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Mujer y fantasma cruzando un río de sangre.

Óleo / madera, 1999.

LESIONES
INTENCIONALES
Autorretrato dibujando un asesino.
Óleo / tela. 1.50 x 1.50 mt., 2000.
CARACTERIZACIÓN DEL
HOMICIDIO EN COLOMBIA
Homicides

Luz Janeth Forero M.


Epidemiologist Forensic Doctor
Chief National Reference Centre of Violence

During 2002, the Colombian system of Forensic Medicine, registered 28.534 homicides which are 71% of the
violent deaths. The death rate by this way was 65 homicides for every 100.000 inhabitants. This index has shown
an important decrease since the 90s when it was higher than 85 homicides for every 100.000

Men preferable are involved in most of cases of violence, except for sexual attacks and familiar violence, where
exists a balance among men, children and women. Last year 92% of the homicides were committed against men,
especially those between 18 and 44 years, population which has affecting and economic link so their families are
violence victims as well. Homicides made last year more than a million of years potentially lost (AVVP from the
Spanish, working years in English).

Most homicides were committed in public places ( streets, bares, nightclubs and abandoned backyards) reaching
about 73%, as well as this 46% of the cases there was no information about the criminals and 42% it was an
unknown their causes were not known either in more than 50%, revenge was 15.7%, robbery 4.6%. Public force
and armed conflict was 7.1% which meant an increase of 5.2% related to the year before.

En el commitment of any kind of violent act, is usually found a device which makes easier the surrender of the
victims, for homicides there is a relationship between device lethality and the quantity of acts committed with it,
so guns were used in the 86% of the cases, followed by sharp arms (knives) with 8.6%.

As we see homicides in Colombia happen in several contexts, from death in a family as a result of familiar violence to
deaths of either civil or soldiers related to the security problem which the country faces currently, as well as this the
terrorism with its implications such as lack of security in public places where the people are supposed to feel safe.
Introducción

El homicidio se presenta en la vida del hombre como consecuencia LUZ JANETH FORERO M.
extrema de los problemas de seguridad y convivencia mal resueltos, Médica Epidemióloga
Jefe CRNV
fenómeno al que no escapa la realidad interna colombiana, generando
por su carácter irreversible erosión en la riqueza humana de la nación y
deterioro de la percepción objetiva y subjetiva en materia de seguridad.

Planteado de esta manera, más como problema social que como delito,
es innegable la relación que guarda el homicidio con las dinámicas de
interrelación de los seres humanos en su colectividad, con el ejercicio
de la pluralidad, el reconocimiento de la diversidad y el derecho de los
otros. El homicidio, como expresión extrema de la violación del derecho
a la vida, encuentra sus motivaciones o factores desencadenantes en la
pugna diaria de emociones e intereses y la clave de su protección puede
estar en la educación y en velar por el resarcimiento o restauración
oportuna de otros derechos que han sido vulnerados.

Las anteriores consideraciones hacen que el desarrollo de este capítulo


se hilvane desde la fecundidad de producción normativa tutelar de
derechos, pasando por la inoperancia de la misma, hasta esbozar a
manera de conclusión, adherida al carácter primario del derecho que
se trata, la necesidad de acudir a la educación proyectada a la
autorregulación para controlar un fenómeno frente al que parece haber
llegado el estancamiento de los resultados esperados para las medidas
de control.
Marco conceptual

En la actualidad, día a día se tutelan nuevos intereses. Por esta razón,


se acude a la costumbre como fuente natural del Derecho. Así como la
costumbre está sujeta a variar en el tiempo, de la misma manera, los
comportamientos que en relación con ella hoy se toman como punibles,
en el futuro pueden ser asumidos como normales y estar alejados de
la tipificación penal.

A partir de la conjugación del visto bueno de la sociedad en abstracto


con el del sujeto pasivo en concreto (titular del bien jurídicamente
tutelado), se lleva a cabo el ejercicio de sopesar los derechos o intereses
que entran en pugna, y se decide favorecer aquel que en ese momento
tiene una mayor importancia, lo que hoy día, se lleva a cabo a la luz de
los preceptos constitucionales, puesto que se supone que no debe
existir delito o contravención alguna, que vulnere un
derecho contemplado en la constitución o en la norma,
En otras palabras, lo bueno pero aún existen ciertas conductas que son rechaza-
o lo malo, lo grave o lo leve, das, a pesar de no generar conmoción social o de que
a la luz del derecho penal no se percibe el daño inmediato que estas generan.
son relativos; de allí que se
deba trascender el Derecho
y emplear otro referente, la El Derecho aparece entonces como un invento huma-
ética fundada en las no en el seno del Estado, justificado por la necesidad
virtudes, el respeto a lo
humano y llegar al
de establecer reglas para la convivencia social, ámbito
entendimiento de que en en el cual las creaciones humanas son presentadas para
esta órbita no existen obtener el propio reconocimiento. Por eso es posible
conductas que se puedan
interpretar a tono con la
describir comportamientos humanos como nuevas con-
conveniencia particular. ductas punibles o excluirlos de esta categoría.

Retomando la utilidad de las normas como reguladoras


de los comportamientos sociales, en escala descendente se ubicarían
los delitos, seguidos de las contravenciones y finalmente las conductas
no penadas, irrespetuosas de los derechos ajenos, desde las cuales
con facilidad se puede escalar, de manera inversa, hasta la conducta
CF Y

punible. Por esta razón, actuar pensando en la forma como se afecta a


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los demás, bien puede considerarse como un fundamento de la convi-


vencia pacífica; la valoración previa que se haga sobre la moralidad del
comportamiento, debe condicionarlo.

Son múltiples las prácticas que a diario se ejecutan a pesar de que algo
interiormente parece indicar al autor que son indebidas y no en pocas
ocasiones ni siquiera hará presencia tal advertencia moral, porque la
persona se ha desarrollado en un ambiente en el cual jamás le inculca-
ron que estaba mal o precisamente esto era lo cotidiano y su costumbre
lo hace ver como correcto o aceptable. En esta instancia se hace
necesario anotar que las prácticas socialmente deseables deben ser
20
transmitidas y hacer parte de la educación. A manera de ejemplo, si el Del homicidio
individuo carece de toda posesión le es mucho más difícil reconocer y
respetar el derecho a la propiedad de otros individuos, pero incluso como crimen
algo común a todos, como la vida, puede llegar a desdibujar su real valor
Juan Ignacio Cardona Giraldo
y carácter en un ambiente que privilegie al más fuerte y haga dudar del Filósofo C RNV
derecho que se tiene a vivir, llegando incluso a asumir una actitud de librar
al azar la propia existencia, renunciando a la esperanza de un futuro.

Las instituciones de educación, especialmente las de preescolar, básica La acción de matar puede enten-
derse desde múltiples contextos, y
y secundaria, más allá del desarrollo de aptitudes, habilidades y des- según los mismos puede pensarse
trezas en los educandos y de impartirles conocimientos del saber hu- igualmente en múltiples
mano, cumplen con otra tarea que puede resultar aún más importante implicaciones de diferente índole.
y es la transmisión de los valores de la cultura a la que se pertenece, a De aquí que, cuando se refiere
este acto con el término homici-
través de la formación cívica, en especial ahora cuando la familia tiende
dio, necesariamente se está com-
a adoptar una forma en la que cada uno de sus componentes es más prendiendo esta última acción en
independiente, con un menor grado de interrelación. La formación cí- la dinámica del crimen y el casti-
vica se debe traducir en civilidad, es decir, el comportamiento propio go. Por otra parte, autores como
de una sociedad democrática, la cual ha sufrido transformaciones a par- Malinowski desde la etnografía,
Eric Weil desde la filosofía políti-
tir de la figura republicana de un Estado de Derecho a la de Estado So-
ca y el mismo Ten desde la ética
cial de Derecho, con cambios intrínsecos importantes, implicando que aplicada, coinciden en afirmar
los valores que en el primer modelo se privilegiaban como cívicos y ne- que la palabra crimen no tiene un
cesarios para el mantenimiento del Estado, se sumen a otros propios significado unívoco; y que de he-
del mundo contemporáneo en el segundo, haciéndose más universal, cho, para podernos realizar una
representación de la misma, es
trascendiendo fronteras y considerando globalmente el género huma- decir, para poder hacernos a una
no. De tal manera que no basta con los valores propios de la cultura a definición del crimen, necesaria-
la cual se pertenece ni con salvaguardar las instituciones estatales, se mente necesitamos tener como
trata ahora de comprender la complejidad de lo humano. referente un acto concreto, figu-
rarnos un hecho en particular
para así, posteriormente, obser-
De hecho, el país se desenvuelve entre una tradición política propia, var las reacciones que suscita di-
marcada por matices culturales y signada por la violencia y una apertura cha representación en la
al mundo imparable, que privilegia el individualismo instrumental. Si fuera comunidad interpelada, o como
posible quedarse solo con el primero de estos elementos, la formación diría Eric Weil: “no hay moralidad
cívica contaría con la opción de dictar postulados de comportamiento concreta fuera de una situación
1
concreta” .
deducidos de la propia realidad y pretender que el acatamiento de los
mismos fuera lo necesario para garantizar una mejor convivencia futura
del país, dejando de sancionar conductas que al ser ejecutadas parecen MUJER EN PEDAZOS Y FANTASMA DE GUERRA. ÓLEO / MADERA, 1999.

que no reportan algún beneficio inmediato. Sin embargo, no es posible


dar la espalda a las demás naciones que comparten y componen el pla-
neta, las cuales, como en la unidad más pequeña de la sociedad, recla-
man derechos, defienden posiciones o las imponen si su poder así se
los permite. Al mundo, gracias a los avances tecnológicos, se accede de
múltiples maneras y en forma casi ilimitada, exponiendo a los individuos
a formas de organización política y cultural diversas, que no siempre
guardan relación con las que se viven en el país, generando en ellos una
visión mucho más amplia, que no en pocas oportunidades los hará dudar
de sus convicciones o los enfrentará a parámetros culturales que chocan
con los habituales de su entorno.
La Constitución Política Nacional y el Código Penal, entre otras posi-
bles disposiciones jurídicas para citar, han acatado tendencias mundia-
les, reconociendo la dignidad humana como fundamento de las
instituciones y parámetro que guía su interpretación, incluyendo en su
contenido comportamientos que aún parecen ajenos y un tanto
intrascendentes frente a la problemática de violencia que vive el país.
De esta manera se establecen delitos como la manipulación genética,
fecundación y tráfico de embriones humanos, tráfico de personas, ac-
ceso abusivo a un sistema informático, turismo sexual, entre otros.

No basta, en este orden de ideas, con pretender que todos los


derechos se encuentran contemplados en las disposiciones propias del
Estado o en la organización que un pueblo ha querido darse a través
de su Constitución y que en virtud del principio de necesidad de la
sanción penal, esos derechos humanos que se encuentran en la Carta
Política y que representan bienes jurídicos, se hallen tutelados a través
de disposiciones del derecho penal sustantivo.

Así, frente a conductas punibles que respaldan, mediante la amenaza


de sanción o la imposición de la misma, derechos con rango constitu-
cional, hay una doble dificultad. Por un lado, educar
para entender el por qué de la prohibición de tales
De esto la Constitución hace comportamientos y, por otro, hacerlo para eventual-
un reconocimiento expreso, mente comprender otros, que aunque no tipificados
cuando en el artículo 94
afirma: “la enunciación de los como conductas punibles, tienden al reconocimiento
derechos y garantías y respeto de la persona humana, llegando a la
contenidos en la Constitución autorregulación basada en la razón y no como res-
y en los convenios
internacionales vigentes, no
puesta a la coerción.
debe entenderse como
negación de otros que, siendo Es claro que en medio de la globalización, los ciuda-
inherentes a la persona
humana, no figuren
danos se pueden ver avocados a reconocer como
expresamente en ellos”. válidas conductas que no comprenden o comparten.
Existe entonces la posibilidad de generar certeza en-
tre los ciudadanos acerca de las prácticas que eviden-
temente son lesivas a los derechos, como matar, “con respecto” a la
CF Y

vida, y dejar así de lado conductas que no representan tan claramente


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el daño que causan porque no afectan intereses inmediatos, tangibles


o particulares. Sin embargo, esta opción supone negar la vida como
fuente y receptora de los demás derechos, aislarse culturalmente, pro-
teger de forma exclusiva los intereses nacionales dando la espalda a
los mundiales, actitud más que inconveniente para cualquier país del
mundo y realmente nociva para la existencia humana.

La práctica educativa para la civilidad deberá entonces erigirse en dos


pilares: uno, el aprendizaje de aquellos comportamientos que
normativamente están limitados, es decir, el respeto a la ley, y el otro,
el desarrollo de la capacidad reflexiva, para poder enfrentarse a
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diferentes formas de apreciar la vida, a los múltiples intereses de tipo Ahora bien, cuando se figura el
particular y, entre ellos, privilegiar los que resulten de utilidad para la caso concreto, lo que se puede ver
es un sinnúmero de polarizaciones
vida en comunidad, ámbito en el que se respetan los derechos ajenos entre los miembros de la comuni-
y se limita la conducta propia con el fin de no afectarlos de manera vo- 2
dad aludida , generalmente en
luntaria, a pesar de no estar tutelados coercitivamente. torno a las magnitudes del casti-
go, que inmediatamente acompaña
No obstante lo anterior, conductas humanas a las que se les ha decidido toda representación del crimen y
que por otra parte, da a entender
asignar una sanción penal a través de su tipificación, seguramente no siem- algunas de las relaciones jerárqui-
pre fueron calificadas como malas y en principio se debió agotar la vía de cas y las convenciones sociales
la prevención. Establecer una multitud de ellas como delitos, de hecho que configuran la idiosincrasia y
3
está creando conductas punibles que no existían y restringe en mayor grado folklore o imagen de un pueblo .
De aquí que un estudio del cri-
la libertad de las personas, de allí que resulte imposible e inoperante pre-
men en tanto castigo, necesaria-
tender regular normativamente todos los espacios de convivencia. mente será un estudio de las
dinámicas y funciones que operan
La prevención se convierte, pues, en la conjugación de una serie de en torno al mismo.
medidas que, interactuando, deberían disminuir los atentados contra los
Para Ten, el castigo se justifica de
derechos, estas son:
dos o tres formas distintas, pero,
en términos generales, pretende
• Expedir disposiciones jurídicas que se encarguen de punir los com- despojar al criminal de aquello
portamientos que el consenso social (a partir de deducciones de la que transgredió; en principio este
razón) determina como nocivos, y más allá, buscan alcanzar patro- es un despojo de la libertad o del
dinero del criminal, y este se tasa-
nes de conducta que mejorarían las condiciones de vida. rá según sea el atentado contra la
• Contar con pocas disposiciones penales, pero de estricto cumpli- 4
moralidad .
miento. La persecución de los delitos y su sanción sería
impostergable, con un bajo índice de impunidad y corrupción ad- Pero, ¿cómo se han establecido
ministrativa, debería existir una verdadera conciencia para no violar esas tipificaciones, es decir, en
virtud de cuáles criterios se dife-
la ley y no muchas disposiciones que no se conocen o que el Esta- rencia entre la magnitud del casti-
do está en incapacidad de controlar efectivamente go que amerita un pequeño robo y
• Reconocer y recompensar las prácticas que se traducen en hacer la de un asesinato a sangre fría?
el bien, independientemente de las disposiciones legales, por la con- Esta pregunta llevará a Ten a pro-
vicción que da la razón y el carácter. Incluso se puede permitir pre- poner una posible genealogía de
las categorización del delito en las
miar las actuaciones morales, entendidas como aquellas que son diversas teorías del castigo, las
buenas o convenientes, pero que se hallan movidas por un estí- cuales, antes de considerar las
mulo previamente establecido. determinaciones y diferenciaciones
• Fortalecer la educación para la convivencia. Cuanto mayor sea el dis- al interior de cada estereotipo y
entre los mismos, pretende
cernimiento basado en el conocimiento de la ley e ideales buscados
normativizar el castigo no sólo al
por la sociedad, se espera un mayor grado de felicidad en la ciuda- categorizarlo o tipificarlo, sino al
danía. Esos ideales en principio están contenidos en la Constitución determinar las bases para valorarlo.
Política y a partir de ella debe tener desarrollo la educación cívica.
Sin embargo, antes de pasar a la
exposición de la crítica de Ten,
Contemplar tantos tipos penales sobrecarga y dificulta el cumplimiento
debemos tener presente que
de las labores de toda la infraestructura estatal encargada de la preven- cuando se habla de moralidad, se
ción y control, toda vez que la autorregulación y medidas preventivas que alude a la racionalidad que presu-
son responsabilidad de cada ciudadano, se ven trasladadas al Estado. mimos precede el hecho de ade-
cuar una acción a la máxima
universal, en este caso, del respeto
Actualmente se encuentran disposiciones como el Código Nacional de a los derechos denominados bási-
Transito Terrestre y el Código de Policía de Bogotá, en las cuales se cos (como el de la vida). Canon de
comienza a abrir paso la posibilidad de adecuar el com-
En Colombia bastante portamiento ciudadano a través de mecanismos
se ha criticado la
profusa fecundidad alternos a la coerción. Este último está lleno de con-
normativa, hasta el ceptos que favorecen la autorregulación, conceptos que
punto de enfrentar al se aprecian desde su misma denominación, ya que
ciudadano común a
un desconocimiento además de ser llamado Código de Policía, se denomi-
respecto de qué na reglas de convivencia, resultando interesante desta-
disposiciones jurídicas car a continuación los aspectos y apartes que
debe adecuar su
comportamiento.
contribuyen de forma directa a esta finalidad, así:

• En el preámbulo se indica el destino de la ciudad


como responsabilidad de los habitantes de Bogotá y son señala-
dos como elementos para el logro del bienestar: la solidaridad, el
respeto y el ejemplo. La solidaridad se define, por su parte, como
el compromiso de las personas de prestarse apoyo unas a otras,
especialmente ayudando a las que se encuentran en situaciones
de debilidad, de la misma manera como quisiéramos ser ayudados
en iguales o parecidas circunstancias. Con esto se invita a realizar
el ejercicio de colocarse en los zapatos del otro y considerar que
potencialmente se puede llegar a ser objeto de situaciones des-
afortunadas.

• Dentro de los principios de convivencia ciudadana se destacan:

I. La libertad y la autorregulación, traducidas en el hecho de no con-


templarse como medida correctiva la privación de la libertad indi-
vidual en ningún caso y colocando en juego estos dos aspectos
que resultan, a la postre, ser dependientes el uno del otro.
II. El respeto mutuo por la diferencia y la diversidad, como una
forma de hacer ver que no se pueden satisfacer todas las ex-
pectativas particulares y que la convivencia se debe dar en
medio de posiciones que, aunque divergentes, permiten la
tolerancia.
III. La solución de los conflictos mediante el diálogo y la concilia-
ción, constituyéndose en una fórmula privilegiada en el con-
CF Y

texto de esta disposición legal.


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• Como objeto y finalidad del Código se estableció impulsar el de-


sarrollo de la cultura ciudadana, para que pueda conciliarse con las
reglas de convivencia y la moral, y se traduzca en la capacidad para
celebrar acuerdos, reconocerlos y cumplirlos. Se acude así de ma-
nera directa a la educación integradora de la cultura ciudadana, y a
una fuente supralegal de comportamiento, como es la moral, que
señala lo que está bien o está mal con independencia de lo esta-
blecido en las disposiciones jurídicas.
• Se determinan los comportamientos favorables a la convivencia que
conducen a la autorregulación. El cumplimiento de los parámetros
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de comportamiento que entrega el Código debería llevar a sus des- racionalidad a partir del cual, en
tinatarios al convencimiento, sin pensar siquiera en que existen con- la mayoría de las sociedades occi-
dentales, se ha elaborado un para-
secuencias punitivas. digma transcultural de humanidad
• Tanto los deberes como los comportamientos que favorecen la o naturaleza humana, configurado
convivencia ciudadana y que están determinados en el Código, tie- por ciertos tipos de prácticas, res-
nen una finalidad pedagógica, lo que recalca el propósito de pres- pecto de las cuales incluimos o
cindir de las sanciones. excluimos a una persona o a una
comunidad, en o de la imagen de
• Como deber para garantizar la seguridad, se encuentra construir un nosotros. En virtud de este re-
acuerdos amigables y conciliar cualquier conflicto de convivencia, sin ferente, nos diferenciamos de un
utilizar armas ni agresión física o verbal. Con esto se propende por ellos, es decir, en relación con
la seguridad de quienes hacen parte del conflicto y se reconoce aquello que nosotros no haríamos
(moralidad).
cómo buena parte de los lesionados y muertos tienen su origen en
controversias en las que sus protagonistas no supieron hallar otro Sin embargo, así como descarta-
camino para la solución, exponiendo injustificadamente el bien más mos a aquel cuyas prácticas socia-
preciado con el que cuentan, su vida e integridad personal. les son ajenas a las nuestras de
• Dentro del título relativo a la protección de las poblaciones vulne- ese paradigma de naturaleza hu-
mana, igualmente debemos reco-
rables se incluye un artículo en el cual se recalca el respeto por las
nocer que de pronto aquella
diferencias, colocando como único límite para las mismas, el acata- persona ni siquiera esté interesa-
miento de las reglas de convivencia distritales. da en formar parte de este tipo de
5
• Una de las finalidades de las medidas correctivas que se determi- comunidad , o de hecho, como lo
6
na es la de educar a los infractores sobre el conocimiento de las dice Rorty , posiblemente el acto
de vulnerar a una persona pareci-
reglas de convivencia ciudadana y de los efectos negativos de su da a mí pero que en modo alguno
violación, lo cual se entiende al conocer algunas de las medidas pre- está incluida en mi representación
vistas, tales como: la amonestación en privado, amonestación en de la naturaleza humana, en mi
público, expulsión de sitio público o abierto al público, asistencia a “nosotros”, es decir, el hecho de
programas pedagógicos de convivencia y trabajo en obras de inte- lastimar a un pseudohumano,
puede representar la afirmación
rés público, de carácter ecológico, de pedagogía ciudadana o de del orgullo de ser aquello que no
asistencia humanitaria, todas ellas acompañadas del compromiso se es, o sea, de su diferencia; y
de cumplir las reglas de convivencia ciudadana. precisamente el acto de vulnerar
aquello que se presume lo iguala
Aun cuando se admite la posibilidad de encontrar escenarios en los cuales a su mismidad, representa un ma-
yor placer para aquel que está
la vida no cobra el valor que debería, tornándose más incierta de lo que ejecutando o administrando dicha
ya es, decididamente hay que aseverar que en la íntima conciencia de 7
práctica .
cada persona y como parte del comportamiento instintivo de todo ser
vivo, continúa teniendo una magnifica importancia. Es un bien común a Y es precisamente a propósito de
este referente moral, desde donde
todos, que da sentido a los demás componentes de la existencia huma-
damos nombre a las prácticas que
na y, sin embargo, se pone en juego cuando se trata de salvaguardar nos son fronterizas y nombramos
intereses menos relevantes. Podría incluso afirmarse que buena parte a quienes la practican irracionales
de los homicidios responden a comportamientos irreflexivos, alejados o criminales. Por ello, se descono-
de todo sentimiento de solidaridad y al que tanto agresor como víctima ce que tales parámetros que ca-
racterizamos como racionales más
podrían escapar de haber contado con mejores herramientas para el
bien (como igualmente lo afirma
manejo de sus emociones. Rorty), priman no por su carácter
de obligatoriedad, sino por los
Si los esfuerzos y acciones del Estado, y de la comunidad en general, sentimientos que suscitan. De
se redireccionan a rescatar los principios básicos para la vida en socie- aquí que, como lo dice Ten, sea
ampliamente aceptada una pena
dad, si las prácticas sociales se orientan al respeto y aceptación de los como la muerte, para alguien que
derechos de los otros, si se privilegian los recursos para educación y asesinó a otra persona (y aún más
formación de personas con amplio sentido de lo público, por encima
de la inversión con fines panópticos, es posible asistir a una verdadera
y permanente disminución en los indicadores de violencia en general
y del homicidio en particular.

Análisis de resultados

Continuando con el propósito trazado en esta parte, el análisis de las


cifras debe servir para refrendar las ideas y las posiciones expuestas y
apoyar el diseño de estrategias de intervención específicamente dirigi-
das, según lo dictamine el comportamiento general del homicidio, y lue-
go, su relación particular con algunos factores como la edad, el sexo, el
tipo de agresor, el mecanismo causal, el móvil y la presentación espa-
cio temporal y asocio de sustancias.

Durante el año 2002, el Sistema Médico Forense Colombiano1 registró


28.534 homicidios. Es decir, en ese año fueron asesinadas 78 personas
cada día y 3 cada hora, lo que implica 849 casos más que en el año
anterior, para un aumento del 3%. El homicidio corresponde al 71%
de todas las muertes violentas registradas. Hay una manera de muerte
violenta que se denomina indeterminada, la cual en el último año as-
cendió a 513 casos y que connota un hecho grave, en la medida en
que no se reconoce ninguna aproximación a las circunstancias que la
rodearon. Por tanto muchas de ellas pueden tratarse de homicidios en-
mascarados.

En los reportes de la Policía Nacional se contabilizaron 28.8172 homi-


cidios, una diferencia de 283 hechos, que se explica por varios factores,
tales como la metodología para la recolección de los datos, cobertura
de cada institución, fuentes consultadas y especialmente en que el
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses cuenta con
la posibilidad de establecer científicamente la manera de la muerte,
CF Y

descartando aquellas no imputables a otra persona.


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Estos homicidios ocurrieron en múltiples contextos, desde la muerte


al interior de la familia, en escenario privado como consecuencia de la
violencia intrafamiliar, hasta la pérdida de vidas civiles o no, derivada
de la degradación extrema del conflicto político militar, con manifesta-
ciones como el terrorismo, donde las medidas de autocuidado y
protección son desbordadas, vulnerando a los individuos en espacios
en los que deberían sentirse seguros.

1
Constituido por Medicina Legal y los médicos oficiales que prestan servicios en esta materia, donde la
institución no tiene presencia directa.
2
Según el CIC de la Policía Nacional.

26
El indicador más empleado para medir los niveles de violencia humana
está dado por la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes, que
señala, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo –BID,
cómo en América Latina y el Caribe en los años 90 la tasa era de 23,
índice que duplica la cifra promedio mundial de 11; otros países están
por debajo como Ecuador, 153, Estados Unidos, 7, y Japón 0,64. Para el
año 2000 se calculó que ocurrieron en el mundo cerca de 520.000 ho-
micidios, para una tasa estandarizada por edad de 8,8 homicidios por
100.000 habitantes. Este registro excluye las 14.000 víctimas de inter-
venciones legales 14.000. El 91,1% de estos casos ocurre en países
de ingresos medios o bajos5.

Figura 1. Tasa de homicidio.


Colombia, 1991-2002 HOMBRE Y MUJER CONTEMPLANDO UN ECLIPSE. ÓLEO / TELA, 1999.

cuando esta es una mujer, un an-


ciano o un niño), precisamente
porque para nuestro nosotros, di-
chas personas se encuentran en
unas condiciones distintas, casi
inferiores a las nuestras.

Como se decía anteriormente, exis-


ten tres posturas distintas en las
teorías del castigo. La utilitarista,
que justifica la utilidad del mismo
en virtud del beneficio de sus con-
secuencias; esta representación
lleva al utilitarista a enfrentarse
con una paradoja: ya que es inhe-
rente al castigo una forma de su-
frimiento, y teniendo presente que
el utilitarista supone que el sufri-
miento es algo que se debe evitar,
El comportamiento estático que presenta la tasa en los tres últimos años entonces se pregunta Ten, ¿cómo
fundamenta cuestionamientos dirigidos a conocer lo que está sucedien- justificar el uso del mismo? La
do con la política pública de intervención en el homicidio, que poco o estrategia del utilitarista utilizada
nada logra impactarlo. Es posible que se esté ante un gran desconoci- a este respecto consiste en valorar
el castigo según sus consecuen-
miento de la verdadera dinámica del problema en cuanto a su origen
cias, examinando si el uso de éste
en organizaciones delictivas, en contraposición con las de producción procurará un beneficio mayor al
por manifestaciones impulsivas. Por otro lado, quizá se requiera un sufrimiento causado o si representa
control más drástico por parte de las autoridades públicas, y una mejor un bien mayor que cubrirá el costo
dotación de herramientas para que éstas se adelanten a los delincuentes del sufrimiento suministrado.
o, finalmente, que su intervención se encuentre frente a un límite que Para el utilitarista, el castigo cum-
solo puede ser rebasado por una modificación en los patrones de com- ple una función específica: redu-
portamiento y decisión de cada persona. cir los delitos ya sea al pretender
evitar la reincidencia en el mismo
o al tratar de disuadir a los delin-
3
cuentes en potencia; siendo estas
http://www.iadb.org/exr/doc98/pro/pec0199.pdf
4
http://www.who.int/inf-pr-2001/en/note2001-WHA6.html últimas esas consecuencias desea-
5
OPS Resumen informe mundial sobre la violencia y la salud. P8. bles que primarán sobre el dolor
Las actuales condiciones políticas del país, marcan no-
tables diferencias en la presentación de los homicidios.
Colombia presenta un
nivel que no admite Es así como el departamento de Casanare presentó
comparación dada su una tasa que triplica la nacional con 181 homicidios
magnitud: 65 homicidios por 100.000 habitantes. Arauca con 167, Antioquia y
por 100.000 habitantes
para el año 2002. Putumayo con 126 cada una, el Meta con 121, Valle
Indicador que ha con 111 y Norte de Santander con 106, son los de-
registrado un descenso partamentos con la tasa de homicidio más alta. Boyacá,
significativo a partir del
existente a comienzos Córdoba, Vaupés y San Andrés con este indicador ubi-
de los años 90, cuando cado entre 21 y 6 homicidios por 100.000 habitan-
llega a estar por encima tes, son los departamentos que registran las tasas más
de los 85 homicidios por
100.000 habitantes.
bajas del país. El análisis de las tasas por ciudad mues-
tra como Tame, Mocoa, Vistahermosa entre otras
superan los 200 homicidios por 100.000 habitantes.

Distribución según sexo

La violencia homicida puede resultar selectiva, y el sexo determinan-


te a la hora de victimizar. La diferenciación entre el carácter impulsivo
o instrumental de los hechos, los imaginarios existentes con respecto
a la condición de hombre o mujer o el comportamiento actual de la
confrontación armada que no hace discriminación alguna, no permiten
certificar este factor como motivación de especial relevancia.

Los hombres son comprometidos con preferencia en la mayoría de


formas violentas, con excepción de la sexual y aquella que se da en el
seno de la familia, donde la balanza se equilibra en relación con los
menores y las mujeres, sin que llegue a ser inferior. Es posible que el
carácter propio del sexo masculino o un tradicional y mal entendido
criterio para manejar la hombría, lleve a que éste se crea en la obligación
de hacer frente con más regularidad a situaciones riesgosas. Además,
culturalmente les resulta impuesto el rol como protectores de su fami-
CF Y

lia y sociedad. Así es como se presentan criterios de sexo para selec-


Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML

cionar a quienes desempeñarán ciertos trabajos o roles sociales,


garantizando a las mujeres una menor exposición al peligro, con lo cual
no se niega la exposición voluntaria desligada del deber, es decir, cuan-
do se enfrenta un peligro que podía haberse evitado.

En el último año el 92% de los homicidios fue perpetrado contra per-


sonas de sexo masculino, lo que equivale a decir que por cada mujer
que muere de esta manera, lo hacen también 12 hombres, comporta-
miento que se muestra consistente para los últimos años, pero que di-
fiere ampliamente de la presentación mundial, en la cual tres de cada

28
cuatro víctimas de homicidio son hombres6. La tasa específica de homi- suministrado al culpable. La se-
cidios de hombres se ubicó en 119, es decir, supera más de 13 veces gunda postura es denominada por
Ten retributiva. Esta teoría justifi-
a la femenina. ca el castigo según sea la voluntad
que primó en la acción penalizada
Los departamentos que registran una mayor proporción de víctimas y presume que el malhechor merece
masculinas en relación con las femeninas son: Guajira 25 y Putumayo sufrir más allá de las utilidades de
25 a una, Sucre 22 a una, Caldas 20 a una y Cesar 19 a una. Por otro dicho sufrimiento.
lado, aquellos en los cuales el comportamiento tiende a reducir la bre- ¿Cuáles son las dificultades que
cha marcada por el sexo de las víctimas son: San Andrés 1 a una, ha- deben afrontar ambas teorías?
biéndose registrado solo 4 hechos, Chocó 4 a una, Amazonas 6 a una, Para el utilitarista, el problema
Casanare y Huila 7 a una y Vichada 8 a una. surge al tratar de explicar por qué
debe limitarse el castigo al culpa-
ble y no al inocente en las cir-
cunstancias adecuadas
–aseveración que permite su mis-
Distribución según edad ma hipótesis–; y para el
retribucionista, al dar razón de
porqué se debe castigar al culpa-
ble, aun si esta práctica no produ-
El rango de mayor número de víctimas identificadas de acuerdo con la ce consecuencias deseables. Para
edad se encuentra entre los 18 y 44 años, población de la cual la teoría utilitarista, se supone,
dependen afectiva y económicamente familias que resultan ser también existen ciertas circunstancias que
víctimas de la violencia, sumándose a esto el retraso consecuente en se presumen eximen a una perso-
na del castigo (como la no-preme-
el progreso y desarrollo del país por la disminución del capital humano
ditación del acto), a la vez que
y productivo. Es así como el homicidio produjo en el último año más de establece ciertas limitaciones a la
un millón de años de vida potencialmente perdidos (AVPP). En San práctica de castigar, de aquí –afir-
Andrés y Amazonas, por su parte, cerca del 100% de las víctimas pertene- ma Ten–, que no se castigue a las
cía a este grupo etáreo. Los demás departamentos tienen similar con- familias de los criminales aunque
esto se pueda traducir en una al-
centración a la nacional en los homicidios de personas entre 18 y 44 años, ternativa eficaz para reducir los
llamando la atención particularmente que en Cundinamarca y Atlántico índices de delitos graves.
se presentaron 14 homicidios de menores de un año de edad.
En últimas, la paradoja del utilita-
Acerca de las razones que se pueden esgrimir para entender por qué rista se asocia con la
instrumentalización del castigo
la población joven resulta ser la más vulnerada, se halla relación con el (disuasión o temor al mismo), que
papel preponderante que juega en múltiples espacios públicos de so- se supone tiene la finalidad de
cialización, predisposición a asumir prácticas sociales riesgosas basada restringir la voluntad de infringir
en la percepción de contar con toda la reserva fisiológica y mínimas po- la ley; restricción que no garanti-
sibilidades de ser lesionados, poca experiencia en los mecanismos que za en modo alguno que ésta sea
infringida involuntariamente, o la
aseguren su propio cuidado y control y el hecho de haberse constitui- posibilidad de fingir la
do en materia prima por excelencia para engrosar las filas de los gru- involuntariedad de un acto. En-
pos armados ilegales, al igual que de otras organizaciones delictivas. tonces, la paradoja radica (como
ya se había dicho), en la despro-
porción de la cuantificación del
Otro grupo especialmente sensible está constituido por los niños, quie-
castigo. Porque, aun aceptando
nes resultan muertos no solo como consecuencia del maltrato infantil, que el castigo no debe agravar las
sino también por diferentes eventos, bien sean accidentes de tránsito consecuencias nocivas del crimen,
o acciones intencionales de agentes externos, dejando de lado los ca- arguye Ten, empero esto último
sos de suicidio que lastimosamente ya los afectan, pero que no consti- no impide suponer que la idea de
un castigo ejemplar, se presente
tuyen un hecho punible. El homicidio sobre niños en el último año
como un medio eficaz para disua-
6
Op.cit 4. dir a una comunidad.
representó el 8% del total, encontrando que en Antioquia, Boyacá y
Chocó la participación porcentual superó este registro nacional, de tal
manera que en los primeros se ubicó alrededor del 10% y en el últi-
mo alcanzó un 27%, con amplia incidencia de la masacre de Bojayá, lo
cual actúa como alerta sobre las graves consecuencias que el conflicto
interno deja a este sector de la población, no solo como víctimas pasi-
vas sino también como actores involucrados de manera forzosa.

Por otro lado, la participación de los adultos mayores de 60 años alcan-


zó el 3%, distanciándose de este promedio los departamentos de Ce-
sar con 5% y Sucre 6%. En relación con estas personas, así como
respecto de los menores impúberes, se espera una participación baja,
respondiendo al hecho de estar alejadas de los principales factores que
interactúan en el homicidio, como: adopción de un mayor número de
riesgos, asistencia a sitios públicos o de diversión nocturna, participa-
ción directa en el conflicto interno y hasta el simple hecho de mayor
interacción social.

La tasa de homicidios por edad y sexo, no muestra diferencias sustan-


ciales en los menores de edad. La brecha entre ellas es significativa a
partir de los 15 años; Es así como en los hombres entre 18 y 24 años
se presenta el mayor riesgo con una tasa de 261 homicidios por
100.000 habitantes. El mayor riesgo para mujeres está entre los 15 y
17 años con 18 homicidios por 100.000 habitantes.

Figura 2. Tasa de homicidio según edad y sexo.


Colombia, 2002
CF Y
Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML

30
Distribución según mes De la teoría retribucionista, se
afirma que limita el castigo a los
crímenes voluntarios, y si se de-
termina esta última mediación en
Figura 3. Homicidios según mes del hecho. el mismo (la de la voluntad), se
Colombia, 2002 predica culpabilidad respecto del
crimen. Pero de la misma manera,
en esta teoría aparece una figura
igualmente problemática a la de
la ejemplaridad del castigo en la
teoría utilitarista, la de la eximen-
te relevante, que posibilita excu-
sar legalmente un crimen, según
un hecho o circunstancia extraor-
dinaria, suponiendo que los cos-
tos del mismo recaen sobre la
responsabilidad moral de la perso-
na que lo ha cometido.

Siguiendo a Ten, decíamos ante-


riormente que el problema de la
teoría retribucionista se encuentra
en el hecho de no poder dar razón
de la finalidad de la práctica de
castigar, de no asociar esto último
Los homicidios en Colombia no muestran una distribución que señale (como sí lo hace la teoría utilita-
rista), por ejemplo, con la inten-
algún mes del año en particular como aquel en que se cometa un nú- ción de reducir la criminalidad.
mero muy superior de hechos. Esta perspectiva no da cuenta del
interés del Estado en el mismo,
Una comparación entre los homicidios registrados en Colombia en el de la intención que justifica la
inversión en términos de dolor
período agosto-diciembre de 2001 y el mismo período de 2002, mues- por parte del criminal y los efec-
tra globalmente una disminución significativa del 3% (0R 1.09, IC 1.06- tos en términos de disuasión de la
1.13, chi 31 y p<0000), especialmente acentuada en diciembre de práctica aludida.
2002, cuando el decremento fue del 15% en relación con el mismo
mes de 2001. Durante este período, con el advenimiento del nuevo Entonces, para los
retribucionistas el castigo, más
gobierno, se incrementaron en el país los esfuerzos estatales en mate- allá de pretender proteger a los
ria de seguridad, con múltiples medidas entre las que se cuentan las ciudadanos y de disuadir al crimi-
zonas de rehabilitación. nal, representa una vía eficaz
para equilibrar la ventaja de la
cual hizo uso el criminal para pa-
sar por encima de los ciudadanos
que no ven el crimen como una
opción. El castigo en este último
sentido, restablecerá el equilibrio
justo de los beneficios y cargas de
El análisis global evidencia una la vida social y a su vez, da por
distribución que oscila entre el
supuesto que todos los miembros
9% y 8% de los homicidios
cada mes. Para el último año,
de esa comunidad se encuentran
diciembre se escapa de esa en las mismas condiciones; es
tendencia con el 7%, decir, cuentan con los mismos
descenso que no es medios y se identifican con un
significativo si se compara con mismo fin último, persiguen lo
los registros del año anterior. mismo... llámese felicidad, seguri-
dad, libertad, ley y demás términos
Distribución según escenario

La dinámica del homicidio está íntimamente relacionada con el esce-


nario en que tiene lugar. Las características y motivaciones que se en-
contrarán en un hecho cumplido en el ámbito privado, como la
residencia de la víctima, serán diferentes respecto de un hecho acon-
tecido en escenario rural, público o en las calles de una gran urbe.

En Colombia los homicidios ocurren con mayor frecuencia en el espacio


público (vía pública, taberna, otros sitios de diversión y terrenos baldíos),
alcanzando cerca del 73%. Paradójicamente, en los lugares comunes para
los habitantes, la impunidad se ve facilitada y alimentada por el desco-
nocimiento y anonimato de los victimarios, quienes se fortalecen en la
carencia de mecanismos adecuados de protección de testigos, la de-
valuación de la prueba que estos aportan o simplemente en la actitud
apática de la mayoría para tomar parte en una investigación que creen
no tendrá un resultado positivo, fracaso que a la postre garantizan.

El 59% de los homicidios se da en la vía pública, seguido por los terre-


nos baldíos rurales o no, con un 12%, y en tercera instancia, se ubica
la residencia con el 9% de la distribución. En cuanto a la relación de los
actores y móviles con el lugar en que ocurre el hecho, se debe consi-
derar no solo la violencia callejera con escaso grado de planeación, sino
también aquella derivada de la urbanización del conflicto armado, ra-
zón por la cual las estrategias encaminadas a la resolución pacífica de
conflictos a través de la implementación de mecanismos alternos a los
tribunales no tienen un impacto mayor. Así mismo, la necesidad de apo-
yar una mayor intervención en un espacio tradicionalmente conside-
rado como vetado para las autoridades públicas, como es la familia en
su casa, debe acrecentarse en aras de lograr la tutela de bienes jurídi-
cos que interesan a toda la organización social.

Figura 4. Homicidio según sitio del hecho.


Colombia, 2002
CF Y
Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML

32
El departamento con mayor porcentaje de homicidios en la vía pública genéricos (es decir que no se ago-
fue Norte de Santander, con el 78%. Quindío presentó la mayor con- tan en una única representación)
que vengan al caso.
centración de homicidios en el hogar, mientras que Bolívar mostró la
mayoría de asesinatos en sitios de diversión. Meta con 41% y Cesar Esta perspectiva tiene serias
8
con 35% registran el mayor porcentaje de casos en zonas baldías. implicaciones de carácter ético ,
en particular el supuesto de que
En sólo tres departamentos del territorio nacional se concentró el 53% todos los ciudadanos se encuen-
tran en las mismas condiciones
del total de homicidios: Antioquia con el 25%, Valle con el 17% y que las del ciudadano cumplidor
Cundinamarca, incluyendo el área metropolitana de Bogotá, con el de la ley, y que ambos pagan el
11%. En este comportamiento incide la inclusión de las tres más gran- mismo precio por cumplir la ley.
des ciudades del país, focos por excelencia de convivencia y escenarios Desde este paradigma, el criminal
sería aquel que sólo acepta los
para el desarrollo de la civilidad; de igual forma se constituye en indicador
beneficios y no paga los costos
de como el grueso de los homicidios no se registra en aquellas regiones que implica cumplir la ley. Y el
en las que tiene lugar la confrontación armada abiertamente manifiesta, castigo, antes de ambicionar resti-
sino en aquellos escenarios de cotidianeidad y convivencia. Sin embar- tuir el daño causado a la víctima,
go, esta suposición debe ser vista con precaución, dado que el conflic- pretende equiparar el daño de
ésta al de la sociedad.
to armado permea de diferentes maneras las comunidades, no sólo con
los combates directos. Por otra parte en las grandes ciudades se facilita Por otro lado, el supuesto de que
el ejercicio organizado de la criminalidad, que seguramente es respon- todos los ciudadanos se encuen-
sable de una gran proporción de los homicidios de dichos sitios. tran en igualdad de condiciones,
no permite apreciar las determi-
nantes económicas y culturales,
que en últimas determinan el pre-
cio que paga una persona en par-
Distribución según presunto agresor ticular al autodeterminarse para
no transgredir la ley. Este supues-
to también presume en la totali-
Contar con información acerca de los agresores permite establecer ca- dad de los mismos ciudadanos, la
intención de transgredirla, a la
racterísticas de las dinámicas propias de este hecho. Y es que por cada vez que permite que se castigue a
homicidio ocurrido en Colombia no necesariamente existe un agresor los delincuentes sin tener presen-
diferente. Por el contrario, es posible que con un adecuado sistema te como uno de sus parámetros
investigativo se llegue a vincular como presunto responsable de varios las consecuencias sociales del
mismo castigo.
hechos a un solo individuo o grupo delincuencial, identificando patro-
nes en casos conexos.

De los homicidios ocurridos en el último año, el 46% no contaba con


PAREJA CONTEMPLANDO UNA MAÑANA PERFECTA. ÓLEO / MADERA, 1999.
ningún indicio o información respecto de los agresores en la primera
fase de inspección de la escena del delito, y en el 42% el agresor era
un desconocido. Este comportamiento no ha variado en los últimos
años, en los cuales el porcentaje relativo al desconocimiento de la iden-
tidad de los victimarios ha sido igualmente alto.

Al sumar el total del porcentaje de agresores que no eran conocidos


por la víctima, con aquellos de los que no se tiene información, se al-
canza el 88%. De este alto índice se pueden hacer varias lecturas. Se
puede interpretar como efecto del grado de organización que han lo-
grado algunos delincuentes para la comisión de los homicidios en el país,
tomando todas las precauciones para no ser sorprendidos en aras de
acceder a la impunidad o considerar que el dato está viciado por cir-
cunstancias atribuibles al contexto social, en el cual se cree no tener el
suficiente respaldo y garantías de protección para contribuir a través
de la denuncia o la prueba testimonial a la identificación de los autores
de este delito, recurriendo entonces a la práctica de la justicia por pro-
pia mano o a la resignación y olvido, con un notable descrédito para
las instituciones encargadas de administrar justicia.

Figura 5. Homicidio según posible agresor.


Colombia 2002

Dentro de los homicidas identificados, se encuentran familiares con 1%


de los casos y conocidos de la víctima 6%.

San Andrés y Providencia es el departamento en donde los familiares


cobraron el mayor índice nacional como victimarios, con un 25%, com-
portamiento previsible dadas las condiciones geográficas y de pobla-
ción propias de esa comunidad, que han provocado
cierto grado de emparentamiento, al menos en lo
En los departamentos de relativo a los raizales. Le siguen Vichada y Boyacá
Putumayo, Quindío, con un 7% de familiares como autores del homici-
CF

Vichada, Risaralda, Arauca,


Y

dio. En Amazonas, los victimarios conocidos alcan-


Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML

Antioquia y el área
metropolitana de Bogotá, la zan un 43% y aquellos atacantes definidos como
desinformación con desconocidos fueron predominantes en ciertos de-
respecto al agresor supera
el 65%, participación que partamentos del litoral atlántico, tales como Magda-
obliga a reflexionar acerca lena, Atlántico, Córdoba y Bolívar, donde el rango
de la acción de grupos para esta variable va desde 80% a 65%.
delincuenciales conformados
por gente originaria de
zonas del país diferentes a La participación de miembros de la Fuerza Pública
aquellas en donde actúan, e como causantes de homicidios, es especialmente
incluso, en la protección
que brinda el anonimato de
representativa en regiones en las cuales el conflicto
una gran ciudad. armado es intenso, como Guaviare 39% y Caquetá
25%, o en aquellas con un bajo índice de homicidios,
34
en las cuales uno o dos casos en frecuencia son altamente representa-
tivos porcentualmente, estas son: Amazonas con 29% y San Andrés
25%. Es pertinente advertir que no existen datos que permitan distin-
guir entre estos homicidios, cuántos se produjeron en enfrentamiento
armado con subversión, autodefensas, delincuencia común u organi-
zada, situaciones en las que seguramente se pueda predicar la legíti-
ma defensa.

Distribución según presunto móvil

Uno de los aspectos más interesantes de abordar en el estudio de este


delito, es el móvil o presunta motivación que lleva a una persona a qui-
tarle la vida a otra. Tradicionalmente se habla del económico, político o
social, dependiendo del fin último que se persigue con la comisión del
acto, lo cual hace que se encuentre conexión con otros hechos punibles.
En algunos casos, esos móviles se hacen concurrentes, aumentando la
complejidad y dificultad para el entendimiento.

Lo correcto es que la calificación de la motivación que conduce al ho-


micidio se dé como resultado de la investigación judicial, una vez que
se ha registrado el aporte de todas las partes procesales. Sin embargo,
los registros estadísticos que aquí se presentan parten de una califica-
ción primaria con base en algunas circunstancias asociadas presentes
en el momento de los hechos, enmarcadas en una dinámica particular
de ocurrencia, lo cual explica la existencia de considerables vacíos, lle-
gando el grado de desinformación al 55%.

Atendiendo a las anteriores consideraciones, se encuentra el ajuste de


cuentas como motivación predominante en la comisión del homicidio,
Figura 6. Homicidio según
con una participación de 15,7%, incluyendo no solo actos violentos posibles motivaciones.
desarrollados por actores organizados para saldar el incumplimiento de Colombia 2002
un pacto, sino también peleas vecinales, des-
CF Y
avenencias amorosas y venganzas, Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML
entre otras posibilidades que se-
ñalan la relevancia del comporta-
miento impulsivo en la comisión
de la conducta objeto de estudio.

Por otra parte, el atraco, como una


manifestación de los móviles eco-
nómicos, está mejor determinado
y asciende a 4,6%, contribuyendo
a la hipótesis que señala la existen-
cia de una inadecuada escala de
35
valores como referente para el comportamiento social, según la cual el
derecho a la vida tiende a ceder espacio a otros de carácter material.
La intervención legal y el enfrentamiento armado como ejercicio de los
grupos que apoyan al Estado para su control legítimo de la fuerza, se
ubicó con el 7,1%, con un aumento poco significativo con respecto al
5,2% registrado en el año anterior.

Distribución según mecanismo causal

En la comisión de cualquier clase de conducta violenta, resulta recurrente


el empleo de algún mecanismo que facilite el sometimiento de la víctima
y permita hacer frente a quienes se opongan a los propósitos criminales
del actor. Para el caso del homicidio se encuentra una estrecha relación
entre la letalidad del mecanismo y la cantidad de hechos perpetrados
con el mismo. De esta manera, las armas de fuego han sido empleadas
en el 86% de los casos, seguidas por las corto punzantes con el 7%.

Las armas de fuego por su parte, facilitan la comisión de cualquier ac-


ción delincuencial, toda vez que disminuyen la posibilidad de llegar a
una confrontación cuerpo a cuerpo y permiten el control de un mayor
número de personas. Considerando que la posesión de un mecanis-
mo de esta naturaleza implica mayores costos, sería de esperarse que
su tenencia sólo estuviera en manos de actores or-
ganizados. Entre tanto en el último año se vendie-
Sin embargo, la frecuencia de la ron de manera lícita 11.422 armas de fuego7, el 53%
utilización de armas de fuego de estas fueron revólveres y 33% pistolas. Los si-
para la comisión del homicidio,
su empleo en diferentes
tios de mayor venta fueron Bogotá 46%, Cartagena,
contextos y el hecho de Cali y Barranquilla 4% cada una, y Medellín 3%. El
victimizar a un grupo tan mercado legal e ilegal facilita la alta circulación de es-
heterogéneo de personas,
plantea serias dudas sobre esta
tos mecanismos de los cuales no se frena su pro-
hipótesis. A esto se suma el ducción, tienen una vida útil larga e indeterminada
comportamiento del tráfico de y son apreciados como elementos que dan a su te-
CF Y

armas, posiblemente uno de los


nedor una falsa seguridad.
Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML

negocios ilícitos más lucrativos


en la actualidad, y del cual se
desconoce su dimensión. La utilización de armas de fuego, por su naturaleza,
aumenta la posibilidad de producir lesiones letales.
De ahí la insistencia en su control con el fin de redu-
cir el índice de homicidios por esta causa. Manejar un arma debe implicar
condiciones físicas y mentales, y si bien es motivo de controversia el
uso por particulares como medio de protección de su vida, integridad
personal y propiedades, para lo cual el Decreto 2535 de 1993 reglamenta
su legal tenencia y porte, no se puede desconocer que el hecho de te-
7
Reporte de la Industria Militar, realizado al C RNV el
nerlas permite que, así sea como consecuencia de una reacción en pro-
12 de marzo de 2003. cura de protegerse, resulten afectadas otras personas de forma grave.
36
La posesión de este tipo de elementos tiene consecuencias de orden Para Ten, la alternativa utilitaris-
psicológico que difieren entre quien las emplea y aquellos hacia quie- ta ofrece una opción que el enfo-
que retribucionista no brinda: la
nes se dirige tal acción. En los primeros se genera una falsa seguridad posibilidad de transformar la
que provoca mayor atrevimiento y en los segundos impotencia, ligada práctica del castigo, la posibilidad
ésta a sensación de acorralamiento lo cual, combinado, puede llevar a de plantearse la pregunta por la
una confrontación con resultados letales. Esto conduce a que la inter- calidad del castigo. Esta pregunta
vención en la resolución de conflictos mediante la concertación y la pre- de tipo ético, se formula teniendo
presente la relación entre la di-
vención de situaciones en las cuales la dimensión de los acontecimientos mensión institucional del castigo
se pierde o distorsiona (embriaguez, multitudes eufóricas, influjo de y los índices de delincuencia y
drogas estupefacientes, altercados entre vecinos, etc.) resulte trascen- reincidencia del criminal. Este
dental en aras de evitar el empleo de estas armas, evitando consecuen- tipo de pregunta, se presenta
como crítica de la concepción
cias fatales. De ahí se derivan recomendaciones prácticas tales como:
retribucionista del castigo, puesto
controles más estrictos al porte de armas en establecimientos noctur- que hace manifiesto que el castigo
nos con expendio de licor, en donde se congregan multitudes. retributivo permite el aumento
del riesgo en las víctimas inocen-
Para el último año, se registró en el país un 86% de homicidios produ- tes al incrementar el desasosiego y
la amargura del criminal, su deseo
cido con este mecanismos causal, seguido muy de lejos por el uso de
de vengarse de una persona en
arma cortopunzante, la cual alcanzó 8,6%. No hay cambios especial: el ciudadano modelo .
9

estadísticamente significativos en la utilización de estos elementos en


los últimos años. Si bien existen otras armas involucradas en la comi- En este momento de la polémica,
sión de este delito, es importante resaltar que se trata simplemente de se ha propuesto que una teoría
mixta del castigo está exenta de
un medio que facilita y aumenta la gravedad de un acto violento. De caer en los problemas que se han
hecho hay muchos mecanismos que no fueron creados con esta finali- venido cuestionando a las anterio-
dad y sin embargo se utilizan para causar lesión. res. Una teoría mixta, que asuma
como objeto del castigo la finali-
Figura 7. Homicidio según mecanismo causal.
dad utilitarista de evitar o reducir
Colombia, 2002 la frecuencia del delito, pero que
insiste en que debe limitarse la
búsqueda de esa meta con la exi-
gencia de que sólo puede castigar-
se a los que han infringido la ley,
y que la medida del castigo debe
ser proporcional al delito cometi-
do. Medida que se establece por
las exigencias de equidad, es decir,
por las exigencias de no hacer uso
de ventajas como el homicidio, a
menos que ésta se utilice en bene-
10
ficio de la comunidad .

Esta medida del daño causado por


el delincuente no tiene presente
En los departamentos de Norte de Santander, con el 95% y Guajira su estado mental, e igualmente no
permite diferenciar que –como
con 94%, se registran los índices más altos de homicidios cometidos
dice Ten–, puede matarse a una
con el empleo de arma de fuego. En el primer caso, guardando rela- persona intencionalmente o de ma-
ción con la agudización de los conflictos sociopolíticos en los últimos años nera accidental, en beneficio propio
y, en el segundo, con el bagaje cultural que hace persistente el empleo o para liberarla de alguna enferme-
en el ajuste de cuentas entre sus habitantes. En Quindío es donde se dad terminal. Además, aún redu-
ciendo el campo de acción de esta
presentó la menor participación de homicidios con arma de fuego 75%,
visión a la intencionalidad del
siendo relevante el empleo del arma corto punzante 20%. hecho, esto último daría a pensar,
Los hombres presentan mayor riesgo o probabilidad de ser lesiona-
dos con arma de fuego (OR 1,93 IC 1,73-2.16 Chi 141 p>0000). Por
otro lado, mientras el 76% del sexo femenino fue asesinado con este
mecanismo, en el caso del sexo masculino, la cifra alcanzó el 86%

Figura 8. Homicidios según


sexo y mecanismo causal.
Colombia, 2002

Cuadro 1. Homicidios según departamento.


Colombia, 2002
CF Y
Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML

38
Colombia, 2002
Figura 9. Rango de tasa de homicidio.

Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML Y CF

39
Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML Y CF

40
Cuadro 2. Tasa de homicidios.
Colombia, 2002
Cuadro 2. Tasa de homicidios.
Colombia, 2002

Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML Y CF

41
Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML Y CF

42
Cuadro 2. Tasa de homicidios.
Colombia, 2002
Conclusiones

Asistimos de manera pasiva a una creciente presentación de


muertes indeterminadas, las cuales probablemente son el
producto de la falencia investigativa, por un lado, y la sofisti-
cación y adelanto de los delincuentes y de sus modalidades
delictivas por el otro.

El análisis del homicidio ha profundizado en las característi-


cas sociodemográficas de las víctimas en cuanto los hombres
H
OMBRE NAVEGANDO EN UN RÍO DOBLE.
como principales víctimas, concentración en los grupos de
edad de 18 a 24 años, mayor número de casos que ocurren
en los grandes centros urbanos, pero con tasas extremadamente altas
como ya se decía con anteriori-
en pequeñas ciudades y poblados. Sin embargo, poco se ha ahondado dad, que se debe matar al asesino
en sus perfiles, en su disposición a ser una víctima participante, en sus de la misma manera en que éste
mecanismos de movilidad e interacción con la ciudad e inclusive en su mató a su víctima. Así, se equipa-
posibilidad de relación dialéctica entre la situación de víctima o victimario. ra la teoría en cuestión del castigo
con la lex talionis, ya que para ella
el castigo debe ser proporcional a
Si bien, como se enunció antes, los hombres son el centro de los la gravedad moral del acto. Aquí
actuares violentos, ¿esto se deriva de su persistente posición dentro se determina un posible argumen-
del engranaje social? O, ¿acaso es el resultado de los patrones culturales to que da alguna cuenta acerca de
transmitidos ancestralmente en cuanto a la reproducción de conductas porqué en nuestras sociedades, se
violentas, respuestas agresivas, posiciones de dominio, etc? Este sexo acepta ampliamente que el homici-
da deba ser castigado más severa-
es persistentemente víctima y victimario de las manifestaciones violen- mente que el ladrón .
11

tas más extremas.


Retomando lo anterior. Para el
Están claramente identificados los escenarios geográficos que concen- enfoque retribucionista, el daño
tran el homicidio, al igual que su presentación en términos temporales. causado por el criminal a la vícti-
ma es análogo al daño que el cri-
Hay elementos transversales a este análisis, su relación con las épocas men representa para la
en que se supone prima la desocupación o asunción por los ciudada- comunidad. Esta actitud implica
nos de actividades extralaborales o de ocio. Su relación con el consu- un doble desplazamiento. Por una
mo de sustancias y las formas de violencia impulsiva. parte, desconoce la autonomía y
el espacio de la víctima y por la
otra, hace de esta última blanco
Desafortunado el grado de desconocimiento de los agresores y el mó-
de nuevos ataques, puesto que en
vil, lo que limita el entendimiento de la dinámica real de la violencia la decisión de castigar al criminal,
homicida en Colombia, más si lo cruzamos con el hecho de su registro prima la vida de la víctima sobre
mayoritario en la vía pública, escenario en el cual no debería existir el la del agresor. Lo que conlleva a la
anonimato, donde se supone puede facilitarse la investigación, la prueba configuración de un deseo de ven-
ganza en el criminal, que se objeti-
testimonial, el reconocimiento de los agresores. va en la imagen del ciudadano
modelo. Así mismo, se hizo mani-
Ahora bien, ¿cuántos agresores hay y cuántos agredidos? ¿Se trata de fiesto cómo están en juego en es-
una relación uno a uno? La experiencia de otros contextos dice que tas teorías dos percepciones del
no. Seremos la excepción o la descoordinación de los equipos castigo: ya sea en tanto persecu-
ción del culpable o como práctica
investigativos no permite detectar patrones, modus operandi, casos rela-
de rehabilitación. Esta última
cionados. Actualmente sólo vemos eventos que tienen alguna coinci- acepción tiene un punto a su fa-
dencia espacio-temporal, lo cual se traduce en muchos homicidios por vor, a saber, el hecho de reconocer
intolerancia social que pasan desapercibidos. El seguimiento del hecho la deficiencia en los métodos, cri-
violento y sus características permite perfilar el agresor, lo cual exige terios e instituciones encargadas
mejorar la investigación, la intensificación del trabajo en escena, al
barrido de vecindario y otras técnicas que han asegurado el éxito de la
investigación en otros países

¿Cuántos homicidios se cometen con la misma arma? Es una pregunta


que actualmente no tiene respuesta, no sólo por la ilegalidad del co-
mercio de estos mecanismos en el país, sino por los problemas para el
seguimiento e integración de las lesiones producidas con ellas. Así mis-
mo, no hemos profundizado en lo que dice, con
respecto a la criminalidad, el área corporal lesio-
nada, el número de impactos o lesiones perpe-
Así mismo, la desinformación
con respecto a las variables tradas, la naturaleza de las mismas, su relación
fundamentales puede sugerir con la planeación y la violencia instrumental y
el uso de estrategias de otros imaginarios.
planeación y sofisticación
empleada en el homicidio,
donde grupos organizados Si bien hay investigaciones que desvirtúan la re-
serían los responsables, sin lación del alcohol con los hechos violentos, el
embargo, esto sólo puede
tener peso en ciertos contextos
seguimiento en Bogotá muestra que cerca de la
particulares, donde, además, se mitad de las víctimas de homicidio se encuentran
puede evidenciar seguimiento o bajo la influencia de este u otra sustancia para el
amenazas sistemáticas a las
momento de su victimización. Este hallazgo es un
víctimas, empleo de armas
sofisticadas, rapto por varios indicador indirecto de la adicción a sustancias en
actores y demás características la comunidad, de tal manera que permite supo-
que si hablan de patrones
ner que los agresores también pueden encontrar-
organizados.
se bajo el efecto de las mismas sustancias. Los
efectos de las SPA* en el organismo son amplia-
mente conocidos y no sólo facilitan las conductas
reactivas, agresivas o violentas, sino también disminuyen la capacidad
de defensa, reacción o huida. En esta medida, y aunque no esté muy
documentado la asociación entre alcohol y violencia, se justifica cual-
quier intervención dirigida a disminuir su consumo en la comunidad.
CF Y
Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML

*
Sustancia psico-activa.

44
Recomendaciones de la función de suministrarlo.
Deficiencia que hace evidente la
necesidad de redescribir esa prác-
• Se debe dar énfasis al aspecto educativo tendiente a preservar la tica y las instituciones que la per-
vida de las personas y ante esta necesidad el cuestionamiento: sonifican. Por otro lado, esa
¿Qué se debe implementar para propender por el desarrollo de misma sospecha deja entrever una
los principios éticos en las personas en una época y en un Estado intención clara de secularizar esa
que protege la libertad en todas las acepciones conocidas? ¿Cómo carga de sentido moral que con-
vencionalmente se asocia con la
evitar que sólo se cuente con un referente moral cargado de inte- práctica del homicidio; y centra
reses propios de una época y un entorno determinado? Se propo- su reflexión en la indagación de
ne la práctica de ejercicios en los diferentes ámbitos educativos, otros aspectos del mismo, que no
que permitan la generación de emociones relevantes para la con- necesariamente están asociados
vivencia, orientando, una vez aparezcan, una mejor forma de ma- con el tipo de intencionalidad que
se sobrentiende en la primera for-
nejarlas. Entre ellas se cuentan la compasión, frustración, aflicción, ma delictiva. De esta manera, di-
deseo o tendencia de adoptar la vía más sencilla. cha reflexión no indagará por los
En términos culturales, privilegiar y exaltar valores diversos a los niveles de culpabilidad, sino que
materiales permitiría que las personas, no estuvieran dispuestas a le apuesta al intento de rehabili-
tar al criminal.
exponer su integridad por cosas vanas con tanta frecuencia, es
cuestión de hacer una nueva escala de lo que es o no relevante. Escudándose en este último pre-
Fortalecer igualmente la cultura del autocuidado y el fomento de texto, surge una alternativa que
prácticas sociales saludables y desestimular posturas que puedan podría denominarse política de
entrañar algún tipo de riesgo. Esto focalizado a los niños en los higiene social. En esta política se
puede apreciar una acción de vigi-
cuales el aprendizaje ofrece mayor dividendo. Se deben diseñar
lancia e intervención del Estado,
programas dirigidos a las víctimas de la violencia, en cualesquiera en asuntos que convencionalmen-
de sus manifestaciones, en los cuales encuentren soporte para te se han asociado con la autono-
manejar la duda, el temor, la incredibilidad y el duelo. mía del ciudadano (como, por
• El homicidio, por la envergadura del bien jurídico que niega y des- ejemplo, el consumo de alcohol).
De esto último, se critica esa no-
truye más que por su carácter de conducta punible investigable de ción de la ejemplaridad del casti-
oficio, debe tener como principal doliente al Estado a través de sus go, la que, asociada con el
autoridades, dejando en claro que lo que no se realice para pre- retribucionismo, limitará la auto-
servar la vida de las personas que han depositado en él su con- nomía que toda persona tiene
fianza, se constituye en una responsabilidad por omisión que debe para tomar decisiones, al prede-
terminar o moldear los cánones
ser facturada. Sin embargo, los servidores públicos no pueden estar según los cuales una persona eli-
solos y deben ser dotados de algunas herramientas, se sugiere: ge, en virtud del miedo o la incer-
I. El establecimiento de un sistema que permita la recolección tidumbre que representa la
de una mayor cantidad de información relativa al agresor, que posibilidad del castigo.
incluya características físicas, vínculos con bandas
El homicidio en tanto crimen, ne-
delincuenciales, modo de operar, espacio en el que actuó, tipo cesariamente tiene una implica-
de arma empleada, características generales de las heridas ción jurídica. Las formas
inflingidas, conexión con otros hechos punibles, lugar de la jurídicas, en términos del Hegel de
geografía nacional en el que se registra el hecho, característi- Eric Weil, representan el contrato
entre voluntades que se saben y
cas de la víctima, entre otros aspectos. Todo esto con la posi-
reconocen como libres e iguales en
bilidad de interrelacionar las variables, establecer coincidencias la medida en que son libres, en la
y develar patrones que contribuyan a determinar vínculos medida en que se saben a sí mis-
entre lo que aparentemente era inconexo, como aporte a la mos como personas y que no reco-
investigación. nocen otro modo de seguir
realizando su libertad distinto del
II. En manos de la comunidad se encuentra la información nece-
derecho.
saria para resolver diversos hechos y lo más importante: para
prevenirlos. El número de autoridades que trabajan con ella
es alto, pero parece estar roto el vínculo que debe existir con
el aparato de justicia, el cual se puede recomponer a través
de un trabajo estrecho con los organismos que cumplen fun-
ciones permanentes de policía judicial, en los que se debería
crear una sección dedicada a buscar y canalizar la información
que las personas han entregado espontáneamente a otras au-
toridades.
• Cambiar la actual concepción relativa al homicidio ocurrido en ac-
cidente de transito que tiende a presumir que en todas las ocasio-
nes se ha tratado de un hecho culposo, dando cabida a un
tratamiento benévolo por parte de la ley, facultando al autor para
acceder a la indemnización integral que extingue la acción penal,
lo cual, en el sentir de la familia, puede interpretarse como impu-
nidad y para el común de las personas implica una seria
desprotección frente al tráfico vehicular, con una consecuente y tácita
autorización para un actuar más descuidado. La propuesta no va
orientada a dar un tratamiento diametralmente diverso a los he-
chos en accidente de tránsito, pero sí se considera apropiado evitar
que aquellas personas que cometan una conducta de este tipo bajo
el influjo del alcohol o sustancias psicoactivas, o que abandonen la
escena del delito, vuelvan a tener bajo su control un vehículo au-
tomotor, para lo cual la licencia le debería ser retirada de por vida.
• Estimular iniciativas y programas de prevención de la violencia de
base comunitaria, en la cual se trasciende la autoprotección para
pensar en el cuidado del otro, donde se estimule la conscientización
así como el debate y participación pública en torno a los proble-
mas puntuales que puedan constituirse en amenaza para la convi-
vencia pacífica y la seguridad ciudadana. Estructurar iniciativas de
afrontamiento a las causas sociales o materiales de la violencia en
los contextos locales, entre las que se cuentan modificaciones
ambientales, ejercicios lúdicos en los escenarios públicos y siste-
mas de seguimiento a las acciones específicas del Estado, dentro
de un esquema de corresponsabilidad social y formación de una
ética de lo público.
CF Y

• En Colombia, de acuerdo con el artículo 223 de la Constitución


Centro de Referencia Nacional sobre Violencia - INML

Política Nacional, el monopolio de armas es del Estado, lo que im-


plica: “…que no existe la posibilidad de que haya propiedad o po-
sesión privadas sobre ningún tipo de armas. Hay entonces una
reserva estatal de principio sobre su propiedad y posesión, de suer-
te que los derechos de los particulares sobre las armas son preca-
rios, pues, provienen únicamente de los permisos estatales, los
cuales son por esencia revocables”8. En este orden de ideas, se
propone retirar de manos de los particulares la posesión de las
armas de fuego, mediante la revocatoria de los permisos de porte
vigentes. Se obligaría a los particulares a adelantar los trámites para
cambiarlos por los de tenencia o a la devolución de las armas al
46
Estado, a cambio de una compensación económica. A partir de En esta lógica, el criminal es tal
entonces, las armas estarían en manos de los representantes del sólo en tanto que su acción
transgrede y, en este sentido, des-
Estado facultados para ello y de los servicios de vigilancia y seguri- conoce la personalidad del otro .
12

dad privada legalmente autorizados para actuar con tenencia de Sin embargo, como lo afirma el
las mismas. Los controles hacia el porte no tendrían excepción al- mismo Weil, ese piso antropológico
guna y se deberían hacer más estrictos los dirigidos a las armas que necesariamente presupone la
blancas, por cuanto sustraer de las manos de las personas un ob- explicación hegeliana de la acción
libre no indica, pero tampoco exi-
jeto letal, tiende a ser reemplazado por el siguiente más efectivo a ge que todo individuo llegue a
este propósito que se pueda hallar. 13
esta comprensión (la del hombre
que se determina a sí mismo en un
sistema de derecho, movido por su
propia voluntad de ser libre). De
hecho, algunas páginas atrás, este
mismo autor nos dice, palabras
más o menos, que la libertad no se
realiza de manera completa, y que
de hecho esto es aquello que no
permite delimitar un fin último de
la historia, porque, de ser así, no
se podría dar cuenta de las trans-
formaciones en la misma, transfor-
maciones o nuevo paso que, en
palabras de Weil, “no será dado
por aquellos que detentan el pen-
samiento (entiéndase tradición) de
la época considerada, sino por el
elemento insatisfecho, es decir, el
14
que actúa por pasión” . Por ello,
como decíamos al inicio de este
escrito, la práctica homicida no
puede atraparse en una represen-
tación unidimensional, ni se valo-
ra según un mismo esquema
axiológico.

Esto último, como diría


Malinowski, no excluye la posibi-
lidad de que en tales comunidades
opere un propio código totémico,
es decir, que se maneje una propia
moralidad y eticidad que aunque
ellos no entiendan de este modo,
y aunque sea ajena a nuestras
representaciones de las mismas,
no obstante configuran una tradi-
15
ción, hacen una comunidad .

La referencia a Malinowski, Ten y


Eric Weil, primero legitima el tema
a tratar, a saber, el acto de matar.
Esta acción se puede entender en
su referente más inmediato a
modo de crimen y, esto último,
antes de dejarnos en un punto
muerto, nos remite a pensar el

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