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Arte Moderno
Arte Moderno
1810 -------------------------------------------------------------------------------------------1910
ARTISTAS VIAJEROS
LINATI, RUGENDAS, D´ALVIMAR, EGERTON
Mas ahora es necesario retroceder para considerar lo que constituye la expresión más
importante del siglo, a mi modo de ver, la pintura de paisaje, cuyo máximo exponente es
un pintor de primera categoría: José María Velasco (1840-1912). Fue discípulo de
Eugenio Landesio, el maestro italiano que Clavé recomendó e hizo que se contratara
para enseñar la pintura de paisaje en la Academia
Landesio fue un excelente pintor y maestro, cuyas disciplinas produjeron los mejores
resultados. El mismo ejecutó muchas obras en México, pues le impresionaba la
naturaleza monumental de América y le interesaron aspectos peculiares, como el Valle
de México, las haciendas y los acueductos; gran dibujante y fino pintor sus obras tienen
perfección en todo y su colorido de tonos dorados da cierta teatralidad romántica a
nuestros paisajes.
La hacienda de Col�n, 1857-58
Foto: Eugenio Landesio La hacienda de Col�n, 1857-58
Foto: Eugenio Landesio
Velasco no sólo aprovechó las
enseñanzas del maestro, sino que
pronto dio muestras de
personalidad. Más c1asicista que
aquél, su pintura se mantiene en
buena parte dentro de las
tonalidades frías de los azules y
grises, si bien se anima con las
gamas de verdes, pues tenía un
finísimo sentido para distinguir los
tonos y manejó con maestría las
grandes composiciones.
. La pintura de paisaje era la tendencia más moderna en Europa y a ella se atuvo Velasco,
pero también era necesario dar expresión no sólo al paisaje propio sino a la historia, así,
con intuición genial y sutilezas expresivas, sintetizó lo uno y lo otro y pudo ser moderno y
expresar lo propio sin falsedades idealistas. Anotaré algunas de sus obras más
importantes. Un paseo en los alrededores de México (1866), además de ser una bella
composición incluye muchas figuras que intencionalmente representan todos los niveles
sociales de la vida mexicana (fig. 175).
El Valle de México (1875), visto desde los cerros al norte de la Villa
de Guadalupe; la ciudad y los lagos se extienden a lo lejos y en el
horizonte se perfilan los volcanes; es una composición grandiosa en
que juegan como puntos y contrapuntos de alguna orquestación
grandes curvas en la tierra y en las nubes que adornan el celaje
Pero Velasco superó su arte en otra obra maestra que tituló simplemente: México (1877. Lám. V) y
que es otra vista del Valle, desde otro sitio, para ahondar más y lograr mayor monumentalidad, si
cabe. Allí, entre los montes, vuela un águila que lleva en el pico una serpiente; los contrastes de luz
y sombra están graduados para establecer los diferentes planos con precisión y en el cielo un
precioso cúmulo de nubes remata garbosamente todo. Así, México, según tal alegoría, es "la tierra
del águila y la serpiente", de los grandes montes y planos, de volcanes, de celajes, de grandeza y
belleza solemnes. El paisaje se vuelve simbólico y hace una obra formidable.