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La vida tal cual” «Cuando nact mi patria invadia el Estado tal 0 era invadid Estado més cual; cuando vine al mundo las teorias econémi 1 influencia», Pero no, (ya-ven, pongo la fecha para que no queden ‘al mundo nada de esto ocurria en Cuba. A babamos, como quien dice, de salir del estado de colonia e inicidb: ese triste recorrido del pais condenado a ser el enanito itrisorio en el valle de los gigantes... Nosotros nada tenfamos que ver con las ci tremendas realidades del momento, Pondré un ejempl e 1914 significo para mi padre una divertida pelea entre franceses y ale- ‘manes. Y también un modo de matar el tiempo a falta de otra cosa que exterminar. Pap, en compagifa de otros papés, pasaba gran parte del dia jurando que los alemanes eran unos viné nunca se detuyo a pensar en virtud de qué usaba tal c los franceses eran unos angeles; que Foch era un estratega y Luden- dorff un sanguinario. En cuanto a mi madre, ala cabeza de mis tias y de otras parientes, tomaba tan al pie de la letra la inminente caida de fs que vefa alemanes hasta en la sopa. Un dia que el cafién Bertha tron6 més que de costumbre sobre los techos parisinos se nos prohibi salir a la calle, jTemiamos ser bombardeado: Me habfa tocado en suerte vivir en una ciudad prov esto, que no es cosa grave, y hasta positiva si se sabe que ‘en toda laacepcidn de a palabra, significaba, en el caso nuestro, ausencia de comunicacién espiritual y cultural que a la larga ‘onarnos. Vivia, pues, en una ciudad pre deuna capital de ia que, a su vez, formaba parte deseis capitales de provincia provincianas con una capital provinciana de un estado perfectamente provinciano, El sentimiento de la Nada por exceso es menos nocivo que el sentimiento de la Nada por defecto: llegar a la Nada través de la Cultura, de la Tradicién, de la abundancia, del cho- ue de las pasiones, etc, supone una postura vital puesto que la gran mancha dejada por tales actos vitales es indeleble. Es a decirse de estos agentes que ellos son el «activo» de la Nada. Pero esa Nada, surgida de ella misma, tan fisica como el nadasol que calentaba * Unién, a0 2 10, La Habana, abil-mayo-junio, 1990, pp, 22-35 ‘con su hijo Arturo y con su hija Arturo, ynto dard a luz un nuevo Arturo, pero que ella la partera Arturo sino por la otra partera ‘su cufiado Arturo madre del precioso i go avelaedad exigida para que el pensamiento se traduzca en alg bastante sucias como para no poderme lavar jamais de las a \di que era pobre, que era homosexual y que me gual el aa imero, porque un buen dia nos dijeron que no «se habia podi ri imuerzo». Lo segundo, porque también un al descubrir fa copa en st mano Para no menoscabat la autorided veo obligado a decir que reaccioné en toda esta sensacin del hambre I aplagué saliendo subreptciamente le y robandome un plitano de la fruteria. En cuanto al sexo, «ci fe ms elaborad lo primero que se me ocure6 fue buscar slado, pero, no bastindome la soledad, busqué el concurso de las, Un ego instinto me avisaba ue hebien demi so pena de perderla, sui tacuro demi ser Pero como yo era un nie de siete aos on ps o que hacen los nifios en estos casos: busque la oscuri ca. enlac 8 me puse a revolearme como un perado; :, gnorando totalmente dénde ub ‘ 77 > solo acertaba a hacerme una imagen del llegar a e en algiin punto precis de gravedad!, ya encontraba el centro de mi cuerpo, en donde n ‘mano fue cayet [pocos instantes me s supe qu todo psa en fe un cigarrillo, me quemaba y des Wed cotone tT ee Mi primera hambre artistica la calmé con ese almil que el arte pone bao los ojos de aquel que se le enfron mera vez: me refiero al bocado de la imit I parece que «Aqui me tienes; solo tends que parecérteme y entor angustia ser calmada pues otros se querrin patecer atu de ero, jay!, a cada nuevo ejercicio de imitacién nos va alejando su y terminamos pisoteados por sus horrendos cascos. his encere en le alecba de mi made y sobre mis rpas de ech un peinar: se na cnt en mi cabera yuna fo de papel tlle, Enfoncesagaré un bicaro y,elevindolo al altra demi ca canturreé una diez veesla paca melodia que seme habla peed dl famoso «Brindis», El resto del dia lo pasé, como se dice, silencio Hlencio de los mundos o de qué? Bee laro que no podia saber a ests tes gorgpnae misern, homoweraalionsy are ee eae, nada, Como no podia representarla Tepreecttaseast) blemente; fom un vaso simulando que estaba puse a apurarlo ansiosamente, Mi padre me sorpren eee io Se explica muy bien que simbolizara inconacetament in mdse tne preset ae a Ja lucha se desar ba Ja cabeza cual si y religioso pero como en la nifiez artista no o es; en cambio, es y nada més que para sen atina a abrir una inmensa boca y sufrir las angustias del éxtasis, Francamente, nsiderando a La Habana como un sepulero. Us vasto sepulero dividido a su vez, en sepuleros mds pequenos, Pero aclaro enseguida que tal impresién sepulcral no tiene nada que ver cor la arquitectura de Ia ciudad; tampoco nace dicha impresion de esas (de esa falta de distancia privativa yo dligo que la ciudad me sigue pareciendo Jbe pura y simplemente a una contingencia ne refiero a la miseria, Asi como el via crucis de la pasién tiene sts estaciones, asf también tengo yo por la ciudad seftala- {las mis tumbas, partes de ese vasto sepulcro, y, en el correr de los aftos y tras una vuelta de algunos pasados en el extranjero, no he logrado «tal impresion desaparezca o, al menos, se atentie. ¥ si voy a hablar ‘con mayor franqueza, aunque tenga que enfrentarme con el ridiculo, (leclararé que hasta evito cuidadosamente ciertas calles y ciertas casas cen las cttales estas marcas de la miseria me hicieron padecer mas delo mbrado. Pero aclaro también enseguida que si las evito es pre- Cisamente porque ni una pizca de delectacién hay en mi alejamiento de ‘mente las veo como puentes cortados, fragmentos de i existencia que en nada me religan ni podrian religarme con mi ‘vida presente, {Qué tengo yo que ver, por ejemplo, con el Virgilio del aio 38, inquilino de un cuarto en la calle de Galiano? Y si fatalmente ‘debo pasar por tal lugar, Io observo con la misma indiferencia que todo mi ser asumiria ante el sepulero de Tutankamen... No podria tener piedad con cadaveres ajenos. Entre estos milenarios también se lasifica el mio de ese afto 38. Decliné una invitacién a gos. Desde Camagiey habia escrito a una tia politica que viviria en Su casa, La habia escogido a ella porque a pesar de su pobreza vivi a dos cuadras de la Universidad. Un camién de bultos postales me transporté a La Habana. No tengo que decir que favor que me hacia un amigo de la infancia y que le agrad: ‘mente pues asi me ahorraba los cuatro pesos que, con sumo trabajo, hhabia ahorrado para el ticket del Smnibus. Viajar durante catorce horas en un camién, echado entre bultos -un bulto més~, es algo :ntoresco: tna inmensa tela embreada cubre por entero la del camién y se ve uno obligado a rodar interminablemente corruna tienda de campafta sobre la cabeza. Mi amigo el camionero ‘me improvis6 en la parte posterior del camién una suerte de cucheta y1-con ayuda de dos tablas, suspendi un tanto la Jona y asf podia ver m s hada reclinaba impiidicamente. Expresat los pensamien todo contacto real con el sexo se habia convertid mecénica cotidiana, matizada por el tant: mis actos; si no Hegué a chocar con la imbeci especie de contra-yo que analizaba mis actuaciones, algo me advertfa constantemente de la falsedad de n fe me pinchaba para que saliera del impasse: he ahi pot qué las part idades, talmente erotizado con el audaz pensamient sd hermosos y nobles hombres con los cuales mis erdticos ensuefios. : aria la préxima parada del camién en uno eS escogen para escapar tn tanto seria Troya... Me ayudaria la naturaleza = copudos ies posible, hasta mairmurante na fe a jes. Y también esa ofr mature haranidadysbte oo es deo hombre de as at oe | punto sexuales que desconocen toda en cuanto a satisfaccién sexual se refic I se refere, Si, to 2 Y esta vez me tocarfa a mi ser arrojado del Parafs on se momento yo era una triste presa del Seftor y 1 queria su parte; me abandoné a endiabladas ens mo instante en que el éngel me areojaria hacia el xe cual de los dos mecanicos escogeria yo como instr Hberac {Solo a uno o a ambos? Yo habia tami lee en las desripeiones devises famosos, que en cas0 la eleccién puede ser fatal, que es preciso echar many ‘curso y que pararse en pe ’s puede sis t ye uede significar la muerte Entonces, sino lograba separar a uno del otto mediante accién 1 propondrfa a los dos desempefiar el papel de Adin, ydigo dentro de \gar pun- ‘al descrito por mi imaginacién, Desde ese instante ‘g de una realidad que yo temia un sudo frfo me inundé todos é paralizado y una pierna que dejaba ver su cavne fue descubierta autométicamente con una punta d i testaba ya: templo que se opone a que sea rasgado st velo! mecénicos se acercaban; entonces me tiré totalmente la lona por enci may mehice el dormido. Pero ellos, alegres y riendo ruidosamente, me sacaban del camién ¥ me sefalaban un lugar encantador. Tan pélido debi mostrérmeles que me preguntaron si ‘que no con la cabeza y salté del camién. Nos internamos y ya comenzaba a serenarme cuando adverti que mi amigo llevaba en {amano una botella de ron, Me eché a temblar de nuevo: era que Ia vista de la botella -argumento poderoso para convencer al més reacio ¥y despertar al mas embotado- me llenaba de pavor. Asfera yo: cuando Ths cosas llegaban a un plano de inmediato cumplimiento iniciaba la vyergonzosa retirada, ;Adénde habian ido a parar mis audacias de hacia Janos minutos? Todo aquel paisaje sensual, todo aquel erotismo bajo una Jona se habia diluido y vefame parado como un corredor al que se le ha interpuesto un obstculo en plena carrera. ‘Topamos con el inevitable arroyuelo y alli nos detuvimos. Fl ayu- dante de mi amigo me miraba de soslayo y adverti en su mirada que me @xaminaba con la misma curiosidad que un animal cualquiera examina 4 otro de una especie diferente; sentia que media su fortaleza por mi ;nto se sinti6 protector que me oftecié por asiento la 6 la botella y me pregunts Eesplegando una irénica risita sino queria tomar un poco de agua des pds del trago. Entonces mi amigo comen26 la consabida charla sobre fas mujeres, En menos tiempo del que empleo para contarlo aqui me desctibieron unos coitos complicadisimos y, aunque mi desconocimien- to en materia de psicologia masculina era bien superficial, me percaté de {que todo obedecia a esa tctica viejisima que consiste en dejar traslucir Ib extranofmal mediante alusiones a lo normal. Todo ello corregido y aumentado con Ia excitacién que cualquier telato erético nos procura. Perotodos us célculosfallaron, porque mis nexorables Moiras Fela recitacién y la masturbacién se interpusieron y me vi, yo también, imbécil y medroso, relatando unas imaginarias hazafias habidas con docenas de mujeres. Hablé hasta por los codos y tanta «masculinidad»

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