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1 EXTRANOS COMIENZOS Pucbles prehistoricos y primitivos: América antigua No sabemos emo empezs el arte, del mismo modo que ignoramos cul fue dl comienzo del lenguaje. Si tomamos la palabra arte para significar actividades como constr templos y exsis, realizar pinearas y esculturas o trazar esquers, no existe pucblo algino en el globo que carezea de arte. Si, por otra pare, enter demos por ate i especie de lnjosa belle, algo que puede gozarse et los muscos, ¥en las exposiciones, o determinada cost especial que sirva camo preciada decora- cidn en la sala de mayor realce, tendremos que advertirentonces que este empleo de la palabra corresponde a una evolucién muy reciente y que muchos de los mayores arquitectos, pintores y escultores del pasado jamés pensaron en ella Paxlemos comprender mejor esta diferencia sinos fjamos cn la arquitectura. Todos sabemos que existen hermosos edifcios y que algunos de ellos son verdaderas obras dle art; pero rara es, en todo el mundo, la construccién que no haya sido erigida con algsin fin determinado. Los que emplean estos eificios como lugares de culto, arcimiento o vivienda, los juzgan ante todo y principalmente segiin un critetio ad, Pero aparte de eto, puede gustarles © no el diseio, la proporcidn de su ‘estructura, y aprecat los esfuerzos del buen arquitccto para constuitlos, no silo de manera prictica, sino correcta. Enel pasado, la acticud respecto a los cuadros ya las cetattas fie, con frecuencia, a logs. No eran coneebidos coma simples obras de ante, sino como objetos que poseian una funcién definida. Estaia pobremente ddotado para juzgar la arquicectura quien ighorara los requetimicntos a que obedeca su consttuccin, Andlogamente, no somos aptos para comprender carte de orto ‘tiempo si ignoramos por completo los Fines a que sirvié. Cuanto mis retrocedemas en la histori, mis dfinidos, pero tambicn mis extrafios, son esos fines a los cules se suponia que el arte tenia que servi. Y lo mismo sucede actualmente si dejamos tas villas y cindades y nos dirigimos al campo, 0, mejor ain, si abandonames nues- twas patses civlizades para viajar por aquellos otros cuyos modos de vida conservan todavia semejanza con las condiciones en las cuales vivieron nuestios remotos ante- pasidos. Llamamos primitives a esos pueblos, no porque sean mis simples que nosotros —los procesos de su pensimiento son a menudo més complejos—, sino Porque se hallan mucho mis préximos a estado del cual emergis un dia la humae nidad. Entre csos primitivos no existe diferencia entre consttuecidn itil y creacién de imagen, en cuanto a la necesidad concierne. Sus chovas estin ali para resguar- darles de lalla, el viento, el sol, y también de los espiritus que los producen; las imagenes estin hechas para protegerles contra otras fuerzas que son, en su concep to, tan reales como las de la natualeza, Pinturas y estatuas —en otras palabras— son empleadas con fines magico. No podemos esperar comprendler esos extrafios comicnzos del arte a menos que «eatemos de introducimos en el espiritu de los pueblos primitives y descubrir qué clase de experiencia es la que le hizo imaginar hs pintures, no como algo agradable de contemplat, sino como objeros de povleroso emplen, No erco que sea tan dificil similar este modo de sentir Lo inieo que se requicre es la voluntad de ser absoluta- ‘mente honrados con nosotros mismos y preguntarnos al propio tiempo sino segui- mos conservando también algo de primitivos en nuestra existencia, En lugar de comenzar por la época glaciar, empecemos con nosotros mismos. Supongamos que tomamos un retrato de nuestro jugador de Fito favorito o dela estella de cine que prcferimos, publicido en un periédico del dia. ,Disfrutariamos pinchindoles los ‘jos con una aguj2, :nos sentnfamos tan indiferentes como si hiciéramos un agujero «en otto lugar cualquiera del papel? Creo que no. A pesar de siber muy bien, can ple na conciencia que lo que hagamas en esos retratos no perjudica en nada ales repre- sentados, experimentamos un vago reparo en hesr st imagen, De alguna manera signe exsiendo en mi el absundo sentimieneo de que lo que se hace en un retrao se hhace tambicn sobre la persona que representa. Ahora bien, sino estoy equivocado, si «sta extrac itrazonable idea sobrevene realmente incluso entre novottos en la era acémica, es bastante menos somprenclente que nociones semejantesexistan en la casi toralidad de los pucblosllamados primitivos. En todas partes del mundo los médi- «06 0 hechiceros han tratado de operar mégicamente en andlogo sentido; han realiza- do poquefias imagenes de un ser odiado y han punzado cl corain del pobre m «0, 0 lo han quemado, esperando hacer padecer al enemigo Incluso dl guy quemado cl dia de Guy Favvkes es un residuo de semejance supestcidn, En ocisiones, los pue- blos primicivos ain dudan acerea de lo que es realy lo que ¢ una pintura. En una ccasién, al dibujar sus animales un artista curopeo, los natives se alarmaron: «Si usted se ls Iva consigo, zesmo vviremos nosotcos?e Todas estas etrafias idess son importantes porque pucden ayudamos com- pprender ls ms antiguas pincuras que han llegado hasta nosotros, [sas pinturas son tan vias como cualquier otro rastro de obra humana, ¥ embargo, al ser descu- biertas en las paredes de cuevas y rocas en Espa (lustracin 19) y al sur de Fran-

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