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Senado de la Nación

Secretaria Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones

(S-1547/09)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,..

ARTICULO 1º: Otórgase jerarquía constitucional en los términos del


artículo 75°, inciso 22°, de la Constitución Nacional, a la “Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”, adoptada por
la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 13 de diciembre de
2006 y aprobada por la Ley 26.378.

ARTICULO 2°: Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Adolfo Rodríguez Saá.- Liliana T. Negre de Alonso. –

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad


y su Protocolo Facultativo fueron aprobados por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el 13 de diciembre de 2006, y quedaron
abiertos a la firma el 30 de marzo de 2007.

En esa fecha firmaron la Convención 81 Estados Miembros y la


Comunidad Europea, lo que representa el mayor número de firmas
conseguido jamás por un instrumento de derechos humanos en el día
de su apertura a la firma.

La Convención fue negociada durante ocho períodos de sesiones de


un Comité Especial de la Asamblea General, celebrados de 2002 a
2006, por lo que es el instrumento de derechos humanos que más
rápidamente se ha negociado.

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad


y su Protocolo Facultativo entraron en vigor el 3 de mayo de 2008. Su
propósito es asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de
todos los derechos humanos por todas las personas con discapacidad.

En nuestro país, el 21 de mayo de 2008 la Cámara de Diputados


ratificó la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, aprobada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas (ONU) en diciembre de 2006, lo que permitirá acortar la brecha
y eliminar las desigualdades que afronta este grupo. Esto se convirtió
en un hito significativo, ya que en Argentina la población con
discapacidad asciende a los 2.000.000 de personas.

El proyecto tratado fue respaldado por unanimidad y con el apoyo de


la mayoría de los bloques parlamentarios, que destacaron la
importancia de ratificar la resolución de la ONU y llamaron a impulsar
iniciativas para la integración total de las personas con capacidades
diferentes.

El Artículo 1º de la Convención sobre los Derechos de las Personas


con Discapacidad declara que el propósito de la Convención es
“promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de
igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales
por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su
dignidad inherente”.

La Convención reconoce que “discapacidad” es un concepto en


evolución aceptando el hecho de que la sociedad, y las opiniones que
sus miembros sustentan, no son estáticas. En consecuencia, no
impone un concepto rígido de “discapacidad”, sino que adopta un
enfoque dinámico que permite adaptaciones a lo largo del tiempo y en
diversos entornos socioeconómicos.

Si bien no da una definición afirma que la expresión incluye a las


personas con deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales
a largo plazo que, ante diversas actitudes negativas u obstáculos
físicos, pueden verse privadas de participar plenamente en la
sociedad.

Una de la piedras angulares de la legislación sobre derechos humanos


es el principio de no discriminación.

La discriminación por motivos de discapacidad se define como


“cualquier distinción, exclusión o restricción por motivos de
discapacidad que tenga el propósito o el efecto de obstaculizar o dejar
sin efecto el reconocimiento, goce o ejercicio, en igualdad de
condiciones, de todos los derechos humanos y libertades
fundamentales en los ámbitos político, económico, social, cultural, civil
o de otro tipo”.

Los legisladores tenemos funciones básicas que desempeñar en el


fomento y protección de los derechos humanos y empeñarnos por
convertirlos en realidad de manera que las personas con discapacidad
puedan efectuar la transición de la exclusión a la igualdad.
.
El inciso 22 del artículo 75º de nuestra Constitución Nacional
establece: “Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás
naciones y con las organizaciones internacionales y los concordatos
con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía
superior a las leyes.

La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la


Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención
sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial; la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la
Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la
Convención sobre los Derechos del Niño; en las condiciones de su
vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de
la primera parte de esta Constitución y deben entenderse
complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos.
Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo
nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad
de los miembros de cada Cámara. Los demás tratados y convenciones
sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el Congreso,
requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los
miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional”.

En el inciso 23 del mismo artículo 75º: “Legislar y promover medidas


de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y
de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por
esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre
derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres,
los ancianos y las personas con discapacidad...”

Por todos estos motivos corresponde solicitar la incorporación de la


Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y
su Protocolo Facultativo a nuestra Carta Magna, y esperamos que
nuestros pares acompañen esta iniciativa.

Adolfo Rodríguez Saá.- Liliana T. Negre de Alonso. –

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