You are on page 1of 753
HISTORIA RURAL DEL URUGUAY MODERNO Tomo Il - 1886 - 1894 HISTORIA RURAL DEL URUGUAY MODERNO Il. 1886-1894 (La crisis econédmica) Benjamin Nahum José Pedro Barran A EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL Parte de la investigacién que este volumen requirié fue realizada durante el afio de licencia que de acuerdo al Estatuto del Profesor nos fuera concedido en 1968 por el Consejo Nacional de Ensefianza Secundaria. Corresponde agradecer al Profesor Armando Miraldi Lé- pez la ayuda invalorable que nos prestara al fichar en la Escribanfa de Gobierno y Hacienda las escrituras sobre ventas de tierras. La elaboracién de estos datos asi como los relativos al precio del ganado fe corresponde por entero. En esa labor fue secundado por la sefiorita Ana Maria Martinez. Los autores integran el equipo “Historia y Presente” con Blanca Paris de Oddone, Roque Faraone, Juan A. Oddo- ne, Carlos Benvenuto, Julio Millot, Lucia Sala de Tou- rén, Nelson de la Torrety Julio Carlos Rodriguez. Seccion I LA CRISIS DEL URUGUAY TRADICIONAL 1886 - 1894 Introduccién Entre 1886 y 1894 las dos bases econémicas fundamentales del Uruguay, la ganaderia y el comercio, se vieron afectadas por una crisis de naturaleza compleja. Esta situaci6n comprometié actividades basicas en el pafs y colocé a la nacién ante una perspectiva nueva; actué como un auténtico desafio a las estructuras econémicas vigen- tes y promovié su enjuiciamiento. Los primeros ataques serios al ex- clusivismo pastor se realizaron en este perfodo. Todos los temas co- nexos a la gran vertebracién del pais en torno a su dualismo econé- mico —comercial y ganadero— fueron considerados por los contem- poraneos, perplejos al contemplar el orden tradicional conmovido en sus cimientos. Por esos afios los fuertes comerciantes del puerto de Montevideo comenzaron 3 observar cémo una de sus fuentes mds seguras de in- gresos empezaba a desaparecer: el comercio de transito desde y ha- cia el litoral argentino, Paraguay y Rio Grande del Sur. Y el lla- mado “alto comercio” habia sido desde los lejanos dias en que éra- mos colonia espafiola, uno de los pilares de la sociedad y la economia orientales. A la lenta decadencia de este grupo social y la actividad mer cantil del pafs s6lo haremos una referencia lateral en este libro. No hemos investigado el problema en profundidad y unicamente pode- mos sefialar las tendencias de esta evolucién. Pero como fue un hecho que quebré la imagen del Uruguay tradicional tanto como la crisis en el medio rural, nos ha parecido imprescindible hacer re- ferencia al mismo cada vez que sea necesario para una cabal com- prensién de la evolucién global del pais. Ademas el “alto comercio”, expresién conspicua de la clase monopolizadora del oro, fue un fac- tor esencial entre los determinantes de la usura en la campafia y de toda la polftica monetaria (y por lo tanto crediticia) en el Uruguay. Empero, el Uruguay era (y es) fundamentalmente un pafs ga- nadero. Lo que aconteciera en esa actividad econémica repercutiria en todos los planos de la vida nacional. Y entre los afios 1886 a 1894 Ja ganaderfa se vio detenida en su proceso de modernizacién por una crisis. Los estancieros asistieron a un fenémeno paradojal, La abun- 9 dancia de ganado vacuno torné dificil colocar el exceso de produc- cién, en particular la carne en forma de tasajo. Las cotizaciones in- ternacionales de nuestros mas importantes productos —cueros, lana— descendieron en los mercados consumidores europeos desde 1880. Sin embargo, la elasticidad de la produccién rural durante los gobiernos militares habia permitido a la nacién compensar el descenso de los precios con el aumento del volumen exportado. Esa elasticidad hacia 1886 concluy6. Los estancieros, con su técnica de explotaciém, no po- dian mantener en lag praderas naturales uruguayas mas ganado del que ya posefan. No se pudo seguir neutralizando el efecto externo con la mayor produccién interna. Por otra parte, luego de 1891 la ganaderia se verd afectada por diversos fenémenos que alteraran la riqueza pecuaria del pafs, dismi- nuyéndola. O por “plétora”, como Mamaron los contemporaneos a la superproduccién ganadera, o por descenso, lo cierto es que entre 1886 y 1894 la actividad pastoril no respondié a las exigencias cre- cientes de un medio urbano entregado a la especulacién bursatil, el consumo casi siempre improductivo y el endeudamiento externo cre- ciente con la City londinense. Las dificultades econémicas por las que atravesé el pais aviva- ron los conflictos entre los grupos productores y de intermediacién. Estancieros, agricultores, industriales, comerciantes y dentro de cada uno de ellos mismos diversos subgrupos, entraron en una lucha en- carnizada por el reparto del ingreso nacional menguado por las difi- cultades externas e internas. Liga de saladeristas, oposici6n entre estancieros invernadores y estancieros criadores, proteccionismo a los grupos industriales resis- tido en otros Ambitos sociales, todo ello configuré un panorama de tensién que el Estado debié interpretar en su legislacién impositiva beneficiando a unos en detrimento de otros. Las traslaciones del in- greso nos revelaran la singular influencia de la clase alta rural. La lucha por el crédito barato y el triunfo orista, el todavia fortisimo pe- so del denominado “alto comercio”. Mas en el plano intelectual que en el de los hechos ecdnémicos, se desarrollé paralela a la crisis una busqueda de soluciones. El mer- cado mundial de carnes se mostré apto y hasta ansioso por hallar nuevos pafses proveedores. Los estancieros lo comprendieron. Pero una cosa es la comprensién del fenémeno y otra muy distinta realizar las modificaciones necesarias en la estructura econdmica que esa mis- ma comprensién intelectual exige. En el 4nimo de los contemporaneos mestizar las haciendas criollas con reproductores finos legados de Europa, a la vez que alimentar al nuevo animal en praderas mejora- das, eran las respuestas a la crisis de la ganaderfa que los nuevos requerimientos del exterior indicaban. Exportar el ganado en pie hacia Inglaterra o la carne de las caponadas congeladas fue factible. Pero habia que modificar la estancia, invertir, contar con crédito, destinar menos al consumo y mas a la capitalizacién del fundo. Ello, por diversas razones, no se hizo. La nacién salié de la crisis no por su esfuerzo sino porque las circunstancias internacionales se modifi- caron a partir de 1894/1895. En cuanto al “alto comercio”, no salié de ella jamas. La debili- 10 dad del comercio de transito continué acentuéndose y aunque el triunfo orista revelé la fuerza econémica y social de ese grupo, el futuro apuntaba contra ellos. El Uruguay del siglo XX serfa el Uru- guay de los estancieros como el Uruguay del siglo XIX habia sido el Uruguay de los comerciantes. Lo que no quiere decir que deba to- marse esta afirmacién como un dogma. Todos los matices deben in- troducirse. El peso que en la conduccién del pais ejercieron los co- merciantes no desaparecié, tendié a disminuir. Otros grupos sociales estaban al acecho: estancieros, industriales, una incipiente clase me- dia y obrera. Alguno de ellos recogerfa la direccién del Uruguay en el siglo que se iniciaba. eee La época que se estudia en este volumen se ha caracterizado en Ja historiografia tradicional por el gran vértigo que fue la crisis de 1890. Hemos pretendido enmarcar ese acontecimiento dentro de las coordenadas naturales de la evolucién econémica del pafs para valorarlo en un contexto en el que tiene su lugar preciso y pierde mucho de‘su cardcter dramA&tico e imprevisto. Pero ademas, juzgarfamos mal la trascendencia de estos afios en Ja historia nacional si s6lo tuviéramos en cuenta los cambios acaeci- dos en ellos, que fueron pocos y escasos. El pafs salié de la crisis con las estructuras econémicas rurales apenas modificadas. Mas grandes alteraciones acontecieron en el medio econémico y social urbano. Sin embargo en esta época se gestaron algunos de los grandes temas del siglo XX. El estatismo, el nacionalismo econémico, las duras luchas en torno al reparto del ingreso proveniente de la ganaderia y al mo- nopolio crediticio de la oligarquia orista, el cuestionamiento de nues- tro destino manifiesto como pais pastoril, la puesta en tela de juicio del régimen vigente de propiedad privada de la tierra y hasta la ex- tranjerizacién de las vias férreas, todo ello fue colocado sobre el ta- pete por la crisis y qued6é como semillero para los afios por venir. Perfodo de transicién, dificil de caracterizar por definicién, entre un Uruguay que se resistfa a morir y otro que pugnaba por nacer, los afios estudiados por vez primera llevaron a la concien- cia nacional la gran problematica que el siglo XX tuvo por necesi- dad que abordar. PARTE 1 CAUSAS DE LA CRISIS GANADERA Capitulo | Caracterizacién de la crisis en la ganaderfa “Dentro de pocos dias podremos solemnizar el aniversario de la paz de 1851: nos separan sélo cuarenta afios de aquel acto memorable. La guerra sin tregua habia durado quince afios, tenfamos apenas 132.000 habitantes, estaba destruida la mayor parte de nuestros pueblos, abandonados casi comple- tamente los trabajos agricolas, inmenso numero de ganados habian vuelto al estado salvaje de los tiempos coloniales; el pais, fuera de las costas, era casi un desierto... Recuerdo de nifio haber viajado con mi familia de Montevideo a la fron- tera con un séquito de hombres armados y necesitando mu- chas veces pernoctar en una cuchilla’ porque no se divisaba en el horizonte ni el humo nf la silueta de una vivienda umana, Pues bien: si ahora renaciesen los combatientes de aquella época, zpodrian reconocer el teatro desolado de sus luchas troyas en esta bella capital de 150.000 habitantes? ¢Recono- cerfan aquel desierto de los entreveros sangrientos, en esta campafia cruzada por los telégrafos y los ferrocarriles, con todas las propiedades deslindadas y cercadas, con centenares de escuelas, con oasis de agricultura esparcidos en todos los 4mbitos dei pats?". (Carlos Marfa Ramirez en la sesién del 30 de setiembre de 1891 de la C4mara de Senadores, Diario de Sesiones, tomo 53, p. 514). “Asimismo, nuestra ganaderia esté en decadencia; hoy es ‘un mal negocio. ¢Por qué raz6n?... porque los factores de produccién han aumentado; el valor de los campos... los jornales... la vida se ha hecho muchfsimo més cara... Antes nos contentébamos con viajar en diligencia, y hoy viajamos en ferrocarril; por consiguiente, cuando antes se hacla un viaje, se hacen cuatro hoy; la vida del estanciero de ahora no es la vida del estanciero de hace 8 6 10 afios; por con- siguiente necesita que su negocio le produzca més, para que sea beneficioso. El tasajo brasilero tiende a dejar de ser un estimulo para nuestros ganaderos, no porque esté en baja, sino porque no compensa el costo de produccién...” 13 (Lucas Herrera y Obes en la sesién del 4 de setiembre de 1890 de la Cémara de Representantes. Diario de Se- siones, Tomo 110, p. 135-144). Como ya hemos anotado al final del Tomo I de esta obra, el Mi- litarismo, al restablecer la paz y el orden en la campafia, provocé el crecimiento natural de nuestro stock ganadero que alcanz6 hacia 1882 1a cifra limite para la capacidad de nuestras praderas naturales de 8 millones de cabezas bovinas. Entre lo que se pod{fa extraer por afio de nuestros campos y lo que se industrializaba en los saladeros o se consumia en el pais, se producia un desequilibrio que permitia afir- mar a la mayor{a de los contemporaneos que habia “plétora” o sobra de ganado. Entre 1885 y 1890 el problema se torné angustioso. La produccién argentina que recién habia incorporado las es- tancias de la Pampa luego de la campafia del desierto del General Roca en 1879, entré a competir en el abastecimiento de los dos unicos mercddos consumidores de tasajo: Brasil y Cuba. El Brasil acentuéd su proteccionismo aduanero buscando beneficiar a los saladeros rio- grandenses y llegé a cerrar por todo un afio, 1887, sus puertos a los tasajos del Rfo de la Plata con el pretexto de medidas sanitarias. Las consecuencias eran previsibles: el precio del ganado descendié y saladeristas y estancieros entraron en una lucha abierta para hacer recaer cada uno sobre el otro los resultados de um negocio antes flo- reciente y ahora tan menguado. Si el cdlculo que del stock vacuno del pafs realizé6 en 1882 el estadigrafo Constante G. Fontan Illas puede parecer exagerado (9.984.083 cabezas) (1), (*) la Sociedad de Economia Politica ase- sorada por la Asociacién Rural llegé por la misma fecha a la cifra de 8 millones de cabezas (2). La Revista del gremio de los hacendados sostuvo en octubre de 1886 “que la existemcia de ganados en la Re- Publica debe calcularse en treinta millones de ganado lanar y, ocho millones, minimun, de ganado vacuno” (3) Todos negaban las Cifras derivadas de las declaraciones de los estancieros para el pago de la Contribucién Directa que por estos afios todavia gravaba el ganado en pie. Estas declaraciones, y la unanimidad de las fuentes es sinto- matica, eran falsas. Reconociendo lo que denominaba “exceso de produccién” dijo el diputado-estanciero Antonio M? Rodriguez em octubre de 188: “,..hay que tener presente que no sélo se ha producido en nues- tro pats, sino que se ha producido en el Plata; puesto que este fend- meno no sélo se observa en el Uruguay, sino que se observa en los pueblos vecinos... La Repiiblica Argentina, con motivo de haber pacificado alguna de sus provincias interiores que productan ganado (*) Fontén Mlas consideraba que a lo declarado por los hacendados, 6.791.778 eabezas vacunas, debian sumarse: un 20% por ocultacion, cabezas ‘1.358.235; 800.000 novilladas invernadas para la faena saladeril; 34.070 bueyes declarados; ¥ ganados libres del pago del impuesto de Contribucién Directa pertenecientes @ peones, capataces y agregados de las estancias, chacareros, quinteros, leche- ros, carretilleros, los que ascenderfan a 1.500.000. De ahi su cAlculo total de 9.984.083 cabezas bovinas, 14 abundante, de haber conquistado en el desierto grandes extensiones, que ha dedicado también a la ganaderia; produce ahora un nimero de animales muchisimo mayor que el que producta anteriormente... Todas estas consideraciones estén demostrando con toda evidencia, que el exceso de produccién es un hecho, En varios articulos publi- cados en “El Partido Colorado”, en “La Situacién” y en “El Siglo”, se decia lo mismo; y tomando datos estadisticos, se legaba a hacer el cdlculo de que el sobrante de animales no colocados este afio as- cendia, segtin unos a 200.000, y seguin otros a 400.000...” (*) Naturalmente que esto llevaba consigo el recargo de los campos y por consiguiente el hambre en las haciendas: “1... ese exceso de animales que quedan sin faenar, determina después la otra crisis, que es la de la epidemia; epidemia de ham- bre... es que los campos que tenemos no son bastante para conte- ner el nimero de animales que debian haberse sacado de ellos y pa- ra el procreo que de ellos debe venir; y ese procreo que estd preci- samente en la edad de desarrollo, cuando mds necesita... medios de alimentacién, es entonces cuando tropieza con la dificultad de que el ganado grande... que tiene resistencia para trasladarse de un punto @ otro, le quita el alimento que necesita el animal pequefio y éste muere, o se enflaquece, o hay que matarlo”. (4) Esta posicién fue reforzada dias después por otro estanciero en el seno de la misma Camara: “Nuestra campafia estéd poblada, y tan poblada estd, sefior Pre- sidente que si dejara de faenarse dos aitos en el pats, yo no sé donde se podria poner el ganado. Es una cosa imposible...” (5) (**) El 12 de febrero de 1885 “El Telégrafo Maritimo” daba cuenta que “...dado el exceso de produccién que se nota en el pais por el crecido nimero de ganados que procrea, el ganadero mata mds de las tres cuartas partes de los animales en el momento de nacer, alivian- do asi su campo de un recargo que perjudicaria el elemento primor- dial de su negocio”. El primitivismo de la solucién debe retenerse. Matar las cr{as, hecho frecuente en la época entre los estancieros invernadores, es- taba incluso sucediendo entre los estancieros criadores. Hab{fa que “aliviar” el campo a toda costa. La superproduccién de ganado vacuno en el pafs esta confirma- da por todos los testimonios. Incluso en la prensa periédica frases como “la ganaderia, atacada por la crisis pletérica que la abruma” se repetian con monotonia cada vez que de la materia rural se trata- ba. Pero este hecho podia ser interpretado de diversas maneras y juzgadas sus consecuencias desde muy distintos Angulos. Los saladeristas tenian particularisimo interés en popularizar el (*) En todas las citas de este volumen hernos modernizado la ortografia del documento original. Los puntos suspensivos indican pArrafos que hemos su- primido para aligerar la lectura. Las frases o palabras puestas entre paréntesis Tectos nos pertenecen y sélo tienen como misién ligar conceptos, Los subraya- dos nos corresponden. (**) Como ya hemos comprobado en el tomo I, pas. 613-614, la “plétora”” podia ser calculada tomando en cuenta el consumo interno ,la zafra saladeril y Ja produccién anual de vacunos, En 1882 el sobrante seria de 267.000 cabezas, en 1883 de 301.000; en 1884 de 152.000 y en 1885 de 358.000, 15

You might also like