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As.
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Cae el telén
La Habana, julio de 1989
Los arrestos, el proceso, el desenlace, ponian en evidi
cia la traicién de Fidel y la degradacién de la revolucién,
cuyos signos, ahora me doy cuenta, hablan comenzado a
aparecer desde el comienzo, desde la propia Sierra Maestra.
Para cubrirse, Fidel calificé a Ochoa, a Tony, a Patricio y
al resto de los acusados de vulgares aventureros, pese a los
teinta afios que éstos le habfan dedicado a la causa eje-
cutando misiones especiales ilegales ordenadas por Fidel. La
actitud de los acusados ante el tribunal se explica por el
grado de embotamiento a que los condujo el tratamiento
que se les aplicé durante Ja detencién. Estoy convencido
de que, aunque ya sin ilusiones, aquella actitud respondia,
a juicio de cada uno de ellos, a una manera-de.rendirle un
titimo servicio a la revolucién. Sus confesiones y sus au-
tocriticas piblicas traducen Ia existencia atin de ese sentido
del deber asimilado ¢ interiorizado profundamente durante
tanto tiempo.
El respeto a las reglas del juego llevado hasta el ab-
surdo.
No era posible hacer un proceso de exorcismo sin una
gzan purga, sin la colaboracién y las confesiones de los acu-
sados.
Amaldo Ochoa, ante el tribunal militar de honor:
«Quiero decirles a los compafieros que creo que traicioné
a Ia patria y se lo digo con toda honradez, la traicién se
paga con la vida... Ahora, hoy el que habla aqui, con todo
Jo que ha sucedido, no tengan la menor duda de que es
253un revolucionario mucho més limpio que el de hace veinte
dias, no tengan la menor duda. Modestamente, cualquiera
que sea la decisién que se tome conmigo, pueden vivir
convencidos de que seguiré siendo revolucionario... Creo
que hoy el tribunal de mi propia conciencia es mis
duro que cualquiera».
Tony de la Guardia, interrogado por el fiscal del tri-
bunal de justicia:
—éCudntos oficiales conocian este negocio en Cuba?
Los oficiales que estin detenidos aqui.
—tEsos, y ninguno més?
—Ninguno més, que yo sepa. Que yo sepa, ni uno més.
“Hasta dénde iban a llegar ustedes con la droga?
En realidad yo no iba a llegar muy lejos. Mi interés
no era hacer grandes operaciones de droga, ni hacer labo-
ratorios, ni nada. Era poder entregar-un margen de divisas
(..). No quiero justificar el dafio que he hecho, sino... In-
cluso este afio pensaba no hacer ninguna operacién més de
drogas, dado que las empresas que estaban ya creadas te-
nian su propia vida, tenian una base de capital que podia
entregar divisas y no queria seguir en las drogas. A mi no
me gustaba el negocio.
(6)
“De la Guardia. Usted tiene hijos, éverdad?
—Cuatro hijos.
—Cuatro. éPens6 usted en alguna de esas operaciones,
cuando recibia délares del narcotrifico y cuando reforzaba
sus empresas con narcotrificos, pensé usted en las conse-
cuencias del narcotréfico para la juventud del mundo?
En realidad no pensé en eso.
—Pero usted ha viajado mucho por el mundo.
Si, sefior.
Usted ha visto la miseria.
—Si, sefior.
—Usted ha visto las consecuencias del narcotréfico.
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, Seftor.
—Usted ha visto lo que significa para la juventud.
—Correcto.
Usted conoce que es el flagelo de la humanidad en
este momento,
Si, sefior.
~Y' usted es parte de esa fébrica que desgracia el
mundo,
Si, sefior.
2 su conciencia, De la Guardia?
No, mal.
—Me basta, sefior presidente.
La patente de corso incluye la ley del silencio. Tony ha-
bia recibido en su celda durante tres horas a Fidel en per
sona, quien le habia pedido que no nombrara a ningin su-
perior en la audiencia. Todo debia quedar en familia... Una
de las cosas més extrafias y notorias del proceso contra
Ochoa y Tony de la Guardia es que no se pronunciase una
sola vez el nombre del ministro del Interior, Pepe Abrantes.
iNi una sola vez en toda la audiencia! Sin embargo, todas
las actividades del MC y de Tony dependfan directamente
de a, Se comenté que Fidel, Ratil y Abrantes habjan se-
guido las secuencias del proceso a través de un espejo sin
luna. A un comentario hecho por Fidel, el jefe del Minint
le recordé que él lo habia mantenido siempre informado
de todo, lo que provocé la furia de Fidel y de Rail y pre-
cipité su caida. Es curioso que nadie durante el proceso
propusiera la cosa més natural del mundo: que el ministro
fuera Iamado a declarar, aunque no fuera mds que como
testigo.
En aquel momento se necesitaba a un Pepe Abrantes
por encima de toda sospecha; todo parecia hecho para cu-
brirlo, porque ast se cubria a Fidel. Sin embargo, su tumo
no tardaria en llegar.
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Teniamos la impresign de estar viviendo una pesadilla.
Los dias se sucedian. La justicia se mostraba expeditiva, El
desenlace de la tragedia se aceleraba. El proceso delante del
Tribunal de Honor habia comenzado el 30 de junio; desde
13 de julio, Granma publicaba cada dia un informe. Luego
vino el proceso propiamente dicho delante del Tribunal
Militar Especial.
EL 5 de julio: requisitoria del fiscal. El 7 de julio: ve-
redicto del Tribunal Especial. El 8 de julio: confirmacién
del Tribunal Supremo de las cuatro penas de muerte contra
Amaldo Ochoa, Antonio de la Guardia, Amado Padrén,
Martinez Valdés. El 9 de julio: confirmacién del Consejo
de Estado. El 1
En su requisitoria, el fiscal general Juan Escalona recla-
maba siete penas de muerte contra Ochoa, Tony de la
Guardia, Jorge Martinez, Amado Padrén, Antonio Sanchez
Lima, Alexis Lago y Eduardo Dfaz. Patricio escapaba a la
pena maxima: «Porque en realidad éste no comete ni tiene
relaciones con uno solo de los delitos y de los hechos més
graves que aqui se imputan, que es el de narcotrifico, con-
figurante del acto de traicién a la patria». Sin embargo, Es-
calona reclama para él treinta afios de privacién de liber-
tad: «Tal vez a Patricio podrlamos alegar, como causa
agravante de su responsabilidad, el hecho de haber cono-
cido la conducta de su hermano, los hechos que cometia
Tony de la Guardia, el narcotréfico en nuestro pais, y le
falté el valor moral y la entereza de un general revolucio-
nario para denunciarlo oportunamente».
iTreinta afios por no haber denunciado a su hermano!
Dieciocho meses més tarde, al exigir la revisién del pro-
ceso, Patricio atin intenta comprender la mecénica de las
confesiones. Desde su prisién escrib
«Muchos se preguntan por qué menti y no dije la
verdad en el juicio. En primer lugar, porque al Ilegar el dia
del juicio ya me tenfan hecho un idiota que crefa ser el cri-
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minal miis grande de la tierra, En segundo lugar, por querer
salvar a mi hermano Tony —ya que habia sido advertido de
que de nuestra codperacién en el juicio y de la aceptacién
de los cargos imputados dependerian las sanciones— y,
siendo yo el tiltimo en declarar, tomé en cuenta la forma
en que ellos lo habjan hecho; no quise contradecirlos para
no poner las cosas peor pues serian ellos los mis afectados.
En tercer lugar, porque al no ser abogado y, por desgracia,
no conocer nada de leyes y procesos judiciales y no haber
tenido ni el més minimo asesoramiento por parte de un
abogado defensor, cai en la trampa en que caimos todos.
Puede haber muchas otras razones como la de no querer
en ese momento llevar a la tribuna piiblica a otros altos di-
rigentes y cuadros politicos del pais, pensé en esos mo-
mentos que se pararian a esclarecer las acusaciones que se
nos hacian, ya que tenian conocimiento de causa de todo
por lo que se nos acusaba, como era el caso de Abrantes y
Pascual Martinez Gil, que en esos momentos eran ministro
y viceministro del Interior, por no mencionar una docena
mis de otros dirigentes que no eran del Ministerio del In-
terior. Puede también que me haya apendejado después de
viejo por la suerte que pudiera corer mi hermano gemelo.
Quién sabe. Espero que algun dia algin psiquiatra 0 psi-
célogo me pueda explicar mi estipido comportamiento al
reconocer cuanta acusacién y cargo se me imputd. Ya es
tarde para lamentarse pero no para reclamar mis derechos
ciudadanos de revisién de causa, después de dos afios y
medio de prisién>.
Los fusilados, sin embargo, ya no estin presentes para
explicar sus confesiones.
Ni para pedir la revisién del proceso.
La sentencia de muerte parecia ineludible. Tuve tiempo
para prepararme, pero no podia impedir que me embargara
la incredulidad. Que hubieran matado a Tony en el Libano,
en Chile, en Miami, en cualquiera de los lugares donde
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