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CARMIDES Traduccién y notas de EMILIO LLEDO SOCRATES Habia vuelto yo, en la tarde anterior, de Potidea,' del campamento, y_ 15% me alegraba, después de tanto tiempo, de volver a las distracciones que solfa, Llegué, pues, a la palestra de Téureas, la que esta frente por frente del templo de Basile.! Una vex alli, me tropecé con mucha gente, que en parte me era desconocida; pero a la mayoria los cono- cia, En cuanto me vieron que entraba tan de improviso, se pusieron a saludarme de lejos, eada cual desde su sitio. Pero Querefonte,! ma~ } nidtico como es él, salté de entre el medio, vino hacia mi, y tomndo- ime de la mano: —Oh, Sécrates —dijo—, ze6mo es que has escapado de la batalla? Efectivamente, poco antes de mi partida habia tenido lugar una batalla en Potidea, de la que, justamente ahora, se habia tenido nati- cia aqui Yo le respondi: —Pues asi, tal como ti ves. * Potidea,en la peninsula calefdica, era una colonia de Corinto, unida por con- siguiente a Exparta, Hlerédoto (vu, 123) refiere su anexién a Persia, y Tucidides (1, | 50°65) nos cuenta el largo sitio a que Atenas a someti6, asi como st caida en el in- ‘ieeno de 430/425. Después de las guerras del Peloponeso, Potidea se hizo indepen diente,Jenefonte (Helénicas,¥, 2 24;2, 39) nos da también noticias dela ciudad. En } ‘lao 316a.C., Casindro funds all la neva ciudad, Casandrea >" ia palestra era un patio porticado, donde tenfan lugar ejercicios flsicos,y sulla ser centso de reunin de los jovenceatenienses. Taurens, prohahlemente sn Sofistaoentrenador. Basile es Perséfone, la ina del mundo intratertestre. (Cf: Hesiodo, Tengo- nia, 9x3; Homero, Odisea, xt, 47; Hada, 5695 1% 457.) NOTA DE TRADUCCION 2 Guerefonte aparece también en Apolo de erates, 214, donde Socrates habla desu amistad con A peticin de Querefone, el ordculo informe de la La traduccion sha levad a cabo, en general, sobre la ediciin de J. Burnet, Pl | sabiduria dest amigo. Otras referencias, en Jenofonte, Apologia de Sdcrate 145 ‘tonis Opera, Oxford, 1900-1907. Ariswfanes, Las mubes, 104 y sigs. —Hasta aqui han Hlegado nuevas —dijo— de que la batalla ha sido muy dura y de que en ella han muerto muchos conocides. —Esas noticias se ajustan bastante a la verdad —le repliqué. —gEstuviste presente en el combate? —pregunt6. —Estuve. —Entonces, siéntate aqué y cuéntanos, porque ain no nos han informado de todo eon deta. Y, diciendo esto, me Hlevé junto a Critias el de Caliscro, y me hizo sentar a su lado. Cuando me hube acomodado, saludé a Critias ya los otros y comencé a hablarles de todo aquello que a cada cual se le ocurria preguntarme en relacién con la campafia. Y uno pregunta- ba por una cosa, y otro por otra. Cuando ya teniamos bastante de todo esto, le pregunté yo, ami vez, por las cosas de aqui: qué tal le iba ahora a la filosofla eémo andaba la juventud y si se distingufa alguno por su saber o su hermo- sura, 0 por ambas cosas. Y Critias, mirando hacia la puerta y viendo que entraban algunos j6venes, bromeando entre ellos y seguidos por tun montén de gente, dijo: —Por lo que respecta a los mas hermosos, me parece que pronto lo vas a ver. Porque los que estén entrando son la avanzadilla de ad- miradores del que parece ser, al menos por el momento, el mas bello Creo que él mismo esta ya acercindose. —Quién es? —le pregunté—, gy de quién? —Probablemente le conoces —dijo—. Lo que pasa es que, euan- do te marchaste, atin no estaba en eelad. Fs Cérmides 7 hijo de muses- tro tio Glauc6n, primo mio, pues. —Claro que le conozco —dije—. Ya entonces no hacia mala impre- sin, jy era un nifiol jConque ahora que debe de ser todo un mozo...! Girmides 133 —Ya vers c6mo se ha puesto. ‘Apenas habia acabado de decir esto cuando Cérmides entré. Por lo que a mi respecta, amigo mfo, soy mal punto de compara- cién, En relacién con bellos adolescentes soy «un cordel blanco»,* por- ue casi todos, en esta edad, me parecen hermosos, Ahora bien, real- mente, éste me patecié maravilloso, por su estitura y 9u prestania. Y tuve la impresién de que todos los otros estaban enamorados de él. Tan at6nitos y confusos se hallaban cuando entr6. Otros muchos admirado- res le seguian, Estos sentimientos, entre hombres madiuros como noso- tros, eran menos extrafios,y,sin embargo, entre los j6venes me di cuen- ta de que ninguno de ellos, por muy pequefio que fuera, miraba a otra parte que a él, y como sifuera Ia imagen de un dios. Y Querefonte, llamandome, me decia: Qué te parece el muchacho? Séerates, zno tiene un hermoso rostro? —Extraordinario—le contesté. —Por cierto que, si quisiera desnudarse, ya no te pareceria her- moso de rostro. {Tan perfecta y bella es su figura! ‘Todlos los otros estuvieron de acuerdo con Querefonte. — Por Heracles! —dije—. {Qué persona tan irresistible me des- cribis! Sobre todo si se le afiade, todavia, una pequefiez. — Cuil? —aijo Critia. —Si su alma es de buena naturaleza. Cosa, por otra parte, que hay que suponer, ya que proviene de vuestra casa. "—Cierto uc lu es. Es bello por fuera y por dentro.’ —sPor qué, pues, no le desnudamos, de algtin modo, por dentro y Jo examinamos antes que a su figura? Porque, a su edad, seguro que le gustara dialogar. 7 — Claro que si! —dijo Critias—, ya que es algo asi como filésofo, yy ademis, segin opinién de otros y suya propia, sabe de poesia, * Una medida que no vara para nada, ya que un cordel Blanco no pia i blanco Dr ell pra mater I eda, se clreaba en top oe, ag 300) Gamo en l presntacn de Listen dislogo de ee nombre, ambin cnura Carmidesacompatado ds cir slabanva que sele puede ddicares als fet api, La frmul, que expres uo teal supremo de equi fio y ps ‘Miche desplara en un dominto mis amplio que qe pda expresar una tr Aico (Gf naga La, m7) SE ermine que emplen aol Plat es ior en el sentido no flesfco de imagen, igurnapavienca ete ques. 1550 134 __Cavmides —Todo esto —dije yo—, amigo Critias, son dones que de le- jos os vienen; de vuestro parentesco con Solin." Pero :por qué no llamas ya al mozo y me lo presentas? Pues, ni en el caso de que fuera todavia més joven, le darfa apuro conversar con vosotros por lo menos delante de ti, que eres, al mismo tiempo, tutor y prim suyo. —Tienes toda la razén —afirmé—., Llamémosle, pues. Y dirigiéndose, al punto, hacia el acompafiant —Muchacho —dijo—, llama a Cérmides diciéndole que quiero presentarle a un médico, por la dolencia esa que, hace poco, me decia que le aquejaba, Y volviéndose hacia mi, dijo C —No hace mucho me dijo que por las mafianas, al levantarse, le pesaba la cabeza. {Qué te impide hacer ver ante él que sabes de un remedio para su enfermedad? —Nada —le dije—. Sélo que venga. —Ahora vendré —dijo. Y asi ocurri6, Carmides se aproximé y fue motivo de regocijo, pues cada uno de nosotros, de los que estébamos sentados, cediendo el sitio, empujaba prestroso al vecino, para que él, Cérmides, se sentase a su vera. Y al final, de los que estaban en los extremos, el uno tuvo que levantarse y al otro le hicimos caer de costado, Entre tanto, él, en le ‘gando, se vino a sentar entre Critias y yo. Entonces ocurrié, queride amigo, que me encontré como sin salida, tambaledndose mi antiguo aplomo; ese aplomo que, en otra ocasién, me habria llevado a hacerle hablar facilmente, Pero después de que —habiendo dicho Critias que yo entendia de remedios— me mir6 con ojos que no sé qué querfan decir y se lanzaba ya a preguntarme, y todos los que estaban en la pa- lestra nos cerraban en circulo, entonces, noble amigo, intu‘ lo que ha- bbfa dentro del manto y me senti arder y estaba como fuera de mi, y pensé que Cidias* sabia mucho en cosas de amor, cuando, refiriéndo- se aun joven hermoso, aconseja a otro que «si un cervatillo lega fren- tea un leén, ha de cuidar de no ser hecho pedazos». Como si fuera yo mismo el que estuvo en las garras de esa fiera, cuando me pregunté si El famoso poeta y politico (640-560 a.C.) que, con sus leyes,establecié los fandamentos para el desarrollo dela democracia ateniens, " Laccita de Gidias, poeta del que apenas hay noticias, no parece literal. En el Fedro, 2414, hay otro verso de dificil localizacin, en el que se establece una com- paracién parecd, pero entre labo y corderos, 135 sabia el remedio para la cabeza, a duras penas le pude responder que lo sabia — De qué remedio se trata? —dijo él. Y yo le contesté que el remedio era una especie de hierbsa, a la que se afadia un cierto ensalmo que, si, en verdad, alguno lo conjuraba ‘cuando hacia uso de ella, le ponta completamente sani pero que, sit este ensalmo, en nada aprovechaba la hierba. Ya: —Haré, pues —dijo—, una copia del ensalmo que tt me digas. ‘Allo que yo repuse: ;Cémo lo haris? ;Persuadiéndome a ello, o sin necesidad de persuadirme? Y entonces él, riéndose: —Persuadiéndote, Socrates —me dijo. De acuerdda —adije »Y de mi nombre, geémo es que estis enterado? —Si no lo supicra, ofenderia, dijo. Porque no es poco lo que de ti se habla entre los de nuestra edad, y yo mismo me acuerdo, de cuan- do nifio, que tt andabas ya con Critias, agui presente. —Si que estis en lo cierto —e dije yo—. Hablaré, pues, mas abierta- ‘mente acerca del ensalmo y de eémo es. Precisamente le estaba dando ‘yueltasa la manera como yo podia mostrarte su virtud, Porque es uno de tal clase que no sélo tiene la virtud de sanar la eabeza, sino que pasa con él lo que, seguramente, has ofdo de los buenos médicos cuando se les acerca alguien que padece de los ojos, que dicen algo asf como que noes posible ponerse a curar sélols ojos, sino que seria necesario, a la par, cuidarse de la cabeza, si se quiere que vaya bien lo de los os. Y, a su vez, creer que se llegue a curar jamé la cabeza en sf misma sin todo el cuerpo, ¢s una soberana insensate7. Partiendo, pues, de este principio y aplicando deter- rminadas dictas al cuerpo entero, intentan tratar y sanar,con el todo, la parte, ;O no te habias enterado de que eso es lo que dicen y que asf es? —Claro que si —respondié. —2¥ te parece que dicen bien y das por buenas sus razones? —Sin duda alguna —dijo. Y yo que le of darme la razén volvi a cobrar fuerzas, y, poco a poco, me fue viniendo la audacia y se me fueron caldeando los éni- ‘mos. Entonces le dije: "8 Igual que en el Lisi esta presentacign lena de graciae ronfa es una ierup- ion de temporalidad e inmediatez en la discusin que se avecina, 157 126 Cérmides, —Asies, Crmides, lo que pasa con esto del ensalmo. Yo lo aprends, alld en el ejército, de uno de los médicos tracios de Zalmoxis,* de los {que se cuenta que resucitan a los muertos. Por cierto, que aquel tracio cia que los médicos griegos estarian conformes con todo esto que yo cabo de decir; pero que Zalmoxis, nuestro rey, siendo como es dios, sostenia que no haba de intentarse Ia curacién de unos ojos sin la eabe- za y la cabeza, sin el resto del cuerpo; asf como tampoco del cuerpo sin cl alma. Fista serfa la causa de que se les escapasen muchas enfermeda- des a los médicos griegos: se despreocupaban del conjunto, cuando es esto lo que més cuidados requiere, y si ese conjunto no iba bien, era {imposible que lo fueran sus partes. Pues cs del alma de donde arrancan todos los males y los bienes para el cuerpo y para todo cl hombre; como Je pasa a la cabeza con los ojos. Asi pues, es el alma lo primero que hay que cuidaral maximo, sies que se quiere tener bien a la cabeza ya todo el cuerpo. El alma se trata, mi bendito amigo, con ciertos ensalmos y ‘estos ensalmos son los buenos discursos, y de tales buenos discursos, nace en ella la sensatez." Y, una vez que ha nacido y permanece, se pue~ de proporcionar salud a la cabeza y a todo el cuerpo, Mientras me esta- ba enseftando el remedio y los ensalmos, me dijo: «Que no te convenza nadie de tratarte la cabeza con ese remedio, sin antes haberte entregado stualma, para quecon el ensalmo sea cures. Pues también ahora —con- ‘tinué— cometen los hombres la misma equivocaci6n, al intentar, por separado, ser médicos del alma y del cuerpo». A mi me encomend6 ‘muy encarecidamente que nadie, por muy rico, noble o hermoso que fuese, me eonventicra de hiacerlo de otro modo, Ast pues, yo—porque se lo juré y estoy obligado a obedecerle— Ie oberleceré;y si quieres que, de acuerdo con las prescripciones del extranjero, veamos primero de conjurar tu alma con los ensalmos del tracio, remediaré también tu ca- beza. Pero, sino, no sabria qué hacer contigo, querido Carmides. Oyendo Critias que yo decta estas cosas, exclamé: Feliz. coincidencia, Sécrates, seria para este joven la flojera de su cabeza, si esto le obligara a mejorar toda su capacidad intelectual. ‘+ Seguin Heréeoto,1v, 94, Zalmoxs esl dios dela tribu traca de los Getas,y de laprendieron su doctrina de a inmartalidad, Un poco més adelante (1,95) €1 ‘mismo Herédoto nos informa de que Zalmonis era un eclavotracio de Pitigores Didgenes Laercio, en la introduccin a su Vidas, lo considera uno de los primeros filésofos entre los birbaros, "S Traducitemos sophrosiné por wsensatez», aun a sabiendas de ls dificlea- des que encirra el delimitat en ese término un campo semntico tan peculiar ‘como el de la palabra greg. By _Cérmides No obstante, te digo que Cérmides no sélo se distingue de los de st edad por el aspecto, sino por esto para lo que, segrin ti tienes el en- salmo; porque dices que lo tienes para la sensatez, ino? —Para eso lo tengo, si —contesté yo. —Bien, Pues has de saber que Carmides parece ser, con mucho, el mas sensato de los de ahora, y en todo lo deus, para la edad que tiene, no es inferior a ninguno. —Y es muy justo —dije yo—, Carmides, que en todas estas cosas te distingas de los dems. Porque bien sé que a ningiin otro de aqui y ahora le seria fécil mostrar qué dos casas de las de Atenas podrian concurrir, segiin parece, al nacimiento de un vstago més hermoso y noble que aquellas de las que ti procedes. Porque, por parte de padre, desciendes de Critias el de Drdpides, tal como se cuenta, yuestra casa hha sido ensalzada por Anacreonte, Sol6n y otros muchos poetas como ‘excelente en belleza y en virtudes y en todo aquello que cuenta para la felicidad, Y lo mismo por el lado materno. Nadie, en efecto, en toda nuestra tierra, ha sido tan famoso como tu tfo Pirilampo,en hermo- sura y grandeza, cada vez que iba como enviado al Gran Rey 0 cual- quier otro de los de Asia. En resumidas cuentas, en nada es inferior a la otra familia, Puesto que de tales linajes procedes, es natural que seas el primero en todo. ¥ en lo que puede percibirse de tu presencia, {querido hijo de Glaueén, me parece que a ninguno de tus antepasados tienes, en nada, que irle a la zaga. Pero si, encima, en lo que respecta ala sensatez y a todas las otras cualidades, segtin lo que acaba de deci fate, te ha colmado la naturaleza, en buena hora te parié tn madre ero vayamos al asunto: si, tal como Critias dice, hay en ti sensatez yy cen consecuencia, como sensato te comportas, no necesitas los ensalmos de Zalmoxis ni los de Abaris el hiperb6reo,” sino que lo que habria {que hacer es darte ya el remedio para la cabeza. Pero, en caso de que precises de él, hay que entonar los conjuros, antes de darte el remedio. Dime, pues, tti mismo si tienes ya bastante sensatez, como Critias piensa, 0 ests falto de ella ° Pieilampos hijo de Antifonte, srado en segunda nupeias con su sabrina Perietionay, por tanto, padrastro de Platon, Phatarco (Perils, 13,15) nos cuenta {que fue amigo de Pericles, quien lo envi6 como emisario suyo a Asia Menor y 4 Persia °F Absars,telago y taumaturgo entre los siglo vy v. Pindaro (frag. 270) le hace contemporsneo de Creso. Oriundo de los hiperbéreos, el pueblo mitico que vivia smi allé del Boreas, Herddoto (iv, 36) aarra que habia viajacdo por toda la rr sin tomar alimentoalguno y portando consigo una fecha de Apolo. 138, Cirmides Entonces se ruboriz6 Carmides, y todavia parecfa més hermoso, pues la modestia iba bien con su edad. Y a continuacién me respon- i6 no indignamente, porque dijo que no le serfa fécil, por el: mo- mento, ni afirmar ni negar lo que se le preguntaba: «Ya que, por un lado, si digo que no soy sensato —continué— estaria bastante fuera de lugar que uno mismo diga tales cosas contra uno mismo; por otro lado, haré que Critias, aqué presente, aparezca como embustero, y no sélo l, sino otros muchos a quienes, por lo que cuentan, parezco sen- sato. Pero si, a mi vez, digo que si, y me alabo a mi mismo, es muy probable que esto parezca algo insufrible. De modo que no tengo nada que decirte» Entonces yo le contesté: Me parece muy puesto en razén lo que dices, Cérmides. En mi opinién —afiad/—, tenemos que examinar juntamente si ya tienes, 0 1no, lo que estoy tratando de averiguar, para que no te veas forzado a decir lo que no quieres, ni yo, por mi parte, me ponga sin criterio a hacer de médico. Si, pues, te va bien, me gustaria indagar contigo; pero si no, dejémoslo. —Pero claro que me va bien —dijo—. De modo que, en lo que a mf respecta, por donde tii mismo creas que has de indagar, indaga Me parece que ésta serfa —dije— la mejor manera de llevar la indagacién. Porque es manifiesto que, sila sensatez es algo tuyo, tendris una cierta opinién de ella; pues forzosamente, estando en ti, en el supuesto de que lo esté, te suministraré una cierta sensa- iu de la cual ye alve alguna posible opinion sobre ella: 0 sea, so- bre qué es y cules son las propiedades de la sensatez. :No te pa- rece? —Pues claro que si —adijo. —En consecuencia —dije—, eso, lo que exees, puesto que sabes sriego,” tal vez puedas decirmelo con la precisién con la que te aparece. —Tal vez —dijo. —Bueno, pues para que tengamos un punto de apoyo que nos per- rita saber si hay, 0 no, en ti sensatez, dime —pregunté—, zcual es la opinién que tienes de ella? "Igual queen el Mendn, Sab, se da como condicign necesaria para una cierta investigacién la posibilidad de comunicarse, Pero, a mismo tiempo, esa través del lenguaje de donde brotaria el conocimiento. Esta insstencia en wn anlisis del len- uae est presente siempre en laepistemologia platinica, La manera més directa de conocer el significado de un término es hacerlo deslizaren la matriz de la len- uaen la queseaticula y se contextualiza, ides 129 YY €l empezé a vacilar y daba la impresion de que no quei ponder; pero después dijo que Ia sensatez le parecia algo asf como hacer todas las cosas ordenada y sosegadamente, lo mismo si se va por Ia calle, si se dialoga, o si se hace cualquier otra cosa. «En resumidas cuentas —dijo—, a mi me parece que es algo asé como tranquilidad quello por lo que preguntas.» —;Tienes razén en lo que estis diciendo? —insinué—, Pues es cierto que a la gente tranquila sel llama sensata, Cérmides, Veamos, sin embargo, si lo que dicen puede sostenerse. Porque, :n0 es cierto, dime, que la sensatez es algo excelente? —Y mucho que lo es —Aijo. Y qué es lo més excelemte en la escuela, gescribir las mismas letras con rapidez o parsimoniosamente? —Con rapide. ~Y qué pasa con el leer, sdeprisa 0 despacio? —Deprisa. —,Ser, pues, también mucho mejor, al tocar la citara, hacerlo con soltura, y al luchar, haccrlo con agilidad, que no con lentitud y torpeza? St —Y en la lucha con los pus y en el pancracio,” ino pasaré lo mismo? —Claro que si —Y en cuanto al correr y al saltar, y a todos los otros ejercicios corporales, los que se haceut cou celeridad y rapidez, gno son armo- niiosos?; y los que se hacen con fatiga y lentitud, :no son torpes? —Asi parece. —2¥ nos parece también a nosotros, dije yo, que, en Jo que tiene que ver con cl cuerpo, no ¢s lo lento, sino lo mas rapido y mas gil, lo mis excelente. 0 no es asi? —Claro que si —Pero ges la sensater algo excelente? Si —Entonces, por lo que atafic a nuestro cuerpo, no tiene que ver la sensatez, con la lentitud, sino con la rapide7, sies que la sensatez es algo excelente. "En consecuencia, la primera definicién de siphrosinébrota de lo que llama- amos el uso normal del lenguaie. ™ Paneracio, el mas duro de los juegos ollmpicas, mezcla de lucha ibe y boxeo, ee 130 Cirmides Girmides Br Eso ¢s lo que parece —dijo. —2¥ qué? —dije yo—, zqué es mejor, la facilidad para aprender ola torpeza? —La facilidad. —Pero facilidad —continué—es aprender algo deprisa, y la tor- peza, aprender con fatiga y lentitud. —Y ensefiarle algo a otro, gno es mejor hacerlo con rapidez y fluidez que con lentitud y pesadez? Si —2¥ qué? El acordarse de algo y el retener algo, ze6mo es mejor, hacerlo, con lentitud y torpeza, o con rapide y fluidez? —Con rapidez y fluidez. —Y Ia agudeza, gno es algo as{ como agilidad de espiritu y no pesadez? —Verdad que si —Asi pues, entender lo que se dice en la escuela o en la clase de ra, 0 en cualquier otra parte, zno es mejor hacerlo de la manera mis répida posible, que con lentitud? a. —Y también en las inquisiciones del entendimiento y en las deli- beraciones, no es, segtin creo, el més lento y el que a duras penas se decide y es tardo en sus pesquisas el que merece alabanza, sino aquel, que con mis facilidad y ligeteza lo hace. ‘Acton las cosas dijo. —No es verdad, pues, Cérmides —continué—, que de todas ¢s- tas cosas, tanto en lo que tienen que ver con el cuerpo como con el alma, parece que son mejores las que se hacen répida y resueltamen- te, que las que se hacen torpe y calmosamente?2* —Es muy probable. —En consecuencia, la sensatez no va a ser algo asi como el repo- 0, ni reposada la vida sensata, por lo que venimos dieiendo; ya que tiene que ser algo hermoso ¢ intenso, la sensatez. Porque, © bien en % Precisamente lo que permite la contradiecn a la primera definicién dada esque se hace coineidir,en el mismo campo semintico y como alimentados por un ‘mismo contexto,aspectos que han surgido en contexts diferentes. Sereno y clmno- so tienen que ver con lentitd, pero no toda lo que es lento pucde atribuirse la totalidad de los contextos de serenidad,equilbrio, ete. De todas Formas, estas con: tradicciones semanticas muestrn cémo Platin pretende sustentar sus definiciones ye sentido de ls términos que a componen en el espacio vivo de ls lengua ningiin caso, 0 en alguno muy excepeional, se nos presentaron, en la vida, las acciones reposadas como mas excelentes que las répidas € intensas. Pero si entonces, amigo, y en todo caso no son las acciones reposadas menos valiosas que las rapidas y vehementes, no tendrfa por qué ser la sensatez algo mas bien sereno que rapido y vehemente, nin el andar, ai en el hablar, ni en cualquier otra cosa. Ademés, no seria Ia vida tranquila mds sensata que la intranquila. Pues hemos partido, en nuestras reflexiones, del hecho de que la sensatez perte- niece a las cosas més preciadas. Pero tan preciadas se nos han presen= tado las répidas como las reposadas. —Creo que estis en lo cierto, Sécrates —me dijo. —Pero, otra vez, por cierto, Cérmides —dije yo—, fijéndote me- jor todavia, miréndote a ti mismo y dndote cuenta de qué cualida- des te hace poseer la sensatez. cuando esté en ti y qué es lo que de ella las provoca, y coneretando todo esto, dime, Ilana y decididamente, qué te parece que es.” YY i, concentréndose y reflexionando muy intensamente: —Me parece, en verdad —dijo—, que la sensatez hace timido y pudoroso al hombre, de modo que es algo asi como el pudor, la sen- sater. iY bien! —dije yo—, zno estabas afirmando, hace un momen- to, que la sensatez.era excelente? —Si que lo afirmaba. —Por consiguiente, los hombres sensatos son también buenos. si. —Asi pues, zseria bueno aquello que no hace buenos hombres? —Seguro que no. —Luego no es sélo excelente Ia sensatez, sino que, ademés, es buena. —A mi al menos me lo parece. —Entonces, zqueé pasa? —dije yo; ges que no erees que Home- rocesté en lo cierto cuando di No es buena la compaiiia del pudor para el hombre indigente.*» * As{ como la primera definicin se centra mas en el mundo objetivo yen su reflejo en el lenguaje, esta segunda presenta un cardeter mis subjtivo. Séerates ha invitadoa Cirmids, antes de que éste dé la nucva definicin, a que «se mire asi ‘mismo, noenel sentido de una intraspeccidn, sino de una especie de objtivacion des comportamiento °» Homero, Odea, xv, 347 Ila 132 Caries Si que lo creo. —Luego, al parecer, el pudor es algo bueno y no bueno. —Parece que si —La sensatez, sin embargo, es algo bueno, si es que hace buenos a aquellos en los que est, y no los malea A mi me parece que es ast tal como tt lo expresas —Entonces la sensatez.no ser& pudor, si realmente es algo bueno, yeel pudor, por el contrario, ¢s tan bueno como malo. —A mi me parece, Socrates —dijo—, que te expresas correctamen- te. Pero fijate en esto, a ver qué opinas en relacién con nuestro tema, Es que me acabo de acordar —eosa que alguna vez of a alguien que Jo decfa— de que bien podrfa ser la sensatez algo asi como «ocuparse de lo suyo». Mira, pues, si te parece que anduvo en lo cierto el que esto dijo —iAh, bandido! —exclamé—, eso lo has ofdo tt de Critias 0 de alguno de estos sabios. —Ha de ser de otro —dijo Critias—, porque lo que es de mf, no, —Pero, zqué importa, Sécrates —dijo Cairmides—, de quién lo he ofdo? —Nada —dije yo—, porque no es esto lo que estamos buscando, el quign lo dijo, sino si estaba o no en lo cierto, —jAhora s{ que ests hablando con propiedad! —dljo. —Pues, jen buena hora! Pero si, con todo, llegamos a descubrir por dénde hay que agarrar todo esto, no saldria de mi asombro, por- {que parece un acertijo. —Y eso, gpor qué? —Pues porque, en manera alguna —dije yo—, tal como suenan las palabras, as las pens6 quien defini la sensatez como «ocuparse de lo suyo>, gO erees tt que nada hace el maestro cuando escribe o lee? —Si que hace, pienso yo. —A2Te parece que s6lo escribe y lee el maestro su propio nombre, y asf os lo ensefia también a vosotros los jévenes? ¢O no habéis escri- % La tercera definicidn no viene ya del mundo del lenguaje natural, ni de la objetivacin de una supuestasubjetividad, sino de una experiencia histérica 0 cul- tural plasmada en el lenguaje °5' Lox diversosniveles dela escritura que aparecen en el mito de Theuth, del final del Fedro, 2744, se dan agui también, en el dominio de la comunicacién i. rmediata. La formarided con el lenguaje oxcurece frecuentemente st semantca, Un lenguaje puede resltarauténtico o inauténtico, parece insinvar en este past je, Plat. Girmides 133 tode la misma manera los nombres de vuestros enemigos, que vues- tros propios nombres y los de vuestros amigos? —Por supuesto que de la misma manera. —,0 es que estabais metiéndoos donde no os llaman y cometien- do, con ello, insensateces? —En absoluto. —E] caso es, pues, que no os ocupsis de vuestras propias cosas, si es que el escribir y leer es un ocuparse. —Seguro que lo es. —,También el curar, querido amigo, el edificar, el tejer y, en cualquier clase de arte, el llevar a cabo un trabajo son, en cierto sen- tido, un ocuparse? —Y mucho que lo son. —2¥ qué? —dije yo; gte parece a ti que estarfa bien adminis- polis, si se ordenase por ley que cada uno tefiese y lavase su propio manto, que cada uno cortase las suelas de sus propios zapatos ysasi, con sus vasijas y cepillos y, de la misma manera, con todas las ‘otras cosas, de modo que llegase a desentenderse de los demés y s6lo Ivara a cabo lo que tiene que ver con él, y slo de ello se ocupase?* —No es eso lo que me parece —4ij. —Pero, sin embargo, sila polis se administra sensatamente, esta- trada sia entonces bien administrada —.Gémo no iba a estarlo? —En consecuencia —afirmé yo—, no serfa sensatez, en estos ca~ sos y de este modo, el ocuparse de las cosas de uno mismo. —No me parece que lo fuera —Entonces da la impresién de que esté hablando en enigmas {quien definié la sensatez. como «el ocuparse de lo suyo». Pues tan simple no era el que tal dijo. gO era, tal vez, un tonto aquel a quien le ofste decir esto, Céirmides? —De ninguna manera —dijo—. Sino que més bien parecia ser muy listo. —Entonces, tanto més se me hace que fue un enigma lo que propuso; de forma que ex diffcil saber qyvé es eca de cocuparse de lo suyor. —Probablemente. — Qué seria, pues, eso de «ocuparse de lo suyo»? {Tienes algo que decir? % Baton ejemplos deautosuficienca recuerdana Hipias Hipas Menor, 368b-). as oe Ba Cirmides _ —Por los dioses, que no lo sé —dijo—. Pero igual pasa que el que lo dijo no sabfa tampoco lo que tenia en la cabeza. Y, al tiempo que decia est, se sonreia y miraba para Critias. Se veia que Critias, que, desce hacfa rato, se sentfa atacado y con ‘ganas de hacer méritos ante Carmides y los presentes, no era cae paz de contenersc ya més ticmpo. Tanto inds, quc ive parecié que cra verdad lo que habia supuesto, o sea: que Carmides habia escuchado de Critias aquella definicin de sensatez. Asi pues, queriendo Cérmi- des no ser él, sino Critias, quien tuviera que dar cuenta de la defini- Para Cris, shacer» (pica) tiene un careter mas neutral que socuparse de» (pnt) y cteabajae» ersetha) Cf. Ekkehard Martens, Das elbsbesig- ‘he Wisen in Plats Charmer, Mich, 1973, pg 3 5 rico de Coo, el afta que desarell su actividad en Atenas en tomno al aio 425, Plt la caacterizado en el Pogo, 3d y igs Se ocup de probe ‘nas politics se hizafameono por 4 preocupaciGn po la sinonimicay por otros problemas de fengune, Fambign en l Potion, 90, Socrates ala 4 Prdico y feconoce haber aprendida le él En ee pase, Price pone de manifesto wand Tiss del lnguajen en la interpretacin de unos verse de Simenides. Ea el Teeteto, Ist Sécratesrecuerda us aalgunon que nada enen que aprender co hos cnvia 4 Prédico. Emel Eutidoro, 277, destaca el carder analico de Pico: «Ea pri- ter lugar, como ensea Prédic, es menester que aprendas cl uso correcta de los rotsbresy A continuain se nos mucstran las diferencias semantcasentreaprender } comprender, para conelir con el career de juego que iene el lengua. 136 Cirmides «ques adénde vas con el término que uses. Vamos, ahora, pues, aem- pezar a definir claramente desde un principio. ¢Es, pues, a la una excelente produccién, —Te lo concedo. —Y si, ademés, me preguntases por la arquitectura, que es algo ast como saber edificar, y qué efecto es el que tiene, te dirfa que su efecto son los edificios. Y asi, de las otras téenicas. En consecuencia, para la sensatez, en cuanto que es, segtin ti, una cierta ciencia o saber de uno mismo, endris algo que decir al que te pregunta «la sensatez, oh Ci tias, siendo como es una ciencia o un saber de si mismo, zqué obra excelente lleva a cabo, que sea digna de tal nombre?» ;Vengal, dime. —Pero, Sécrates —respondié—, tii no estis buscando correcta- mente. Porque no es este saber, por su misma naturaleza, igual a los ‘otros saberes, lo mismo que no lo son los otros ent si. Y «6 ests ha- 9% Traduzco por «saber» el término episémé, que indica un «saber organiza- do», una ecieneit, un ssisterma cientificor, por recoger el sentido mis general de Ia palabra Cirmites 139 ciendo una investigacién como sifueran semejantes. Dime, pues—afia- did—, zdel arte del célculo,o de la geometria {cul es su obra: como la casa lo es de la arquitectura y el manto del arte de tejer, u otras obras semejantes que se podrfan mostrar de otras muchas artes? {Me puedes ‘ensefia td, para esas dos artes, un producto tal? Pero no, no vas a poder. —Dices verdad —le respondi—. Pero voy a mostrarte de que es saber cada uno de estos saberes que, por cierto, resultan ser algo dis tintos de sf mismos. Ast, por ejemplo, el arte del célculo lo es de los inimeros pares ¢ impares y de la relacién cuantitativa que se establece entre ellos mismos y entre los otros. :O no es asi? —Si que lo es —Aijo, 2 no son los pares y los impares algo distinto del del céleulo? —,Cémo no? —Y también la estética es her de lo pesado y de lo ligero, si bien son cosas distintas de la estitica misma lo pesado y lo ligero. ¢Me lo concedes? —Claro que si. —Dime, pues, gde qué es saber Ia sensatez y qué obra produce aque sea distinta de sé misma? —Esa es la cuestién, Séerates —dijo—. En tu pregunta has caido ‘en aquello en lo que la sensatez se distingue de todos los otros saberes. ero ti buscas tna semejanza de ella con los otros, y esto noes asf, sino que todos los otros saberes lo son de algo, pero no de sf mismos, mien- tras que clla es la Gnica que, ademas de un saber de todos os otros, lo es de si misma. ¥ esto no deberia habérsete ocultado, pero si ast ha sido cs porque creo que estés haciendo lo que antes no decfas que hactas: que estis tratando de refutarme a mi y estés olvidindote de aquello sobre lo que versa el discurso.s —,Cémo puedes suponer algo asi? —dije yo—. Estis pensando ‘que, por refutarte a ti mismo realmente, yo lo hago por otra causa 58 Con extadefnicin dela snsater como saber de sf mismo, se entra en la parte més original de didlogo Preesmente sexta part la que ha sido objeto te algunas recientes investigacones, como las de E. Martens, mencionada en la rota a9: B. Witte, Die Wisenschaft vom Guten und Boren. Interpretationen2u Pla- tons Charmide, Berlin, ag; Th. Eert, Meinung und Wisen in der Philosophie Platons. Untersuchungen sum Charmides, Menon und toa, Beta, 197, Pgs. 55. fa. Pionero, en este tema del Cérmdes, fur el valioso estudio de Cal Schilte, Publicado finales del siglo xis: «Dee Begriff des Wissen vom Wissen in Pltons Charmides und seine Bedeutung Fir das Ergebnis ds Dialogs» en Neue Jahrb cher fir Phillogie und Paedagogik 195 (1897) RS 454-470, 513537- 6 ago Cérmides — distinta de aquella que me lleva a investigarme a mi mismo y a lo que digo, por temor, tal vez, a que se me escape el que pienso que sé algo, sin saberlo. Te digo, pues, qué es lo que ahora estoy haciendo: analizar nuestro discurso, sobre todo por mi mismo, pero también, quiz, por mis otros amigos. 20 es que no erees que es un bien co- ‘min para casi todos los hombres el que sc nos haga transparente la estructura de cada uno de los seres? —Y mucho que lo creo —dijo él—, joh, Socrates! —Por tanto, ten énimo, bendito Critias —dije yo—, y responde desembarazadamente a lo que se te pregunte, sin cuidarte de si es Critias 0 Sécrates el que es refutado. Preoctipate, pues, solo de poner atencién al discurso y de ver por dénde pueda salir airosamente cuan- do se le cierre el paso con argumentos. —Asies como lo haré, pues me parece ponderado lo que dices. —Dime, una vez més —insinué yo—, cual es tu juicio sobre la —Digo, pues —afiadi é—, que, de entre todos los otros saberes, ella es el tinico que lo es de si misma y de todos los demés., —2¥ noes verdad —dije yo—, que tal vez sea saber del no saber sies que lo es del saber? —Claro que En efecto, s6lo el sensato se conocerd a si mismo y serd capaz de discernir realmente lo que sabe y lo que no sabe, y de la misma ma- nera podré investigar qué es lo que cada uno de los otros sabe y cree saber cuando sabe algo, y ademas queé es Io que cree saber y no lo sabe, Porque no habra ningyin otro que pueda saberlo, —Esto es, pues, el ser sensato y la sensatez.y el conocimiento de st mismo: el saber qué es lo que se sabe y lo que no se sabe. 2s esto lo que quieres decir? —Eso es —aAijo. —Asi pues, otra vez —dije yo—, «a la tercera va la vencida», de ‘modo que vamos a examinar de nuevo y en primer lugar la cuestion de sies esto posible o de si no lo es —el saber que se sabe lo que se sabe y qe no se sabe lo que no se sabe—, yen segundo Ingar —si alge asi es realmente posible—, qué utilidad nos reportarfa a los que lo sepamos. > Era una férmola de devocién al dis salvador, Zeus, a quien se dedicaba la tercera copa en los banquets. Es éste el tercer intento de Critias para encontrar tuna respuesta adecuada a qué es senates. (Cf. Repablic, s83b; Fulebo, 66d.) Los escolios as Iointerpretan. (Cf. Schirltz, 1897, pg. 464, nota to) Chrmides a4 i, es0 precisamente es lo que tenemos que investigar. —Mira, pues, oh Critias —continué yo—, si de todo esto encuen- tras, antes que yo, una salida, porque, de verdad, estoy en una apor {Quieres que te explique en que clase de ellas? é que quiero. —{No cs verdad —prosegut yo—, que se daria todo e30, si acon- tece lo que hace un momento deeias: que hay un solo saber que no lo es de otra cosa sino de si mismo y de los demas saberes, y que, a la par, ese mismo saber lo es de la ignorancia? —Ciertamente. —Date cuenta, pues, compaiero, de qué extrafa cosa es ésa de la {que estamos hablando. Pues cuando ti, en otros casos, haces una in- vestigacién semejante, pienso que llegaré a parecerte inviable, —2Cémo?, Jy en qué casos? —En los siguientes: imaginate por un momento que se da una especie de visién que no dice relaci6n con aquello de lo que normal- mente ¢s visién la visién, sino que es vision de si misma y de las de- mis visiones, y también, de las no-visiones; y siendo como es visién, no ve color alguno, sino sélo se ve a sf misma y a las otras visiones. eTe parece a ti que existe algo ast? —jPor Zeus que no! —2Y una audicién que no oye sonido alguno, pero que se oye a sf rmisma y alas otras audiciones y alas no audiciones? —Ni esto siquiera. —En resumen, considera si, entre todas las sensaciones, te parece ati que hay una que lo sea de las otras y de sf misma, pero no sintien- do nada de lo que las otras sensaciones sienten. —No, no me lo parece. —2¥ creerfas que hay un deseo que no lo sea de ningtin placer, sino de si mismo y de los otros deseos? —De ninguna manera. —2O habré una voluntad, segin se me ocurre, que no quiera bien alguno, pero que si se quiera a si misma y a las otras voluntades? —No, no, tampoco. —,O tal vez, un amor hay, dirfas ti, tal que no se encuentre sién- dolo de belleza alguna, sino de sf mismo y de los otros amores? —No, no lo diria. —Y temor, zhas llegado alguna vez a pensar en un temor que se teme a si mismo y a los otros temores, pero que no teme a ninguna de las cosas temibles? We ya Cirmides Nunca lo Hegué a pensar. —=2¥ una opinion que loes de otras opiniones y de s{ misma, pero {que no es opinién de nada de lo que las otras lo son? —De ninguna manera. —Pero, en cambio, un saber hay, al parecer, que decimos que es asi; que no es saber de conocimiento alguno, sino de si mismo y de los otros. —Si que lo decimos. —2Y no seria algo raro, sie que realmente existe? De todas for- ‘mas no diremos, sin mas, que algo asf no es posible, sino que, por el contrario, investigaremos la posibilidad de que exista —Dices bien. Vamos a ver: ges ese mismo saber, saber de algo, y est en su. poder el referirse a algo? gO no es asi? St que lnes —Porque de lo mayor decimos que tiene el poder de ser mayor que algo, —Si que lo tiene. —2¥ mayor que una cosa més pequeiia, si es que realmente es mayor? —Necesariamente. —Si nosotros, por tanto, encontréramos algo mayor, y que es ma- yor que cualquier cosa mayor y que s{ mismo, pero que no es mayor ‘que aquello comparado con lo cual, lo mayor es mayor, zno le pasaria 2650, de alguna manera, que, aun siendo mayor que si mismo, seria a la par menor?

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