fuerza del Espírito. Una vez resucitado, envía el Paráclito de la parte del
Padre (cf. Jn 14-16), el día de Pentecostés (cf. Hch 2). Así, el Espírito Paráclito unge a los creyentes, inaugurando el tiempo de la
Iglesia = el nuevo Pueblo mesiánico:
“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios
, a fin de que anuncien las virtudes de Aquél que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable” (1Pd 2,4)
Venga tu Reino = Venga tu Espíritu
A partir de Jesús, considerando su entera obra salvífica (el Misterio Pascual con Pentecostés)
se reconoce al Reino de Dios como obra del Espíritu Santo. El Paráclito es la Unción del Reino
en persona, que hizo de Jesús el Mesías Redentor; y que hace de los creyentes un Pueblo
mesiánico – en pleno cumplimiento de la nueva alianza, como dicho por los profetas.
Por tal motivo, en una síntesis de Cristología y Pneumatología, una variante lucana del Padre-
Nuestro pide: “...venga sobre nosotros tu Espíritu [y nos purifique]” (Lc 11,2 manuscritos)
Esta variante (resquicio de una antigua fuente lucana, u oriunda de una posible liturgia
bautismal) es coherente con el énfasis pneumatológico del Evangelio de Lucas; y encuentra
eco en
Lc 11,13: Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más
el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!
Hch 15,8-9: Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo
mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe
sus corazones.
...dicen los Padres de la Iglesia:
 Máximo el Confesor: “Venga tu Reino, es decir: venga el Epíritu Santo»
(Comentarios a la oración del Señor)
 Evragio Póntico: «El Reino de Dios es el Espíritu de Dios; rogamos al Padre que Lo
envíe sobre nosotros» (Tratado sobre la oración)
 Gregorio de Nisa
(Comentario al padre nuestro)
3. Testimonio bíblico del bautismo en el Espíritu:
3.1. El Pentecostés lucano: Hch 2
El hablar lenguas extrangeras (xenolalía): Hch 2,4-11 e 10,45-46 *
Anuncio de Resucitado (kerígma): Hch 2,14-36 e 7,2-53
Testimonio (martyría): Hch 2,14.40; 3,1-13; 4,29-33; 7,54-60
Comunión en la vida fraterna (koinonía): Hch 2,42-46 e 4,32-37
Signos y prodigios (sêmeia kai têrata): Hch 3,6-8; 4,8-10; 4,30; 5,12; 6,8 *
El servicio, de la mesa a la Palabra (diakonía): Hch 6,2-6; 2,45-47

q
Discípulos del Mesías Jesús = Lc 4,18-19 = el Siervo “lleno de Espíritu”
3.2. El pentecostés juánico:
3.3. El pentecostés paulino

Hch 9,1-19 (relato)


Hch 22,1-21 (memória)
4. Bautismo en Espíritu, carismas y sacramentos

 4.1. Gracia dada y gracia recibida: evidencias y efectos


 4.2. Permanecer en Cristo = vivir en el Espíritu
 4.3. Bautismo en el Espíritu y sacramentos: Oriente y Occidente
a) contexto escatológico-kerigmático
b) contexto kerigmático-bautismal
c) contexto bautismal-ministerial
 4.4. Desarrollos en Oriente y Occidente: myron y chrisma
 4.4. Bautismo en el Espíritu y carismas: el primado de la caridad
 4.5. Bautismo en el Espíritu e Iglesia misionera
El sacramento de la unción del Paráclito

Las Iglesias litúrgicas de herencia apostólica (Ortodoxa, Oriental, Romana y


Anglicana) explican el Don del Espíritu en la administración sacramental, como
Unción en el Espíritu Santo que confirma el Bautismo en las aguas y lo hace
fructificar en dones, ministrado con aceite, intercesiones e imposición de las manos
del obispo – celebración llamada chrisma por los cristianos occidentales y myron,
por los orientales.
En ambos casos, el término proviene del aceite utilizado en esta ministración –el
chrisma– mezclado con perfume (myron) según sugerencia de Pablo (cf. 2Cor 1,21
con 2,15).
En esta liturgia crismal, las Iglesias ortodoxa, oriental, romana y anglicana celebran
el Sello del Espíritu, en fidelidad al culto de los tiempos apostólicos: “Fuisteis
ungidos con el sello del Espíritu de la promesa, el Espíritu Santo” (Ef 1,13).
(…)
(…)
(…)
Ungidos en la “crismación”

La Iglesia Católica Romana entiende esta unción como una


“efusión especial del Espíritu Santo como fue dada a los
apóstoles el día de Pentecostés”, para que “la virtud […] y los
dones del Espíritu Santo” aumenten en el creyente (CAT n.
1302-1303); así el mismo Espíritu “perpetúa, en la Iglesia, la
gracia de Pentecostés” (CAT n. 1288) .
Así dice la liturgia de la Iglesia:

Padre de las luces, de quien nos viene toda buena dádiva,


envía tu Espíritu a nuestras vidas, con la fuerza del viento que sopla;
y por las llamas de tu sabiduría
abre los horizontes de nuestra inteligencia.
Desata nuestras lenguas para cantar tu alabanza,
en palabras más allá del poder del habla;
porque sin tu Espíritu nadie podría anunciar palabras de paz
ni proclamar la verdad de que Jesús es el Señor
- Él que vive y reina contigo y el Espíritu Santo,
Un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.

(The Liturgy of Hours: Pentecost, USA)


Carismas: gracias para servir – Lumen Gentium 12

Además, el mismo Espíritu Santo no sólo santifica y dirige el Pueblo de Dios


mediante los sacramentos y los misterios y le adorna con virtudes, sino que también
distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a
cada uno según quiere (1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos
para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la
mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: «A cada persona se le
otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad» (1 Co 12,7). Estos carismas,
tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos
con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la
Iglesia. Los dones extraordinarios no deben pedirse temerariamente ni hay que
esperar de ellos con presunción los frutos del trabajo apostólico. Y, además, el juicio
de su autenticidad y de su ejercicio razonable pertenece a quienes tienen la
autoridad en la Iglesia, a los cuales compete ante todo no sofocar el Espíritu, sino
probarlo todo y retener lo que es bueno (cf. 1 Ts 5,12 y 19-21)
Ungidos para el servicio y la misión: EG n. 130-131
 130. El Espíritu Santo también enriquece a toda la Iglesia evangelizadora con distintos carismas. Son dones
para renovar y edificar la Iglesia. No son un patrimonio cerrado, entregado a un grupo para que lo custodie;
más bien son regalos del Espíritu integrados en el cuerpo eclesial, atraídos hacia el centro que es Cristo, desde
donde se encauzan en un impulso evangelizador. Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su
eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien
de todos. Una verdadera novedad suscitada por el Espíritu no necesita arrojar sombras sobre otras
espiritualidades y dones para afirmarse a sí misma. En la medida en que un carisma dirija mejor su mirada al
corazón del Evangelio, más eclesial será su ejercicio. En la comunión, aunque duela, es donde un carisma se
vuelve auténtica y misteriosamente fecundo. Si vive este desafío, la Iglesia puede ser un modelo para la paz en
el mundo.
 131. Las diferencias entre las personas y comunidades a veces son incómodas, pero el Espíritu Santo, que
suscita esa diversidad, puede sacar de todo algo bueno y convertirlo en un dinamismo evangelizador que actúa
por atracción. La diversidad tiene que ser siempre reconciliada con la ayuda del Espíritu Santo; sólo Él puede
suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. En cambio, cuando
somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros
exclusivismos, provocamos la división y, por otra parte, cuando somos nosotros quienes queremos construir la
unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Esto no
ayuda a la misión de la Iglesia.
Señales del nuevo Pentecostés
 Patrística: muchos Padres de la Iglesia dan testimonio de la actuación del Espíritu en
los corazones y en la comunidad eclesial; mencionan obras de caridad, liberación y
carismas como: profecía, palabra de ciencia, discernimiento de los espíritus y sanación.
Entre ellos: Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Orígenes, Tertuliano, Irineo de
Lion, Justino Mártir, Cipriano de Cartago, Hilario de Poitiers, Ruperto de Deutz,
también Novaciano (cf. COMISIÓN INTERNACIONAL DE DIÁLOGO CATÓLICO-
PENTECOSTAL, Los carismas en la vida y en la misión de la Iglesia, 2015).
 Mística: los místicos y santos manifiestan muchos los dones, considerados dones de la
“vida interior” que, a la luz del Nuevo Testamento, son efectivos carismas: predicación
con poder, palabra interior de sabiduría, sanación, discernimiento de los espíritus y
profecía, sean a modo de exhortación o a modo de visiones (cf. Catalina de Siena,
Hildegarda de Bingen, Francisco de Asís, Elisabeth de Schönau, Gertrude de Helfta,
Teresa de Ávila, Ignacio de Loyola, Antonio de Padua, entre otros/as).
(...)
¡Oh verdadero Fuego que todo lo consume!
¡Oh Fuego operativo, cuyo poder quema los vicios
para manifestar al alma el dulce vigor de tu unción!
Sólo en ti se nos da la fuerza que restaura,
reformando nuestro ser
según la imagen
y semejanza originales.

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