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Javier Gafo Fernandez 10 palabras clave en Bioética EDITORIAL VERBO DIVINO Avda, de Pamplona, 41 31200 ESTELLA (Navarra) 2000 ‘Trasplantes de érganos 1. Tntroducci6n La década de los 60 ha marcado, tanto la actual evolucién de los trasplantes de érganos, como el debate ético y legal. El 3 de diciembre de 1967 el Dr. Christian Barnard tealizaba en el Hospital Groote Schuur de Ciudad del Cabo el primer trasplante de corazén, que fue seguido por una cadena de similares intervenciones quirtirgicas en 1968, cuyos resultados fueron muy pobres, peto produjeron un fuerte impacto en la opinién publica, dentro de un afio que vendrla marcado por grandes movimientos culturales y sociales. Es verdad que la historia de los trasplantes, como indica Diego Gracia, habla comenzado con ante- rioridad con los trasplantes de cérnea y, sobre todo, de rifién en los afios 50. Pero ahora el érga- no trasplantado, el corazén, tenfa importantes resonancias culturales y afectivas —piénsese en todas las expresiones de nuestra lengua en que se hace referencia al corazén como sede de la afecti- vidad y de los sentimientos humanos-. Como se escribié entonces, aquellos primeros trasplantes significaban degradar al corazén a su meray verdadera~ funcién de «misculo cardfaco». Por otsa parte, aunque el Mayo francés marcaba un importante cambio cultural de agujas, sin embargo el primer trasplante se inscribfa todavia dentro de 316) Thasplantes de sganos una ideologfa que ctefa atin actiticamente en el valor absoluto del progreso cientifico y técnico, y que pensaba abrir una pagina nueva en la historia de Ta medicina en la que el fallo 0 el envejecimiento de los érganos podria encontrar una terapia técnica espectacular, basada en el recambio de aquéllos. Un segundo daco, que tiene también lugar muy poco antes del inicio de la misma década de los 60, es el comienzo de In terapia intensiva. En 1959 un grupo de neurofisiélogos y neurdlogas de Lyén describe una situacién que denominan smuerte del sistema nervioso» y, poco después, otros dos neurélogos, Mollaret y Goulon, del Hospital Claude Bernard de Paris, califican una situacién que afecta a un grupo de 26 enfermos con graves lesiones cerebrales como «coma dépas- sé (xcoma sobrepasadon). Estos nuevos plantea- mientos, junto al inicio de los trasplantes, abren la puerta a un nuevo criterio para definir la muerte de una persona: el de la muerte cerebral o encefé- lica, que tiende progresivamente a suplantar el cri rerio tlisico de fe parada cardiorrespiratoria. Estos dos hechos, ademés de la utilizacién de Ia ciclosporina en los afios 80, pueden matcar la triple coordenada histérica en que situar et actual debate etico sobre los rasplances de Srganos, que han Ilegado en nuestro pafs a unos resultados fran- camente positives y alentadores. En efecto, se puede distinguir entre una fase anterior y otra pos- terior a la ciclosporina, el firmaco que ha sido fun- damental para evitar los mecanismos de rechazo y que ha hecho que una serie de trasplantes, espe- cialmente los de rifién, corazén ¢ higado, hayan pasado la fase experimental. 2. Planteamiento ético general sobre los trasplantes Ya es un t6pico, al abordar hoy cualquier tema de bioetica, hacer referencia a los principios éticos Trasplanes de drganer| 317 de esta disciplina. Hay un humus bisico de estos principios: la afirmacién y el seconocimiento de la dignided que compete a todo ser bumano, Come afirma Peces-Barba, tratando precisamente nuestro tema, ela persona humana es siempre un fin y no puede ser utilizada como medio, ni se puede adop- tar una posicién utilitarista, de beneficio para el mayor ntimero, si eso supone afectar esa radicial condicién de fin en si», que posce toda persona humana. De ahf se deriva, como primer principio &tico, enraizado en el principio de autonomfa, que stodas las pricticas © acticudes que deriven 0 expresen una concepcién instrumental del ser humano, en trasplantes... deben ser rechazadas». Esta afirmacién es bisica en todo el debate ético de los trasplantes: por muy relevantes que sean los beneficios cientificos que pudiesen extractse 0 por importante que sea el bencficio para los receptores de érganos, nunca puede degradarse a un ser humano al papel de mero medio o instrumento para conseguirlo. Una consecuencia del principio de autonomia serd el énfasis en la libertad de las personas impli- cadas, es decir, el reconocimiento de la voluntatie- dad y la necesidad de un consentimiento informa- do por parte del donante o del receptor (0, en caso de que sea imposible prestarlo, por parte de los tutores o representantes legales). De ahi la impor- tancia de que se proporcione a las personas impli- cadas una informacién completa sobre las conse- cuencias que podrian seguirse de la préctica del trasplante, Los principios de beneficencia y no-maleficen- cia tendrfan su repercusidn en el tema de los tras- plantes, al subrayarse la exigencia ética de seguri- dad, es decit, la necesidad de que la compleja téc- nica se realice en condiciones que garanticen al méximo el buen resultado de la intervencién. De ahi que el mismo Peces-Barba considere que esta- ‘mos ante un tema que no puede dejarse a la auto- rregulacién ética corporativa de Ia profesién médi-

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