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APENDICE LA PSICOLOGIA EN LA FORMACION DEL MAGISTRADO Exiracto de las actas del XII Congreso de la Asociacién Internacional de Psicologia Aplicada. ROMA, 9-14 DE ABRIL DE 1958 He aqui un tema polémico que debe ser desarrollado con objetividad ¢ im- parcialidad, cualidades que temo no poseer suficientemente. Si bien por un lado me siento satisfecho por haber sido elegido para desarrollarlo, por otro lado siento la angustia de no Megara merecer esta asignacién. No obstante, haré lo posible para resentar los argumentos de mi tesis en forma objetiva, impersonal y ecléctica, con- Eando al mismo tempo en {a capacidad de mi auditorlo para corregir, en el curso del debate, toda omisién, ertor o exageracién que hubiera podido cometer in- voluntariamente. Desde sus primeros pasos sobre la Tierra, el Hombre se encontré en la nece- sidad de vivir en grupo, formulando reglas que permitan un intercambio con sus semejantes sin tener que recurrir constantemente a la violencia de la lucha corporal para resolver las divergencias. Pero, también desde los albores de la His- toria, la Humanidad dio abundantes prucbas —ya sea individuales 0 colectivas— de que sus reglas no eran ni enteramente ni definitivamente respetadas. En cuanto un individuo, un grupo o un pueblo violaban esas reglas y se salian del camino trazado, se reunia un consejo de ancianos entre los que gozaban de mayor pres- tigio, @ fin de deliberar sobre el caso y tomar las decisiones mas oportunas y convenientes. : Jefes, sacerdotes, tiranos y magos pronunciaban sus primeras sentencias sin que podamos afirmar que el Derecho fuera ast constituids. El Derecho adquitio definitivamente sus fundamentos en esta ciudad en la que actualmente nos en- contramos, cuando los ancianos discutieron pacificamente, ‘‘en frio'’, las reglas que debian asegurar la justa ‘vida en comiin’’ de los seres humanos, ya sea en tiempos de paz como en tiempos de guerra. Fue a partir de ese momento ‘que surgio la Magistratura como actividad independiente del Poder Ejecutivo, es decir, de la fuerza magica o psiquica que estaba atraigada en Jos sacerdotes. Han pasado mas de 20 siglos y es todavia el Derecho Romano la fuente en la que se alimen- tan y de la cual derivan los Cédigos Civiles y Penales de la mayor parte de las APENDICE 243 naciones civilizadas. Podemos y debemos preguntarnos si durante todo ese tiempo cl hombre no ha cambiado, @ mismo, sus necesidades, sus medios de accion y Z sobre todo— si no hizo bastante progreso en el conocimiento de su naturalere de sus motivos de conducta, de sus ambiciones, de sus defectos y de su dinaming Petsonal, que permita justificar un cambio en Ia orientaci6n de las normas de lag actividades juridicas 1a respuesta es evidentemente afirmativa: la vida social actualmente es muy distinta a la que existfa en tiempos de Cicer6n, nuestro concepto de la naturaler humana, de sus derechos y de sus deberes no puede ni compararse con el de antafio y, en consecuencia, la teoria y la prictica juridicas deben apoyarse en nuevas bases, y nuevas técnicas, ya que si la rcligién es inmutable por su dogma, cl Detecho debe ser modificable a medida que cambia la sociedad en la cel ng aplicado y a la que, en iiltima instancia, debe servit. Nadie se atteveria hoy a defender a la ley del Talién, ni a la de la esclavitud, nia la del derecho de Jus brimae noctis y, pese a ese cambio de actividad, cuando se trata de las reglas que fijan las relaciones entre el individuo y sus 'semejantes en una democrecia moderna, el proceso de formacién profesional de los juristas y de los magi trados se mantiene en realidad aferrado a los preceptos clasicos y de esta marers se engendra una disociacién entre lo que exigen las Facultades de Derecho 0 los concursos para la Magistrarura y lo que realmente deben saber y conocer los pro- fesionales del foro. En los programas de formacién de los futuros abogados magistrados no se encuentran las materias de Sociologia ni Antropologia Cultural. ni Psicologia Normal y Patolégica, ni Higiene Mental, ni Ecologia, Apenas el 30% de las Facultades contienen, como materia obligatoria para licenciarse en Derecho, algunas clases de Psicologia y es debido a esta omision que los jueces y magistrados, en su mayor parte, empiezan a ejercer la profesién sin mas cono. cimiento de la personalidad humana, de sus conflictos, de sus pasiones, de sus Pulsaciones, de las presiones y de las fuerzas econémico-sociales, 0 sin mas cono- cimiento de Ia psicologia del delincuente que la que adquieten, por su propia experiencia, su intuicién 0 por lecturas elegidas espontineamente. No es, pues, extrafio que, al lado de los profesionales que sistematicamente ignoran o niegan ¢l valor de las “‘ciencias del espititu’’, se encuentren los que las aceptan y aplican de manera anarquica, empirica 0 “profana”’ y los que se inclinan ante ella con excesiva reverencia y sumisiOn. Esta divergencia de actitud y de conducta se agrava en el dominio del Derecho Penal y de la Criminologia, y ocasiona diferencias y conttadicciones bien podo edificantes, Es imposible dictar una sentencia justa sin un conocimiento previo y exacto: 1) de los hechos que van a set juzgados, 2) de la personalidad y de los motivos de los autores, 3) de los antecedentes de las situaciones que actuaron como determinantes, 4) de las consecuencias sociales de dichos hechos, 5) del criterio en vigor para juzgarlos. Dado el programa de estudios en vigor en la mayor parte de los estableci- mientos que forman a los fucuros juristas, podemos afirmar que los preparan solamente para el quinto punto y que los dejan inermes pata descubrir los cuatro Primeros puntos. En efecto, el descubrimiento de los hechos, es decir, el reajuste de la realidad que se encuentra sub judice se ve generalmente dificultado por la falta de informacién, por la poca eficacia de los sumarios policiales y pot los de. fectos de la prucba testifical: Todo el mundo sabe que los testigos, en su mayor 244 MANUAL DE PSICOLOGIA jURIDICA parte, no son sinceros y que aquellos que desean serlo no son ni neutrales ni seguros, ya que para serlo se requieren condiciones de aptitud, de experiencia, asi como técnicas de observacién y de declaracién, que fara vez coinciden. La psicologia del testimonio, tan brillantemente estudiada y desarrollada por Gorphe y sus discipulos, nos revela que el famoso ‘‘diagnéstico objetivo’ (Tatbestands- diagnostik) debe ser obtenido por los jueces mediante un anilisis critico, siste- mitico y minucioso de las actas del proceso, unido a una ponderacién exacta del valor de la prueba técnica de los expertos; pero todo esto requiere, inexorablemente, la posesién de sdlidas nociones de dialéctica, logica y, sobre todo, de psicologia. En segundo lugar, debemos considerar que si ‘‘todo el mundo es igual ante la Ley" no es menos cierto que ‘“‘la Ley no acta de la misma manera frente a todo el mundo’, ya que cada uno la comprende, la interpreta y la obedece a su manera, Esta '*manera”’ significa su forma de ser, su propia personalidad (su inteligencia, su temperamento, su carécter, su cultura, sus costumbres, etc.) y debido a esto no se puede juzgar asimismo una conducta sin saber ‘‘quién’” la realiz6, ni cuales fueron sus motivos. Es por eso que el estudio psicolégico com- pleto de los individuos protagonistas de cualquier proceso judicial no es descuidado por los propios abogados, pero étos describen siempre a su cliente como a un angel y a su adversario como a un demonio; en consecuencia, los jueces no deben trazar una linea media entre dos exageraciones sino buscar ellos mismos la verdad, a través de una mezcla compleja de datos valederos, ett6neos y falsos, ya sea vo- luntaria 0 involuntariamente. Sélo un conocimiento sdlido, una experiencia sis- tematica y una habilidad técnica sin igual en los diversos sectores del examen psicoldgico pueden asegurar el éxito cn una tarea tan dificil, En tercer lugar, no basta saber qué ha pasado y conocer a los autores, sino que es indispensable saber sus razones, es decir, el porqué actuaron asi; hay que sumergirse en toda la psicodinamica que se desarrollé entre las situaciones y los autores para determinar la dimension de la falta o de la responsabilidad de cada uno en los hechos sub judice. Hasta los mas ignorantes saben, como tan bien lo ha expresado Paul Valéry, que siempre hay algo de victima en el verdugo y algo de verdugo en la victima; es por ello que las relaciones humanas son tan complejas y que es tanto mis necesario el conocimiento cientifico de los factores afectivos, conativos, sociales, culturales, etc., que las regulan. Y fast but not least el juez debe medir, tanto como sea posible, las conse- cuencias inmediatas y lejanas de su sentencia, para evitar que “el remedio sea peor que la enfermedad’’. En efecto, a veces los estados emocionales que rodean el drama judicial son de tal orden que una sentencia puede resultar justa, de acuerdo con la Ley, pero inadecuada y hasta perjudicial en cuanto a los resultados sociales. En nuestro Manual de Psicologia Juridica hemos dado vatios ejemplos de lo que llamo ‘‘delitos profilacticos’ (porque evitan la realizacién de otros delitos mas graves); setfa igualmente facil citar ejemplos de sentencias “delic- tgenas"” (porque precipitan la realizacién de ottos actos antisociales mucho mas temibles que el que se acaba de juzgar). Pero no basta demostrar tedricamente que los abogados, jueces y magistrados, asi como los técnicos penitenciarios deben conocer la psicologia cientifica, debemos sefialar, ademas, cémo pueden estudiarla y aprenderla. Seria initil, en efecto, hacer de la psicologia una materia mas en el programa, ya sobrecargado, de los estudios tie Derecho, Serfa igualmente inGeil hacer e ella una-materia que fuera explicada en algunas docenas de horas ‘‘verbales’’ y aprendida de memoria para ser en

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