Las secuencias pueden codificar información genética o puede no codificarla.
Pero ¿Cómo es posible determinar que los genes se encuentran en el ADN y que estos tienen la información genética para sintetizar proteínas?. A principios del siglo XX se conocía que los genes estaban en los cromosomas, y que estos estaban formados por ADN y proteínas. La confirmación de que los genes se encuentran en el ADN y no en las proteínas se debió a los distintos experimentos realizados para su comprobación. Uno de estos experimentos se debió al microbiólogo Frederich Griftith en 1928. que investigo cepas de la bacteria streptococus neumoniac, causante de la neumonía en los humanos. Al ponerla en ratones en los que es letal, observo dos tipos de cepas, una virulenta o cepa S que provoca la muerte y otra la tipo R, que no causa muerte. La diferencia radicaba en que la S presentaba una capsula de polisacáridos que forma una capa mucosa que protege a la bacteria de los fagocitos (células capaces de captar a los microorganismos y restos celulares). Se les inyecto cepa R no virulenta junto a cepa S muertas los ratones se morían, pero aparecían bacterias S vivas. Sacando como conclusión que las de cepa S podían transmitir un factor transformante a las R, convirtiéndolas en patógenas. La presencia de este factor transformante daba lugar a que las R vivas sintetizaran la cápsula polisacárida convirtiéndolas en cepa virulenta S. Otros investigadores que aportaron en el conocimiento de los genes fueron Olwald Avery. Colin MacLeod y Maclyn Mac-Carthy en 1944. Al investigar las transformaciones bacterianas observadas por Griffith, demostraron que sólo los extractos de bacterias S muertas que contenían ADN eran capaces de producir dicha transformación. Dedujeron entonces que el ADN, y no las proteínas, es la molécula portadora de la información genética.